Shooting your heart

Marvel Cinematic Universe Spider-Man - All Media Types Spider-Man: Spider-Verse (Sony Animated Movies)
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Shooting your heart
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Summary
Miguel O'Hara ahora ha huido y está en espera de poder encontrarse con aquél que le cautivó de arriba a abajo, su obsesión. Ahora con todo listo, se ha decidido en recibir a Peter Parker, el Omega que no se vió intimidado por él como otros.Pero quizá es esta vez Miguel quien debe insistir para verlo. Los papeles se invirtieron, y con ello, Miguel se ha dado cuenta que fue un completo error fingir que Parker estaría seguro lejos de él, solamente le ha dado más tiempo al enemigo para planear cómo asesinar al castaño.
Note
Primero que nada, debo agradecer a todos los que me apoyaron en querer hacer esta segunda parte, ya que no estaba para nada seguro de si debía hacerla. Sin embargo, entre varios comentarios aquí tanto como en Wattpad, me he decidido por hacerla y darles explicaciones y una historia más detallada, aunado a que había visto comentarios de que habían estado buscando algo con una temática de narcotráfico.Ahora, para una sana lectura y sobretodo para que nadie salga mal de acá, hay varias cosas que me son completamente necesarias expresar.𝐈. No planeo escribir las cosas con tintes suaves. Violencia es violencia. No planeo suavizar las cosas, y voy a ser gráfico en muchas ocasiones.𝐈𝐈. Esto va a ser dinámica ABO, de la forma más tradicional que pueda, pero no esperen mucho, me gusta cambiar cosas. En tal caso, siempre voy a incluir una explicación al final de cada capítulo. Lo haré al final porque planeo que experimenten sin saber y luego puedan comprender y haga clic.𝐈𝐈𝐈. Esto es un fic donde Peter va a tener momentos power bottom, es decir, que va a tener momentos de sumiso dominante. Pero Miguel será top, y no va a ser un Alfa suave, trataré de hacerlo lo menos Ooc posible.𝐈𝐕. Peter Parker y Mary Jane están divorciados, la segunda ya tiene pareja, y Mayday sigue existiendo en este universo.𝐕. Habrá CNC, es decir, consent non consent, si no sabes lo que es, prácticamente es sexo o situaciones sexuales donde hay consentimiento pero el juego trata del "no consentimiento".𝐕𝐈. No puedo expresar este punto lo suficiente: no tomen a la ligera los Trigger Warnings, si los estoy poniendo es por algo, no esperen que vaya a disculparme por ello. Siempre pondré al inicio del capítulo, el trigger warning del capítulo.𝐕𝐈𝐈. Por favor, tengan en cuenta que el narcotráfico, la trata de blancas y la venta de drogas y armas ilícitas es un problema que trataré de tomar con seriedad a pesar de escribir por diversión.𝐕𝐈𝐈𝐈. ¡Y recuerden! No porque escriba sobre estos temas, quiere decir que estoy de acuerdo con algunas ideologías o acciones de los personajes. Todo es para y por la historia.𝐈𝐗. Habrá alguno personajes de Call of Duty, no es necesario conocerlos, pero si desean investigarlos, serán König, Ghost y Soap, son parte semi importante de la historia, pero no habrá confusión alguna, en caso de que no los conozcan.Por último, me pueden encontrar también en Wattpad como ﹫moon_systemCuidar la sanidad mental nuestra y los demás también es de Punks, chicos.Disfruten mi delirio hecho letras.
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BALA NO. 3

Siempre positivo, saben que nomás sumamos

Camarón, a un lado, nunca soltaré tu mano

Para los negocios siempre estoy relacionado

Y para aclararle, sí, señor, soy empresario

Muy bien asociado

— Suelita Roja, Grupo Rocket.

Acaricia su corbata, para desanudarla y dejarla de lado. En Cuba, no tenía por qué ser tan formal, pero lo era debido a que tampoco quería mostrarse como uno más. No lo es, y lo sabe, no necesita que nadie se lo recuerde.

Han sido bastante hospitalarios desde que ha llegado, no es para menos, no es el tipo de hombre que uno pueda ignorar, lo sabe. Pero también, el hombre que lo ha dejado estar en su territorio, es uno diplomático, un hombre negro de cabellos chinos del cual de momento, hace a un lado sus ideas, no es el momento.

Está algo nervioso por cómo va a salir aquella noche, tiene que ser lo más perfecta que pueda. Le pidió a Jean que la terraza estuviera limpia, y pusieran una mesa circular con un mantel rojo; hay un bello ornamento en medio del cual sobresale una flor roja gigante que se abre, para tener un pequeño pico de donde sale una llama. Es una vela grande en forma de rosa.

Está nervioso, se ha puesto una camisa azul marino, y un chaleco de un gris oscuro a juego con un pantalón de tiro alto; del área de los muslos la tela envuelve bien, con una altura perfecta donde sus zapatos café oscuro no pisarán el talón. Es un pantalón hecho a la medida, su altura no es usual, así que es normal que tenga prendas confeccionadas, tampoco es que le duela costearlas.

Se ha arreglado para Parker, quién lo diría, está nervioso. Después del desastre del almuerzo, quiere hacer que el Omega se sienta tranquilo, y seguro. ¿Sería que siente pena de su propio cuerpo? No había necesidad, no es la primera vez que tiene a alguien así como amante, así que quizá sea bueno dejarle claro que eso no es impedimento ni algo de lo cual deba avergonzarse con él en el sexo.

No han tenido sexo, sabe que lo ha tocado sin que lo desee, pero… qué estrés le daba. Sentía que sus emociones estaban por todos lados, sus ideas estaban demasiado confusas, sin un orden particular.

Desde hace algún par de décadas en adelante, las cosas han cambiado, ya no es extraño que alguien que tuviera una casta Omega en un inicio, comenzara un proceso de transición que lo pudiera volver un Alfa. Claro, en escencia, siempre seguiría siendo un Omega, pero sería un olor distinto, sus instintos serían los de la casta que desea. Sólo alguien Omega o Alfa podría alternar al otro extremo, mientras que los Betas en cambio estaban fuera de esa posibilidad.

No es un tema del todo inusual, pero para muchos es controversial, a final de cuenta, hablan de que la biología humana debería quedarse tal cual está.

A él no le incumbe, le da igual, Peter le cautivaba independiente de si había nacido distinto y había hecho modificaciones, porque claro, la transición de casta, y la transición sexual eran dos cosas muy distintas.

El tema de transición de casta, era clara, un Omega fácilmente podría extirparse la glándula que secreta las feromonas, y podría ser reemplazada con una distinta, que usualmente era sintética y estaba unida al cuerpo, por lo que con el tiempo, el mismo comenzaba a hacer ajustes. La glándula nueva enviaría señales al cuerpo de qué tipo de feromonas es la que debería estar excretando.

No muchos suelen hacerla, dado que la glándulas sintéticas podrían fallar, aunado a que no hay forma de que regreses a tu casta biológica, era un cambio irreversible, y de todas formas, un poco más de la mitad de las veces, esto no ayuda del todo a un cambio deseado. Podrías terminar siendo un Beta, o alguien sin un olor propio. Y es algo que nadie se atreve a perder, es un olor personal, es una identificación. Todos tienen un olor, hasta los Betas.

Perder algo así… Miguel conoce sólo a una persona que ha querido cambiar su casta, por lo que pudo percibir, la persona realmente pasaba bastante desapercibida cuando se trata de olores. Es extraño cuando te das cuenta, pero no es un impedimento total, sólo es raro.

Luego existía la transición de sexo, o bien, reafirmación de género. Sabe de Peter, no por nada ha investigado hasta lo más recóndito del hombre. La última vez que pudo tenerlo en sus manos, no pudo observar del todo su pecho, se pregunta si tiene cicatrices, pero no recuerda por más que repase los hechos, ha pasado demasiado tiempo.

Si bien tales cirugías eran también extrañas, no eran tan mal vistas como el cambio de casta.

Además… ¿por qué alguien querría cambiar algo así? Para él es imposible comprender algo así. Sabe que la fisonomía cambia, pero un Alfa siempre sería uno, no podría crecer el útero necesario, y un Omega aunque pueda anudar, no significa que podrá marcar a alguien. Pero es ignorante en el tema, esto último, no lo sabe. Imagina que habrá algunos que han intentado morder a otro Omega… se está desviando.

Se siente intranquilo cuando por fin está sentado, la noche es azul, y puede ver todo el prado, la mansión, como había sabido que Parker le decía, estaba bien escondida entre un pequeño bosque que tomaba tan sólo diez minutos en auto poder encontrar. Era pintoresca, y había logrado darle el toque mexicano.

El suelo tenía un camino empedrado de color ladrillo, había algunas palmeras, el exterior era de un color entre crema y naranja, en la parte trasera había una piscina cerrada, y techada, aunque sabe que en cualquier momento pueden quitar la lona de encima para dejar que el sol pegue directo en ellos.

Es una casa de dos pisos, al entrar, había una gran escalera que tenía lado izquierdo tanto como derecho. Su habitación y la de Parker con sus crías, está en el ala de la izquierda, además de su oficina. Hay una biblioteca llena de libros viejos que repasa de vez en cuando, puesto que no es la primera vez que viaja al país, y no sería la última, en caso de que pudiera volver a Estados Unidos.

Ahí es donde había un gran balcón abierto, una puerta larga y de madera que se desplegaron para dar paso.

Había muchas cosas que tenía que hablar con él, pero bien, lo haría en su momento.

No llevaba ninguna corbata ni moño, hizo bien en decidirse sólo por arremangarse la camisa, de tener cualquier cosa alrededor del cuello que no fuera su cadena de plata, tocó de forma instintiva la cruz gruesa, le hacía sentir calma.

No pasó mucho tiempo antes de que escuchara la puerta abrirse a algunos metros, viendo que el lugar iluminado a comparación del exterior que sólo era alumbrado por aquella vela de rosa roja, lograba hacerle ver que Parker estaba incómodo. Llevaba algo simple, una camisa de manga larga, blanca que le había pedido y unos pantalones negros, con una corbata roja.

Se levantó para tenderle la mano, pero el castaño le ignoró antes de sentarse. Lo primero que hizo fue ver a lo lejos del balcón.

Pudo ver que los ojos dejaron de ser desconfiados, que mirar al cielo y observar la luna habían convertido sus hermosos ojos en un pozo de tristeza.

—Creo que hay muchas cosas que discutir. —comenzó el moreno.

El castaño le prestó atención.

Entraron un par de mucamas con platillos y bebidas, acercándose a la mesa para dejarles todo aquello, disculpándose al momento de retirarse. El mayor hizo una mueca.

Sabe que tiene hambre, y el muchacho, que descubrió ahora que se llamaba König, junto con Simon, le aseguraron que sus criaturas estarían bien, además de que pronto llegarían con comida para ellos.

—Supongo que sí.

—Puedes comer, no tiene nada, es sólo comida.

El castaño le miró antes de poder alzar la campana, el vapor salió, sintió su estómago rugir y se puso colorado por ello, pero no dijo nada.

El menor hizo una mueca para tratar de no sonreír, antes de suspirar pesado.

El castaño tomó el tenedor, mientras miraba a Miguel, para comenzar a comer. Era un pedazo de carne sobre lo que parecía ser cebolla, ¿Lo era?, además de que a un lado, había espárragos dorados y envueltos en tocino, y un puré de papa con un… ¿Pedazo de césped? Así es como lo denominará él, le da igual, tiene hambre. Sabe que probablemente es cilantro, pero quiere odiar todo lo que el hombre le esté dando.

—Cuando era más joven, a los inicios de todo esto, solía comer muchos platos elegantes, pero en algún punto dejaron de gustarme. Pero, pensé que al ser nuestra primera cena, era apropiado que probaras algo no muy fuera de lo americano.

En cuanto probó la carne, se dió cuenta que no era salada, era dulce. Tenía un sabor dulzón, como la miel, pero al echarle el puré se sintió aún más agradable. Maldito sea Miguel y su comida que era demasiado deliciosa. Terminó por encajar el tenedor antes de alzar un poco la carne para acercarse al plato, morder y tratar de jalar para romperlo con los dientes.

El mexicano se sorprendió, los labios del mayor se movían sin pena, y le provocó una arruga en la nariz que no le duró demasiado tiempo.

Bien, tal vez comía de esa manera solamente porque tenía mucha hambre.

Decidió ignorarlo.

Miguel puso una pequeña caja de terciopelo azul marino, para deslizarselo al mayor al otro lado.

Por unos segundos, Peter temió lo peor, no esperará que se case o alguna cosa de esas, ¿cierto?

—Ábrelo, te compré un regalo.

Dubitativo, el mayor tomó la caja para abrirla con cuidado, descubriendo en el interior un reloj, se veía simple, así que lo sacó con cuidado. A pesar de eso, el peso era ligero, y las correas eran de cuero café oscuro con el cosido de un color crema. El mismo reloj era de un color plata oscuro, con unas manecillas doradas sobre un fondo negro, que llevaba inscrito los números. Se dio cuenta que tenía un cierre de hebilla del mismo color plateado apagado, y le dió la vuelta, observando un grabado.

P.B.P. podía leer. Sus iniciales en una cursiva elegante sobre el material tan preciosamente tallado.

—Es un Reloj IWC Pilot's Mark 18.

—No sé de relojes. —admitió el mayor.

—Lo único que tienes que saber, entonces, es que este reloj es tu seguro de vida, y el de tus hijos.

—¿Mi seguro…? Espera, ¿qué?

—Es un regalo —se levantó, el mayor se tensó mientras observaba al Alfa acercarse a él, acomodó una de las piernas y bajó la otra para estar con una rodilla en el suelo, mientras tomaba el presente. —, está hecho para ti, a tu medida, con tus iniciales.

—Oh… bueno, pero… —se quejó.

—No tienes celular, y no quiero excusas de que no sabes la hora para llegar a cierta hora a algún lugar, el desayuno, por ejemplo. Es a prueba de agua, así que no va a pasar nada si lo mojas, espero entonces que ni siquiera te lo quites en esas ocasiones; además es bastante resistente. —aseguró, mientras acomodaba el reloj sobre la muñeca del hombre.

Las manos del moreno eran cálidas, y por unos segundos, dejó de lado sus emociones negativas. El hombre tocaba con cuidado su piel, mientras abrochaba la hebilla del reloj para tomar su mano después.

El beso que le dió en los nudillos, lo regresó a la realidad.

—También, me parece que tenemos que arreglar unas cosas. Me gustaría que Junior y tu hija comiencen a tener educación en casa, de momento. Sería un problema de todas formas llevarlos a una escuela, y no creo que haya tanto cuete si les consigo alguien que esté a su altura. Yo mismo me aseguraré. —aseguró mientras volvía a su lugar, al tiempo que tomaba los cubiertos para comenzar a partir con cuidado su comida.

A sus ojos, Miguel tenía las manos grandes, pero los cubiertos parecían ser envueltos sin verse tan pequeños, mientras se movían contra la comida. Peter a diferencia, tenía ya un pequeño desastre en el plato y se había atrevido a comerse el tocino y los espárragos a pedazos pequeños que los agarraba con los dedos.

La diferencia era palpable, pero ninguno pareció realmente importarle. Peter seguía en la idea de que hacer desistir a Miguel de sus deseos de estar con él, era la solución.

Y eso era parte de él, le gusta comer con los dedos también, chuparlos, ensuciarse, relamerse, no es un hombre hecho para la elegancia.

—Cuete. —trató de repetir el americano.

—Quiere decir que no habrá problema, que no habrá tanto inconveniente. Me parece bien que no pierdan clases al ponerlos con un tutor privado. Por lo que me dijo Ghost, todo iba bien con ellos, y apenas ibas a poner a Junior en el sistema en el kínder.

La incomodidad salió a flote. Una cosa es que supiera tanto de él, pero cuando comenzaba a palpar el tema de sus hijos, sin querer comenzaba a ponerse tenso.

—Quisiera que ellos estuvieran en Estados Unidos.

—Ya te lo dije, eso no va a pasar.

—¿Esperas que nos quedemos aquí, simplemente porque tú lo quieres? Así no es como funciona, O'Hara. Es peligroso. —le miró, tenía un punto. —Tú y yo tuvimos sexo, eso es todo. No estoy esperando que te hagas cargo de algo así, decidí tenerlo por mí, yo lo quería, quería al niño, así que puedes dejar de sentir que me debes algo.

—No es por eso que lo quiero aquí.

—¿Entonces?

—Te quiero aquí.

—¿Para qué? No lo entiendo, podrías tener a la persona que quieras, ¿Por qué yo? No te entiendo. —repitió.

Miguel tampoco, pero no iba a decirlo, su orgullo no le permitiría hacerle saber que estaba confundido desde que lo vió, no había podido evitar el deseo, no habla de algo solamente sexual.

Al inicio había sido sólo curiosidad. Sólo quería saber quién era aquella persona que había logrado hacerle llegar el mensaje.

Qué tipo de hombre era tan insistente y lograba hacerse de pequeños aliados para algo así.

Le sorprendió saber que era un hombre de lo más simplón, así que había aceptado la puta entrevista, por saciar su curiosidad, más que nada. Pero verlo, delgado, sonriendo a pesar de la peligrosa circunstancia, con aquellos ojos en desafío, había incentivado a su persona.

No era una necesidad animal, era él, era su mente que le pedía saber más.

¿Qué clase de hombre contaba con tanta imprudencia para acercarse por decisión propia?

Peter... Peter es esa clase de hombre.

—Tengo mis razones, no tengo por qué explicártelas.

—¡Por supuesto que sí! —dió un golpe a la mesa al levantarse. El cristal de los platos contra los cubiertos sonó, antes de darse cuenta, trató de calmarse apenado, volviéndose a sentar.

Pero aquello lejos de molestar al moreno, le brillaron los ojos.

La molestia, la ira, eso es lo que le gustaba más de él. La imprudencia, la osadía incluso cuando él era quien podía en un chasquido dejarlo en cualquier lado y quedarse con sus crías.

Era irritante, por supuesto, pero esa irritación era siempre sobrepasada por la emoción que le provoca. Sonríe tranquilo antes de poder hablar.

—Lo que te ofrezco es un futuro para tus hijos, uno donde no tendrán que escarbar por dinero y alimento que no tienes. Nadie contratará a un hombre de tu edad para volver a ser reportero, lo sabes, ¿Cierto? —le miró alzando la ceja.

Aún si le costaba admitir al mayor, O'Hara tiene razón, nadie querría a un hombre con su historial. Si querían mantenerse como el hype, le querrían sacar hasta la última gota de su vida personal. Pero de eso a algo real, había un mundo de diferencia.

Él no iba a vender su privacidad cuando sus hijos estarían expuestos a eso. Ya era suficiente con pensar en qué haría cuando debiera explicarle al pequeño Miguel quién era su padre.

—No estoy buscando ser lo que era antes.

—¿Ese trabajo por el que ibas? —le miró con cierto desprecio por la idea. —Te hubiesen tratado como mono de circo, lo sabes bien.

El olor pesado del Alfa le llegó, estaba agrio, molesto, Peter arrugó la nariz.

—Tendría más libertad de la que tengo ahora. —refutó.

—Aquí podrás estar de un lado a otro cuando sepa que no vas a intentar alguna idiotez.

—Ni siquiera me dejas hablar con mi Tia May, ¿Tienes idea de lo preocupada que debe de estar? No te estoy pidiendo demasiado, sólo quiero hablar con ella. —se quejó.

Y también su ex estaría bastante preocupada, pero eso no lo iba a decir, tenía la impresión de que el Alfa creía que le pertenecía. Él no iba a provocarlo en eso. Miguel podría marcarlo cuando quisiera, o al menos una marca sana, de otra manera, es probable que ambos enfermen.

—Te estoy pidiendo sólo algo pequeño, sólo una llamada. —susurró, esta vez más tranquilo, los ojos chocolate con las cejas fruncidas, Miguel se dió cuenta de que eran una debilidad de la cual comenzaba a estar seguro que sería un problema.

—Por ahora es más seguro que no hagas eso, sí sabes que pueden matarla si saben que estás en comunicación constante con ella, ¿Cierto? —alzó la ceja el moreno.

—¿Y de quién es la culpa?

—Te recuerdo que quién me buscó, fue otro, yo no fui hacía ti. Y no te vi quejándote cuando estabas contra el escritorio, porque, que yo recuerde, la pasaste muy bien.

El mayor se coloreó instantáneamente, antes de negar rápido.

—Como si tan siquiera estuviera en comunicación. Nos tienes sin saber nada de allá afuera, no hemos salido, ni siquiera sé dónde estamos.

—Estamos en Cuba, si tanto te preocupa. —gruñó mirándole. Miguel no es un hombre paciente, pero lo estaba intentando, mientras que el mayor parecía ponerlo a prueba de una forma constante, era casi cómico. —Estoy protegiéndote, y si deseas que tu tía siga viva, más vale que me hagas caso.

—¿Durante cuánto tiempo? Deseas retenernos aquí como si fuéramos alguna clase de animal de zoológico, dime, ¿Hasta cuando? Los niños ni siquiera pueden salir a la planta baja sin que estén detrás de nosotros.

—No los trato así, y es por su seguridad.

—¡Por supuesto que sí! —resonó sarcástico. —No me dejas salir a ningún lado, no me dejas hablar, ni siquiera dejas que salga a la terraza, me tienes vigilado constantemente, es exhaustivo. Apenas llevo un par de días aquí y es una pesadilla.

—¿Quieres irte? ¡Bien, vete! —explotó en ira. —Pero ese niño es mío, Benjamin Parker, y ese cachorro se queda conmigo. Patalea todo lo que quieras, llévate a tu cachorra, vete si tanto quieres. Pero no olvides, que cuando maten a tu hija, y te maten a ti, y a tu familia, yo te lo advertí.

Se levantó molesto, cualquier indicio de que quería seguir comiendo, se había ido.

Ni siquiera le volteó a ver antes de irse, como si estuviera indignado. ¿No era él quien debería estarlo? Estaba ahí contra su voluntad, y peor aún, por lo que veía, Miguel estaba tratando de comprar su afecto con cosas de esa índole. No dudaba que cuando los llevara de compras, iba a tratar de lucirse, y si creía que iba a dejárselo fácil, estaba muy equivocado.

Por supuesto que el dinero es llamativo para cualquiera, él no está hecho de hierro, pero meterse en algo así es algo sin salida, una vez con el pie ahí, no existe el "no dejar huellas", y él lo sabe.

Cuando el hombre de siempre fue por ellos, le sonrió levemente, los ojos se acomodaron en su muñeca.

—Oh, llegó el presente, ¿Qué le pareció? El jefe nos tuvo locos buscando eso.

—Hmm… cualquier reloj hubiese estado bien. No sabía que supiera de ellos, es decir, yo no soy conocedor. —se excusó, rascándose la nuca con pena. —En realidad imagino que es de esos de 100 dólares, o algo así. Es excesivo, si te soy honesto, además de que no lo necesito.

Ambos comenzaron a caminar, mientras el más alto hizo un ademán con la mano.

—No es cualquier reloj, es un IWC Pilot. Lyla, la asistente de Miguel, estaba estresada por culpa del jefe. Estuvo nervioso buscándole algo, supongo que pagar casi 5mil dólares le hizo sentir mejor. Había otros más caros, pero dijo que era seguro que no los querría. —se alzó de hombros.

—Cinco… —el mayor se atragantó, deteniéndose de golpe. —¿Cinco mil dólares?

Intentó comenzar a quitárselo, tenía que devolver esa cosa. Lo que sea que implicara haber aceptado ese estúpido regalo, más valía dejar en claro que no lo quería. No lo pidió desde un inicio, pero ahora que sabe el valor, sólo se le contrae el estómago. Eso pagaría meses de renta, comida y escuela para los niños.

Tanto dinero invertido en un artefacto tan burdo como un estúpido reloj.

—Oh, no, no se lo quite. —pidió suave.

—¿Tienes idea de lo que es este reloj? Es una sentencia de muerte a donde quiera que vaya. ¿Y yo para qué quiero esto? Hubiese sido algo igual de bueno si compraba uno de 30 dólares. Sirven para lo mismo.

—No es igual. Lyla dijo que era un reloj Suizo, parece ser que aparte, el grabado fue algo extra. No todos reconocen un reloj de lujo, Señor Parker, sólo un conocedor sabría qué está robando.—puntualizó.

Debajo de aquella tela, el hombre de ojos azules, parecía ser un hombre alegre, le daba curiosidad, y quiso preguntar, pero pronto lo hizo a un lado.

—Nu-uh, a menos que quieras ser blanco de todo el metro de Nueva York con una puñalada de regalo. —le mostró la muñeca con una queja.

Así que durante lo que resta de la noche, gira por la cama mientras piensa en su regalo. Le gustaría devolverlo, pero su intuición le dice que la idea de la elección sólo es una ilusión. Miguel le haría saber que debía usar aquel artefacto, quisiese o no. Tal vez en alguna forma de forzarlo a gustar de él.

Suspira, al menos lo ha dejado estar con sus hijos, así que eso lo relaja. Nadie se lleva a los niños si él no los deja, es algo que ha comprobado y no tiene duda de que ha sido Miguel quien les ha dicho expresamente que en al menos eso, respetarán sus deseos.

Así que por esa noche, al menos por esa, se dice que dejará el reloj en su muñeca. Lo que sea que signifique que es su seguro de vida y sus hijos, tendrá que esperar a preguntarle al día siguiente. Y también lo hace, aunque no quiera admitirlo, porque de alguna forma eso lo hizo sentir seguro. Mientras tuviera aquello, no les haría nada, ¿no es cierto?

A la mañana siguiente, lo primero que hace es quejarse porque recuerda que tendrían que salir, pero no hay nada limpio realmente para ninguno de los niños, lo cual le abochorna y le irrita a partes iguales. Si al menos pudieran tener algo de ropa extra.

Le preocupa saber que todas sus cosas ya no estarán, es probable que dentro de un tiempo, todo sea echado a la basura, debido a que han de dejar de pagar. Porque asume que ahí es donde estarán por un largo tiempo, jamás dejaría a Junior con ese hombre.

Así que cuando almuerzan, se dedica a eso solamente, sobre todo en la relajación de la ausencia de Miguel, mientras ve a Mayday que se pone a jugar con Junior, haciéndole caras y dándole de comer por igual. Si había algo que había hecho bien en su vida, era tenerlos a ellos. Claro, Mayday y él tienen sus arranques, a veces ella era muy obstinada y él mismo un necio, pero no quita que al final del día, ninguno de los dos realmente podía pasar tanto tiempo sin hablarse.

Cuando König le llama después de que los niños han almorzado, no tiene más opción que seguirle. ¿Ahora qué quería?

De momento, podía ser mucho más tranquilo, Miguel aún con sus desplantes, no le ha tratado mal, no en la extensión de la palabra. Lo estaba volviendo loco de muchas formas, las feromonas del hombre le volvían tan loco como se podía volver a cualquier Omega, pero su parte racional sólo sentía enojo.

En cuanto le llevan directo con el moreno, se da cuenta de que parece muy serio.

Le indica que se acerque, a lo cual hace caso mientras cierran la puerta detrás suyo, por un momento los nervios le juegan una mala pasada, creyendo que algo peor ocurriría, pero cuando el menor le tiende un teléfono, se sorprende. Es pequeño, y de tapa, es viejo, sabe que es de los cualquiera que se compran en los lugares de abarrotes.

Lo toma con cuidado mientras le mira, está confundido, pero pronto le nace la emoción, le brillan los ojos, y por ese segundo, O'Hara estaba secretamente feliz al ver la reacción del Omega.

—Llama a tu tía, pero no digas más de lo necesario, nada me asegura que no estarán escuchando, y eso nos pondrá en peligro. —le miró al explicarle. Los ojos rojos centelleaban mientras el castaño aún dudoso, miraba el celular.

Abrió la pequeña tapa, para encontrarse con iconos viejos pero que para él, eran más que conocidos, sonrió un poco al buscar en el directorio, pero sólo había un número.

—Sólo está el de tu Tía, tienes cinco minutos, Parker. Ni un minuto más. Quédate aquí, en caso de alguna cosa.

Dicho eso, Parker se quedó en el despacho, pero le dió la espalda. Sólo entonces, el hombre se atrevió a llamar.

Tan pronto como la llamada comenzó, Miguel sacó unos lentes, acomodándolos en el puente de su nariz, se dispuso a trabajar, mirando papeles, pero estando atento también a lo que podría decir. No quería cometer ningún error, ni pretendía tomar riesgos. Sabe que dejar que Peter llamara era acercarse al fuego del que tanto escapaba. Pero los ojos que habían dejado de destilar enojo a su persona, lo valían, o eso cree.

—¿Hola?

—¿Tía May? Soy Peter.

Se escuchó un sollozo.

—¡Te hemos buscado por todas partes! —se escuchó furiosa, pronto se le rompió la voz al volver a hablar. —MJ y yo pensamos que algo te había pasado, ¿En dónde estás, qué está pasando? Ya reportamos a las autoridades, ¿Estás bien, y los niños?

Las preguntas lo abrumaron.

—Estoy bien, todo está bien, tranquila.

Miguel le miró de reojo mientras seguía en lo suyo checando mayormente unos papeles que podrían adulterar. Tenía un trabajo de importación al país, del cual se estaba encargando, pero llevaban dos semanas de retraso. Alguien en Estados Unidos estaba tratando de sabotearlos, pero para él, era más una mosca en el plato que otra cosa.

Peter pareció esconderse un poco, apenado por cualquier conversación que pudiera tener, o quizá solamente desconfiado.

—Escucha. Por favor, no me busques. Estoy bien, y los niños están bien. No puedo hablar demasiado.

—Peter Benjamin Parker.

—No, por favor… esta vez es enserio, no puedo. —murmuró. No quería regaños, no quería súplicas, en realidad sólo deseaba escucharla, tener algún tipo de confort.

Sin desearlo, sus propias feromonas salieron sutiles, era el olor de la tristeza que le llegó a Miguel, lo que le hizo alzar la cabeza con seriedad, detrás de las gafas.

Se escuchó sólo el silencio durante un rato.

—Estaremos bien, no me busques. Encontraré la forma de volver, por favor no hagas ninguna locura.

—No entiendo qué está ocurriendo. MJ está muy preocupada, no ha parado de pasarse por la casa, todo está patas arriba.

Peter se sintió culpable, aquello no es algo que debiese estar pasando, no debería tener que hacer que la gente que le quiere pasara por cosas así.

¿Qué podía decirle que no la preocupase de más?

—Escucha, no tengo mucho tiempo. Lo importante es que estoy bien, dile a MJ que Mayday está bien, que Junior está bien, los tres lo estamos, pero no volveremos por unos días. —suspiró preocupado, aunque trató de sonar más que nada cansado. —Sé que MJ debe estar muy preocupada por los niños…

Miguel se quitó los lentes de inmediato, se levantó para acercarse a quitarle el celular en cuanto apareció la mención de la Alfa antigua del mayor. Lo ponía de malas.

¿En dónde estás, con quién? ¿Peter?

—Yo…

El moreno le arrebató el celular, antes de colgar él mismo. Peter le miró molesto.

—Nada de información importante, te lo dije.

—No dije nada importante. No dije tu nombre.

—De todas formas ya era mucho tiempo. Da gracias que te he dejado hablar con ella, es peligroso.

—Pensé que era sólo Hollywood que decía que se podía rastrear llamadas. —comentó mientras hacía una mueca. Esta vez, no iba a discutir, el narcotraficante tenía razón, le había cumplido su deseo, lo mínimo era no enojarse por ello.

Al menos sabía ahora que su familia estaba bien.

—Hay muchas formas de localizar a una persona en estos tiempos, la primera es esta.

Y entonces rompió el celular. Eso sorprendió al mayor, la facilidad con la que se había partido (aún si era de tapa) le dejó curioso. Se dijo que era por el material barato del que estaba hecho el mismo.

Aunque eso no fue lo único, lo vió sacar el chip para morderlo con los grandes colmillos.

—No necesitarás uno de momento.

El hombre no replicó, no quería pelear en esos momentos, ya se habían estado gritando desde la noche, y si es sincero, es exhaustivo. Además, no puede dejar de pensar en el reloj.

—Miguel… sobre el reloj.

—¿Te gustó? —le miró, parecía más relajado, pero expectante de forma silenciosa mientras volvía esta vez a sentarse al filo del escritorio, acercándole a su persona al tomarle de las manos al mismo tiempo.

Acarició con cuidado el rostro, y el mayor se dejó hacer, odiaba la situación, pero no odiaba a Miguel, no le gustaba a veces lo que hacía, pero no puede disgustarse cuando es así. Cuando tuvieron sexo incluso, cuidando de que no doliese demasiado, siendo amable al sentarlo cuando estuvieron unidos con el nudo.

La mano morena se acomoda en su mejilla, pero lo deja hacer.

—Es algo demasiado caro, no puedo aceptarlo. —susurró el mayor.

Miguel sonrió, antes de que su pulgar acariciara el labio inferior de Peter.

—Hay relojes mucho más caros que ese, Parker. Este fue el que más me gustó, considerando el precio más bajo, sabía que no ibas a querer algo tan ostentoso. —susurró al acercarse. Se quedaron cerca, sin darse cuenta de que sus cuerpos se habían acomodado al pegarse el uno al otro, mientras la voz ronca del más alto volvía a sonar. —Mereces cosas preciosas, y me aseguraré de dártelas, sin que sientas que gasto demasiado.

—Ya siento que lo hiciste… —murmura.

—El dinero no es problema. —ronroneo cercano a sus labios. Los ojos rojos fueron observando su rostro con cuidado. Oh, pecas, Peter tenía unas casi imperceptibles pecas a los costados de los ojos avellana. —Déjame mostrarte todo lo que puedo darte.

—No funciona así. —le evitó la mirada. No es así cómo le gustaría siquiera estar con quien sea. El dinero no puede comprar el cariño. —No puedes comprar mi amor, Miguel.

—Entonces déjame ganar cada pedazo de él.

Le recorrió un escalofrío agradable cuando el más robusto besó la comisura de sus labios con sutileza, apenas un roce.

—Déjame mostrarte el significado de ser adorado. —susurró, besando el mentón, volviendo a tocar con sus labios varias áreas de su cara, pero nunca los labios, como si con ello, de alguna forma, estuviera de momento respetando algo tan personal como su boca.

Pero entonces, ¿por qué se sentía tan íntimo?

El de cabello castaño se sintió caliente, cálido, como ese bochorno adolescente que te da cuando estás frente a la persona que te gusta.

Lo hace sentir torpe.

Lo peor de eso, era que O'Hara en esos momentos no estaba usando sus feromonas, no había un Alfa tratando de dominarlo, era el hombre el que le pedía aquello, era sólo eso, no había instinto ni nada de por medio, ni manipulación, ¿cómo puede alguien resistirse a eso cuando es obvio que hubo algo?

Miguel le gustaba, dios, le parecía atractivo, por supuesto ¿A quién no? No es ciego. Pero de eso, a enamorarse, eran dos cosas distintas. Sabe que puede pasar, sabe que es fácil caer a encantos del latino.

Pero algo le dice que eso le romperá el corazón.

Es sólo un padre de ciudad, ¿Por qué lo elegiría a él por sobre tantas personas? No es precisamente joven, no es un Omega que sea convencionalmente sumiso. No es feo, pero está seguro de que hay gente más atractiva que Miguel definitivamente podría encontrar y cortejar.

Si él se enamoraba de Miguel O'Hara, estaría perdido.

Iba a replicar algo cuando escuchó la puerta ser abierta, siendo el más delgado el primero en saltar para alejarse. Aunque eso sólo provocó una sonrisa sutil, y divertida, de parte del menor.

König se dejó ver, con seriedad.

—Señor, Udaku ha llegado.

—Dile a Jean que lo deje pasar, y a Lyla que prepare todo, vamos a salir después de la junta.

—¿Señor?

—Con Peter y los niños. No tienen ropa, y quiero que se sientan cómodos. Quiero que sea el lugar completo sólo para nosotros.

—¿Qué? Miguel, no. —susurró el padre de los cachorros.

—No pasa nada. —aseguró.

—No, no necesitas hacer eso, él no necesita hacer eso. —miró al hombre de la puerta. —Miguel, no necesitamos eso.

—¿Preferirías que no?

—Yo… sí. No necesitamos llegar a ese extremo. Sólo quiero ropa para los niños. No necesitas que todo el centro comercial cierre sus puertas sólo por nosotros.

—La gente debería saber que no están atendiendo a cualquier persona. —se acercó Miguel, tomando su mano y besando los nudillos tal cual la noche anterior, esta vez mirándole a los ojos mientras lo hacía.

Había cierto salvajismo en ellos.

—La gente sabe eso, no necesitas intimidarlos, no todos son tan superficiales, sabes. 

—La gente es más respetuosa y cuidadosa cuando saben que tienes dinero y recursos, Parker.

—No necesitamos eso, la gente es respetuosa de todas maneras… —murmuró no muy convencido.

—Bien, pediré entonces sólo el transporte, e irán un par de guardaespaldas.

Le soltó antes de indicarle con un empujón cuidadoso, que saliera, cualquier queja que pudiera tener, su mente de igual manera se quedó en blanco. Todo había pasado demasiado rápido.

Dicho aquello, escuchó las instrucciones nuevas, pero no las entendió mientras salía.

Eran demasiadas cosas al mismo tiempo. Miguel le había dejado tener una corta conversación con su Tía, por primera vez aquello no termina en una explosión de enojo, ni en maldiciones. No está enojado con él, ni Miguel le ha tirado bruscamente. Es algo nuevo, para variar.

Así que mientras le sacan, se da cuenta que por primera vez, no hay nadie que le indique el camino de vuelta al cuarto, le han dejado andar a sus anchas, y no está seguro de si es algo premeditado o ha sido sin querer, pero duda de esto último. Por lo cual, entonces, significaba que Miguel estaba tratando de dejar de asfixiarlo.

Tal vez la charla de la noche había llegado a él.

O quizá, tal vez, había algo más de por medio.

Miguel se quedó en cambio en su despacho, mientras quince minutos después, entraba un hombre negro en un traje de color azul marino. Se veía tranquilo mientras detrás suyo, venía otro hombre incluso tal vez más peligroso.

El moreno, que ya tenía suficiente confianza con ambos, se acercó sonriendo para darles unas palmadas en la espalda a cada uno por separado, pero un leve choque de puños al que era más robusto. La sonrisa con dientes de oro se dejó ver.

—Hace un tiempo que no te vemos. Dejaste de venir, sólo sabíamos de ti por los mensajes y los papeles. —habló uno de ellos, mientras se sentaba en una de las sillas. Killmonger se cruzó de piernas, con el talón sobre su rodilla.

El de ojos rojos tuvo que rodear el escritorio para sentarse mientras observaba a T'Challa que hacía lo mismo.

—La verdad es que he estado ocupado.

—Con tu familia, sí, nos enteramos. —comentó con curiosidad T'Challa.

—Entonces ya han de saber las noticias de que intentaron matarlos.

—¿Y qué harás al respecto? Conozco de alguien que sabe de otra persona a quien podemos pedirle información.

—Por ahora, eso no es a lo que venimos, Erik. —le miró el moreno con reproche. Eso fue suficiente para tranquilizar al hombre. Un chasquido, un gruñido, y Killmonger sería sumiso a su primo mayor.

Miguel los admiraba por eso, ninguno socavaba al otro, no era una sumisión total, era respeto.

—Imagino que es por el retraso de armas.

Silencio.

—Estoy trabajando en eso. No quisiera que estén con menos cargamento del que hemos quedado.

—Son semanas de retraso. Sabes lo que puede significar para todos nosotros. —le miró.

Durante segundos, los ojos de ambos se quedaron anclados.

—Consecuencias de las cuales me haré cargo, si algo pasa. Pero no tienen nada de qué preocuparse, todo está en orden.

—Billy Russo.

Los ojos rojos resplandecieron en reconocimiento.

—Ese es el hombre al que buscas.

Miguel se quedó serio, los brazos en el escritorio mientras los ojos paseaban por el rostro contrario del hombre con rastas.

—Pensé que tenías a alguien que apenas conseguiría la información. —miró a Erik. lLos lentes dorados que escondían unos ojos avellana, demasiado claros. —En fin, ¿Y cómo saben eso?

—Es el único lo suficientemente influyente para hacer algo así. Además, nos gusta saber de quiénes podemos comprar aquello que necesitamos.

El Alfa suspiró.

—No es necesario que busquen a alguien más, siempre he entregado lo que se pide.

—Hay retrasos. —siseó.

T'Challa miró a su primo de reojo, antes de negar suave.

—No buscamos terminar esto, al contrario. Creo que tenemos algo bueno, el problema, es que hemos estado escuchando algunas cosas. Sólo venimos a aclarar los puntos y a hablar de… —dudó, ¿Debería mencionarlo? Decían que si un Alfa se sentía atacado, y sobre todo, uno como O'Hara, las cosas fácilmente podían escalar. No es un hombre con el que quisieras meterte. —, tus asuntos. Creemos que te quieren sacar del mercado.

—Lo sé.

—Sí, un tiro, y pum, caes, todo el dinero va a aquél pretty boy, y tú quedas en el olvido.

Russo era un hombre mayor que él, y por lo que sabía, también era experimentado en las armas y otros movimientos peligrosos dado que estuvo en la milicia. Aún no investigaba demasiado a fondo, pero lo haría, tenía que hacerlo.

—Estoy seguro de que puedo manejarlo. No es algo de lo que se tengan que preocupar. Su mercancía estará pronto, y de mi cuenta corre que no tendrán que pagar lo mismo esta vez. Después de todo, como dijeron, hay un retraso. Y yo me haré responsable si en el futuro pasa algo, aún así tenga que ir personalmente.

—No buscamos importunarte. Sólo queríamos advertirte. La gente está hablando.

Miguel se quedó en silencio. Lo sabe, todos hablan de Peter y el niño que creen que ha salido de la nada.

—Te estás volviendo descuidado. —le miró Killmonger.

—El hombre quiere una familia, el hombre obtiene una, pero, ¿Estás listo para eso? —le preguntó T'Challa.

El de ojos rojos tuvo que apartar la mirada, aquel hombre negro de ojos violeta siempre había sido bueno con él, incluso en sus inicios, aún cuando no había ayudado más que con palabras y consejos. Nunca había pasado más allá de eso.

Curiosamente para todos, N’Jadaka, o Erik, como le decían en Estados Unidos y gente fuera de su círculo familiar, era bastante tranquilo con O'Hara, y no tenía nada que ver con que sus edades no estaban tan alejadas de la otra.

En el pasado, O'Hara había salvado a Killmonger, definitivamente no era algo que estuviera activamente buscando hacer, pero tuvo la oportunidad, y lo tomó, lo usó a su favor. Desde entonces, T'Challa ha sido bastante agradecido con él.

T'Challa era sincero, no querían problemas con él, Miguel tampoco pretendía ser uno para ellos. La relación que tenían esos dos primos, no era de su incumbencia, pero sabe que se aprecian lo suficiente para ser eternamente agradecidos con él, o al menos hasta ahora. De aquello ya han sido años, y apenas al salir, había logrado cobrar algunos favores, contando el de ellos.

—Creo que tenemos que irnos. —mencionó el mayor de los tres, Killmonger se levantó después con una sonrisa, pero no había malicia. —Te mandaremos los papeles, no tienes de qué preocuparte. Tienes un par de semanas más, pero de no ser así, considera el intercambio monetario terminado.

Ninguno de los dos pretendía hacerle daño, pero las preguntas eran reales, era algo que tenía que pensar de forma cuidadosa. Sus aliados serán tranquilos, pero ¿Qué había de las personas con las cuales no se llevaba del todo bien ni tenía ningún tipo de lazo transaccional?

—Y Miguel… —Killmonger se había adelantado, dejando detrás al mayor, que le miró con una sonrisa amable. —, seguirás siendo bienvenido aquí. Algún día deberías traer a Peter y los cachorros.

Dicho eso, lo dejaron a solas.

Ellos no eran un peligro, pero conocía a otros que lo serían, que tratarían de socavar a su persona por medio de Peter y los niños. Sobre todo por medio de Junior, por supuesto.

Ah, Miguel Junior, quería abrazarlo y atraparlo en sus brazos, dejar que su olor le inundara por completo para demostrar que era suyo, ese niño era suyo y nadie más. Si antes hubiese sido capaz de quizá al menos querer ser más liberal con Peter, pero no es así, ahora sabe que había tenido una cría con él, y no está dispuesto a soltar a él ni al niño.

Los cuidará, incluso a la mocosa, porque es parte de Peter. Abrazaría a la niña con ellos, si es que necesitaba hacerlo, si eso hacía que Parker estuviera con él.

Nadie iba a quitarle de nuevo las cosas que quería, no otra vez.

Esta vez haría las cosas bien para protegerlos.

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