
𝔘𝔫 𝔯𝔢𝔣𝔲𝔤𝔦𝔬 𝔭𝔞𝔯𝔞 𝔭𝔞𝔰𝔞𝔯 𝔩𝔞 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢
Con algunas dificultades, entre ellas subir al Pent-house por las escaleras pues el vestido de Petra no la dejaba entrar en el ascensor, los tres llegaron al piso correspondiente.
Durante el trayecto, la castaña le conto a sus amables anfitriones como había llegado a NY, durante su relato fue interrumpida varias veces por el científico que estaba completamente escéptico de su historia y la creía loca, mientras que Gabriella estaba cada vez más maravillada por lo que la de ojos ámbar decía.
- Entonces... te caíste en el baile en el que conociste a tu "príncipe", luego caíste en la fuente en el día de tu boda y también del anuncio donde te encontramos...- dice Miguel. -
-Exactamente. - responde sonriendo Petra. -
- Para ti es costumbre caerte de todos lados ¿verdad? -
- Por lo general siempre me atrapan. -
- Menos mal, porque pareces ser alguien muy torpe. -
- Eso fue muy poco agradable. - le mira feo la castaña. -
- Y eso que esta de buen humor. - dice Gaby. -
- No me quisiera imaginar cuando esta del malo entonces. -
Ambas chicas se miran un momento y luego se ponen a reír, cuando notan la mira molesta y el ceño fruncido de Miguel se ríen aún más fuerte.
Sin embargo, las risas cesan cuando Petra intenta cruzar la puerta principal del apartamento, pero sin poder hacerlo debido a lo voluminoso de su vestido; luego de varios empujones, que terminaron por romper parte de vestido, la castaña termina cayendo de forma estrepitosa hacia delante realizando una voltereta que la deja tirada en el suelo.
La de ojos ámbar mira a sus anfitriones desde el piso un poco avergonzada.
- ¿Te encuentras bien? - pregunta preocupada Gaby. -
- Si. - responde Petra mientras trata de pararse. -
-Te traeré unas toallas...- dice el de cabellos oscuros con una sonrisa forzada. -
- Gracias...-
Mientras los adultos interactuaban de forma incomoda, Gabriella fue silenciosamente a su habitación, estaba segura de que su padre echaría a su nueva amiga apenas terminara abrigarse, a menos que ella hiciera algo pronto... Y sabía exactamente qué hacer.
- ^ ¿Aló? ¿Abuelita? ^ -
- ^Mija^- contestan al otro lado de la línea. - ^ ¿Cómo estás? ¿Por qué llamas tan tarde cariño? ^-
- ^No sabes lo que nos acaba de pasar...^-
Por su parte Miguel ya le había entregado las toallas aquella peculiar mujer y ahora se encontraba buscando el número de un taxi seguro para que su inesperada visitante pueda irse lo más pronto posible.
Recapitulando los hechos de esa noche; él en realidad no debió traerla a su hogar, es decir... era una completa desconocida de la cual dudaba seriamente de sus capacidades mentales... ósea si, era una mujer encantadora y risueña que estaba extraviada... pero no por eso le dejaría quedarse más de lo necesario, como su hija pretendía.
-No la vas a echar ¿verdad? -
La voz de su hija interrumpió los pensamientos de mexicano. La pequeña estaba parada frente a él mientras miraba hacia arriba con sus adorables ojos color chocolate.
-Ni de chiste se va a quedar aquí. - respondió sin dudarlo Miguel. -
- ¡Pero ella no tiene donde quedarse! - le refutó la morena. - ¡Necesita de nuestra ayuda! -
- Gaby... Petra necesita un tipo especial de ayuda, una que nosotros no podemos brindarle. - le dice el moreno en tono condescendiente. -
- Pues abuelita no está completamente de acuerdo con eso. -
Y antes de que el cabellos oscuros pudiera preguntar algo más, la pequeña le extendió su teléfono celular hacia él. Con un poco de duda, Miguel lo tomó y lo acerco a su oído.
- ^ ¿Aló? ^-
- ^ ¡Miguel Francisco O'Hara Hernández! ^- dice una voz femenina muy molesta. -
- ^ ¿Mamá? ^-
- ^ ¿Cómo es eso de que dejarás a una muchacha desamparada en la calle? ^-
Cuando el de ojos rojizos entiende la situación mira a su hija frunciendo el ceño, quien solo pone su rostro más inocente mientras se aleja para ir a su habitación.
- ^ Mamá... es una desconocida, que muy probablemente tiene problemas mentales. ^-
- ^ Gaby ya me puso al tanto de la situación. Y te juro que entiendo mijo. ^ - dice en tono comprensivo. - ^ Pero dime, ¿Tú crees que esa muchacha es peligrosa? ^-
- ^ No... realmente parece inofensiva. ^ - admite de mala gana. -
- ^ Sé que puede ser una mujer extraña y confundida, pero también está sola. ^ - le regaña. - ^ Creí que te había educado mejor Francisco. ^-
El castaño hace una mueca al oírla, su madre solo usaba su segundo nombre cuando se encontraba molesta.
- ^ Si lo hiciste mamá. ^-
- ^ Deja que la muchacha duerma esta noche en tu casa, mañana te prometo que te ayudaré a resolver el resto. ^-
- ^ Supongo que no hará ningún mal dejarla quedarse una noche. ^-
- ^ Ese es mi muchacho, todo un caballero de brillante armadura. ^-
- ^ Mamá, por hoy ya no quiero oír nada más relacionado a cuentos de hadas. ^-
- ^ Esta bien, mijo. Bueno, te dejo descansar. ^-
- ^ Tú también descansa mamá. ^-
Cuando la llamada termina, Miguel camina hasta la sala, donde dejó a la joven, para ofrecerle pasar la noche en su casa. Sin embargo, al llegar vio que la castaña se había quedado dormida plácidamente en el sofá.
Viendo el rostro de Petra, que era tan pacífico mientras estaba durmiendo, el castaño sintió como le invadía una oleada de culpa por haberla querido echar de su casa, pues no parecía que la lluvia acabara pronto y por lo que entendió, ella realmente no tenía un lugar a donde ir. Además, se veía tan cómoda y tranquila durmiendo allí, sin duda debía estar agotada por todo lo que tuvo que pasar esa noche.
Luego de cubrirla con una manta y asegurarse de que este cómoda, Miguel fue a su propia habitación con Gaby para poder dormir esa noche... ya mañana vería como ayudar a aquella singular mujer... después de todo ella no podría traerle muchos problemas ¿verdad?.