Dark on me

Para Bucky Barnes, en ocasiones fue complicado lidiar con sus fantasmas del pasado. En el tiempo que fue controlado mentalmente por Hydra, se convirtió en un asesino, que acabó con la vida de sus enemigos o de cualquiera que se interpusiera en su camino. Unas experiencias traumáticas que dejaron secuela; cuando decidió enlistarse en el ejército, fue su elección, no la de nadie más. Después de los sucesos de Civil War se sintió perdido; su mejor amigo lo ayudó en esos percances, Steve no dudó en confiar en él. Sin embargo, durante su estancia en Wakanda, necesitó paz, alejarse de sus demonios personales. Y luego de la batalla final contra Thanos, quiso enmendar parte de sus errores; por supuesto, no tuvo el control de sus acciones y eso no quitó esa culpabilidad que lo hizo añicos por dentro. Lo peor no consistió en la pérdida de su brazo, ni siquiera en sus heridas físicas; lo que le causó incertidumbre fue que perdió su identidad, desconoció cuál era su verdadero ser. ¿Quién soy? Se convirtió en la pregunta que no dejó de aparecer de forma constante dentro de su cabeza. En ese punto de quiebre emocional, ayudó a Sam con el asunto de los Flag Smashers; esa organización consideró que las cosas eran mejores cuando sucedió el Blip, así que comenzaron a atacar a quienes se opusieron a ellos. Durante un tiempo, Sam no portó el legado de Steve ni usó el escudo; esa decisión tensó en cierta medida su relación con Bucky. Llenos de dilemas por doquier, incluso con la aparición de John Walker, quien se convirtió en el Capitán América, recurrieron a la ayuda de Zemo para detener a sus oponentes de conseguir el “suero del supersoldado”. ¿Fue difícil estar al lado del hombre que lo controló y lo usó a su conveniencia para separar a los Avengers? Por supuesto que sí, Y a pesar de que han transcurrido meses sin saber nada de él, de que incluso supo que Zemo se encontró en la Balsa, no logró sacarlo de su cabeza. Harto de la situación, se levantó de la cama de su habitación y fue decidido a buscar respuestas.

—No puedo dejar que me siga controlando… —mencionó con consternación.

De ese modo inició con una búsqueda personal. Sí, Zemo todavía estuvo resguardado en esa prisión de alta seguridad; ya no hay rastros de Hydra en su cerebro, no fue manipulado por alguien ni por su antiguo enemigo, pero aún no se sintió en paz. Acudió varias veces a terapia, se propuso cumplir con esa lista de pedir disculpas con las personas que lastimó, lo hizo a su manera, tuvo que admitirlo, pues la cuestión de sus emociones y sentimientos se volvió un tema tan complicado. No pudo olvidar los traumas, pero debió de seguir hacia adelante, no solo para honrar la memoria de quienes lo apoyaron, sino para hacer las paces consigo mismo. Durante días no supo qué hacer hasta que, al contemplar la vista desde lo más alto de una montaña, supo que debió de hacer una visita. Gracias a la colaboración de Sam le facilitaron el acceso y ahora lo tuvo justo en frente.

—Ha sido un tiempo sin verte, Zemo.

—Vaya, ¿para qué me necesitas ahora, James?

—Necesito entender por qué no puedo olvidarme de ti, eso es lo que quiero —mencionó con cierta frustración.

—Estoy atrapado aquí, no puedo controlar tu mente, eres libre, a diferencia de mí, ¿no deberías de aprovechar mejor el tiempo en lugar de enfocarte en tu pasado? —mostró una pequeña sonrisa.

—En serio, ¿lo preguntas? Tú sabes mejor que nadie que no puedo huir de lo que soy… Siempre me enfoqué en ser un soldado, Hydra me convirtió en un arma viviente y tú me usaste para separar a los Avengers, causaste que se firmaran los acuerdos de Sokovia y las personas que me ayudaron fueron perseguidas. Solo me consideraste un medio para un fin, ¿o me equivoco, Zemo? —sacó esas palabras de su pecho, a la vez que bajó un poco la mirada.

Era tan irónico desahogarse con él; ha hablado más en comparación con las primeras veces que fue a terapia. Estuvo roto por dentro, perdido en el horizonte de las posibilidades; quiso encontrar su camino, forjarlo por sí mismo y con base en sus elecciones. El barón intuyó una idea de lo que sucedió; no por nada, investigó a fondo a Bucky, solo dejó que él se desahogara, era lo menos que pudo hacer. Mostró cierta culpa por manipularlo para obtener justicia; no obstante, nunca se arrepintió de sus actos. Los Avengers arrasaron con su nación, destruyeron a su familia; por eso había iniciado ese camino lleno de venganza, sin importar el daño que infligió a terceros, tales como el rey T’Chaka.

—No soy hipócrita, James, acepté el peso de mis acciones, estaba dispuesto a acabar con mi vida; sin ellos no tenía nada por lo que luchar. Pero no podía quedarme de brazos cruzados, ¿aún no admites que en el fondo tú y yo somos más parecidos de lo que crees?

Unos cuantos barrotes los separaron y, aun así, Bucky quiso agarrarlo de la camisa, decirle que fue uno de los responsables de convertirlo en un desastre. De cualquier manera, sin importar el paso de los años, volvió a buscarlo, repitiéndose un ciclo consecutivo. Steve ya no estaba, su mejor amigo, la persona que siempre creyó en él sin importar las circunstancias. Para muchos era considerado un héroe; no por nada fue el Capitán América, un hombre que nunca dudó en hacer lo correcto. Por obvias razones, hacer un contraste entre Zemo y Steve consistió en comparar al día con la noche. Y, de todos modos, era incapaz de negar el vínculo extraño que mantuvo con él. Mostrándose dubitativo durante unos segundos y con un nudo en la garganta, enfocó su mirada en el prisionero.

—No lo niego porque no soy el mismo que se enlistó en el ejército para defender a mi país en una guerra. Todavía creo en los ideales de Steve, pero no soy como él; me he corrompido por la oscuridad más veces de lo que me gustaría admitir. ¿Ahora estás satisfecho? Al final, lograste lo que querías: el equipo sigue disuelto y todo se ha vuelto… un completo caos.

—No te autocompadezcas, sigues torturándote con lo que no puedes cambiar, aferrado a lo que perdiste y te olvidas de lo que has ganado. El ser humano es tan complejo, sí, no niego que te usé como un medio para el fin de destruir a los Avengers, pero ahora significas algo más para mí que un arma, James.

—¿Es otro de tus juegos mentales, Zemo? —su rostro se ensombreció, se puso a la defensiva, detestó darle la razón, pero no sirvió de nada ocultarle nada ni fingir indiferencia.

—Eso no responde mi pregunta y recuerda que el que calla otorga —recalcó la ironía, sintiéndose complacido por esa pequeña victoria. Estamos destinados a estar juntos de un modo u otro, mi estimado James. Podrás irte hoy… pero ambos sabemos que volverás a venir.

Bucky se sintió impotente por no contradecirlo, como deseó que dejara de hablar, borrar esa sonrisa de su rostro, quitarle ese aire de presunción que siempre lo distinguió. Cedió al impulso al avanzar hacia el frente, aprovechó que Zemo estuvo casi pegado a los barrotes para agarrarlo del cuello de la camisa y unir sus labios con los ajenos en un beso demandante. Eso fue inesperado para Zemo, quedándose estático durante unos segundos hasta que correspondió el contacto al mismo ritmo marcado por el soldado. Bucky mordió su labio inferior y, sin más, exploró su boca con su lengua hasta verse envueltos en una descarga de adrenalina, sin importar quienes pudieron verlos; solo se dejaron llevar por la emoción del momento.

—No creas que esto se quedará así, Zemo. Vine por respuestas y las encontraré.

—Entonces, te esperaré aquí hasta que quedes satisfecho con tu búsqueda, James.

Fueron las últimas palabras de parte de los dos, pero no era un adiós; supieron que no sería la última vez ni quisieron que esto terminara así. Se conocieron en bandos opuestos, no pudieron ser más diferentes y aun así surgió una atracción ilógica, que ninguno pudo contener ni explicar.