Lux in Tenebris

Arcane: League of Legends (Cartoon 2021)
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La luz que nunca se apaga

Capítulo 9: La luz que nunca se apaga

LEER CON "HAVE I NOT SEEN THE SUN" DE ROBIN POR FAVOR

El claro bajo la luna era una obra maestra de tranquilidad, un lugar donde el tiempo parecía detenerse. La brisa fresca jugaba con las hebras azules del cabello de Jinx, mientras Lux, a su lado, sentía una calma extraña pero acogedora. Desde que se habían encontrado, sus días habían sido caos, sangre y sombras. Pero ahora, por un instante, la luz de la luna parecía envolverlas en una tregua silenciosa.

Caminaban juntas hacia el centro del claro, donde el arroyo murmuraba su canción bajo las estrellas. Jinx se agachó para tocar el agua, sus dedos rozando la superficie como si probara si era real. Lux la observaba desde atrás, sus ojos dorados atrapando cada pequeño gesto, cada suspiro. Había algo en Jinx que la desarmaba completamente: esa mezcla de fuerza e inseguridad, de desafío y vulnerabilidad.

—Nunca me había detenido a mirar algo así —murmuró Jinx, sin volverse.

—¿A qué te refieres? —preguntó Lux, acercándose un poco más.

—A esto. A algo... bonito —respondió, gesticulando vagamente hacia el arroyo, el claro, y quizás también hacia Lux. —Siempre estoy corriendo, luchando. No me doy tiempo para...

Lux se arrodilló junto a ella, sus ojos encontrando los de Jinx en un cruce de miradas que pareció durar una eternidad.

—Entonces quédate un momento. No corras esta vez.

Jinx soltó una risa breve, pero había algo quebrado en ella.

—Eso es fácil para ti. Tú eres... no sé, diferente. Tú sabes cómo pararte y pensar .

Lux alzó una mano y la colocó suavemente sobre la de Jinx, sus dedos fríos rozando los cálidos guantes de cuero.

—No es tan fácil como parece. Pero... quizás, contigo, podría aprender.

Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas, y Jinx parpadeó, sorprendida por la sinceridad en su voz. Había algo en Lux que la desconcertaba, algo que la hacía querer confiar, aunque una parte de ella gritara que era un error.

—Eres extraña, ¿sabes? —dijo finalmente Jinx, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—Lo sé —respondió Lux, devolviendo la sonrisa.

Jinx se inclinó hacia atrás, dejándose caer sobre la hierba con un suspiro. Miró al cielo, donde la luna llena parecía más brillante que nunca. Lux la imitó, acostándose a su lado, pero su atención no estaba en las estrellas. Estaba en Jinx, en la forma en que sus ojos azules brillaban con un toque de melancolía, en la curva de su sonrisa que parecía ocultar tanto dolor.

El silencio que siguió no era incómodo, sino lleno de posibilidades, como si el mundo contuviera la respiración. Finalmente, Jinx giró la cabeza hacia Lux, sus miradas encontrándose en la penumbra.

—¿Qué ves cuando me miras? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Lux no apartó la mirada.

—Veo luz, brillante, incandescente.

Jinx dejó escapar una risa nerviosa.

—¿Luz? Soy todo menos eso.

—No lo eres —insistió Lux, su voz firme pero cálida. —Tú eres luz, Jinx. Incluso cuando intentas ocultarla.

Jinx se quedó en silencio, sus ojos buscando algo en los de Lux, quizás una mentira, un engaño. Pero no encontró nada más que sinceridad. Lentamente, casi con timidez, levantó una mano y la colocó sobre la de Lux.

—Tú también eres luz, pero... de una forma diferente.

Lux sonrió, y por un momento, el mundo dejó de existir a su alrededor. Solo estaban ellas, el roce de sus manos y la conexión que se formaba en ese pequeño gesto entre ellas.

La distancia entre ambas comenzó a acortarse, no con palabras, sino con algo más profundo, algo que no necesitaba ser dicho. Jinx inclinó su cabeza hacia la de Lux, sus respiraciones mezclándose en el aire frío de la noche.

El beso fue suave, casi inseguro, pero lleno de una intensidad que ninguna de las dos había sentido antes. Fue un momento breve, pero lo suficientemente fuerte como para borrar todas las dudas, todos los miedos.

Cuando se separaron, Jinx dejó escapar un suspiro tembloroso.

—Esto no cambia nada —dijo, pero su voz carecía de convicción.

Lux sonrió, acariciando la mano de Jinx con los dedos.

—No tiene que cambiar nada.

La cazadora no respondió, pero no apartó la mano. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió bajar la guardia, al menos un poco.

Bajo la luz de la luna, las sombras se desvanecieron, al menos por un momento. Sus labios volvieron a encontrarse. Y todo estuvo bien porque por fin lo entendieron: Lux siempre tendría a Jinx y Jinx siempre tendría a Lux porque Luz y Oscuridad, Oscuridad y Luz son dos caras de una misma monedas, destinadas a estar juntas por la eternidad.

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