Caminos entrelazados
Capítulo 8: Caminos entrelazados
La fría penumbra de los túneles subterráneos envolvía a los tres como un manto de incertidumbre. Ekko, apoyado contra la mesa central del refugio, mantenía la mirada fija en Jinx y Lux. Había algo en ellos que le inquietaba, aunque no podía definir si era simple desconfianza o algo más profundo. Había visto a demasiadas personas traicionar ideales por el poder o la supervivencia. ¿Serían ellas diferentes?
Jinx, incapaz de quedarse quieta, examinaba el refugio mientras lanzaba comentarios al aire para llenar el vacío incómodo. Lux, sin embargo, permanecía sentada en silencio, sus ojos dorados estudiando cada movimiento de Ekko. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía, sus palabras eran calculadas, como si estuviera midiendo cuánto de sí misma debía exponer.
—No sé cómo trabajas aquí abajo —dijo Jinx finalmente, girándose hacia Ekko con una sonrisa nerviosa. —Demasiado oscuro, incluso para alguien como yo.
Ekko soltó una carcajada seca.
—La oscuridad es relativa. Algunos aprendemos a vivir con ella. Otros... la llevamos dentro.
El comentario parecía dirigido tanto a Jinx como a Lux, pero esta última no mostró reacción. En lugar de responder, Lux desvió la mirada hacia el mapa que colgaba en la pared, como si buscara distraerse.
—Hablas mucho de aprender a vivir con la oscuridad —dijo Jinx, cruzando los brazos—, pero a veces no basta con vivir con algo. Hay que enfrentarlo.
Ekko arqueó una ceja, intrigado.
—¿Y cómo enfrentas algo que forma parte de ti?
—Lo usas para cambiar el juego —respondió Jinx con un destello en los ojos, mientras giraba una bala entre sus dedos. —Porque si no lo haces tú, alguien más lo hará primero.
Ekko dejó escapar un suspiro, alejándose de la mesa para caminar lentamente por la habitación. Su mirada se perdió en los mapas y esquemas que había trazado con tanto esfuerzo. Finalmente, se volvió hacia Lux.
—¿Y tú? —preguntó con seriedad. —¿Qué harás con lo que eres?
Lux levantó la vista, sorprendida por la pregunta directa. Sus labios se curvaron en una sonrisa triste.
—No estoy segura de que tenga una elección, pero... si puedo evitar que otros sufran por mi naturaleza, lo haré.
Ekko la observó con atención, buscando algún rastro de falsedad en sus palabras. Lo que encontró en su expresión fue algo que no esperaba: sinceridad, y quizás, una pizca de desesperación.
—Está bien —dijo finalmente, cruzando los brazos sobre el pecho. —No puedo decir que confíe completamente en ustedes, pero tampoco puedo negar que lo que vi allá afuera fue real. Si están dispuestas a luchar por algo más grande que ustedes mismas, entonces tendrán una oportunidad conmigo.
Jinx sonrió con satisfacción, aunque Lux mantuvo su expresión seria.
—Eso es suficiente por ahora —dijo Lux. —Gracias.
Ekko asintió, dándoles la espalda mientras recogía algunos suministros de la mesa.
—Hay un punto de reunión más adelante. Encontrémonos allí en tres días. Les daré las coordenadas. Hasta entonces, manténganse fuera de problemas.
—¿Problemas? Nosotros nunca hacemos eso —bromeó Jinx, mientras Lux le lanzaba una mirada de advertencia.
Ekko se detuvo en la entrada del refugio, girándose para mirarlas por última vez.
—No desperdicien esta oportunidad. Las apuestas son demasiado altas.
Con eso, desapareció en las sombras del túnel, dejando a Lux y Jinx solas. La atmósfera en la habitación se volvió más ligera, pero también más cargada de preguntas no formuladas.
Lux dejó escapar un largo suspiro, frotándose las sienes.
—Bueno, al menos no trató de matarnos.
—Todavía —bromeó Jinx, aunque había algo de seriedad en su tono.
Lux permitió que una pequeña sonrisa cruzara su rostro.Viendo esto Jinx se giró y, mirando a Luz habló.
—Salimos a caminar, Lux?— esa fue la primera vez que la llamó por su nombre.