
Una...¿Alianza?
Capítulo 7: Una...¿Alianza?
La noche continuaba extendiéndose sobre la ciudad, fría e insondable, mientras Lux y Jinx avanzaban por las calles desiertas. Habían dejado atrás el refugio temporal del almacén, ambas sintiendo la necesidad de moverse, de buscar respuestas y, quizás, algo de claridad. Pero el silencio entre ellas era tenso, lleno de palabras no dichas y sentimientos encontrados.
Jinx caminaba unos pasos delante de Lux, sus movimientos rápidos e inquietos como un felino enjaulado. La transformación aún era algo con lo que estaba aprendiendo a lidiar, y la sensación constante de hambre la irritaba profundamente. No quería admitirlo, pero había algo en la presencia de Lux que la tranquilizaba, un tipo de calma que nunca había experimentado antes.
Lux, por su parte, la seguía con pasos cuidadosos, manteniéndose cerca pero sin invadir su espacio. Sus ojos seguían cada gesto de Jinx, atenta tanto a sus movimientos como a su estado emocional. Desde que había probado la sangre de Jinx, sentía un vínculo indescriptible con ella, algo más allá de lo físico. Cada vez que su mirada se posaba en la figura de Jinx, un calor extraño, fuerte pero reconfortante se encendía en su pecho.
—¿Tienes algún plan brillante, princesa vampira? —dijo Jinx de repente, rompiendo el silencio con su tono sarcástico característico.
Lux parpadeó, sorprendida por la pregunta.
—Estoy pensando —respondió, intentando no sonar molesta.
—¿Pensando? Genial. Mientras piensas, ¿qué hacemos con esto? —Jinx giró sobre sus talones, señalándose a sí misma. Sus ojos brillaban de forma inquietante bajo la luz de la luna, y Lux pudo ver una mezcla de frustración, confusión y hambre en su expresión.
—Aprendemos a manejarlo —respondió Lux con suavidad, dando un paso hacia ella.
—¿Manejarlo? —Jinx soltó una risa amarga. —No soy un arma, Lux. No necesito que alguien me "maneje".
Lux frunció el ceño.
—Eso no fue lo que quise decir.
—¿Ah, no? —Jinx se acercó, sus movimientos rápidos y agresivos, hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para que Lux pudiera sentir su aliento. —Entonces dime, ¿qué es lo que quieres de mí?
La pregunta quedó suspendida en el aire, cargada de significado. Lux tragó saliva, su mente trabajando frenéticamente para encontrar una respuesta.
—Quiero... —empezó, pero las palabras se desvanecieron antes de que pudiera terminarlas.
Por un momento, ambas se miraron, atrapadas en un tira y afloja emocional que ninguna sabía cómo resolver. Fue entonces cuando un sonido distante rompió la tensión: un ruido metálico, como si algo pesado hubiera caído en un callejón cercano.
Jinx se giró inmediatamente, sus sentidos alerta.
—¿Qué fue eso? —preguntó, sus ojos buscando en la oscuridad.
Lux también estaba alerta, sus instintos vampíricos en pleno funcionamiento.
—No lo sé, pero deberíamos tener cuidado.
Ambas se dirigieron hacia el origen del sonido, moviéndose con cuidado entre las sombras. Cuando llegaron al callejón, se encontraron con una escena que ninguna esperaba: un grupo de vampiros estaba reunido alrededor de algo —o alguien— en el suelo.
—Genial, más de tus amigos —murmuró Jinx, sacando sus armas con un movimiento fluido.
Pero antes de que pudiera atacar, uno de los vampiros salió volando hacia un muro cercano, como si una fuerza invisible lo hubiera lanzado. Lux y Jinx intercambiaron una mirada de confusión antes de fijarse en la figura que se alzaba del suelo.
Era un joven de piel oscura y ojos brillantes como el fuego, con un aire de determinación que lo hacía parecer mucho más imponente de lo que su estatura sugería. En sus manos sostenía un dispositivo extraño, una mezcla de tecnología y magia que emitía un zumbido eléctrico.
—¿Quién demonios...? —empezó Jinx, pero el joven ya estaba en movimiento, atacando a los vampiros con una precisión letal.
Lux observó, fascinada, mientras el joven utilizaba su dispositivo para desintegrar a los vampiros uno por uno. Había algo familiar en él, aunque no podía precisar qué.
Cuando el último vampiro cayó, el joven se giró hacia ellas, sus ojos evaluándolas con rapidez.
—¿Y ustedes quiénes son? —preguntó, su tono directo pero sin hostilidad.
—¿Deberíamos hacerte la misma pregunta? —respondió Jinx, apuntándolo con una de sus armas.
El joven alzó una ceja, claramente poco impresionado.
—Soy Ekko —dijo simplemente. —Y, si están aquí, asumo que tienen algo que ver con todo este desastre.
Lux dio un paso adelante, intentando calmar la situación.
—No somos tus enemigos —dijo. —Soy Lux, y ella es Jinx.
—Encantador —replicó Ekko, cruzándose de brazos. —¿Y por qué debería confiar en ustedes?
Jinx soltó una risa sarcástica.
—¿Confiar? Nadie te pidió que confíes en nosotras, niño genio.
Ekko la miró, claramente irritado por el apodo, pero antes de que pudiera responder, Lux intervino.
—Estamos buscando respuestas, igual que tú —dijo, su tono firme pero conciliador. —Quizás podamos ayudarnos mutuamente.
Ekko no respondió de inmediato. Sus ojos se entrecerraron, estudiándolas como si intentara ver más allá de lo evidente. Era evidente que estaba evaluando cada detalle: el porte sereno de Lux, los movimientos inquietos de Jinx, las armas que ambas llevaban y, más importante, la energía que emanaban.
—Esto no tiene sentido —dijo finalmente, hablando más para sí mismo que para ellas.
—¿Qué no tiene sentido? —preguntó Lux, manteniendo su tono calmado.
—Ustedes. Tú pareces una vampira... pero no estás actuando como los demás. Y ella... —señaló a Jinx— parece una cazadora, pero no debería estar viva si ha estado cerca de ti tanto tiempo.
Jinx soltó una risa sarcástica.
—¡Qué observador! —dijo, haciendo una floritura exagerada con su pistola. —¿Y cuál es tu teoría, genio?
Ekko no respondió de inmediato. En cambio, cruzó los brazos y se inclinó ligeramente hacia atrás, como si estuviera organizando sus pensamientos.
—La teoría no importa tanto como los hechos —dijo finalmente. —Y los hechos son que no tengo ninguna razón para confiar en ustedes.
—¿Y crees que nosotras confiamos en ti? —replicó Jinx, dando un paso hacia adelante.
Lux colocó una mano en el brazo de Jinx, deteniéndola antes de que la situación se intensificara.
—Lo entiendo —dijo Lux, dirigiéndose a Ekko. —No tienes razones para confiar en nosotras, pero tampoco las tienes para considerarnos enemigas. Estamos buscando respuestas sobre estos vampiros, igual que tú.
Ekko permaneció en silencio, mirándola con atención. Finalmente, dejó escapar un suspiro, relajando ligeramente su postura.
—Quizás. Pero si esto es una trampa, no duden que puedo defenderme.
El tono de su voz no era amenazante, pero dejaba claro que hablaba en serio. Lux asintió, respetando su desconfianza.
—No es una trampa —aseguró. —Queremos lo mismo que tú: detenerlos.
Por ahora, Ekko decidió dejarlo pasar, aunque en su mente aún evaluaba cada gesto y palabra de las dos mujeres frente a él.