Lux in Tenebris

Arcane: League of Legends (Cartoon 2021)
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Una oscura decisión

Capítulo 3: Una Oscura Decisión

El rugido del vampiro resonó por todo el almacén, un sonido gutural que parecía sacudir las mismas paredes. Jinx disparaba con precisión letal, pero el monstruo seguía avanzando, su grotesco cuerpo absorbiendo los impactos como si fueran meros zumbidos de insectos.

—¡Esto no está funcionando! —gritó Jinx, girándose hacia Lux, que seguía inmóvil.

Lux mantenía sus manos levantadas, concentrando la luz que brillaba a su alrededor, pero algo en ella se sentía diferente. Sus ojos estaban fijos en el vampiro, pero su atención parecía dividida, como si luchara contra algo invisible.

—Aguanta un poco más —respondió Lux con voz tensa, aunque el temblor en sus manos traicionaba su aparente calma.

El vampiro lanzó un rugido ensordecedor antes de cargar hacia Jinx con velocidad sobrehumana. La cazadora rodó a un lado, esquivando por poco las garras que se estrellaron contra el suelo, levantando una nube de polvo y escombros.

—¡Vamos, princesa, haz algo útil! —gritó Jinx, disparando una ráfaga de balas hacia la cabeza del monstruo.

Lux finalmente liberó un rayo de luz que impactó al vampiro, obligándolo a retroceder. Sin embargo, el ataque no fue lo suficientemente potente como para detenerlo por completo. La criatura giró hacia Lux, sus ojos rojos brillando con furia, pero antes de que pudiera moverse, Jinx se interpuso en su camino, disparando sin descanso.

El vampiro gruñó y, con un movimiento inesperado, lanzó un golpe brutal que atravesó la defensa de Jinx. La cazadora gritó cuando las garras del monstruo se hundieron en su abdomen, desgarrando carne y tejido. La sangre brotó de la herida en un chorro caliente que empapó el suelo.

—¡Jinx! —Lux gritó, sus ojos ampliándose en horror.

Jinx cayó de rodillas, sus manos intentando inútilmente detener la hemorragia. Su respiración era superficial, y sus labios temblaban mientras su piel comenzaba a palidecer.

El vampiro se acercó para rematarla, pero antes de que pudiera hacerlo, Lux se movió con una velocidad imposible. En un abrir y cerrar de ojos, estaba entre Jinx y el monstruo, sus ojos brillando con un dorado intenso que ahora no intentaba ocultar.

—Aléjate de ella —dijo Lux, su voz resonando con un eco sobrenatural.

El vampiro gruñó, pero algo en la presencia de Lux lo hizo retroceder, como si percibiera que no era una simple mortal. Con un grito de furia, Lux extendió ambas manos, liberando un torrente de luz que consumió al vampiro en cuestión de segundos, reduciéndolo a cenizas.

Cuando el silencio volvió al almacén, Lux se giró hacia Jinx, que yacía en un charco de su propia sangre. La cazadora apenas podía mantener los ojos abiertos, y cada respiración parecía un esfuerzo titánico.

—No… no me mires así —murmuró Jinx, su voz apenas un susurro. —No necesito tu lástima.

Lux cayó de rodillas junto a ella, sus manos temblando mientras intentaba detener la hemorragia con su magia. Pero la luz que emanaba de sus dedos parecía débil, insuficiente para sanar una herida tan grave y profunda.

—No voy a dejarte morir —dijo Lux, más para sí misma que para Jinx.

—Qué… heroico… —Jinx intentó sonreír, pero el gesto se torció en una mueca de dolor. —No va a funcionar, ¿verdad?

Lux guardó silencio, sus ojos fijos en la herida que no dejaba de sangrar. Sabía la verdad: Jinx no sobreviviría. A menos…

El pensamiento cruzó su mente como un rayo, y su cuerpo entero se tensó. Sabía lo que tenía que hacer, pero también sabía lo que eso significaba.

—Hay otra forma —susurró Lux, su voz apenas audible.

—¿Qué…? —Jinx la miró con dificultad, sus ojos vidriosos buscando los de Lux.

Lux se inclinó hacia ella, dejando que sus colmillos, ahora completamente visibles, relucieran bajo la luz tenue.

—Puedo salvarte, pero tienes que confiar en mí.

Jinx abrió los ojos con sorpresa, seguida de un destello de miedo y, finalmente, resignación. No tenía fuerzas para protestar, ni tiempo para considerar las consecuencias de lo que estaba a punto de suceder, sin más miramientos ella tomó su decisión.

—Hazlo —susurró, su voz casi inaudible.

Lux no dudó más. Con cuidado, inclinó la cabeza hacia el cuello de Jinx, sus colmillos hundiéndose suavemente en su piel.

El primer contacto fue un éxtasis abrasador. La sangre de Jinx inundó la boca de Lux, y su sabor era indescriptible: un caos vibrante, intenso y embriagador. Lux sintió un temblor recorrer su cuerpo mientras un gemido involuntario escapaba de sus labios. Nunca antes había probado algo tan exquisito, tan puro y salvaje al mismo tiempo.

Por un instante, se perdió en el placer, bebiendo más de lo que debería. Su mente se nubló, y su cuerpo reaccionó instintivamente, deseando más, necesitando más.

—¿Lux…? —La débil voz de Jinx la devolvió a la realidad.

Lux se apartó bruscamente, con los labios manchados de sangre y el corazón latiendo con fuerza. Respiraba con dificultad, su mente luchando por controlar los impulsos que amenazaban con consumirla.

—Lo siento… —murmuró, su voz apenas un susurro. Pero incluso mientras hablaba, no podía dejar de mirarla. Sus ojos se posaron en Jinx con una intensidad diferente, casi obsesiva. La cazadora no era solo alguien a quien había salvado: ahora era su ancla, su tentación, su adicción.

Mordiéndose el labio con suficiente fuerza como para sangrar, Lux cortó su muñeca y permitió que unas gotas de su sangre cayeran en los labios de Jinx.

—Bebe —ordenó, su voz firme pero cargada de una emoción que Jinx, al borde de la muerte,no pudo identificar.

Jinx obedeció débilmente, y su cuerpo se estremeció cuando la sangre vampírica recorrió sus venas, sanando sus heridas y transformándola en algo nuevo.

Cuando Jinx abrió los ojos, ya no eran los mismos. Un brillo rojo se mezclaba con el azul eléctrico habitual, y su respiración, antes errática y cansada, ahora era firme y controlada.

—¿Qué demonios hiciste? —preguntó Jinx, tocando la herida que ahora era solo una cicatriz.

Lux se apartó, su rostro marcado por la culpa y el anhelo.

—Te salvé.

Pero mientras Jinx hablaba, Lux no podía dejar de mirarla. Sus ojos seguían cada movimiento, su mente obsesionada con el recuerdo del sabor de su sangre. Algo dentro de ella se había encendido, algo que no podía apagar.

Jinx frunció el ceño al notar la mirada prolongada de Lux.

—¿Estás bien?

Lux desvió la mirada, pero su voz traicionó su confusión.

—No lo sé…

Y lo cierto era que no podía dejar de pensar en ella, en su sangre, en el fuego que había despertado.

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