- ¡Sasuke/Naruto!
Gritaban constantemente mientras lanzaban golpe tras golpe, ninguno de los dos se daba por vencido, era la batalla final y uno de los dos tenía que ganar. Sasuke no se dejaría aniquilar, no esta vez, estaba decidido a ser el que pusiera en su lugar a Naruto, se había preparado durante tanto tiempo, batalla tras batalla enfrentándose con personas de alto poder, si bien su equipo “taka” era de gran ayuda esta vez lo haría solo, no necesitaba a nadie más, tenía muchísimo poder y ocuparía cada pedazo de chakra en su cuerpo para darle una paliza al oji azul. Naruto por su parte no se rendiría tan fácil, al menos no con Sasuke, su primer y único lazo importante, no podía dejar que la persona más valiosa en su vida sucumbiera ante la oscuridad, el se encargaría de que entrara en razón y de que pudiera vivir una vida tranquila, si fuera posible cargaría con los pecados del pelinegro, no le importaba, solo quería terminar con esto y que regresara junto a el. Zarpazos y golpes seguían chocando entre si, era una batalla digna de presenciar, dos personas con gran poder desafiándose uno al otro.
- Papá, los gatos están peleando otra vez – dijo un niño pelinegro con ojos azules, mientras veía con hartazgo a los dos felinos que peleaban entre si en el sofá, diario era lo mismo con aquellos gatos.
- ¿Si? Quizás estén ajustando cuentas de su otra vida – menciono en forma de broma a su hijo, mientras se escuchaban maullidos y gruñidos pruebas de la pelea que tenían.
- Papá – dijo el niño con burla – tienes una gran imaginación, creo que un día de estos se van a matar.
- No, no lo creo, veras que en un rato estarán tranquilamente durmiendo juntos como si nada hubiera pasado – menciono con una pequeña sonrisa – anda, ve a jugar – el niño no perdió mas tiempo e hizo lo que su padre le dijo, olvidándose por un buen rato de sus gatos conflictivos.
Mas tarde el pequeño pelinegro, observo boqui abierto a sus mascotas haciendo lo que su padre le había dicho aquella mañana, encontrándolos abrazados en su pequeña cama que estaba al lado de la puerta que llevaba al jardín tomando una siesta como si nada hubiera pasado, al parecer el sol que lograba colarse los hacia relajarse mucho más haciéndolos dormir profundamente, claramente habían dejado rencores atrás, esos gatos locos no tenían remedio.