
Chapter 32
La lluvia caía sin reparos sobre Amegakure, indiferente de la batalla que se desarrollaba debajo de sus imponentes nubes negras.
Jiraiya estaba demasiado malherido, su garganta casi en su totalidad destruida, su caja torácica apenas aguantando la respiración forzada y rasposa con los fierros que drenaban su vida provocándole absoluto dolor. Antes de incluso poder sucumbir a la obscuridad absoluta de la inconsciencia un fuerte resplandor dorado apareció de repente ante sus ojos, logrando sonreír apenas al reconocer a la persona que llegó a su rescate, cerrando sus ojos en dolor cuando los fierros fueron removidos de su maltratado cuerpo, sintiendo de inmediato la cálida presencia del chakra único de la madre de su alumno en su cuerpo, sanando las heridas mortales a gran velocidad.
Fue tomado en brazos como si fuese un simple saco de plumas y no un hombre de casi 88 kilos con dos metros de altura una vez las rasgaduras en sus órganos internos se regeneraron por completo, más su garganta y algunos huesos quebrados seguían desatando un dolor agónico. Vio con fascinación como Chieko peleaba aguerrida contra los Seis caminos del dolor al mismo tiempo; hubiera soltado un jadeo si no fuera por su garganta quemando como si estuviera en llamas al verla pelear con una sola espada, siendo incapaz de reconocer el arma al ver la hoja carmesí como la sangre, sin pasar por alto los guantes negros que usaba la mujer.
Una poderosa ola de energía salió disparada en forma de media luna desde la espada hacia los Caminos, seguido de tres más que dieron de lleno con todos, el único que fue evitado chocando contra la montaña provocando un mini terremoto en el lugar mientras las rocas estallaban indefensas ante el poder del ataque.
Chieko apareció en esos instantes frente a él, tomándolo entre sus brazos posicionándolo en su diminuta espalda, quería reír al imaginar cómo su cuerpo estaría cubriendo al de la mujer ahora. Sin darle tiempo a sus enemigos de recuperarse sintió el viento chocar contra su rostro, viendo borroso los paisajes ante la velocidad que iban (o tal vez por la pérdida de sangre). Se dejo hacer, tenía la seguridad de por lo menos gracias a la espadachín moriría en su tierra natal. Cerró sus ojos con una sonrisa en su rostro, satisfecho con su final, Fukasaku entregando su último mensaje a salvo.
Chieko acelero aun mas su velocidad al sentir como el hombre se desplomaba en ella, aguantando las ganas de escupir sangre mientras veía los distintos paisajes cambiar ante sus ojos, corriendo como si no hubiera un mañana, sus músculos protestando ante el sobreesfuerzo de utilizar dos veces su técnica prohibida además de la gran herida que tenía en su muslo izquierdo, la energía demoníaca sanando con menor rapidez que su chakra el agujero que adornaba su muslo al ser atravesado limpiamente por uno de los fierros.
Ahora mismo corría a ciegas, un hilo de sangre corriendo de sus labios, dejándose guiar por el espíritu de Zangetsu mientras este mismo regulaba la cantidad de energía demoníaca corriendo por su portadora, ante la mínima cantidad que deje ir demás los órganos de Chieko volverán a colapsar al no recuperarse completamente de la fatiga inicial, yendo directamente a la batalla activando de nuevo la técnica sin darle tiempo a su cuerpo de purificarse por completo.
Cuando estuvo dentro de las fronteras del País del Fuego acelero aun mas, ya sin molestarse en contener la sangre en su boca, dejando que fluya sin problemas por todo su cuello manchando su ropa, agregando aun más a su kimono teñido de carmesí en todos lados. Cuando llego a las puertas de Konoha el atardecer daba inicio, usando lo poco que tenia de chakra en teletransportarse directamente a la oficina del Hokage donde sentía en chakra de Tsunade, ignorando las demás al sentir como su mente bailaba en la deriva de la inconsciencia al haber quebrado todos sus límites.
Ni siquiera calculo la fuerza con la que aterrizaría en el lugar cuando apareció en medio de los destellos dorados, creando un gran hoyo en medio de la oficina ante los ojos atónitos de Tsunade, su visión perdiéndose en cada segundo. Solo pudo pronunciar una sola palabra antes de colapsar ahí mismo, el peso de Jiraiya siendo insignificante ante la expectativas de un buen descanso alejado del dolor atronador que azotaba su cuerpo mientras sus ojos perdían el brillo sobrenatural, las marcas negras en sus manos y antebrazos desapareciendo junto a su conciencia.
-Sálvalo-
Y así con un ruido sordo Chieko se desplomo sin ceremonias sobre el piso quebrado, quedando casi oculta por el cuerpo de Jiraiya que apenas respiraba sobre ella, la sangre en su espalda secándose con los segundos.
Tsunade salió de su aturdimiento cuando Fukasaku salto en dirección a los caídos, gritando el nombre del hombre; lo mismo paso con el resto de presentes en la habitación, Naruto siendo el peor en reaccionar al casi abalanzarse ante los cuerpos abatidos si no fuera por el firme agarre de Kakashi, Sakura reacciono de inmediato junto a su maestra sacando a la pelinegra debajo del cuerpo del albino, sintiendo sus huesos helarse al ver la cantidad de sangre que cubría el cuerpo de Chieko, la mandíbula de la mujer completamente pintada de carmesí alertando aún más a los presentes, Tsunade apenas conteniendo las ganas de llorar al ver el estado deplorable de su único compañero, haciendo lo posible para estabilizarlo y agradeciendo enormemente a Chieko al sentir los restos de chakra en el sistema de Jiraiya, había atendido lo más grave dejando el resto a ella.
-¡Llamen a Kenji AHORA!-
Shizune corrió de inmediato a cumplir su orden, siendo el único paralizado en la habitación Sasuke, su respiración errática al sentir los vividos recuerdos de una Chieko completamente pálida y cubierta de sangre sobre una camilla sin responder ninguno de sus llamados, sintiendo de nuevo la impotencia al no poder estar a su lado en todo momento al prohibirle entrar con ella a la sala de cirugías. No se dio cuenta cuanto le costaba respirar cuando sintió una mano firme en su hombro, sin saberlo en su ataque de pánico había activado el Sharingan, encontrándose con unos ojos iguales a los suyos.
-Sasuke, debes respirar-
El Uchiha quiso cumplir la orden de su hermano, pero el nudo en su pecho le impedía hacerlo, lagrimas de frustración y miedo formándose en la esquina de sus ojos ante la visión sangrienta de la pelinegra.
Ahora el firme agarre era en los brazos, Itachi uniendo sus frentes para alejar la vista de su hermanito del cuerpo inmóvil de Chieko, respirando profundo y lento unas cuantas veces hasta que el menor le imito, logrando así disminuir el ataque de pánico en el que entró. Cuando no hubo riesgos de que volviera a hiperventilarse ambos hermanos dirigieron su vista carmesí al ajetreo de la habitación, demasiado nerviosos para desactivar el Sharingan a voluntad.
Naruto había sido calmado por Kakashi, ahora el mismo tenía una mano apoyada en la espalda de Tsunade transmitiéndole todo el chakra que necesitara; Kenji al otro lado transfiriéndole su chakra directamente a Chieko mientras Sakura anudaba un firme torniquete en su muslo, ambos heridos respirando superficialmente mientras veían como ambos reaccionaban aun inconscientes jadeando con fuerza.
Oh Pain, acabas de provocar al diablo mismo, Itachi jurando que no descansara hasta provocarles el mismo sufrimiento a todos los miembros de Akatsuki.
``Lo juro´´.
El aire era escaso en el lugar, la tensión sobre los presentes era tan alta que podías cortarlo con un kunai si quisieras.
Jiraiya y Chieko seguían inconscientes en las camas de hospital, el primero conectado a varias maquinas que monitoreaban constantemente sus signos vitales, con un respirador ayudándolo a respirar al ser casi imposible intubarlo por las graves heridas en su garganta, con el pecho completamente vendado; la segunda conectada a una sola máquina que leía su presión arterial y pulsaciones, con un suero conectado a su brazo con cantidades alarmantes de morfina, siendo esto recomendación del último mentor de la pelinegra, con su muslo izquierdo vendado hasta la rodilla.
Tsunade, Sakura, los hombres Ena, el Equipo Kenshin y Shinobu miraban expectantes al pelinegro de coleta alta, este mismo sosteniendo firmemente a Yubashiri en su mano dominante con los ojos cerrados viendo los recuerdos que la espada le transmitía a través del vínculo. Una vez la katana término de mostrarle las imágenes que explicaban el porqué el estado deplorable de los dos pacientes del lugar soltó un largo suspiro, abriendo sus ojos amatistas mientras dejaba la espada cerca de la mujer, las katanas bastantes reacias de ser alejadas de su portadora, en especial Zangetsu.
``Niña tonta´´.
-¿Qué paso?-
Kimimaro fue quien rompió el silencio, demasiado ansioso como para recordar los modales en esta situación.
-Tuvo una pelea con el Akatsuki Deidara, fue interceptada por este y su nuevo compañero llamado Tobi cuando volvía de encontrarse con su informante- ante los ojos de todos Atsushi llevó sus manos a la cabeza y corazón de Chieko, una luz plateada apareciendo ante el contacto – En la pelea Deidara uso un veneno del fallecido Sasori, según sus palabras fue hecho específicamente para ella por el marionetista. Chieko no pudo evitar inhalarlo cuando explotó una de las bombas del Akatsuki, haciendo colapsar todos sus órganos provocando un sangrado interno masivo en ella, dejó que su chakra le curara los pulmones antes de utilizar una técnica prohibida para los usuarios del Santōryū – en este punto las manos del pelinegro dejaron de brillar, habiendo purificado por completo el cuerpo de su sucesora – Se dice que existen solo tres espadas demoníacas forjadas por el creador del Santōryū y que fueron estas mismas las causantes de su muerte, a partir de eso los tres discípulos principales tomaron posesión de las espadas y se la repartieron, dictaminando la prohibición para cada portador de las espadas el no usar todo su potencial a menos que la vida del portador esté en riesgo y no haya encontrado un sucesor-
El silencio que rodeaba al grupo era denso, todos atentos al relato del hombre mayor que hablaba con la vista perdida, tal vez rememorando viejos recuerdos.
-Las espadas demoníacas poseen espíritus de voluntades fuertes, siendo Zangetsu la más inestable de las tres, provocando la muerte de sus portadores desde que fue creada, sedienta de sangre todo el tiempo. Mi hermano menor murió sin encontrar un digno sucesor, sellando la espada en su último aliento antes de quitarse la vida para evitar ser poseído por Zangetsu- Atsushi dejó que su mano descansará un tiempo sobre el corazón de Chieko, el latir constante y pausado dándole consuelo de alguna manera – Zangetsu fue quien llamó a Chieko, atraído por el tamaño y edad de su alma, y enlazando su espíritu con el de ella para siempre, uniendo su vida con la de ella; algo que ninguna de las espadas demoníacas hizo en siglos-
-¿Por qué?-
Naruto realizo la pregunta, intrigado y preocupado a la vez por la seguridad de su madre al oír lo que la espada causó a sus antecesores.
-El alma de Chieko logró conquistar el espíritu indomable de Zangetsu al negarse doblegarlo, sino entenderlo uniendo sus energías de forma pacífica; al enlazar sus almas si Chieko muere Zangetsu se quebrara irreparablemente volviéndose inútil, su espíritu yendo al otro mundo junto al de Chieko, lo mismo ocurrirá con Yubashiri cuando yo muera, las espadas prefieren ir con su compañero antes de servir a alguien más- todos miraban con nuevos ojos a las espadas apoyadas inofensivamente al costado de la cama – Cuando Chieko vio que estaba en peligro de muerte activo la técnica prohibida de Zangetsu, esta misma reaccionó dándole todo su poder demoniaco limpiando su cuerpo del veneno y curando los órganos vitales, además de permitirle seguir peleando llevando sus habilidades a los límites de lo sobrehumano; pero por algo son técnicas prohibidas, una vez la desactive su cuerpo quedara agotado al punto de dejarla inconsciente por días dependiendo de cuánto tiempo lo uso. Deidara en su desesperación se suicidó activando una bomba de su cuerpo, provocando una gran explosión, pero como al usar la técnica no afecta en nada sus reservas de chakra logró cubrirse a tiempo. Cuando quiso volver para recuperarse adecuadamente Jiraiya-san pidió su ayuda, impulsando a su cuerpo a los límites cuando activo la técnica de nuevo para llegar a tiempo y rescatarlo, peleando con los Seis caminos del Dolor al mismo tiempo que un clon curaba a Jiraiya-san; después tomó al moribundo hombre a pesar de ser herida por uno de los Caminos y corrió toda la tarde desde Amegakure hasta aquí, herida, envenenada y con su cuerpo a punto de colapsar al haber abusado de la técnica y no dejar que su cuerpo se recuperara correctamente; lo que me vieron hacer fue purificar su cuerpo del resto de energía demoníaca aliviando un poco el inmenso dolor que seguramente está sintiendo aun inconsciente-
Kenji seguía en su lugar, sintiendo que la historia se repetía al ser incapaz de proteger a Chieko, dejando que volviera a lastimarse una y otra vez como en su vida pasada, el espíritu altruista de su hermana siendo además de su mayor virtud su mayor debilidad.
Todos salieron de sus pensamientos deprimentes cuando un jadeo desesperado de aire resonó por toda la espaciosa habitación, el rubio ceniza siendo el primero en reaccionar junto al espadachín ayudando a Chieko a sentarse correctamente al ver sus intenciones.
Chieko sintió sus músculos gritar en agonía ante cada movimiento que realizaba, más desconecto esa parte de su cerebro mientras alentaba a su chakra a curarla por completo, satisfecha al no encontrar rastro alguno del maldito veneno en su sistema, su muslo dejando de latir cuando el músculo desgarrado junto a la piel se unieron de nuevo. Se levantó tambaleante, rechazando de manera brusca la ayuda que trataron de darle, después de disculpará con quien sea que empujo pero debía hacer esto ahora antes que la inconsciencia la reclame de nuevo. Se acercó a paso lento a Jiraiya, la información que poseía el peliblanco de vital importancia para la seguridad de la aldea y su gente, mucho más importante que su estado de salud. Sin importarle el dolor abrasador que le atacó sin piedad al mover sus brazos los obligó a moverse a gran velocidad realizando una serie de sellos desconocida para todos los presentes, quienes fueron detenidos antes de intervenir por el maestro de está, viendo fijamente las acciones de su discípula principal.
-Hijutsu: Kami no junkyō (Jutsu secreto: Martirio divino)-
Apoyó sus manos con fuerza en el cuerpo del albino, una luz puramente blanquecina y refulgente cegó por completo a todos momentáneamente. Cuando la luz desapareció Chieko cayo noqueada hacia atrás, siendo atrapada con delicadeza por Atsushi al conocer lo que pasaría después de realizar ese jutsu.
-Kenji-san, transfiérele tu chakra a Chieko-
-De inmediato-
El rubio ceniza no tardó en acatar la orden, los demás viendo confundidos lo que pasó cuando oyeron otro jadeo en la habitación, esta vez proveniente del novelista quien como si no hubiera sido herido de muerte se levantaba solo de su posición sacándose el respirador sin ayuda.
-¿¡Que mierda!?-
Daiki explotó, incrédulo de lo que sus ojos veían desarrollarse.
-Ese jutsu curo por completo a Jiraiya- susurró incrédula Tsunade al revisar a su compañero por completo, incluso los hueso quebrados y la garganta destruida estaban como nuevos - ¿Cómo?-.
-Es un jutsu que Chieko creo en nuestros viajes- todas las miradas fueron en dirección al pelinegro de ojos violetas – Ella escuchó de un jutsu capaz de transferir la vida de uno a otra persona al borde de la muerte, ella quiso crear una alternativa menos drástica, donde el que realizara el jutsu no tuviera que dar su vida a cambio-
-Entonces ¿Cómo…?-
-Miren su cuello-
Todos jadearon al ver las marcas rojizas y púrpuras rodeando el cuello de Chieko donde antes ni un rasguño existía, las marcas desapareciendo poco a poco ante la presencia del chakra de Kenji que alentaba al chakra de Chieko a actuar aun en su estado desvanecido curando las nuevas heridas en su cuerpo.
-Ella… trasladó las heridas a su cuerpo-
-Ella creó este jutsu para que cuando alguien en una condición débil reciba una herida que en su estado es mortal, este pueda pasar sus heridas a un cuerpo capaz de sobrevivir, dejando el anterior cuerpo sano mientras el que realiza la técnica absorbe las heridas volviéndolas suyas, curándose con más velocidad y aumentando la tasa de supervivencia-
-Entonces, ella ahora…-
-Absorbió las heridas de Jiraiya-san pasándolas a su cuerpo curado para terminar de curarse ella misma, consciente de que es capaz de sobrevivir y soportar el dolor-
-Chieko…/Okāchan…-
Naruto fue directo con su madre posicionándose al lado de Kenji, tomando con delicadeza la mano de la pelinegra al recordar el inmenso dolor que debe estar padeciendo ahora en su acto desinteresado con su maestro, apoyando la mano en su frente mientras trataba inútilmente de mantener a raya sus lágrimas. Él sabía el porqué su madre se empeñaba tanto el salvar la vida del Ero-Sennin, era por su culpa. Su madre sabía cuanto aprecio y cariño le tiene a su maestro, quien le cuido en los tres años que paso fuera de su hogar y familia convirtiéndose lentamente en una figura paterna para él como lo hizo Iruka; por lo que su madre jamás dejaría que el hombre muera mientras pueda evitarlo.
¿Pero a qué costo? ¿La vida será así a partir de ahora? ¿Haciéndole elegir entre las personas que ama partiendo su corazón al no ser capaz de salvarlos a todos?
Una fiera determinación nació desde lo profundo de su ser, afianzando su agarre mientras le juraba en silencio a su madre su nuevo objetivo.
``Juro que me volveré más fuerte, tan fuerte que nunca mas tendré que sentir esta sensación de vacío en mi pecho, tan fuerte que nunca deberé elegir entre los que amo porque seré capaz de protegerlos a todos; lo juro mamá, por lo que nunca más deberás sacrificarte de esta forma por mi bien´´
-¿Estoy vivo?-
Jiraiya cuestionó sorprendido, honestamente jamás pensó volver convida de este viaje, menos al conocer la verdad de su deceso por parte de Chieko. Sus ojos oscuros se abrieron al recordar a la joven que acudió en su ayuda, buscándola frenético con la mirada hasta detectarla a un lado de él, noqueada con quien declaró su hermano al lado pasándole chakra y con su pupilo al otro lado sosteniendo su mano firmemente.
``¿Qué hiciste Chieko?´´
Se necesitaron cuatro días completos para que Chieko volviera a despertar, solo con la ayuda de Kenji y Atsushi al pasarles chakra y energía natural de forma constante lograron acelerar el tiempo de recuperación de la pelinegra reduciendo a días lo que hubiera tardado semanas.
Los menores se negaron a separarse más de cinco minutos de la figura inconsciente, siendo despedidos a la fuerza por la doctora Shinobu cuando le tocaba revisión física. Para mala suerte de estos, cuando la matriarca de la familia abrió los ojos fue en una de estas revisiones, donde la mujer mayor se abstuvo de golpear con fuerza el duro cráneo de su discípula al no saber si todavía sentía dolor.
-¡Cuántas veces te he dicho que dejes de tentar a la muerte niña tonta! ¿Sabes cuán preocupados estábamos todos cuando llegaste cubierta de sangre como si te hubieras arrojado a un lago? ¡Tu hijo y hermanos se negaron a dejarte sola apenas dejándome trabajar! ¡Si no fuera por Jo-san y Roronoa-san quién sabe cuánto tiempo hubieras tardado en despertar en medio de lo que podría ser una guerra!-
Chieko recibía el enojo de su maestra con temple, sabía que se lo merecía y quién mejor para darle la conferencia de su vida que la mujer que le acompañó desde que llegó a la aldea ayudándola con la crianza de su hijo y pupilo, convirtiéndose para ella en una figura de autoridad y refugio cuando las cosas le abrumaban ahogándose en culpas y arrepentimientos.
-Lo siento-
-¡Claro que no lo sientes! Aun cuando estuviste a un paso de morir por proteger al Sandaime no te arrepentiste ¡Menos lo harás ahora! ¿Cuándo tomarás en cuenta que tu vida también vale Chieko? ¡Cada vez que vas de misión los que te amamos o apreciamos estamos con el corazón en la boca por la incertidumbre de que si llegaras ilesa o debemos trasladarte de urgencia a la sala de cirugías!-
Los ojos chocolates que derrochaban ira contenida se encontraron con unos apacibles ojos dorados, logrando calmar el fuego en su interior al ver que por lo menos su sacrificada alumna es consciente de sus acciones. Suspiro cansinamente, sentándose sin fuerzas en la cama junto a la pelinegra y en un impulso sin sentido tomó con fuerza la mano de la pelinegra, apretando firme a pesar del leve temblor en su pequeño cuerpo.
-No lo vuelvas hacer-
-Sabes que no puedo prometerlo Shinobu-sensei, si debo llevarme al límite para proteger a los míos lo haré sin pensar-
-Lo sé Chieko, lo sé- la mujer suspiro, el peso de los años siendo visibles en sus rasgos cansados, haciendo que el pecho de la espadachín se retuerza en culpa – Hablo de ese jutsu que creaste, no puedes exponerte al dolor de esa manera, no sabes cómo esto afectará a tu cuerpo en un futuro, tal vez incluso pierdas la sensibilidad totalmente al exponerlo a tantos niveles de estrés–
El silencio que siguió fue raro, inestable en ciertos sentidos. Chieko era más que consciente de las consecuencias que podría provocarle, pero también sabía que era la única que podría llevar a cabo esta técnica con éxito.
-Yo… prometo que trataré de evitarlo, pero si es necesario lo haré-
-Es lo máximo que puedo sacarte ¿Cierto?-
Chieko sonrió cansina, devolviendo en apretón antes de soltar su mano, enderezándose para salir de allí.
-Hiriko-san te trajo tus ropas, incluso lavo tu haramaki a mano, además tengo entendido que ninguno de los muchachos quiere entrar a tu habitación cuando no estás…-
-Eso es por una anécdota graciosa que algún momento contare; y con respecto a Hiriko obasan tendré que tomarme el tiempo de visitarla para agradecerle-
Shinobu se levantó de la cama y fue a tomar su portapapeles firmando el alta de su discípula, además de darle un poco de privacidad a pesar de la nula vergüenza de Chieko al desnudarse frente a otros. Volvió a mirarla cuando estaba poniéndose el kimono lila, dándole el tiempo suficiente para vislumbrar parte de la cicatriz en su vientre.
-Chieko-
-¿Mm?-
La menor respondió distraída mientras colocaba el haramaki correctamente, para luego colocar sus espadas recibiendo el saludo de todas.
-¿Cómo te hiciste esa cicatriz?-
-¿Eh?-
-La vi cuando te atendí después de tu enfrentamiento con Hidan, la que comienza en tu hombro derecho-
-Oh… esa cicatriz-
Chieko seguía concentrada en envolver sus antebrazos con las vendas, la piel le quedaba muy sensible después de usar la energía demoníaca por lo que debía cubrirse por algún tiempo hasta que se recuperara, después siguió con sus manos mientras pensaba en cómo contar esta historia.
-Con Atsushi-sensei estábamos practicando técnicas de evasión cuando Leiko exigió unirse a nosotros, hace sólo semanas había logrado dominar por completo el Santōryū y estaba muy entusiasmada de poder practicar con nosotros, no le vimos ningún problema y accedimos, ese fue nuestro error- Chieko termino de vendar su mano izquierda pero le costaba anudar los vendajes, gruñendo al ver cómo fallaba miserablemente al no recuperar por completo su coordinación en las manos, Shinobu se apiado de ella y fue a su rescate – No tomamos en cuenta que Leiko apenas había dominado el Santōryū después de años de intentarlo, por lo que era demasiado obvio que se cansaría muy rápido y no podría seguir nuestro ritmo, estábamos tan acostumbrados a nuestro nivel que no tomamos en cuenta como se agotaba; Atsushi-sensei realizó una técnica simple pero mortal, mientras yo pude esquivarlo sin problemas los músculos de Leiko no le respondieron a tiempo dándole de lleno el ataque, ninguno de los dos fue capaz de hacer algo en ese momento para evitarlo- la castaña ahora vendaba el otro brazo de la pelinegra escuchando atenta- Cuando me acerque a ella su cuerpo estaba casi dividido en dos, siendo un milagro que aún respirara; tanto Atsushi-sensei como yo estábamos acostumbrados a no restringirnos cuando entrenábamos juntos, por lo que era casi imposible que sobreviviera. Actué rápidamente y empecé a curar sus órganos vitales, por suerte el corazón no fue tan dañado por lo que aún había esperanzas. Cuando llegó a un punto de que sus órganos estaban intactos pero su piel y músculos seguían derramando sangre sin parar, yo…-
-Usaste el Hijutsu ¿Verdad? Por esa razón Roronoa-san fue capaz de explicarnos que hiciste y estuvo preparado-
-Ahh, tienes razón sensei, use el Hijutsu en Leiko y traslade sus heridas a mi cuerpo, donde en cuestión de un minuto mis músculos volvieron a unirse como si no hubiera pasado nada pero estaba agotada al haber utilizado casi todo mi chakra en regenerar los órganos de Leiko que ya no me quedaba para curar la piel, por lo que Atsushi-sensei me llevó a las aguas termales de ahí cerca mientras un clon se quedaba con la inconsciente Leiko; ahí lavo el corte, me aplico ungüentos medicinales y me vendo por completo-
-Por eso tiene cicatriz-
-Aja, si tardo hasta un día en sanar cualquier herida pues esta dejara cicatriz una vez la atienda correctamente, pero eso ya sabía sensei-
-¿Y qué pasó con tu compañera?-
-Bueno, despertó al tercer día y cuando Atsushi-sensei le prohibió entrenar de nuevo con nosotros no se lo tomó muy bien, y digamos que de alguna extraña manera logró encontrar en su mente la forma de echarme la culpa, y cuando quiso arremeter contra mi sensei le reprendió fuertemente y le quitó sus espadas hasta que reflexionara y bueno… podemos decir que ahora me odia-
-¿A pesar de haberle salvado la vida de su propia estupidez y arrogancia?-
Shinobu no pudo ocultar la incredulidad que sentía, esa niña en vez de agradecerle a su discípula y aceptar la deuda de vida que tiene con esta decide culparla por no saber reconocer sus limitaciones, dios las generaciones de ahora vienen cada vez peores.
-A pesar de todo la respeto como compañera, su determinación y perseverancia son dignas de admirar, si fuera capaz de cambiar su carácter sería una excelente espadachín-
-¿Tiene algo que ver con las espadas demoníacas esa afirmación?-
-Aiyo~, sí que me conoces Shinobu-sensei -la pelinegra rio encantadoramente – Bueno, si, si Leiko tomará posesión de algunas de las espadas sería poseída al instante y su alma consumida por las maldiciones de las mismas, aunque Atsushi-sensei trato de entrenarla para ser una portadora se dio cuenta que sería imposible, si tomamos también en cuenta cuánto tiempo le llevó dominar el Santōryū sería imprudente incluso dejar que sostenga una; ya nos paso que quiso tomar a Zangetsu cuando las deje cerca del arroyo donde me estaba bañando y tuve que noquearla al ver la furia con la que atacó casi perdiéndose en la sed de sangre de Zangetsu, recuerdo que me dijo que nunca más deje que esa alma débil le toque de nuevo-.
-Su arrogancia será su perdición-
``Eso temo´´
Cuando llego a la oficina del Hokage acompañada de su maestra no espero ser asaltada por dos adolescentes que se lanzaron directo a abrazarla, apenas conteniendo el gemido de dolor cuando su cuerpo sensible protesto.
-¡Okāchan!/ ¡Chieko-sama!-
Rio entre dientes envolviendo al par de niños aun a sus ojos, dejándose envolver en el calor que desprendían. ‘Estoy aquí’ susurró tan despacio que nadie más lo oyó.
-Chicos tengan cuidado, Chieko no se ha recuperado por completo y está muy sensible-
-¡Gomen!-
Naruto y Sakura se alejaron como si la pelinegra despidiera fuego por los poros, avergonzados de no recordar ese vital detalle. Chieko sonrió calmada, dejando que sus manos acariciaran con ternura las cortas cabelleras de los jóvenes.
-Es bueno verte bien Chieko-
-Gracias Tsunade, aunque lastimosamente no podre firmar nada por unos cuantos días-
Las dos mujeres sonrieron ante la broma, la pelinegra yendo directo al frente junto a su maestro espadachín. Se inclinó ante él, el mayor reaccionando igual que ella al sonrojarse y pedirle que dejara de hacerlo.
-Gracias por todo Atsushi-sensei, por aceptar venir y por ayudarme a sanar-
-Sabes que siempre acudiré a tu ayuda Chieko-chan-
Ambos pelinegros se sonrieron, para algunos siendo un poco gracioso la similitud entre ambos, sus sonrisas brillando junto a los tríos de aretes de oro que llevaba cada uno.
-Si hay alguien en este lugar que debe agradecer algo soy yo-
Jiraiya hablo saliendo de su lugar de confort en la oficina (llámese ventanas) para acercarse a la espadachín que le miraba confundida. Cuando llego al frente de ella no se inclino, sino que tomo la mano vendada que parecía minúscula ante sus grandes manos, mirándola directamente a los ojos.
-Arigatō Chieko, por salvar mi vida, estaré en deuda por siempre contigo-
Y para el agravio de todos, el albino llevó la mano cautiva a sus labios dejando un casto beso en el lugar, sellando así una promesa de vida. Chieko se sonrojo adorablemente, oyéndose un par de gruñidos resonar por la habitación por el gesto. Cierta persona no pudo soportar más las atenciones que recibía la pelinegra, aquel pozo amargo que se formó en su estómago desde el momento en que la conoció haciendo acto de presencia quemando su garganta.
-Tsk, si por algo es conocido que hierba mala nunca muere ¿Por qué estaban tan preocupados si es más difícil de matar que una cucaracha?-
Todos se quedaron helados ante el ácido comentario de la otra espadachín en el cuarto, Chieko sonriendo de forma torcida con sus ojos brillando enigmáticos al reconocer la presencia de su dulce compañera.
-Oh Leiko, no sabes cuánto extrañe tu adorable presencia a mi lado-
El sarcasmo goteaba en su voz, su sonrisa fría y burlona erizando los pelos de los demás, más la pelinaranja solo podía sentir como la quemazón empeoraba. Antes de que pudiera volver arremeter contra Chieko una cuchilla se posó a gran velocidad sobre su garganta tomándola con la guardia baja, al mirar sorprendida el arma pudo notar que era una Chokutō, su mirada siguió el brazo que lo sostenía hasta llegar a un rostro atractivo que le miraba con una frialdad que le provocó escalofríos, en especial al mirar fijamente los singulares ojos rojos con lo que parecen tres tomoes rodeando la pupila.
-Discúlpate ahora-
Sasuke estaba usando todo su autocontrol para no rebanar de una sola vez el cuello de esa bastarda ¿Cómo se atrevía insultar a Chieko? El Sharingan activo viendo perfectamente como tragaba asustada la chica, presionando aún más la Chokutō sobre la piel provocando un corte al ver la obstinación al presionar más los labios. Su cuerpo se erizo al sentir el cálido contacto en su muñeca, Chieko sonriéndole minusculamente mientras bajaba suavemente su brazo con su espada, la mano en su muñeca deslizándose hasta su puño rodeándolo con cariño. Cerró sus ojos cuando sintió otra mano acunar su rostro, relajándose por completo y sonrojándose levemente al sentir el casto beso en su entrecejo, el Sharingan desapareciendo de sus ojos cuando los volvió a abrir, quedándose embelesado al admirar de cerca los brillantes ojos dorados que mostraban puro orgullo hacia él, junto a algo más que no supo distinguir.
-Arigatō Sasuke por defenderme, no sabes cuan feliz me hiciste pero ya estoy acostumbrada al cariño que derrocha Leiko, por lo que no es necesario que se disculpe-
Resoplo derrotado, dejando que su rostro descansara más tiempo en la mano vendada de su amor antes de retroceder, envainando su espada ignorando completamente a todos, importándole poco y nada que le haya hecho una herida a la chica.
Leiko estaba furiosa, el monstruo de la envidia haciendo estragos en su mente al reconocer perfectamente el sentimiento que derrochaba el chico que le amenazó, el atractivo Shinobi amaba a Chieko como lo hacían todos los de esta maldita habitación y de este maldito pueblo, no había lugar donde no oyera alabanzas y buenas palabras para la consejera de Konoha, agregando más amargura en su ser la voz que le susurraba en el fondo de su mente que incluso Atsushi-sensei interrumpió su entrenamiento para venir a auxiliar a la estúpida mujer, sintiendo la cólera crecer al recordar claramente como solo bastaron unas cuantas jodidas palabras perfectamente escritas para que su maestro dejara todo a la mierda y acudiera como un perro faldero al llamado de su dueño.
Lo odiaba, la odiaba.
-Disculpen por la lengua venenosa de mi discípula, es mi culpa el haber sido indulgente con ella-
Atsushi se disculpó apenado, Leiko no eligió peor momento para iniciar con sus degradaciones hacia Chieko que estando rodeada de las personas que la aman; le cuesta creer en el ser que se convirtió la pequeña niña que crio, un ser que se dejaba dominar por los celos y envidia escupiendo veneno mientras buscaba a quien culpar de cada error que cometiese. La única razón por la que seguía entrenándola era porque quería creer que podría cambiar, que su camino aun se puede enderezar; tuvo esperanzas estos meses que viajaron de nuevo solos pero al ver de nuevo a la antigua Leiko, pero estas mismas decayeron el mismo momento en que en uno de los pueblos que visitaban una linda damisela les pidió algunos consejos para defenderse; era una belleza floreciente que seguramente en el futuro llamaría mucho la atención.
Leiko desde el primer momento la trato con demasiada rudeza y altivez, como si no fuera nada ante ella, y cuando él le estaba enseñando posturas simples la pelinaranja soltó una técnica por ‘accidente’ sobre la pobre muchacha, y si no hubiese sido por sus reflejos y habilidades de seguro le daba de lleno, desfigurándole la cara porque fue ahí donde apuntó. No negara que quedó horrorizado por esto pero cuando la confronto la chica fue capaz de tergiversar todo a su favor, dejándolo pasmado ante lo indiferente que se veía ante sus actos. Antes de que pudiera reprenderla un halcón llegó y le entregó el mensaje de Chieko, siendo sincero iba a venir solo y dejaría a Leiko en la aldea, pero al darse cuenta que es muy probable que intentara otro atentado con la muchacha decidió dejar que lo acompañara, para hablar de esto con Chieko y para tenerla bajo su vigilancia.
-Necesito hablar a solas con Chieko, Kenji, Jiraiya y Naruto; si me permiten pueden retirarse-
Tsunade rompió el tenso momento despidiendo a todos los que no nombro, le hubiera gustado hablar con todos allí pero la presencia de la mocosa arrogante le impido hacerlo, además que ya tiene experiencia con mocosos altivos por lo que sabe si le piden que se vaya se negara y hará berrinches como una maldita niña malcriada, por lo que decidió despachar a todos para después volverlos a reunir sin la chiquilla molestándolos.
Aún queda un largo día.
La decisión fue tomada con relativa rapidez, dictaminando que tanto Naruto como Kenji se irían de la aldea por distintas razones: Naruto para entrenar y Kenji para emprender un viaje a Kumogakure a advertirle al Raikage sobre la amenaza de Akatsuki sobre Killer B y el Hachibi acompañado de Jiraiya ya que lo mejor para el albino era hacerse pasar por muerto ante la amenaza de Pain, además de evitar un enfrentamiento innecesario entre sus ninjas cuando B finja su secuestro, algo que también buscaba evitar enviando a Kenji a convencer al extravagante hombre.
Salieron juntos de la oficina parcialmente cansados, más Chieko estaba tranquila de haber podido cumplir su objetivo de salvar al hombre mayor, viendo con cariño la interacción entre su hijo y Jiraiya, sabiendo que hizo lo correcto. Caminaron por la poblada aldea, recibiendo saludos de todas partes, la mayoría dirigidos a la pelinegra que con pequeñas sonrisas o asentimientos amables respondía a todos.
Fueron directos a una tienda conocida para todo el grupo, saludando eufóricos al par de ancianos que les sonreían con cariño, los años pasando factura a los viejos amigos de la familia al notar su lento caminar o sus caras arrugadas.
-¡Hiriko obasan! ¡Akiyama ojisan!-
-¡Naruto-kun! Es un placer verte por aquí mi niño-
Naruto sonrió radiante mientras se dejaba mimar por la anciana, Akiyama recibiendo a los demás con palmadas suaves en la espalda, abrazando con cariño a la mujer que ahora le superaba en altura.
-Estamos muy felices de verte bien Chieko, estábamos muy preocupados por ti-
La pelinegra tuvo la decencia de parecer culpable, aun así fue y abrazo de buena gana a la anciana mujer teniendo que agacharse mucho para poder hacerlo correctamente.
-Estoy aquí ahora ¿Cierto? Hiriko obasan, quiero agradecerle por todo lo que hizo por mi familia en mi ausencia, también a usted Akiyama ojisan-
-Deja de ser tan formal niña, no es ninguna molestia para nosotros-
-Aki-kun tiene razón Chieko-chan, nos encanta pasar tiempo con todos los hombres encantadores-
Chieko solo rió con alegría, disfrutando su tiempo con sus primeros amigos, aceptando gustosa la invitación de los mayores a tomar el té con ellos, sus acompañantes igual de felices de compartir. Un llamado a lo lejos detuvo su entrada al local, buscando curiosa con la mirada el dueño de la voz. Sus ojos se iluminaron al distinguir la persona que le llamaba, saliendo del lugar para ir al encuentro con ella.
-¡Chieko-chan! ¡No sabes cuánto me alegro de verte bien!-
-¡Ai-chan! ¡Cuánto tiempo!-
Las dos mujeres se abrazaron eufóricas, la enfermera siendo mucho más pequeña que la kunoichi. Ai Katō era la segunda persona que conoció cuando llegó a la aldea, siendo la mujer amable que cuidaba a los recién nacidos del hospital, quien le dejó cargar y alimenta a Naruto por primera vez. Ai era una mujer dulce y tierna, de baja estatura apenas llegando con suerte al 1,60 m; era menuda con una larga cabellera caramelo y unos impresionantes ojos rosados suaves que en cierto sentido reflejaban el carácter amoroso y dulce de la pequeña mujer.
-No sabes el susto que me diste cuando fui a atenderte ¡Esa cantidad de sangre era mortífera! Debes dejar de ser imprudente porque no sé si mi pobre corazón será capaz de soportar otro susto así Chieko-chan-
Aunque le estaba retando la pelinegra no pudo evitar apretar las mejillas infladas en un puchero de la más petiza provocando unos chillidos tiernos de indignación, provocando su risa ligera.
-Aiyo~ deja de enojarte Ai-chan ¿Por qué no te quedas con nosotros y nos ponemos al día?-
La de ojos rosados asintió alegre ante la invitación, sonriendo al encontrarse con el apuesto chico que conoce desde que es un hermoso bebé, saludando a los demás junto a los ancianos mientras disfrutaban lo que quedaba de la tarde hablando y degustando bocadillos caseros.
Esta paz, esta sensación de seguridad y tranquilidad solo era el indicio de la catástrofe, solo es el comienzo de una guerra que cambiará el destino del mundo.
Era la calma antes de la tormenta.