Senshi no Fukkatsu

Naruto
F/M
Gen
G
Senshi no Fukkatsu
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Summary
Samantha Rodríguez fue declarada muerta el día de su cumpleaños numero 40, consagrándose heroína mundial. Ahora los ángeles necesitan un favor, jurando que una vez terminado podrá descansar en paz.
Note
¡Hola! Esta historia ya esta publicada en fanfiction.net a través de mi usuario Sonrisas Rotas, no hay plagio ni robo de contenido porque soy la misma autora en distintas plataformas.
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Chapter 28

No importa en qué vida, tiempo o mundo esté, siempre odiara los procesos burocráticos, los protocolos interminables y absurdos; en especial a las reuniones de consejo llena de viejos que viven por puro resentimiento y ganas de joder.

Apenas termino la reunión con el consejo de Sunagakure se escabullo rápidamente lejos de las caras hipócritas de los ancianos que desde que llego no han parado de perseguirle, alabándola o dando falsos cumplidos al recordar que fue ella quien acepto el perdón de la aldea cuando atacaron Konoha, recordando vívidamente la advertencia que les dio cuando termino la reunión de emergencia esa vez.

‘Ambas aldeas sufrieron grandes pérdidas, por lo que no es mi deseo seguir colaborando con el sufrimiento y discordia en mi pueblo; pero déjenme decirles una última cosa: la próxima vez que planeen un movimiento así contra mi aldea no tendré piedad alguna. Me es grato recordarles que viven en un desierto, y no me molestara usar la arena a mi favor’.

Sinceramente creyó que después que los representantes de Suna se fueran seria severamente regañada por el consejo, mas solo recibió asentimientos que se podrían decir orgullosos de parte de los ancianos, incluso de Danzō. Un pequeño tic en su ceja fue la única señal de sus pensamientos, apenas conteniendo el escalofrió de aversión que provoco el recuerdo.

Ahora recorría en compañía de Temari las fronteras de la aldea, la más joven relatando la historia de los cambios que trascurrieron después de que ella aceptara firmar una alianza con Suna. Se detuvo de repente, sus ojos dorados escaneando a lo lejos entre las imponente dunas de arena algo invisible para los demás, su acompañante junto a los patrulleros de la zona mirándola interrogantes ante su abrupto parar. Sin que nadie se diera cuenta su mano izquierda realizaba sellos de forma veloz, cristales dorados emergiendo como púas gigantes en el lugar donde sintió la perturbación en su chakra. Una explosión se oyó a lo lejos, el viento trayendo hacia los espectadores las ondas de sonido, la mayoría viendo sorprendidos como una gran nube de polvo y arena se formaba a lo lejos, una figura parecida a un pájaro gigante saliendo de ahí volando en dirección contraria al asentamiento.

-Ya saben que estoy aquí-

Todos salieron de su impresión al oír el tono serio de la mujer, la rubia mirándola asombrada.

-¿Qué diablos paso?-

-Creo haberles informado que ya me enfrente con un miembro de Akatsuki en mis años de entrenamiento, nuestra pelea fue lo suficientemente larga como para poder memorizar su firma de chakra-

Temari abrió sus ojos verde azulados con incredulidad al entender el significado de sus palabras.

-¿Sentiste su chakra desde esa distancia?-

-Si, Deidara ya sabe que estoy aquí, seguramente planeaba atacar ahora pero con mi presencia decidió retroceder…por ahora-

-¿Por qué haría eso?-

Un guardia pregunto tratando de entender un poco la situación, es uno de los pocos que sobrevivió al ataque de Konoha y vio de primera mano las habilidades de la kunoichi de la hoja presente, recordando perfectamente como aniquilaba a sus compañeros con cristales surgiendo de la nada.

-Porque le deje un recuerdo permanente de nuestro encuentro-

Un escalofrió recorrió las espinas dorsales de todos al ver el brillo sádico en los orbes oro de la mujer, una pequeña sonrisa burlona haciendo paso en los labios carnosos.

-¿Qué…le hiciste?-

-Le quite su ojo izquierdo*-

La sonrisa antes pequeña se convirtió en una depredadora provocando leves temblores en sus oyentes, algunos cubriendo su ojo izquierdo con disimulo mientras tragaban audiblemente.

-Ahora que saben que estoy aquí retrasaran su ataque, según mis suposiciones es muy probable que nos den el tiempo suficiente para llegar hasta la tercera etapa del examen sin problemas, pero si llegan a mandar a otros de sus miembros es mejor estar preparados. Temari, esparce la información: las guardias serán las 24 horas donde habrá unidades de hasta cinco ninjas en toda las zonas de frontera, en cada unidad deberán contar por lo menos con un ninja usuario del elemento agua, mucho mejor si son expertos; las guardias serán constantes y estrictas, los cambios se realizaran cada cuatro horas y los ninjas elegidos deben estar cien por ciento apegados al plan, cualquier falla puede significar la destrucción de la aldea ¿Entendido?-

-¡Si!-

Así la kunoichi de la arena se fue con el resto de los patrulleros, de más estaba decirle al resto que también comunicaran esto a sus compañeros. La espadachín se quedó sola admirando el árido paisaje, sus negros cabellos contrastando mucho con el color claro del ambiente, el trió de aretes tintineando ante las brisas cálidas de aire mientras en su mano acunaba su relicario junto a las placas.

Es hora de seguir con la historia.


-¿Ena-san?-

-¿Mm? ¿Sucede algo Gaara-san?-

El Kazekage junto a la Kaunserā de Konoha estaban sumidos en un cómodo silencio dentro de las oficinas del joven líder, cada uno revisando los expedientes y esquemas para el próximo evento, cuando el menor decidió hablar despacio, la mayor viendo claramente las señales de incomodidad.

-Bueno, nunca tuvimos tiempo de hablar de lo que paso hace algunos años…-

La mujer suspiro, viendo hacia donde quería llegar con esta conversación el menor. Dejo los papeles a un lado, sus ojos dorados viendo como el pelirrojo se encogía un poco al ser el receptor de su mirada. A decir verdad, estaba cansada de esto; entre los ancianos, Baki, Temari, Kankurō, que constantemente le acosaban cubriéndola de disculpas o miradas culpables junto a los temerosos aldeanos, y ahora Gaara, era suficiente para hartarla.

-Gaara-san, eras un niño cuando ocurrió esto y eras un simple peón en los oscuros planes de Orochimaru; todo lo que debía decirse se dijo en la reunión de emergencia y soy consciente que Sunagakure ha cambiado para bien. Una de las razones que me hacen creer este hecho es que aceptaron mis advertencias e información que fui recopilando a lo largo de los años, sumado al hecho que de buena fe pidieron mi ayuda para este importante evento-

El Kazekage se sintió cohibido ante la sinceridad pura que los ojos dorados le mostraban, aquellos ojos que fueron los primeros en expresarle cariño aun cuando era un niño sediento de sangre, calmándolo y sin expresar temor alguno hacia su existencia.

-Lo sé, mas lo que me carcome por dentro fue pelear contra Naruto, me deje llevar por mis celos alimentados por la inestabilidad del sello en mi cuerpo-

-Si crees que mi hijo conserva algún rencor en tu contra estas equivocado, Naruto es de esas personas incapaces de guardar rencor hacia alguien, en especial a alguien quien considera su amigo- Chieko se tomo el atrevimiento de posar su mano cálida sobre el puño cerrado de Gaara, mas se sintió aliviada cuando este no rechazo el contacto- Mas no puedo terminar de entender ¿Celos?-

El pelirrojo se sonrojo un poco, su cuerpo tenso relajándose al sentir el leve masaje en su puño, aflojando su agarre y dejando que sus palmas compartieran calor.

-Cuando te conocí fuiste la primera persona que se acerco a mí con solo puras intenciones de ayudar; tus acciones me transmitieron una calidez que nunca en mi vida había sentido, un sentimiento de seguridad y calma cada vez que me sostenías en tus brazos, además que fuiste la única en poder calmar a la bestia que llevo dentro permitiéndome dormir como nunca antes lo había hecho- sus ojos turquesas mirando fijamente a los pozos de oro- Sentí celos cuando Naruto demostró ser un Jinchūriki como yo en medio de los exámenes y tú en vez de asustarte o mostrar rechazo estabas feliz, eras la imagen viva de una madre orgullosa de su hijo, algo que nunca tuve y deseaba profundamente que fuera mío… una madre-

El contacto cálido en su mano desapareció, su corazón tembló al pensar que se había excedido en su confesión, mas la confusión que sintió al ser acunado con cariño en un cuerpo cálido le hizo olvidar los sentimientos tristes. Chieko lo envolvía con una ternura que añoro todo este tiempo, los pocos recuerdos que tenia donde él era solo un niño somnoliento entre sus brazos arrullando su corazón, sus brazos temblando levemente al corresponder el gesto envolviendo sus brazos en la estrecha cintura femenina.

No hizo faltas más palabras, se quedaron así hasta que el sol se escondió en medio de las dunas, las manos de la mujer acariciando dulcemente los cabellos rojos del joven líder que hace poco dejo de llorar en silencio, disfrutando callado los tiernos gestos.

Chieko sonrió relajada, calmando la sed de cariño que posee Gaara quien como un pequeño gatito se restregaba en busca de más caricias, bastante alagada por lo que declaro implícitamente el niño en sus brazos.

``A mi también me gustaría ser tu madre pequeña gardenia´´.


-¿Kenji-san?-

-¿Mm? ¿Qué pasa?-

Un grupo de cuatro descansaba en medio de un bosque, a un paso de la frontera entre el País del Fuego con el País del Viento, conformado por un adulto y tres jóvenes, viajando en búsqueda de aprobar los exámenes chūnin.

-Podrías…esto… ¿Contarnos historias de Okāchan en su otra vida?-

Le sorprendió al rubio ceniza la repentina inseguridad que mostraba su sobrino (él y Chieko se consideran hermanos desde su otra vida, obviamente el chiquillo que crió como hijo lo consideraría su sobrino), sus ojos verdes mostrando su curiosidad ante la pregunta.

-¿Qué quieren saber? Pensé que ya les había contado todo-

-Bueno, si nos contó, pero mas fue un resumen de su vida y ciertamente nos sentimos incómodos al preguntarle algo tan personal cuando siempre lleva cargando esa mirada distante cuando cree que no la vemos, es como si siempre cargara con una gran tristeza y nos frustra, me frustra, no saber el porqué…-

-Oh, no les dijo- Kakashi, Sasuke y Naruto le miraron algo confundidos ante el tono que uso -¿Alguna vez le preguntaron directamente sobre su vida amorosa?-.

-No… ¿Qué tiene que ver?-

-Ya veo; es mejor que la próxima vez que estemos en casa le pregunten directamente, eso es algo que no me corresponde contar-

-¡Pe-pero Kenji-san!-

-No, saben perfectamente que si ella deseara habérselos contado ya lo hubiera hecho, así que no es mi lugar revelar algo que ella no desea hacerlo todavía, pero puedo decirles con seguridad que si le preguntan responderá, odia las mentiras con todo su ser como para ser capaz de ocultárselos si le piden directamente-

-¿Por lo menos puedes decirnos la razón por la que siempre parece cargar con un profundo pesar?-

Ahora fue Kakashi quien le hablo, los ojos verdes denotando con facilidad la genuina preocupación del hombre y  de los muchachos, haciéndole ceder mientras suspiraba resignado.

``Perdóname Sam pero ellos merecen saber, se preocupan demasiado por ti, eres importante para ellos por lo que si te enojas es mejor que sea solo conmigo, ya estoy acostumbrado a tus enojos´´.

-Un corazón roto-

El silencio que le siguió fue sepulcral, la palidez en los rostros ajenos contrastando con su expresión estoica.

-¿Corazón…roto?-

Sasuke cuestiono, una pesadez instalándose en el fondo de su estómago al ver la expresión inmutable del rubio ceniza, temiendo lo que iba a decir a continuación.

-Sí, un corazón roto- Kenji llevó su mano diestra hasta su cuello, jugueteando con la placa que allí lleva colgando- Hubo alguien muy importante en la vida de Chieko, fue alguien que le ayudó a superar todos los traumas que ocasionó la guerra en ella, le ayudó a sobrellevar las muertes de sus seres queridos y le enseñó a superarlo, mas nunca se dio cuenta de algo tan importante: enseñarle a superar su propia ausencia. Cuando murió quedó devastada, apenas y pude ayudarla a salir del pozo de absoluta oscuridad en el cual se hundió, más nunca volvió a ser la misma por completo después de eso, encerrándose en sí misma y ocultando su dolor porque piensa que es inútil ante el sufrimiento de los demás, llegando hasta el punto en que ocultó su enfermedad por años; si no fuera porque yo investigue después de su muerte jamás me hubiera enterado que estuvo enferma en primer lugar- soltó una risa seca, amarga ante el recuerdo de su yo de otra vida leyendo con ojos aguados los expedientes médicos de su mejor amiga, su hermana, que con lujo de detalles explicaba los dolores crónicos que sentía y los cócteles de medicinas experimentales a los que se sometió con tal de seguir luchando.

Nadie más dijo palabra alguna en lo que quedaba de la noche, todos pensando las duras palabras que soltó el revivido, habiendo empatizado con la frustración que llegó a sentir el hombre porque ellos mismos la sienten cuando Chieko se sacrifica de forma altruista sin pensar un segundo en su propia vida, llegando a extremos peligrosos y casi sin retorno ante su accionar desinteresado.

Reflexionaron toda la noche, pensando seriamente si era buena idea seguir escarbando en la vida pasada de la mujer que curó las heridas de sus almas con su cariño incondicional y amor abnegado y sincero.

Pero… ¿Cómo podrían ayudarla a sanar aquello que le pesaba en lo más profundo de su alma? Querían devolver aunque sea un poco de los que ella les da, querían saber de cada una de las cicatrices que poseía su corazón, solo para poder ser capaces de consolar y curar como ella siempre lo hizo con ellos. Deseaban ser capaces de curar aquello que le aflige con tanta tristeza, deseaban ser lo suficientes para hacerle olvidar su dolor para siempre.

Podían desear todo lo que quieran, mas solo Chieko es la única que decidirá si dejarlos entrar a las profundidades de su herido corazón, aquel que sabe que ya no existe y que solo un frío vacío existe en su lugar.

Solo el tiempo lo dirá.


El sol castigaba fuertemente sobre el desierto, cuatro figuras caminaban sobre las calientes arenas en dirección a las grandes puertas de Sunagakure. Dos figuras esperaban tranquilos en la entrada la llegada de estos, la más alta sonriendo radiante con sus irises dorados brillando desde la distancia.

Las cuatro figuras apuraron el paso, algo desesperados de encontrarse con aquella figura en las puertas. Al llegar fueron recibidos con euforia, la pelinegra abrazándolos a todos además de dejar castos besos en las mejillas enrojecidas por el calor. Su acompañante no tardo en llevarlos a todos a la oficina del Kazekage, por órdenes del mismo.

El rubio menor no tardó en llenar el silencio de la caminata con una conversación ociosa con su madre, contándole todo lo que ocurrió desde que se fue hasta su viaje (omitiendo cierta charla). La mayor le asentía sonriendo inconscientemente, sus ojos exudando amor hacia el niño que crió como suyo, siendo esto visible para cualquiera que los viera caminar encerrados en su mundo.

Una vez la presentaciones fueron hechas Gaara los despidió deseándole buena suerte para mañana y dándole las llaves del departamento que ocuparían lo que dure su estadía; quedándose atrás los dos amigos con la pelinegra.

Salieron después de un par de horas, si alguien noto los ojos rojos de los dos Jinchūriki o vieron como caminaban cada uno tomado de las manos con la espadachín pues nadie lo comento, guardándose esa imagen de una madre paseando con sus hijos dentro de los más profundo de sus memorias.

Al anochecer cenaron todos juntos, Kakashi junto a Chieko aconsejando a los muchachos para los próximos días, cada uno contando sus experiencias en los exámenes chūnin para ayudarles a esperar lo que sea. Cuando la luna estuvo en lo alto todos se desearon las buenas noches, el par de hermanos quedando solos sentados en el alfeizar de la ventana admirando a la reina de las noches iluminando las solitarias calles de Suna, fumando un cigarrillo que el rubio trajo consigo.

-No le contaste sobre Dean-

La pelinegra dio una calada al cigarrillo, exhalando el humo toxico de sus pulmones después de unos segundos contemplando la noche.

-No lo vi necesario-

Le paso el cigarro a su acompañante, este mismo dando una profunda calada mientras pensaba en lo que diría a continuación, soltando el humo a través de su nariz.

-No me mientas, ni siquiera le mostraste su placa que llevas siempre con la tuya-

Apago el cigarro, dejando que el silencio los envuelva mientras los rayos lunares iluminaban sus figuras quietas, uno esperando una respuesta y la otra sin saber que responder.

-¿A qué le temes?-

Eso le tomó por sorpresa, sus irises dorados mirando incrédula a su amigo, su hermano, mientras este seguía con su mirada verde en las calles desiertas de la aldea. Lo miro de arriba abajo, tratando de descifrar hasta dónde quiere llegar con esto. Tardo unos segundos, mas su mirada se opacó al entender el porqué su cuestionamiento repentino.

-Ellos te preguntaron ¿Cierto?-

El rubio ceniza suspiro, sus gemas verdes encontrándose con los pozos de oro, sin sorprenderse en nada cuando ella captó sus intenciones con la charla.

-Si- tomo la mano de su contraria, admirando la fina línea clara que cruzaba por su palma, acariciándola con el pulgar- Mas no contestaste mi primera pregunta Sam-

-Caden…- suspiro, entrelazando sus dedos en un agarre suave pero seguro- No tengo miedo, lo que siento es algo completamente diferente…No sé cómo describirlo con palabras pero si tuviera que hacerlo creo que lo que mejor lo describe es…decepcionada-

El menor atrajo a la mayor en un abrazo apretado, esta misma dejándose llevar por quien considera su único pilar inquebrantable, quien le siguió incluso en la muerte, demostrando su lealtad hacia ella y hacia aquella hermandad que nació en los barrios profundos de Queens que luego se fortaleció en algún bunker enemigo cuando arriesgaron sus vidas para rescatar al otro.

-¿Por qué?-

Ella apretó su agarre, hundiendo su nariz en el cuello descubierto de su hermano, el aroma fresco a menta mezclado con un tono picante de sándalo llenando sus pulmones relajándola; no se había dado cuenta de cuánta falta le hizo estar así con él, solo los dos abrazados sosteniéndose firmemente aun si el otro está a punto de romperse; necesitando solo de ellos juntos para afrontar hasta el infierno mismo de pie hasta el final.

-Yo… anhelaba morir, porque si existiera aunque sea la mínima posibilidad de volver a encontrarme con ellos, con él, entonces lo valía; aun si me llevara mil años en el purgatorio para expiar mis pecados y al fin reunirme con Dean, pues valdría la pena- su abrazo se afianzó, un leve temblor haciendo presencia demostrando el desastre que era en realidad su interior- Pero no fue así, me enviaron aquí y a pesar de que estoy agradecida con la segunda oportunidad y de haber encontrado una familia…hay algo que me falta, que se que jamás será llenado, por lo menos hasta que pueda despedirme correctamente o encontrarme con él para nunca más separarnos- su voz se quebró un poco al final de la oración, sus ojos aguados ocultos en su refugio personal, mientras su amigo peinaba con dulzura sus largos cabellos negros- Tenía esperanzas de que nos volveríamos a encontrar, incluso pensé por unos segundos antes de caer aquí que él me estaría esperando, que ambos estaríamos juntos en este nuevo mundo-

Las lágrimas cayeron sin su permiso, suspirando entrecortado al admitir en voz alta sus sentimientos contradictorios y oscuros que tanto se esforzaba en mantener ocultos bajo mil llaves y cadenas en el fondo de su ser.

-No sabes cuánto me duele Caden, no sabes cuánto sufre mi corazón al ver reflejos de Dean en mi mente, ver como hubiera encajado perfectamente en nuestra familia, en tan solo pensar lo feliz que sería de criar a Naruto como nuestro, de pensar que incluso le podríamos haber dado hermanos…Me duele ver cuanta falta me hace, mi alma llora al extrañar su calor, su presencia…No sabe cuán culpable me siento de haberme enamorado de Shisui, de manchar su memoria…No sabes cuánto me duele, me lastima el solo pensar que un día lo olvidaré, que un día ya no podré recordar su voz, su rostro, su amor... No sabes cuan vacío está mi pecho desde el día que se marchó-

Chieko lloro, dejo sus lágrimas fluir sin penas como el día en que pelearon en medio de la lluvia, Kenji pasando sus dedos suavemente sobre la abundante cabellera negra mientras afianzaba su agarre en la estrecha cintura de la mujer, siendo capaz de oír el débil llanto de su hermana al tenerla cerca de su oído, ya que hace tiempo la mujer se acostumbró a llorar el silencio. Dejo que se descargara, sintiendo sus ojos húmedos pero controlándose, la amaba tanto que su dolor era suyo, sintiendo su corazón sangrar ante cada jadeo silencioso que dejaba salir la mujer entre sus brazos.

Así los dos hermanos se quedaron abrazados acunados bajo la suave luz de luna, sintiendo sus almas unirse después de tantos años separadas, encontrando al fin consuelo en sus presencias cálidas.

Ignorante fueron de su oyente, quien sostenía con fuerza su mano sobre su pecho arrugando la tela ante su inestable agarre, sus cabellos peliplata cubriendo sus ojos llorosos ante lo que descubrió esta noche sin querer.

Realmente era mejor no saber nada, sus pensamientos derivaron en su alumno apático, quien hace tiempo anhelaba poder amar libremente a la mujer que ahora sabe sufre por un amor que perdió hace tiempo.

``Sasuke, lo siento tanto…´´.


Estar en medio del Kazekage y la Godaime viendo desde las alturas los combates entre los sobrevivientes de las pruebas anteriores le trajo un sentimiento nostálgico, riendo internamente ante las similitudes casi escalofriantes entre las dos situaciones.

``Incluso ahora tengo que estar alerta ante cualquier señal extraña, solo falta que Hiruzen esté sentado a mi lado para que todo sea igual´´.

Zabuza y Haku le miraron intrigados, el mayor arqueando una de sus cejas al ver el brillo de diversión en los ojos dorados. Solo les sonrió con picardía, estando bastante calmada ya que los combates de sus muchachos ya ocurrieron y los tres ganaron con demasiada facilidad; se abstuvo de gritar como la última vez ya que, aunque le gustara demasiado avergonzarlos, eran ya unos jovencitos que estaban mostrando sus habilidades al mundo y no hacía falta sus alientos eufóricos.

Gaara junto con Tsunade hablaban en voz baja sobre quienes serían los próximos en ascender de rango cuando lo sintió, parando todo a su alrededor cuando extendió su brazo bruscamente llamando la atención de todos. Antes de que cualquiera se diera cuenta desenvainó sus tres espadas y corrió hacia el barandal, usándolo de soporte para saltar sobre él y elevarse hacia el cielo mientras realizaba cortes horizontales subiendo aún más, su larga coleta meciéndose con las fuertes ventiscas que provocaron las explosiones detrás suyo, las arañas de arcilla detonando cuando fueron cortadas por la mitad.

-Santōryū: Daibutsu Giri (Estilo de tres espadas: Corte del Gran Buda)-

Mientras descendía vio un gran pájaro volando bajo el sol, distinguiendo de cerca la larga cabellera rubia junto a una sonrisa maniática. Gruño por lo bajo, lamentándose el no haber marcado con su sello marcador al terrorista explosivo la última vez que se enfrentaron, teletransportandosé de vuelta a su lugar frente a los Kages.

-Ya están aquí-

Fue lo único que pronunció, desapareciendo entre destellos dorados en búsqueda del marionetista, confiando en que seguirán los pasos de su plan al pie de la letra, sonriendo ladinamente al ver como sus muchachos junto a los ninjas de Suna trabajaban en conjunto para proteger a los civiles, dejando al hombre bomba a manos de Kakashi, Zabuza y Haku, las habilidades de este último siendo una gran ventaja contra las explosiones.

Se movía como un rayo dorado entre la ciudad entera, sonriendo cuando otro rayo de color verde neón* aparecío a su lado, chocando puños con Kenji para luego ambos desaparecer entre destellos dorados y verdes neón en búsqueda del terrorista de las marionetas. Los pelos de su nuca se erizaron, saltando unos segundos antes de que una gran cola de escorpión se estrellara en su lugar.

Aterrizó con elegancia enfrentándose a la figura encorvada de Hiruko, el rubio ceniza aterrizando a su lado, mirándola de reojo mientras asentían entre sí.

-Akasuna no Sasori (Sasori de la Arena Roja)-

-Kogane no yūrei (Fantasma dorado)- los ojos muertos de la marioneta le miraron de arriba abajo, siguiendo con su compañero- Tetsu no ashi (Pierna de hierro)*-

No pudo evitar que una sonrisa lobuna y salvaje se dibujara en su rostro, sus ojos dorados brillando hambrientos ante la expectativa de una buena pelea, sintiendo las mismas vibras de excitación venir de su amigo y de su contrincante. Antes de que alguien pudiera intervenir cientos de agujas salieron disparadas a su dirección desde Hiruko, los dos soldados desapareciendo un segundo antes de que llegaran a ellos entre destellos dorados y neón, apareciendo sobre la marioneta con ambos preparando ataques de pura fuerza bruta, logrando quebrar la cola envenenada con sus golpes combinados de puño y patada.

Sin darle tiempo a recuperarse de la impresión Chieko realizo a gran velocidad unos sellos conocidos, aprovechando la arena en su entorno.

-Shōton: Kurisutarushī (Elemento cristal: Mar de Cristal)-

La arena a su alrededor se cristalizo completamente, el marionetista obligado a saltar lejos del cristal dorado emergente, actuando como la mujer quería. Su mano derecha realizo un sello mientras la otra tomaba un kunai y se lo lanzaba a Kenji, este mismo rodeando de chakra el arma para cortar los hilos que venían a su dirección*.

-¡Shōton: Shi no ame (Elemento cristal: Lluvia de muerte)!-

El cristal se quebró en mil pedazos en forma de lanzas de doble punta, cayendo desde todas las direcciones sobre Sasori quien no pudo esquivar a tiempo el ataque.

Ambos amigos cayeron con gracias, expectantes. Cuando los cristales dejaron de caer se vio la marioneta de Hiruko completamente destruida, mas la persona que lo controla estaba ileso parado frente a ellos mirándolo con ojos inertes, más un brillo extraño cruzando por esos orbes café ceniza.

-Vaya, realmente no decepcionan-

Sasori les miraba directamente, un escalofrió recorriendo sus cuerpos ante las expectativas de la batalla por venir. Antes de que pudieran seguir otra figura apareció al lado del pelirrojo, su compañero artista sonriendo maniático al presenciar la figura de la pelinegra.

-Debería haber supuesto que el Deidara que apareció era solo un clon-

Deidara se carcajeo, sus manos con bocas masticando arcilla vorazmente.

-Bueno Chieko-chan, no me perdería un encuentro contigo por nada, en especial ante la linda advertencia que nos diste-

-Es que saben que me gusta pelear en igualdad de condiciones-

La sonrisa del escultor se borro, dejando ver el odio y el rencor que tenia contra la mujer. Antes de que pudiera atacar un brazo le detuvo, Sasori viendo fijamente a la fémina.

-Tú pelea con él, yo peleare con ella-

-Sasori no Danna-

-No, ya peleaste con ella y apenas sobreviviste, si no fuera por Hidan es probable que hubieras perdidos más que un solo ojo-

Deidara gruño audiblemente, mas resignado acepto lo que dispuso su compañero, moldeando un tipo de monstruo alado y con un sello de mano aquella figura de arcilla creció considerablemente de tamaño, subiendo de un salto al monstruo.

-Vámonos de aquí niño bonito, solo vamos a estorbar-

Kenji arrugo su entrecejo, un poco ofendido al oír el apodo deniño’. ``Mocoso impertinente tengo más años que tú existiendo en esta vida de mierda´´. Antes de que pudiera contestar Chieko le palmeo el pecho, sus ojos encontrándose por unos segundos antes de asentir al unisonó, tomando entre su diestra el pequeño cristal que le dio sutilmente con ese movimiento casual*, desapareciendo entre destellos neón yendo detrás del terrorista explosivo.

Los dos ninjas se quedaron solos en medio de aquel claro en donde terminaron, bastante alejados de los edificios de la aldea. A pesar de su gran ventaja con los elementos Chieko prefirió desenvainar sus espadas, una muestra de respeto a su rival al reconocer su fuerza. Sasori parece que entendió sus razones, un brillo particular asentándose en sus orbes cafés.

Sin decir nada el enfrentamiento dio comienzo, la pelinegra bailando en medio de los aires esquivando el gran arsenal del pelirrojo, conociendo que un solo corte seria su fin, sabiendo de primera mano que con la advertencia que les dio seguramente mejoro sus venenos para ser el triple de letales. Sus espadas silbaban ante cada corte que realizaban, sus ojos dorados brillando al usar la energía natural libremente.


Restos de marionetas estaban dispersos por todo el lugar, marcas en forma de garras humeantes sobre la tierra, el sonido estridente de metal chocando contra metal, destellos dorados cegando ante los chispazos que salían de las armas chocando entre sí constantemente. Este era el escenario con los que los shinobis de Konoha se encontraron.

Chieko repelía los senbon con sus espadas, moviéndose con gracias entre los restos de marionetas del Aka Higi: Hyakki no Sōen (Jutsu Secreto Rojo: Aparición de las Cien Marionetas), rebanando como mantequilla a otra marioneta mientras saltaba girando sobre si esquivando otra lluvia de senbon. A pesar de que ya había destruido más de la mitad era consciente que eso solo le ayudaba a Sasori a mejorar su control sobre el resto, sus ataques siendo más certeros y mortales. Lanzo a Shūsui con fuerza atravesando a tres marionetas mas, con su mano libre golpeo otra marioneta que trato de atravesarla por detrás quebrándola en mil pedazos, teletransportandosé para recuperar su espada y seguir.

Sasori no podía negar que estaba extasiado, esa sola mujer le obligo a usar su mejor técnica y aun así le seguía dando pelea esquivando sus cuchillas envenenadas y destruyendo con su kenjutsu a sus creaciones, algunas veces alternando con sus puños sintiéndose más emocionado al darse cuenta que era pura fuerza, sin nada de chakra encima.

Los testigos no podían caber en su asombro, la mitad de la unidad ninja viéndolos pelear desde lejos, la otra mitad admirando la pelea entre los dos rubios. Sasuke, Naruto, Zabuza, Haku, Kimimaro y Kakashi veían boquiabiertos el encuentro, pudiendo comprobar por ellos mismo los avances que logro la pelinegra en estos años separados, admirando sus movimientos coordinados mientras parecía volar en el aire, una belleza mortal en todos sus sentidos.

Los vellos de todos se erizaron ante la presión que de repente se sintió en el aire, los ojos de Chieko brillando como dos luceros mientras realizaba su ataque al girar sobre si con sus espadas.

-¡Kokujō: Ō Tatsumaki (Kalasutra: Gran Espiral de Dragón)!-

El aura de un dragón oriental se formo a sus espaldas, un gran y poderoso tornado se formo arrasando con todo a su paso, los ninjas que estaban de espectadores  obligados a retroceder al verse amenazados por el poder destructivo de la técnica, admirando entre aterrados y fascinados como el tornado terminaba de destruir al resto de las marionetas de una sola vez. Incluso Sasori se vio obligado a buscar refugio antes las cortantes y fuertes ráfagas del ataque, viendo encantado tal espectáculo de poder.

Pasaron varios minutos antes de que el ataque se disipe, las marionetas cayendo con un ruido sordo sin posibilidad de volver a ser usadas, Chieko erguida orgullosamente en medio de todo el caos que provoco, Sasori admirando tal destrucción. Sin decir nada la pelinegra empezó a correr en su dirección, dispuesta a acabar con todo de una vez, el pelirrojo levantando sus brazos y soltando poderosas llamaradas de fuego en su dirección, la mujer teletransportandosé lejos, una parte de las mangas de su kimono quemándose levemente. Respiraba un poco agitada, el pelear contra cientos de enemigos a la misma vez le cobraría factura a cualquiera.

-Veo que no eran solo mitos sobre la capacidad destructiva del Santōryū-

-Lo tuyo tampoco eran mentiras, tu habilidad es incomparable-

Sasori solo sonrió, ambos volviendo a chocar cuchillas soltando chispas por la fricción. Se separaron en un salto, analizando a su oponente.

-Sera un honor morir por tus manos Kogane no Yūrei-

-Lo mismo digo Akasuna no Sasori­-

Los dos avanzaron al mismo tiempo, Sasori sacando sus antebrazos rebelando cuchillas escondidas apuntando directo a la espadachín, Chieko llevando adelante a Yubashiri y Shūsui apuntando hacia el marionetista, el aura de un buey demonio formándose a sus espaldas.

Sangre voló.

Sasori viendo incrédulo sus cuchillas partidas, Yubashiri protegiendo el vientre de su maestra reluciendo ante la energía que despedía, Shūsui clavada sin piedad en lo único humano que aún conservaba, su corazón. Se dejo caer sin fuerzas sobre el cuerpo femenino, aun con su cuerpo artificial podía sentir el calor que este desprendía, cerro sus ojos por última vez con una pequeña sonrisa en sus labios, satisfecho con su final.

Chieko dejo sus espadas a un lado, tomando con cuidado el cuerpo inerte del marionetista mientras bajaba despacio, llevando consigo el cuerpo mientras se arrodillaba en el suelo destruido, dejando con suavidad el cadáver sobre la tierra maltratada, acomodando con algo parecido al cariño el flequillo rojo del artista, mandando una oración a los cielos por el alma lastimada de su rival.

Levanto una de sus rodillas, apoyando su brazo derecho mientras el otro guardaba dentro de sus vainas a sus katanas, mirando con ojos opacos el cielo despejado, cerrando sus ojos un segundo al sentir los rayos del sol sobre su piel. Se levanto con cuidado, observando el escenario que dejaron.

A lo lejos vio un pájaro gigante volar, sonriendo suavemente cuando a los segundos unos destellos neón aparecieron a su lado, los irises de oro encontrándose con unos esmeraldas, hablando entre ellos sin usar palabras, entendiendo lo que sus corazones deseaban transmitir al otro.

``Estoy aquí´´.

``Lo sé´´.

-¡Okāchan!-

Los viejos amigos giraron al mismo tiempo sus miradas, encontrándose con todos (incluso los Kages) yendo hacia ellos.

-Okāchan ¡Eso fue increíble, dattebayo!-

Chieko solo rio entre dientes, posando su mano sobre los alborotados cabellos de su hijo, mirándolo con profundo amor expresado en sus ojos, Kenji a su lado suavizando su expresión con cariño.

-Chieko, Kenji ¿Están bien?-

Tsunade ni bien llego les pregunto directo, la mayoría notando ahora los rasguños en su ropas más la tela quemada, mas ninguno de los dueños poseía marcas o heridas visibles.

-Estamos bien Tsunade-sama-

La rubia se relajo considerablemente, se había preocupado al ver los efectos del veneno de Sasori en Kankurō, por suerte logro intervenir cuando los demás medico de Suna no pudieron encontrar el antídoto para el veneno además de lograr extraerlo con éxito del cuerpo del muchacho. Igual reviso por pura rutina a los jóvenes frente suyo, suspirando internamente al verificar que no tenían nada.

Chieko rápidamente se puso en modo capitana, como le decían en chiste su viejo escuadrón, pidiendo reportes inmediatos y ladrando ordenes sin piedad contra los pobres ninjas de Suna, ignorante de cómo todo el pueblo se reunía a su alrededor para luego ovacionarlos, coreando sus nombres junto al de su Kazekage, felices de haber ganado y haber salido casi ilesos de este ataque; su familia viendo divertidos como la vergüenza de la mujer se expresaba en un tierno y pequeño sonrojo en sus mejillas, el rubio a su lado sonriendo radiante mientras envolvía con un brazo los hombros de la pelinegra.

Hoy ganaron la batalla, podían darse el pequeño lujo de descansar.

¿Verdad?


Toda la comisión de Konoha se encontraba lista para partir de nuevo a su hogar, parados en la entrada de Suna con el Kazekage y sus hermanos despidiéndose.

Siendo típico de su hijo cuando Gaara le extendió la mano para despedirse él la tomó solo para darle un firme tirón y abrazarlo correctamente, el pelirrojo confundido un poco al principio solo para después copiar las acciones del rubio energético. Cuando Naruto lo soltó le sonrió radiante, prometiendo volver a verse y que solo le espere porque ya llegara su turno de ser Hokage.

Cuando llego el turno de Chieko ella directamente le abrazo, Gaara aceptando de buena gana el abrazo inundándose de su esencia floral, acurrucándose sobre su calor. La mayor dejo que sus dedos vagaran en la cabellera del menor, dejando dulces caricias. Algo reacio se separo de la mujer, dejando que esta fuera a despedir a sus hermanos.

Si no fuera que Naruto le explico todo a Sasuke, este mismo hubiera reaccionado de una forma algo violenta al acercamiento y comportamiento de Gaara con Chieko, solo llegando a erizarse como un gato enojado cuando vio el abrazo.

Así los shinobis de Konoha dejaron Suna, entre risas y comentarios sarcásticos, mientras el peliplata observaba callado todo desde la retaguardia, tratando de entender como hacia la pelinegra para ocultar tan bien su dolor debajo de sonrisas radiantes y risas estruendosas, cuestionándose si era buena idea dejar que sus alumnos siguieran con el plan de interrogarla al llegar a casa, inseguro de cómo tomaran la verdad tras su pena.

¿Sera lo correcto?

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