
Preludio
En medio de un profundo bosque, dos viejos amigos conversaban entre sí, terminando de armar su plan. Cuando terminaron, caminaron juntos de vuelta al hogar de la mujer, donde sus dos pupilos le esperaban. La joven iba tarareando una melodía tranquila, arrulladora. Su amigo se dejo llevar por su dulce voz, aquella melodía extraña resonando en sus oídos.
Los tarareos de la mujer los envolvían en una suave melodía, aquella canción de cuna que de pequeña aprendió para calmar a su hermano saliendo por si sola de su boca, zumbidos agradables evocando recuerdos agridulces en su memoria. Aquel hermano que creyó muerto, que perdió y recupero, por el cual derramo amargas lagrimas en una tumba vacía porque no habían encontrado su cuerpo entre los restos quemados de aquella iglesia, solo para descubrir en su umbral de muerte que seguía vivo y odiándola por haberlo abandonado. Tuvo suerte de llegar a él, de saber cómo obtener su perdón y tratar de recuperar el tiempo perdido en el poco que le quedaba. Su corazón apretó dolorosamente su pecho al recordar vívidamente el llanto desgarrador a través del comunicador en su oído, pidiéndole que volviera con ellos al jet.
La melodía poco a poco fue terminando, justo cuando llegaban a sus jardines llenos de coloridas flores bien cuidadas. Avanzaron por el camino de piedra hasta la puerta corrediza que conectaba con el interior del hogar. Dejaron sus zapatos allí, después irían a buscarlos. Fueron hasta el comedor, oyendo desde su posición como Zabuza peleaba con los menores sobre quien debía lavar los platos hoy. Chieko sonrió suavemente, aquella tristeza que siempre portaba desvaneciéndose un poco al recordar que aquí tenía una nueva familia de la cual cuidar.
Su hermano seguía vivo en su otro mundo, sano y salvo de las guerras, con un futuro brillante por delante, se había asegurado de ello.
Decidieron irrumpir en la cocina antes de que otro desastre ocurriera, el plomero los amaba de tantas veces que lo llamaron, seguramente con ellos solos ya tenía pagado hasta el alquiler.
Unos cuantos gritos y golpes en la nuca después, los muchachos junto a los jōnin estaban tranquilamente sentados en el comedor, en la mesa unas tazas de té humeaban en las manos de sus dueños, calentándolas.
-Hemos estado hablando con Kakashi sobre como deberán seguir a partir de ahora hasta la tercera prueba- los chicos rápidamente prestaron absoluta atención a los mayores -Cada uno entrenara por su cuenta hasta el día del examen-
-¿Y entonces con quien entrenaremos?-
-Sasuke se irá conmigo-
El peliplata hablo, mirando fijamente a su alumno en busca de objeciones. El azabache solo lo miro y asintió desinteresado.
-Y Naru-chan conmigo-
El par madre e hijo sonrieron al unisonó, Kakashi dándose cuenta de la minúscula muesca de inconformidad de Sasuke, además de sus ojos estrechados en celos. Gimió internamente, le esperaban días duros.
La noche tranquila calmaba su mente caótica; no podía dormir por lo que decidió dar un paseo en el bosque detrás de su hogar, su Shakuhachi girando entre sus dedos en un movimiento vago e inconsciente. Freno al sentir un chakra conocido, mirando de reojo detrás suyo. Espero unos segundos a que le alcanzara, oyendo como aquellos pasos conocidos se detenían a su lado.
-Es muy tarde Haku-kun-
-Sentí cuando saliste de la casa y quise comprobar que estabas segura-
Chieko sonrió, dejando unas cuantas palmadas en aquella melena oscura como la suya.
-No era necesario, solo no podía dormir y pensé que una caminata me ayudaría a conciliar el sueño-
Haku disfruto un poco más de las caricias, sus ojos chocolate fijos en el rostro femenino. Se relajo visiblemente, apoyando su mejilla en aquella cálida mano que descendió de sus cabellos a su rostro, acunándolo con dulzura.
-¿Quieres oír una canción?-
El asintió tranquilo, hace tiempo que no la escuchaba jugar y ya lo extrañaba. Sabía que estaba ocupada con todo lo de los Exámenes Chūnin pero se había acostumbrado tanto a su presencia y a su música que ahora que estaban por ser absueltos, con su periodo de prueba casi por terminar quería pasar todo el tiempo que pudiera a su lado.
Los dos se sentaron en el suelo cubierto de hierba, apoyándose en un tronco de árbol grueso. Para su sorpresa Chieko no llevo el Shakuhachi a sus labios, dejándolo tranquilo en su regazo, quedándose anonadado cuando la pelinegra empezó a cantar*.
‘El mar de plantas de arroz se agita a lo lejos, a lo lejos
Iza la vela, iza la vela y ve hacia los recuerdos a los que aspiras
¿Recordamos toda la tristeza que hemos tenido hasta hoy o la hemos olvidado?’
La voz cubría el silencio del bosque como una marea cubriendo la arena, tranquila, serena; su voz era tan suave y clara, lo envolvía entre sus notas como una dulce caricia, tocando su alma con manos desnudas.
‘Incluso en esa pequeña mano esta la fuerza para superarnos sin darnos cuenta
Caminó desde el día que estuvo llorando bajo las uvas madurando
Aunque esa mano sea pequeña y nos suelte iremos por este camino
Un día llegará el momento en que deje el primer recuerdo’
Su voz se elevo unas notas, cantando las letras con emociones sueltas como nunca lo hace frente a los demás, dejando que sus sentimientos hablaran a través de la canción.
‘Las estaciones cambian y el viento frío
se cubre y duerme dentro de esa canción de primavera’
Haku no pudo evitar recostarse en el hombro de la mujer, cerrando sus ojos dejándose llevar por la voz tan hermosa que ella ocultaba de los demás, sintiéndose afortunado al saberse alguien digno de escucharla.
‘Incluso en esa pequeña mano esta la fuerza para superarnos sin darnos cuenta
En sus mejillas húmedas se reflejaron tantas sonrisas
Aunque esa mano sea pequeña y nos suelte iremos por este camino
y entonces vendrá el día en que nosotros también dejemos los recuerdos’
Otra vez canto el estribillo con fuerza, dejando que su voz mostrara sus sentimientos. La canción reflejaba lo que deseaba en estos momentos, a pesar de saber lo que se viene eso no evita la incertidumbre y el miedo de que las cosas cambien. Ella venia de un pasado triste pero con momentos que atesoraría por siempre, pero ahora tenía este presente, donde tenía una familia, un hijo del cual querer y cuidar con su vida. La canción reflejaba sus pensamientos nocturnos, el cómo saber que alguien tan pequeño algún día se convertiría en la fuerza que cambiaria el mundo; y si por cosas del destino sus caminos se separasen ella siempre tendría la certeza de que se encontraran de nuevo porque ella siempre lo estaría esperando.
‘Aunque esa mano sea pequeña algún día nos superará
Por fin llego el día en que una nueva estación comenzó’
La voz se fue apagando poco a poco, la última nota haciéndola durar más de lo debido para terminarla con la suave brisa nocturna llevándose las últimas palabras.
Haku se acurruco más en su hombro, Chieko rodeando el cuerpo menudo del adolescente con su brazo, permitiéndole descansar en la unión de su hombro y cuello. Quedaron cubiertos en un silencio acogedor, el adolescente sintiendo como el sueño llegaba de a poco a su cuerpo.
-¿Haku-kun?-
-¿Si, Chieko-san?-
-¿Quieres ser mi hermano oficialmente?-
Abrió sus ojos chocolate incrédulo, separándose lo suficiente de la calidez para ver el rostro de la mujer, sintiendo las lágrimas juntarse al ver la amorosa mirada junto a aquella sonrisa pequeña pero tan radiante de la pelinegra, sintiendo como la mano un poco más grande que la suya acariciaba sus cabellos dulcemente. Las palabras se atoraron en su garganta, un pequeño y frágil ‘Si’ logro formular entre aquella bruma intensa de emociones desbordantes, sintiendo su pecho explotar de amor al ser acunado con delicadeza en aquel pecho que lo protegió y le salvo de la muerte.
-Si quiero ser tu hermano Onēchan-
-Y yo tu hermana Otōto-
Los dos pelinegros se quedaron abrazados por un tiempo largo, Haku acurrucado en el cálido pecho de Chieko, siendo arrullado por los latidos del corazón de la mujer que le dio lo que creyó perdido para siempre, una familia.
Al amanecer todos conocerían al nuevo integrante oficial de la familia más rara de Konoha, pero también la más leal y amorosa de todas.
Ena Haku, hermano menor de Ena Chieko y tío de Uzumaki Naruto.
El calor les rodeaba de forma agradable, estaban en un sector privado de las aguas termales que Chieko previamente había alquilado para el entrenamiento de hoy.
-Bueno Naru-chan, es hora de empezar-
-¡Estoy listo Okāchan, Dattebayo!-
El entusiasmo vibrante de su hijo le provoco una sonrisa cálida, recordando cuando era solo un pequeño bebe en sus brazos.
-¿Tienes alguna idea de lo que vamos hacer hoy?-
-Sinceramente, ni idea- sonrió al oír las carcajadas de su madre -Pero tengo una duda Okāchan ¿Por qué me pediste que me ponga mi traje de baño?-
Chieko le pidió previamente antes de salir de su casa que llevara un short de baño, intrigado lo guardo en su mochila. Su curiosidad aumento cuando al llegar a las aguas termales le pidió que se cambiara.
-Porque el entrenamiento de hoy tiene que ver con el agua y si te soy sincera no tengo ganas de cargar con tu ropa mojada cuando terminemos-
Los dos rieron cómplices, nadie podía negar que eran madre e hijo.
-Hoy entrenaremos en tu control de chakra mi niño, se que al tener reservas de chakra mas grandes que lo de los demás el controlar todas esas cantidades se vuelve complicado. Lo sé porque yo tuve que pasar por lo mismo cuando fui más joven-
``Ay que vieja soné, apenas tengo diecinueve. Bueno, tampoco me equivoco porque en realidad si no mal recuerdo tengo entre cincuenta y cincuenta y dos años. Igual ya hace tiempo deje de contar y me quede con la edad de mi cuerpo, sino me confundo sola´´.
-¿Y cómo trabajaremos eso? ¿No es mejor si me enseñas uno de tus jutsus geniales?-
Negó divertida, desacomodando los rubios cabellos de su hijo descuidadamente.
-¿Qué hablamos de esto antes? No sirve de nada saber jutsus poderosos si a la hora de usarlos gastas más chakra de lo necesario, quedándote sin nada rápidamente y convirtiéndote solo en una carga, todo por ser descuidados-
Naruto sonrió ante la caricia, no podía negar que le gustaba tener toda la atención de su madre para sí solo. Desde que su familia se agrando sentía que estaba siendo desplazado, sabía que era tonto pensar así después de todo lo que su madre hizo por él pero aquel miedo al abandono no se iba tan fácilmente. Parecía que su madre se dio cuenta de sus sentimientos porque sus muestras de afecto aumentaron el doble, incluso volvió a cantarle canciones antes de dormir. Con esas pequeñas acciones ella alejaba al miedo de su corazón, demostrándole todos los días lo importante y valioso que es para ella.
-¿Entonces qué debo hacer?-
-Aprenderás a caminar sobre el agua-
Después de unas cuantas explicaciones el rubio se entusiasmo con la idea al ver como su madre caminaba como si nada sobre el agua, incluso llegando a saltar y hacer una doble voltereta en el aire para luego caer elegantemente sobre la superficie del agua, sin una sola gota cayendo sobre su cuerpo. Sonriente le invito a intentarlo, riendo cálidamente ante la determinación y entusiasmo de su hijo.
Superviso desde la orilla el entrenamiento del rubio, sonriendo amorosamente al ver el optimismo con el que volvía a levantarse cada vez que fallaba. Después de una hora su hijo era capaz de mantenerse en pie sobre el agua pero aun tenía dificultades para moverse con libertad. Felicito y animo al adolescente, sin sorprenderse siquiera de lo rápido que se está poniendo al día con esto.
Por el rabillo del ojo vio un manchón blanco tratando de escabullirse a la zona de mujeres, su frente se arrugo en irritación y asco. Sin decir nada se acerco silenciosamente al acosador y sin penas le dio un poderoso golpe en el costado de su cuerpo, eyectándolo por la fuerza implementada en su puño y dejando un cráter donde aterrizo.
Naruto se acerco curioso al cuerpo del hombre, silbando impresionado al ver los resultados de la fuerza de su madre, rio por lo bajo y se alejo del pervertido de vuelta a su entrenamiento, ya casi podía moverse sobre el agua pero se distrajo cuando oyó la conmoción.
El hombro gimió, aquel golpe le recordó mucho a su antigua compañera pero estaba seguro que no hubo nada de chakra imbuido en el puño, era pura fuerza bruta. Se levanto lentamente, siendo recibido por una imagen hermosa a su parecer: una bella jovencita le miraba con el ceño fruncido y cruzada de brazos, pero aquello no opaca su belleza, siendo lo que más le llamo la atención aquellos irises dorados que lo miraban fríamente.
-Debo haber muerto para tener a un ángel frente mío-
La mujer bufo, pero pudo ver como sus ojos brillaron levemente. Así que le pareció gracioso su comentario, debe aprovechar su oportunidad.
-No estás muerto, no aplique mucha fuerza en mi puño-
Así que fue ella quien le ataco, vaya encima de hermosa era letal, el tipo de mujeres que más le gustaban. Sonrió coquetamente, levantándose con toda la dignidad que le quedaba para presentarse adecuadamente a la bella dama.
-Me presento ante usted bello ángel, mi nombre es Jiraiya, legendario sannin sapo de la montaña-
Se inclino galantemente y se dio el atrevimiento de tomar la mano pequeña de la mujer, sonriendo internamente al no ver ningún anillo de alianza, dejando un casto beso en lo que él creía era un acto caballeroso.
Chieko trato de sofocar su risa, contando internamente los segundos que tardaría su hijo en darse cuenta del coqueteo del hombre. Dejo que tomara su mano, sintiendo el chakra de su hijo explotar detrás suyo. Llego hasta el número seis cuando su mano fue liberada y tuvo que retroceder un poco para permitirle al rubio ponerse delante de ella y ‘cubrirla’ con su cuerpo.
-¡Aléjate de ella Ero-Sennin (Sabio pervertido)!-
-¿¡Ah!? ¿¡Quien eres mocoso para llamarme así!?-
-¡Soy Uzumaki Naruto, futuro Hokage y no dejare que te acerques a mi Okāchan!-
Solo gracias a los años de entrenamiento Chieko fue capaz de ocultar su diversión detrás de una máscara de indiferencia, por dentro aullando de la risa al ver el rostro conmocionado del sannin. Tomo el hombro de su hijo, atrayéndolo y dejando que se apoye en su cuerpo.
-Cálmate Naru-chan- solo bastaron unas cuantas palmadas en su hombro para que se relajara -Jiraiya-sama, es todo un honor conocerlo al fin. Mi nombre es Ena Chieko y este de aquí es mi hijo, me disculpo de antemano por cualquier cosa que pueda decir y resulte insultante hacia su persona-.
-¿Ena Chieko? Oh… Disculpe mi atrevimiento anterior Kaunserā-
Aquella actitud coqueta desapareció en el instante que reconoció su nombre, recordando la carta de su antiguo maestro hablándole de ella y su importante aporte hacia la aldea desde que llego, además de que portaba una cantidad de conocimientos honrando su titulo de prodigio.
-Así que recibió la carta de Hokage-sama-
El hombre asintió seriamente, aquellos ojos dorados brillando en entendimiento a sus pensamientos actuales.
La pelinegra cedió atención a su hijo, que miraba desconcertado aquel intercambio.
-Naru-chan, debo llegar a Jiraiya-sama con Sandaime-sama, dejare un clon para que supervise tu entrenamiento y te enseñe lo que tenía preparado para ti ¿De acuerdo?-
Naruto asintió abatido, entendiendo un poco la situación. Si su madre debía escoltar personalmente a este viejo pervertido significa que era alguien importante o que tenía información importante que el viejo debía saber con su madre al lado.
Después de sorprender al sannin de los sapos con su kekkei genkai con su técnica de clon de cristal, tomo al hombre del brazo al ser la diferencia de alturas bastante notoria como para tomar su hombro y entre destellos dorados abandonaron las aguas termales.
Aparecieron de repente en la oficina de Hiruzen, sacándole un buen susto al viejo hombre. Jiraiya miro sorprendido a la joven a su lado al ver la técnica de su alumno perfectamente replicada por ella. Recuperándose del susto Hiruzen reconoció al hombre con el que llego su consejera, permitiéndose sonreír al encontrarse de nuevo con uno de sus alumnos en buenos términos.
-Ha pasado mucho tiempo Jiraiya-
-Ciertamente sensei-
Acomodándose ambos en los asientos disponibles y activando suficientes jutsus de silenciamiento por el cuarto se dispusieron a hablar del porque mandaron una carta pidiendo urgente la presencia del escritor.
-Antes de empezar debo decirte Jiraiya que debes tener siempre la mente abierta, lo que estamos a punto de revelarte es algo que difícilmente, por no decir imposible, alguien creería de primera entrada-
El peliblanco asintió seriamente, verdaderamente intrigado por cómo empezó su maestro la conversación.
-Chieko es un factor importante en todo lo que vamos a decirte, en realidad es la pieza principal de todo esto- los hombres miraron de reojo a la mujer, tratando de descifrar su estoica expresión -¿Qué pensarías si te dijera que Chieko es alguien que está viviendo su segunda vida? ¿Y que conserva intactos los recuerdos de su vida pasada?-
Fácilmente estuvieron casi toda la tarde hablando, en primeras instancias el hombre fue bastante escéptico pero al oír su historia de pies a cabeza de los labios cerezos de la mujer no pudo seguir negándose ante las pruebas que le ponían adelante. La pelinegra amablemente respondió todas sus dudas, pasando de preguntas serias a simple curiosidad del mundo donde provenía, quedándose maravillado ante lo avanzado que parecía ese mundo, reemplazando todo lo que no podían hacer por falta de chakra con tecnologías de origen fantástico para ellos. Incluso estuvo a punto de soltar lagrimas cuando le contó toda su historia, ganándose su respeto al oír la forma en que murió, sacrificándose por un bien mayor.
En un momento que nadie tomo en cuenta Hiruzen trajo un juego de té, sirviéndole a los otros ninjas que seguían enfrascados en su conversación. Ya más relajados se permitieron tomarse unos minutos de silencio mientras bebían su te.
-Ahora que estoy al tanto de todo esto ¿Para qué me llamaron con tanta urgencia?-
-Además de lo obvio, pedirte que te quedes cuando el ataque ocurra, mientras más ninjas haya mayores son las probabilidades de disminuir las víctimas fatales, en especial uno de tu calibre-
El peliblanco asintió satisfecho con la respuesta.
-¿Y Tsunade?-
-Trate de buscar una forma de contactarla pero entre todo lo que tuve que planear y esconder del consejo no tuve el tiempo de averiguarlo por mi misma-
-Y la última carta que recibí de ella fue hace más de dos años, quien sabe donde estará ahora-
Asintió de nuevo, reconociendo los hechos.
-Además… este ya es un pedido personal y sé que no estoy en posición de pedírtelo como un favor pero…- eso llamo toda la atención del sannin, dirigiendo su mirada a la mujer a su lado- Quisiera que entrenaras a Naruto hasta que sea la tercera parte de los Exámenes Chūnin, se que con tu conocimientos de Fūinjutsu superan con creces los míos, por lo que eres la única persona en la que confiaría el entrenamiento de mi hijo para aprovechar y controlar el chakra del Kyūbi en su interior-
La oficina quedo en silencio, los dos amigos mirando expectante al viajero que miraba pensativo a la nada, sopesando el pedido. Después unos minutos de tenso silencio el sannin volvió al presente, sonriéndole pícaramente a la kunoichi.
-Si acepto ¿Qué recibiría a cambio? ¿Una cita con usted? Sería un gran honor y con gusto lo haría-
La mirada en blanco de su sensei y de la joven fueron suficientes para provocarle unas sonoras carcajadas, resoplando divertido ante la expresión entre desilusionada y enojada de Sarutobi.
-Es broma jajaja, estaré encantado de entrenar al mocoso, todo por una bella dama como tu Chieko-san-
Ese día se descubrieron dos cosas de Chieko: la fuerza por la cual era conocida no era solo un mito y por lo visto era bastante vergonzosa ante los elogios y coqueteos genuinos*, sus mejillas coloreándose en un rosa vibrante ante los elogios del sannin.
Que linda.
La luna brillaba a lo alto, una kunoichi de irises dorados admirando al astro nocturno en el techo de la Torre Hokage, espectante. Recuerdos llegaron a su mente, creando otro clon para informarle a Hiruzen lo que acaba de recopilar. Desapareció en un borrón indefinido para el ojo humano en medio de la noche.
Hayate acababa de ser atacado por Baki al descubrir la conspiración contra la aldea, Hideo aplico un genjutsu sobre el ninja de Suna haciéndole creer que mato al jōnin de la hoja cuando en realidad el clon de Chieko lo estaba curando bajo sus propias narices. Cuando el paciente estuvo estable lo llevaron al departamento de Daiki, donde el moreno había preparado previamente una habitación con todo lo necesario para mantener convida a su camarada y poder tener un seguimiento riguroso sobre su recuperación. La doctora Shinobu ya los esperaba con todos los equipos listos, haciendo impecablemente su trabajo mientras la usuaria de cristal y el ilusionista volvían a la escena y recreaban un asesinato. La pelinegra formo un clon de cristal con la apariencia de su colega y el heterocromático activaba los genjutsu necesarios para engañar hasta al ninja que copia. Cuando todo estuvo hecho cada quien volvió a sus hogares y el clon se quebró en mil pedazos.
Apareció en otro edificio de su aldea, usando la oscuridad a favor escondiéndose de su objetivo actual. Frente suyo aquel niño pelirrojo de Suna estaba teniendo una crisis, se podía ver claramente como el Ichibi en su interior tomaba control del muchacho, su forma demoniaca cubriendo el pequeño cuerpo del niño. Realizo la secuencia de sellos solo conocidas por ella y en un parpadeo apareció frente al niño sin darle tiempo de reaccionar, posando los dos dedos en la frente colmándolo de su propio chakra dorado.
- Hijutsu: Komori-uta (Jutsu secreto: Canción de cuna)-
Gaara cayó sin fuerzas sobre el cuerpo de la pelinegra, siendo acunado con cuidado. Abrió sus ojos con pesadez, distinguiendo entre la oscuridad de la noche unos llamativos ojos dorados que le miraban con cariño. Sus ojos turquesas admiraron la figura levemente iluminada por la luz plateada de la luna, acurrucándose inconscientemente en aquel calor humano, cerrando sus ojos al sentir tiernas caricias en sus cabellos.
``Nunca sentí algo así… Es tan cálido…Quiero quedarme aquí…´´
Se durmió refugiado en aquel calor, siendo envuelto por aquella fragancia floral. relajándolo por completo. Las caricias en sus cabellos no se detuvieron en ningún momento, acurrucándose más en aquel cuerpo.
Chieko miro con cariño y pena al pequeño niño en sus brazos, deseando poder hacer más por él. No se animaba a tocar el sello con el que estaba contenido Shukaku, sabía que estaba mal hecho y era pobre en lo que respecta en la seguridad del recipiente, pero no era experta en el Fūinjutsu y temía empeorar la situación del niño. Solo le quedaba transmitirle el suficiente chakra como para darle una semana completa de descanso, calmando a la bestia en el interior con su jutsu. Si todo sale como lo planeado le pedirá personalmente a Jiraiya que revise el sello.
Tomo al niño con cuidado, comenzando a bajar del techo con tranquilidad mientras llevaba entre sus brazos a un dormido Gaara hasta sus habitaciones, si no mal recuerda los tres hermanos fueron puestos en el mismo departamento. Toco tres veces la puerta con su pie, en ningún momento dejando de mecer suavemente el cuerpo inconsciente del pelirrojo, este mismo en sueños se acurrucaba más en su cuerpo, tomando con fuerza su ropa.
Una somnolienta Temari le abrió la puerta, despertándose por completo al verla llegar con su hermano menor inconsciente en brazos. Antes de que pudiera armar un escándalo le explico la situación.
-Lo encontré en el techo teniendo un ataque, use el mismo jutsu de las preliminares para calmarlo. Cuando el jutsu hizo efecto se durmió en mis brazos, por lo que me tome la molestia de venir a dejarlo en su cama si me lo permites-
La joven aturdida le dio paso al departamento, ella le asintió en agradecimiento. Todavía incrédula de lo que estaba viviendo Temari la guio por el pequeño departamento que le dieron, llevándolo a la habitación mas grande. Allí un Kankurō completamente dormido roncaba sin penas sobre su cama, provocándole una risita. Se acerco a la otra cama sin ocupar, depositando a su carga sobre ella, empezando a desvestirlo para que durmiera más cómodo y luego arroparlo con cuidado, dejando una última caricia en la melena rojiza antes de darse la vuelta e irse por fin a su hogar.
Temari miraba todo desde el umbral de la puerta, asombrada a más no poder al ver con el cariño y delicadeza que trataba la mujer a su hermanito, siendo obvio a sus ojos que ya era común para la pelinegra cuidar de niños. Pero lo que más le asombraba y casi aterraba por partes iguales era el ver a Gaara profundamente dormido en su cama, sin hacer muecas ni ruidos, inclinándose en sueños a las caricias de la mujer.
Escolto a la mayor hasta la entrada, esta misma se despidió de ella con una radiante sonrisa y se fue sin mirar atrás, ajena al alboroto que formo en su cabeza. Negó suavemente, cerrando la puerta tras de sí y volviendo a su cama, si era cierto que uso aquel extraño jutsu con su hermano menor entonces no debería preocuparse por algunos días que trate de matarlos mientras duermen por culpa del demonio en su interior.
Aprovecharía al máximo estas noches de paz, sintiendo una punzada de culpa en su corazón al recordar el porqué vinieron.
Su objetivo era destruir la aldea de aquella joven que solo les demostró amabilidad desde que la conocieron, pagándole los favores inconscientes que les hizo de la peor forma.
Vaya gratitud de mierda que tenían entonces.
Poco a poco la oficina se fue vaciando quedando solos el Hokage con su consejera. Unos movimientos de manos de parte del hombre sellaron toda la habitación, lo que se dijera a partir de ahora solo lo sabrían ellos dos.
-¿Cómo se encuentra Hayate?-
-Shinobu-sensei está a cargo de su recuperación, hoy al mediodía consiguió respuestas cognitivas, además que ya reacciona a estímulos externos, mínimamente, pero reacciona-
-¿Cuánto tiempo estará inconsciente?-
-…No lo sé, el estado en que lo encontramos era muy delicado, aunque logre curarlo lo suficiente para que su vida no corra riesgos depende solo de él cuando despertara. Puede ser en unos días, semanas o meses-
La tensión se hizo más palpable en la oficina, hace minutos le dijeron a todos los jōnin de la aldea que Hayate Gekkō fue encontrado muerto alrededor de la madrugada, la mentira que plasmaron fácilmente podría convertirse en verdad.
Hiruzen suspiro, sintiendo el peso de los años caer sobre sus hombros con fuerza. Una mano cálida se poso en su hombro, sintiendo inmediatamente como su cuerpo se relajaba ante la presencia del chakra milagroso de la mujer. Estuvieron así unos minutos, sumidos en el silencio. El mayor le dio unas palmaditas a la mano en su hombro, indicando que ya era suficiente. Chieko saco su mano, yendo a pararse al frente del enorme ventanal, admirando la aldea en su máximo esplendor. Hiruzen se unió, ambos parados a la par, rememorando su primer encuentro.
Doce años. Doce años desde el día en que resucito, doce años desde que decidió hacer lo imposible y pelearle al destino. Miro de reojo a su compañero, sus ojos dorados imprimiendo a fuego en su mente la imagen de su primer amigo contemplando la aldea tranquila, con una suave sonrisa en sus arrugados rasgos. Sus puños se cerraron, apretando con tanta fuerza que sintió sus uñas rasgar sus palmas.
Quería salvarlo, quiere cambiar su destino pero ¿Qué puede hacer ella contra alguien que ya decidió morir? Nadie pudo convencerla en su tiempo de retractarse y volver, ni su hermano recién recuperado pudo hacerle cambiar de opinión, entonces ¿Cómo incluso podría imaginar que sería capaz de hacerle cambiar a su viejo amigo y líder?
La presión en su pecho se hizo notar de nuevo, aquella que se instalo desde el día en que Hiruzen le dijo su decisión.
Solo le queda disfrutar lo últimos tiempos que les quedaban juntos.
La vida sigue siendo una perra ¿Verdad?
Entro con tranquilidad al hospital, saludando al personal que se encontrase por su camino. Jiraiya le dijo que Gamabunta dejo a su hijo exhausto aquí en el hospital, por lo que vino a ver como estaba y llevárselo a casa para que descanse. También pasaría a ver a Lee, que por lo que le conto Gai-sensei se lesiono intentando una nueva técnica estando ya en su límite. Sacudió divertida su cabeza, cuando lo vea lo curara pero lo regañara severamente. Se detuvo por completo, sus sentidos siendo sacudidos hasta la médula, los pelos de la nuca erizándose por completo. Un chakra oscuro, denso y hostil entro de golpe a sus sentidos, rápidamente usando el sello marcado en el cuerpo de su hijo, teletransportandosé de inmediato.
La escena que la recibió fue shockeante en todos los sentidos; Shikamaru sudando tratando de mantener su jutsu de sombra activado sobre Gaara, Naruto al lado de su amigo tratando se respaldarlo y mucha arena flotando sobre el cuerpo inconsciente de Lee. Con una mano realizo los sellos a velocidad inhumana, sorprendiendo a los niños. Su otra mano sostenía a la arena en su lugar, cristalizando la base para que no pudiera envolver al niño inconsciente. Sin dejar que nadie pudiera asimilar lo que ocurría se materializo al frente del pelirrojo, posando sus dos dedos en la frente, frunciendo su ceño ante lo que descubrió.
``Voy a matar a ese bastardo´´.
Su chakra ya familiarizado con el sistema del pequeño actuó sin problemas, la arena retrocediendo de vuelta a la calabaza mientras mas chakra aplicaba. Shikamaru dejo caer su jutsu, sintiendo como volvía a respirar al ver como la mujer sometía al ninja de Suna. Naruto relajo su postura, decidiendo si era buena idea o no acercárseles.
Gaara cayó sin fuerzas, siendo recibido por aquella calidez que anhelo por estos días, viendo con ojos somnolientos aquella mirada dorada con la que soñaba por las noches, evocando imágenes de cómo sería si solo fuera suya. Se acurruco aun mas en aquel cuerpo, inhalando profundamente su esencia.
Chieko lo sostuvo contra su cuerpo, teniendo que arrodillarse para poder sostenerlo correctamente. Una de sus manos formo un sello y dos nubes de humo se hicieron presentes en el lugar, mostrando dos copias exactas de ella misma. Uno de los clones desapareció del lugar entre destellos dorados, el otro se acerco a los muchachos y empezó a curarlos, disminuyendo su fatiga por la falta de chakra.
Les sonrió dulcemente al par de muchachos, despeinándolos un poco con sus manos, buscando calmarlos con ese acto. Los dos chicos se relajaron bajo su tacto, distrayéndose lo suficiente para que la verdadera Chieko se teletransportara con el niño lejos de allí.
Apareció de nuevo frente a aquel departamento, oyendo con claridad los gritos detrás de la puerta, atrayendo con más fuerza hacia si el cuerpo del niño al sentir como temblaba casi imperceptiblemente al oír los gritos. Toco de nuevo con ayuda de su pie la puerta, los gritos parando de repente. Esta vez el que abrió fue Kankurō, su mandíbula abriéndose de la impresión al verla con el motivo de su pelea.
-Tengan más cuidado con él, lo encontré a punto de entrar en crisis de nuevo-
-Tu… como… cu-cuando…-
El adolescente no podía con su asombro, su cerebro haciendo cortocircuito al ver la imagen frente suyo. Lo saco de su estado lamentable su hermana, solo para mandarlo al borde del delirio de nuevo sin piedad.
-Déjala pasar Kankurō. Ena-san, muchas gracias por traerlo de vuelta-
Kankurō seguía en shock pero su cuerpo supo reaccionar ante la sonrisa amistosa de la mujer, haciéndose a un lado permitiéndole pasar. Como un cachorro perdido siguió detrás de las dos mujeres hasta la habitación compartida de ellos, teniendo que sofocar sus ganas de gritar al ver como la mujer mayor depositaba suavemente a su hermano menor en la cama, sacándole con maestría adquirida todo lo que le molestaría al dormir. Pero lo que casi le hizo gritar una maldición que resonaría en toda la aldea fue ver como su hermano en un estado somnoliento tomo de la mano de la mujer con una mirada anhelante.
-No te vayas…-
Susurro despacio, sus ojos aguamarinas admirando como los ojos dorados brillaban al oír su petición, asintiéndole mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios. Gaara cerró sus ojos cuando sintió como aquellas manos cálidas acariciaban sus cabellos, dejándose llevar al mundo de los sueños por primera vez en años, seguro de su entorno.
Le gusta esta sensación, no quiere que acabe jamás. Lo único que sabe es que ella es capaz de lograr eso en él.
Ella será suya.
Son las cinco de la mañana y es la única despierta en su hogar. Apenas pudo conciliar el sueño a la noche.
Hoy era el día, hoy la aldea la cual llego a considerar un hogar será atacada y muchos de sus colegas y amigos podrían resultar heridos, y en el peor de los casos, muertos cumpliendo con su deber.
``Como Hiruzen…´´
Sacudió la cabeza tratando de quitarse esos pensamientos, hace tiempo llegando a un acuerdo consigo misma sobre el destino de su amigo.
Eso no significa que lo dejara partir sin luchar.
Peleara a su lado, la lucha que era de tres contra uno se convertirá en tres contra dos, ella se asegurara de abarcar toda la atención de los Hokages resucitados para que Hiruzen pudiera encargarse por completo de su antiguo alumno.
No se preocupaba por sus pupilos y demás familiares de su hogar, conociendo de primera mano sus habilidades sabe que estarán bien sin ella. Igual creara un par de docenas de clones para que ayuden en lo que puedan durante la batalla, cumpliendo mayormente su papel como ninja medico. Sus niños estarían bien, no lo duda. Pero…
¿Cómo terminara ella?