
Nostalgia
La vida es como un libro, donde el autor es el destino de cada persona involucrada. Es un libro que se va escribiendo con el tiempo, con nadie siendo capaz de adivinar el final de su propia historia; nadie sabe si su historia será olvidada por el tiempo o narrada en cada generación, buscando mantenerla convida. Ahora, los libros de sus personas preciosas están en pleno desarrollo y dependerá solo de ella cambiarlos a su favor.
El capítulo de hoy empieza en medio de un claro cerca de hogar del constructor, con los cincos ninjas de Konoha parados en un intento de circulo, con los jōnin al frente de los genins.
-Muy bien, el entrenamiento comienza ahora- Kakashi les dijo mientras usaba a la pelinegra de apoyo, disfrutando internamente las miradas agrias que le mandaban los varones de su equipo. Chieko rodo sus ojos, consciente de las intenciones de su amigo; aprovechando su cercanía le transmitió un poco de su chakra, a pesar de todo el peliplata no estaba recuperado del todo.
Kakashi cerró los ojos, gozando de la cálida sensación corriendo por su cuerpo. Su ojo visible se abrió, asintiendo levemente, dando a entender que ya era suficiente. La pelinegra entendió, cortando su transmisión con el hombre.
-¡Bien!-
-Primero, comenzaremos con una revisión del chakra, la fuente básica del poder de un ninja. Entender el chakra es esencial- el peliplata comenzó su explicación, solo para ser interrumpido por el azabache.
-Eso lo sabemos- con una pose que derrochaba petulancia Sasuke le corto, su sangre hirviendo por sus venas al ver la libertad que se tomaba el hombre con su tutora y el ver que como ella no se molestaba por su cercanía.
-¡El tiene razón! Hace mucho tiempo aprendimos todo sobre él, ah, ¡Gatra!- Naruto estaba muy emocionado como para prestar atención a su error, provocándole una pequeña sonrisa a su madre y un suave resoplido del hombre a su lado; los dos mirándose divertidos por el más pequeño.
-Chakra- corrigió el jōnin, desinflando en el proceso la euforia de su alumno- Continua Sakura-.
-Muy bien Naruto, lo explicare de manera simple para que lo entiendas- de la nada saco un pergamino- Chakra: es la energía de vida elemental que el ninja usa en su jutsu, es la fuente de todo su poder. Ahora, esta energía tiene dos formas: energía física, la cual existe en todas las células de tu cuerpo que trabajan juntas; y la energía espiritual, la fuente primordial de poder que es intensificada a través del entrenamiento y experiencia. Como vez, estos dos tipos de chakra deben trabajarse combinados para llevar a cabo un jutsu. Cabe notar que la interrelación entre el poder físico y el espiritual es clave. Finalmente la posición de las manos concentra y descarga el chakra-.
-Correcto, Iruka-sensei realmente formo excelente estudiantes- el peliplata elogio la capacidad memorial de la pelirosa mientras Chieko le sonrió radiante, provocándole un pequeño rubor a la niña.
-Naru-chan- el nombrado miro con esos cielos brillantes a su madre- ¿Entendiste?-
-¡Claro que si Okāchan! Es lo mismo que nos explicaste pero más largo y complicado- la inocencia y tranquilidad con la que lo dijo pudo con la pelinegra, riendo ante las miradas incrédulas de la pelirosa y el peliplata.
Tal vez en la línea de tiempo original Naruto era muchas veces la representación de un idiota o tonto, pero en esta fue criado bajo la guía de la soldado, así que era mucho más inteligente de lo que dejaba ver, prefiriendo que los demás vean la fachada que creo antes que al verdadero Naruto.
-Ahora porque tantas explicaciones, el punto es aprender el jutsu ¿No es así?-
-Naruto tiene razón por primera vez, ya estamos usando el chakra en nuestro jutsu- recibió una afilada mirada de parte de su amigo, sonriendo internamente al ser capaz de hacer rabiar al rubio solo con un comentario. La sonrisa divertida de la pelinegra hizo a su corazón latir velozmente contra su pecho, haciendo un esfuerzo sobrehumano tratando de controlar el calor en sus mejillas.
-No, aun no tienen perfeccionado este poder, apenas lo manejas muy superficialmente- a veces no entendía como hizo la de ojos dorados para entrenar a este par, la paciencia que tiene debe ser infinita -Es como lo dijo Sakura, tienen que igualar las energías físicas y espiritual, y luego combinarlas por si solos; pero ¿Cómo hacen eso? Cada jutsu requiere diferentes tipos de chakra en diferentes proporciones, ustedes deben seleccionar y combinarlas de la manera exacta y correcta. Hasta ahora, ustedes solo han adivinado las proporciones, esperando que las cosas salgan bien; aunque ustedes produzcan una gran cantidad de chacra es inútil si no pueden balancearla y controlarla correctamente, el jutsu no funcionara de manera apropiada o solo será un juego, ustedes desperdician mucha energía de esa forma y luego ya no tendrán chakra y ya no podrán pelear. Solo son un blanco-.
-¿Y cómo cambiamos eso?- el rubio entendió, siendo casi parecidas las palabras a las que su madre les dijo hace tiempo.
‘Si malgastan toda su energía al no saber controlarla solo se convertirán en cargas para los demás, comprometiendo la misión y las seguridad de tus compañeros, lamentándote en el futuro al ver las consecuencias que eso producirá en tus allegados’.
-Entrenado duro para que controlar su chakra se convierta en su segunda naturaleza. Cuando alcancen esta meta, estarán listos para llevar su vida al límite- las expresiones de asombro se asomaban en los rasgos de los menores, sacándoles una sonrisa divertida a los adultos.
-¿Y qué tenemos que hacer?- Sakura hablo por primera vez expresando la duda de sus compañeros.
-Trepar un árbol- soltó sin más, riendo entre dientes, recibiendo un codazo amistoso por parte de la mujer, quien apenas podía controlar sus impulsos de reír ante la graciosa situación.
-¿Trepar un árbol?- por primera vez los adolecentes estuvieron en completa sincronía al hablar.
-Así es, pero hay una regla: sin manos-
-¿Qué? ¿Esta bromeando?- la pelirosa los miro con duda, preguntándose internamente si sus superiores estaban cuerdos o si estaban cursando por algún delirio místico compartido.
-¿Lo estoy? Veamos- realizo un sello con sus manos, y con gran parsimonia camino en dirección a un árbol aleatorio, y para gran sorpresa de los menores, empezó a caminar sobre su corteza, verticalmente y sin problemas, y claramente sin manos. Acabo su recorrido debajo de una rama, parado perfectamente aun en contra de la gravedad. Un solo pensamiento corrió por la mente del soldado: ``Eres todo un presumido Kakashi´´.
-¿Quieres conocer las vistas Chieko?- la nombrada rio entre dientes, dedicándole una mirada divertida a su amigo, recibiendo una igual.
En silencio se acerco al mismo árbol y con tranquilidad empezó a subir por el mismo. Su larga trenza caía perpendicular a su postura, balanceándose con cada paso de su dueña. Cuando llego a la misma rama que el peliplata, dejo que su cuerpo cayera por atrás, terminando en la misma posición que el jōnin, ahora con su trenza cayendo verticalmente, simulando una cuerda negra que se balanceaba suavemente.
Los genin miraban boquiabierto al par de jōnin, tratando de asimilar sus posturas desafiantes a la gravedad.
Chieko salto, cayendo elegantemente frente al grupo. Camino hasta otro árbol, dejando caer su peso sobre este, cruzando sus brazos y viendo en primera plana como Kakashi les lanzaba tres kunais y les explicaba lo que debían hacer.
Sus ojos dorados siguieron a la niña del grupo, viendo como ella al contrario de sus compañeros se quedo quieta por unos instantes para luego caminar concentrada hasta el árbol frente suyo. Sakura dio cuidadosamente su primer paso, luego otro, avanzando sin mostrar algún indicio de problema con el ejercicio. Vio como la pelirosa llego hasta una rama que estaba a gran altura, eligiéndola como su lugar de descanso.
Al parecer la niña sintió el peso de su mirada, girando su rostro a su dirección; los jades se encontraron con el oro fundido, cada una de las féminas tomándose el tiempo de analizar a la otra. La pelinegra le sonrió con dulzura, diciendo en palabras mudas: ‘Bien hecho’. La niña leyó sus labios, sonriendo tímidamente ante el cumplido de la mayor.
Chieko decidió desconectarse, sabiendo de memoria lo que pasaría ahora. Dejo que sus pensamientos divagaran, cerrando sus ojos como si meditara.
``Ahora mismo debo esperar cinco días hasta encontrarme cara a cara con Zabuza y Haku, todavía no sé como haré para salvarlos a ambos. Haku muere a manos de Kakashi al recibir directo en su pecho el Raikiri. No puedo protegerlo formando un muro de cristal porque los rayos lo destruirían igual, tampoco puedo interponerme y elegir proteger un niño desconocido ante uno de mis amigos. Mierda, esto es más complicado de lo que creí pero… ¿Si dejo que lo hieran pero no al punto de no retorno? Podría hacer que el ataque en vez de golpearlo en su pecho matándolo al instante lo golpee en su estomago, eso me daría tiempo suficiente para salvarlo, siendo ya una herida que he tratado con anterioridad y resultando positiva ante todos los casos que me tocaron. Bien podría hacer eso, ahora ¿Cómo carajos lo hago? Podría usar una técnica de viento para desviarlo pero sería muy obvio, también podría atacar junto a Kakashi y apuntar al pecho y detenerme antes de lastimarlo… fuck*´´.
-¿Chieko?-
Salió de sus pensamientos al reconocer el llamado, abrió sus ojos con tranquilidad, encontrándose de frente con el peliplata.
-¿Mmm?-
-¿Quieres entrenar?-
-¿Estas en condiciones Hatake?-
-Claro que si ¿Y tu Ena?-
Sus irises dorados se encontraron con el iris negro de su amigo, ambos sonriendo burlonamente ante su pequeña broma, la pelinegra viendo debajo de su máscara la hermosa sonrisa que esconde el peliplata.
Caminaron en silencio, alejándose del grupo de adolescentes que ni cuenta se daban de la partida de los adultos. Cuando sintieron que habían puesto una distancia considerable con el grupo se detuvieron, posicionándose frente al otro.
-¿Ninjutsu, taijutsu, genjutsu o algo de kenjutsu?-
-Hace tiempo que no peleo contra tus cristales- era sorprendente la tranquilidad con la que hablaban ese par, conociéndose demasiado como para poder interpretar las acciones y pensamientos del otro.
-Bueno, tengo un jutsu que deseo perfeccionar y tus rayos son perfectos para eso-
Riendo el hombre acomodo su postura, la adrenalina empezando a correr por su sistema ante las expectativas de este duelo amistoso. Se miraron fijamente, con solo una sonrisa visible para el mundo, desapareciendo en borrones mientras cristales y rayos se enfrentaban entre sí.
Esta tarde sí que sería interesante.
Un nuevo día, un nuevo capítulo en esta serie llamada vida. Los dos jōnin junto a la fémina del grupo genin se encontraban en medio de la obra del puente, custodiando al cliente del equipo.
Sakura estaba sentada en una esquina, teniendo en su regazo las tres espadas de la kunoichi mayor, bostezando somnolienta ante el aburrimiento que le atacaba. Su sensei junto a la pelinegra se encontraban en medio de los obreros, ayudando en lo que pudieran; Chieko realizo un jutsu que impresiono a todos, formando en medio de todos un espejo con forma de un copo de nieve de donde salieron cinco copias de ella, cinco clones de cristal perfectos. Inmediatamente los jōnin junto a los clones se pusieron a disposición del constructor, llevando objetos pesados sin problemas o colgándose solo con chakra a las vigas levantando las que debían ser soldadas sin esfuerzo.
Sakura obviamente oyó los rumores sobre la fuerza bestial de la mujer, viéndolo con sus propios ojos cómo sin dificultad llevaba en su hombro unas vigas de hierro que fácilmente necesitarían más de tres hombres para transportarlas. También tenia noción de los rumores de la supuesta relación entre el peliplata y la pelinegra pero al verlos interactuar solo llegaba a una conclusión: si, eran bastantes afectuosos físicamente pero todo apuntaba mas al cariño fraternal antes que al romántico; podías verlo en como ninguno de los dos desaprovechaba oportunidad alguna en molestar al otro o en hacer pequeñas bromas entre sí. Era entendible el que confundieran aquellos gestos amistosos con un coqueteo desvergonzado, hasta ahora no vio que su sensei actuara de igual manera con otras personas; en cambio la kunoichi mayor era muy demostrativa, usando como medio de afecto el contacto físico que fácilmente podría ser mal interpretado.
La pelirosa hubiera seguido divagando en sus pensamientos sobre aquel par de shinobis si no fuera por el constructor.
-¿Siempre eres así de floja?- Tazuna llevaba en su hombro un gran trozo de fierro, mientras regañaba a la niña floja-¿En donde están el raro niño rubio y el otro chico reservado?- era raro para él no ver aquel par de niños compitiendo entre si, además del hecho que desde que llego la pelinegra aquel dúo no se separaba ni por casualidad de la mujer.
-Entrenando, trepando arboles-
-¿Muy rudo para ti?-
-No, de hecho yo fui la mejor, así que Kakashi-sensei me pidió que los acompañara en cuidarlo a usted- la niña respondió engreídamente, a pesar del evidente rechazo que recibió por parte del azabache la mujer fue muy buena con ella, elogiando su buen control de chakra, comentándole que ella misma tardo tres días en dominar por completo el ejercicio (ignorando que lo hizo a los siete años, sola y con el cuidado de un bebé encima). La pelirosa sintió que estaba logrando en ese momento lo que toda enamorada del Uchiha deseaba fervientemente –además del corazón del niño-: ganarse el favor de la kunoichi más letal de todos los tiempos quien también era la tutora de su amor.
-…- la mirada en blanco del constructor fue suficiente para despertar algo en su fuerte carácter -Estas bromeando-
``¡Ahora si lo mato!´´
Antes que la furiosa genin pudiera reclamarle su insulto un hombre se acerco a Tazuna, pidiendo hablar a solar con él.
-Veraz, eh pensado mucho sobre el puente y decidí que ya me arriesgue mucho… y me salgo-
-¿¡Vas a dejarme ahora así como así!?-Tazuna estaba furioso, no podía creer lo que oía -¡¿Estas bromeando?!-.
-Sabes, estaba en esto por nuestra amistad pero cada día que estoy aquí arriesgo mi vida, Gatō y sus matones vendrán en cualquier momento. Cuando pase, te mataran y el puente jamás se terminara. Es una causa perdida Tazuna ¿Por qué no nos detenemos ahora mientras estamos vivos?-
Tanto Kakashi como Chieko estaban atentos a la conversación, esta última soltó una risa vacía, ganándose una mirada de su amigo.
-Cobarde- susurro con desdén la pelinegra; no había nada en este mundo que despreciara más que la cobardía, siendo alguien que entrego hasta su último aliento por las causas que ella creía justas, buscando siempre el defender sus ideales aunque eso la llevaran a la muerte.
Kakashi solo la miro, entendiendo sus sentimientos. Conocía a la mujer a su lado, recordando las incontables veces que la pelinegra se expuso al peligro con tal de protegerlo.
-Claro que no, este es nuestro puente. Nuestra isla es pobre y así se quedara hasta que este puente la conecte con tierra firme. Comercio, negocios y esperanza es todo lo que estamos construyendo-
Podría decirse que el viejo constructor se gano un poco del respeto del soldado revivido al decir aquello; aun con todas las posibilidades en contra suya el hombre sigue viendo hacia un futuro más brillante, hacia un sueño hecho realidad; sabiendo que si no hacían nada era imposible el vislumbrar una luz al final del túnel. El hombre se negaba a dejarse morir por simple cobardía, pudriéndose en la resignación; no, el lucharía hasta el final de las consecuencias en beneficio de un futuro prometedor para todos los de su país.
-No habrá mucha esperanza si estamos muertos todos- el obrero murmuro por lo bajo, aun así fue escuchado por todos.
-Ya es mediodía, es hora de almorzar- Tazuna se fue alejando de aquel hombre, dándole la espalda.
-Tazuna, no terminemos así-
-Ahórrate las palabras- era claro como el día la furia contenida del constructor -Ah, no te molestes en regresar después del almuerzo- y así se fue, dejando un ambiente cargado de tensión.
Los dos jōnin se miraron, asintiendo en silencio entre ambos.
Ayudarían a terminar este puente.
Una suave melodía se oía por el bosque, cualquiera que oyera las tristes notas que el Shakuhachi entonaba lloraría al sentir el profundo dolor arraigados en aquella desgarradora melodía.
En ella una triste historia se contaba, una historia de de cómo dos personas que se amaban profundamente terminaban separados por caprichos del destino, con siempre uno quedando atrás cuando el otro era seducido por el suave manto de la muerte.
Cuando tocaba esta canción evocaba los recuerdos de un amor perdido y de otro sin florecer. El recuerdo de los dulces labios de su esposo encima de los suyos aun le provocaba escalofríos, erizando su piel tan solo el fantasma agridulce de sus caricias. Otros labios reemplazaban las de su marido, unos resecos pero suaves besándola salvajemente ante una inminente despedida.
Ambos recuerdos le apretaban el corazón, sintiendo como la culpa la envolvía al sentir como manchaba los recuerdos de Dean con los rastros de su pequeña muestra de amor con Shisui. A pesar de no haber desarrollado un profundo enamoramiento por el Uchiha, su corazón latía veloz ante los recuerdos de su presencia, recordando como lograba sacarle algunos sonrojos con su bella sonrisa. Pero de nuevo la culpa embargaba su ser, sintiendo que estaba dejando atrás las memorias con el amor de su vida, porque realmente nadie seria capaz de hacerle sentir de nuevo el profundo y verdadero amor que sintió por él, al punto de sentir que su vida no tenía sentido al perderlo de la forma más cruel posible, sin ser capaz de despedirse siquiera.
La triste melodía seguía, permitiéndole a su interpreta dejar salir aquellas emociones que con tanto ahínco resguardaba dentro de su pecho, sin dejar que nadie más que ella supiera de su existencia.
Cuando termino se quedo contemplando su entorno, dejando que los últimos rayos solares besaran su piel, dejándose acunar por la fresca brisa que paso moviendo sus sueltos cabellos. Rara vez se los dejaba así, solo cuando estaba en soledad dejaba su melena suelta, una muestra de amor para alguien que murió hace tiempo, dejando que el vacío de su pecho solo se agrandara.
‘Me encanta tu pelo suelto Chieko, te ves muy hermosa cuando te lo dejas así’.
Aun podía oír el fantasma de sus risas, sintiendo la dulzura con la que peinaba sus hebras oscuras con sus dedos, entrelazando sus manos desocupadas en un gesto intimo.
A pesar de nunca hablar de sus sentimientos ambos sabían lo que ocurría entre ellos, demasiados temerosos de decirlo en voz alta por miedo a lo que ocurriría. Shisui temía declarar su amor por miedo a lo que podría pasarle si entraba en su clan, queriendo alejarla fervientemente de la oscuridad que este llevaba. Chieko tenía miedo, miedo de amar de nuevo solo para tener que unir de nuevo las piezas de su corazón destrozado por el destino inminente del azabache, miedo a dejar atrás el profundo amor que tuvo por Dean, temiendo traicionar su memoria al seguir adelante. Ambos por temor no dejaron florecer sus sentimientos, solo para despedirse en un dulce pero a la vez amargo beso, el primero y el último que se dieron.
Sus ojos acuosos se negaron a soltar mas lagrimas, dejando salir un suspiro tembloroso tratando de apaciguar la presión en su pecho al recordar sus amores perdidos.
Se levanto de ahí, hace tiempo que el sol dejo de brillar, dando paso a una tímida luna que iluminaba con sus halos plateados a todo el bosque. Se dirigió en dirección a sus pupilos, sabiendo que aun estarían metidos en su entrenamiento si no intervenía.
``Ahh, los muchachos a veces son tan tercos´´.
Dibujo una radiante sonrisa en su rostro, enmascarando los pensamientos deprimentes que tuvo esta tarde, ocultando tras su sonrisa sus tristes sentimientos. Ellos no debían preocuparse, nadie podía hacer nada por ella, habiendo asumido hace tiempo que el amor era algo por el cual no estaba hecha, creyéndose no merecedora de tan puro sentimiento ante los pecados que cargaba sobre su alma.
Nunca se dio cuenta de aquel par de ojos extraños que la contemplaron todo el tiempo, aun con el fresco rastro de lágrimas que derramo al oír su canción.
El Equipo 7 junto a la Princesa del Cristal cenaban amenamente junto a la familia de su cliente, disfrutando de las anécdotas de la kunoichi mayor. Cuando los dos niños junto a la pelinegra llegaron a su refugio temporal la cena ya estaba lista, razón por la cual la mujer mando a los dos muchachos a asearse correctamente antes de sentarse a comer.
Los dos adolescentes estaban en mejor estado del que fueron encontrados, apenas siendo capaces de mantenerse a pie. Chieko los curo y les dio un poco de agua que bebieron ávidamente, aprovechando su estado aturdido la mujer los sostuvo en sus brazos, negándose a bajarlos a pesar de sus protestas. Los chicos no pudieron hacer nada en contra de la fuerza de la mujer sumándole el cansancio que sentían, dejándose llevar; solo cuando estuvieron a unos pocos pasos de la casa del constructor la pelinegra los bajo, tomando sus manos en su lugar.
Ahora con los dos jōnin sentados frente a sus alumnos disfrutaban de la charla, solo para que el peliplata viera en primera plana como la paciencia de su amiga se iba agotando al ver como los muchachos devoraban su comida influenciados por el eterno sentido de competitividad que llevaban impreso en fuego ardiente en su ser.
Kakashi conto mentalmente hasta diez, viendo como una vena se marcaba en la frente de la pelinegra al mismo tiempo que tensaba su mandíbula en un intento de calmarse. Estaba llegando hasta el número nueve cuando sucedió.
-Naruto, Sasuke- ambos pararon con su competencia, palideciendo al ver el aura oscura que envolvía a su guardián -estas personas amablemente nos comparten su comida sabiendo que hay escases, así que sería de muy mala educación de nuestra parte desperdiciarla en competencias estúpidas, y yo sé que ustedes no son maleducados ¿Cierto? Así que todos disfrutaremos de esta maravillosa cena sin desperdiciar y agradeciendo por esta nueva comida- una gran sonrisa adornaba su rostro, enviando escalofríos en la espalda de los adolescentes. Ambos empezaron a comer con normalidad y mirando de reojo de vez en cuando a la kunoichi. Todos los presentes fueron intimidados por la mujer, incluso Kakashi mastico más lentamente su comida bajo la atenta mirada de la joven a su lado e Inari comió con más ahínco de su plato.
Chieko sonrió al ver como sus pupilos dejaron de lado su estúpida competencia, volviendo a degustar su cena con tranquilidad, ajena a como su aura oscura intimido a todos. Si sus compañeros de equipo estuvieran aquí seguramente estarían ahogándose de la risa al ver lo ajena que era la mujer ante las reacciones que provocaba en los demás. Enviaban oraciones por la pobre alma que decida conquistarla, a menos que le pusieran un cartel gigante en la entrada de su casa jurándole amor eterno entonces ni cuenta se daría.
La cena continuo sin problemas, ya terminado los platos se fueron levantando, dejando a todos sumidos en un silencio acogedor, degustando sus tazas de té rodeados de tranquilidad.
Ojos dorados exploraban el lugar con curiosidad mientras lloraba internamente por una lata de cerveza en sus manos, en todo su tiempo viviendo en este nuevo mundo la variedad de alcohol que manejaban era pobre a los que ella estaba acostumbrada habiendo sido criada entre dos culturas completamente alcohólicas*. Con suerte podría encontrar bares que sirvieran cerveza y whisky además de sake (que para variar, ni efecto le hacía, hasta el vodka más barato de su mundo pegaba más que eso) e igual ni se acercaban a los deliciosos néctares bendecido por los dioses que probo alguna vez, extrañando con demasía las cervezas de su herencia patria y los whiskys de su tierra madre*.
Volvió a la realidad cuando sintió un portazo retumbar en las paredes, solo para ver como Tsunami le recriminaba al viejo hombre para después salir corriendo tras su hijo. Ahora se contaría la historia del héroe Kaiza, un pescador que llegó a esas tierras del extranjero y era considerado un héroe por realizar múltiples actos heroicos en la aldea además de mantener una actitud de líder. Sin embargo, cuando llegó Gatō a las tierras comenzaron los problemas. Kaiza fue el único que lo confrontó provocando la molestia de Gatō, así que posteriormente fue asesinado enfrente de la gente de la aldea, incluyendo Inari, en un acto total de terrorismo e intimidación publica. Desde ese día la actitud de Inari cambió y no volvió a creer en los héroes, enojándose ante la simple mención de la palabra.
Escucho atentamente el relato del hombre que a través de lágrimas les explicaba lo sucedido, esperando el momento del estallido de su hijo. Sin mediar palabra Naruto se paro y salió a la oscuridad de la noche, alegando que seguiría entrenando. Chieko entendía las razones de su hijo, quería demostrarle al mocoso malcriado que verdaderamente existían los héroes. Sonrió al mismo tiempo que dejaba su taza vacía en la mesa, yendo detrás de su obstinado hijo.
-¿Ena-san?-
La mujer detuvo su andar, dirigiendo su mirada interrogante a la niña, cuantas veces tendrá que decirle que la llame por su nombre.
-¿Mmm?-
-¿A dónde va?-
-Creo que es obvio, iré a controlar que mi tonto hijo no haga algo imprudente-
Todos se quedaron callados, el azabache se levanto silenciosamente de su asiento para ir al lado de la pelinegra. La kunoichi lo miro, sonriéndole radiante mientras dejaba que una de sus manos desordenara su obscura cabellera.
Iban a retomar su marcha cuando otra voz los retuvo, pidiéndoles algo en concreto.
-Chieko, vigila a mis estudiantes y evita que se maten-
Las risas llenaron el lugar, nadie podía negar que la risa de la mujer iluminaba hasta la más oscura noche, repartiendo calidez a quienes tenían el privilegio de escucharla.
-Claro que lo haré Kakashi. Ten cuidado, tal vez me dé cuenta que la enseñanza es lo mío y te robe tu lugar-
Entre miradas divertidas ambos amigos se despidieron, partiendo así ambos azabaches en búsqueda de su tercer miembro en la familia.
Chieko observo a sus dos cargos dormir plácidamente sobre su cuerpo, cubiertos los tres con la gruesa manta que la mayor llevo. Los admiraba dormir tan tranquilos, ajenos al ajetreado desorden que eran los pensamientos de su guardiana. Acaricio suavemente sus cabelleras, escuchando el suspiro casi sincronizado que dieron, Naruto afianzando mas su agarre en su ropa y Sasuke acurrucándose mucho más en el calor de la mujer, inhalando su distintivo aroma de fresias y lavanda, relajándose aun mas.
Decidió seguir su ejemplo y tratar de dormir, quedando solo unas cuantas horas más de sueño antes que su cuerpo automáticamente se levantara.
Cerró sus ojos dorados, suspirando profundamente, acercando un poco más a los niños en sus brazos, disfrutando su cálida presencia.
Camino por el bosque, encontrando el mismo lugar donde decidió dejar fluir sus sentimientos a través de la música. Sabía que ahora mismo su hijo estaría presumiendo su dominio de chakra, haciéndoles una broma a su equipo para luego ser salvado por el azabache. Sonrió levemente ante el recuerdo de la escena en su mente.
Con elegancia se sentó en el mismo lugar de ayer, sacando su Shakuhachi, dejando que sus dedos jueguen una nueva melodía, una que contaba la historia de dos almas destinadas a estar juntas pero por culpa del miedo, la codicia y malos entendidos fueron separados cruelmente, uno muriendo pensando que el mundo le odiaba y el otro esperando trece largos años de eterna agonía desde que perdió al amor que le daba color a su vida. A pesar de que la tristeza y el dolor eran los principales autores de la canción, también había un tinte de esperanza, porque después de trece largos y agónicos años las dos almas volvieron a encontrarse, pudiendo al fin unirse y ser una, peleando contra el mundo entero si era necesario. Al final de la canción dejo que sus dedos descansaran en su regazo, recordando a unos hermosos ojos azules parecidos al mismo océano mirándola con absoluta devoción y amor.
Como desearía tener su dizi aquí, siendo que la canción era para que un dizi junto a un guqin la interpretaran en sincronía aumentando con creces la belleza de la melodía.
Tomo de nuevo su instrumento, no importa los años siempre recordara esta canción por lo que significo en su vida, remarcando sus sentimientos y anhelos de volverse a encontrar con el amor de su vida, aun si tuviera que esperar una eternidad solo para poder despedirse como debían, para poder cerrar la vieja y sangrante herida que dejo su abrupta partida.
Iba a volver a tocar cuando unos pasos le alertaron de la presencia de otros en el lugar, tensándose levemente mientras su mano derecha tomaba disimuladamente el mango de Yubashiri. El chakra era desconocido para ella, haciendo que la tensión creciera con el tiempo en que la persona tardaba en aparecer en su rango de visión.
Después de unos largos y tensos minutos un joven chico apareció frente a ella, tratando de limpiar disimuladamente los rastros de lágrimas aun frescas en sus mejillas. Aquel intruso tenía largos cabellos negros sueltos, una piel pálida en comparación con la suya, con grandes ojos marrones que ahora estaba cubiertos de rojo debido a su anterior llanto. Chieko conocía a este chico, era aquel niño que desesperadamente quiere salvar.
Se levanto de su lugar y con lentitud se acerco a él lloroso niño, dejando que su mano descansara en sus suaves cabellos. Dejo unas cuantas caricias, tomándose el atrevimiento de tomar con delicadeza el rostro del niño mientras con un pañuelo lila limpiaba el resto de lágrimas en su rostro mientras se arrodillaba para estar a su altura. Para su sorpresa el niño era bastante dócil, dejando que las suaves caricias llegaran hasta su alma.
-¿Por qué lloras pequeño?-
-Tus canciones… son muy tristes señorita-
Sus movimientos se congelaron por un segundo, retomando con calma sus acciones sin demostrar cuanto la sacudió por dentro esa afirmación. Siguió con su tarea de limpiar los rastros de tristeza del niño, haciendo como si no hubiera escuchado su respuesta. Solo cuando termino le regalo una radiante sonrisa, acelerando un poco el corazón del muchacho ¿Cómo podía dar una sonrisa tan brillante si sus canciones exudaban lamentos del corazón?
-Aiya, yo tenía razón, eres muy guapo debajo de todas esas lagrimas-
El joven se sonrojo, sin estar acostumbrado a los elogios del sexo opuesto, muchas veces confundido por su apariencia andrógina.
-¿Quieres oír canciones más alegres mi pequeño?-
Una calidez extraña se acentuó en su pecho al oír el tono cariñoso con el que se dirigía la mujer hacia él, apenas dejándolo asentir ante su temporal aturdimiento. La pelinegra entonces se paró de sus rodillas, tomando con delicadeza las manos callosas del muchacho tan parecidas a las suyas, llevándolo de vuelta al lugar donde decidió tocar esas tristes melodías.
Ambos se sentaron, la mujer en ningún momento soltando su mano, haciendo que el chico se sentara casi en su regazo. Una vez acomodados la pelinegra poso sus manos en el instrumento, empezando a interpretar una melodía que a diferencia de las otras era más dulce. La canción que tocaba hablaba de sus amigos, aquellos con los que compartió toda su vida, aquellos con los que pasaron miles de cosas juntos, apoyándose eternamente, encarnaciones de la lealtad. En la canción rememoraba sus recuerdos más felices, en donde el sentido de la libertad llenaba sus pechos, sintiéndose libres como nunca antes lo fueron cuando estaban todos juntos; la visión de una playa con el viento llevando sus estridentes risas llegaba a su mente, de noches en medio de la nada hablando de sus más profundos deseos y miedos, abriendo sus corazones sin temor a ser dañados pues ¿Cómo no confiar cuando todos demostraron que son capaces de dar su vida por el otro?
El muchacho quedo hipnotizado por la bella imagen con la que fue bendecido; los rayos solares iluminaban a la mujer dándole un aire celestial, iluminando sus largas cerdas oscuras, sus largas pestañas curvas besaban delicadamente su piel llena de pecas casi invisibles, su posición erguida imperturbable solo añadía mas a la imagen mística que daba la mujer.
Se dejo llevar por la melodía, sintiendo en su pecho la calidez que transmitía; esta canción denotaba felicidad, alegría, despreocupación; sentimientos que en sus otras canciones jamás toco. Disfruto las ultimas notas que el viento se llevo con la brisa. Se quedaron disfrutando del silencio, jamas en sus cortos años de vida el muchacho sintió tanta paz como ahora, como si la presencia sola de la mujer le acunara.
-¿Podría saber tu nombre pequeño*?-
El muchacho se sonrojo, literalmente se paso espiando a la mujer para luego revelarse llorando solo para ser invitado por ella para oír otra canción y en ningún momento se le cruzo por la mente el presentarse adecuadamente.
-Gomen na, mi nombre es Haku-
-Un gusto conocerte Haku-kun, mi nombre es Chieko-
-El gusto es mío Chieko-san-
-¿Quieres oír otra canción, Haku-kun?-
-Me encantaría, Chieko-san-
La pequeña pero dulce sonrisa que le dio el muchacho fue suficiente para aumentar su determinación. Salvaría a este niño a como dé lugar.
Entre encantadores melodías en dúo se mantuvo ocupados toda la tarde, despidiéndose una vez el ocaso hizo presencia.
Esta vez los adolescentes no emitieron queja alguna sobre que los llevara en sus brazos, demasiado agotados como para protestar. Cuando quiso bajarlos antes de llegar a la entrada un gemido lastimero de su hijo y el fuerte agarre de su pupilo en su ropa le dijeron todo: no quería separarse ni tampoco les importaba que los vieran así, el cansancio que sentían era tal que solo deseaban acurrucarse en el calor de la mujer, embriagándose de su aroma floral.
Con ayuda de su pie ingreso a la casa, ganándose miradas sorprendidas de todos al verla llegar con los dos genin en brazos, pareciendo que llevaba a dos bebés que no les pesaban nada.
-¿Qué estuvieron haciendo para que ella los trajera así?- el constructor pregunto, debía decir que ya no estaba impresionado por la fuerza de la kunoichi, curado de espanto la primera vez que la vio llevar siete barras con tranquilidad sobre su hombro.
-Lo hicieron Kakashi, ambos llegaron hasta la cima- Chieko respondió por ellos, su hijo se despego de su cuello para sonreírle a su maestro, orgulloso de su logro; el azabache se separo un poco, lo suficiente para asentir a favor de la pelinegra.
-Bien, ahora avancemos. Empezaremos mañana, ambos serán guardaespaldas de Tazuna- el peliplata les respondió agradeciendo mentalmente su máscara, el sonrojo apenas difuminándose. Era muy tierna la imagen de sus dos alumnos más orgullosos acurrucados en los brazos de su amiga como si fueran unos pequeños cachorros; aunque pensándolo bien, Naruto sería el cachorro de perro por su personalidad burbujeantes mientras que Sasuke es la encarnación de un gato arisco con el resto del mundo menos con su dueña.
Una vez todos aseados y comidos se quedaron para la sobremesa, esta vez Chieko decidió sentarse en medio de sus pupilos transmitiéndoles un poco de su chakra al ver el esfuerzo que hacían por seguir despiertos.
-En unos días más terminaremos el puente y debo agradecerles por eso-
-Lo hicieron bien pero aun así deben tener cuidado-
-Había querido preguntarles esto pero no había tenido la oportunidad: ¿Por qué se quedaron a protegerme aunque los engañe al traerlos aquí?- Tazuna no pudo evitar que aquella pregunta le asaltara a cada momento su cabeza, ¿Por qué? Incluso una kunoichi ajena decidió quedarse para dar una mano.
-Los que se apartan del sendero de la justicia son cobardes pero bajo el mando de un gran líder, la cobardía no sobrevive- todos miraron sorprendidos al jōnin, este miro de reojo a la pelinegra, recibiendo una pequeña sonrisa a cambio –Esa fue una cita del primer Hokage-.
-Senju Hashirama, el Dios Shinobi- agrego la jōnin, haciendo lo posible en mantener su rostro impasible al ver como todos la miraban asombrados.
``Joder, es información pública, dejen de mirarme como si tuviera el conocimiento del universo´´.
Inari se quedo callado, observando fijamente al rubio agotado en la mesa. Recuerdos dolorosos cruzaron por su mente, la simple actitud del chico le recordaban vívidamente a su padre, no pudiendo aguantar las lagrimas al evocar el amargo recuerdo de su mente.
‘Inari… no llores´´.
-Pe-pero ¿Por qué?-
-¿Mmm? ¿Qué dijiste?- Naruto sintió desde el principio la intensa mirada del niño mas no quiso hacerle caso, no quería volver a ser regañado por su madre.
En un arrebato de ira el niño golpeo la mesa con sus manos, levantándose furioso contra el rubio mientras las lagrimas corrían por sus mejillas.
-¡Todos esos estúpidos entrenamientos son una pérdida de tiempo! ¡Gatō tiene todo un ejército! ¡Los va a derrotar y luego los destruirá! Todas esas cosas bonitas que dicen ¡No significan nada! ¡No importa lo que hagan el fuerte siempre gana y el débil siempre pierde!-
-Habla por ti quieres, no será así en mi caso ¿Te queda claro?- Naruto respondió tranquilo ante el estallido del niño, dejando que su madre tomara su mano bajo la mesa dándole un apretón suave, respondiéndole igual.
-¡¿Por qué mejor no te callas!? ¡El solo verte me enferma! Tú no sabes nada de esta tierra ¡Solo eres un metiche! Siempre riendo y jugando por todo ¡Tu no sabes lo que es sufrir y ser tratado como una basura!-
El agarre en su mano se hizo más fuerte, nadie sabía si era para consolarlo o para evitar golpear al mocoso frente suyo. Sasuke se tenso en su lugar, la furia recorriendo su cuerpo ante las duras palabras del impertinente niño.
-Escúchate gritando y quejándote como una pobre victima- la mirada ensombrecida del Uzumaki les sorprendió -Puedes lloriquear todo el día, para lo que me importa ¡Tú no eres más que un cobarde!-
Las palabras golpearon fuertemente al niño, dejándolo pasmado ante la dura mirada que recibió del alegre muchacho. Antes de que Sakura pudiera reprender a su compañero por sus duras palabras un jadeo provino del niño, al mirarlo un mechón yacía cortado al lado del shockeado niño, detrás de él se podía ver un fino y alargado cristal dorado incrustado con fuerza en la pared.
-Naruto, Sasuke, nos vamos-
Los varones obedecieron sin chistar a su guardián, caminando escoltados por ella saliendo por la puerta principal en silencio. Antes de que Chieko cruzara el umbral se detuvo, girando levemente su rostro permitiéndoles ver uno de sus ojos dorados, parecían oro fundido a punto de estallar ante la cólera que corría por sus venas.
-Escucha esto niño ¿Quién diablos te crees tú para juzgar? ¿Acaso conoces un mínimo del dolor que mi hijo carga sobre su espalda? No, y aun así tienes el descaro de juzgarlo comparándolo con tu dolor. Ni siquiera me das pena, me das asco- todos se estremecieron ante la voz helada de la mujer, sus palabras golpeando profundamente a Inari y golpeando cerca de casa para algunos -Mi hijo tiene razón, solo eres un cobarde-.
Así el trió se fue de la casa, dejando un ambiente frio adentro, perdiéndose en la profundidad del bosque tratando de calmarse ante las fuerte emociones que vivieron hoy.
Inari observaba en silencio el mar frente suyo, iluminado por las estrellas y la luna en la oscura noche, abrazando sus rodillas contra su pecho.
-¿Puedo hablar contigo?-
Una voz gruesa tras sus espaldas le hablo, viendo de reojo al ninja con mascara mirándolo impasible. Asintió levemente, estremeciéndose un poco ante la suave brisa del mar. Kakashi se sentó al su lado, admirando por unos segundos en silencio aquel paisaje.
-Naruto puede ser muy… severo en ocasiones, pero no te odia- al no recibir respuesta alguna del niño continuo -Tu abuelo nos dijo lo que paso con tu padre. Probablemente no sepas esto pero Naruto también creció sin padre, de hecho, él nunca conoció a ninguno de sus padres y solo tuvo un único amigo en nuestra aldea. Y aun así, nunca lo he visto llorar, enfurruñarse o darse por vencido; él siempre está ansioso por seguir, quiere ser respetado, ese es su sueño. Y él pondría en riesgo su vida por eso sin dudarlo; mi deducción es que se canso de llorar y decidió hacer algo al respecto –una imagen de su padre sonriendo llego a la mente del niño -Y aunque es joven y sigue aprendiendo, también sabe lo que significa ser fuerte, como tu padre lo fue. Creo que él sabe mejor que cualquiera de nosotros por lo que estas pasando. Lo que te dijo Naruto hace rato, así de cruel como sonó, probablemente se lo dijo a si mismo miles de veces-.
Le dio tiempo para absorber toda la información que le dio, admirando la luna menguante en medio del cielo.
-Si dice que Naruto no tuvo padres ¿Por qué la mujer le llamo hijo?-
Ahí estaba lo que esperaba, por lo menos el niño no le defraudo.
-Chieko se hizo cargo de la crianza de Naruto desde que nació, adoptándolo como su hijo. Dime Inari ¿Cuántos años crees que tiene Chieko?-
La pregunta le tomo por sorpresa, invocando imágenes de la mujer en su memoria, analizando profundamente sus rasgos.
-No lo sé, supongo que la misma edad que usted-
-Te equivocas, mientras yo tengo 26 años Chieko apenas tiene 19- los ojos llenos de asombro le animaron a seguir -Ella se hizo cargo de Naruto cuando solo tenía 7 años, tomando toda la responsabilidad que conlleva criar a un recién nacido. Chieko también es huérfana, aprendió a sobrevivir sola a temprana edad solo para después ponerse firme ante los superiores en su pedido de adopción, criando ella sola a Naruto y soportando las críticas y duras miradas que recibía a diario. Seguramente ella estuvo ante cada llanto que Naruto derramo, limpiando sus lagrimas sin permitirse a ella llorar; la conozco demasiado bien como para saber el profundo dolor que trata de ocultar. Naruto conoce la fuerza, porque creció bajo el cuidado de la mujer más fuerte que he conocido, y no hablo de solo la fuerza física, sino mental y espiritual. Chieko protegerá con uñas y dientes todo lo que considera suyo, como parte de su familia, por eso reacciono de esa manera hace rato; no puedo decirte que obtener su perdón será cosa fácil, pero no te odia, eso sí puedo asegurarlo-.
El silencio los envolvió, el niño procesando la información obtenida. La vergüenza le comía por dentro, ahora todo lo que quería hacer es esconderse en su habitación hasta que se fueran para no enfrentarla.
‘Solo eres un cobarde’.
El recuerdo de la fría voz de la mujer provoco escalofríos en todo su cuerpo.
-Y el otro muchacho ¿Por qué se marcho con ellos?-
Un suspiro salió del hombre enmascarado.
-Sasuke perdió a toda su familia a temprana edad en manos de alguien en quien confiaba, quedando sumamente marcado. Después de lo ocurrido Chieko se hizo cargo de él, llevándolo a su hogar y protegiéndolo ferozmente contra cualquiera que le quisiera hacer daño. De todos los que vez aquí, todos fuimos marcados por el dolor, solo Sakura tuvo el privilegio de no enfrentarse al dolor de la perdida a tan temprana edad. Por eso Chieko te reprendió tan fuerte, se dio cuenta que tus palabras tocaron fibras sensibles en ambos muchachos, y como te dije anteriormente, es alguien quien no dudara un segundo en defender a los que ama, no importa que tan ínfima o minúscula sea la amenaza; ella los protegerá a toda costa-.
Después de su breve charla se quedaron admirando al mar en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos.
Debería pedir disculpas bien los vea.