Senshi no Fukkatsu

Naruto
F/M
Gen
G
Senshi no Fukkatsu
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Summary
Samantha Rodríguez fue declarada muerta el día de su cumpleaños numero 40, consagrándose heroína mundial. Ahora los ángeles necesitan un favor, jurando que una vez terminado podrá descansar en paz.
Note
¡Hola! Esta historia ya esta publicada en fanfiction.net a través de mi usuario Sonrisas Rotas, no hay plagio ni robo de contenido porque soy la misma autora en distintas plataformas.
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Encuentro

El sol apenas se asomaba por el horizonte, pintando lentamente con su luz a la tierra que despertaba con su llegada, anunciando así un nuevo día en la existencia de todos.

En una casa apartada de todos, una niña y un pequeño bebé dormían plácidamente en una cama. Los primeros rayos solares se colaron sin penas por la ventana, dándole de lleno a la niña. Esta arrugo el ceño, despertando de su letargo, entrando en un estado de somnolencia. Como siempre, su conciencia se despertó primero antes que su cuerpo, sintiendo como la luz del sol le calentaba poco a poco, otra vez se había olvidado de cerrar las cortinas a la noche. Pero quien podría culparla cuando está a cargo de un infante que por lo que descubrió odia estar a oscuras; aprovechando la hermosa luz plateada que la luna les ofreció anoche dejo su ventana al descubierto, todo para lamentarse a la mañana siguiente.

Ya transcurrieron tres meses desde que llego y no importa lo que haga, se despertara antes que el sol como lo hacía desde que entro en la milicia, siendo un milagro que ahora  haya dormido hasta después de las cinco de la madrugada. Era insalubre para una niña despertarse a esas horas, apenas llegando a cumplir seis horas diarias de sueño.

``Pero no eres una niña ¿Cierto Sam?´´. La comisura de sus labios tembló, causandole gracia su chiste mañanero; era un habito desde pequeña el hablar consigo misma, aun cuando le costaba referirse a ella misma por el nombre ‘Chieko’, a pesar de que ya se acostumbro a presentarse así. Solo será cuestión de tiempo. Sintió un peso sobre su pecho, su corazón se lleno de calidez al saber que era. Abrió sus ojos con lentitud, mostrándole al mundo las profundad piscinas de oro que escondía debajo de los parpados; parpadeo un par de veces para acostumbrarse a la luz, cerrando los brazos de forma protectora alrededor del pequeño bulto en su pecho. Este se removió un poco, lográndose poner cómodo de vuelta para seguir durmiendo, apretando entre sus pequeñas manitas la suave tela del pijama de su tutora.

Chieko acaricio con ternura los rubios cabellos de Naruto, cuando despertó en medio de la noche por su comida la niña estaba tan cansada que termino de darle de comer y lo acomodo en su cama en vez de dejarlo en la cuna, cubriendo con almohadas la pared para que no se golpeara ni le diera frio, para luego cobijarlos a ambos con las sabanas y acunar al niño en sus brazos cayendo rendida ante el cansancio. No importaba de qué forma se hayan acostado en la noche, a la hora de levantarse siempre tenía al pequeño bebé descansando sobre su pecho. Pareciese que su cuerpo reconocía a la pequeña figura que se trepaba por encima estando dormida por las noches, porque se quedaba quieta y muchas veces despertaba abrazándolo, evitando que se caiga de su lugar favorito para descansar.

Tenía experiencia con niños, pero nunca había escuchado un caso de un bebé que se trepaba en medio de la noche sobre el cuerpo de su madre o padre. Las primeras veces que ocurrió esto aprovecho que tenía turno con la Dr. Satō para preguntarle sobre esto, no podía negar que estaba preocupada. Esta le calmo diciéndole que aunque no era común era completamente normal, el pequeño rubiecito la había identificado como su madre, por lo que a la hora de dormir buscada sentir su presencia cerca, y que mejor lugar que su pecho. Ahí él podía escuchar el continuo palpitar de su corazón confirmándole su presencia, además que el cuello y el pecho son lugares donde nuestra esencia resalta mas, por lo que se relajaba al sentir su olor y ser arrullado por sus contantes latidos, logrando dormir profundamente. No pudo evitar que las lágrimas cayeran ese día cuando volvieron de la consulta, acunando al niño en sus brazos mientras su interior estallaba en calidez; siempre había querido un hijo, pero la guerra y la enfermedad fueron los principales factores que le impidieron cumplir con su pequeño sueño. Ahora no solo tenía a un niño a su cargo al cual criar y proteger,tenía a su hijo, por el cual daría su vida por su bienestar.

Se levanto delicadamente, con cuidado de no despertar al pequeño. Sus músculos protestaron ante el movimiento, aun resentidos por el entrenamiento de anoche. Sin embargo, valía la pena los pequeños espasmos que  atacaban a su cuerpo por momentos, anoche al fin fue capaz de trepar un árbol hasta la cima sin usar sus manos, solo sus pies cubiertos de chakra. Hoy después de la revisión semanal de Naru-chan iría con Hiruzen a mostrarle su progreso para así recibir más pergaminos con los cuales entrenar.

Desde el momento en que expreso sus deseos a Sarutobi de ser un ninja, este mismo la ha estado entrenando dándole pergaminos con jutsus o ejercicios para que los aprendiera y una vez los haya dominado, mostrarle su progreso. Aunque Nuriel le dijo que podía decidir el ser un ninja o no, sería estúpido de su parte no serlo conociendo todos los peligros que este mundo tenía, sumándole el hecho que ahora tenía una vida que dependía de ella para todo; sabia que debía hacerse fuerte por ambos porque si no ¿Cómo sería capaz de proteger a su pequeña familia? Además, dicen por ahí que la vocación no muere; fue soldado durante casi toda su vida ¿Qué daño le haría convertirse de nuevo en uno? En especial si buscaba sobrevivir a este mundo mortal.

Una vez fuera de su cama puso al bebé en la cuna, cubriéndolo con un buzo de ella para que no sintiera su ausencia. Lo observo por algunos segundos completamente enamorada de su ternura, dejando una última caricia en sus rubios cabellos para ir a completar su rutina matutina aprovechando que seguía profundamente dormido. Entro al baño de su habitación y procedió en el aseo personal, aprovechando de cambiar las vendas en su torso, se había dado un buen golpe cuando se distrajo sin querer mientras subía, cayendo desde muy alto y apenas teniendo tiempo de sacar un kunai e incrustarlo en la madera para ralentizar el descenso. Miro sorprendida, donde antes había un feo moretón de enfermizos colores verdosos y purpuras ahora solo había una pequeña mancha rojiza. `` ¿Pero qué mierda? Si fue solo ayer cuando se había formado, es imposible que haya sanado tan rápido aun usando mis hierbas medicinales… ahora que lo pienso, cada vez que me lastimo las heridas desaparecen muy pronto, tendré que hablar con Nuriel sobre esto´´, con el nuevo pendiente archivado en su mente, siguió con lo suyo. Acomodo y limpio su cuarto para así seguir con todos los de la casa, ayudándose con dos clones de sombra, uno de ellos se quedaría con el bebé hasta que despertara; aunque le quedaban como tres horas antes de que su pequeño cargo se despertara hambriento y exigiera su atención.

A pesar de que recién anoche pudo dominar el tener un control de chakra lo suficientemente decente para escalar un árbol sin manos y bajar por el de la misma manera, no podía decir que era lo primero que aprendió. Unas semanas después de tener a Naruto a su cargo, se coló en la torre Hokage y robo el pergamino que contenía la información del Kage Bunshin no Jutsu y otros jutsus interesantes para copiarlo en su casa, volver y dejarlo de nuevo en su lugar. Debería decirle a Hiruzen que mejorara la seguridad del edificio, ¿Cómo no se dieron cuenta que faltaba un pergamino prohibido por casi todo un día? Encima ni siquiera notaron que una pequeña niña de siete años se había infiltrado dos veces sin problemas, si que pecaban de confiados. Solo le tomo una noche dominar el Kage Bunshin y el Henge no Jutsu (Jutsu de transformación) a la perfección. Aun recuerda la cara que puso Hiruzen cuando se los mostró, cuando pregunto cómo los aprendió mintió que fue a través de los recuerdos de su mundo; los dos se sorprendieron al descubrir ese día que sus reservas de chakra eran abundantes para su edad, Sarutobi bromeo que podrían confundirla con un Uzumaki. También ese día descubrió sus naturalezas de chakra, quedando gratamente sorprendida, tenía cuatro de las cinco elementales, siendo el elemento rayo la que quedo fuera de ecuación. A partir de ese momento le dio variedades de jutsu pertenecientes a sus afinidades, estando satisfecho con los avances extraordinarios que tenia.

Solo pasaron tres días desde que le dio la tarea de aprender a manipular su chakra de manera más eficiente, tomándose la hora de la siesta del pequeño rubio para entrenar su cuerpo y la noche después de acostarlo para practicar con su chakra. Hiruzen le había propuesto la idea de empezar la academia, pero se negó alegando que Naruto todavía era muy pequeño, prometiéndole que en un futuro cercano cuando pueda dejar al niño solo por un par de horas asistiría.

Terminando con la limpieza de su hogar, fue hasta la cocina y prendió el fuego de la hornalla para calentar la pava* y se dispuso a hacerse el desayuno y la leche para Naru-chan. Termino de preparar la formula en el biberón cuando escucho pequeños llantos venir de su cuarto, el clon trayendo en brazos al causante de estos y se lo dio, desapareciendo en una nube de humo. Acomodando al niño correctamente es sus brazos le dio el biberón, viendo como el bebé succionaba con fuerza, buscando saciar su hambre. Cuando termino, tomo el biberón entre sus manos y lo puso sobre la mesa, para apoyar al pequeño en su hombro y darle suaves palmaditas en la espalda, hasta que escucho un pequeño eructo salir de su boquita. Satisfecha alejo al bebé de su cuerpo, sosteniéndolo frente a ella, mirándose a los ojos fijamente por unos segundos. El cielo y el oro se enfrentaron, hasta que el cielo sonrió deslumbrantemente descubriendo al sol en esta, haciendo que el oro se fundiera por el calor de le brindaba esa hermosa sonrisa infantil e inocente. Naruto extendió sus brazos, buscando tomar entre sus pequeñas manitas el rostro de la niña frente a él, captando sus intenciones lo acerco a ella. El bebé feliz de poder tocar el rostro de su protectora poso sus manitas en sus mejillas, palpándolas, sintiendo la suavidad que poseían; siguió investigando posando sus manitos en cualquier lugar que pudiera, curioso de todo, siendo observado atentamente por esos ojos brillantes que tanto le gustaban. Una vez complacido con su exploración, acerco sus labios a las mejillas de la niña, tratando de imitar esas muestras de afecto que ella le daba y tanto amaba, dejando un pequeño rastro de saliva ahí. Aplaudió contento por su obra y busco acurrucarse en sus brazos, siendo inmediatamente recibido y acunado con dulzura en el pecho de la niña, su lugar favorito en el mundo, escuchando como el corazón de su madre latía rápido, señal de la felicidad que sentía.

Chieko apretó con suavidad al bebé en sus brazos, conmovida hasta casi las lagrimas por las acciones puramente inocentes y cargadas de amor infantil que le daba, reparando inconscientemente las heridas que llevaba su alma, llenando todos los días el vacio que parecía nunca querer desaparecer. Estuvieron un rato así, abrazándose en silencio hasta que un suave gorgoteo y un tirón en sus cabellos la devolvieron a la realidad, cuando miro al causante de aquello solo le sonrió brillantemente, siendo correspondida al instante por una igual.

Fueron juntos a su habitación, la niña dejo al pequeño rubio en su cuna jugando con un peluche de perrito, entretenido lo suficiente como para permitirle cambiarse a algo más formal que su remera azul y pantalones cortos que servían de pijamas. Se puso una remera lila de mangas cortas y unos pantalones cortos negros, sus sandalias ninja bien puestas en el genkan listas para cuando desee salir. Ato sus negros cabellos en una cola alta, aun no se lo cortaba porque al parecer a Naruto le encantaba jugar con él; una vez satisfecha con su apariencia volvió con el bebé y lo tomo en brazos, era su turno de cambiarlo. Hoy haría calor por lo que le puso un monito sin piernas y de mangas cortas de color naranja, el mismo lo eligió cuando fueron a comprar vestimentas para él, tomándolo entre sus regordetas manitas y negándose a soltarlo. Al final termino pagando por ese y tres conjuntos más que la señora Hiriko ayudo a elegir.

 Hace poco ayudo a una anciana que se había lastimado el tobillo cuando volvía de hacer las compras, le ayudo a llegar a su hogar y llevo por ella sus compras, cuando llegaron le ayudo con la herida y le dio una pomada que ella misma había hecho con sus plantas medicinales, todo esto con un Naruto a cuestas firmemente agarrado a su pecho por el canguro. Ahí la dulce ancianita le conto que no había tenido tiempo de tener hijos porque su esposo murió a causa de una enfermedad y ella nunca más volvió a enamorarse, así que se dedico a trabajar como costurera hasta lograr abrir su propia tienda para poder olvidar aunque sea un poco su dolor. Chieko se sintió identificada con la mujer y la señora se sintió a gusto con la presencia de los dos niños, sabía que el más pequeño tenía al Kyūbi en su interior pero no justificaba que lo tratara mal, menos al ver con la inocencia que le sonreía y el amor que destilaba la niña cada vez que lo miraba. Desde ese momento, los fines de semana trataba de ir un rato por las tardes a disfrutar de una buena taza de té e historias de todo tipo, incluso la mujer se dispuso a enseñarle a la niña como cocinar, siendo de gran ayuda para la niña que solo conocía la comida occidental. A partir de ahí, Chieko iba a su tienda seguido a comprar ropa para el más pequeño y algunas cosas para ella, la ancianita muchas veces la esperaba con un sombrero tejido a mano para Naruto o para ella, como también bufandas, guantes, etc.; lo último que les dio era unos chalecos que combinaban el naranja y el morado, Chieko está y estará eternamente agradecida con la amabilidad de la señora Hiriko con ellos.

Una vez listo, admiro su obra por unos segundos, asintiendo orgullosa ante su elección. Naruto pataleaba feliz, contento con su nuevo atuendo y radiante al sentirse completamente limpio. Chieko lo dejo jugar con su propio pie mientras acomodaba el bolso de Naru-chan, cargando lo necesario para salir. También puso su monedero violeta en el bolso, aprovecharía de hacer las compras una vez termine con todas las reuniones de hoy. Una vez terminado, tomo el canguro gris y se lo puso, para después colocar a un alegre rubiecito ahí, que balbuceaba feliz de dar un paseo hoy, tratando de transmitir su alegría a su madre. Chieko sonrió radiante, mientras se dirigía con todo a la entrada de su hogar para partir a su cita con la doctora. Un solo pensamiento cruzo su mente al ver lo feliz que estaba el niño jugando con las placas, quitándoselas cuando quiso llevárselas a la boca reemplazándolas con su dedo.

``Te protegeré sin importar que, protegeré la sonrisa que sin saberlo salvo mi alma, lo juro por mi familia Naru-chan. Ahora nunca sabrás lo que es estar solo, yo estaré siempre para ti mi niño´´.


Chieko caminaba tranquila por la zona comercial de Konoha, con un pequeño Naruto completamente dormido, victima de los suaves balanceos que lo envolvían; cerro sus ojitos y apoyo su cabecita, cediendo al efecto somnífero de los movimientos y al suave arrullo del corazón.

La niña cargaba con cuatro bolsas repartidas equitativamente en sus manos, después de su reunión con el Hokage mando a un clon a dejar el bolso en su casa, no quería cargar con más peso del necesario. Estaba contenta, la Dra. Satō le dijo que dentro de unas pocas semanas Naru-chan podría empezar a consumir alimentos sólidos además de la leche de formula, por lo que se emociono un poco con las compras para cuando eso ocurra. También le dijo que estaba creciendo completamente bien, armando su reporte para dárselo al consejo y al Hokage. Esta fue una de las condiciones que recibió cuando cedieron ante su pedido de cuidarlo, debería hacer controles y chequeos semanales, casi diarios, al niño para así llevar constancia de que era capaz de cuidarlo correctamente. La encargada de realizar estos chequeos era la doctora Shinobu Satō, una médica veterana a cargo del área de obstetricia y maternidad del hospital.

 La mujer estuvo en contra desde el principio ¿Quién en su sano juicio dejaría a una niña al cuidado de un bebé? Sabia de las grandes pérdidas que hubo por la aparición del Kyūbi, pero eso no justificaba tal accionar demente a sus ojos, incluso llego a pensar que el Sandaime al fin había cedido a los males de su edad y entro en demencia. Pero todo eso terminaron siendo preocupaciones absurdas.

El Sandaime sabía muy bien lo que hacía, callándoles la boca a la mayoría que puso en duda su cordura. La niña no solo hacia bien su trabajo, era excelente. El bebé crecía sano y fuerte, rodeado del amor de la niña. Chieko no solo dedicaba cada segundo de su existencia al cuidado de Naruto, sino que también era capaz de llevar una vida medianamente normal mejor que cualquier soltero que buscaba independizarse. Parte de su trabajo era revisar en qué condiciones vivían los niños, siendo sorprendida al ver el orden y la limpieza del lugar. La niña había adaptado su hogar en una zona segura para bebés, llegando hasta el punto de poner cubre puntas en los muebles para evitar futuros accidentes cuando el pequeño quiera impulsarse a caminar.

Una vez se quedo a observarlos toda una semana, sin dejar notar su presencia a la niña. Estuvo maravillada por toda la dedicación con la que trataba al bebé, como si fuese el más grande de los tesoros. Tenía completamente calculado sus horarios, cuando tenía hambre, cuando quería dormir, cuando quería jugar; todo estaba perfectamente calculado, dándose el tiempo hasta para entrenar, otra cosa que la sorprendió profundamente. A la noche la niña sin faltas se levantaba a prepararle su formula cada tres horas, tomándose el tiempo de admirarlo aun con el sueño en sus ojos. Ya en la última vez que se levantaba a darle su leche parece que ya cedía al cansancio y lo llevaba con ella a la cama, siempre asegurándose de dejarlo entre la pared y su cuerpo; para levantarse entre las cinco y siete de la madrugada con un pequeño intruso sobre ella.

Desde esa vez la médica se dedico a ayudar en lo que más podía al pequeño dúo, disminuyendo las visitas diarias a solo una vez a la semana, haciendo chequeos no solo al bebé sino también a la niña para asegurarse que no se descuidara por enfrascarse en el cuidado del infante, dejándole anotado todas las cosas que podría necesitar mientras ambos crecían, haciéndole saber que podía contar con ella ante cualquier emergencia que surgiera.

Chieko siguió con su camino hasta parar frente a la tienda del viejo Akiyama que cuando la reconoció entre el gentío la llamo emocionado. El viejo Akiyama era uno de los amigos más cercanos de la señora Hiriko, dueño de una pequeña verdulería. El hombre tenía una huerta en su casa, con algunos árboles frutales que consiguió en unos de sus múltiples viajes en la juventud; lo que cosechaba lo vendía, teniendo las mejores verduras y frutas de estación de la aldea en opinión de la niña.

El hombre se sorprendió muchísimo al descubrir que los rumores eran ciertos, que el Jinchūriki del Kyūbi quedo a cargo de una pequeña niña . Tenía prejuicios contra el niño, pero al ver el cariño con que los miraba su amiga no pudo negarle es ser su proveedor de alimentos. Con el tiempo descubrió el porqué su vieja amiga se encariño tanto con el pequeño dúo, eran simplemente adorables. Chieko era una niña muy madura a su edad, dedicada completamente a la crianza del rubio, y por lo visto le gustaba mucho la jardinería y poseía una pequeña huerta en su casa de puras hierbas medicinales; Naruto era un bebé energético que destilaba alegría y era absolutamente encantador, era imposible temerle u odiarlo una vez lo conocías.

Recuerda la primera vez que los visito junto a Hiriko, los dos adultos se asombraron del tamaño de la casa, sintiendo como la tristeza los inundaba cuando la niña les dijo que la casa era la última herencia de sus padres, que murieron en una misión cuando era más pequeña. A partir de ahí muchas veces iba de visita, dejándoles frutas de estación o algunas hierbas raras que su hijo le enviaba de sus viajes por el mundo. También le gustaba ayudar a la niña con su jardín, plantando además de hierbas medicinales algunas flores que lo adornaran.

Cuando la niña llego a su tienda le mostro emocionado su nueva adquisición: una pequeña suculenta verde con pequeñas manchas blancas repartidas por todas las hojas; Chieko miro emocionada a la pequeña planta de aloe vera, cuando decidió agregarla a su huerta se dio con que no era una especie conocida por la zona, por lo que se deprimió al no poder conseguirla por ningún medio.

-Le conté a mi hijo sobre tu búsqueda, a la semana me llego un par de estas. En la carta mi hijo me explico que tuve suerte de contarle a tiempo, porque en el pueblo que se está quedando estas pequeñas crecen como hierba- animado le explicaba, siendo recompensado con una deslumbrante sonrisa que competía con el brillo que los orbes dorados desprendían.

Agradeciéndole al viejo Akiyama por su regalo, salió de la pequeña tienda con su nueva planta, segura de ya tener el lugar perfecto para trasplantarla. Siguió su camino, vigilando de vez en cuando al niño dormido plácidamente en el canguro. Por el rabillo del ojo vio como algo se caía del bolsillo de alguien, frenando y cambiando su rumbo hacia el objeto. Lo tomo entre su mano, pasando todas las bolsas a la otra. Era una hermosa cadena plateada, cualquiera podría darse cuenta que seguramente había sido costosa. Miro por todos lados para identificar al dueño, cuando a lo lejos lo vio irse, seguramente ni se dio cuenta de la pérdida del lujoso objeto. Empezó a trotar en su dirección, con cuidado de no molestar al bebé en su pecho.

Por suerte el hombre freno por unos momentos, parándose a devolver el saludo a una persona al azar, por lo que pudo llegar ante el sin problemas. Lo observo mientras llegaba a él, el hombre vestía un kimono azul opaco sencillo haciendo resaltar mucho más el símbolo dibujado en su espalda: un ventilador rojo y blanco, el símbolo del clan Uchiha. Tomo con cautela un poco de la vestimenta, tirando levemente para así llamar la atención del hombre. Este bajo la mirada, un brillo de incógnita en medio de sus profundos ojos negros.

Chieko se abstuvo de jadear, frente a ella estaba nada más y nada menos que Fugaku Uchiha, actual líder del clan y padre de Itachi y Sasuke Uchiha. Salió rápidamente de su sorpresa, no era tiempo de actuar como un fan, tenía que hacer lo que debía.

-Señor, se le cayó esto-le mostró la delicada cadena en su diestra, soltando las bolsas al sentir como su otra mano empezaba a doler por el peso. El hombre, no, Fugaku la miro sorprendido, tomando el accesorio de la pequeña mano de la niña. Estaba sorprendido sin dudas, en ningún momento sintió la perdida de tan valioso objeto, absorto en sus pensamientos de cómo le quedaría a su esposa.

- Arigatō gozaimasu- miro fijamente a la niña, notando el extraño pero a la vez conocido accesorio que portaba, viendo como una mata rubia sobresalía de el soporte. Así que esta era la niña que quedo a cargo del hijo del Yondaime, incluso él podía decir que tenía una apariencia un tanto llamativa: cabellos negros y largos, piel manchada de pecas y unos exóticos ojos dorados, hasta ahora no había conocido a nadie con ese color tan particular en sus irises. Vio las bolsas posadas en el suelo a su lado, estaba sorprendido que ella pudiera cargar con todo eso sola.

-¡No fue nada!- la niña le sonrió brillantemente, moviendo algo en su interior. Vio como tomaba las bolsas entre sus manos, con cuidado de no molestar al bebé- Entonces ¡Nos vemos señor!- se despidió efusivamente, partiendo en sentido contrario a su destino. Antes de que pudiera alejarse un impulso domino al Uchiha.

-¿Necesitas ayuda?- la niña se giro sorprendida, para luego sonreírle cálidamente de vuelta.

Arigatō!- le dijo mientras tomaba las bolsas de sus manos, frunciendo un poco el ceño al sentir el peso ¿Pensaba llevar todo esto sola y con un bebé a cuestas?

Caminaron unos minutos en silencio, la niña guiando el camino mientras acariciaba la cabeza rubia del niño ahora que tenía sus manos libres.

-Um… ¿Señor?- espero a tener la atención del hombre a su lado para seguir- ¿Podría decirme su nombre? No quiero referirme a usted como ‘Señor’ viendo como me está ayudando- lo miro con esos profundos pozos dorados, esperando paciente una respuesta.

-Uchiha Fugaku ¿Y el tuyo niña?- miro como se emociono al decirle su nombre para rápidamente cambiar a la vergüenza, era interesante como sus ojos mostraban al mundo sus emociones sin problemas.

-¡Gomen’nasai! Mi nombre es Ena Chieko ¡Un gusto Uchiha-san!- otra vez esa efusividad al responder, parece que la niña era muy alegre a pesar de su situación.

Siguieron caminando por un par de minutos, alejándose del bullicio del centro. El camino que seguían cada vez más se llenaba de vegetación, una muestra de lo lejos que quedaba su hogar de la aldea, llegando casi a las afueras de la misma. La niña se le adelanto, sacando un par de llaves de sus bolsillos para abrirles la puerta, eran pasado el mediodía cuando llegaron a su destino.

Ambos dejaron sus zapatos en el genkan, Chieko le dejo un par de pantuflas para andar sin problemas por el lugar. Lo guio hasta la cocina, donde dejo las bolsas con mercancía en la encimera, viendo curioso como la niña ponía un banquito cerca para subir y llegar sin problemas. Ambos se dispusieron a guardar todo en silencio, siendo este roto cuando el bebé empezó a balbucear y a estirar sus bracitos, se había despertado.

-Uchiha-san ¿Podría guardar lo ultimo mientras le preparo la comida a Naru-chan?- le pregunto mientras sacaba al niño del canguro y lo ponía en su silla para comer, asegurándolo para que no se cayera por sus movimientos. El Uchiha asintió, terminando de guardar lo último.

Observo en silencio como la niña se subía a otro banquito cerca de las hornallas, poniendo a calentar el agua mientras preparaba la formula en un biberón. Cuando estuvo a la temperatura correcta, apago la cocina y sirvió el agua tibia dentro del recipiente de plástico, agitándola bien para que se mezclara todo y no quedaran grumos. Bajo del banquito y fue hasta el niño, lo tomo en brazos y procedió a darle su comida, este contento recibía el biberón mientras pataleaba feliz.

Esa simple imagen conmovió su duro corazón, tendrías que ser un idiota para no darte cuenta el amor y devoción que la niña tenía con el bebé. La niña pareció darse cuenta de algo, dejo de observar al niño para dirigir su mirada hacia él.

-Fue muy maleducado de mi parte Uchiha-san ¿Desea algo para tomar?- así que eso era, la niña era muy educada y por lo visto responsable, le recordaba mucho a su primogénito.

-No gracias, el pequeño necesita más de ti ahora- el nombrado termino su comida, la niña le quito en biberón de sus manitos para dejarlo en la mesa y proceder a llevarlo a su hombro para que hiciera provechito. Una vez que un suave eructo se escucho en el lugar, la niña sonrió con diversión y acomodo al niño en sus brazos llevando uno de sus dedos para que juegue.

-Muchas gracias de nuevo Uchiha-san, Naru-chan se pone muy de malas si no le doy rápido su comida- el pequeño rio, como sabiendo que hablaban de él. Chieko se acerco hasta la heladera con el niño en brazos y saco una botella de agua, para después sacar un vaso de la alacena al lado y servir. Acerco el vaso lleno hasta su visitante, que agradecido lo tomo en sus manos. La chica sí que tenía habilidad al haber hecho todo eso con el niño en brazos.

-¿Haces siempre todo sola?- la pregunta le tomo por sorpresa, pensó que el hombre no hablaría por un buen rato, en realidad pensó que no hablaría en absoluto. Decidió tomar asiento alrededor de la mesa, el adulto imitando sus acciones al ver como lo invito a hacer lo mismo.

-Bueno, sí. Pero no es un problema, ya me acostumbre, además tengo esta hermosa compañía a mi lado siempre- al final de su frase acaricio con dulzura la nariz del niño, sacándole otra risita. Fugaku observo todo en silencio, meditando por dentro sus palabras.

-¿Nadie te ayuda?- otra vez fue tomada con la guardia baja, ¿Por qué le preguntaba esas cosas?

``Bueno, tampoco es tan común que una menor se haga cargo de un bebé. Puede ser que solo este curioso por como hago para mantenernos a los dos…´´.

-Mmm bueno, tampoco es como si yo alguna vez la pidiera… -reflexiono en voz alta- Pero de vez en cuando Hokage-sama pasa a vernos, también lo hacen Hiriko obasan y Akiyama ojisan, incluso Ai-san viene a ver como estamos - pudo entender la mirada que el hombre le dio, así que procedió a explicar- Hiriko obasan y Akiyama ojisan son unos vendedores que ayude en algún momento y nos hicimos amigos, Ai-san era la enfermera de Naru-chan en el hospital antes de que lo pudiera tener conmigo-.

Fugaku reflexiono en silencio la información que le dio, así que prácticamente la niña estaba criando sola al hijo del Yondaime pero no parecía tener problemas con eso. Hubiera seguido con sus pensamientos de no ser interrumpido por un bajo gruñido, miro a su anfitriona y esta se sonrojo furiosamente, llevando su mano izquierda a su cuello mientras sonreía avergonzada.

- Gomen ne Uchiha-san, salí tarde del chequeo médico de Naru-chan y no tuve tiempo de almorzar algo, si quiere puedo preparar algo para los dos… - dejo la propuesta al aire, esperando paciente una respuesta.

Fugaku tuvo que evitar el temblor en la comisura de sus labios, prueba de que le había hecho gracia la actitud avergonzada de la niña.

-No te preocupes, me estaba dirigiendo a mi hogar después de mi lunch when nos cruzamos- rechazo la oferta, no quería agregar otra carga en la chica. Se arrepintió al instante cuando pudo ver la decepción cruzando sus ojos, para ser rápidamente oculta por una sonrisa brillante. Aunque no esté teóricamente sola, debe añorar el estar con alguien que sea capaz de entenderle y responderle apropiadamente, no solo con balbuceos y risas.

-Gomen ne Uchiha-san, lo estuve reteniendo sin saber que le esperan, no quisiera seguir haciéndolo- ambos se levantaron de sus sillas y caminaron hasta la entrada, el pequeño niño entretenido con algunos mechones que llegaban hasta el.

Una vez afuera, el hombre su puso en frente para despedirse de ambos.

-Fue un gusto conocerlo Uchiha-san… -

-Fugaku- la niña lo miro confundida por su interrupción, por lo que aclaro- Puedes referirte a mi por mi nombre Chieko-chan- el brillo que inundo esos pozos dorados junto con la deslumbrante sonrisa fueron su premio.

Hai Fugaku-san! Realmente fue un gusto conocerlo, espero que nos encontremos otra vez ¡Despídete Naru-chan! - la felicidad que desbordaba era contagiosa, el niño empezó a balbucear obedeciendo a su tutora while dirigía sus manitos en dirección al hombre. Fugaku acerco una de sus manos, el niño sorprendido por el tamaño de sus dedos procedió a jugar con estos, tratándose de llevarlo a la boca. No pudo evitar sentir como su pecho se lleno de calidez, la misma que sintió cuando tenía a su segundo hijo en sus brazos.

Así el patriarca Uchiha se despidió del pequeño dúo, con una promesa de volver a verlos y ayudar en lo que pudiera a la amable niña y al simpático bebé.

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