Senshi no Fukkatsu

Naruto
F/M
Gen
G
Senshi no Fukkatsu
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Summary
Samantha Rodríguez fue declarada muerta el día de su cumpleaños numero 40, consagrándose heroína mundial. Ahora los ángeles necesitan un favor, jurando que una vez terminado podrá descansar en paz.
Note
¡Hola! Esta historia ya esta publicada en fanfiction.net a través de mi usuario Sonrisas Rotas, no hay plagio ni robo de contenido porque soy la misma autora en distintas plataformas.
All Chapters Forward

Unión

El día  transcurría normal, los comerciantes hacia negocios y los ninjas patrullaban o iban/volvían de misiones. Podríamos decir que era como cualquier otro día en Konoha, más un hecho particular acabo destruyendo toda imagen de normalidad impuesta.

La familia Uchiha se encontraba de paseo. No era un hecho impactante, podías ver todos los días muchos ninjas con el emblema Uchiha en sus ropajes paseando, entrenando o patrullando con sus uniformes de la Policía Militar. Pero ver a la familia principal de paseo todos juntos sí que era un hecho de carácter histórico.

Fugaku sorprendió a su familia al decirles que hoy visitarían a unos amigos de él y que deseaba que los conocieran. Ya el simple hecho de llamarlos amigos llamo toda la atención de su esposa e hijo mayor, su segundo era muy pequeño como para entender la magnitud del asunto familiar. Así  que todos se prepararon para la misteriosa visita, llevando algunos aperitivos que Mikoto insistió en hacer porque si su esposo realmente se tomaba el tiempo de ir a visitarlos y de considerarlos sus amigos eran gente importante para él y no quería dejarlo mal parado al no llevar nada a sus anfitriones.

Así  que ahora todos se encontraban yendo a su destino, siendo guiados por el patriarca de la familia. Itachi se había ofrecido en llevar la cesta con la comida que preparo su madre, así ella pudiera cargar con total libertad a su pequeño hermano y llevar la bolsa sin problemas. Iban en un silencio cómodo, el padre no acostumbraba hablar sin sentido y su esposa e hijo estaban demasiados emocionados y expectantes como para iniciar una conversación casual entre ellos, el más pequeño de la familia iba observando todo a su alrededor curioso por el nuevo paisaje ante él.

El camino cada vez más se alejaba del bullicio de la aldea para dar paso a la calma del bosque que lo rodeaba. La curiosidad de la familia aumento al percatarse de esto, parece que los amigos del patriarca disfrutaban mas la compañía silenciosa del bosque antes que el ruidoso aglomeramiento.

A lo lejos pudieron distinguir una casa, y mientras más se acercaban podían ver como casi toda la entrada estaba cubierta de flores, algunas rosas trepadoras adornando las ventanas del frente dándole un toque único al lugar. Otra cosa más que podían deducir de las misteriosas personas, le gustaba mucho la jardinería para tener tan bien cuidado las distintas flores que le daban el toque encantador a la morada.

Se detuvieron en la puerta y Fugaku toco, oyendo como unas suaves pisadas se acercaban desde adentro. Una niña de no más que la edad de Itachi abrió, siendo lo primero que les llamo la atención esos exóticos ojos dorados, que brillaban impetuosos al reconocer al hombre.

-¡Fugaku-san, bienvenido!- el nombrado tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no reírse de las caras que su esposa e hijo hacían, era obvio que lo que menos esperaban era que una niña los recibiera.

-Es un gusto volver a verte Chieko-chan- la niña sonrió dejando en vergüenza al sol, una de las cosas que más le gustaba de la de ojos dorados eran sus sonrisas resplandecientes. Parece que la niña recién se percataba de sus acompañantes, poniendo una mirada curiosa que casi logra que la mujer presenta salte a abrazarla- ¡Vino acompañado! Hola, mi nombre es Ena Chieko ¡Bienvenidos!-.

Itachi quedo sorprendido por la energía que destilaba la niña, parecía tener un carácter alegre y enérgico totalmente contraria a la de él, tranquila y pacífica. Mikoto abrió sus ojos en asombro ¿Esta era la niña que quedo a cargo del hijo de su amiga?

-Mm, te presento a mi esposa: Uchiha Mikoto; y a mis hijos: Uchiha Itachi, el de tu misma edad, y Uchiha Sasuke, el pequeño bebé que mi esposa carga- un coro de ‘Hola’ y de ‘Un gusto conocerte’ se escucho después de cada presentación hecha por el hombre, seguidos por una leve inclinación de cada uno.

-¡Un gusto conocerlos! Pasen por favor, el almuerzo estará listo en pocos minutos- todos entraron siguiendo a la niña, dejando sus zapatos en el genkan. Siguieron al hombre hasta la cocina, señal suficiente de que no era la primera vez que estaba ahí. Chieko le indico a Itachi donde dejar la cesta, este curioso vio la cocina, para darse cuenta de otra presencia además de la de su familia y la niña. En una esquina cerca de la entrada había una hamaca para bebés de colores azules, curioso se acerco al ver unas pequeñas piernitas agitarse junto a unas manos rechonchas. Ahí dentro yacía un bebé, parecía ser de la misma edad de Sasuke por su tamaño, de brillantes ojos azules y rubios cabellos, que estaba entretenido tratando de agarrar los adornos que colgaban de la hamaca, firmemente agarrado con cinturones para evitar que se cayera por sus movimientos bruscos. Una sombra se cernió sobre su hombro, dándose cuenta que era su madre admirando al nuevo bebé con Sasuke aun en brazos, ambos niños cruzando miradas sorprendiéndose al ver a alguien con su mismo tamaño. Se miraron fijamente, el bebé rubio no dudo ni un instante en extender sus dos bracitos en dirección a su hermano, como invitándolo a jugar con él. Sasuke estaba inseguro, tardando unos segundos en extender uno de sus brazos aun dudoso.

-Naru-chan, es hora de tu comida- el bebé rubio respondió a la voz que lo llamaba, empezando a balbucear feliz.

Chieko y Fugaku se habían distraído hablando de temas banales, mientras el adulto ayudaba a la niña pasándoles algunas cosas para terminar con el almuerzo que había preparado para las visitas. La niña miro el reloj en la pared, dándose cuenta que ya era la hora del almuerzo de Naruto, por lo que se dispuso a prepararle su formula mientras el Uchiha controlaba que no se quemara la cocina. En miles de años cualquier ser humano medianamente cuerdo hubiera imaginado ver la imagen del patriarca Uchiha ayudando en la cocina y mucho menos cocinando, aunque solo estuviera controlando hasta que la cocinera vuelva.

Cuando Chieko se acerco a la hamaca donde siempre dejaba a Naruto cuando empezaba a cocinar o entrenar, se sorprendió al ver a los dos Uchihas restantes admirar a su hijo, para después ver con dulzura la interacción de los dos bebés. No quería arruinar la tierna escena, pero Naru-chan debía comer.

Se acerco hasta la hamaca para tomar al rubio en brazos y darle su biberón, este como siempre lo recibió contento y empezó a succionar con avidez. Los de cabellos oscuros se quedaron admirando la escena, era simplemente enternecedor ver como la niña miraba con el amor más puro al bebé, con este siguiendo todos sus movimientos con sus ojos azules.

-Mikoto-san, si desea alimentar a Sasuke le prepare otro biberón, es nuevo así  que no debe preocuparse- la sonrisa que le dio fue suficiente para calentar el corazón de la mujer, le devolvió la sonrisa mientras le pasaba a Itachi su pequeño hijo. Fue por el biberón, notando recién a su marido controlando la comida, sonriendo por dentro ante sus acciones. Así que Fugaku atesora a estos niños. Siguió y le dio el recipiente a Itachi, este lo recibió y procedió a alimentar al pequeño pelinegro, sonriendo suavemente al ver como succionaba con emoción. Dejo a los niños a cargo de los bebés para ir al rescate de su cónyuge, por algo nunca estaba a cargo de la cocina en su hogar. Sorprendida vio la cantidad de platos que preparo Chieko, sonriéndole a su esposo ante la mirada de alivio que le dio.

Itachi observo el dulce trato de la niña con el bebé, a pesar de su corta edad había comprendido la situación al instante, la niña junto al bebé eran huérfanos. Nunca fue bueno para iniciar conversaciones, siempre siendo su madre quien le alentaba hablar, aunque muchas veces su falta de habla era porque sabía que la conversación seria irrelevante para él. Pero esta niña le provocaba querer hablarle, había algo que le llamaba la atención. Por suerte no tuvo que iniciar el la charla, la pelinegra hablo primero dirigiéndose a él.

-Itachi-kun, te presento a Naru-chan, mi pequeño niño- la niña acerco al bebé que seguía bebiendo sin problemas, le parecía curioso la extraña forma con la que se refería a su hermano*, pero quien era él para juzgar.

-Es lindo. Te presento a Sasuke, mi Otōto- imito la acción de su contraria, acercando al bebé para que pudiera apreciarlo mejor, este era ajeno al sutil movimiento, concentrado el beber toda su leche.

-Es hermoso ¿Cuántos meses tiene?- parece que Chieko era todo lo contrario a él, teniendo una habilidad natural para poder sobrellevar una conversación. Sonrió levemente, admirando las rechonchas mejillas de su hermanito.

-Tiene siete meses ¿Naru-chan?- la niña parecía entender su pregunta, por lo que respondió emocionada.

-¡Que tierno! Naru-chan cumplió cuatro meses la semana pasada, eso significa que Sasu-chan es mayor- la pelinegra sonrió de vuelta, sus pozos dorados brillaban intensamente. Le dio gracia el nuevo apodo de su hermanito, por lo que lo dejo pasar al pensar que son cosas de niñas el nombrar las cosas de forma ‘tierna’.

Los dos adultos observaban silenciosos el intercambio amigable entre los dos niños, enternecidos completamente ante el aura cálida que los rodeaba.

Naruto termino su comida junto a Sasuke, ambos niños dejando los biberones en la mesa para poder hacerles provechito correctamente a los bebés. Después de unos segundos dos pequeños eructos se hicieron escuchar en la habitación, provocando la risa burlesca de la pelinegra contagiándosela al azabache.

-¿Quieres que los dejemos juntos? Podríamos ponerlos en la cuna de Naru-chan así  descansen, usualmente después de comer Naru-chan duerme una siesta para levantarse a jugar después- Chieko le propuso al niño, viendo como los dos bebés querían, en mayor o menor medida, estar juntos.

-Mmm- Itachi asintió un poco emocionado, se sentía a gusto con la de ojos dorados, más al ver como compartían ambos un amor incondicional por sus respectivos hermanos. La niña lo guio hasta un pasillo, entrando en la primera habitación a la derecha. Supo que esa era su habitación, al ser de un color diferente al del resto de la casa y estar pulcramente acomodada, haciendo resaltar mucho los juguetes y peluches esparcidos en la cama, posiblemente el rubio estuvo jugando ahí antes de que llegaran.

Acomodaron a los bebés en la cuna, esta era lo suficientemente grande para que ambos cupieran sin molestias. Los bebés miraron a las caras nuevas para ellos, Sasuke quedando prendado de los bonitos ojos brillantes de la niña mientras Naruto admiraba los hipnotizantes ojos oscuros del niño. Los mayores sonrieron ante esto, provocando sonrisas en los rostros infantiles. Sasuke extendió su mano en dirección a la niña, para darse cuenta que otro brazo ajeno se extendía igual, pero en dirección al niño. Los dos bebés se miraron, analizando a la persona que tenían al lado, olvidándose de los ojos que les llamaron tanto la atención.

Naruto extendió su mano, tocando el rostro del contrario, para luego sonreír animadamente. Sasuke hizo lo mismo, correspondiendo la sonrisa y empezando a balbucear entre ellos, en un idioma que solo el pequeño par entendía.

Los niños mayores admiraban la escena con sus corazones rebosantes de amor, felices de que sus personas más preciadas se llevaran bien. Siguieron observando en silencio, viendo el intercambio entre los bebés que hablaban a través de palabras inentendibles sobre algo ultramente interesante para ellos. Poco a poco la animada charla fue disminuyendo, hasta quedarse completamente dormidos, uno al lado del otro, víctimas de los suaves balanceos que los niños hacían con la cuna y el tarareo suave de la niña.

Los niños dejaron que los bebés descansaran tranquilamente, abandonando la habitacion y llegando a la cocina dandose cuenta que la mesa ya estaba puesta y a punto de ser servida por la matriarca Uchiha.

-¡Déjeme hacerlo Mikoto-san! Gomen ne, me distraje con los bebés- se acerco a la mujer mientras declaraba, la disculpa era dirigida a ambos adultos pero más al hombre porque sin querer lo dejo a cargo de la comida sabiendo que no era su fuerte .

-¡No hay problemas Chieko-chan! No tuve que hacer nada, ya casi  todo estaba listo, solo fui a auxiliar a mi esposo- las risas de las dos femeninas inundaron el lugar, provocando en los varones una calidez en el pecho.

Entre las dos fueron sirviendo la comida, mientras los hombres esperaban pacientemente a que terminaran sus bromas para sentarse todos juntos. Los niños quedaron sentados a la par enfrentados a los adultos. Toda la familia Uchiha esta maravillada por la cantidad de platos presentes, teniendo una gran variedad para elegir.

-Hice mucha comida porque siendo sincera no tenía idea que podría gustarles, así  que improvise un poco- la niña con pena respondió a la incógnita no dicha, rascando su cuello con su mano y sonriendo apenada, Mikoto tuvo que contenerse el no saltar sobre la mesa para abrazarla, era tan adorable.

Itachi observo fascinado la variedad de platillos, pero uno rápidamente capto su atención. Sus orbes obscuros brillaron intensamente al reconocer lo que había allí, su boca empezó a salivar ante la idea de comerlo aunque supo ocultarlo rapidamente. Frente a él dos platos llenos de repollos y onigiris con algas capturaron toda su atención, provocando risas en su madre y una pequeña mueca en su padre. La niña al notar donde estaba su mirada tomo los platos y le sirvió en el suyo hasta casi  rebosar. Cuando Itachi la miro por su acción esta solo sonrió brillantemente, sacándole una pequeña sonrisa para después asentir emocionado, procediendo a comer su comida favorita.

Los adultos observaron el intercambio silencioso de los niños, era como si no necesitaran palabras para entender lo que el otro quería, pareciendo estar conectados de alguna manera mucho mas profunda de la que puedan conocer. Fugaku dejo caer unos segundos su fachada fría, mostrando una pequeña pero apacible sonrisa. Mikoto le sonrió brillantemente, feliz por la nueva adquisición de su familia.

Era capaz de leer las razones detrás de las acciones de su marido, esta era la forma que el encontró de unir a la pequeña niña con el bebé a su familia. No era tonta, se dio cuenta como su esposo muchas veces tardaba más de lo habitual en llegar a casa, también se dio cuenta que al mismo tiempo empezaron a faltar algunas cosas de Sasuke cuando era más pequeño, como algunas prendas que le quedaron chicas o unas mantas que ya no usaba por tener otras más grandes y nuevas. Incluso una vez que ella lo acompaño hasta el trabajo para así  aprovechar para ir de compras, Fugaku se detuvo en una tienda admirando algo fijamente. Era una simple blusa morada, lo que le extraño es que era para una niña. Se pregunto qué era lo que lo detuvo a observar aquella prenda, siendo claramente consciente que ellos tenían dos hijos, no hijas, aunque la idea de tener a una mini copia suya (o porque no, una pequeña versión femenina de su esposo) corriendo por su hogar llenándolo de risas no le molestaba en lo absoluto, pero le era raro que a su marido le atrajera la idea cuando estuvo más que satisfecho al tener dos herederos varones.

Desde el momento en que conoció a la pequeña todas las piezas del rompecabezas encajaron en su sitio al verla llevar puesta la misma blusa que Fugaku se detuvo a admirar ese día  y al ver al pequeño bebé del que estaba a cargo. Los dos niños estaban solos, sin nadie que velara por ellos ni se preocupase por su bienestar, solo teniéndose a ellos mismos. Entendía  las acciones de su marido, más bien las admiraba; los sentimientos que poseía para él creciendo en su pecho al ver como a través de sus ojos fríos un brillo cálido se hacía presente por momentos al admirar las interacciones de la niña con su hijo, pareciendo estar orgulloso de como resulto su idea.

Así los cuatros disfrutaron de la exquisita comida casera, notando en su sabor todo el empeño y dedicación que la niña les puso en la preparación.

Una vez los platos fueron vaciados y levantados, los cuatro disfrutaban de una relajante taza de té, las dos mujeres conversando amenamente con los hombres disfrutando ser oyentes. Chieko estaba riendo sobre una anécdota que Mikoto le conto de Itachi cuando tan solo era un bebé, este trataba inútilmente de ocultar el sonrojo de sus mejillas (aumentando las burlas de las féminas) cuando se dio cuenta de la hora. Se disculpo con los presentes para luego levantarse de la mesa, siendo detenida por la mujer.

-¿Ocurre algo Chieko-chan?- antes de que pudiera contestar unos quejidos se hicieron escuchar, para después ser acompañado por otros conocidos para la familia.

Chieko fue directo a la habitación siendo seguida por Itachi, este fue más veloz a la hora de levantarse que su madre. Los dos adultos esperaron por los niños, escuchando como los quejidos se convertían en risas infantiles.

Cuando ambos niños llegaron, cada uno cargaba con un bebé, pero había algo nuevo en esa imagen regular. En vez de que la pelinegra cargara con un pequeño rubio esta cargaba con un bebé Sasuke que parecía mas que cómodo en sus brazos, jugando con los mechones largos y sueltos de su cabellera; e Itachi en vez de cargar con su hermanito llevaba en brazos al pequeño Naruto que pataleaba feliz jugando con los dedos del niño.

Los dos niños mayores sonreían brillantemente, admirando a los pequeños en sus brazos. Sasuke dejo los mechones cabellos para quedarse observando las grandes piscinas de oro de la niña, estirando sus manitas tratando de tocarlas. Chieko entendió lo que quería así  que lo tomo por debajo de sus axilas y lo puso al frente de su rostro. Sasuke feliz de que hayan cumplido su deseo empezó a explorar con sus manitos el nuevo rostro, como si tratara de memorizárselo a través de sus toques y mirada fija. Una vez satisfecho, dejo sus manitos descansar en las mejillas de la chica, para luego reír, siendo correspondido al instante por la niña. Ella le gustaba.

Itachi hizo lo mismo con Naruto que estaba empecinado en admirar sus ojos más de cerca. Naruto empezó su exploración, admirando la piel pálida y libre de manchas que el niño tenía, totalmente distinta a la de su madre. Los ojos negros que lo miraban fijo llamaron su atención de inmediato, acostumbrado a ver unos brillantes y dorados en su lugar. Una vez termino su exploración, hizo lo que siempre le hacía a su mamá cuando terminaban de jugar o cuando la veía por primera vez en la mañana, le dio lo que él interpretaba como una demostración de cariño, acercando su pequeña boca a la mejilla del niño y haciendo su versión de beso, dejando como prueba una pequeña mancha de saliva. Una vez terminada su obra, sonrió brillantemente mientras pataleaba feliz al ver como el niño sonreía con él.

Fugaku miraba en silencio el tierno e inocente momento, satisfecho consigo mismo al ver como su familia se acoplaba perfectamente con la niña y su cargo. Miro a su esposa, estaba sorprendido que no hubiera empezado a chillar por la dulce escena que se desarrollaba frente a ellos, solo para ver como esta los admiraba en silencio, con un gran sonrojo en su pálida piel y con sus manos en la boca, amortiguando de seguro los chillidos y comentarios que apenas podía controlar. El patriarca Uchiha suspiro, acostumbrado a las acciones de su mujer, eso no impedía divertirse un poco al ver como empleaba todas sus fuerzas para contenerse y no arruinar el momento.

Chieko miro a su nuevo amigo, riendo con ganas al ver el rastro de saliva del intento de beso de Naruto, no pudiendo evitar bromear del momento.

-Veo que Naru-chan te dio uno de sus besos especiales- aun riéndose saco un pañuelo lila de su pantalón, siempre llevaba uno en caso de que Naruto se ensuciara, y se dispuso a limpiar el pequeño rastro de amor que dejos su hijo. Itachi solo sonriendo suavemente, sintiendo como sus mejillas enrojecían por las acciones de su contraria, no estando acostumbrado al libre y continuo contacto físico que parece que a ambos hermanos* les encantaba dar.

Así los niños pasaron toda la tarde jugando con los más pequeños, estos estaban rebosantes de alegría al tener a más personas con quien jugar. Mikoto aprovecho la distracción de la niña y limpio todo, siendo probable que se enojara después pero no dejaría que la pequeña se hiciera cargo de todo si estaba ella para poder ayudarle. Fugaku los controlaba desde la cocina, los niños decidieron ir a la sala al haber más espacio para que los bebes desparramaran los juguetes sin problemas. Los ojos de Chieko brillaron, una idea cruzando por su mente que le pareció maravillosa.

-Ne ne Itachi-kun ¿Quieres entrenar conmigo? Podemos dejar a Naru-chan y Sasu-chan con tus padres- la niña lo miraba emocionada, se sorprendió al oír la familiaridad con la que lo llamaba, sintiendo en su pecho otra vez la calidez`` ¿Acaso así se siente tener tu primer amigo?´´.

-Me gustaría- su voz lo traiciono demostrando también la emoción que sentía.

Cuando el par se acerco a los adultos con su idea estos aceptaron, contentos al ver como se llevaban. Chieko miro detrás de ellos, solo para ver como todo estaba completamente limpio.Hizo un adorable puchero inconsciente con sus labios, mirando a la culpable.

-Mikoto-san…-

-Lo vuelvo a decir Chieko-chan, no me molesta hacerlo y quería ayudarte- el puchero se fue, pero igual una mirada culpable se hizo presente en sus ojos, los tres Uchihas podrían estar de acuerdo en que no les gustaba esa expresión en la niña.

-Pero usted es mi invitada…- una mano pesada se poso en sus oscuros cabellos, desacomodándolos un poco. Miro al dueño de esta, para encontrarse con la mirada de Fugaku.

-Ella quiso ayudarte ¿Acaso no valoras sus acciones?- la niña pareció alterarse por lo dicho, buscando hablar apresuradamente para resolver su error.

-¡No! ¡En realidad estoy muy agradecida con Mikoto-san!- el hombre le dio unas cuantas palmadas cuando termino, llamando su atención de vuelta.

-Entonces dejemos las cosas como están ¿Verdad?- la niña asintió con fervor, riendo al recibir una última palmada antes de que sacara su mano de ahí- Con esto resuelto, pueden ir a entrenar como deseaban-.

Los ojos del par brillaron intensamente; todos fueron guiados hacia el patio por la niña, maravillados por lo bien cuidado que estaba. Se alejaron un poco de la casa, llegando a casi  el límite del terreno con el bosque, ahí vieron algunos objetos con diferentes fines, la niña había adaptado a este pequeño sector como su zona de entrenamiento.

Los niños se enfrentaron, listos para empezar en cualquier momento. Los adultos observaban expectantes, cada uno sosteniendo a un bebé entre sus brazos. Mientras Fugaku llevaba a su calmado hijo, Mikoto sostenía al enérgico hijo de su amiga.

En menos de lo esperado ambos niños comenzaron con la batalla, habían acordado que solo practicarían taijutsu con el fin de que pudieran observar sin problemas su combate.

Los dos iban a la par del otro, cuando uno atacaba el otro se defendía, repitiendo este patrón en casi toda la sesión. Ambos buscaban cualquier pequeña abertura que su oponente descuidara; Chieko abrió sorprendida sus ojos cuando sintió perder el equilibrio, había dejado al descubierto por unos segundos su lado izquierdo, lo suficiente para que Itachi aprovechara la nueva abertura en su defensa. Antes de caer la pelinegra tomo rápidamente el brazo del cuervo tirándolo con ella, utilizando la conmoción de su amigo a su favor, invirtiendo las posiciones una vez tocaron el suelo quedando ella sobre el cuerpo del niño, sentada a horcajadas sobre su torso.

Respiraban rápido, aun con la adrenalina corriendo por sus cuerpos. Chieko sonrió brillantemente, contagiando al niño debajo suyo. Salió de arriba de su cuerpo, dándole la mano. Itachi miro la mano extendida, un millón de emociones y pensamientos corrían por su cabeza, pero al ver la sonrisa sincera que la niña le daba fue todo lo que necesito para tomar su mano y dejarse llevar por ella.

Aun con sus manos unidas, los niños se miraron fijamente, con sus respiraciones volviendo a la normalidad poco a poco, olvidándose de su entorno, solo siendo ellos dos en su mundo.

-Itachi, desde el día de hoy te declaro mi mejor amigo- el agarre en sus manos era firme, dándole una mirada cargada de determinación.

Miro fijamente esos profundos pozos dorados, tan distintos a sus ojos obsidianas. Se dio cuenta que los ojos eran las ventanas del alma de Chieko, siempre expresando todo lo que sentía al mundo. Ahora mismo esas ventanas le mostraban el fuego de la determinación acompañados de un brillo especial, el mismo brillo que seguramente muestran sus ojos en este momento.

Afianzo su agarre en la mano femenina, dejando que una sonrisa pequeña pero igual de deslumbrante adorne su rostro.

-Y a partir de ahora tú eres mi mejor amiga Chieko- y así ambos sonrieron igualando al sol, sellando una promesa que enfrentaría momentos oscuros en un futuro, solo para salir victoriosa y reforzarse con el tiempo, haciendo el lazo que los unía desde este momento indestructible.

 

Así  comienza la historia de un lazo entre dos personas que aman con todo, que enfrentarían la muerte, separación y reencuentro en distintas ocasiones, afianzándose ante cada despedida y reforzándose ante cada reencuentro, volviéndose indestructible hasta para los mismos dioses.

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