
Día 8 - Fuego
—S-Sasori...
Pasó sus delicadas manos por el abdomen plano del rubio, dejando rastros de su propia saliva en aquella zona tan delicada y cosquillada que tiene Deidara.
Quitó su chaleco y se dejó con con su camisa blanca de botones, quitó también su corbata negra y la acomodó en el cuello sudoroso del rubio, aquel nudo de la corbata lo utilizó Sasori para jalarlo hacia él y quedando pegados, pecho a pecho.
—Siéntate —Le ordenó Sasori, señalando su pelvis, él se encuentra sentado en la cama esponjosa del rubio.
Deidara como un chico bueno hizo caso, sentándose en los regazos de Sasori, ambos están duros y lo notan en sus pantalones punzantes, pero da igual, más tortura placentera.
—¿Sabes por qué estamos en esta situación? ¿No es así? —Sasori preguntó en un susurro, en el oído del rubio. Deidara apenas pudo asentir tras el cosquilleo intenso en sus tímpanos—. Me intentaste dar celos con alguien más, eso te hace un mal portado, ¿Sabes cuál es el castigo?
No esperó a qué respondiera Deidara, con sus dos manos apretó las nalgas del ojo-azul, un aprete totalmente exquisito y rasposo, pues su pantalón y bóxer están estorbando mucho.
Deidara jadeó al sentir nuevamente la lengua venenosa de Sasori en su cuello, sus dos manos las tiene pegadas a la espalda de Akasuna, las uñas medio pegadas a él, no va a lastimarlo, no aún, no ha llegado a ese punto de placer máximo para arañarle la espalda.
Placer masoquista será, los dos son así, no hay ningún idiota en esta relación, solo son dos hombres satisfaciéndose uno al otro, llevando sus mayores deseos cada vez al próximo nivel.
Sasori aún con sus manos en el trasero del rubio, con sus mismas manos comenzó a moverlo de adelante hacia atrás, rozando con su pantalón y algo más abajo de ellos, jadeando de una forma donde ya puede sentir a Deidara muy duro ante esos movimientos indecentes.
—Compláceme —ordenó el más bajo, subiendo sus manos de poquito a poquito a la nuca y acariciar la parte final de su cabello.
—Si tocas mi cabello como la última vez, te la morderé —dijo Deidara.
Sasori rió, subió el mentón del rubio con facilidad y besó los labios deseosos de mucha atención por parte de los otros, el rubio rápidamente correspondiéndole, sintiendo asimismo como su garganta está apretando por la mano de Sasori, siendo ahorcado de una forma dominante por él. Deidara sonrió jadeante, adora como Sasori cumple con sus mayores fetiches sexuales.
—Puedes amarrarme, es tu decisión querido —musitó el peli-rojo.
Deidara sonrió ladino, quitó la corbata de Akasuna e hizo un buen amarre en las muñecas y dejándolas en la parte de la espalda.
Sin más empujó a Sasori cayendo acostado en la cama del rubio, Deidara por su parte, sigue acariciando el cierre de su pantalón, desabrochó el botón y bajó el cierre de aquel oficinista, es cierto, Sasori sigue siendo ese mismo presumido, quiere tener siempre esa buena imagen hasta cuando está a punto de tener sexo, su bóxer negro que tiene un buen precio.
Deidara sabe como torturar de la mejor forma a Sasori, así que pasó su sucia lengua por la parte dura del bóxer de Akasuna, no fué la forma en que la esperó Sasori, pues este está desesperado en sentir la boca del rubio hundirse en su, así es, no lo puede evitar, está deseoso de que Deidara le haga uno de los mejores orales.
Y sí, él hace los mejores.
—¿Qué rayos haces, Deidara? —jadeó Akasuna, desesperado.
—Complaciéndote, hombre mío.
Para Deidara, Sasori es un rompe cabezas que él solo puede completar con su presencia en esas noches apasionadas, conoce todas sus piezas y sabe muy bien que la única pieza faltante es él, nadie más, Deidara necesita a Sasori y viceversa, los dos se necesitan.
El rubio con sus manos algo sudorosas acariciaron lentamente el miembro del peli-rojo, Sasori no lo soporta realmente, lo detesta, lo ama, lo adora y a veces quisiera no haberle pedido que le amarrase, pues ahora no puede usar sus manos para enviar a Deidara a hacerle ese maldito oral.
Sí, así de desesperado está.
Deidara ni siquiera le ha bajado aquel bóxer, solamente acaricia su miembro con su mano experta, Sasori no puede aguantarlo.
—Maldito, más vale que lo hagas ya —jadeó.
—Oh, vaya, ¿Tan desesperado está? —preguntó Deidara, simulando bajar su bóxer, claramente mentira.
Sasori no respondió, no admitiría lo que es desde lejos lo muy cierto, está muy caliente y necesita de una vez a Deidara haciéndole ese maldito oral, necesitaba motivarse de algún modo para darle el verdadero «castigo» al rubio, claro que sí, eso necesita Deidara.
Lo hace a propósito, quiere recibir el mejor castigo de todos los tiempos, quiere provocar a Sasori lo más que pueda, no ve hará tan fácil como las otras veces. No se la chupará tan fácil como siempre.
—Hazlo, Deidara...
Deidara y su traviesa lengua seguían torturando a Sasori, lo hacen a propósito, sin embargo Sasori ya no puede más, siente ese dolor entre sus piernas, ese dolor placentero que te hace sufrir y a su vez querer gemir y sudar del placer.
Sentía como poco a poco su se va mojando por la saliva del rubio, no puede con tanto, no puede con tan poco, tampoco puede con aquello acumulado que quiere sacar.
—Malditos mares —gimió Akasuna, Deidara rió bajito—. Lo necesito, pero maldita sea cuando me toque.
Eso necesitaba escuchar Deidara, necesita... Sasori necesita tanto de él como Deidara lo necesita.
—Solo quiero que sepas... —Deidara bajó el bóxer, dejando ver la gran erección del Akasuna—... Yo soy el único que tendrá tu pene, solo yo puedo chupártela.
Sin esperar respuesta de Sasori, Deidara inició aquel oral haciendo que las piernas del peli-rojo pegaran un brinco. No puede evitarlo Sasori, la mejor sensación, el sentir como aquella lengua traviesa que juega con su cuello, labios, su espalda y a veces su abdomen; ahora lo haga con su, Deidara como siempre sale con una sorpresa, lo torturó antes de darle como siempre el mejor oral de la historia, desde el primero y hasta el último los niveles siguen subiendo, no sabe cuando será el momento del éxtasis final, pero está agradecido por tener un buen compañero sexual.
Deidara intentó quedarse hasta el fondo por unos segundos, aguantando la respiración y mientras tanto su lengua jugando con su glande hasta lo más bajo, Deidara aún no se denomina el mejor hombre en el sexo oral, pero definitivamente ya tiene a alguien que lo puso como el mejor del universo, ese fué Sasori.
Para hacer enojar de verdad al de cabellos rojos, dejó aquel oral sin terminar.
—Desgraciado —murmuró Sasori haciendo caer su cabeza despacio hacia el colchón.
Deidara medio le desató la corbata, una mala decisión, pues Sasori rápidamente se liberó y lo tomó de la muñeca, acercándole a él, dominante y jadeante, completamente extasiado, aún así con una pequeña advertencia.
—Ahora recibirás tu castigo.