Kintsukuroi - Encuentro

Naruto
Gen
G
Kintsukuroi - Encuentro
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Summary
El punto en el cual la vida de Uzumaki Naruto cambia por completo.[ —¿Fue buena idea, Sandaime-sama? ¿Decirle a Naruto que hay un Uzumaki en el pueblo  que quiere conocerlo? —Tenía que saberlo. Lo cierto es que no se sabe cómo podría reaccionar en un encuentro así, Kakashi. Naruto es un niño y también es el Jinchūriki del kyūbi. Pero... Necesita a alguien de su lado. Alguien que esté de su lado incodicionalmente...Y por eso tiene que estar preparado para encontrarse con… Con él. El niño ya ignora demasiadas cosas, podemos darle una esperanza. Al menos ahora… al menos ahora está añorando algo.]
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Hesitación

—¿Quieres encontrarte con él? ¿Quieres conocerlo?

Las preguntas eran simples pero Naruto no podía procesarlas. No podía decir que «sí» simplemente —pese a que todo su ser le pedía que aceptase la oferta, que accediera, que dijera que sí, por supuesto que sí— porque necesitaba... 

Uh. 

—Piénsalo bien, Naruto. Él está ansioso por conocerte, pero es importante que tú también… que estés preparado. Naturalmente, tendrás preguntas. Y puede que no recibas todas las respuestas que quieras.


Naruto suspiró. No tenía sentido quedarse más tiempo en la calle, no tenía sentido dar vueltas o vagar por los negocios. Había poca gente en la calle y, por supuesto, la mayoría de los transeúntes iban por su propio mundo.  Podría ir a Ichiraku Ramen, pero… no tenía apetito. No estaba seguro si podría sonreírle siquiera a Ayame-nee. O Teuchi-jiji. 

No quería ir a su casa, tampoco. A la soledad. El vacío. No había nadie esperándolo, desde luego. Nunca había habido alguien esperándolo por las noches. A veces, en las madrugadas desoladas, se preguntaba por qué. ¿Por qué lo trataban diferente? ¿Por qué solo a él?

Uzumaki Naruto no era el único niño huérfano en la aldea. Ser huérfano no era nada especial en Konoha. La guerra, el ataque del Kyūbi, la esperanza de vida de los Shinobis nunca era alta… Iruka-sensei siempre decía eso. La vida de un ninja nunca es fácil. No todos los ninjas son como el Hokage-jiji, no todos llegan más allá de la cumbre. No se preguntaba por qué vivía solo, aunque sí solía preguntarse con quién había vivido antes. No había ningún rostro claro en su memoria, salvo el espejismo del Tercer Hokage y algunas máscaras sin repetir. No había nombres en su memoria, tampoco.

Alguien lo había tenido que cuidar cuando era un bebé pero no podía asociar un nombre en el vacío. Naruto prefería creer que hubo alguien. Necesitaba creer que había alguien. Quizá su cuidador murió, igual que sus padres lo hicieron. Quizá lo abandonaron al nacer...

Naruto siempre había querido saber, siempre había querido tener respuestas. Pero siempre le habían aterrado las posibilidades. 

Uchiha Sasuke, el prodigio de su clase, era huérfano. Era como él. Pero no era exactamente igual. Sasuke quizá no tenía a nadie en su casa, pero… Sasuke no era odiado. Nadie miraba a Sasuke de la misma manera en la que lo miraban a él. 

«Sus ojos lo dicen todo.»

A Naruto lo miraban… No. No lo miraban a él. Parecía que miraran a través de él. Dentro de él. Decir que lo miraban como si no existiera era un error, porque sus ojos lo juzgaban. Eran miradas llenas de certeza. Eran miradas turbulentas. Eran miradas que le gritaban que su mera existencia solo era un… error. Un pecado. A veces, en las madrugadas desoladas, se preguntaba por qué.

¿Por qué lo trataban diferente? ¿Por qué solo a él? ¿Por qué solo lo odiaban a él… ?

Naruto cerró los ojos por un momento, para luchar contra el ardor de las lágrimas, y respiró profundamente. Tuvo la tentación de tomar las gafas y esconderse detrás de ellas, pero no lo hizo.

No quería ir a su casa, tampoco. A la soledad. El vacío. No había nadie esperándolo, desde luego. Nunca había habido alguien esperándolo por las noches. 

No iba a llorar en medio de la calle.

No iba a ganar nada, de cualquier manera. Ya estaba cansado de las lágrimas.

No importaba lo mucho que el Hokage-jiji dijera que era muy joven para entenderlo, Naruto lo entendía muy bien. El odio indiferente. No, no sólo indiferente. Frío. Insondable. Insoportable. 

A veces algo susurraba, muy profundo dentro de su alma. Podría… él podría-

Uh.

Uh.

Dejó los brazos a ambos lados de su cuerpo, laxos. Las gafas permanecieron donde estaban. 

—¿Qué quieres, teme ?

Ladeó la cabeza para mirar por encima de su hombro. Allí, a unos pocos pasos de distancia, en medio de una calle desolada, estaba Uchiha Sasuke. 

Un verdadero shinobi siempre está consciente de sus alrededores, usuratonkachi. Deberías prestar más atención a lo que te rodea, ¿sabes? 

Era extraño, la verdad. Por un breve segundo, Naruto no estaba seguro de qué pensar. Claro, Sasuke era un presumido. Siempre tenía que demostrar lo bueno que era… en básicamente todo, pero Sasuke nunca iniciaba una conversación con nadie. Naruto, para el caso, tampoco buscaba platicar con él. Honestamente, en la Academia, Naruto y Sasuke solo… peleaban. 

Naruto lo fulminó con la mirada. 

—Como sea —dijo. 

Sasuke, sorprendentemente, no se retiró. Se quedó muy quieto, siguiéndolo con la mirada, sin cambiar su expresión. Rara vez lo hacía, en realidad. Siempre se mantenía ecuánime y sereno, en la superficie. Por eso la gente esperaba que se convirtiera en un gran shinobi. Sería… un ninja perfecto. 

Naruto lo odiaba. 

Bueno, no, eso era mentira.

Naruto deseaba ser como él. 

—Hoy ni siquiera lo intentaste. 

—¿Uh?

Sasuke no vaciló, nunca vacilaba, pero algo relampagueó en su expresión. Parecía avergonzado. Incómodo. —Siempre estás presumiendo que me vas a vencer. Todos los días. En todas las prácticas. Pero no lo intentaste. Ni una vez.

Sintió que el calor se le subía al rostro. Bueno, tal vez odiaba a Sasuke un poco.

—¿Y, qué? 

—¿Por qué?

El rubio pestañeó, desconcertado. ¿Por qué demonios le importaba eso a Sasuke? Quizá le gustaba presumir más de lo que Naruto había pensado. Lo que era, bueno, extraño. 

También era muy, muy irritante. 

—Da igual… No es como si importara.

Sasuke arrugó el ceño. Naruto sintió una punzada de triunfo en la línea de infelicidad que dibujó su boca. 

—Tengo cosas más importantes en las que pensar, teme —replicó. Porque sabía que a Sasuke le molestaría quedarse sin la última palabra. 

La verdad, Naruto sí quería demostrarle cosas a Sasuke. Quería vencerlo, quería mostrar que no era ningún perdedor. Era muy importante para él… Pero…

Pero—

No se sentía como él mismo. No desde que Jiji le había hablado del otro Uzumaki. No había podido dormir, no había podido comer. Ya era difícil concentrarse en la Academia, pero había sido casi imposible hacerlo durante ese día. Ni siquiera se había dado cuenta que alguien había hecho llorar a una de sus compañeras. Ni siquiera se había ofrecido a enfrentarse a Sasuke durante las prácticas. 

No estaba solo. Por primera vez en toda su vida… alguien lo estaba buscando. Había un Uzumaki más en la aldea, alguien que… quería conocerlo. A él, Uzumaki Naruto. Al peor ninja de la Academia, al más revoltoso de la Aldea, al niño que nadie quería... Alguien más… alguien.

Por primera vez, desde que tenía memoria, no se sentía completamente solo. No tenía idea qué hacer con eso.

Uzumaki Mamoru.

Naruto quería encontrarse con él. Quería olvidar su existencia. Quería preguntarle tantas cosas, quería gritarle por su ausencia… Quería… Por favor, quería que simplemente…

El aire le arañó la garganta. No podía respirar bien.

Había un Uzumaki en Konoha. Otro Uzumaki… que quería conocerlo. Y Naruto, de repente, ya no estaba solo. ¿O quizá, lo estaría? ¿Qué pasaría si el otro Uzumaki…? ¿Qué pasaría si, después de conocerlo, también lo… odiaba?

—¿Naruto?

—¿¡Qué!?

Sasuke se veía preocupado, lo que era francamente ridículo. Porque Sasuke nunca se preocupaba por nada. 

Naruto se dio vuelta, con los ojos ardiendo y la boca seca. No pensaba llorar delante de Sasuke. No pensaba llorar delante de nadie.

—¡Tengo que irme, dattebayo'!

¿Cómo iba a estar preparado para encontrarse con alguien que nunca conoció?

«Quieres ser Hokage, ¿no?»

Si quería ser Hokage, tenía que estar listo para todo. Incluso para lo inesperado. ¿No era eso lo que decía Iruka-sensei? Aunque el Hokage no estaba listo para todo, realmente. Se la pasaba en su torre, siempre sumergido en sus papeles y hablando con otros ninjas. Pintando. Fumando. Ni siquiera los hombres de máscaras parecían estar listos para todo. 

Bueno, él iba a ser mejor que todos ellos, ¿no?

Él… él definitivamente iba a ser mejor que todos ellos.

Tenía que ser valiente y dar el primer paso.

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