
Naruto
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Dudas, preguntas, misterio
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Ninguno de ellos iba a entender.
Nadie en Konoha podía entenderlo.
Naruto sintió los ojos de Sasuke, el peso insondable de su mirada, pero se rehusó a levantar los ojos de la mesa. Sasuke podría ver las lágrimas que estaban nublándole la mirada, el dolor que Naruto quería arrugar como una bola de papel y arrojarla fuera de su sistema. Sasuke podría ver lo que Naruto desesperadamente trataba de ocultar todos los días. Sakura, por supuesto, era una peor opción. Ella nunca, nunca había tenido una sola mirada de simpatía hacia él y la idea de ver algo parecido a eso —lástima— era lo suficiente para hacer que Naruto quisiera gritarle. Gritarles a los dos. Ellos no entendían. No entendían en absoluto. Sakura tenía a toda su familia, a ella nunca le había faltado nada. Lo más importante para ella eran sus sentimientos por su compañero de equipo. Sasuke estaba solo, pero él había tenido a sus papás. Había tenido un clan. Eso era muy diferente a estar absolutamente, devastadoramente, desesperadamente solo.
Ninguno de los dos sabía lo que era no tener absolutamente nada. Ninguno de los dos tenía idea de lo que él sentía. Naruto había estado solo toda su vida. Un niño huérfano, sin alguien que lo reclamara, sin nadie que le ofreciera un abrazo, una palabra de aliento, un refugio en las noches frías. Había estado solo, perseguido por miradas de odio y rencor, sin resguardo ante el desprecio y la desazón. Sasuke era adorado por ser el único Uchiha, era adorado por su talento y su genio. ¿Cómo podía entender él a alguien como Naruto?
No entenderían, incluso, porque las palabras del desconocido habían tocado tantos puntos sensibles. ¿Por qué le importaba lo que un extraño pudiera decir? ¿A él?
A Naruto siempre le tocaban las cosas que decían de él. Pero, esto era diferente...
Naruto solo había tenido una cosa durante toda su vida, una única cosa que le pertenecía enteramente. Su nombre. Nada más y nada menos.
Uzumaki Naruto.
Uzumaki.
Naruto.
Había muchos niños en la aldea sin un clan, casi la mitad de los chicos en su clase no tenían más que su nombre de pila. Por eso, cuando se presentaba, se encargaba de mencionar ambos. (Ja, no soy como ustedes, no soy como ustedes, tengo nombre, tengo un nombre, tengo un- ).
Era egoísta, ¿no es así? Era un detalle egoísta y cruel para todos los otros niños que no tenían un apellido al que considerar suyo, un pequeño espacio en el universo que reclamar. Eso no era culpa suya, sin embargo. Nadie había sentido pena por él —nadie había pensado «Oh, ese niño no tiene nada»— mientras miraban en su dirección, así que Naruto no les devolvería el favor. (Piensa en Iruka-sensei, piensa en Iruka-sensei, piensa en Iruka-sensei…). ¿Por qué debería? ¿Para qué servía pensar en los demás si todos ellos-?
Naruto parpadeó cuando sintió que alguien le revolvía el pelo. Parpadeó, espantando las lágrimas que habían inundado sus ojos, y levantó la mirada de la mesa. Kakashi-sensei no lo estaba mirando, así que solo podía contemplar su perfil. No podía estar seguro si su sensei había cambiado el gesto y, gracias a su máscara, ni siquiera podía estar seguro si había habido algún cambio en su temple. A pesar de ello, sintió una punzada de agradecimiento hacia él, no muy diferente de la que había sentido un par de días atrás, cuando dejó que Naruto se afectase a su chaleco frente al impacto de la muerte de Haku. Kakashi-sensei no había dicho palabra alguna y, sin más que un sencillo acto, le había recordado a Naruto que no estaba en medio de la oscuridad. Él no estaba solo. No lo había estado frente a la muerte y tampoco lo estaba allí, en ese momento. No tenía la importancia que habían tenido las palabras de Iruka-sensei («Él es Uzumaki Naruto de Konoha»), pero el nudo de su estómago se aflojó bajo el peso del reconocimiento.
Naruto exhaló.
—¿Qué pasó con ellos, con los Uzumaki? —preguntó Sakura, con una suavidad que Naruto no estaba acostumbrado a escuchar. A pesar de eso, él no se atrevió a mirar hacia su compañera de equipo—. Quiero decir, había más, ¿no? Y si Naruto lleva el apellido, eso significa que había algunos de ese clan en Konoha, ¿no?
Esa era la pregunta que Naruto no había querido hacer, la que no había dejado que Tazuna o Inari hicieran, la que pesaba en su boca, en su lengua, en su garganta.
Kakashi-sensei ladeó la cabeza a un lado, ignorando claramente como Naruto se tensaba.
—Maa, ¿ustedes no tienen lecciones de historia en la Academia? ¿Nunca salió nada sobre eso?
Las tenían, sí, pero nunca les habían hablado de los Uzumaki. Nunca habían usado ese singular apellido para relacionar un clan y una identidad. Una parte de Naruto, un poco absurdamente, se preguntó si él había sido la causa de la omisión.
—No recuerdo que hubiesen mencionado a ese clan —dijo Sasuke y Naruto agradeció que él sí sonaba como el Sasuke de siempre. Tranquilo, casi aburrido—. Pero las historias de los clanes se pierden un poco en las lecciones, de todos modos.
—¿Ah, sí? —preguntó Kakashi-sensei, con un tono difícil de describir—. Supongo que es mejor así.
—¿Por qué es eso? —preguntó Inari, de repente.
—Una Aldea Oculta debe guardar sus secretos —explicó su sensei, un poco más sucinto de lo que a Naruto le hubiese gustado. El tono hizo que él enderezara su espalda y cuadrara los hombros—. Nunca es bueno que todos dentro de la aldea conozcan los secretos de todos. Alguien podría hablar de más y entonces nuestro trabajo sería más difícil. Por ejemplo…, a ver, Sakura. ¿Qué me puedes decir del clan Uchiha?
Naruto, curioso a pesar de sí mismo, le lanzó una mirada a Sakura. Intrigado. Ella había abierto los ojos como platos, casi como una presa que se encuentra delante de un cazador, y había dirigido su mirada hacia Sasuke en lugar de a Kakashi. El joven Uchiha se había quedado completamente inmóvil, en su lugar. Tenso. Callado. Naruto no estaba seguro si Sasuke respiraba siquiera.
—Fue uno de los clanes más importantes de la Aldea desde sus inicios —respondió ella, incapaz de dejar una duda sin resolver.
—Mmm. —dijo Kakashi-sensei, en un tono de aprobación. Naruto se había perdido la prueba, al parecer—. Muy bien, muy bien. A eso me refiero, exactamente. Esa información es suficiente.
¿Uh?
Naruto parpadeó entre Sasuke y Sakura, sin entender qué había pasado. Sakura tenía los ojos en su regazo, evitando cuidadosamente la mirada de sus compañeros de equipo.
—Eso no es a lo que iba, de cualquier modo. Mi punto es que Naruto es un Uzumaki de Konoha, no uno de Uzushio—dijo Kakashi-sensei, sin ninguna provocación, casi como si estuviera leyendo cada uno de los temores que se tejían en sus pensamientos. Parecía que, de nuevo, estaba platicando casualmente con Tazuna—. No tienes el pelo rojo, que supongo es lo que le llamó la atención al amigo de Tazuna porque eso era lo típico de los que vivían por aquí, pero eso no fue lo único característico del clan Uzumaki. También lo eran sus reservas de Chakra y su vitalidad. Y su curación rápida. Y lo salvajes que eran al pelear, si no recuerdo mal. Cómo verás, Naruto, eso marca cuatro sobre cinco.
Naruto sintió una ola de alivio ante el reconocimiento, tan devastadora que pensó que podría llorar de alivio. Que era algo que él no haría. Definitivamente, no. Quizá podría hacerlo delante de Inari, pero jamás delante de Sasuke y Sakura.
—Yo tengo hambre —dijo Sasuke, con una voz un tanto apagada.
Naruto frunció el ceño ante la admisión abrupta. Sasuke nunca hablaba en voz alta sobre las cosas que él-
—Necesitas alimentarte bien —añadió Sakura. Su preocupación era natural en ella pero, por alguna razón, el tono no sonaba exactamente correcto.
Kakashi-sensei juntó sus manos, llamándoles la atención. —Es cierto, es cierto. Ahora que ya estamos todos, ¿por qué no aprovechamos para comer? Inari-kun ya lo dijo, es la primera vez en un tiempo que estamos juntos en la mesa.
Naruto siguió a Kakashi-sensei diligentemente hacia la habitación que les habían dejado para hospedarse. Aunque había pasado las últimas noches en la habitación del pequeño de la familia —en parte porque no quería molestar a Sakura, en parte porque pasar tiempo con Inari lo hacía sentirse bien—, le alegraba la perspectiva de pasar otra noche con su equipo. También, esta seguro, podría hacer una pregunta más sobre el tema de los Uzumaki. Kakashi-sensei, después de todo, parecía conocer sobre ellos.
Inari, Tsunami y Tazuna ya se habían despedido para ir a dormir después de la cena. Inari había mirado a Naruto con intención, su mirada suplicándole que siguiera contándole la historia del Yondaime Hokage. Naruto había tenido que prometer que lo haría pronto, que no se preocupara, que tenía mucho que decir sobre su Hokage favorito.
—¿Por qué el Yondaime Hokage es tu favorito? —preguntó Kakashi-sensei.
Él se había sentado sobre su futón y sus ojos vagaban ávidamente por las páginas del libro que siempre llevaba a todos lados. Sasuke estaba preparándose para dormir y Sakura aún no había aparecido en el dormitorio.
—¿Eh?
—Escuché que el Yondaime era tu Hokage favorito —repitió—. Y me preguntaba por qué. ¿O no hay razón?
Naruto abrió la boca para dar la respuesta que siempre había dado. Le gustaba el Yondaime porque era valiente, porque era el héroe de la aldea, porque no venía de un clan famoso e igualmente había sido reconocido por todos. Porque había vencido al Kyūbi.
—¡Él es el más cool de todos! —dijo al final, todavía no podía decidir qué sentía sobre el Yondaime Hokage después de saber lo que había hecho con el Kyubi—. Jiji dice que la Aldea sería mucho mejor con él y que todo el mundo le quería mucho.
El Yondaime Hokage era, en otras palabras, todo lo que Naruto aspiraba a ser. A él le gustaban todos los Hokages, excepto tal vez el Nidaime. El Segundo daba un poco de miedo. Y ese kage también había creado la escuela, así que debió ser un tipo muy aburrido. El Shodaime había sido el primero y sin él la aldea no existiría. Jiji era un Hokage viejo, pero él también había sido el que más tiempo había estado y, pese a todo, era amable con Naruto. Lo escuchaba quejarse. La mayoría del tiempo. De algún modo.
—Hmm, ya veo —dijo Kakashi-sensei, aunque el tono le decía a Naruto que él no entendía en absoluto—-. Ah, Sakura, ya estás aquí.
—Lo siento —dijo la chica, mientras cruzaba la habitación para acomodarse en su futón.
Kakashi-sensei hizo un gesto en el aire, como si quisiera espantar las disculpas.
—Supongo que los tres saben porque les pedí que vinieran esta noche —dijo él. Su ojo vagó lentamente entre sus tres alumnos pero se detuvo durante un largo momento en la cara de Naruto—. Pero, para aclarar, es porque no quiero que hablen sobre los clanes y la historia de Konoha delante de desconocidos.
—¿Eh? ¿Por qué no?
Sakura soltó un suspiro.
—¿No estabas escuchando, Naruto? —dudó ella, exasperada—. Alguien siempre puede hablar de más y traerle problemas a la Aldea.
—¡Son nuestros amigos! —protestó.
—Son nuestros clientes —señaló Kakashi-sensei, sin perder la calma. Naruto abrió la boca para quejarse pero su sensei no había terminado—. Nosotros somos shinobis, nuestras identidades, nuestra información es parte de lo más valioso que tenemos.
Naruto arrugó el ceño.
Kakashi-sensei, por supuesto, lo notó.
—Tazuna, Tsunami, Inari… ellos no eligieron la vida de un ninja, Naruto. ¿De verdad los pondrías en peligro desvelando información sobre algo que ellos no tienen forma de proteger?
Naruto odiaba que hicieran eso, que le dieran vuelta la situación, que tuviera que reconocer lo contrario a lo que su instinto le decía primeramente.
—No.
—La honestidad no es para nuestra profesión y todo lo que podamos decir, toda la información que podamos dar, puede representar un peligro —dijo, con firmeza—. Ahora, Sakura, dime, ¿sabes por qué cada miembro del equipo lleva tres pergaminos vacíos?
Un incómodo silencio fue lo que siguió a la pregunta y Naruto, por segunda vez en la noche, tuvo que forzarse a mirar a Sakura. Ella se había arrodillado sobre su cama y, con las manos sobre sus piernas, parecía inusualmente tensa. Él la vio inhalar profundamente.
—¿No lo sabes? —preguntó Kakashi-sensei, en un tono burlón, aparentemente decepcionado—. ¿Quieres una pista? Es lo mismo que los cazadores ANBU como fingía ser Haku-
—Sí sé —Sakura dijo, feroz. No le gustaba que dudaran de ella—. Los pergaminos se usan para el transporte de cosas, de personas... El que está vacío es por si un miembro del equipo muere.
—Para eso haría falta uno solo, ¿no es así? —insistió Kakashi-sensei—. ¿Por qué todos los miembros del equipo llevan tres pergaminos vacíos, Sasuke? ¿Lo sabes?
—Es por si sobrevive solo uno y tiene que llevar los cuerpos de los otros tres —respondió Sasuke, en voz queda.
Naruto se encogió un poco sobre sí mismo.
—Los cuerpos de un ninja son valiosos porque cuentan historia, cualquiera que pusiera manos en esa información pondría en peligro a la Aldea Oculta —explicó su sensei, con una seriedad poco característica—. Todos los que se fueron en una misión tienen que volver a la Aldea, de algún modo. Los cazadores ANBU son enviados en el caso de que todos los miembros del equipo mueran en la misión, pero lo preferible es perder la menos cantidad de shinobis posibles, ¿entienden eso?
Naruto tragó saliva.
—¿Entienden eso? —presionó.
Naruto se forzó a decir las palabras, pasando a través del nudo en su garganta. —Sí, Kakashi-sensei.
—Bueno, es el mismo principio con lo que decimos, con lo que revelamos. La información es poder y debe ser tratada con cuidado. Sé que quieren saber qué pasó con los Uzumaki —explicó Kakashi-sensei—. Sé que están esperando a que se los cuente ahora, pero ya deberán saber que no lo haré hasta que estemos de nuevo en Konoha.
—¿Puedo preguntar algo, Kakashi-sensei?
—Mm, ¿qué es?
—¿Por qué no vemos sobre Uzushiogakure en la Academia? —preguntó Sakura, claramente curiosa—. Quiero decir, nos enseñan sobre los ninjas de Kumo, Suna, Iwa, Kiri-
—Eso es fácil —dijo Kakashi-sensei—. ¿Saben cuántas Aldeas Ninjas existen en todo el mundo?
—...No.
—Bueno, eso es justamente lo que ocurre. Siempre aparecen y desaparecen Aldeas Ocultas, algunas son muy pequeñas y no pueden subsistir. Las que conocen son las que más tiempo han sobrevivido, las que prosperaron. Y por eso es que tenemos más información.
—¿Eso es lo que pasó? —Naruto no pudo evitar que la pregunta se escapara de su boca—. ¿La aldea desapareció?
Podía sentir el peso de las miradas de Sakura y Sasuke pero él las ignoró. Mantuvo sus ojos en el rostro de su sensei.
—Te prometo que te contaré la historia, Naruto —dijo Kakashi-sensei, tras una larga pausa—. Pero no hoy.