Musubi

Naruto
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Musubi
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musubi.unir, enlazar, juntar.[Sakura recordaba lo antitético que significaba a la imagen de Uchiha Sasuke, el peso de su cuerpo en sus brazos, lo imposiblemente frágil que parecía su figura. Recordaba el alivio abrumador que la había inundado, la inmensa alegría que había nacido de su corazón, cuando Sasuke abrió los ojos. Recordaba la expresión de Naruto, la forma en la que había esquivado sus ojos en primer momento, la mirada de puro alivio que había florecido cuando supo que Sasuke estaba vivo. Los dos habían derramado lágrimas por Sasuke. Los dos habían llorado de alegría y pena. Era extraño. Quizá era el primer momento de completa solidaridad entre ellos dos.(Y, oh sorpresa, Sasuke era la razón ).]
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Naruto

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Razones

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«Me has quitado la razón de existir».

Naruto podía escuchar claramente la voz de Haku. Sonaba tan cercana como si estuviera susurrando en su oído, tan triste como si las palabras estuvieran arrastrando lágrimas. Y tenía que cerrar los ojos por un momento en la memoria de la cara de Haku, en sus ojos oscuros y tan, tan llenos de dolor. ¿Lo había hecho? ¿Quitarle a Haku la razón de existir? ¿Escapando de su trampa y respondiendo a su ataque…? Quizá lo había hecho. Haku había muerto defendiendo a Zabuza pero… él había tratado de matarlo antes. No mucho antes de que eso ocurriera. 

No sabía cómo sentirse al respecto. Era… Era igual a lo que había pasado cuando Mizuki atacó a Iruka-sensei. Él había estado tan enojado entonces, tan enojado. Lo había visto todo rojo. 

Sabía que podría haberle hecho más daño a Haku. Habría podido hacer aún más daño… a todos. Por Sasuke. Porque Sasuke, el odioso y altanero, frío y orgulloso Uchiha Sasuke, se había lanzado delante de él. Para protegerlo. Para salvar su vida. Naruto quizá no le debía la vida a Sasuke —Haku había tratado, deliberadamente, de mantenerlos con vida—, pero eso no hacía mucha diferencia para él.  Sasuke, que sólo tenía una meta en la vida, lo había dejado todo a un lado para darle lugar a Uzumaki Naruto. Al niño zorro, al niño que hospedaba al demonio de nueve colas. (¿Quién hubiera creído eso?)

Quizá no le debía la vida a Sasuke, pero se sentía como si lo hiciera. 

Sasuke no sabía nada de eso, desde luego. No sabía que él tenía al kyūbi sellado en su interior ni tampoco sabía que se sentía en deuda con él. Si Naruto tuviera el poder de decisión sobre el Kyūbi no Kitsune, nunca lo sabría. Ni Sakura-chan, tampoco. Nadie más lo sabría. (No soy un monstruo, no soy un monstruo, soy Naruto). Pero… Él había estado enojado por Sasuke. No con Sasuke, aunque también. El Uchiha no tendría que ayudar a Naruto. Él podía hacerlo todo solo. Siempre lo había hecho todo solo. (¿Pero no es eso lo que quiero cambiar?).

Las cosas eran más complicadas desde que se había graduado de la Academia Ninja. Nunca habían sido tan complicadas como hasta ese momento.

Naruto dejó a un lado el plato de comida, agradeciéndole a la mamá de Inari. Sus ojos vagaron hacia la habitación en la que estaban sus compañeros. Seguramente, ya estaban dormidos los tres. Sakura-chan estaba agotada también y después de lo que les había dicho durante la tarde, no quería molestarlos.

Se levantó sin decir palabra.

Inari, que seguía concentrado en su cena, alzó la mirada. —¿A dónde vas, Naruto-niichan?

—Voy a entrenar —respondió, sin perder el ritmo. Tenía que tomar aire, también. Salir de la casa. La semana de entrenamiento había sido muy productiva y ahora necesitaba moverse, necesitaba hacer algo . Le guiñó un ojo a su amigo—. ¡Tengo que seguir haciéndome más fuerte!

Inari esbozó una sonrisa. Naruto no sabía explicar lo feliz que le hacía ese gesto. Inari, como él, ya había pagado su buena cuota de lágrimas. Pero, a diferencia de su sonrisa, la alegría que mostraba el pequeño era verdaderamente genuina. A sus ocho años, era increíblemente fuerte. 

—No te quedes en el bosque toda la noche, Naruto-kun. No es un lugar para que pases las noches —dijo Tsunami, sus ojos algo inquietos. A pesar de todo, una pequeña sonrisa le curvó los labios—.  Ya no tienes que esforzarte tanto-

Algo muy doloroso floreció en su pecho al ver la mirada de la mujer. Todos en la familia de Tazuna eran muy amables. Pero él tenía que seguir esforzándose. Mucho, mucho más.

—Volveré pronto, descuide —dijo, con una sonrisa—. Le prometí a Inari que le contaría sobre las hazañas del Yondaime Hokage hoy.

—¡Naruto dice que es el mejor de todos los Hokages! —añadió Inari, efervescente.

Naruto asintió con entusiasmo. El Cuarto Hokage había sido el más valiente de todos. Y el más fuerte. Había salvado la Aldea y… También había sellado al kyūbi dentro de un niño recién nacido. (Y selló a un demonio dentro de mí..., selló al demonio que todos odiaban dentro de mí, dentro de mí). 

—Además Naruto se comprometió a acompañarme mañana temprano —añadió Tazuna, desde su lugar—. Con sus compañeros fuera de servicio, Sakura cuidándolos…, él es nuestro protector.

Naruto sintió que su sonrisa crecía. Confiaban en él, en esa casa. Confiaban en las cosas que podía hacer, a pesar de lo torpe que era. A pesar de lo malo que podía ser para las cosas de los ninjas, creían en sus palabras. 

Técnicamente, con la derrota de Gatou y con Tazuna estando a salvo en su casa, la misión ya había concluido. Aún así, no se sentía de ese modo. Tazuna no corría peligro inmediato, pero se había arriesgado mucho para hacer lo que estaba haciendo. Y él quería ayudar. Podría decir que todo había concluido una vez que estuvieran en Konoha.

—¡No me olvido de eso!

Tazuna hizo un gesto en el aire. —Vas a necesitar toda tu energía para mañana. Vamos a ir a ver a un viejo amigo. Y, déjame decirte, tiene muy mal humor. 

Naruto hizo una mueca.

No importaba, en realidad. Él estaba acostumbrado a la gente de mal humor. Salvo muy pocas excepciones, nadie en Konohagakure no Sato estaba de buen humor a su alrededor. No siempre había susurros ni murmullos despectivos, pero sus miradas siempre lo decían todo. Gracias a Iruka-sensei, él sabía por qué. kyūbi no Kitsune. El demonio que una vez había atacado la aldea, el zorro de las nueve colas que había dejado solo dolor y destrucción en su estela. Naruto no pensaba en el kyūbi a menudo. Prefería alejarse de esa imagen, pero eso no le quitaba el peso a la revelación. A la verdad. Naruto no era el kyūbi. Nunca había sido el kyūbi. Uzumaki Naruto era Uzumaki Naruto. 

Les demostraría a todos lo buen ninja que podría ser. Cuando lo miraran, ya no verían al niño zorro. Les mostraría a todos que se había ganado el puesto. Les demostraría a todos lo que Iruka-sensei había visto en él cuando le regaló su hitai-ate. 

Haku había tenido razón. Mucha razón. «Cuando una persona tiene algo importante que quiere proteger, puede llegar a ser verdaderamente fuerte».

 


 

Entrenar solo… era difícil. Raro también. Estaba seguro que se veía ridículo. Antes, con Sasuke, al menos podía considerar su progreso. Había sido un buen aliciente, tener a alguien con quien practicar. Con Sakura y Kakashi-sensei, tenía actividades en las que enfocarse. Sakura explicaba bien las cosas, mejor de lo que muchos maestros le habían explicado antes. No tenía caso trepar por los árboles más tiempo ni tampoco podía luchar contra alguna persona. Kakashi-sensei estaba fuera de las opciones y Sasuke era muy bueno en Taijutsu, pero tampoco podía ayudarlo de momento. Bueno, Sasuke era bueno en todas las artes ninjas. Era el niño de oro de Konohagakure. Y Naruto… no. Su ninjutsu estaba limitado a las técnicas que necesitaban pocos sellos (porque nunca lograba memorizar la mayoría), era pésimo a la hora de practicar Genjutsu sin un compañero (y en la Academia nadie se entusiasmaba mucho por tener que practicar con él). Su Taijutsu era decente, era uno de sus fuertes en su reporte de la escuela, pero era igualmente peor que el de Kiba... Lo que no era muy alentador. Sakura-chan podría haber sido una opción para entrenar, pero ella siempre se quejaba durante las prácticas de Taijutsu, y Naruto ya sabía lo mucho que ella lo odiaba. Que era, en realidad, un poco injusto. ¿De verdad era tan horrible para Sakura-chan que, de todas las posibilidades, él era lo que ella más odiaba en el mundo? ¿Lo odiaba más de lo que odiaba a Ino, que siempre le peleaba? ¿Más de lo que odiaba a las otras chicas que perseguían a Sasuke...? ¿¡Más que al molesto de Kiba!?

Naruto sacudió la cabeza. Sentado en el suelo frío, en medio del bosque, con los brazos cruzados y la mirada fija en el piso, se le ocurrió que era estúpido quedarse sin hacer nada por mucho tiempo. Le había prometido a Inari historias del Cuarto Hokage, pero se sentía tonto abandonar su idea de entrenar sin haber logrado al menos un poco de avance en algo. Alguna cosa. Cualquier cosa. 

Si hubiera tenido más tiempo con el pergamino secreto del Hokage, seguramente habría aprendido más cosas que las técnicas relacionadas al Kage Bunshin no Jutsu. 

Uhh.

La técnica de los clones de sombra, desde que la había aprendido, había sido muy útil. La había usado para defender a Iruka-sensei. Quizá no había servido del todo contra Kakashi-sensei en la prueba de los cascabeles pero sí ayudó contra los hombres que quisieron dañar a Tsunami y a Inari. Y contra Zabuza y Haku. Era útil. Y Naruto era bueno con ella, mejor que con la mayoría de las otras técnicas que había aprendido en clase. ¿Podría… usarla para entrenar? ¿Por qué no podría usarla para entrenar?

No perdía nada con intentarlo.

 


 

—¿Estás seguro que quieres acompañarme a la ciudad? —preguntó Tazuna, observándolo con intensidad—. Te ves como si hubieras estado en una pelea anoche. ¿Dónde dijiste que te caíste?

Naruto se frotó la nuca, sin saber qué responder. Masculló una mentira sobre el bosque. No era un buen mentiroso pero, esperaba, Tazuna aceptaría su versión.

Quizá no había sido muy inteligente, luchar contra con uno de sus clones. Los dos tenían la misma fuerza. Y los dos eran impredecibles. Sasuke siempre le había ganado en sus enfrentamientos y tanto Kiba como Shino habían mostrado que eran muy buenos en la pelea cuerpo a cuerpo.  Naruto no había considerado… Algo dentro de él había estallado cuando estuvo frente a su clon. Enojo. Irritación. Por un segundo, al menos, había atacado con toda su frustración. Peor aún, ni siquiera había pensado en el efecto. Al terminar la sesión de entrenamiento, todo su cuerpo se había sentido extraño. Dolorido. Había una sensación fantasma en sus músculos, un espejismo de dolor que no había experimentado de primera mano, en su momento. Naruto ya había notado esa sensación antes. Con los clones de sombra. Cada vez que uno desaparecía…

No quería pensar en ello.

—Estoy seguro —respondió, sacudiendo la cabeza y forzando la mejor de sus sonrisas—. Prometí que lo acompañaría, además. ¡Anoche le dije que no lo olvidaba! Sin Kakashi-sensei ni Sasuke-teme o Sakura-chan, yo soy el que queda. Es mi deber cuidarle la espalda. ¡No lo defraudaré!

Además, Inari estaba decidido a ir con su abuelo hacia el puente y a la ciudad, y Naruto no quería dejarlos solos. 

El rostro de Tazuna dibujó una expresión inusual. Había una mirada más… suave en sus ojos. —Muy bien. 

Inari, por su parte, le regaló una sonrisa resplandeciente. Naruto le devolvió el gesto sin pensarlo siquiera. 

—¿Van a ir a la ciudad otra vez? —dudó Sakura.

—¡Sakura-chan! ¡Buenos días!

Ella miró a Naruto por un segundo, su expresión era extraña. —¿Qué te pasó en la cara?

La explicación real era ridícula, así que Naruto repitió lo que le había dicho a Inari y a Tazuna. 

Sakura puso los ojos en blanco, pero algo en la esquina de su boca se relajó. —Eres realmente torpe para ser un ninja, a veces.

Naruto se rio nerviosamente.

—Kakashi-sensei y Sasuke-kun preguntaron por ti ayer. Cuando regreses, ve a verlos, ¿está bien? Se sentirán mejor si vas a visitarlos ahora que están conscientes de que estás allí.

La sonrisa de Naruto se ablandó. Sus ojos se dispararon hacia la habitación en la que los otros dos miembros de su equipo estaban descansando. Kakashi-sensei y Sasuke... A ellos también les demostraría. 

—¡Lo haré, lo haré! 

Sakura sacudió la cabeza. Ella no sonreía, pero igualmente ya no tenía la misma expresión que solía tener cuando lo miraba antes.

Naruto sonrió con todas sus ganas mientras seguía a Tazuna y a Inari fuera de la casa.

(Haku, Zabuza... Seré verdaderamente fuerte. Todos, solo mírenme).




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