
Defectuoso
—¡¿Cómo que no eres Sasuke?!
Uzumaki Naruto, genin de Konohagakure no Sato. Trece años, rubio, ojos azules, el perfecto ejemplo de una personas americana si lo pensaba bien. Al parecer tenía una extraña afición por el Ramen instantáneo y el que preparaba un sujeto llamado Teuchi, quien tenía una tienda llamada Ichiraku Rāmen. Su sueño o más bien objetivo, era convertirse en un Hokage que todos pudieran admirar y reconocer. Le gustaba una niña llamada Sakura-chan, quien al parecer no le daba ni la hora pero que describía como la encarnación de la belleza, un maestro vago e increíblemente irresponsable que no podía llegar temprano ni siquiera para salvar su vida y un compañero de equipo que la única palabra que podía pronunciar era mmhp o lo que sea que significaba ese sonido, arrogante, odioso y que dañaba su excelente trabajo en equipo.
—Te lo he dicho nueve veces. Mi, nombre, no, es, Sasuke.
También debía decir que él era un niño increíblemente necio que no respetaba el espacio personal. Anotó eso último en su libreta imaginaria de; cosas que he descubierto del extraño niño rubio que está acosandome cuando él invadió sus diez centímetros de seguridad entre cualquier otro ser humano, animal, cosa o esperpento y su persona. Plantó una mano sobre cara, recibiendo un gruñido de protesta mientras intentaba alejar su anaranjada existencia que no dejaba de querer mirar sus ojos más de cerca.
—¡No intentes engañarme, Teme! ¡Se que eres tú así que deja de jugar!
Chisaki, estudiante de la vida y de Licenciatura en letras. Cabello negro, como su consciencia como le gustaba decir a los extraños sólo para incomodar, ojos... ¿De qué tono eran sus ojos? No esta segura pero algún día lo descubrirá... o nunca, quién sabe. Tiene una rara afición a ver imágenes de dos hombres demostrandose amor, que no negara ni afirmara para salvar su alma pecadora de las fauses del inframundo y bla, bla, bla. Su objetivo en este momento era saber quién era el hámster amarillo que acusaba a su muy inocente persona de ser un tal Sasuke, y probar un poco de ese ramen de Ichiraku la verdad. Sonaba bastante bien según las historias del rubio. Tenía dos mejores amigos, pena y pánico y no, no estaba diciendo que fuera una persona con algun problema psicológico, sino que así se llamaban sus dos mascotas. Y nuevamente, si alguien se daba cuenta que se llamaban igual que los esbirros de Hades en la película Hércules, ella iba a negarlo todo.
Ah, claro. De momento no tenía a nadie que adorar como si fuera la personificación de Afrodita.
Al menos nadie que fuera real.
Aunque jamás le diría que no a un pelirrojo.
—¡Quítate de encima! —le gruño de regreso cuando la abordó en un salto. Retorciendose debajo de su molesto cuerpesito naranja que de alguna forma tenía más fuerza que ella.
¿Qué demonios le daban de comer a los niños hoy en día?
Naruto se aferró con uñas y dientes a su cuello, metaforicamente porque numero uno; Ihg, y número dos; FBI open the door, negándose a soltarla incluso cuando empezó a jalarlo de los pelos. El cuerpo entero de Chisaki se sacudió cuando tuvo la audacia de gritarle justo en el oído;—¡ENTONCES DEJA DE MENTIR!
Podría ser el dolor de quedarse media sorda, o la indignación lo que la llevó a tirar de su agarre más fuerte. Pero ¿Ese mocoso de trece años acababa de gritarle? ¿À moi?
—¡NO ME ESTÉS GRITANDO, MOCOSO!
—¡¿AH?! ¡¿CÓMO DEMONIOS ME LLAMASTE?!
Los jalones de pelo, se convirtieron en manotazos, luego evolucionó a rodar por todo el suelo intentando ver quien se quedaba con más mechones del otro. En algún momento entre una patada en la espinilla y un escupitajo, alguno de los dos quiso jugar sucio y mordió al otro. Definitivamente no fue ella, pero el chillido del rubio de alguna manera valió los mechones que de seguro perdió en medio de su pelea, ¿Qué importa si estaba calva de algún lado de la cabeza? Incluso si no ganaba la marca de sus dientes en la mejilla llena de grasa de bebé de Naruto no se quitaría en días, semanas si su experiencia no fallaba.
No contaba con que el rubio creía en el ojo por ojo.
—¡Ah! —la muchacha miro al niño con ojos incrédulos, deteniendo cualquier acción en seco cuando su cerebro proceso todo.
El hámster rubio, con los párpados bien abiertos, congelado encima de ella mientras sus dientes presionaba en su mejilla, una acción inconciente que había hecho en venganza.
—¡Qué asco! ¡Lo tengo en la lengua! EN LA LENGUA.
De un momento a otro Naruto se alejó de un salto, escupiendo y teniendo arcadas como si acabasen de obligarle a comer tierra.
Y sabía de lo que estaba hablando.
—¡Oye! —fruncio el entrecejo, cruzando los brazos sobre su pecho aún sentada en el suelo. Insultada por los sonidos de vómito que él seguía haciendo— ¿Qué carajo? Ni siquiera yo exagere tanto cuando me retaron a comer un pedazo de tierra. Y eso que hasta había un gusano allí.
Las arcadas incrementaron, lo que la llevó a reírse. Lo que al parecer estaba mal ya que Naruto se detuvo enseguida, con las manos sobre las rodillas e inclinado sobre un arbusto le dio la misma mirada de cuando despertó. Parecía estar teniendo una epifanía, o un colapso mental. Que los ojos de Chisaki bien podían ser lo mismo.
—No eres Sasuke.
¡Dieeeez puntos para Griffindor!
—Llevó diciendote eso media hora —levantó los brazos al cielo, casi agradeciendo a los angeles por iluminar su rara cabecita amarilla, dejándolos caer con un sonoro golpe sobre sus piernas—. Rubia me contaste la mitad de tu vida, ya deberías haberte dado cuenta que no era ese tal Saske.
—Sasuke.
—Lo que sea.
Levantándose sacudió el polvo de sus horribles pantalonsillos, los cuales había evitado mirar casi tanto como sus zapatos. Porque oh Dios estaba usando chanclas, o la versión remasterizada de las chanclas. No sabía por qué estaba usando chanclas pero tampoco estaba ansiosa de descubrirlo. Le gustaba su ignorancia, gracias.
Pero enserio ¿Porque chanclas? ¿Iba a lanzarlas a alguna persona al azar como si fuera un boomerang? Siempre quiso hacer eso ¿O la intención era usar zapatillas pero no le alcanzó el dinero? Sonaba válido. La mayoría de las cosas que quería eran demasiado caras para su pobreza de adolescente-joven adulto-que no trabaja-pero sobrevive.
Maldita pobreza.
En fin, ya podría quejarse de su estabilidad económica más tarde. De preferencia cuando viera algún manga bonito y lo quisiera aunque tuviera el precio de un riñón en el mercado negro.
—¿A dónde vas?
Se detuvo a mitad de camino a... alguna parte. Girando en la dirección de Naruto, que ya corría para alcanzarla. Su chaqueta estaba llena de polvo, su cierre estaba desparecido y su cabello estaba volando por todas partes. Pero no parecía ser consciente de eso, ni de la gran mordedura que adornaba su mejilla izquierda casi en su totalidad. Se sentiría mal, si ella no tuviera una igual en el lado contrario.
—A buscar un maldito teléfono —tal vez no debería estar diciendo malas palabras frente a un menor, pero... blah. De seguro escuchaba cosas peores en las calles—. No se que estúpida particularidad me golpeó, pero como no llame a mi tutor para avisarle que me teletransportaron, me colgará de un árbol por desaparecer a mitad de mi clase de literatura.
—¿Él te que..?
—Así que si pudieras decirme donde encontrar un teléfono antes de que empiece a enloquecer por tanto groot en este lugar, estaría muy agradecida.
—Puedo ayudarte claro —aceptó algo confundido, mirando el perfil de su acompañante mientras este observaba los alrededores con inusual curiosidad—, sólo dime una cosa... ¿Qué exactamente es un tefenolo?
Bueno, a Ckisaki ya no le estaba causando tanta gracia todo esto. En silencio, observo a Naruto, quien cruzando los brazos detrás de su cabeza los guió a través de un camino de tierra que ella ni siquiera había visto. Tenía una cinta atada a la cabeza, con una placa metálica justo en el medio con un símbolo que no reconoció grabada en ella. Y si hubiese mirado con atención antes, hubiese notado la bolsa atada a su muslo. Chisaki bien podría haberse tropezado con la nada si sus reflejos no fueran mejores que eso, Naruto cargaba armas en esa bolsa.
Armas punzantes que ningún niño debería estar cargando según su cerebro y las leyes. Rogaba, enserio rogaba a su suerte no haber acabado en un país terrorista que usaba a los niños como mini soldados lo suficientemente ingenuos para ser manipulados bajos mentiras de que la violencia se llevaba a cabo para un bien mayor.
Aunque primero...
—¿Cómo demonios no sabes qué es un teléfono? —¿Quién no sabía que era un teléfono a estas alturas? Prácticamente ya se consideraba una necesidad básica entre los adolescentes. Por favor, incluso los bebes suelen tener sus propias tabletas llenas de vídeos infantiles, juegos didácticos y canciones muy pegajosas que su cerebro insistía en repetir en momentos aleatorios día.
A menos que este hablando con alguien a quien habían mantenido encerrado toda su vida, con tutores extremistas que creían que todo programa de televisión no religioso era del diablo. Que obligaban a la gente a despreciar a cualquiera que no compartiera sus creencias y que creían que las personas no heterosexuales eran la encarnación del pecado.
—Oww —arrullo—. Pobre cosita —jalo al de ojos azules hasta su pecho, rodeando su cabeza con sus brazos apoyo su mejilla mordida contra su cabello—, no te preocupes yo te llevaré por el camino del Internet, el porno y las páginas de dudosa procedencia.
Naruto se atragantó con su saliva, retrocediendo entre tropezones empujó al de ojos negros con torpeza. El calor comenzó a subir por su cuello mientras miraba con estupor como Sasuke le sonreía, a él. Se quedó inmóvil, sin ser capaz de oír nada mas que las risas esporádicas que sacudían los hombros del pelinegro.
¡Uchiha no reía! Uchiha apenas era capaz de hacer una mueca rara que se supone era la versión de una sonrisa.
Definitivamente algo le pasaba a Sasuke.
Naruto entró en pánico, así que nadie podía culparlo por reaccionar como lo hizo. Golpeó el punto entre el cuello y el hombro que Kakashi sensei les había enseñado para noquear a un oponente desprevenido. Normalmente ese movimiento no hubiese funcionado, Sasuke lo habría esquivando o contrarestado con un golpe. En cambio cogió el cuerpo desplomado del Uchiha, mirando hacia todos lados con nerviosismo para asegurarse que nadie lo vio. No iba a contarla si alguien lo veía desmayar al última Uchiha, mucho menos si lo hacia una de sus fan's. Pese a su disgusto, tuvo que cargar al Teme en su espalda. Con una señal invocó a tres clones, quienes le dieron la misma mirada de disgusto al pelinegro antes de echar a correr en busca la mejor ruta a su casa sin que nadie lo viera.
Bajo ninguna circunstancia iba a dejar que alguien viera a este defectuoso Sasuke.