
EL PENTAGRAMA
Sin poder sacar el recuerdo de su cabeza, Naruto aún sentía la vergüenza de haberlo besado en el Río Naka. Ni siquiera sabía bien sus sentimientos, pero el beso se sintió tan bien que quiso repetirlo. Una emoción que nació de su estómago y que aceleró su corazón. Después de eso, se habían quedado unos minutos más en el río hasta que tuvo que decirle a Shisui que debían volver al departamento. Cuando llegaron, ninguno dijo nada y mejor cada uno se fue a su habitación.
Durmió por horas que se despertó justo cuando Jiraiya llegaba al departamento. Ese día no estaba de buen humor para aprender Fuinjutsu, pero su deber y orgullo la obligaron a sentarse frente al pergamino con el Hiraishin. Cuando Shisui se sentó a su lado, solo se tensó por un segundo antes de que intentara actuar con normalidad. No quería que Jiraiya los regañara por pensar mal las cosas. Tampoco quería que se enterara del beso. Si Shisui había dicho la verdad, Jiraiya tenía algo en contra de que ellos dos fueran unidos.
Durante horas solo se concentró en hacer un avance serio con el sello, pero aún sentía el miedo de que algo saliera mal y pudiera terminar en una situación mucho peor, como terminar en un lugar aleatorio en el tiempo. Y eso solo fue uno de dos problemas, el otro fue que el sello debía hacerla aparecer en la misma dimensión en la que Kaguya estaba, y no estaba segura de poder lograrlo. Tantas cosas que no pudo controlar y ya comenzaba a verse atrapada en este tiempo, aunque no fuese del todo malo. Durante algunas veces en días anteriores, llegó a pensar en la posibilidad de quedarse en este tiempo y ayudar a cambiar las cosas para mejor. Pero solo iba a hacerlo si se veía obligada.
Pero no fue malo todo el día, ya que cerca del anochecer pudieron hacer un gran avance. Después de quitarle un 15% del sello de su padre, pudieron ponerle un filtro para que pudiera aceptar su chacra en el Jutsu.
—Incluso espero que podamos modificar más marcas de tu padre para que puedas usarlo de la forma normal. —comentó Jiraiya mientras analizaba el trabajo de los tres—. Podría serte de mucha utilidad.
—Pero aún tendría que encontrar la forma de moverme al futuro y a esa dimensión.
—Sí, pero quizá puedas ubicar tu chacra de tu otra yo —dijo Jiraiya, su emoción haciéndose notar por su tono—. Mira, podríamos hacer que puedas encontrar tu chacra para localizarte. Incluso el Kyubi podría ayudarte para encontrar su igual y con ello podrían buscar la forma de aparecer en ese lugar. Solo esperemos que no llegues muy agotada a tu tiempo.
Eso solo la hizo sentirse más esperanzada con el plan A, pero la duda la asaltó poco después.
—¿Dónde conseguiremos esa energía? Kurama sigue siendo tan pequeño y no creo poder lograrlo solo con mi chacra.
—Ese es otro problema —murmuró Jiraiya.
Hubo un silencio incómodo mientras los tres intentaban pensar en alguna solución para su problema, pero no encontraron ninguno. Se le ocurrió por un segundo poder usar el otro Kyubi que tenía su yo pequeña, pero rápido se dio cuenta que podría ser muy peligroso. No quería arriesgar la seguridad de la pequeña Naruto. Frunció los labios mientras meditaba en la respuesta, pero ¿qué podría tener la energía suficiente para moverla en el tiempo?
—Será un problema más para mañana —murmuró Jiraiya mientras iba avanzando a la puerta—. Los veo después, necesito dormir y conseguir más materiales para esto. Intenten encontrar una solución para lo de la energía, ya que no tengo idea de qué podríamos utilizar sin morir en el intento. Hasta luego, muchachos.
Jiraiya se fue y los dejó solos. Los recuerdos de la noche anterior volvieron a ella mientras veía de reojo que Shisui mordía la goma de un lápiz. Suspiró y se acercó a Roberto, quien había estado durmiendo a su lado. Al moverlo, este le gruñó, pero se acomodó en su regazo al instante.
—¿Deberíamos hablar sobre lo que sucedió anoche? —preguntó Naruto de repente.
—Quizá… quizá no —murmuró Shisui en respuesta—. No sé cómo sentirme al respecto, pero si quieres hacerlo…
Shisui se giró para verla, sus ojos negros captaron toda su atención. Parecía nervioso al igual que ella. Tomó un hondo respiro y lo miró con toda la determinación que pudo reunir.
—No sé cómo iniciar esto —dijo Naruto mientras se relajaba en el sillón—. Ni siquiera puedo pensar bien por el beso.
—Somos amigos, Naruto —Shisui la miró al rostro con más determinación mientras sonreía—. No quiero que las cosas se vuelvan incómodas entre nosotros por lo que hice ayer —hizo una pausa para soltar un suspiro—. Como dije ayer, solo quise intentarlo una vez. Y no podemos hacer algo, tú tienes que volver a tu tiempo y yo necesito volver a mis misiones.
—Supongo que podremos tener una buena relación en lo que regreso a mi tiempo. —Una sonrisa se extendió por su rostro cuando dijo eso, a pesar de que sintió un vacío en su pecho por un segundo.
—Claro. —Solo dijo eso Shisui, con un tono tan convincente que casi engaña a Naruto, pero ella también había usado ese tono tantas veces que, al final, pudo entender de que él tenía algo más que decir, pero que calló.
Después de eso solo cenaron un poco de té y galletitas. Se fueron a dormir temprano, aunque Naruto solo estuvo dando vueltas en su cama por algunas horas. Su mente no solo estaba en el beso o la conversación con Shisui, también con el miedo de ser tan egoísta y quedarse en ese tiempo que en salvar a sus amigos. Alrededor de las tres de la mañana cayó dormida.
Frunció las cejas mientras caminaba por el prado. Era un lugar bastante reconfortante y tranquilo. El pasto era verde y le llegaba por las pantorrillas. La briza del viento hizo que su piel se erizara. Miró hacia abajo para notar que traía un sencillo vestido azul cielo. Sus pies descalzos la llevaron hasta un enorme árbol de manzanas, en donde allí había un tipo. Pudo verlo un poco a lo lejos. Iba vestido de negro, algo que chocaba mucho con los colores claros del paisaje. Por un minuto creyó estar viendo al Tipo Sombra, pero después vio varias diferencias. Era delgado y con el cabello bastante corto. Parecía estar dormido, pero su curiosidad era mayor, así que se acercó.
Estando a unos metros, el tipo se enderezó y la miró. Se congeló por un segundo al ver sus ojos amarillos. Él le dio una pequeña sonrisa que la hizo sentirse muy tranquila.
—¿Quién eres tú? —preguntó, cautelosa. A pesar de que el tipo transmitía un aura de confort, no quería fiarse a la primera de un desconocido.
—No tengo nombre. Nunca me pusieron uno, así que puedes llamarme como quieras —respondió el tipo—. Te devuelvo la pregunta. ¿Cómo te llamas?
Por un segundo dudó, pero después de que él tipo le sonriera de nuevo, volvió a sentirse en plena confianza.
—Naruto. Solo Naruto —dijo.
—Entonces, solo Naruto, ¿qué te trae a mis aposentos?
Por un momento se quedó sorprendida de que este lugar le perteneciera a este tipo sin nombre. Pensó en su respuesta, y después habló:
—No lo sé. Solo aparecí aquí —hizo una pausa mientras echaba un vistazo alrededor—. ¿Qué es este lugar?
—Es el lugar en el que nací —dijo el sin nombre—. Se me encargó cuidar de este lugar para que las almas descansen en paz cuando parten de la vida mortal.
—Entonces ¿estoy muerta? —dijo, algo temerosa.
—No, no lo estás. Si estuvieras muerta, no conservarías tu cuerpo. Todas las almas se convierten en hojas de los árboles que están cerca del río de la vida. Después de morir, las almas brotan de los árboles y se quedan allí por la eternidad, brindando la energía para mantener este lugar tan hermoso. Yo me encargo de que nada malo pueda pasar y de que las almas más puras estén en la cima de la colina.
El sin nombre señaló detrás de ella. Se giró para ver la colina de la que habló, llena de árboles enormes y muy frondosos. De solo verlos se sintió feliz. El lugar irradiaba tanta energía que sentía que podía hacer cualquier cosa allí. Cerró los ojos por un segundo mientras sentía que la energía era muy similar a cuando estaba cubierta del chacra de Kurama. Era cálido. Después de un par de segundos abrió los ojos y notó que el sin nombre veía con detenimiento al sol. También lo miró, y eso fue lo sorprendente, pues no le lastimó la luz de este. Y por un breve segundo, creyó ver un enorme ojo allí, pero no parecía posible.
—¿Cómo llegué aquí? —preguntó mientras volvía su atención a la colina.
—En ocasiones, puedo ayudar a almas confundidas con temas que no pueden controlar. Supongo que tienes un gran problema que puede ser demasiado para todos los seres de la Tierra. Puedes decirme qué sucede y tal vez pueda darte una respuesta apropiada.
Dudó por un minuto en el que se quedó callada. Se quedó viendo a sus pies mientras pensaba bien en lo que pediría. Podría pedir un Jutsu que la transportara a su tiempo o la manera de modificar el Hiraishin para que hiciera eso.
—Solo quiero llegar a casa. —Ese comentario salió sin pensarlo mucho. Se sintió un poco estúpida, pero, de cualquier forma, miró al sin nombre.
—Vaya… Regresar a casa —murmuró—. Creo que no tengo muchas ideas para ayudarte con ello. Haré todo lo que pueda por ti, Naruto.
Sin nombre se levantó y allí se dio cuenta de que no era muy alto. Él se sacudió su ropa y después tomó un poco de impulso para saltar a la rama de un árbol. Agarró una manzana antes de caer. Cuando la tuvo, solo la limpió un poco con su ropa y luego la mordió. Después se la tendió a ella. Lo miró con duda, pero él solo le sonrió.
—Solo dale una mordida. Es para que puedas recordar, aunque sea un poco, de lo que voy a hablarte —dijo él, con una sonrisa en su rostro.
—No me matará, ¿verdad? —preguntó.
—Por supuesto que no. Solo esta manzana hará que guardes el conocimiento que te voy a dar, y luego podrás resolver tus problemas.
Asintió y le dio un mordisco. Se sorprendió por el sabor dulce y jugoso de la manzana, y sabía que ninguna otra podría tener ese mismo sabor. Con un solo mordisco se sintió satisfecha, como si hubiese estado en un bufé.
—Vale, ya que has comido la manzana, solo queda ayudarte —dijo el sin nombre—. Pero antes, deberás prometerme algo.
Mordió el sándwich que se había preparado para el almuerzo mientras veía a Shisui mordiendo la punta de una pluma. Los dos no habían podido despegar su mente de algo que no fuera el sello. En un principio lo había adjudicado a su deseo de volver a casa, pero después se dio cuenta de que, en realidad, solo quería usarlo como una distracción para desviar sus pensamientos de Shisui. Durante tres días ya había estado sobre pensando mucho las cosas que sucedieron aquella noche.
Soltó un suspiro y mejor siguió comiendo. Durante un buen rato solo miró la portada de un libro que traía consigo más palabras de lo mismo: tiempo, espacio e imposible. Ya se sentía tan frustrada por todo que mejor dejó su sándwich a la mitad en la mesa. Emitió un gruñido y dejó que su cuerpo se quedara flojo en el sofá.
«Solo quiero dormir un poco más», pensó.
De repente sintió la mirada curiosa de Shisui. Lo miró por un segundo mientras alzaba ambas cejas. Él no dijo nada y volvió su atención a morder la pluma de nuevo.
Por primera vez esta semana, deseó que Jiraiya estuviera regañándolos por hacer algo mal, pero el pervertido se había marchado de improviso debido a algo relacionado con su red. Esperaban verlo al otro día, pero no era muy seguro. Por lo tanto, los dos tuvieron que arreglárselas para avanzar un poco más en el sello.
—Ya me cansé de que me veas feo —soltó Shisui después de un minuto mientras se inclinaba hacia ella—. ¿Qué sucede?
—Nada, solo estoy estresada —respondió de inmediato, luego frunció las cejas—. Y no te estaba viendo feo, feo.
—Ya, está bien. No tengo nada en mente en este momento y no creo que podamos avanzar mucho con este sello si no podemos ni concentrarnos en qué comer. Creo que nos vendría bien un poco de aire fresco. Vamos al pueblo.
—Está bien —respondió Naruto mientras se ponía de pie.
Después de unos minutos, los dos ya caminaban en dirección del pueblo. Esperó a que fuera algo tranquilizante estar paseando con Shisui, pero todavía sentía un poco de nervios que supo disimularlos muy bien. Durante el camino apenas cruzaron palabras, pero más que nada solo fue para establecer a qué lugar irían. Como tal, no tenían muchas cosas por hacer, pero apreciarían todo el tiempo libre que pudieran antes de volver a su sello.
Llegaron al pueblo, en donde las calles ya estaban llenas de gente yendo en todas direcciones. A pesar del sol que quemaba la piel, mucha gente parecía feliz haciendo sus cosas. Sonrió un poco por eso, le encantaba ver a los demás siendo ellos mismos.
Por varios minutos los dos solo caminaron entre la gente por algunas calles conocidas. Solo necesitaron estar un poco fuera del departamento para aclarar ideas, así que Naruto comenzó a pensar de más en cómo lograr que su sello funcionase. Solo tenían el avance de que el sello podría funcionar con su chacra, pero de allí en fuera nada. El tema del salto temporal estaba tan lejos como en el día en que llegó. Y el temor de no volver a casa cada vez crecía más. Sus amigos, a las personas que juró proteger morirían si ella no lograse su objetivo. ¿Y si llegase tarde? Tal vez su sello la llevaría a un momento en donde todo esté perdido, así que solo morirían en vano.
Se mordió el labio mientras intentaba deshacerse de esos oscuros pensamientos. Estaría bien y podría lograr que sus amigos vivieran felices. Todos ellos morirían por una muerte natural y no por el Tsukuyomi Infinito.
—Bien sabes que siempre cumples tus promesas, aunque sean tan estúpidas como para matarte —gruñó el Kyubi.
—Gracias por los ánimos —murmuró Naruto, usando un tono sarcástico.
—Ya sabes, estoy aquí para ayudarte. —respondió el zorro mientras a duras penas controlaba una sonora risa en su mente.
Rió un poco por el comentario. A pesar de todo lo que habían pasado desde que recordaba, Kurama parecía ser más amigable, aunque todavía era un gruñón de primera.
En un instante pudo ver algo más. Por el rabillo del ojo pudo ver a alguien que, por un segundo, se le hizo conocido. Un adolescente que se veía que trabajaba en el mercado. Y por un instante recordó al Tipo Sombra en el puesto de ramen. Eso no era posible, ya que ¿en qué podría estar relacionado un adolescente con ese hombre? Desechó la idea y mejor fue a prestarle atención a otras cosas.
—Debemos comprar algunas cosas, ya que estamos aquí —sugirió Shisui mientras la guiaba al mercado—. Podríamos conseguir un poco de comida para los próximos días, y también conseguir más materiales como tinta y pergamino.
—Estaría bien. Creo podríamos hacer eso y después volver a casa. No siento que sea muy bueno estar en este lugar por mucho tiempo —dijo, a lo que Shisui se giró con el rostro grabado en sorpresa—. Siento que él está cerca. —Le susurró.
Pocas veces había visto que Shisui se comportara como un soldado, solo cuando estaba en presencia de Hiruzen. Pero en ese momento él se transformó en un Shinobi, aunque solo para sus ojos, para los demás parecería aún muy normal.
—¿Dónde? —preguntó él.
—No lo sé, pero siento que hay algo muy extraño en este lugar. Creo que alguien podría estar observándonos.
Y en ese momento se quedó muda a lo que vio. Shisui la jaló del brazo para ocultarse bien entre la gente y después sus ojos cambiaron de color. Solo sabía de un clan que podía hacer eso. Shisui terminó siendo un Uchiha, para su horror. No es que fuera malo ser parte de esa gran familia, sino por lo que les ocurrió. Supo en ese instante que Shisui moriría a manos de Itachi.
El Sharingan de Shisui escaneó todo en un segundo, grabando los rostros a la perfección en su mente. Naruto solo se quedó viéndolo, aún sin palabras. Sintió miedo de perderlo, y eso fue ridículo, ya que Shisui debió estar muerto en su tiempo. Cerró los ojos con fuerza y decidió concentrarse en el problema principal, al Tipo Sombra.
—¿Pudiste ver algo extraño? —preguntó Shisui mientras desactivaba su Sharingan.
—Solo creí que un chico me miraba, pero solo era un trabajador. Parecía estar más concentrado en su trabajo —hizo una pausa—. Solo me recordó al tipo del ramen, pero desde allí solo puedo sentir la misma presencia en todo este lugar.
—Vale, continuemos caminando con normalidad. Si sucede algo extraño, podremos hacer algo para detenerlo.
Asintió y los dos continuaron con lo que tenían que hacer. Intentó ver en su vista periférica algo anormal, pero todo estaba bien. Salieron de esa calle y por fin llegaron al mercado de la aldea. Por un instante olvidó todo lo que había sospechado del pobre chico, pero estaba siendo muy paranoica desde ese extraño sueño. No recordaba bien las cosas, pero podía ver aún al tipo de los ojos amarillos.
Después de una hora, regresaron a casa. El ambiente aún estaba tenso debido a su paranoia con el Tipo Sombra. No hicieron mucho al llegar, más que comer un poco de frituras mientras comenzaban a ordenar lo que compraron, lo que no les tomó más de cinco minutos.
—Ahora hay que trabajar otra vez en esto —dijo Naruto mientras se sentaba frente al sello—. Quiero avanzar más antes de que llegue Jiraiya.
—Solo que hay un pequeño problemita —murmuró Shisui—. No tenemos más idea de Fuinjutsu que él.
—¡No hay problema, podremos arreglárnosla solos! Solo hay que confiar en nosotros mismos… creo.
Tomó un cuaderno y comenzó a hacer rayones para intentar averiguar si podía hacer algo con su propio nivel de Fuinjutsu. A pesar de recordar la conversación con Jiraiya sobre que ser un Uzumaki no te hacía bueno en los sellos, decidió creer que tal vez esa habilidad estaba muy arraigada en su sangre. Hizo patrones extraños, con muchas curvas y líneas que se entrecruzaban como hilos.
Frustrada, rayó una hoja por completo. El sol ya comenzaba a ocultarse por el horizonte, pero allí seguía sin poder lograr nada para su vuelta a casa. Odió no ser tan estudiosa como Sakura, o el nunca haberse interesado en el arte de los sellos cuando Jiraiya estaba vivo. Nada iba a resultar si ella solo se enfocaba en lidiar con el Tipo Sombra, pero su mente siempre estaba en ese encuentro en Ichiraku, y luego se unió a ese extraño sueño que tuvo.
Se llevó una mano a la cabeza mientras intentaba decidir qué hacer. Volvió a tomar el lápiz y comenzó a dibujar más sellos que, según ella, tenían algún sentido. Su mano trazó cientos y cientos de figuras sin sentido por otra hora, hasta que vio algo que no había imaginado nunca. Muchos de los dibujos formaron otra figura más. Una estrella de cinco puntas invertida.
«Sabes que hay cuatro dimensiones, estas forman un tetragrama. Tres de las puntas significan el espacio, y la cuarta el tiempo, que se mueve en una sola línea. Pero si añadimos otra dimensión, creamos al pentagrama, donde se añade otra dimensión al tiempo para movernos de un lado a otro. Si logras conseguir este pentagrama, podrás moverte entre el pasado, el futuro y el presente. En pocas palabras, jugarías a ser Dios».
El recuerdo de ese sueño la dejó aturdida. Miró una y otra vez lo que había hecho. Era igual al pentagrama que aquel tipo le había mostrado. Y luego recordó la manzana, aquella que la haría recordar lo de esa vez.
—¡TENGO LA RESPUESTA!
—¿Eh? ¿De qué hablas, Naruto? —preguntó Shisui.
—Sé cómo moverme en el tiempo con un sello. Estoy segura de que podremos completar el sello esta noche.
Rápido se acercó a Shisui con su cuaderno en la hoja en la que estaba su sello. El pentagrama estaba allí y era la única forma de regresar a casa. Se sentó a su lado y dejó que el viese por unos segundos el sello. Lo miró detenidamente, esperando su reacción. Se sintió muy feliz cuando notó la sorpresa de Shisui mientras más veía el sello.
—El sello de mi padre solo podía moverse por el espacio porque solo contaba con las cuatro dimensiones, pero si agregamos una quinta… ¡PODRÍAMOS MOVERNOS ENTRE EL PASADO Y EL FUTURO! Nos volveríamos en seres de cinco dimensiones.
—Eso es como jugar a…
—Jugar a ser Dios. Sí, lo sé —hizo una pausa mientras intentaba controlar sus emociones—. Es un riesgo, pero sé que es la respuesta que tanto hemos buscado.
Como tal, pasaron toda la noche y parte de la madrugada intentando idear la forma de poder implementar el pentagrama al Hiraishin. Su mente estaba centrada por completo en este trabajo, por lo que ni siquiera sintió el sueño hasta que Shisui le dijo que debían dormir un poco. A regañadientes asintió y poco después ya estaba en su cama. A pesar de ello, aún sentía su cuerpo lleno de adrenalina. Y en su mente, agradeció al sin nombre por haberla ayudado. Le debía algo muy grande a él.