
EL VISITANTE
Caminaron por la aldea. Ya había anochecido cuando salieron de la biblioteca, a pesar de que quiso quedarse más tiempo intentando buscar una respuesta a lo que el libro tenía escrito. A pesar de que leyó una buena cantidad de libros, no encontró nada que dijera algo diferente que el primer libro. Eso le provocó un dolor de cabeza que la hizo sentirse más enojada que antes. El tiempo había pasado tan rápido que, si no fuera por Shisui, se hubiera quedado toda la noche. Eso la seguía enojando, necesitaba quedarse para aprender más sobre el tiempo y saber cómo romperlo a su voluntad.
—Si te hubieras quedado más tiempo allí, te hubieran sacado de todos modos.
—¿No decías que la biblioteca no cerraba? ¿Por qué me echarían? —preguntó, no se dignó a mirarlo a los ojos, mejor se enfocó en ver a la gente caminar frente a ella.
—Bueno, eres una civil —dijo como si eso aclarara todo. Obvio, no lo hizo—. Los civiles no se quedan en la biblioteca un día entero. Habrían sospechado de ti y te hubieran llevado a las salas de interrogación.
Gruñó por eso. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda al pensar estar de nuevo en una sala de interrogación. Se llevó una mano a la cabeza recordando cómo se había sentido que alguien entrara a tu cabeza. Se le volvieron a formar lágrimas.
—También tienes que dormir y comer algo. No salimos de la biblioteca en todo el día, y me muero de hambre. La fruta y el yogurt no me saciaron para todo el día —comentó mientras le daba un golpecito en el hombro. Ella rió un poco por eso.
—¿Podemos ir por ramen? —preguntó.
—Sí, claro.
Continuaron caminando por las calles bien iluminadas de la Hoja. Se sentía extraño estar allí. Ver a todos lados solo le hacía recordar que muchas de estas personas estaban atrapadas en el Tsukuyomi Infinito. Tal vez Shisui notó sus nervios o su tensión, porque le tomó el hombro, lo que la hizo voltearse hacia él, y le dio una sonrisa pequeña. Suspiró y trató de pensar en otras cosas, pero su mente seguía jugando con lo del tiempo. […] solo se mueve en una dirección, de presente a futuro.
Kaguya era poderosa, eso lo supo desde que le contaron sobre ella, por lo que no había dudado de que ella fue quién planeó su caída a este mundo. Nunca lo pensó muy bien, en realidad. Si ella tenía ese Jutsu tan poderoso ¿por qué no lo usó para aparecerse en un tiempo antes de la guerra para acabar con todo antes? ¿Por qué enviarla a ella a estar aquí? Viajar en el tiempo sonaba como algo increíble. Si ella pudiera hacer algo como eso, habría evitado la muerte de muchas personas por capricho. Al menos sabía cómo volver a su tiempo, se podía achicar el tiempo. No entendió eso al principio, pero después de investigar un rato descubrió que podían hacer que el tiempo avanzara más rápido en ella. Solo quedaba un grave problema, debía aparecer en la misma dimensión que sus amigos.
Salió de sus pensamientos cuando chocó con una persona. Reaccionó un poco rápido y se disculpó con el civil borracho. Este le dio una mirada sucia, algo que la molestó. Lo miró con dagas y este solo resopló y se marchó. Siguió caminando hasta que notó que Shisui miraba hacia atrás. Este estaba viendo al borracho.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Nada, solo un poco de cansancio. Vamos por tu ramen —dijo Shisui mientras volvía su mirada al frente.
Entrecerró sus ojos por eso, pero no dijo nada más. Siguieron caminando por un rato más hasta que volvieron a toparse con alguien. En este caso se quedó helada cuando lo vio. Allí estaba Itachi Uchiha, pero no era el hombre que una vez había provocado temor cuando se escuchaba su nombre, era un niño de doce años que parecía estar muy cansado. Y sobre sus hombros había un niño mucho más pequeño que reconoció como Sasuke. Era tan diferente del tipo que estaba peleando junto a ella en contra de Kaguya. Podía verlo… feliz y con mucha inocencia, aquella que le fue arrebatada a tan corta edad. Sus ojos eran enormes y tan brillosos mientras tenía una sonrisita.
—Hola, Shisui —saludó Itachi, su tono más grave que de los niños de su edad—. Hace tiempo que no te veía.
—Oh, bueno… Estuve en una misión larga y acabo de volver ayer. No he tenido mucho tiempo para ir contigo o tu madre —respondió Shisui, quien lucía un poco nervioso ante la mirada interrogante de Itachi.
De repente toda la atención de Itachi fue hacia ella. Se quedó quieta mientras notaba los ojos negros de Itachi. Eran demasiado hipnotizantes para ella. Incluso a esa edad se podía notar su gran fuerza de voluntad que llegó a tener en su tiempo.
—Oh, olvidé presentarte —dijo Shisui, un poco apenado—. Nos conocimos apenas, ella es…
—Natsumi —respondió rápido. No podía decir su nombre verdadero, pues no había nadie más en el mundo que tuviera como nombre un pastel de pescado.
—Un gusto, Natsumi —respondió Itachi, su tono cortés bien practicado y con una leve inclinación de cabeza.
—¿Ella es tu novia? —preguntó el pequeño Sasuke.
—No —respondió Shisui, un poco divertido. Ella no pudo contener la risa que salió de su boca cuando notó el puchero de Sasuke.
—Pero ¿va a serlo? —dijo Sasuke mientras los veía a los dos con mucha atención.
Era raro ver a Sasuke así. Notó que Itachi le estaba dando leves pellizcos para que se callara, pero Sasuke era muy terco. Naruto lo sabía por mano propia. No pudo evitar pensar sobre cómo hubiera sido Sasuke si la masacre de su clan nunca hubiese ocurrido. Tal vez pudieron ser mejores amigos. Soltó un suspiro y miró de reojo a Shisui, quien parecía estar dándole caras enojadas (falsas) a Sasuke.
—Bien, nosotros nos retiramos —dijo Itachi mientras comenzaba a caminar—. No quiero preocupar a nuestra madre. Nos veremos después, Shisui. Hasta luego, Natsumi.
—¡Adiós, Shisui! ¡Adiós, novia de Shisui! —gritó Sasuke con su manita levantada mientras Itachi corría.
Soltó una carcajada cuando ellos estuvieron un poco lejos para que no pudieran escucharla. Le gustaba mucho que Itachi pareciera ser un hermano protector y regañón, pues vio a lo lejos que este comenzaba a regañar a su hermanito. Esperó que no fuera muy duro con él.
—Continuemos con nuestro camino por ramen, futura novia mía —dijo Shisui mientras le extendía el brazo para que lo tomara.
—Por supuesto, cariño —respondió mientras le tomaba el brazo y comenzaban a caminar entre risas.
Se separaron poco después. Después de unos minutos llegaron a Ichiraku Ramen, el local favorito de Naruto. También parecía ser el único local de ramen por la zona. Mejor dicho, el único local exclusivo de ramen. Entraron y no pudo evitar sentirse emocionada de volver a estar allí. El lugar era igual a como lo recordaba. Estaba solo la barra de madera, con unas cuantas abolladuras, y seis bancos. La luz amarilla hacía sentir una extraña familiaridad y paz del lugar. también había una cajita con palillos. Solo había un señor vestido de negro sentado hasta la esquina.
Se sentaron en el medio. No tardó en aparecer alguien detrás de la barra. Casi no pudo contener su chillido de emoción al ver a Ayame, la hija del dueño y su amiga, tan pequeña. Como tal, siempre la vio como una hermana mayor. ¡Ahora ella era la mayor!
—Buenas noches. ¿Qué van a ordenar? —dijo Ayame, su tono tan amable y servicial que Naruto se sintió como en casa.
—Quiero un ramen de puerco —dijo Naruto. Era su favorito debido a que fue el primer ramen que probó en su vida.
—Yo uno de miso —ordenó Shisui. Ese sabor también era bueno, pensó Naruto.
Ayame tomó sus órdenes y se fue a la cocina. Naruto comenzó a tamborilear con los dedos. Sentía algo extraño en la habitación cuando solo estuvieron ellos y el hombre de negro. Se giró para verlo, quien comía su ramen en paz. No quiso ser grosera, pero se sentía un poco mal al estar allí con él, se sentía enferma. Lo observó por el rabillo del ojo, intentó que no la atraparan, pero iba a vigilar a este hombre durante todo el tiempo que estuviera allí sentado. El tipo no se dio cuenta de que lo vigilaban. Seguía comiendo mientras tarareaba una cancioncilla.
Después de unos minutos volvió Ayame con su plato. Se lo dejó y dijo que el de Shisui ya casi estaba listo. Naruto decidió esperar a Shisui, y estaba por decirle algo cuando notó que el hombre se levantaba. Dejó algo de dinero, más de lo que costaban unos tres platos de ramen, y se marchaba. No dijo ni una sola palabra, pero si la miró por un segundo. Sus ojos café claros, una mirada tan serena, pero tan engatusadora. Solo le dio una sonrisa y le guiñó un ojo mientras se daba la vuelta y se iba. Habría pensado que sería un coqueteo, pero supo por la mirada que él se burlaba de ella.
Se levantó tan rápido que Shisui dio un brinco. Salió a la calle para encontrarse con el hombre, pero ya no había nadie allí. Miró a todos lados buscando al hombre vestido de negro, pero la gente pareció haber aumentado en ese minuto. Dio un salto cuando notó que Shisui le tomaba el hombro.
—¿Qué pasa? ¿Por qué saliste así? —preguntó Shisui. Su tono era de preocupación y traía el entrecejo fruncido.
—Aquel hombre de negro, el que estaba en el puesto de ramen, sentí que había algo muy raro con él. ¡Lo sé! Ese tipo sabe algo sobre cómo llegué aquí, y lo voy a descubrir.
—Naruto, no había ningún hombre cuando llegamos al puesto de ramen —declaró Shisui, quien parecía ahora estar más preocupado—. Solo estábamos nosotros dos.
—No puede ser, ese tipo estaba comiendo en el rincón. ¡Pagó su ramen! Vamos, allí debe estar el dinero.
Entraron al local y fueron rápido al lugar en dónde había estado sentado el hombre. En la barra no había nada, ni un solo billete o moneda. Luego apareció Ayame con el plato de ramen de Shisui y lo dejó en el lugar.
—Oye, ¿recuerdas a un hombre vestido de negro que estuvo sentado aquí? —preguntó.
—Solo han estado ustedes dos aquí —respondió Ayame, lucía confundida y parecía estar pensando en algo—. No ha venido nadie desde hace unos veinte minutos.
Se le heló la sangre. No podía estar loca. Estaba muy segura de que ese tipo estuvo allí y que se estaba burlando de ella. Tal vez por eso se burló, porque sabía que nadie le creería de su existencia.
—Mejor cenemos y vayamos a dormir. Creo que estás muy cansada de estar todo el día en la biblioteca —comentó Shisui.
Quiso protestar, pero sería inútil. Soltó un suspiro y comenzó a comer su ramen. Lo bueno fue que se mantuvo caliente, tampoco fue que toda esa escena tardara mucho. Los dos comieron en silencio. Pudo ver que Shisui quería preguntar algo, pero se mantuvo entretenido con su comida. Tampoco quiso hablar, su buen humor se marchitó demasiado rápido.
Llegaron al departamento. Durante todo el camino ninguno de los dos habló. Fue muy incómodo llegar y, sobre todo, subir las escaleras. Shisui insistió en cargarla, lo que se negó en un principio hasta que él solo la tomó y la cargó como un saco de papas. Le pateó y le pegó con fuerza, pero él no se inmutó. Después de un piso se detuvo y se limitó a gruñir. Eso venía más por parte de Kurama que ella.
—Esto es el karma por tratarme como a un estúpido perro —gruñó Kurama en su mente.
—Te gustó que hiciera eso, Kurama —respondió mientras se recostaba en el sillón. Shisui estaba en la cocina preparándose un café.
—¡No me insultes de esa manera, maldita mocosa! —gritó mientras podía escuchar sus gruñidos. No podía sentirse amenazada cuando se trataba de la voz de un niño.
Suspiró y volvió a pensar en aquel hombre.
—Lo viste, ¿verdad? —le preguntó a Kurama—. No estoy loca, sé que no estoy loca. Y no me metieron en un Genjutsu.
—Sí, allí estaba ese tipo. También estoy confundido por eso. A menos que haya metido a todos en un Genjutsu para que solo tú pudieras verlo, no encuentro otra forma de explicar lo que sucedió en el puesto de ramen.
Gruñó por eso. Tomó varios respiros y decidió que sería bueno solo dormirse un rato y esperar a hablar con Hiruzen, tal vez él supiera algo sobre ese tipo. Nadie podía infiltrarse a esta aldea sin tener que pasar por un registro, por lo que era necesario que tuvieran una foto de ese tipo, aunque su identidad fuera diferente. Y también había otro detalle, ese hombre debió ser quien la trajo al pasado, lo que lleva a otra pregunta, ¿cómo lo hizo? Un Jutsu, eso sería aterrador, alguien que pudiera viajar al pasado para alterar todo el futuro a su antojo. Ese tipo podría ser más temido que Kaguya si se pusiera a pelear en contra de las cinco aldeas.
Salió de sus divagaciones cuando Shisui se sentó a su lado en el sofá. Él dejó dos tazas, una con café y otra con té, en la mesita de la sala. Lo miró por un segundo y este le dio una sonrisa.
—Quería que te relajaras tomando algo caliente —dijo, de forma despreocupada—. Sé que estás tensa por todo lo que sucedió hoy, así que deberías relajarte por el resto de la noche y mañana volveremos a la biblioteca a estudiar un poco más.
—Crees que me imaginé a ese tipo, ¿no? —murmuró Naruto. Tomó la taza entre sus manos y bebió un poco. Estaba un poco dulce, pero no iba a quejarse de eso allí—. Te juro que lo vi allí en el puesto de ramen. Tal vez estabas en un Genjutsu— miró a Shisui y notó la leve burla en su rostro—. O yo estaba en uno.
—Puede ser una posibilidad —dijo, ahora parecía estar pensándolo mejor—, pero en qué momento. Por supuesto, debió haber usado algo para hacerte entrar en su Genjutsu. No vi a alguien mirándote a los ojos.
—Alguien chocó con mi hombro —gruñó Naruto—. No vi quien era, pero no creo que pudiese haber sido allí en dónde me atrapó en su Genjutsu.
Los dos volvieron a quedarse en silencio. Intentó recordar a la persona con la que chocó hombro, pero no pudo hacer mucho. Había estado un poco más concentrada en reír con Shisui que prestando atención a su entorno. Se regañó por eso, un ninja siempre debía estar alerta en cualquier lugar.
Terminó su té demasiado rápido. Lavó su taza y le dio las buenas noches a Shisui antes de irse a su habitación para poder dormir un poco. Iría a ver a Hiruzen antes de entrar a la biblioteca. Tenía que hablarle sobre lo que descubrió del tiempo y del hombre de esa noche.
Sus pasos eran largos, haciendo que caminara muy rápido entre todas las personas amotinadas en la calle. Sus manos estaban en sus bolsillos mientras intentaba no chocar con ninguna persona. Mirando a todos lados, pudo ubicar con exactitud a cada ANBU y ninja que había ocultos entre las casas, tejados y personas. Sonrió un poco cuando notó que nadie le prestaba la suficiente atención. No necesitaba que alguien más estuviera detrás de él.
Volvió su vista a una mujer alta de cabello negro. Era perfecta, pensó. Se acercó un poco y chocó con ella un poco. Se disculpó tan rápido como sucedió y volvió a andar hacia el monumento a los Hokages. Sintió la energía familiar recorrerle todo su cuerpo mientras sus células comenzaban a mutar de forma rápida. Parpadeó un poco y soltó un suspiro mientras se ocultaba en un callejón lleno de basura. A lo lejos vio a un borracho golpeado y al borde del colapso. Se dio cuenta de que estaba por morir, si la sangre que escurría de su abdomen era una señal. Era triste ver este tipo de escenas, pero no era quien para lamentarse por cosas tan banales como la muerte. Al menos no por el momento. Se acercó con cautela al hombre que respiraba de forma errática. El hombre pareció verlo y alzó su mirada asustado. No tuvo tiempo de gritar cuando puso su mano sobre su cara. Sintió que toda su energía le era transmitida a su cuerpo. Volvió a sentir la familiaridad de tomar su energía de regreso. Era tan emocionante hacer eso cada que podía visitar estos pueblos.
Después de unos segundos, el cuerpo del borracho cayó muerto en aquel callejón. No había previsto eso, pero era muy buena su suerte si podía recuperar un poco de su energía. Invirtió mucho de ello en traer a la rubia aquí. No era fan de matar, pero lo hizo si era necesario. Cerró los ojos y comenzó a acelerar su metamorfosis. Se sintió más ligero y pequeño. Sonrió un poco cuando su cabello comenzó a crecerle y cómo todo su sistema cambiaba. Al principio de su vida, la metamorfosis fue dolorosa, pero ya estaba tan acostumbrado que ahora solo le dejaba adormecido por unos cinco minutos el cuerpo.
Abrió los ojos y miró su cuerpo. Ya no era de buena musculatura o grande para el caso, ahora tenía un cuerpo esbelto bien cubierto por su ropa holgada. No necesitaba mucho más. Tronó los dedos y su ropa se ajustó a su nuevo cuerpo. Cerró los ojos por un breve segundo y examinó sus memorias. Ahora recordaba muy bien el nombre de la mujer. También sabía un poco de su vida y a quién conocía. Sonrió un poco por todo eso, ahora sabía con quién no toparse. Buscó entre su saco un pedazo de espejo, allí vio su nueva apariencia. Estaba bien, según sus estándares. Casi todo era igual a la mujer, solo sus ojos eran distintos. A quien viera, todos pensarían que tenía los ojos marrones, pero siempre serían de un color plata, muy semejante a un clan que habitaba en esta aldea. Aunque sus ojos no tenían ese poder de ver a través de las cosas, por muy molesto que fuera eso.
Salió del callejón y comenzó a caminar entre toda la gente para poder mezclarse con su entorno. Era difícil hacer eso cuando su ropa era distinta a la de esta aldea. Nunca le dijeron que debía traer un estilo de ropa un poco anticuado, solo lo mandaron a esto por dinero. Tuvo que sacar información de algún ninja para poder continuar con su trabajo. Era más fácil sonsacar a cualquier ninja decrépito al ser una mujer, la mayoría no podía resistir ese impulso. Era horrible su trabajo.
Caminó por varios minutos entre las calles buscando lugares óptimos para comenzar a investigar más este lugar. Como tal, tenía que llevar la información suficiente a su gente para evitar fugas y errores que podrían costarles la vida a mucha gente. Llegó a la zona más iluminada y abarrotada de la aldea. Estaba seguro de que era ya más de medianoche, por lo que la mayoría de la gente eran Shinobis, aunque también había algunos civiles. Su atención fue a un grupo de tres ninjas que hablaban demasiado alto para su gusto. También pareció que llamó la atención de uno de ellos.
«Aquí viene la peor parte de todo esto», pensó, irritada. Le dio una pequeña sonrisa a aquel ninja. Eso pareció envalentonar al tipo, ya que comenzó a caminar hacia ella. Hizo una mueca mientras sus amigos parecían aullar y chiflar. No quería estar cerca de alguno de ellos, pero eran su mejor opción en este momento.
Por fin pudo bajar las escaleras por su cuenta. Shisui bromeó un poco por eso, diciendo que por fin sería una adulta independiente.
Llegaron a la oficina del Hokage después de una caminata tranquila. Mucha gente parecía estar más relajada que en días anteriores. Eso en sí era extraño, pero no quiso indagar en problemas que no entendería de cualquier forma. Volvieron a pasar por el mismo sistema para no ser catalogados como enemigos. Y estaba por tocar la puerta, cuando esta se abrió demasiado rápido y salió una pequeña niña. Naruto se quedó congelada cuando la vio. Era ella de pequeña. La reconoció por su cabello corto como el de un niño, su ropa mucho más grande y los ojos azules tan grandes. Su pequeña yo tenía una enorme sonrisa, radiante, y traía su mochilita para ir a la Academia.
Solo la vio irse corriendo mientras sentía la leve briza en su piel.
—Son ANBU —le dijo Kurama en su mente—. Parece ser que hay unos dos, no puedo sentirlos muy bien.
—¿ANBU? —le preguntó—. Digo, ¿por qué deberían haber ANBUS conmigo cuando era niña?
—Tal vez un tipo de protección o solo para poder cuidar y controlarte. Recuerda que eres el Jinchuriki de esta aldea, no querrán que pierdas el control o salgas dañada por algún tipo de Jutsu.
—Eso no tiene sentido. Si hubiese tenido ANBU todo el tiempo, nunca podría haberme robado el pergamino prohibido.
Kurama no le respondió. Ella, por otro lado, comenzó a pensar en eso. Se le ocurrieron dos ideas, una de ellas le decía que siempre tuvo a algún ANBU siguiéndola cuando era una niña y que el día de su graduación, por alguna extraña razón, le habían quitado esa «protección». La otra era la que la hizo sentir un poco más incómoda, y era que no confiaban en ella. Pensó que le pusieron protección a su yo pequeña cuando llegó a este tiempo. No los culpó, sabía muy bien que para la aldea el Kyubi era muy importante.
Después de entrar y sentarse frente al escritorio, vio que Hiruzen parecía estar pensando en muchas cosas. Supuso que esperaba ver algo cuando ella se viera con su yo pequeña, lo que también esperó en un momento. Era bueno saber que no iba a explotar el mundo si la llegaba a ver.
—¿A qué les debo su visita? —preguntó Hiruzen mientras los veía a los dos. Parecía estar relajado, pero notó que la analizaba un poco.
—Descubrí algo en la biblioteca —comenzó, ya después diría sobre el tipo de Ichiraku—. Dice que no se puede retroceder en el tiempo. ¡Pero eso no puede ser verdad! ¡Estoy aquí!
Pudo ver la mirada un poco triste de Hiruzen. Eso en sí la sacó un poco de su tren de pensamientos. ¿Por qué estaba triste por ella? No venía al caso, solo necesitaba que él dijera algo sobre que de seguro los libros son muy viejos y no habían descubierto mucho sobre los viajes en el tiempo en esa época.
—Creo que te has topado con una verdad, Naruto —dijo Hiruzen, lo que la dejó congelada en su lugar—. Los viajes al pasado no pueden ser posibles, al menos no por el momento. Quiero explicar un poco esto. Se cree que, para poder retroceder en el tiempo, se necesita deformar toda la realidad. Nadie ha logrado eso antes, pero viendo tus recuerdos, tal vez esa mujer tenía esa capacidad.
—Pero hay un agujero en esa teoría —respondió Naruto de inmediato mientras se sentía un poco más presionada—. Si Kaguya pudiera usar ese tipo de Jutsu, ¿por qué no lo usó en ella misma? Digo, sería más fácil para ella hacer sus planes desde una época como esta, sin ofender, donde nadie está preparado para luchar en su contra. Si yo fuera ella, lo haría así, pues, ¿por qué arriesgarme a perder?
—Es un muy buen punto, Naruto, pero no tengo ni la más mínima idea de por qué. Tal vez no lo sabía. O hay algo en tu tiempo que necesita para llevar a cabo su plan. Puede haber muchos factores en juego.
Se mordió el labio inferior con fuerza hasta que sintió el sabor de su sangre. Quería gritarle que eso era estúpido, pero no sería nada bueno gritarle a un Hokage cuando no era una conocida del lugar. Inhaló y exhaló varias veces para calmar su temperamento.
—También hay otra cosa, Lord Hokage —habló Shisui—. Ayer en la noche ocurrió un pequeño percance en la zona comercial de la aldea, por donde se encuentra el puesto de ramen de Teuchi.
Los ojos de Hiruzen se entrecerraron y se tensó.
—¿Qué ocurrió? —preguntó, su tono mordaz.
—Ayer, cuando fuimos a comer ramen —habló Naruto—, vi a un hombre vestido de negro. No pensé mucho en ello hasta que este se fue y se volteó hacia mí y me guiñó el ojo. Se burló un poco. Salí para buscarlo, pero ya no estaba. Luego Shisui dijo que nunca hubo un tipo vestido de negro en el puesto de ramen, tampoco Ayame lo vio. Creo que fui metida en un Genjutsu.
—Puede ser una posibilidad —murmuró Hiruzen—. Shisui, es seguro que pudiste notarlo, ¿verdad?
Shisui se quedó callado por varios segundos. La mirada que le dio Hiruzen era de absoluta sorpresa. No entendió muy bien eso, pues por qué Shisui debió darse cuenta sobre eso.
—¿Alguien pudo burlarte, Shisui? —preguntó Hiruzen, su voz siendo fría. Shisui asintió un poco, pero no dijo nada—. Esto no es bueno. Necesitamos investigar sobre este tipo. ¿Cómo era, Naruto?
—Era un hombre alto, algo fornido y con ojos cafés. Creo que su cabello era negro y corto. Vestía un saco algo largo negro y un pantalón común —dijo, su mente intentando apreciar todo lo que se perdió—. Eso es todo lo que recuerdo de ese tipo.
—Bueno, veré que se puede hacer por el momento. Debemos encontrarlo, nadie puede ser de confianza si se atreve a meter en un Genjutsu en público a alguien.
Hiruzen se levantó de su silla y con una pequeña señal en sus dedos, tres ANBU se acercaron tan rápido y se arrodillaron frente a él. Naruto reconoció a uno de ellos, y no pudo evitar soltar un chillido. Fue bueno que todos la ignoraron. Allí estaba Kakashi sensei, su cabello blanco puntiagudo tan distintivo. Ya era tan alto como lo recordaba en su vida, pero lucía un poco más delgado. Se preguntó si eso se debía a que no estaba usando su uniforme Jounin como lo recordaba.
Les habló en alguna especie de código morse, pero modificado para ser más discreto. Fue tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo para ver quién más estaba en el grupo. Ellos se marcharon tan rápido como entraron y volvieron a quedar solos en la oficina. Hiruzen volvió a su lugar y buscó en un cajón su pipa y un poco de tabaco.
—Bueno, eso ya está puesto en marcha —murmuró mientras expulsaba un poco de humo—. Pueden irse. Continúen con la investigación sobre tu viaje en el tiempo, Naruto. También avísenme cualquier suceso extraño que suceda. No duden en defenderse, solo si ellos atacan primero. Ya pasé mucho una vez con algo similar.
Naruto recordó la historia de Neji y Hinata. Asintió un poco mientras pensaba en sí podría ser alguien de una aldea enemiga, pero no sintió que eso fuera verdad. Las aldeas estaban más unidas que nunca, por lo que debía ser alguien a quien no le importase el orden de las cosas, como otro grupo criminal parecido a Akatsuki.