
Chapter 40
¿Quién diría que todo cambiaría de la noche a la mañana?
El descubrimiento de su embarazo lo mantuvo en las nubes por días, recibiendo la felicitación de parte de su familia y los mimos que solo ellos les podían dar.
Sasuke se mantenía casi pegado a su piel. No solía separarse por mucho tiempo y cuando decidía jugar con Shisui, siempre procuraba volver de vez en cuando a su lado durante ese tiempo, como si quisiera demostrarle a su hermano que estaba para él cuando lo necesitara.
Itachi no diría nada, pero había notado la forma en la que su hermano menor colocaba su mano sobre su vientre cuando se encontraba a su lado. Su mirada podía estar posada sobre cualquier cosa a su alrededor, pero alguna de sus manos se encontraban acariciando con delicadeza la zona. No estaba seguro del porqué lo hacía, pero parecía un acto completamente inconsciente.
Naruto tampoco se quedaba atrás. Cada día despertaba con las caricias que eran depositadas en su vientre aún plano y la nariz de su amado olfateando su aroma, casi rozando la piel de su cuello. Sabía cuanto le agradaba aquel olor al duque, porque era una muestra de su estado mezclado con el aroma de ambos.
—¿No crees que aún es muy pronto para armarla?—Preguntó recostado sobre la cama mientras acariciaba el cabello de Sasuke con cuidado.
Grandes cantidades de regalos llegaron a ellos luego de la noticia. Juguetes con los que el futuro heredero podría jugar cuando ya sea un niño, mantas, prendas de vestir e incluso una cuna, siendo esta última el regalo de su padre.
No es que le molestara. Itachi se sentía verdaderamente feliz con cada presente e incluso, Shikamaru, Neji, Gaara y Shira le habían enviado demasiados animales de telas con los cuales decorar la habitación del pequeño.
Sin embargo, a pesar de que su embarazo era seguro y aún cuando dieron la maravillosa noticia, todo le parecía que estaba ocurriendo demasiado rápido.
—No, yo creo que es el momento perfecto.
Y a pesar de eso, Itachi no se negaba porque veía la emoción e ilusión de su esposo por comenzar a acomodar cada cosa que le pertenecía al bebé, tal y como lo estaba haciendo con la cuna en ese momento.
A sus ojos, su vientre ni siquiera se marcaba. Demasiado contradictorio cuando su alfa le comentaba que había crecido un poco. Apenas era el primer tiempo y él no veía diferencia en su cuerpo a parte del malestar que aún mantenía, viéndose obligado a correr al baño de vez en cuando para devolver los alimentos que había ingerido.
Simplemente lo dejaba ser, viendo la felicidad con la que se ocupaba de cada cosa o el brillo emocionado con el que admiraba las pequeñas prendas de vestir que ya le habían confeccionado, aún cuando no sabían si sería un niño o una niña.
Sasuke se mostraba demasiado contento. Siempre hablando de su nuevo "hermanito" con el que jugaría y al que mimaría desde el primer momento.
El niño casi había llorado al pedir porque el próximo miembro de la familia comparta la habitación con él y aún cuando Itachi sospechaba que el pequeño se molestaría al despertar en mitad de la noche por su llanto, no pudo negarse.
Obligándose a permanecer en la cama sin hacer esfuerzo alguno por pedido u obligación de su marido, veía día a día como el cuarto de su hermanito comenzaba a cambiar. Sasuke ayudaba a Naruto en cada cosa que podía, incluso moviendo con demasiado esfuerzo su cama hacia un lado del cuarto con ayuda de su cuñado para que pudieran tener mayor espacio.
Entonces... ¿Cómo fue que todo cambió de la noche a la mañana?
Porque en un momento estaban acomodando el cuarto y las pertenencias del aún no nacido, ilusionándose e imaginando la apariencia que tendría y al siguiente, enfrentando a cuatro adultos por los recientes acontecimientos.
Naruto se veía molesto e Itachi solo sorprendido. Parecía que la situación que le había comentado su esposo con respecto a Fugaku, aún no entraba del todo a su cabeza.
Podía entender la molestia de su alfa, como también, sentirla. Y es que a cada uno le había tocado ver algo completamente distinto.
Itachi había encontrado a su tío y a su suegro en una de las habitaciones, hablando demasiado cerca entre si y compartiendo besos de vez en cuando.
Por otro lado, Naruto había hallado a Fugaku e Izuna en lo que se podía considerar una cita.
—Entonces...—Itachi apretó sus labios cuando sintió la mirada molesta de su pareja. Sabía que lo debían resolver ellos solos, pero tampoco podía permitir que el silencio reinara en el gran salón como había ocurrido desde el inicio.— ¿Ustedes son pareja?
—No, no lo son.—Habló su alfa.— ¿Desde cuándo pretendes una relación con mi padre?—Sus colmillos se encontraban afilados y sus uñas crecían poco a poco, haciendo todo el intento por no arremeter contra el familiar de su marido.— Es mi padre, maldita sea. ¿Si quiera pensaste en eso?
Madara no respondió. Mantuvo su mirada en el joven rubio con un extraño semblante tranquilo y a pesar de que sería bueno ser un poco de ayuda para el antiguo duque, no estaba seguro de como lo tomaría Naruto.
Además, de su cabeza no salía el hecho de que su hermano había comenzado algo así como una relación con quien fue o aún es su cuñado.
Todo era demasiado extraño.
—¿Podemos hablar en privado?—La voz de Minato salió baja y su mirada azulina solo demostraba seriedad.
Naruto no parecía del todo convencido y en cuanto volteó para ver a su esposo, sabía que no podía negarse. No cuando su padre parecía molesto o quizás desesperado por dar su punto de vista. No podía negarse cuando su esposo parecía casi ido por la noticia de su padre.
—Si llego a sentir algo de tu parte, no dudaré en sacarte de aquí ¿Soy claro?—Habló cuando se acercó a Itachi.
El menor solo asintió antes de ver a padre e hijo salir del gran salón para hablar en privado, dejándolo completamente solo para enfrentar el siguiente tema.
—Luego será mi turno de hablar con el duque.—La voz de Madara se oyó fuerte y clara.— Ahora quiero saber de su relación.—Miró a su hermano menor con dureza antes de dirigirse a su cuñado.— Quiero saber por qué carajos estás con el hermano de tu esposa ahora.
Fugaku no pensaba admitir que temía por su persona. Sabía de lo que Madara era capaz y conocía perfectamente el riesgo que corría por haber tomado la decisión de estar con Izuna.
Podría perder a su familia por completo o verse obligado a alejarse del alfa, pero esperaba que pudieran entender su situación.
—Hermano...
—Espera afuera con Itachi.—Sentenció poniéndose de pie y caminando hacia la puerta para abrirla a la espera de que ambos salieran.
No importaba lo que dijera en ese momento e Izuna lo tenía perfectamente claro. No estaba seguro de si sentirse aliviado por enfrentar a su sobrino a solas, o nervioso por dejar a su hermano y a Fugaku en una habitación libre de todo guardia.
Su mano fue suavemente presionada por Fugaku y finalmente, salió del cuarto con el omega sin borrar el semblante aterrorizado que se instalaba en su rostro.
Madara esperó de pie frente a su cuñado, tratando de decidir si desgarrar su garganta en ese momento o esperar por una explicación de la que dudaba que pudiera hacerlo cambiar de opinión con respecto al contrario.
—Fui yo quien comenzó con esto.—Los ojos negros de Uchiha se abrieron con sorpresa. No es que dudara de su hermano, pero por un momento en su cabeza pasó la idea de que el menor pudo haber actuado de alguna forma con Fugaku para que el mismo acepte.— En el regreso de Sasuke me declaré.—Continuó.
Sus manos se mantenían aferradas a su regazo y sabía que no podía salir de esa situación. Había estado tratando de crear en su cabeza las palabras correctas con las cuales confesarse al resto de su familia, pero no había esperado que el duque los encontrara antes de que todo sucediera.
>>No pienso mentirte al respecto.—Su mirada se elevó hacia el mayor de los hermanos.— Me enamoré como un idiota de él, aún cuando todavía no somos pareja. No puedo decirte que Mikoto no me interesa en lo absoluto, es la madre de mis hijos después de todo y con la que compartí gran parte de mi vida, pero tampoco me importa lo suficiente como para negarme a lo que siento. Aún así, los sentimientos que tenía por ella murieron casi desde mi regreso.—Un suspiro escapó de sus labios. Cansado y nervioso en partes iguales.— Tampoco puedo decirte que quiero hacer algo por ayudarla, porque realmente creo que se lo merece. Me alejó de mis hijos y tomó decisiones por si sola que no le correspondían.
Madara apretó sus manos en un puño en un intento por controlarse.
—Te recuerdo que aún continúas casado con ella, Fugaku.
—En un matrimonio que puedo terminar con la aceptación del duque.—Murmuró.— Tu hermano siempre estuvo apoyándome en todo momento y poco a poco comencé a tener sentimientos por él, Madara. No te pido que me aceptes, sino que... Intentes no interponerte.
Los labios del alfa se elevaron en amenaza, mostrando sus colmillos y un gruñido escapó de su boca antes de darse la vuelta para evitar mirar a su cuñado.
—Ambos son alfas, no la tendrán fácil.—Comentó el azabache.
—Lo tengo claro y poco me importa. Solo necesito hablar con mis hijos con respecto a este tema.—Madara soltó el aire a través de su sonrisa. Conociendo a su hermano como lo hacía, sabía que ya se estaba ganando la aprobación de Itachi.
Tampoco podía negarse a la situación. Amaba a su hermano menor y haría lo que esté a su alcance con tal de verlo feliz. Aún si eso significaba tener que verlo con el mismo alfa que era el padre de sus sobrinos.
>>Solo puedo asegurarte que lo protegeré.—Habló con seguridad.— O quizás él me proteja a mi.—Murmuró mirando las cicatrices de su brazo.— Siempre han estado presentes en la vida de mi familia y se cuanto quiere a mis hijos. Es capaz de todo por mantenerlos seguros y sabes perfectamente que a tu hermana, a pesar de ser su madre, no le importó en lo absoluto.
Madara no pudo refutar nada de lo que dijo Fugaku. Después de todo, él mismo presenció la desesperación de su hermano menor cuando supo que la familia había desaparecido de Japón, como también, presenció su felicidad al encontrarlos.
Mikoto era una persona codiciosa que hizo todo lo que estaba en sus manos, como vender a sus hijos por unas cuantas monedas de oro, mientras que Izuna siempre intentó ver por su bienestar y su felicidad.
—¿Qué harás con respecto a la marca de Mikoto?—Preguntó el mayor.— Se que no puedes marcar a Izuna si así lo quieres, pero esto la afectará más de lo que crees.
Fugaku negó.
—No la marqué nunca.—Respondió ganándose una mirada sorprendida de parte del alfa.— Nos casamos, tuvimos hijos y una vida matrimonial, pero solo una vez le plantee la situación y ella se negó.—Su ceño se frunció recordando lo ocurrido en su noche de bodas.— Dijo que no quería ser emocionalmente dependiente de mi y yo lo acepté. Después de todo, no solo es la mordida lo que demuestra que está en pareja, sino su anillo de bodas también.
Madara no recuerda haber presenciado el momento en el que su cuñado había quitado su anillo, pero ahora que ponía atención, podía ver la marca sin broncear en su dedo anular que desaparecía poco a poco al recuperar su tono de piel natural. No había nada que pudiera decir que se encontraba en pareja, más que un pergamino con la firma de ambos.
—No quiero ver una maldita lágrima por tu culpa. Quedas advertido.—Fugaku lo vio con asombro antes de sonreír, logrando que Madara imitara el gesto como un acto de reflejo.
°
Izuna no estaba seguro de si era por el estado en el que se encontraba su sobrino. No podía asegurar que fueran las hormonas o quizás, el estado de shock ya había pasado, pero el menor se hallaba llorando en sus brazos mientras le pedía que haga feliz a su padre.
Era extraño, porque hubiera esperado algún grito, insulto o quizás un golpe. Tal vez, incluso, una mueca de asco que le indicara que no aceptaba una relación entre alfas.
Sin embargo, se encontraba utilizándolo como pañuelo humano, humedeciendo el hombro de su kimono mientras acariciaba con cariño su vientre.
Una escena que hubiera disfrutado si la sorpresa y el nerviosismo no permanecieran en su sistema.
—Yo se...—Itachi sorbió su nariz para impedir que la mucosidad se derramara.— Se cuánto nos han apoyado, tanto tú como el tío Madara.—Se alejó para verlo con una sonrisa mientras limpiaba sus lágrimas con velocidad.— Siempre tratándonos de la mejor manera, amándonos y ahora mimándonos tanto como a mi futuro hijo.—Izuna sonrió.— No pienso negarme a lo que sienten y se que podrá ser difícil el explicarle la situación a Sasuke, pero comprenderá también.
La imagen de sus padres y los momentos que compartieron con ellos, pasó por su cabeza. Tantos momentos felices junto a Fugaku, contándole historias, regalándoles dulces o simplemente, pasando sus días de descanso junto a ellos. Incluso cuando apenas llegaba y tan cansado como se hallaba, compartía su tiempo con ellos hasta el anochecer, cayendo rendido sobre su cama luego de mantenerse en acción durante tanto tiempo.
Su madre, por otro lado, había sido una persona lejana con la cual convivió bajo un mismo techo y quien lo había obligado a atar su vida con la de una persona completamente desconocida.
Podría estar agradecido con ella por haber conseguido que el duque se convirtiera en su esposo, pero también, había intentado comprometerlo con Danzo sin siquiera conocerlo.
No estaba seguro de lo que su madre sentía por él, pero Itachi podía asegurar que nada de eso era el amor que debía sentir una madre.
—¿Entonces...?—Izuna se sentía algo perdido por la situación, pero el alivio llegó a él al notar la sonrisa de su sobrino.— ¿Aceptas esto?
—Si ustedes se aman no tengo porqué negarme.—Respondió con los ojos brillantes.
La puerta junto a ellos se abrió en un segundo y los dos observaron a los alfas que acababan de salir del gran salón.
Madara se aproximó al omega rodeándolo con sus brazos cuando lo vio con los ojos colorados, hinchados y brillantes. No se preocupó de más, ni él ni los otros dos alfas, porque la sonrisa que se plasmaba en su rostro simplemente les indicaba que todo estaba bien.
—Iré a pedir unas fresas a la cocina. Curiosamente, tengo ganas de comerlas.—El omega se alejó de los brazos de su tío y caminó hacia la cocina bajo la mirada emocionada de su familia.
Por fin comenzaban a presenciar los antojos de un embarazo.
—Vayamos por un té.—Sugirió Izuna sin ver a su hermano. Ciertamente no quería hablar del tema aún, pero no sentía rechazo de su parte hacia ellos. Mucho menos cuando Fugaku posicionó una de sus manos sobre su cintura.— Esperemos que Minato termine de hablar con Naruto.—Comentó comenzando a caminar.
¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!