En las manos del Duque

Naruto (Anime & Manga) Fanfiction Nation (Podcast)
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En las manos del Duque
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Summary
A punto de cumplirse un año desde que la familia Uchiha llegó a su nuevo hogar, Itachi no lograba encajar entre todos aquellos habitantes. No lograba comunicarse con nadie al no saber su idioma y la insistencia de su madre por contraer matrimonio, lo hacían desesperar cada vez más.No tenía idea de quien era el segundo hombre que se había presentado a su hogar, pero por primera vez, intentó ser lo que su madre deseaba con tal de no arruinar aquella corta cita.*Si no es de tu agrado, por favor no leer.*No poner comentarios ofensivos.*Prohibida su copia.*La portada no es mía, solo la edité. Créditos a su respectivo autor.*Los personajes son creación de Masashi Kishimoto.*Historia 100% original.
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Chapter 32

Las estrellas iluminaban el oscuro cielo, permitiendo que se sienta en compañía en aquella solitaria habitación.

No estaba seguro de cuantos días habían pasado, ni siquiera los había contado. Cada minuto que transcurría lo mantenían entre aquellas cuatro paredes, enviándole agua y comida solo para que no muriera.

No le habían permitido tomar un baño, ni siquiera cuando él mismo lo pidió. Sentía que su aroma ya no sería reconocible para nadie y la ropa comenzaba a molestarle. Su cuerpo picaba al igual que su cabeza y solo tenía la oportunidad de lavarse la cara con el resto del agua que aún quedaba en el cuenco luego de beber.

Su madre con suerte había ido a verlo en todo ese tiempo. Podía escuchar su voz cuando caminaba por el pasillo hablando con el conde Danzo, pero poco pensaba hacer.
No tenía ganas de que Mikoto ingrese a la habitación con la única intención de decirle que se comporte. Suficiente tuvo de sus gritos cuando pidió por un cambio de atuendo.

Las manchas de humedad en las paredes y el olor a encierro, solo le hacían arder su nariz. No podía sentir el aroma de alguien más para saber que tan cerca se encontraban de su habitación, aún cuando sus instintos estaban tan poco desarrollados.

Las ventanas no podían abrirse y solo notaba apenas el paso del tiempo de acuerdo a la posición del sol que alumbraba y remarcaba la suciedad de los cristales.

Una sola vez tuvo el infortunio de comunicarse con otra persona. Una alfa de cabello castaño y su flequillo tapando uno de sus ojos, se presentó con cuadernos y libros frente a él.
No fue la mejor experiencia que tuvo. Sus gritos no se hicieron esperar cuando quiso enseñarle sobre como se comportaba un omega para ser digno de un alfa de renombre.
Ni siquiera lo había saludado como para que comience con esa confianza y cuando Sasuke se lo hizo notar, lo único que recibió en el centro de su frente fue el golpe del lomo de uno de aquellos tantos libros.

Era la primera vez que alguien que no fuera su madre le elevaba el tono de voz. Ni siquiera su padre se había atrevido a regañarlo por cualquier tontería que haya hecho como travesura de niño, mucho menos Naruto teniendo el poder que tenía. Sin embargo, esa alfa sin nombre se había atrevido a remarcarle lo mal educado y molesto que era.

Poco le importaban sus palabras. Sabía que su hermano, su padre y sus tíos lo amaban tal cual era. Además, era común para él el comportarse y no solía cometer travesuras. Las pocas veces que lo hizo, siempre fue junto al pequeño alfa de cabello ondulado que solía echarse la culpa por lo ocurrido para que no lo regañaran.

Un suspiro escapó de su boca cuando observó que nubes esponjosas comenzaban a teñir el cielo. Aquel color casi negro, cambiaba a un morado oscuro que solo le indicaba lluvia y las nubes se movían con la suficiente velocidad para hacerle saber que el viento se presentaría en cualquier instante.

Extrañaba estar con su padre y sus tíos, sentados junto a la chimenea para dormirse gracias a las caricias que Fugaku solía hacerle en su cabello.
Extrañaba a su hermano y Naruto. Quería poder volver al castillo y sentarse debajo del peral mientras oía a Itachi contarle su cuento favorito una vez más y Naruto le alcanzaba los dulces que las cocineras le preparaban, aún si era regañado por su esposo.

Quería reencontrarse con Minato, acompañarlo en la hora del té como pocas veces lo había hecho junto a su tío Madara, porque solía aburrirse y comenzaba a jugar con lo primero que se presentara frente a sus ojos.
Extrañaba acompañar a Kakashi durante sus recorridos por el castillo. Extrañaba ver a Obito entrenar junto a los demás soldados y extrañaba jugar con Shisui cerca del lago.

Confiaba en que lo estaban buscando, porque sabía que su padre y su hermano no permitirían que él se quede junto a Mikoto. Sobre todo porque ya se había visto obligado a alejarse de Itachi el primer tiempo y no quería volver a eso.

Quería creer que lo extrañaban. Que su familia estaba haciendo todo lo posible por hallarlo, pero... ¿Cómo se suponía que eso fuera remotamente posible?

No podía hablar, no podía salir de la habitación y bien se lo había dejado en claro su madre que si llegaba a gritar, el castigo iba a ser severo. Debía ser un buen omega, callado y obediente.

Su hermano siempre fue su ejemplo. Buena persona, amable, callado... Tantas cualidades de un buen omega que no le sorprendía que Danzo hubiera querido desposarlo y para ser sincero consigo mismo, agradecía que eso no hubiera pasado.
Itachi tenía aquellas cualidades sin que nadie se las hubiera enseñado, o eso quería creer. De todas maneras, encontró un buen alfa para él que lo acompañaba y le daba su lugar cuando era necesario.

Sasuke, aún a su corta edad, podía comprender el por qué hacían todo lo hacían. La idea de mantenerlo callado, calmado, las lecciones...
Sabía que tarde o temprano le encontrarían a un alfa, aunque esperaba poder tener la edad de su hermano para poder decidir con quien estar. Poco le importaba pensar en un matrimonio cuando aún era un niño, pero si sabía que podían entregarlo a un anciano, era mejor intentar llegar al conde de buena manera para que no cometa una equivocación.

Sus ojos se dirigieron al horizonte. Las gotas comenzaban a caer poco a poco y aún cuando era de noche, las nubes no permitían que los terrenos se encuentren en una oscuridad total.

¿Una? ¿Dos? ¿Tres? No, cuatro luces tenues a gran distancia una de la otra se acercaban al palacio con velocidad.
Una sonrisa se asomó en sus labios cuando su mente comenzó a volar, permitiéndole imaginar que los hombres del castillo iban por fin a su rescate.

Se alejó de la ventana cuando escuchó la cerradura de la puerta correrse y el conde junto a su madre, ingresaron a la habitación.

La vela poco permitía ver más allá de lo que estuviera a unos cuantos pasos, pero prefería mantenerla cerca del cristal para que la oscuridad del cuarto no dejara ver con claridad hacia el exterior.

Caminó hacia su cama y esperó pacientemente a que comenzara a hablar cualquiera de los dos.

—No has tocado tu comida.—Sorpresivamente fue Mikoto quien tomó la palabra.

La bandeja de metal se encontraba a los pies de su cama. Poco y nada de apetito tenía cuando la comida le resultaba desagradable.

—Sabes que no me gustan las vísceras.—Habló con asco. El olor del hígado cocido llegaba a su nariz y las nauseas se presentaban de vez en cuando.

El alimento ya se encontraba frío y olvidado en aquel lugar. Esperaba que su madre no lo obligara a tragarlo, porque si llegaba a devolver la comida, poco le importaría a ellos y estaba seguro de que ni siquiera le entregarían un trapo para limpiarlo.

—Tienes que comer para convertirte en un omega fuerte y sano.—Habló el conde.— Tu cuerpo es demasiado pequeño. Es una suerte de que siquiera puedas mantenerte de pie con esas piernas tan delgadas.

Sasuke giró su cabeza, ignorando por completo las palabras del mayor.

—No hay problema, señor.—Habló la dama.— Se lo dejaremos y cuando tenga hambre comerá.

—Moriré de hambre, entonces.—Respondió en un susurro que fue escuchado.

Aún así, ninguno de los mayores dijo algo más. Danzo recorría la amplia habitación como si fuera capaz de ver a través de la oscuridad que no era posible borrar con la tenue luz de la única vela encendida.
El gesto de asco se lo podía imaginar a la perfección, porque ya lo había visto las veces anteriores en que fue a visitarlo y no podía negar que esa sería su propia reacción si tuviera que entrar a esa habitación luego de haberse acostumbrado al aire puro.

No se bañaba desde hacía días, no podía ventilar el ambiente y el aroma de la comida se mezclaba con el propio. Además, tenía suerte de que le entregaran una maldita y asquerosa bacinica cada vez que necesitaba ir al baño.

—Deberás acostumbrarte a estar aquí, Sasuke.—Habló Danzo cuando volvió a su lugar junto a Mikoto.— Este es tu hogar ahora y tu madre está aquí para acompañarte. Si te comportas y comienzas a cooperar, podrás ver pronto a tu hermano.

Sus manos apretaron las finas sábanas con fuerza, porque sabía que eso era una desagradable mentira.

—Mi hermano me espera.—Habló bajo. Elevó su mirada para encontrar la del conde en cuanto pudo.— Y se que Naruto vendrá por mi.

—Pequeño...—Danzo caminó hasta sentarse en la cama a una considerable distancia de él y su aroma.— Te puedo asegurar que no vendrá. Ya lo han hecho y no han encontrado nada. ¿Qué te hace pensar que algo cambiará?

Los adultos salieron de la recámara, cerrando la puerta con seguro después.

Se aproximó a la ventana nuevamente y aquellas tenues luces que había visto en un inicio, ya no aparecían por ningún lado.
Mordió su labio con fuerza, sintiendo el miedo y la frustración por no poder estar con su familia.
Sus ojos ardían con las ganas de llorar que intentaba evitar, porque de acuerdo a las palabras de su amigo, un lindo omega no debía llorar por nada ni nadie.

—Como si fuera tan fácil, Shisui.—Susurró a la nada.

Apagó la llama de la vela de un soplido y se recostó en la cama, cerrando sus ojos y pidiendo por volver a ver a su familia.

°

°

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Su cabeza punzaba y su frente se encontraba empapada de sudor. Podía oír los gritos de miedo de los sirvientes del castillo y notaba con claridad como se diferenciaba de los gritos de guerra de los soldados del conde. Tan guturales que sentía que su propio cuerpo temblaba ante el sonido.

Se aproximó a la ventana en cuanto notó la luz que iluminaba el techo del cuarto y cuando asomó su cabeza con lentitud, pudo verlo.

Obito le daba órdenes a los soldados a los gritos. Su cuerpo se notaba tenso y su rostro sudoroso brillaba ante la luz de las múltiples antorchas que se encontraban allí.

La felicidad de volver a verlo lo hizo temblar y comenzó a golpear el cristal con la esperanza de que elevara su cabeza y lo viera. Claro está que todo fue en vano, porque aún podía oír el grito desesperado de los sirvientes y los de batalla de los contrincantes.

—¡Danzo!

Su cabeza giró con velocidad hacia la entrada ante aquel rugido tan característico. No necesitaba volver a oírlo para saber de quien se trataba y corrió con velocidad para golpear la puerta con su cuerpo entero.

No sintió dolor. La adrenalina por la desesperación de hacer todo lo posible por llamar la atención de su cuñado, mantenían su cuerpo activo y a pesar de que sabía que podía quedarle alguna marca, poco le importaba.

Necesitaba que lo escuchara aún a través de todo el estruendo, por lo que sus puños comenzaron a golpear la madera sin detenerse.

No le importaba que Danzo apareciera. No le importaba que su madre lo castigara. Todo valía la pena si conseguía que el duque logre sacarlo de allí.

—¡Naruto!—Sus puños golpearon con más fuerza, consiguiendo que sus manos hormiguearan.— ¡Naruto, aquí estoy!

Sabía que no había gritado lo suficientemente alto y en cuanto escuchó los pasos alejarse del lugar, su cuerpo se paralizó.

No lo escuchó. El duque se había ido.

Su boca se abrió en busca de aire. Sus ojos se empañaron por las lágrimas y dio unos cuantos pasos hasta llegar a la pared a su lado.
Necesitaba calmarse. Necesitaba pensar en que hacer para poder salir de aquella habitación y volver con su familia.

La idea de romper la ventana con lo que sea que tuviera a mano, se presentó en su mente con un aspecto brillante. Podrían curarlo si llegaba a cortarse, pero pronto podría estar en el castillo junto a las personas que amaba.

—¡Sasuke, aléjate!

Sus ojos viajaron hacia la puerta y apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando la madera se quebró de un solo impacto.

La cabellera rubia alumbrada por la luz de la llama de la antorcha que sostenía el soldado detrás de él, lo hizo jadear con sorpresa y alivio.

Sintió los brazos del duque rodearlo con fuerza, su aroma inundarlo para otorgarle calma y los susurros que llegaban a su oído con la esperanza de tranquilizarlo.

Sus lágrimas continuaban cayendo sin detenerse y se aferró con fuerza a la ropa del mayor, intentando buscar aire para volver a soltarlo en un sollozo desesperado.

Finalmente lo había encontrado. Finalmente volvería al castillo y vería a los demás en cuanto tuviera la oportunidad.
No debía seguir teniendo miedo. No cuando sabía que su familia iría por él a cualquier lugar en el que se encuentre.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

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