
Chapter 27
Sentado en la cabecera de la mesa y oyendo a los ancianos discutir, Naruto masajeaba con lentitud su sienes. Sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento y no faltaba mucho para que sus ojos se cerrasen de una vez por todas.
Intentaba mantener a raya su aroma porque no quería que todo se descontrolara si demostraba sus emociones.
Se sentía preocupado por su esposo y quería salir en busca de él. No quería que pensara que permitiría la falta de respeto hacia su persona, pero bien sabía que no debía ignorar a los idiotas con poder que pertenecían al concejo.
Estiró sus piernas con cansancio y se recostó hacia atrás, observando a todos con un semblante aburrido.
—Si nuestro señor no es capaz de cumplir con sus obligaciones, Shion es la indicada.—Danzo habló y el duque elevó una ceja.— Está capacitada para cumplir con las peticiones de su alteza y complacerlo en lo que desee.
Gaara imitó a Naruto, sin importarle que pudieran regañarle por su postura.
No le agradaba la situación en la que estaban metiendo a su amigo, porque no solo lo estaban queriendo obligar a estar con alguien que él no quería, sino que podía ponerse en el lugar de Itachi. Él tampoco permitiría que su futuro esposo esté con otro omega.
Había visto el semblante feliz que el rubio tenía en su última visita y después de tanto tiempo esperando por ver a quien seleccionaba como su pareja de vida, lo que menos quería era verlo mal por el abandono hacia su omega. Aún cuando sabía que no lo iba a permitir.
Naruto arrugó su nariz con asco cuando sintió el aroma que la joven rubia comenzaba a soltar.
—Díganos, alteza.—Sarutobi fijó su mirada en el joven rubio.— Lo veo algo perdido en sus pensamientos. ¿Ha escuchado nuestra opinión?
Naruto soltó un sonoro suspiro.
—He estado escuchando sus opiniones, Sarutobi.—Respondió.— Y solo quiero pensar en alguna razón para no cortar sus lenguas en este momento, pero nada se me viene a la cabeza.
Gaara rio.
—¿Le resulta gracioso, señor?—Preguntó Danzo, a lo que el pelirrojo solo pudo asentir.
—Les advertí que no lo hicieran porque ninguno de ustedes tiene el poder para obligar a su alteza a hacer algo.—Respondió con simpleza.
Naruto palmeó su hombro con una sonrisa agradecida.
—Los quiero a todos fuera de mi castillo ahora.—Sentenció.— Le han faltado el respeto a mi esposo y por lo tanto a mi ¿Creen que algo como eso se perdona?—Naruto se puso de pie y comenzó a caminar a lo largo de la mesa, captando la atención de los consejeros.— Lo que revelaron con respecto a mi omega, es algo que solo nos concierne a nosotros dos. Yo soy su esposo, su alfa y el duque de este ducado, no voy a permitir que ninguno de ustedes venga a querer dirigirme la vida.
—Pero alteza...—Hiruzen Sarutobi se puso de pie.
—No me interesa lo que tengan que decir.—Lo interrumpió abruptamente.— Solo decidieron aparecerse aquí con una omega para exigirme que me acueste con ella. No voy a tolerar este tipo de desacato.—El rubio miró a cada uno de los ancianos presentes.— Llegaron aquí a culpar a mi omega con no cumplir con su deber ¿Han pensado siquiera en que puedo ser yo el del problema?
El conde se puso de pie.
—Eso es algo inaudito.
—Pero existe la posibilidad.—Respondió con simpleza.— ¿Qué harían en esa situación? ¿Quitarme el ducado? Le ha pertenecido a mi familia por generaciones y he cumplido perfectamente con mi deber. Con respecto a mi familia o mi heredero, no quiero oír una palabra más de ninguno de ustedes, es algo que yo hablaré con mi esposo cuando sea el momento.—Sus manos se cruzaron detrás de su espalda antes de retomar el camino hacia su lugar.— En caso de no poder tener familia, solo me queda avisarles que ya tengo a alguien en mente que ocupe mi lugar en un futuro.
El golpe fuerte de un puño golpeando la madera de la mesa, hizo sobresaltar a la mayoría.
—¡No puede hacer algo como eso, alteza!—Sarutobi elevó la voz.— ¡No puede entregarle el título a alguien que es ajeno a la familia Uzumaki!
El duque sonrió.
—Pertenece a mi familia, así que no tienen nada de qué preocuparse. De acuerdo a como se den las cosas, van a conocer a mi sucesor.—Naruto se puso de pie dispuesto a buscar a su esposo.— Ahora, les pido por favor que se marchen y llévense a la omega. Su aroma me está causando repulsión.
Nadie se atrevió a decir una palabra más.
Gaara sonriendo por la manera en la que silenció al consejo, y los ancianos con los insultos danzando en sus lenguas.
Sabían que no podían enfrentarse a él si querían mantener su poderío, después de todo, fue el mismo duque quien les otorgó aquellos privilegios.
Además, el hecho de enfrentar al alfa causaba cierto temor, porque no solo iban en su contra, sino en contra de su propia gente.
—¡Naruto!—El mencionado giró su mirada para encontrar a su padre. Aquel semblante de superioridad desapareció para dar paso a un rostro preocupado.— Haz que se marchen ahora.—Susurró una vez que se acercó a su hijo.— Itachi se ha marchado.
El duque mordió su labio inferior cuando observó el anillo que su padre dejaba sobre su mano. Mismo que le había obsequiado en su primera cita.
—¡Obito!—El guardia se acercó.— Procura que se marchen y asegúrate de que los soldados de Gaara estén preparados para el viaje.—El guardia reverenció antes de dirigirse al consejo.
—¿Tú qué harás?—Preguntó Minato.
—Iré en busca de mi omega.
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Izuna se mantenía de pie en la entrada de la habitación mientras observaba a sus sobrinos recostados en la pequeña cama.
Sasuke, sentado con su espalda apoyada sobre la pared, acariciaba el cabello de su hermano con suavidad mientras le contaba una historia que iba inventando en su cabeza. Podía sentir los brazos de su hermano mayor aferrados a él, como si fuera su bote salvavidas en ese momento.
Ninguno había querido decir nada cuando lo vieron llegar. El carruaje en el que se transportaba había vuelto a su lugar una vez que el chico bajó en su destino y el guardia que lo acompañaba, había decidido quedarse allí por cualquier situación que pudiera ocurrir. Después de todo, las órdenes para todos eran claras: Acompañar y proteger a la duquesa.
—¿Le ha dicho algo a Sasuke?—Izuna se sobresaltó al oír la voz de su cuñado y solo atinó a negar con su cabeza.— ¿Cuánto tiempo llevo intentando que me hables? ¿No piensas dirigirme la palabra nunca más?—Los ojos negros del menor se fijaron en los brazos del contrario.— Ya te he dicho que no pasa nada, ya han sanado. Además, digamos que ahora se de que manera protegerme de ti.—Rio.
Izuna asintió. Era cierto que las heridas que le había infligido ya no estaban como antes, pero podía ver las costras horizontales que aún se mantenían en la piel, esperando a curarse para caerse.
—Lo lamento.—Dijo por fin.
Su rostro se ruborizó brillantemente cuando Fugaku besó su frente antes de alejarse para verlo con una sonrisa.
En un intento por ganar tiempo para que el calor de su rostro disminuyera, sus ojos viraron hacia sus sobrinos una vez más.
Ciertamente, algo malo había ocurrido, porque Itachi había llegado de la nada a su hogar y sin emitir palabra, alzó a su hermano para llevarlo con él a la habitación.
No le tomaba importancia a que no se anuncie antes de llegar. Bien sabía que su hermano visitaba el castillo cuando se le venía en gana y lo que menos pudiera molestarle a él, era que su familia se encuentre a su lado.
Sin embargo, había notado los ojos hinchados y colorados de Itachi, al igual que aquel semblante de tristeza que intentaba ocultar de los ojos de sus familiares.
—No soy bueno en estos casos y no se que debo decirle.—Fugaku pasó una mano por su frente a la vez que soltaba un sonoro suspiro.
—Nunca he consolado a alguien y tampoco se si es lo que debo hacer.—Respondió Izuna.
Itachi solo se mantenía allí. Con su cabeza recostada en las piernas de su hermano menor mientras sentía los suaves movimientos que el infante hacía al comenzar a trenzar su cabello.
Poco le importaba el arrugar su kimono o el no haberlo cambiado para evitar presentarse con la manga deshilachada. No tenía ánimo para nada.
Abrió sus ojos y observó a los alfas en la puerta de la habitación. Su mano se elevó y estiró su brazo en un claro pedido.
Izuna, comprendiendo lo que quería, empujó a Fugaku hacia su hijo y él se marchó del lugar, rogando a los dioses porque el omega contara lo que tanto parecía afectarle.
El castaño se sentó en el borde de la cama y se inclinó hacia su primogénito con los brazos abiertos, tomando a ambos omegas entre sus brazos para poder abrazarlos.
—¿Quieres contarme?—Preguntó en un susurro.
Itachi torció su boca, dudando en si hacerlo delante de Sasuke o esperar a que el pequeño se marchara. Sin embargo, no quería mantenerse lejos de él en ese momento. No con las palabras de la doctora y el consejo navegando en su cabeza.
—El consejo del ducado está pidiendo un heredero para la corona.—Susurró con suavidad, enterrando su rostro en el estómago de su hermano.— No puedo dárselos.
Fugaku frunció el ceño.
—¿Te refieres a...?
—Parece ser que no puedo tener hijos.—Dolorosas lágrimas cayeron por sus mejillas.— No se si es realmente la situación, porque la doctora me dijo que debo tener paciencia. Muchas veces, los omegas no pueden quedar en cinta cuando buscan y puede ocurrir por el estrés.
Fugaku tragó saliva con dificultad.
—¿Y no crees que pueda ser eso? —Su mano quitó con cuidado las lágrimas a su vista.— Puede que creas que no estás estresado, pero recuerda que todo esto aún es nuevo para ti. Un nuevo hogar, un esposo, la situación con...—A pesar de que el alfa se interrumpió para no mencionar a su esposa en presencia de su hijo menor, Itachi pudo comprenderlo.— Puede que pienses que estás tranquilo cuando estás con el duque, pero todo esto influye.
—No es solo eso...—Respondió.— Llevaron a... Una omega para cumplir con mi deber.—Sus manos se cerraron en un puño.
—¿Qué dice Naruto al respecto?—Preguntó con cuidado, temiendo que su hijo no dijera nada más.
El azabache alzó sus hombros en un claro gesto de que ya no importaba.
El sonido de la puerta principal siendo golpeada, interrumpió la conversación y Fugaku se puso de pie para dirigirse a la entrada del cuarto. Si llegaba a aparecer Mikoto, lo que menos quería era que viera a sus hijos. Mucho menos quería que presenciara el estado de Itachi.
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—¿Minato?—El alfa giró su mirada hacia las escaleras, esperando por que su sobrino no apareciera.— ¿Cómo conseguiste llegar aquí?
El omega alzó una ceja.
—Pregunté a la gente, Madara. Además, reconozco el traje de mis guardias y no fue difícil encontrar la casa cuando hay uno de pie en la entrada.—Respondió con obviedad. El alfa sonrió.— El caso es, que estoy reteniendo a mi hijo en el carruaje para que no destroce tu puerta en busca de su omega.—Su voz se ahogaba en el nerviosismo.— ¿Crees que pueda verlo?
El azabache mordió sus labios con ansiedad, porque no estaba completamente seguro de que tan bueno sería que se aparezca el duque.
No tenía idea de lo que había ocurrido y su hermano no fue de mucha ayuda tampoco con la poca información que tenía. Sin embargo, el hecho de que se haya presentado en la casa con aquel aspecto deprimente y ahora la presencia de duque, significaba que el problema era por él.
—¿Me dirás que ocurrió?
—Solo puedo decir que la culpa es de los ancianos decrépitos del consejo.—Murmuró volteando su mirada a un lado.— Si dejas que mi hijo pase para reencontrarse con su esposo y tú me invitas a beber el té, puedo contarte.
Los ojos negros se entrecerraron.
—Bien, no puedo desaprovechar esta oportunidad.—Respondió luego de soltar un suspiro.
Minato sonrió con esperanza y volvió al carruaje. Madara podía verlo hablar con Naruto y hacerle ademanes con sus manos en busca de que se calmara.
Al volver a la casa, el duque lo saludó y siguió las indicaciones del alfa azabache, quien rogaba porque las cosas no empeoraran o él terminaría siendo asesinado por su cuñado por haber permitido el ingreso del rubio.
Naruto avanzó con pasos firmes, viendo a su padre desaparecer en la entrada de la cocina junto a Madara y al llegar al final de las escaleras, pudo reconocer a su suegro, quien lo observaba con una mirada que no auguraba nada bueno.
Bien sabía que el sujeto solo podía soportarlo. Después de todo, él tampoco perdonaría el hecho de que el esposo de su hijo lo haya comprado como si fuera un objeto.
No obstante, no estaba seguro de si esa mirada era por esa situación o si Itachi ya le había contado la verdad a su padre.
—Si te atreves a herirlo de alguna maldita manera, te puedo asegurar que poco me importará tu título o los hombres que te protejan.—Murmuró el mayor al pasar por su lado.
Naruto asintió a la vez que tragó saliva con dificultad. Ya había notado que poco le importaba si era el duque, porque en primer lugar siempre estarían sus hijos como prioridad.
Sabía por su padre lo que un progenitor era capaz de hacer por sus cachorros.
Se adentró al cuarto, sintiendo el aroma a tristeza de su omega y una sonrisa elevó las comisuras de sus labios al verlo aferrado a su hermano menor.
—Sasuke...—Itachi se tensó.— ¿Me permitirías hablar con tu hermano?
El infante dudó al sentir como su hermano mayor lo aferraba con fuerza a su cuerpo. Acarició su cabello demostrándole una sonrisa para calmarlo y se arrastró por la cama para ponerse de pie.
Agitó su mano hacia el duque, quien se acuclilló a su lado para escuchar lo que el niño quería susurrarle.
—Tienes que alegrarlo. Ha estado triste.—El rubio sonrió y revolvió su cabello con suavidad.
—Prometo que lo arreglaré.—Respondió al susurro antes de besar su frente. Una vez que el pequeño salió cerrando la puerta detrás de él, Naruto se aproximó hacia su esposo.— ¿No piensas mirarme?—Preguntó al sentarse a su lado.
Itachi le daba la espalda, ahora aferrado a la almohada donde Sasuke mantuvo su espalda apoyada.
—¿Qué haces aquí?
—Vengo en busca de mi omega ¿Qué más?—Sacó del bolsillo de su saco el anillo de oro y topacio azul que le pertenecía a su esposo, colocándolo frente a los ojos de azabache.— Te lo quitaste y me abandonaste ¿Se suponía que debía esperar en el castillo a que mi esposo apareciera?
Itachi frunció el ceño.
—¿Cuál fue la razón para que te presentaras?—Preguntó enfrentándolo.— El consejo ya te dijo cual es la situación y te dieron una buena opción. Deberías tomarla y dejarme en paz.
Naruto mordió su labio inferior. ¿Era la primera vez que el omega se mostraba enfadado? No estaba seguro y aunque sabía que no era el momento, sintió la necesidad de tenerlo en su lecho hasta el siguiente día.
—¿Me preguntas cuál fue la razón? Creí que había quedado claro que estoy enamorado de ti.—El menor sintió sus ojos arder una vez más.— Pueden traerme a todos los omegas que ellos quieran y todos serán rechazados. Te lo he dicho, eres lo mejor que me pudo haber pasado y no estoy dispuesto a dejarte ir.—Tomó sus manos y entrelazó sus dedos.— Si lo que les preocupa es que no podamos tener hijos, ya dejé en claro que si esa es la situación, tengo a alguien más en mente que pertenece a la familia y puede tomar el cargo en un futuro.—El omega frunció el ceño confundido.— Por otro lado, podemos hablar con la doctora y saber que opciones nos quedan y sino, no pasa nada.—Comentó.— Ya tenemos una hermosa familia que está a nuestro lado.
Itachi sonrió, sintiendo como la tristeza se desvanecía poco a poco.
—Te amo.—Susurró.
El rubio se acercó a su esposo con rapidez, capturando sus labios antes de bajar con un camino de besos húmedos hacia el cuello del azabache.
Inhaló profundamente su aroma, como si quisiera grabarlo en su memoria por cualquier eventualidad.
—Y yo a ti, cariño. Te amo mucho.—Correspondió.
¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!