En las manos del Duque

Naruto (Anime & Manga) Fanfiction Nation (Podcast)
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En las manos del Duque
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Summary
A punto de cumplirse un año desde que la familia Uchiha llegó a su nuevo hogar, Itachi no lograba encajar entre todos aquellos habitantes. No lograba comunicarse con nadie al no saber su idioma y la insistencia de su madre por contraer matrimonio, lo hacían desesperar cada vez más.No tenía idea de quien era el segundo hombre que se había presentado a su hogar, pero por primera vez, intentó ser lo que su madre deseaba con tal de no arruinar aquella corta cita.*Si no es de tu agrado, por favor no leer.*No poner comentarios ofensivos.*Prohibida su copia.*La portada no es mía, solo la edité. Créditos a su respectivo autor.*Los personajes son creación de Masashi Kishimoto.*Historia 100% original.
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Chapter 24

—Encárgate de que me traiga a ese niño.—El hombre bebió un sorbo de vino de su copa.— Ya me negó a su primogénito, no quiero que me vuelva a ver la cara de idiota.

Su guardia realizó una reverencia antes de marcharse.

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Fugaku observaba las vendas que ocultaban las heridas que ahora se encontraban en sus brazos. Madara se había disculpado con él por el actuar de su hermano menor, aún cuando Izuna ya lo había hecho, y mientras lo curaba, le había comentado que estaba seguro de que quedarían las marcas.

Él lo sabía. Sintió cada zarpazo que el menor le dio cuando intentaba liberarse de su agarre, cada uno más profundo que el anterior.
Sus brazos sangraban y a simple vista, se podía ver la profundidad en ellas. El alfa que lo curó las cosió tan bien como pudo y vendó con todo el cuidado posible. Ya habían pasado casi cinco noches y la capa que protegía la herida aún no se caía.

La lumbre de la hoguera iluminaba sus ojos que se perdían en el movimiento que hacían las llamas al elevarse.
Podía escuchar el sonido que hacía la cucharita de plata al golpear contra la taza de porcelana en la que Madara bebía su té en la cocina, como también, la respiración acompasada de Izuna, quien se encontraba dormido en el sofá.

En esos días, había podido visitar a su hijo con regularidad, quien había mostrado su preocupación por las heridas con las que ahora contaba.
Sasuke se quedaba con él cada noche y acompañaba a su padre al castillo donde, luego de saludar a su hermano con el típico abrazo y beso en su mejilla, corría en busca del pequeño alfa con el que se había hecho una costumbre el pasar su tarde.
Madara no se había quedado atrás y si bien normalmente se encontraba en el castillo, solía verlo hablar con el duque o simplemente, bebiendo el té con el padre del mismo.
Izuna, por otro lado, se había comenzado a comportar extraño luego del ataque.

El alfa se había disculpado con él, pero luego de eso, todo había quedado en la nada misma o incluso peor. Porque el joven evitaba hablar con él o mantenerse dentro de una misma habitación, como también, evitaba mirarlo a los ojos y cada vez que se lo encontraba, el menor parecía huir tan rápido como le fuera posible.

Su esposa no había vuelto a dar señales. No la había vuelto a ver por los alrededores y ni siquiera sabía si salía de su hogar.
No la quería ver cerca de sus hijos, pero tampoco podía evitar preocuparse por ella. Después de todo, era la madre de sus hijos y la persona con la cual compartió más de dieciocho años de su vida.

La casa donde ahora se hospedaba se encontraba en un completo silencio.
Su mirada se enfocó en sus brazos por unos momentos antes de voltear a ver a su cuñado.

No había querido decir ni una sola palabra sobre lo que había ocurrido con su hermana, al menos no a él y si se lo había dicho a Madara, ninguno de los dos Uchiha había querido comentar algo al respecto.

—Siente culpa.—La voz del mayor de los hermanos rompió el silencio en la sala. Fugaku lo vio confundido.— Izuna.—Aclaró.— Siente culpa por la forma en que te lastimó.—El alfa caminó hasta llegar a él y se arrodilló junto a la lumbre con su taza de té en mano.— Por eso no te ha hablado o suele huir. Además, no se atreve a mirarte a la cara por la vergüenza.

Madara elevó los hombros restándole importancia, porque bien sabía como era su hermano menor.

—Pero ya se disculpó y le aclaré que no ocurría nada malo.—Contestó Fugaku.

—Aún así te atacó a ti y eso lo hace sentir culpable. Además, el hecho de haber querido atacar a tu esposa.—Bebió un sorbo de la humeante bebida degustándola.— Sabes como es, Fugaku, nunca habría hecho algo así. No se que fue lo que le dijo mi hermana, pero realmente lo afectó en ese momento.

Fugaku asintió. Entonces él tampoco tenía idea.

—Esperaba que te hubiera comentado algo.—Habló pensativo.— Se que fue algo relacionado a mis hijos, pero no se que han dicho previamente. Estaba completamente fuera de si cuando la enfrentaba.

Claro que lo sabía. Conocía lo suficientemente bien a la familia de Mikoto como para saber que Madara hubiera sido quien se hubiera lanzado en contra de su hermana sin importarle la casta. E incluso, aunque le avergüence admitirlo, él la había enfrentado también y no solo con palabras.

Sin embargo, el hecho de que haya sido Izuna quien hubiera estado dispuesto a desgarrar la garganta de la omega, siendo que había sido él quien intentó ayudarla cuando separó a Fugaku de Mikoto, le daba aún más intriga el saber que fue lo que habría provocado esa reacción.

Madara dejó la pequeña taza sobre su plato con el cuidado suficiente como para evitar que su hermano menor pudiera despertarse.
Bien sabía que si abría sus ojos, solo se marcharía a su cuarto en vez de quedarse cerca del calor del fuego, como también era un hecho, que Fugaku permanecía allí solo porque había llegado tiempo después de que Izuna cerrara sus ojos.

Le causaba cierta gracia los intentos de su cuñado por entablar, aunque sea, una mínima conversación con su hermanito, porque Izuna solo asentía a modo de saludo y se marchaba con el rostro bajo. Le resultaba gracioso ver el rostro sonrojado por la vergüenza del menor y si bien Fugaku había intentado en repetidas ocasiones el hablarle, el alfa se daba por vencido cuando el joven evitaba su mirada.

¿Era como un juego de niños? Posiblemente. Le hacía la ley del hielo a alguien que no había tenido nada que ver con su enfado, pero lejos de eso, Madara bien sabía que la culpa y la vergüenza inundaban el pequeño cuerpo de Izuna.

—Supongo que tendrás que tener paciencia con él. Tarde o temprano te hablará.—Sonrió.— No debes preocuparte de nada, pero... Aunque no te conteste, debes seguir hablándole para que vea que realmente no sucederá un problema con él.—Aconsejó levantándose de su lugar para llevar los utensilios que utilizó.

Oh, cuanto sabía el alfa sobre la culpabilidad y vergüenza de su hermano. Lo suficiente como para asegurar que el menor era capaz de llorar si notaba que Fugaku desistía de sus intentos por hablarle.

Le había pasado y ni siquiera eran niños. Ambos se estaban convirtiendo en hombres cuando Izuna golpeó con su puño la mejilla de su hermano mayor en un intento por alejarlo de una pelea.
Claro que para Madara había sido lo mismo que lo golpeara Mikoto, pero no se quejaría. Su hermano tenía la mano firme si así lo requería.

Izuna se había sentido lo suficientemente avergonzado y culpable al ver el moretón que se había formado en la blanca piel de su mejilla, que luego de haberse disculpado, evitó por más de dos semanas a su hermano mayor.
Claro está, que aquello hubiera durado más tiempo si Madara no se hubiera rendido con quien en su momento, era un alfa en sus últimas etapas de desarrollo.
El mayor había comenzado a aplicar la misma ley del hielo que su hermanito le hacía a él, sin saber la verdadera razón de su alejamiento. Recuerda el llanto de Izuna al pasar por su cuarto y solo necesitó conectar algunos puntos para entender las razones por la cual el chico se había distanciado.

Ni siquiera había notado como su hermano observaba su mejilla amoratada y apretaba sus manos con nerviosismo.
Mismas acciones que ahora tenía con Fugaku, porque siempre que lo veía ingresar a la misma habitación en la que se encontraba, sus manos comenzaban a retorcerse entre si y sus ojos no se despegaban de los brazos vendados de su cuñado.

—Eres un tonto.—Susurró Fugaku con una pequeña sonrisa.

°

Un nuevo beso fue depositado en su cuello antes de bajar a su espalda sin seguir algún tipo de patrón. Se sentía completamente relajado mientras escuchaba el sonido que hacía la leña al quemarse en la chimenea.

Su cabello estaba alborotado y sentía las manos de su esposo recorrer sus piernas con paciencia.

La lumbre se iluminaba en el hermoso anillo que le había dado en la noche de la cena, previamente a su casamiento.

—Últimamente has estado algo ocupado con el trabajo.

Su mano se elevó por encima de su hombro y acarició la rubia cabellera de su compañero cuando sintió su peso sobre su cuerpo.
Apenas había comenzado a regular su respiración, necesitaba unos minutos más.

—¿Quiere pedirme algo, señor Uzumaki? 

Itachi sonrió.

—¿Una cena? —Habló con duda.— Solo hemos tenido una antes de casarnos. Quiero pasar una linda velada contigo.

Naruto llevó una mano hacia el mentón del menor y giró su cabeza para poder llegar a sus labios.

—¿Terminará con una noche como esta?

El duque elevó un poco su cuerpo y le permitió al joven poder acomodarse para mirarlo a los ojos.

—Eres insaciable, incluso ahora estoy sintiendo que quieres continuar.—El mayor asintió, porque no podía negar algo que era demasiado evidente.— Pero si, podemos terminar con una noche como esta.

Naruto se inclinó para besar sus labios y marcó un camino de besos hacia las clavículas de su esposo.
No podía evitarlo y tampoco pensaba negarlo. Se le había hecho una completa adicción el besarlo, poseerlo y sentir el calor que su cuerpo emanaba.

No quería alejarse y cada mañana estaba seguro de que Itachi podía oír las quejas que hacía por levantarse, porque simplemente, no quería salir del lecho donde se encontraba su esposo.

El omega se había convertido en algo necesario para él en su día a día.
Intentaba alargar tanto como pudiera sus horarios de comida, solo con la intención de permanecer más tiempo a su lado. Sus horas de descanso las utilizaba para poder pasar un poco de tiempo juntos y por las noches, mientras ordenaba los documentos en los que había trabajado, se le hacía difícil el permanecer tranquilo cuando solo deseaba apresar el cuerpo de su esposo entre sus brazos y hacerle el amor como cada noche desde que se casaron.

—No puedes culparme, tu me acostumbraste a esto.—El aliento de su omega chocó contra su oreja cuando un suspiro escapó de su boca.— Y tú también estas igual ¿Verdad?—Su mano bajó con lentitud, acariciando el suave vientre hasta llegar a su zona íntima.— Estás igual de duro que yo. Tú también quieres continuar con esto.—Se acomodó con cuidado entre las piernas del menor, sintiendo su miembro rozar contra el propio en el vaivén que hacía moviendo sus caderas.— Mañana tendremos una hermosa velada, donde acabaré haciéndote mío una vez más ¿Estás de acuerdo?—Itachi asintió con dificultad. Su mente obnubilada ante las sensaciones que su esposo despertaba en su cuerpo.— Pero ahora, quiero estar dentro de ti una vez más. Aún no me canso de ti, necesito hacerte mío.—Se introdujo con suavidad dentro de su esposo, sintiendo las uñas del azabache arañar su espalda al querer aferrarse a él.— Lo siento, corrijo lo que dije.—Sus palabras salieron en un jadeo al dar una embestida.— Nunca me cansaré de ti.

Naruto tomó las manos de su pareja y las posicionó a un lado de su cabeza, entrelazando sus dedos y arrugando la suave tela de las sábanas cada vez que el placer invadía su cuerpo.

Su esposo era todo lo que él necesitaba. Entrelazando sus dedos, embistiendo aquel punto que lo hacía retorcerse de placer debajo de su cuerpo, con su cabello suelto y enredado por la fricción que hacía su cabeza sobre las almohadas con cada movimiento que él hacía.
Era todo lo que necesitaba al finalizar el día, donde tenían charlas nocturnas que los hacían conocerse cada vez más mientras relajaban sus cuerpos luego del arduo trabajo.
Era todo lo que necesitaba para comenzar con sus labores al despertar cada mañana y verlo dormir entre sus brazos o con su rostro casi enterrado en su pecho.

Itachi era lo que había buscado y si bien sabía que aún faltaba tiempo para conocerse más, estaba completamente seguro de no arrepentirse de su elección.
Porque el joven omega ocupaba todo lo que él añoraba en un compañero de vida.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

 

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