En las manos del Duque

Naruto (Anime & Manga) Fanfiction Nation (Podcast)
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En las manos del Duque
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Summary
A punto de cumplirse un año desde que la familia Uchiha llegó a su nuevo hogar, Itachi no lograba encajar entre todos aquellos habitantes. No lograba comunicarse con nadie al no saber su idioma y la insistencia de su madre por contraer matrimonio, lo hacían desesperar cada vez más.No tenía idea de quien era el segundo hombre que se había presentado a su hogar, pero por primera vez, intentó ser lo que su madre deseaba con tal de no arruinar aquella corta cita.*Si no es de tu agrado, por favor no leer.*No poner comentarios ofensivos.*Prohibida su copia.*La portada no es mía, solo la edité. Créditos a su respectivo autor.*Los personajes son creación de Masashi Kishimoto.*Historia 100% original.
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Chapter 23

No sabía que demonios hacer con lo que había ocurrido.
Tenía que recuperar a su hijo, aún cuando sabía que Fugaku sería capaz de asesinarla si pasaba por alto su orden.

Otra opción que le quedaba era hablar con sus hermanos, sobre todo con Izuna.
Sus hijos eran los seres más importantes para ambos tíos, pero ella era su hermana y estaba segura de que no se negarían a ayudarla a recuperar a Sasuke.

Las cosas con Madara no estaban del todo bien, por lo que la mejor opción era su hermano menor, aquel mismo que alejó a Fugaku de ella.

Observó la bolsa de oro sobre la mesa. La misma cantidad que le habían pagado por Itachi, se encontraba sobre el objeto, como si fuera una burla a todo lo que había pasado.

Había quedado mal una vez, no podía ocurrir de nuevo. Habían prometido que su hijo menor iba a ser educado de la mejor manera y ella lo aceptó. No quería seguir dándole a Sasuke una vida de miserias, dónde tenga que privarse de distintas cosas si así lo quería.

No era una mala madre, era la mejor por ver siempre por el bienestar de sus dos cachorros.

Sin embargo, parecía que nadie de la casa estaba de acuerdo con ella.
Obligó a Itachi a casarse por su bienestar, porque sabía que a su hijo le importaba poco y nada el hecho de tener una pareja. Sin embargo, no quería que ellos pasen la misma vida que ella tuvo desde que ambos nacieron.

Y no es que los esté culpando, los ama profundamente al igual que a Fugaku, pero actualmente, se arrepiente de haber seguido su corazón para quedarse con el padre de sus hijos y la persona que amaba. Porque si no hubiera sido por dicho sentimiento al igual que su orgullo, hubiera sido mejor aceptar la propuesta de su padre y sufrir en silencio mientras sus hijos tenían una vida cómoda.

No obstante, nada podía hacer ya, más que trabajar sobre lo ocurrido.
Había asegurado una buena vida para Itachi y quería lo mismo para Sasuke. El conde se lo había prometido y estaba segura de que cumplirían.

Danzo ya había pagado la cantidad de monedas de oro que ella había pedido, el trato estaba hecho.
Educarían al infante como si fuera de la mismísima realeza, de la misma forma en que fue educado su primogénito, pero con diferentes costumbres.
Ya habían accedido a que ella lo visitara constantemente, porque un cachorro aún necesita de su madre. Todo estaba dicho y ella no necesitó más.
A medida que Sasuke fuera creciendo, Danzo encontraría a un buen alfa que pudiera comprometer con el omega y él tendría la vida que siempre mereció.

Apretó el borde del vestido con sus manos. Sus nervios comenzaban a dispararse, porque ahora no solo había fallado en el compromiso con Itachi, sino que tampoco estaba logrando algo con Sasuke.

Mikoto limpió sus lágrimas, acomodó su vestido y salió de su hogar en dirección a la casa de sus hermanos.

°

El agua cristalina corría cerca de sus pies, el sol alumbraba sin alterar la temperatura del ambiente y las aves cantaban en conjunto.
Un hermoso ambiente que podía servir para relajar a cualquiera, solo se opacaba por los alfas alterados que se encontraban allí.

—He querido que Sasuke se mantenga en el castillo desde lo que ha ocurrido con Itachi.—Naruto no miró a su suegro, porque sabía que aún se encontraba molesto por todo lo que le habían informado.

Aún así, Fugaku no podía negarse cuando ambos, no solo se encontraban casados, sino que también, estaban enlazados por la marca.
Su hijo se había mostrado feliz y no solo por su presencia. Itachi había buscado múltiples veces el mantenerse cerca de su esposo como si eso fuera algo rutinario en ellos y no podía negar que, independientemente de como se dio todo, su primogénito se mantenía alegre por sus atenciones.

—No se que es lo que Mikoto tiene planeado para Sasuke, pero no voy a permitir que lo obligue a nada.—Dijo el padre.— He ganado lo suficiente para poder quedarme tranquilo un tiempo. No quiero alejarme de ellos ahora y mucho menos, dejar a mi hijo en manos de ella.

—Algo se nos ocurrirá para que pueda mantenerse aquí.—Habló Naruto.— ¿Ustedes piensan volver a Japón? Creo que les afectaría a ambos si se marchan.

Los hermanos se miraron por un momento.
Era cierto que su vida se encontraba en su país natal, pero no querían dejar a su familia completamente solos.
Ninguno tenía más familia por la que volver a parte de su padre, quien para el caso, le importaría poco y nada la presencia de los alfas a no ser, que sea necesario alguno de ellos para seguir con su negocio. Aún cuando ninguno estaba dispuesto a continuarlo.

Madara observó a su hermano. Sabía que Izuna haría lo que él decidiera, porque a pesar de que el sujeto era alguien que se valía por si mismo, solía dejarle las decisiones importantes a él e Izuna solo obedecía confiando ciegamente en su hermano.

—Sabes que te seguiré.—Habló el menor.— Estuvimos mucho tiempo buscándolos, hermano, no quiero alejarme tan pronto.

 Madara sonrió.

—Supongo que nos quedaremos.—Comentó.— Le enviaremos una carta a nuestro padre para explicarle la situación, no creo que tenga problemas.—Miró a Izuna.— Tenemos la herencia que nos otorgó, no hay nada de qué preocuparse.—El menor asintió con una sonrisa surcando sus labios.

Naruto volteó para hablarle a su suegro.

—Mientras tanto, Sasuke y tú podrían quedarse con nosotros.—Izuna lo interrumpió a la vez que observó a Fugaku.— Pueden estar el tiempo que necesites. No creo que sea conveniente que se queden con mi hermana.

Un suspiro salió de los labios del mayor.

—Por supuesto, se los agradezco.

La molestia en ellos no menguaba y aunque tanto Fugaku como Izuna habían visto la pequeña bolsa con las monedas de oro sobre la mesa, ninguno había querido decir nada.

—Será mejor que vuelva para acomodar la habitación.—Madara levantó una ceja en dirección a su hermano.— No me veas así, trato de ser amable.—Susurró.

El alfa palmeó su espalda con una sonrisa divertida. No podía opinar nada al respecto cuando sabía como era Izuna.

°

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Izuna la observaba con nerviosismo. La noche estaba comenzando a presentarse para cuando llegó a su residencia y no estaba seguro sobre cuanto tiempo tardarían los alfas en llegar a la vivienda.

Mikoto se aferró a él como si su vida dependiera de ello y a pesar de que no la quería dejar ingresar, la insistencia de la omega lo cansó finalmente.

Se odiaba por ser tan permisivo, porque él no era quien debía hablar como mediador. Porque a pesar de que sus sobrinos estén entre medio de ese lío que solo había sido creado por la mujer frente a él, no le correspondía hacerse cargo de nada.

—Mikoto, nuestro hermano llegará pronto.—Comentó para romper el silencio en el que se mantenía la omega.

No lo soportaba más. Quería lo mejor para ambos menores y le molestaba que solo sean ellos quienes se preocuparan. Porque bien sabía que ninguno de sus sobrinos merecían pasar por toda esa mierda y el hecho de que sea su propia madre quien lo estaba logrando, solo lo afectaba aún más.

Mikoto tenía su mirada perdida en un punto vacío de la habitación. Soltó un suspiro entrecortado cuando las lágrimas volvieron a salir y finalmente, fijó su vista en la de su hermano menor.

—Necesito que me ayudes a recuperar a Sasuke.—Rogó.— Por favor, Izuna. Fugaku no querrá verme y no se que hacer para demostrarle que solo estoy haciendo lo mejor para mis hijos.

—¿Qué planes tienes con Sasuke?—Preguntó con paciencia, sin querer verse afectado por la situación.

Mikoto sonrió con esperanza.

—Lo educarán de la mejor manera.—Comentó.— Quiero una buena vida para mis hijos. Eso fue siempre lo que desee.

Izuna frunció el ceño.

—Ni siquiera te diste la oportunidad de conocer al duque.—Mikoto abrió su boca para decir algo, pero solo se vio interrumpida por el alfa.— Y no te atrevas a decirme que es bueno con su gente, porque bien sabes que las apariencias engañan.

La omega recordó a su padre y bien supo que su hermano no mentía. 

Tajima era el claro ejemplo de lo que decía su hermano. Porque el alfa solía mostrarse amable cuando debía tratar con otras personas, pero dentro de su hogar, su actitud cambiaba completamente.
Y es que ¿Cómo alguien podría creer que ese hombre respetable, educado y amable, iba a ser un bastardo con las personas que se suponía, debía amar?

Y a ella se lo demostró en el preciso instante en que mencionó que su primogénito era un pequeño bastardo. 
Aún así, luego de tanto tiempo y a pesar de que ambos omegas se habían convertido en la luz de vida del anciano, nunca le iba a perdonar la manera en que lo nombró. La forma en la que la trató y mucho menos, que haya intentado obligarla a casarla con alguno de sus socios.
Y es que a pesar de que ella se arrepentía el no haber seguido las palabras de su padre y haberse marchado con Fugaku, todo se centraba en la situación económica. Porque ella solo quería lo mejor para sus cachorros y a pesar de amar a su esposo, se arrepentía el no haberse arriesgado.

—Por favor, Izuna, no puedo negarme de nuevo.—Mikoto no entró en detalles e Izuna no esperaba que le explicara aunque se lo pidiera.— Tú mismo has visto que Itachi está bien y feliz. Está casado.—Suspiró.— Me aseguraron que Sasuke será bien educado, yo podré visitarlo siempre que quiera.—Lo tomó por los hombros.— Cuando crezca, encontrarán un buen alfa para él.

Izuna se zafó con fuerza. Sus ojos brillaban por las lágrimas de ira.

—¿Te estás escuchando? Ni siquiera te importa Sasuke mientras consigas hacer lo que quieres. ¿¡Qué carajos estás buscando!?

—¡Que mis hijos no tengan la misma vida de mierda que tuve yo!

El alfa rio.

—¿Vida de mierda?

Mikoto tensó su mandíbula con fuerza.

—¿Qué podrías entender tú? Nunca has formado una familia, ni siquiera has conocido a un omega con el que decidas comenzar una relación. No te creas que sigues siendo un niño, Izuna, porque pronto alcanzarás mi edad y será tarde para ti.—El azabache sentía sus colmillos rozar contra sus labios. Sus garras ya estaban a la vista y estaba haciendo todo lo posible para no lanzarse sobre ella.— No eres la clase de alfa que algún omega estaría dispuesto a tener a su lado. No eres, ni siquiera, parecido a Madara o a mi en todo caso y eso teniendo en cuenta mi casta.—Un suspiro escapó de la boca de la mujer.— No puedes juzgarme cuando no tienes a una familia, porque estoy segura de que si la tuvieras, harías lo mismo que yo para que ellos estén bien.

La puerta principal de la casa se abrió y entonces ocurrió.

Izuna se impulsó hacia adelante en un intento porque sus garras llegaran hacia el cuello de su hermana.
Había odiado cuando había sucedido aquella violenta situación entre su cuñado y Mikoto, pero no se sentía que pudiera controlarse. Su instinto solo lo guiaba a querer silenciarla en ese preciso momento.

Fugaku empujó a Mikoto hacia atrás y atrapó a Izuna en el aire, sintiendo sus brazos arder ante los zarpazos que el menor le otorgaba en ellos en un intento porque lo libere. Aún así, Fugaku no lo soltó y pudo ver no solo las lágrimas que empapaban el rostro de su cuñado, sino el semblante estupefacto que tenía su esposa.

—¿Dices que no quieres que tus hijos tengan... Una vida de mierda como tú? —Izuna sollozó.— Tenías a un esposo que te amaba y daba todo por ti, aún después de todo el maldito problema con nuestro padre. Formaste una familia que tú misma destruiste. No me vengas con esas mierdas.—Un nuevo zarpazo fue dirigido al brazo de Fugaku.— Jamás haría lo que tu haces, jamás entregaría a mis hijos a alguien que no conozco. No te atrevas a compararme contigo, porque no soy la misma mierda que eres tú.

Mikoto se levantó del suelo con dificultad.

—Fugaku...—Susurró.

—Lárgate.—El alfa volteó aún forcejeando en un intento por bloquearle la vista al menor.

—Quiero a mi hijo de nuevo, Fugaku.

El hombre presionó sus dientes cuando sintió el ardor en su brazo. Sentía las afiladas garras del alfa desgarrando su piel y no quería tener que lidiar con Mikoto cuando intentaba que las manos de su cuñado no llegaran al cuello de ninguno de los dos.

—¡Lárgate!—El grito la sobresaltó y la obligaron a salir de la casa, encontrándose a Madara en la salida, quien tenía a Sasuke en brazos.

La omega estiró sus brazos en su dirección, logrando que el alfa solo apriete un poco más el cuerpo del infante contra el propio. Sus colmillos solo le informaban lo peligroso que era insistir en ese momento.

—¡Mierda, izuna, cálmate!—Fugaku ejerció un poco más de fuerza para inmovilizarlo.— Ya se fue, debes tranquilizarte.

Un suspiro escapó de la boca del menor antes de relajar su cuerpo.

Fugaku lo soltó con cuidado y lo rodeó buscando su mirada.
Limpió con cuidado las lágrimas que no dejaban de bajar por las mejillas de su cuñado y tras oír sus suspiros entrecortados, el mayor lo rodeó con sus brazos y miró a Madara con semblante preocupado, quien apenas ingresaba a la casa.

El alfa de cabello largo no estaba mejor que Fugaku, porque había visto el intento de ataque que su hermano había lanzado hacia Mikoto y solo podía preguntarse ¿Qué demonios había hablado con la omega para terminar como lo hizo? Porque si bien conocía a su hermano como para saber que era un sujeto sensible, era la primera vez que lo veía intentar atacar con tal fiereza.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

 

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