En las manos del Duque

Naruto (Anime & Manga) Fanfiction Nation (Podcast)
M/M
G
En las manos del Duque
author
Summary
A punto de cumplirse un año desde que la familia Uchiha llegó a su nuevo hogar, Itachi no lograba encajar entre todos aquellos habitantes. No lograba comunicarse con nadie al no saber su idioma y la insistencia de su madre por contraer matrimonio, lo hacían desesperar cada vez más.No tenía idea de quien era el segundo hombre que se había presentado a su hogar, pero por primera vez, intentó ser lo que su madre deseaba con tal de no arruinar aquella corta cita.*Si no es de tu agrado, por favor no leer.*No poner comentarios ofensivos.*Prohibida su copia.*La portada no es mía, solo la edité. Créditos a su respectivo autor.*Los personajes son creación de Masashi Kishimoto.*Historia 100% original.
All Chapters Forward

Chapter 18

El líquido humeante era revuelto con tranquilidad dentro de la taza. De vez en cuando, se podía oír el sonido de la cuchara de plata golpear contra la cerámica.

Esperaba pacientemente a que su hijo estuviera de vuelta con su esposo, mientras tanto y habiendo agregado un nuevo lugar para su invitado, podía sentir la penetrante mirada del recién llegado clavada en su persona.

Sabía que estaba molesto, pero no podía culparlo a él cuando solo defendió su hogar.
Era alguien desconocido que ingresó con exigencias creyéndose el rey y Minato eso no lo iba a permitir.

Escuchó sus dientes chirriar ante el silencio que inundaba el gran salón y el omega ni siquiera levantó su mirada, continuando como si el alfa no estuviera a punto de saltar hacia su yugular.

Obito se mantenía detrás de él con su mano en la empuñadura de su espada.

—¿Ni siquiera te disculparás? —El rubio lo miró y podría jurar que sus largos cabellos negros estaban erizados por la ira.— Me atacaste sin razón.

—No fue sin razón.—Contestó con calma, llevando la taza con chocolate humeante hacia sus labios.— Y por favor, no me tutee.—Pidió.— No le he dado el consentimiento para hacerlo.

Madara estaba a punto de romper la gran mesa de madera por la fuerza que ejercía en el agarre.

El omega irrespetuoso estaba tan tranquilo como si no hablara con alguien que estaba a punto de escupir fuego por su boca, directo a su rostro.
Su semblante relajado y tranquilo solo lo alteraban más, y Madara pensaba seriamente en los pros y contra que había ante la posibilidad de atacarlo.

Aún cuando así lo quisiera, el alfa que se encontraba detrás del rubio lo cortaría la garganta en cuanto de un paso al frente. No tenía posibilidades y estaba seguro de que por más que el guardia no estuviera allí, Minato lo reduciría a la nada misma en cuanto tocara un solo cabello rubio.

—No me interesa si me has dado el consentimiento o no.—Dijo molesto. La mirada de Obito solo le advertía que se callara al no agradarle su tono de voz y poco le importó aquello.— Me atacaste, cortaste mi cabello y por poco mi garganta. No me interesa que seas un maldito rey, debes disculparte si sabes que estuviste mal.

Un suspiro escapó de los labios del omega. Elevó su mirada hasta el hombre frente a él aún con la misma tranquilidad que en un inicio.

Minato odiaba no poder desayunar tranquilo y ya de por si, su mañana se había alterado cuando escuchó los gritos de los guardias pidiéndole a ese alfa que mantuviera su distancia.
No pensó mucho cuando corrió hacia la entrada del castillo y desenvainó la espada del cinturón de uno de sus guardias. En cuanto lo vio inclinarse apenas, sin saber si era por una reverencia o si se estaba posicionando listo para un ataque, Minato se apresuró en llegar a él.

—En primer lugar, debió hacerle caso a los pedidos de mis soldados.—Comentó bebiendo otro sorbo de su chocolate.— Así que no considero que lo haya atacado. No sabía sus intenciones, solo actué. Por otro lado, el mechón de su cabello que corté estaba próximo a su flequillo, así que apenas y se nota. Y le informo, señor, que no soy un rey, fui un duque y a pesar de que mi título ahora le pertenezca a mi hijo, mereceré el mismo respeto que le dan a él hasta el día de mi muerte.—Madara abrió su boca dispuesto a refutar, más la mano alzada del omega solo lo obligaron a callar como si fuera un cachorro haciendo caso a su dueño.— Si todo quedó claro, quisiera desayunar en paz. Es invitado a hacerlo también.

Un gruñido escapó de la boca del alfa que murió al instante en que vio al omega levantarse para abrazar a los recién llegados.

—Lamento la demora.—¡Su voz! Pudo reconocerla al instante.

Madara se levantó de su lugar y se aproximó a ellos, aún con la mirada del guardia puesta en su persona.

Itachi se volteó a verlo con una pequeña sonrisa cordial que se amplió en cuanto su tío se colocó en su campo de visión.
Se catapultó a los brazos del mayor y rodeó su cuello con sus brazos, sintiendo sus pies en el aire cuando Madara lo apresó contra su cuerpo.

—Oh, mi niño.—Susurró con su voz estrangulada.— Estás tan grande.—Lo bajó con cuidado y se alejó apenas para poder verlo a los ojos. Recorrió con su mirada las facciones del menor y acarició con sus manos las pálidas mejillas del joven.— Estás tan hermoso, aunque te veo más delgado ¿Estás comiendo bien?

Itachi rio.

—Si lo hago.—Respondió con un brillo de felicidad centelleando en sus ojos negros.— Creí que no volvería a verte.—Hundió su rostro en el pecho del mayor y absorbió su aroma, sintiendo la nostalgia invadirlo.— ¿Cuándo llegaste? ¿Cómo me encontraste?

Un suspiro cansino escapó de los labios del alfa.

—Créeme que no fue fácil. Ya no los hallamos en su antiguo hogar y unos amigos de la familia dieron con ustedes.—Respondió.— He estado con Sasuke también, está igual de hermoso que siempre. De hecho, tu tío Izuna está con él ahora.—Itachi sonrió con emoción.

—¿Se quedarán aquí? ¿El abuelo como está? —Sus manos se aferraban al atuendo japonés del mayor y Madara se aproximó al chico para depositar un beso en su frente.— Tengo tantas preguntas que hacerte.

El alfa apretó sus manos con cariño y acarició el dorso con sus pulgares.

—Tu abuelo es un anciano cascarrabias, pero está bien. Y tú quédate tranquilo, podré contestar a cada una, tendremos tiempo. No creo que nos vayamos pronto.—Su ceño se frunció un instante antes de volver a sonreír.— No quiero que mi hermana vuelva a alejarlos de su familia.

Naruto fijó su mirada en el recién llegado al igual que su padre. Ambos voltearon a verse por un momento, queriendo saber si aquellas palabras habían llamado la atención de ambos.

El duque soltó un suspiro más tranquilo. No estaba seguro de que tanto sabía el desconocido, pero necesitaba hablar con él, sobre todo por Sasuke.
El amor paternal que expresaba en su mirada aún cuando era su tío, era demasiado notorio y quería creer que el sujeto de nombre Izuna sentía lo mismo que el alfa que abrazaba a su esposo.

Necesitaba asegurarse de que eran personas confiables y en dicho caso, podría sentirse mucho más tranquilo en cuanto a la seguridad de su pequeño cuñado.

Naruto carraspeó llamando la atención de ambos.

—Oh, lo siento.—La sonrisa ilusionada de su esposo se le contagió.— Tío Madara, te presento a mi esposo Naruto.—Dijo Itachi, sujetando el brazo de su alfa en un firme apretón. El azabache mayor reverenció, acostumbrado a sus tradiciones.— Y él es su padre, Minato.

Los ojos negros del recién llegado se clavaron en el omega al que había presentado.

—Si, he tenido el... Placer de conocerlo.

El menor de los presentes lo vio confundido por la pausa, mientras que el duque posó su mano en su boca, queriendo ocultar la sonrisa orgullosa por haber visto a su padre someter a alguien que parecía superarlo por dos cabezas.

Itachi se aproximó una vez más hacia su tío y envolvió sus brazos al rededor del cuerpo del mayor nuevamente.

Madara acarició la cabeza del chico con suavidad y corrió hacia un lado el cabello negro de su sobrino que caía en una coleta baja, permitiendo que su cuello quede expuesto.

Allí pudo ver una marca perfecta de mordida, apenas comenzando a curar. Los bordes rojizos y algo inflamados, le indicaban que el proceso de curación estaba siendo el adecuado.

—No quiero ver que esa marca cambie de color.—Dijo con tono serio.

Itachi solo asintió, aún cuando bien sabía que esas palabras no eran dichas para él.
Era sabido que las marcas se tornaban oscuras y poco agradables a la vista cuando los alfas que reclamaban a sus parejas, comenzaban a apartarlos, quitándole todo tipo de atención hacia sus omegas.

—Eso no sucederá.—Naruto respondió convencido, ganándose un asentimiento de parte del azabache.— Quisiera hablar con usted en privado ¿Es posible?

Madara lo vio desconfiado y asintió una vez más. Quería oír todo lo que ese sujeto tenía para decirle.

Observó la mano del duque apuntar hacia una puerta y luego de besar la frente de su sobrino una última vez, se dirigió hacia allí.

—No es nada malo ¿Verdad? —Preguntó el omega, quien se aferró al abrazo que su esposo le dio.

—No debes preocuparte por nada. Solo quiero que me conozca y que no tenga la presión de aceptarme porque estés tú.—Besó sus labios y se alejó de allí con una sonrisa.

Minato tomó la mano de Itachi.

—Vayamos a desayunar, cariño.—Sonrió despreocupado.

°

Madara observaba el paisaje a través de la ventana. Las colinas se veían a lo lejos con el césped demasiado verde y algunas zonas rocosas que cortaban el color de vez en cuando.
El lago se perdía de vez en cuando a través de las plantas y las flores coloridas se expandían a lo largo.

Era una vista maravillosa y relajante.

—Lamento haberlo separado de Itachi justo ahora, pero esperaba poder hablar con usted.

El alfa se volteó en cuanto oyó la voz del duque.

—Lo escucho.

—¿Qué es lo que sabe sobre la madre de mi esposo?—La pregunta lo tomó desprevenido.

—No es una mujer en la cuál volvería a confiar.—Respondió seguro.— Estoy convencido de que si vuelvo a Japón, hará todo lo posible para alejarse de Luxemburgo al haberla hallado aquí.—Madara tomó asiento cuando el rubio lo indicó.— De la noche a la mañana se alejó de nuestro país natal, sin decirle una sola palabra a nadie y nosotros nos vimos privados de continuar una relación con nuestros sobrinos.

Naruto apoyó sus codos sobre su escritorio y cruzó sus manos frente a su rostro.

—¿Cuál fue la razón por la que se marchó?

—No quería tener nada que ver con ningún miembro de su familia.—Contestó. Su mirada perdida en un punto de la pulida madera del escritorio.— Quedó embarazada de Itachi cuando aún no estaba casada y mi padre la trató como a una escoria por ello. Aún cuando mi padre no quería verla por lo sucedido, amó a su nieto desde el primer día en que lo conoció al igual que Sasuke.—Naruto lo escuchaba con atención.— Por favor, no puede decir nada de esto. Ninguno de mis sobrinos sabe la verdad.

El duque asintió comprendiendo. No pensaba decir nada que el supiera pudiera lastimar a su esposo.

—No lo ha tratado como es debido.—Comentó el rubio.

Madara soltó un suspiro cargado de molestia.

—Mikoto es una mujer ambiciosa que hará todo lo posible por obtener el dinero que nuestro padre le privó.—Hizo una mueca al recordar.— Incluso, casar a su hijo con un desconocido.—Sus ojos negros se enfocaron en los azules que lo veían con seriedad.— ¿Cuánto le ofreció para que accediera?

Naruto desvió su mirada con culpa.

—El doble de lo que había aceptado cuando el conde Danzo pidió el compromiso.—Su ceño se frunció con molestia a la vez que se ponía de pie.— Cincuenta malditas monedas de oro fue lo que le valió la vida de su hijo para casarlo con un alfa que era incluso, varios años mayor que su propia madre.—Dijo caminando de un lado al otro.

La mandíbula de Madara se tensó.
No tenía conocimiento sobre ello. Creyó que el joven frente a él había sido el único que había ofrecido.

¿Cien monedas? ¿Cien asquerosas monedas de oro era lo que Itachi valía?

Tiró su cabeza hacia atrás y movió sus hombros, queriendo quitar la tensión de su cuerpo.

—Mi sobrino ya está casado y marcado.—Soltó el aire por su nariz.— Y lo veo feliz con este matrimonio, aún cuando sabemos la manera en la que ocurrió. Solo le pido que lo cuide.

Naruto asintió firme, queriendo que el mayor supiera que aquel deseo se cumpliría.

—Itachi tampoco sabe de esto o al menos, eso es lo que creo.—Dijo inseguro. Por supuesto que el azabache tampoco iba a comentarle a su sobrino al respecto. No quería que se sintiera como un maldito objeto que podían vender y comprar a su antojo.— Ahora, mi siguiente preocupación es Sasuke.— La mirada del contrario se posó en su persona.— Lo quiero traer a mi castillo. Me ha comentado que la situación con su madre no es del todo buena, pero estoy seguro de que me ha ocultado algo. No quise presionarlo para que me lo diga.—Madara asintió comprendiendo.— Me tranquiliza el saber que usted estará aquí y podrá ver por él cuando no pueda venir. Itachi ha querido verlo los primeros días, pero su madre se lo prohibió. No quiero que vuelva a pasar por eso y tampoco quiero que caiga en depresión, debido a que él mismo me ha comentado que lo ve como a un hijo.

Madara lo sabía. Conocía la relación de aquel par, como también el instinto protector de su sobrino mayor y no como un hermano. Itachi siempre se había ocupado de Sasuke como un padre se ocupaba de su cachorro.

—Puede estar tranquilo. Yo mismo me encargaré de ver por él.—Sentenció.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

 

Forward
Sign in to leave a review.