
Chapter 17
Izuna tomó a Sasuke entre sus brazos y caminó hacia el patio trasero de la casa.
Se podía sentir la tensión en el ambiente como también, el fuerte aroma que Madara dejaba salir sin considerar siquiera.
Sabía que su hermano estaba enojado y no podía negar que él también. Habían estado buscando a su familia durante mucho tiempo y sin saber como, ellos habían ido a parar a un lugar demasiado lejos de su hogar natal.
Mikoto se había marchado de Japón sin pensar en comentarles nada al respecto y si bien su hermana no tendría porqué darles información sobre lo que hacía o el porqué, se había llevado a sus sobrinos lejos de ellos.
—Estuvimos alejados por mucho tiempo, hermana.—Madara caminaba con sus manos unidas a su espalda, inspeccionando la casa que habitaban.— Ni siquiera conseguiste un buen lugar para vivir. ¿A esto estuviste exponiendo a mis sobrinos?
—No tienes ningún derecho como para decirme lo que puedo o no hacer.—Mikoto habló con sus dientes apretados.
El alfa negó en respuesta.
—Oh, no te equivoques, lo que menos me interesa es el pozo en el que caigas.—Sus manos acariciaron el barandal apolillado de la escalera y lo sacudió suavemente, notando el movimiento brusco que hacía con apenas un par de empujones.— Por otro lado, mis sobrinos son un tema completamente diferente. Si tan solo me hubieras comentado tus planes, yo te habría dado el dinero para que ellos no tengan que pasar necesidades, pero decidiste intentar todo por tus propios medios, escasos dicho sea de paso, sin considerar lo que ellos querían.
La dama podía escuchar la molestia en la voz de su hermano mayor junto a la burla mientras inspeccionaba el lugar.
No podía comprender como habían dado con ellos, como aparecieron en su hogar si ningún habitante del lugar en el que residían antes, tenía idea de lo que ocurrió con ellos.
—¿Por qué querría tener algo que les perteneciera a ustedes? —Preguntó molesta.— Nuestro padre nos trató de la peor manera cuando supo que estaba embarazada de Itachi. ¿Realmente crees que quería tener algo que ver con nuestra familia?
El alfa apretó sus puños aún cuando mantuvo sus facciones relajadas. Podía notar como su hermana estaba comenzando a enojarse con él al recordar el pasado y por muy malo que parezca, quería devolverle un poco de todo lo que ella les había hecho sentir.
—Tienes razón, nuestro padre fue una escoria contigo.—Comentó elevando sus hombros, restándole importancia a la situación.— Pero nunca lo fue con sus nietos. Amó a Itachi desde que lo conoció y siempre mantuvo un acercamiento con Sasuke. Creímos que todo estaba bien, pero imagina nuestra sorpresa cuando fuimos a buscarlos y lo único con lo que nos encontramos fue con su antiguo hogar vacío.—Una sonrisa apareció en sus labios.— Izuna y yo debimos enfrentarnos al enojo de nuestro padre, aún cuando no era un sentimiento dirigido hacia nosotros.
Mikoto caminó hacia el sofá y esperó pacientemente a que su hermano la imitara.
Sin embargo, Madara continuaba recorriendo la instalación, molestándose cada vez más al notar las ruinas de la casa. Su hermana expuso la vida de sus sobrinos a lo desconocido, sin saber realmente que podría pasarles allí, solo por su estúpido orgullo.
—No quería tener más problemas y sabía que si les comentaba sobre mi deseo de venir aquí, solo serían un impedimento. Fugaku trabaja y yo no necesitaba de su dinero.
Madara elevó una ceja al oír el nombre de su cuñado.
—A todo esto... ¿Dónde está Fugaku?—Preguntó con interés. Podía observar a su hermano jugar con Sasuke a través de la ventana sin cortinas.
—Trabajando, como bien dije.—Respondió escueta.— En otra ciudad.
—¿Y tú que has hecho desde que él se ha marchado?
La omega apresó los bordes de su vestido con fuerza, observando atentamente como sus nudillos se volvían blancos.
—He cuidado de mis hijos lo mejor posible.
La carcajada sin gracia proveniente de Madara, solo la tensaron. Su espalda se mantuvo recta, como si estuviera dispuesta a correr de allí ante el inminente ataque de su hermano.
—¿Cuidándolos lo mejor posible, eh? —Mikoto sintió las grandes manos del mayor sujetar sus hombros con algo de fuerza.— ¿Los has cuidado tan bien como para casar a tu hijo mayor con el duque Uzumaki? —La omega se levantó, viéndose retenida por las manos del azabache que la obligaron a tomar asiento una vez más.— Dices no querer el dinero que le corresponde a nuestra familia. Dices no necesitarlo porque tu esposo trabaja y resulta que casaste a tu hijo por esa razón.—Madara caminó hasta colocarse frente a ella, observándola desde arriba.— ¿Esa fue la razón, verdad? Necesitabas el dinero y vendiste a mi sobrino. Claro que solo son suposiciones, después de todo y teniendo en cuenta nuestras tradiciones, no podrías entregarlo sin que haya algo a cambio.
Mikoto se levantó de un salto y rodeó el sofá, dirigiéndose hacia la puerta para abrirla.
—Los quiero a ambos fuera de mi casa. ¡Ahora!
El alfa sonrió y haciendo oídos sordos al pedido de la mujer, se sentó en el mismo lugar que ocupó la omega hace pocos segundos.
—Pronto iré a ver a Itachi.—Comentó sin prestarle atención a su hermana.— Primero, Izuna y yo debemos conseguir una casa aquí, pero que sea mejor que esta.
—¿Se quedarán?
—¿Tan pronto esperabas que nos marcháramos, hermana?—El alfa se levantó y se dirigió a la cocina, escuchando los pasos de la dama detrás de él.— Quiero estar con Sasuke y ver Itachi. Necesito saber quien es el sujeto con el que se casó.
Los dientes de Mikoto chirriaron.
—No te atrevas a intervenir en su nueva vida. Te lo advierto, Madara.
Su hermano mayor la observó por encima de sus hombros antes de voltear una vez más hacia la ventana. Izuna cargaba a Sasuke en su espalda y la carcajada del pequeño por el zangoloteo era audible.
—Siempre fuiste alguien ambiciosa, hermana.—Comentó.— Entregar a mi sobrino por un poco de dinero ¿Cuánto fue? —La mujer se mantuvo en silencio.— Demasiado poco si no has podido mudarte a una casa mejor.—Respondió tocando con suavidad la descascarada pintura de la ventana.— Eres una mujer egoísta y despreciable si ni siquiera te tomaste el tiempo para conocer a quien se convertiría en el alfa de Itachi. Porque no lo haz hecho ¿Verdad?—La omega se mantuvo en silencio y Madara solo pudo sonreír con su mandíbula tensionada.— Debes saber que ahora que me encuentro aquí, Sasuke no seguirá ese camino.
Madara salió al patio trasero en busca de su hermano y una vez que se despidieron del pequeño, salieron de la casa prometiendo volver a verlo.
—¿Cuál es el plan ahora? —Preguntó el menor.
—Conseguir una casa y visitar a nuestro sobrino.—Respondió palmeando el hombro del contrario.
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Itachi estiró sus brazos hacia arriba, desperezándose.
Por fin sus días habían terminado y podía salir de su habitación.
Tenía pensado lo que quería hacer durante el día y si bien aún no lo había comentado con su esposo, estaba seguro de que el alfa no se lo negaría.
Sintió un beso en su mejilla y los fuertes brazos del rubio que lo rodearon, apretando su cuerpo contra el contrario.
—Buenos días.—Saludó con una brillante sonrisa.— ¿Has dormido bien? Yo estoy con toda la energía.
Itachi sonrió, acariciando los brazos de su esposo y presionando ligeramente sobre sus bíceps.
—He podido recuperar un poco la energía que he gastado.—Comentó. Sus mejillas ardían recordando lo vivido dentro de aquella habitación.
—Me alegra que sea así.—Apresó sus labios en un beso dulce y tranquilo.— Debo volver a mis labores, pero admito que no quiero salir de aquí.
La nariz de Naruto rozaba la piel del azabache, olfateando el aroma a chocolate que había comenzado a mezclarse poco a poco con el té de hierbas.
El duque se sentía extasiado, relajado y tranquilo. Apenas habían terminado los días de celo y no se había atrevido a abandonar su habitación, dejando a su omega allí.
Sabía que su padre podía ocuparse de sus deberes mientras él no esté, después de todo, el alfa se encontraba ocupando el lugar de su progenitor.
—He estado pensando.—Itachi atrajo su atención una vez más.— Quiero conocer como se encuentra el ducado y ver en qué hay que ayudar.—Naruto sonrió, besando su cuello en el proceso.—Yo... no estoy seguro...—Suspiró.— De si debo esperar a que me presentes como tu esposo.—Las manos del alfa acariciaron su cintura.— Oye, esto es serio.—Rio.
Naruto mordió la piel de su hombro con suavidad antes de alejarse.
Le resultaba algo increíble el pensar que lo había tenido durante días a pocos pasos de su cuarto y ni siquiera había pensado en lo que ocurriría dentro de aquellas paredes.
El joven, su omega, lo había hecho tocar el cielo en poco tiempo y no solo por haberse entregado a él. No habría imaginado que besar a una persona se sintiera tan exquisito y adictivo como lo provocaba su esposo.
—Es tu culpa que no ponga atención.—Itachi lo vio indignado.— No puedo dejar de besarte.—Mordió el labio inferior de su esposo y succionó con suavidad el mismo.— Y siento que aún no tengo suficiente de ti.
Naruto giró sobre su lecho, tirando a su esposo sobre él y acomodando sus piernas para que se posicione mejor, se sentó en la cama y una vez más, invadió su boca introduciendo su lengua.
Itachi se dejaba hacer, completamente hipnotizado por la forma en que su alfa demostraba con acciones, lo que había expresado en sus palabras.
—Alteza, necesitamos su presencia con urgencia.
La voz de Obito los hizo detenerse. Era la primera vez que interrumpía desde que ambos se habían encerrado en la habitación.
Itachi se levantó, ayudando al mayor a incorporarse.
—Voy enseguida.—Respondió el rubio, colocándose su camisa.
Una vez que consideró que estaba vestido decentemente, Naruto se dirigió al armario que se ubicaba a un lado del cuarto y sacó uno de los tantos kimonos que su esposo utilizaba, ayudándolo a vestirse.
—¿Crees que sea algo grave? —Preguntó Itachi, esperando a que el alfa termine de atar el listón que cerraba la prenda.
—No lo se, pero será mejor ir.—Besó la frente del azabache y tomó su mano para salir del lugar.
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Madara estaba seguro de no haberse sentido tan humillado en toda su vida.
La espada apuntaba a su cuello con la intención de cortar su piel si llegaba a moverse solo un milímetro.
Su aroma se desprendía como advertencia y si bien los guardias los rodeaban, nadie se atrevía a meterse para calmar a lo que parecía ser un depredador dispuesto a asesinar a su presa.
¡Era insultante!
—Baja esa espada antes de que te cortes un maldito dedo.—Siseó con enojo.
Sus ojos negros brillaban con ira contenida y si bien aquel podría ser su último día, agradecía a los dioses porque su hermano no esté allí con él.
Estaba seguro de que Izuna se estaría burlando de él o quizás, lo habrían sometido de la misma manera.
Un fino mechón de cabello negro cayó a sus pies y el azabache, no pudo evitar que sus colmillos crecieran dispuesto a asesinar a aquel sujeto frente a él.
Los guardias alzaron sus arcos y tensionaron la cuerda. Podía ver el brillo de las puntas de metal que se iluminaban con el sol. Todas y cada una de las malditas flechas, apuntando hacia su cabeza.
—Cierra tu maldita boca porque te cortaré la lengua.
—¿Siempre sueles meterte con la casta superior? —Preguntó con sorna.
El alfa no habría esperado que se acerque a él con aquella rapidez. El filo completo de la espada estaba a un suspiro de rasgar su garganta.
—¿Y tú siempre sueles ser sometido por alguien de la casta inferior? —Madara gruñó al ver la sonrisa torcida que el contrario le dedicó.— Te apareces en mi castillo exigiendo como si tu fueras el duque ¿Quién demonios te has creído?
—¿Padre?—Minato se sobresaltó y Madara tragó saliva con esfuerzo cuando sintió la afilada hoja rozar contra la parte superior de su garganta.
Una sonrisa iluminó los rasgos del omega que sostenía la espada y bajó el arma aún cuando los guardias mantenían sus arcos cargados con las flechas fijas en su objetivo.
—Oh, cariño, al fin estás aquí.—El azabache parpadeó confundido. ¿Qué demonios le sucedía? Hacía solo un segundo había estado a punto de asesinarlo y ahora sonreía como si no hubiera ocurrido absolutamente nada.— Este señor llegó aquí, exigiendo ver a Itachi.
Naruto frunció el ceño, fijando su vista en el hombre frente a él. Pudo ver la similitud con su esposo en los ojos y cabellos negros. Sus rasgos eran mucho más maduros que los de su omega y a pesar de que no mostrara intenciones de hacer algún daño, podía verse la molestia en sus ojos.
—Solo quiero ver a mi sobrino.—Dijo con seriedad.
Minato elevó una de sus manos con su palma hacia el exterior y el alfa al que apuntaban, vio como los guardias bajaban poco a poco los arcos.
—¿Por qué no lo había dicho antes?
Madara apretó sus manos en un puño a la vez que sentía uno de sus ojos palpitar por el estrés.
—¿Podrías decir quien fue el que casi corta mi cuello cuando quise hablar? —El omega sonrió algo culpable y agitó su mano restándole importancia al asunto.— No entiendo como un omega tiene tan buena destreza con una espada.—Balbuceó mientras se acomodaba su atuendo.
—Quien fue duque debe saber como proteger a su familia cuando sus guardias no están a su lado.—Respondió Naruto, aún cuando la pregunta no fue hecha. Madara lo miró sorprendido antes de desviar su vista hacia la espalda del omega que se perdía al ingresar al castillo.— Por favor, sígame.
El duque miró a Obito por un momento y se adentró a su hogar con el recién llegado a sus espaldas y el guardia siguiéndolo por precaución.
¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!