
Chapter 13
El hecho de que ya haya caído la noche, parecía no importarle a la servidumbre del castillo, quien se esforzaba por poder terminar los preparativos para la boda que se realizaría al día siguiente.
Las costureras habían trabajado sin parar desde que se anunció la fecha en la que el duque de Luxemburgo se uniría en sagrado matrimonio con su prometido. Horas ocupadas midiendo cada uno su propio traje para poder terminar con los detalles.
Desde la puerta que daba acceso al patio trasero, Itachi observaba con curiosidad como colocaban las largas cortinas semitransparentes de color blanco, justo en medio del altar.
Distintos ramos de flores rojizas adornaban el camino que recorrería hasta su lugar y los largos bancos, ocupaban gran parte del patio. Una boda algo íntima de acuerdo a su prometido, solo permaneciendo con ellos su familia y la servidumbre del castillo que ocuparían aquellos lugares.
Unas grandes manos rodearon su cintura y sintió un suave suspiro que salió de los labios del contrario, chocando contra su oreja, en el momento en el que una rubia cabellera se asomó a su lado. Naruto apoyó su mentón sobre el hombro de su prometido, observando con una sonrisa los decorativos para su boda.
—Tu shiromuku ya está listo.—Comentó el duque.
El alfa aflojó el agarre que mantenía cuando notó las intenciones de girarse del azabache.
—Creí que tendría un traje de bodas pertinente al esposo del duque.—Habló confundido.
Naruto acarició la cintura del contrario con sus pulgares antes de elevar una de sus manos y quitar uno de los mechones de cabello que enmarcaban el rostro del omega.
—Lo se, pero he hablado con mi padre y ambos creímos que no querrías perder tus costumbres en este momento.—Una sonrisa floreció en los labios del menor.— Te convertirás en el esposo del duque aún si te casaras con tu ropa de dormir.—Besó la frente del chico suavemente antes de volver a mirarlo a los ojos.
Las manos de Itachi juguetearon con los botones de la fina camisa blanca.
—¿Crees que mi madre y mi hermano vengan?—Mordió sus labios, ansioso por una respuesta segura y afirmativa.
—Estoy seguro de que no se querrán perder este importante día.—Dijo con una sonrisa.
Naruto no había querido comentarle nada a Itachi sobre su plan fallido.
No había logrado dar con el menor y Mikoto le había abierto la puerta una sola vez de todas sus visitas.
Ciertamente, algo estaba sucediendo con el pequeño. Algo que su propia madre estaba dispuesta a ocultar tanto de su hijo como del monarca.
Sabía que al día siguiente debía estar al lado del omega durante toda la festividad, pero necesitaba saber porqué problemas estaba atravesando aquella familia o si realmente había uno.
—¿La tela para qué es?
La pregunta lo sacó de sus pensamientos, obligándolo a observar una vez más los ojos negros que lo miraban esperando una respuesta.
—Solo es tradicional.—Comentó.— Tú te posicionarás de un lado y yo del otro. La tela nos separará hasta el final de la unión.—Besó su mejilla antes de alejarse al oír el llamado de Kakashi, dejando a Itachi más confundido que antes.
—Eso no me dice nada.—Susurró.
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Desde el momento en el que Minato se acercó a Itachi, supo que era la clase de chico al que le gustaba mantener la compostura.
No le gustaba mostrarse nervioso o asustado. Le gustaba mantener la calma ante las situaciones complicadas y solía abrirse con personas a las cuales ya les tuviera confianza. Justo como lo hizo con Naruto cuando su hijo le comentó que había estado llorando entre sus brazos.
Aún así, era un hecho que a pesar de querer mantener sus emociones a raya, no lograba controlarlas.
La pierna del chico subía y bajaba a la vez que sus manos se estrujaban entre si con fuerza, sintiendo los nervios envolver su cuerpo cada vez un poco más.
Apenas si había logrado dormir. No podía dejar de pensar en el poco tiempo que quedaba para que uniera su vida definitivamente a un alfa que lo reclamaría como si lo conociera de toda la vida. Como si le perteneciera.
En pocas horas su vida dejaría de ser solamente suya y alguien más exigiría ser el dueño de ella, justo como a él le correspondería ser el dueño de aquel joven rubio.
Las palabras de Naruto, aquellas donde le decían lo que pasaría esa noche, solo retumbaban en su cabeza una y otra vez. Parecía que su mente solo quería recordarle que en aquella noche de bodas, su unión estaría completa y en su cuello permanecería la marca que le indicaría a todo aquel que lo viera, que ya tiene un alfa.
—Ten un poco de té.—Itachi parpadeó confundido ante la frase que había sido soltada. Dirigió sus ojos hacia Minato, quien le extendía una pequeña taza humeante.— Es té de tilo y ayudará a relajarte.
Con una sonrisa agradecida, tomó la taza dándole pequeños sorbos. Inhalaba aire profundamente, buscando la tranquilidad que le había dicho su suegro y lo dejaba salir, y aunque pareciera no servirle en absoluto, agradecía el gesto que el mayor había tenido con él.
Por favor ¿Quién estaría tranquilo el día de su boda? ¡Su boda! Se casaría con el alfa que había llegado a su hogar para conocer a quien podría convertirse en su prometido. Le pertenecería solo a él, portaría aquel aroma a menta y pino que caracterizaba al alfa, y ocuparía su cama cada noche a partir de ese momento.
¿Tenía miedo? No estaba seguro de si ese era el sentimiento correcto. Quizás ¿Nervios?
Y es que a pesar de que Naruto se mostraba ante él como un alfa amable y respetuoso, debía ser sincero con él mismo y admitir que realmente no lo conocía en absoluto.
Sin embargo, quería creer que la educación que sus padres le habían dado, lo habían convertido en una persona honorable y honrada. No podía ser una mala persona si todos en el castillo parecían quererlo tanto.
Intentó centrar su mente en las manos de su criada y la manera suave y paciente con la que trenzaba su cabello.
—¿Podrías dejar los mechones? —Preguntó.
—Por supuesto, mi señor.—Respondió la castaña.— Es su característica manera de peinarse, no podría quitarlos.
Minato sonrió antes de llevar la taza a su boca.
—Cada día dominas mejor nuestros idiomas. Es bueno saber que te puedes comunicar con todos aquí.
Itachi devolvió el gesto.
—Kakashi me ha tenido mucha paciencia. Eso ha ayudado mucho, a decir verdad.—Observó su reflejo en el espejo, viendo como Izumi recogía el wataboshi y lo colocaba con cuidado sobre su cabeza.
Un suspiro escapó de sus labios antes de ponerse de pie al oír el suave sonido de campanas sonar.
—Ya es tiempo.—Anunció el rubio.
Itachi enredó su brazo con el del mayor y ambos salieron a pasos calmos con la sirvienta detrás, quien verificaba que el traje se encontrara en perfectas condiciones.
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Al llegar al patio, su mirada recorrió el lugar en busca del pequeño al que esperaba ver y allí, sentado en la primera fila de los bancos de madera y sujeto a la mano de su madre, su hermano menor le devolvía la mirada mientras una sonrisa crecía poco a poco en su rostro.
Itachi tuvo que soportar las ganas de correr hacia él para aferrar sus brazos al rededor del niño y besar sus mejillas incontables veces.
Le dedicó una sonrisa cargada de cariño y fijó su vista al frente, donde Naruto se mantenía de espaldas a él vistiendo un traje ajustado negro que marcaba a la perfección su trabajado cuerpo. Vio curioso la espada que se mantenía unida a su cintura, aún así no dijo nada al respecto y se dedicó a suspirar para calmar sus nervios.
Caminó de la mano de Minato, volviendo su vista de vez en cuando a su hermano menor y sin querer voltear a ver a su madre. No tenía ganas de que le dedique aquellas molestas miradas donde le exigía que no se equivocara.
La imagen de su padre llegó a su memoria. ¿Cómo reaccionaría al volver? ¿Su madre le habría informado de su compromiso o su boda? ¿Estaría feliz?
—Nos hemos reunido aquí, enfrente de nuestros dioses, para unir dos almas que desean estar juntas.—La voz del anciano lo trajo de nuevo a la realidad.— Sea o no que ambos se hayan propuesto a conocerse, nuestras deidades saben a la perfección que almas se merecen. El destino está escrito para cada uno de nosotros y la vida nos otorga la mejor manera de poder llegar a nuestra felicidad absoluta.
A través de la tela, Itachi notó la mano abierta de Naruto, quien permanecía con su cabeza en alto observando al hombre frente a ambos.
La mano abierta en su totalidad con la palma pegada a la tela, esperaba por el suave toque del contrario que no tardó en llegar.
—Si nuestras almas estuvieron destinadas a conocerse y a estar juntas en esta vida, así será en las siguientes.—Itachi habló cuando el anciano lo miró. Los ojos negros del omega, se mantenían fijos en las manos que se tocaban a través de la tela semitransparente.— En cada vida te buscaré para encontrar la felicidad a tu lado y si no logro hallarte, esperaré por ti el tiempo necesario. Porque hoy, frente a nuestro dioses, yo prometo acompañarte en cada paso que hagas. Prometo serte fiel y cuidar de ti. Prometo ser tu compañero en tus momentos de soledad, ser la luz que te guía cuando no sepas que camino tomar y prometo ser tu felicidad en tus momentos de tristeza. Prometo estar junto a ti en esta vida y en las siguientes, porque te tomo como esposo, como compañero y como mi alfa.
No se atrevió a levantar la vista. El silencio reinaba en el enorme patio y no estaba seguro de que reacciones tendría quien se estaba convirtiendo en su esposo o los espectadores de su boda.
Agradecía a Kakashi que lo haya ayudado a traducir correctamente sus palabras.
Naruto no había apartado su azulada mirada del azabache desde que había dicho la primera palabra.
Sus ojos picaban por las lágrimas que dificultaban su visión, su boca se mantenía levemente abierta y en su pecho, su corazón golpeaba con fuerza mientras que el alfa en su interior se regocijaba feliz y extasiado.
¿Eso era lo que sentía? Sus palabras se oían tan sinceras y la emoción recorrió su cuerpo como una corriente cuando recordó lo que su padre le había dicho.
"—Teniendo en cuenta que no se conocieron previamente, no puedes mentir frente a las deidades. Son promesas que realizarás tú para él. Como prometer protegerlo o hacerlo feliz y esas cosas, pero debes estar seguro de hacerlo."
Carraspeó para encontrar su voz y poder decir sus votos.
—En esta vida y en las siguientes, permaneceremos unidos. Porque nuestros dioses nos destinaron, porque frente a ellos y nuestra gente, acepto sus deseos de permanecer a tu lado y lograr nuestra felicidad absoluta.—Su mano se cerró con suavidad al rededor de la mano del omega, mientras que la otra, se dirigió hacia la empuñadura de su espada.— Porque prometo buscarte y encontrarte en cada vida, uniendo nuestras almas como lo estamos haciendo ahora. Porque anhelo tu presencia a mi lado. Porque deseo tu compañía cuando la soledad me resulte insoportable. Porque estoy decidido a seguirte cuando te conviertas en la luz que ilumine mis pasos y porque estoy dispuesto a dejar atrás toda la tristeza para devolverte la felicidad que estás dispuesto a brindarme. —Naruto desenvainó su espada y elevándola por encima de su cabeza, cortó la tela blanca que dividía a ambos jóvenes.— Prometo convertirme en tu protector y acabar con cada obstáculo que me aleje de ti.—Clavó la espada en el césped y llevó sus manos hacia las mejillas del contrario.— Prometo estar junto a ti en esta vida y en las siguientes, porque te tomo como esposo, como compañero y como mi omega.
Los ojos azules se encontraron con aquellos onix brillantes y dedicándole una suave sonrisa, se inclinó para poder, finalmente, capturar los labios de su reciente esposo.
Aclaraciones:
Shiromuku: Es el traje de bodas tradicional japonés de color blanco. Se complementa con el sombrero redondo llamado wataboshi.
Amo poder inventar historias de bodas como la situación de las almas o los votos que ambos se dijeron. Espero que les haya gustado.
¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!