
Chapter 6
Las grandes y verdes planicies se podían ver con claridad en los alrededores del castillo. Los árboles rodeaban el lugar, plantados estratégicamente en grupos y proyectaban la sombra perfecta para los animales.
El pequeño riachuelo de agua pura, recorría su camino un poco más alejado de la propiedad, hasta perderse de su vista y justo en el centro, se encontraba el castillo del duque.
Se podían observar a algunos guardias sobre el adarve del castillo mientras inspeccionaban el carruaje que ingresaba.
Los criados acomodaban los jardines tocando las flores de la forma más delicada posible, mientras que algunos se acercaban a Itachi, haciendo una reverencia ante su persona.
Todo aquello le parecía demasiado. Había oído al beta hablarle durante el camino hacia el castillo, pero todo había sido en vano y se limitaron al silencio cuando la frustración por no poder comunicarse, se presentó en ellos.
Ahora, todos los criados que salían de las enormes puertas que daban entrada al que sería su nuevo hogar, se inclinaban ante él con respeto y hablaban en aquel idioma que no lograba comprender.
Itachi realizó una reverencia como saludo, teniendo en mente sus costumbres y pudo notar como los presentes lo observaban sorprendidos y con sus cuerpos algo tensos.
—Nuestro señor no debe bajar la cabeza ante nadie.—El omega giró sobre su lugar, encontrándose con un hombre de cabello corto y plateado, que lo miraba con una sonrisa relajada.— Sea bienvenido, mi nombre es Kakashi y soy el tutor del duque Uzumaki.—Dijo con calma.— Y pronto seré el suyo.
Un suspiro de alivio salió de los labios del menor, ganándose una pequeña sonrisa del hombre.
—Creí que nadie más hablaría en japonés.—Dijo con alivio.— Yo... Esto es algo nuevo y no tengo idea de que hacer.
El hombre flexionó su brazo y esperó pacientemente a que el omega lo sujetara para comenzar a caminar.
Naruto le había informado la situación a su maestro y bien sabía Kakashi, que no solo debía enseñarle idioma. Su tarea era moldear a la perfección al futuro esposo del duque.
Tratándose de un joven japonés con sus raíces muy arraigadas, debía quitar toda educación que tuviera con respecto a su origen para dar paso al esposo de su monarca.
—Su alteza me tiene informado de su situación y déjeme decirle, que es un verdadero honor saber que su educación será mi responsabilidad.—Dijo mientras caminaban por el largo pasillo al aire libre que los separaban de las puertas.— Y debe estar perfectamente preparado para acompañar a nuestro duque en su mandato.
La mano de Itachi se apretó suavemente sobre el brazo del mayor, llamando su atención al notar lo tenso que parecía estar.
—No es como si se hubiera podido evitar.—Soltó en un susurro que Kakashi prefirió ignorar.
Los ojos negros del omega revisaron la puerta con nerviosismo, como si con tan solo una mirada, pudiera cambiar lo que sabía que ocurriría.
Se sentía completamente solo y desamparado. No tenía a su hermano menor a su lado, de su padre no tenía noticias y su madre solo le había pedido que no desperdicie aquella única oportunidad.
¿Cómo sabría si lo estaría haciendo o no? ¿Cómo sabría si estaría haciendo bien las cosas? ¿Qué ocurriría si aquel duque que se había mostrado tan amable cuando se presentó ante él, continuaría siéndolo ahora que se encontraba en su hogar? ¿Cómo resistiría en aquel gigantesco lugar sin la presencia de un solo familiar?
Las puertas fueron abiertas, mostrando a dos soldados que se inclinaron ante él sin permitir que sus miradas se fijen en su rostro.
Kakashi continuó su camino, tironeando con suavidad del brazo del menor que se había quedado de pie en la entrada sin querer moverse.
Las cortinas gruesas y de color vino se mantenían abiertas, permitiendo que la luz natural ingresara a través de los limpios cristales.
Dos largas y amplias mesas se extendían en el gigantesco salón, con dos sillones amplios y altos ubicados en la cabecera de una de las mesas y el siguiente, a su lado derecho.
Las banderas del mismo color que las cortinas y con el símbolo en dorado que caracterizaba al país, colgaban de una punta a la otra por el techo, cayendo elegantemente y balanceándose de vez en cuando por la suave brisa que ingresaba.
Permitió que Kakashi lo dirija a la siguiente habitación y al abrir la puerta de madera oscura, un fuerte olor llegó a sus fosas nasales, paralizándolo ante el temor que había invadido su cuerpo.
—¿Creíste que podrías robarme un caballo en mi propio castillo?
La mirada del omega se posó en el hombre que permanecía sentado sobre el sillón forrado de una suave tela, sorprendido por verlo comer con tranquilidad mientras tenía a quien parecía ser un sirviente de rodillas a sus pies, debajo de los escalones que elevaban al monarca.
—De verdad lo siento mucho, su alteza.—Respondió el criado. Su voz rota dejaba a relucir que se encontraba llorando.— No fue mi intención hacerlo.
El soberano limpió su boca con una servilleta antes de volver a posar sus ojos azules en el contrario.
—Oh, pero claro que esa fue tu intención.—Dijo con tranquilidad, aún cuando su propio aroma demostraba lo furioso que se encontraba.— Te di un lugar para ti y tu familia, un trabajo para que llevaras comida a tu mesa.—Se acomodó mejor en su sillón, dejando descansar sus brazos en los apoyabrazos del trono.— ¿Y así es como me lo pagas? ¿Queriendo robar uno de mis caballos? Esto es una locura.—Soltó una carcajada sin gracia que tapaba el lamento del hombre.— No me interesa que haya sido un animal, sino el hecho de que destruiste mi confianza. ¿Si Obito no te hubiera encontrado, hasta dónde hubieras llegado?
Naruto agitó su mano con despreocupación y observó con aburrimiento como su guardia cargaba al sujeto, quien pataleaba y gritaba intentando explicarse.
—¿A dónde lo llevan? —Preguntó Itachi en un susurro.
—Al calabozo.—Respondió Kakashi con simpleza.— Intentó robar uno de los caballos de su alteza, pero no lo consiguió. Aún así, el duque ya no confiará en él. Merece un castigo.
El omega miró una vez más al monarca, quien resoplaba con molestia mientras cerraba sus ojos ante los gritos del sirviente.
—Ya me lo había dicho mi padre que soy demasiado bondadoso.—Soltó en un murmullo.
Suaves pasos se escucharon en el silencioso salón y el mismo olor amargo que había sentido el día en que se presentó con el joven omega que había aceptado como prometido, ingresó en su nariz.
Giró su azulada mirada, encontrándose con que su tutor y un renuente omega se acercaban hasta el trono.
—Su alteza.—Habló Kakashi, inclinándose ante el rubio junto al menor de los presentes.— Esperaba poder encontrarlo tranquilo para darle la bienvenida a su prometido.
El cuerpo de Itachi se tensó aún más si eso era posible. Bien sabía cual sería su lugar desde que Iruka había llegado a su hogar, pero aún le resultaba extraño y lejano el hecho de reconocer que el hombre que se encontraba frente a él, se convertiría en su esposo.
El fuerte olor que había sentido en un inicio, fue reemplazado por el aroma a menta y pino que lo hicieron relajarse al instante y en consecuencia, permitir que su propio aroma invada la habitación también.
Naruto se incorporó con renovada energía y a paso rápido, bajó los tres escalones hasta acercarse al menor.
—Bienvenido, Itachi.—Habló con amabilidad a la vez que sujetaba con suavidad sus manos. El alfa respiró profundamente, inhalando aquel aroma que tanto lo relajaba.— Es un placer poder verlo de nuevo.—Dijo con respeto. Su mirada viajó hacia la marca que el menor portaba en una de sus mejillas y con atrevimiento, soltó una de sus manos y acarició con delicadeza la zona.— ¿A ocurrido algo malo? ¿Por qué tiene su rostro marcado?
Itachi sintió el calor en su piel y el nudo en la garganta por la vergüenza creciendo en él.
—Solo ha sido un accidente. No debe preocuparse.—Respondió luego de carraspear.
Naruto estrechó sus ojos menos de un segundo, antes de mirarlo de la misma forma amable en la que lo había hecho desde que lo vio caminar hacia él y Kakashi supo que el duque había encontrado la mentira en aquellas palabras.
—Pronto será mi esposo y es mi deber ver por su bienestar. Aún cuando solo sea un accidente sin importancia. ¿Verdad?
El omega solo asintió con un cabeceo sin saber que responder.
Era demasiado para su cabeza el saber que de la noche a la mañana había encontrado un alfa que lo desposara. El saber que a partir de ese momento, su hogar era un lugar en el que no conocía a nadie o al menos, no tenía a nadie de confianza. El saber que ya no dormiría junto a su hermano menor, sino que sería acompañado por aquel hombre de amable mirada pero fuerte carácter, por lo que pudo notar.
—Si su alteza está de acuerdo, llevaré a su prometido a su habitación.
Naruto asintió mientras se acercaba a su tutor.
—Por favor, busca su mayor comodidad.—Dijo en un susurro.— Pero que no tome la habitación como cuarto permanente. Pronto nos casaremos y compartiremos lecho.
—Así será, alteza.—Respondió Kakashi con una reverencia.
El alfa volvió a acercarse a su prometido y quitó el mechón de cabello azabache de su rostro, dejándolo detrás de su oreja.
—Lo dejaré en buenas manos. Todo lo que necesite, puede pedírselo a Kakashi por hoy.—Una sonrisa se apareció en su rostro cuando el joven asintió.— Aunque considero que lo mejor será que descanse, supongo que ha pasado por demasiado hoy al tener en cuenta que se ha tenido que separar de su familia. Mañana mismo daré la orden para que dos sirvientas lo acompañen en todo momento.—Kakashi se acercó unos pasos, esperando que el omega posara su mirada en él para pedirle que lo acompañara. Sin embargo, al no ver movimiento de su parte, Naruto preguntó.— ¿Gusta decirme algo?
—¿Por qué no me tutea? —Preguntó con suavidad, la curiosidad mostrándose en sus ojos negros.
Naruto lo vio sorprendido al no esperarse aquello.
—¿Quiere que lo haga?
Itachi torció su boca en una mueca de disgusto por la pregunta con la que le había contestado.
—Solo no lo entiendo.—Confesó.— Pronto seré su esposo y aún me trata de usted cuando con el resto no lo hace.
El alfa frotó su mano encima de su boca para no mostrar la sonrisa que se extendía involuntariamente en ella.
—Comprendo.—Afirmó.— Entonces comenzaré a hablarte de esa forma. Después de todo, estás en lo cierto.—Tomó sus manos una vez más bajo la atenta mirada del menor.— Pronto serás mi esposo.—Elevó las manos del chico y depositó un beso en el dorso de ambas, ganándose un sonrojo de su parte.— Descansa por hoy. Kakashi te ayudará a instalarte y yo debo retirarme.—Soltó sus manos y comenzó a caminar hacia la salida de la habitación.— Y mañana desayunaremos con mi padre, se alegrará de recibirte.—Confesó antes de salir del cuarto acompañado por sus guardias.
En cuanto el duque salió de la habitación, Itachi tomó el brazo de Kakashi una vez más, permitiendo que lo dirija hacia afuera mientras que él intentaba observar lo mejor que podía las partes del castillo por las que pasaban.
—Mañana mismo podrá conocer el castillo por completo.—Comentó el mayor.— Estoy seguro de que a su alteza le alegrará acompañarlo. Luego del desayuno comenzaremos con su instrucción y sus clases de idioma, debe comprender que nuestro señor no puede solo comunicarse en japonés.
Un suspiro salió de los labios de Itachi. Por supuesto que lo sabía, aquello había sido una de las tantas razones por las que había discutido con su madre incontables veces.
—Espero poder lograr aprender el idioma esta vez.—Murmuró.— Lo cierto es que mi madre me daba clases, pero... Puede notar que no he logrado nada.
Unas suaves palmadas fueron depositadas en el dorso de la mano que se encontraba sobre el brazo de Kakashi.
—No se preocupes por eso.—Dijo con tranquilidad.— Comenzaremos desde cero. Con paciencia y dedicación, podrá hablar en nuestros idiomas sin ningún inconveniente.
Itachi sonrió con su mirada clavada al frente y rogando porque ese sujeto le tenga mayor paciencia que su propia madre.
Comenzaron a subir las escaleras de piedra que dirigían a los pisos superiores, forradas con una alfombra roja de bordes dorados.
Itachi esperaba al menos que se hubieran sacado sus zapatos antes de pisarla. Sin embargo, debía hacerse a la idea de que esa no era una de las costumbres de aquel país como lo era en Japón. En su propia casa, solía caminar descalzo a pesar de que su madre se hubiera olvidado aquel detalle, como si nunca hubiera existido.
Pasos apresurados se oyeron al llegar al segundo piso, sin poder evitar que la persona que corría golpee contra el azabache haciéndolo jadear al haber dado contra su estómago.
—Oh, lo lamento.—Respondió un pequeño de cabello negro y ondulado.— Papi, te estaba buscando.—Habló con una sonrisa.
Itachi parpadeó un momento antes de girarse a ver a quien pronto sería su tutor.
—Shisui, debes ser más cuidadoso. Sabes que no puedes estar corriendo por los pasillos del castillo.—Regañó y a pesar de que su voz salió suave, el infante parecía haber tensado su cuerpo.— Lamento lo ocurrido, mi señor.—Itachi sonrió, quitándole importancia a la situación.— Él es Shisui, mi hijo.—Presentó.— Cariño, él es Itachi, el prometido de nuestro duque.
El menor se inclinó ante Uchiha, manteniendo su reverencia hasta el que contrario lo tomó de sus hombros y lo obligó a erguirse.
—Es un gusto.—Itachi habló con una sonrisa nostálgica.
Aquel pequeño le recordaba mucho a su hermano y a pesar de apenas haber llegado a su nuevo hogar, no podía evitar extrañarlo al saber que por donde mirara, Sasuke ya no se encontraría con él.
El cabello negro y ondulado del pequeño, se balanceaba con suavidad por la fresca brisa que ingresaba por los ventanales abiertos. Sus ojos negros lo miraban con curiosidad por las extrañas palabras que había soltado y aún así, le dedicó una sonrisa mostrándole sus blancos dientes.
—Ayudaré a nuestro señor a instalarse en su cuarto, ve a jugar afuera.— El menor asintió y bajó con cuidado las escaleras bajo la atenta mirada de Kakashi.
—¿Ganaron los genes de su pareja? —Preguntó con una sonrisa.
—No tiene ni idea.—Respondió el contrario rodando los ojos con un brillo de diversión en sus pupilas.— Pronto se lo presentarán, es uno de los guardias de su alteza. Me hubiera gustado que por lo menos naciera con mi cabello, pero no hay nada que pueda hacer e incluso las ondas que posee en ellos son de su abuelo paterno.
Apenas unos pasos los separaban de la habitación que Itachi ocuparía temporalmente.
Finas cortinas blancas tapaban las ventanas, permitiendo que el cuarto quede completamente iluminado. Un pequeño escritorio se encontraba a un lado con tinta, pluma y papeles.
La chimenea se mantenía encendida para apaciguar el frío de la habitación por el tiempo que tenía sin usarse y la cama le resultaba a Itachi demasiado grande para una sola persona.
Sus cajas se encontraban a un lado del lecho, esperando por ser acomodadas como debían.
—No he traído demasiado.—Comentó mientras se sentaba en la orilla de la cama.— Mi madre solo me dijo que trajera lo necesario.
—No se preocupe, mi señor.—Respondió Kakashi, sus manos entrelazadas detrás de su espalda.— Aquí le confeccionarán su nueva vestimenta. ¿Gusta que lo ayude a desempacar?
Itachi negó con una sonrisa.
—Le agradezco, pero no hace falta.—Habló con suavidad.— Aunque me gustaría poder asearme y descansar. Naruto tenía razón cuando dijo que era lo mejor hacerlo.
Itachi masajeó sus hombros mientras caminaba hacia una de las ventanas, corriendo las cortinas y observando el hermoso paisaje que rodeaba el castillo.
Kakashi, por su parte, se mantuvo en silencio unos momentos, sorprendido por la forma en la que se había referido al duque de Luxemburgo con aquella confianza.
Carraspeó antes de volver a hablar.
—Enviaré a que le suban una tina para que se sienta más cómodo.—Itachi asintió con una sonrisa agradecida.— Con su permiso.—Se inclinó ante él y salió del cuarto dejándolo en completo silencio.
Una nueva vida comenzaba, al menos sería la tercera desde que pudo respirar por si mismo al nacer.
Un nuevo país, nuevos idiomas, un hogar al que se había tenido que acostumbrar y uno nuevo al que tendría que comenzar a ver como propio.
Atrás habían quedado sus amigos, sus costumbres y su familia. Se había tenido que alejar de todo para rehacer su vida por completo.
El golpe en la puerta de madera se oyó y sabien
do que nadie más allí comprendía su idioma, caminó hacia ella y la abrió, permitiéndole la entrada a las jóvenes que llevaban los barreños con agua humeante.
¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!