En las manos del Duque

Naruto (Anime & Manga) Fanfiction Nation (Podcast)
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En las manos del Duque
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Summary
A punto de cumplirse un año desde que la familia Uchiha llegó a su nuevo hogar, Itachi no lograba encajar entre todos aquellos habitantes. No lograba comunicarse con nadie al no saber su idioma y la insistencia de su madre por contraer matrimonio, lo hacían desesperar cada vez más.No tenía idea de quien era el segundo hombre que se había presentado a su hogar, pero por primera vez, intentó ser lo que su madre deseaba con tal de no arruinar aquella corta cita.*Si no es de tu agrado, por favor no leer.*No poner comentarios ofensivos.*Prohibida su copia.*La portada no es mía, solo la edité. Créditos a su respectivo autor.*Los personajes son creación de Masashi Kishimoto.*Historia 100% original.
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Chapter 5

La puerta fue golpeada, provocando un sonido lo suficientemente alto como para que lo pudiera escuchar desde su cuarto.

Alisó el kimono perfectamente doblado, con la intención de quitarle aquellas pequeñas arrugar que se le habían hecho, y se puso de pie para dirigirse a la salida.

Su hermano menor no había dejado de llorar en toda la noche, ya sabiendo que él debería partir temprano por la mañana.
Claro que Sasuke no tenía porqué conocer su descontento ante la situación. Suficiente había tenido con presenciar la discusión con su madre el día anterior.

Abrió la puerta con lentitud y con su mirada clavada en el descascarado marco, se inclinó en una reverencia ante la persona que tenía en frente.

—No haga eso.—La voz gruesa de un hombre hablando en un perfecto luxemburgués, lo hizo erguirse y con su espalda completamente derecha, observó al moreno que llevaba su cabello atado en una coleta alta.

Al reconocerlo, frunció el ceño confundido por verlo de pie en la puerta de su hogar. De fondo, el carruaje blanco con bordes dorados se mostraba orgullosamente detrás de aquellos hermosos corceles.

—Buenos días.—Habló el omega, mirando la mueca curiosa que se colocaba en el rostro del contrario.— ¡Sasuke!—Llamó al pequeño, sabiendo que era la única persona aparte de su madre que podría comunicarse.

El cabello azabache de su hermanito se asomó desde la puerta de su cuarto y bajó de inmediato, queriendo hacerse el fuerte ante la despedida.

Sus ojos hinchados y rojos por haber llorado hasta quedar casi sin lágrimas, volvieron a mostrarse brillosos cuando se acercó a Itachi.

—Te voy a extrañar.—Murmuró el infante enterrando su rostro en el estómago del mayor, sin prestar atención al hombre que los observaba con curiosidad.

—Tranquilo, aún no me voy.—Dijo acariciando su cabello.— ¿Recuerdas al señor?—Sasuke se alejó un poco para poder mirar al moreno que lo saludó con una sonrisa. El pequeño se inclinó con rapidez y asintió a la pregunta de su hermano.— Pregúntale que es lo que está buscando.—Pidió con amabilidad.

El niño se colocó entre ambos, aún temeroso de que aquel beta que se presentó el día anterior con el joven duque, pudiera estar allí para alejarlo de su único hermano.

—¿En qué lo ayudamos?

Un suspiro salió de la boca del hombre antes de sonreír.

—Estoy buscando a la señora Uchiha.—Habló finalmente. Sus ojos marrones se enfocaron en el cansado rostro del adolescente y no pasó desapercibido para él, la marca ya violácea en la blanca piel de su mejilla.— ¿Se encuentra? Soy el mensajero del duque Uzumaki.

Sasuke asintió. Tomó la mano de su hermano y lo hizo a un lado para que el recién llegado pudiera ingresar a su hogar.

Iruka lo vio alejarse con pasos cortos y apresurados. Giró su mirada al joven que lo miraba incómodo desde su lugar.

Itachi sujetó su cabello, comenzando a jugar con él sin saber que podría decirle al no conocer su idioma. No se veía cómodo con el pensamiento de dirigirse a su cuarto nuevamente y dejar a la visita solo en la entrada de su hogar.

—¿Puede entenderme? —Preguntó finalmente.— ¿Gusta tomar asiento?

El moreno lo miró por un momento e inclinó su cabeza hacia un lado, indicándole que no lograba comprender sus palabras.

Ante la frustración, Itachi se dirigió hacia el viejo sofá en el centro de la pequeña sala y lo señaló con una de sus manos. Acto seguido, se sentó en el esperando a que el mayor lo imitara.

El beta soltó una suave risa antes de negar con la cabeza, algo divertido por la forma en la que aquel omega intentó que comprendiera.

Mikoto apareció de un momento al otro, inclinándose ante Iruka y haciéndolo sentir incómodo al no estar acostumbrado a ese actuar hacia su persona.

Sea bienvenido, señor.—Dijo la mujer con respeto.— ¿En qué puedo ayudarlo?—El beta giró su mirada a ambos chicos, esperando a que la dama captara su mensaje sin emitir palabra.— Vayan a la habitación.—Pidió con seriedad.— Termina de alistar tus cosas y baja, Itachi, no deben tardar los hombres del conde Danzo en recogerte.

Cuando los hermanos desaparecieron de la sala escaleras arriba, Iruka clavó sus ojos en la fémina que apretaba su vestido con nerviosismo.

Lamento haber llegado sin avisar, pero quiero creer que sabe el motivo de mi visita.—Mikoto permitió que su mirada viajara al rededor de la pequeña habitación en busca de una respuesta.— El duque Uzumaki me envió como su mensajero para concertar su matrimonio.—Sus manos viajaron hacia su espalda y caminó al rededor de la mujer, notando el nerviosismo que recorría su cuerpo de repente.

—Yo...

—¿No está dispuesta a aceptar?—Preguntó interrumpiéndola.— Creímos que su intención era que su alteza encuentre en su hijo a la esposa que buscaba. 

Mikoto negó con velocidad y bajó su mirada, clavándola en sus zapatos.

—Lo era, pero creí que su alteza no se sintió conforme con mi hijo.—Respondió finalmente.

Iruka caminó unos pasos más hasta acercarse a la mujer que permanecía de espaldas a él, provocando el sonido tintineante de las monedas de oro que se ataba en su cintura en una pequeña bolsa de tela.

—Lamentamos mucho que ese haya sido el mensaje que recibió cuando nos marchamos.—Comentó de repente.— Pero debe entender que el duque no tenía absolutamente nada que entregar en ese momento. Creyó conveniente enviarme el día de hoy para no perder la oportunidad de tener a un buen omega a su lado.—Halagó.

Mikoto mordió el interior de su mejilla. Ciertamente, el hecho de que su hijo se convierta en el esposo del duque era demasiado tentador, sobre todo cuando tenía la oportunidad de poder dejar aquella vida humilde al conseguir que Itachi se integrara en esa nueva familia.

Sin embargo, a pesar de que el título noble de Danzo era mucho menor que el del joven alfa, el conde ya había pagado por la aceptación de aquel matrimonio. Si aceptaba ¿Cómo le diría que no podría obtener a su hijo? Ya tenía pensado en que gastarse aquellas monedas que había recibido.

Por favor, perdóneme.—Habló en un murmullo.— Pero no podré aceptar que mi hijo se case con el duque.

Iruka elevó una ceja y soltó una suave risa, más parecido a un bufido de fastidio por la situación.

Aclaró su garganta y caminó nuevamente a su lugar, quedando de pie frente a la fémina. Su duque le había pedido hacer lo necesario por tener a ese omega y estaba seguro de que se tendría que esforzar si quería complacerlo.
Por fin, después de tanto insistir, el monarca se había interesado en una persona con la cuál había decidido al instante concretar un compromiso. Demasiado tiempo había estado pidiéndole, siquiera, la oportunidad de conocer a un posible candidato con el cual dirigir en su mandato y no pensaba tirar a la basura la única oportunidad.

Clavó sus ojos en la mirada indecisa y culpable de la dama. Seguiría creyendo que para que alguien consiga la aceptación a que su propio hijo sea entregado en matrimonio, debería haber un esfuerzo demasiado grande. Aún así, las palabras de su duque llegaron a su memoria y vaya que no se equivocaba.

—Debo suponer que sus palabras significan que el joven omega ya se encuentra comprometido.—Aseguró recibiendo un asentimiento de Mikoto.— No me interesa el saber con quien, aún cuando estoy seguro de conocer a esa persona. Solo necesito conocer el valor por el cual lo obtuvo.

La dama apretó su mandíbula mordiendo con más fuerza su mejilla y sintiendo el sabor metálico de la sangre al mezclarse con su saliva.

Giró su mirada para no mirar al beta fijamente y aún así, Iruka no fue capaz de ver en sus ojos ni una pizca de culpabilidad o remordimiento.

Cincuenta monedas...—Soltó a medias en un susurro.— El conde me entregó cincuenta monedas de oro para concertar un matrimonio.

Las cejas oscuras del beta se elevaron en dirección al inicio de su cabello y por un momento se quedó sin palabras.
¿De verdad había entregado a su hijo por solo cincuenta monedas? Teniendo en cuenta que a alguien de su humilde posición le servía demasiado, no podía entender siquiera como alguien podía darle un valor tan bajo a la vida de su propio hijo.

Sabía que al llegar al castillo, su duque le preguntaría por lo ocurrido y él no podría mentirle. Naruto odiaba las mentiras y siempre observaba con atención los rostros de todos aquellos a los que se dirigía por un asunto importante, solo para estudiar sus gestos.
Iruka sabía como era. Desde niño hacía lo mismo por la enseñanza que su madre le había dado y por su poder actual, no podía verse capaz de confiar en cualquier persona.

Si el duque llegaba a percibir su mentira, su lengua sería cortada justo como se lo había informado cuando él mismo aceptó conocer al joven omega. Siendo que lo conocía desde niño o no, no le interesaría. Jamás perdonaría un engaño y mucho menos, de alguien en quien confiaba tanto.

Que los dioses se apiaden de esa mujer cuando descubriera el valor que le habían puesto a la vida de ese joven que le interesaba.

—Le ofrezco el doble aquí y ahora.—Dijo con firmeza. Llevó sus manos a su cinturón y desató una cuerda de cuero que lo unía al trozo de tela.— Cien monedas de oro para asegurar el matrimonio de su alteza.

Mikoto abrió sus ojos con sorpresa y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios.
Sus manos se movían con ansiedad, queriendo resistirse a quitarle la pequeña bolsas de las manos y verificar que aquella cantidad fuera la correcta.

Al diablo el conde. Le devolvería cada moneda y se disculparía con él por no haber cumplido.
Sería humillante para ella, pero tenía la oportunidad de que en un futuro pudiera tener la vida de riqueza que su familia merecía. Bien sabía que la única oportunidad de llegar a ella iba a ser por el matrimonio de su primogénito con un buen alfa.

Yo...—Habló dudosa.— Supongo que puedo disculparme con el conde.—Una sonrisa de dientes se extendió en su rostro y tomó la bolsa con monedas que Iruka le extendía en su dirección.— Mi hijo tiene sus pertenencias preparadas, no habrá problemas si desea que lo acompañe para acostumbrarse a su nuevo hogar.

Iruka soltó un suspiro antes de asentir. Fue una verdadera sorpresa saber que el joven ya tenía todo arreglado para salir de su hogar y no pudo evitar pensar con molestia, lo rápido que esa mujer se movía.

Mikoto desapareció escaleras arriba y volvió a bajar con un largo cofre de madera tallada en sus manos que no parecía pesar demasiado. Detrás de ella, bajó Itachi cargando a su pequeño hermano.

—¿Eso es todo lo que llevará?—Preguntó luego de reverenciar al omega, quien lo miraba algo aturdido por las escasas palabras con las que su madre le había comunicado que se iría al castillo del duque.

Lo más necesario.—Concordó la dama.

Iruka asintió y tomó el cofre para poder salir al exterior y entregárselo a uno de los guardias con la intención de que lo acomode en el carruaje.

Se acercó al par de hermano con cuidado y suavemente acarició la cabeza de Sasuke, quien se mantenía aferrado al cuerpo del mayor sin querer dejarlo ir.

Todo está bien, pequeño.—Habló con suavidad.—Tu hermano vendrá conmigo hoy, pero puede visitarte cuando él lo desee e incluso, puedes ir tu a conocer su nuevo hogar.—Sasuke lo miró por un momento, con sus mejillas empapadas de lágrimas y sus ojos inundados ante el inminente despido.—Es un lugar muy grande y tu hermano estará feliz de verte allí. Además, tenemos muchos caballos, no dudo en que su alteza o tu hermano mayor te llevarán a dar un paseo en ellos.

 El infante asintió con una débil sonrisa. Sabía que se debía despedir de él en ese momento y era lo que menos quería.

Él ya no me preparará las comidas que me gustan.—Dijo con la voz quebrada.— ¿Quién va a jugar conmigo? ¿Quién me va a contar el cuento que tanto me gusta?

Iruka tragó saliva, queriendo hacer desaparecer el nudo que se había formado en su garganta.
Sus ojos enfocaron al omega mayor que mantenía su labio inferior apresado entre sus dientes para evitar que las lágrimas que ya se acumulaban en sus ojos, finalmente salieran.

Depositó en las regordetas mejillas de su hermano menor el mismo beso que siempre le daba, aquel sonoro que lo apretujaba con fuerza y lo obligaba a cerrar uno de sus ojos.

—Prometo que en cuanto me instale, vendré a verte u obligaré al duque a que venga a buscarte para que te quedes unos días conmigo ¿Te parece? —Dijo Itachi, queriendo transmitirle confianza y tranquilidad.

El niño asintió, con su boca formando un puchero y sus lágrimas derramándose hasta llegar a su mentón.

Sasuke infló su pecho al inhalar aire y lo soltó lentamente para poder calmarse. Su hermano merecía sonrisas, no lágrimas a pesar de que estas no las podía evitar.

Se que mi madre dijo... que debe llevar lo necesario, pero le gusta mucho leer.—Comentó mirando a Iruka.— Puse todos los libros... en otro baúl porque nadie más los lee. ¿Podría llevárselos?—Dijo con dificultad.

El beta asintió con una temblorosa sonrisa y Mikoto se vio en la obligación de subir para buscar aquella caja que permanecía a un lado de la cama de su hijo.

Con un carraspeo, el moreno aclaró su garganta y suspiró para dejar ir la tristeza. No recordaba cuando fue la última vez que se había despedido de alguien, o siquiera, si lo había hecho en algún momento de su vida.
No tenía hermanos y siempre vivió en el castillo, incluso cuando Minato era el duque. Era triste tener que presenciar la despedida de esos hermanos que tanto se querían, aún cuando su alteza le había comentado aquello.

Ya está todo listo.—Dijo Mikoto una vez que volvió, observando como el beta llevaba el segundo cajón hacia el carruaje. Sus brazos rodearon a ambos hermano y los apretujó hacia ella.— Espero que sepas comportarte, porque una oportunidad como esta no pasa siempre ¿Entiendes?— Habló en un susurro en el oído de su primogénito, quien solo asintió al oír la seriedad en la voz de su progenitora y la amenaza escondida.

Tras un último abrazo acompañado por el beso en la mejilla que le dio a su hermano, salió de su casa para dirigirse hacia el carruaje blanco.

—Espero que no se arrepienta de la decisión.—Dijo Iruka con seriedad antes de subir y sentarse a un lado del omega.

Itachi no prestó atención, simplemente porque por más que lo deseara, no entendía ni una sola palabra de todo lo que ese hombre había dicho.

Corrió la fina cortina que tapaba el cristal de la ventana y saludó con su mano a Sasuke, quien lo miraba de pie debajo del marco de la puerta y agitaba su mano con una triste sonrisa mientras observaba el vehículo alejarse cada vez más.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

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