![So Simp [Yandere! Uchiha Obito]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
xcix. viva
Cuando Obito volvió a abrir sus ojos, su cuerpo estaba empapado en sudor y su cuerpo exudaba una intensa aura asesina, sus pupilas contraídas miraban con una mirada viciosa hacia la nada, como si de algún modo, él pudiera matar el mismo espacio y deformarlo para extinguirlo entre sus manos. Sus ojos negros como la brea empezaron a burbujear de un siniestro carmesí y el Mangekyo Sharingan se presentó en su máximo esplendor.
Obito sintió una suave calidez a su costado y escuchó un dulce gemido que le hizo cosquillear la punta de las orejas, sus ojos carmesíes asesinos se fijaron en la suave figura dormida a su lado y todo signo de malicia desapareció tan pronto como sucedió. Sus manos temblorosas y ligeramente pálidas acariciaron el hermoso rostro dormido de su pequeña mujercita y su corazón lleno de violencia se calmó a una velocidad sorprendente.
Volviendo a acostarse al lado de su preciada noviecita -se había sentado en la cama inconscientemente listo para atacar y retorcer cuellos-, Obito la presionó contra su cuerpo, colocando una de sus piernas entre los suaves muslos de Jin y empezó a besar todo su rostro lentamente, tomando su tiempo para saborear la piel sonrojada por el sueño de su preciosa mujercita.
Sus besos descendieron por su pálido cuello lentamente, sus dientes mordisquearon con ligereza su delicado punto débil y lentamente la puso de espaldas a la cama a la vez que él se cernía sobre ella, creando sombras oscuras y ominosas con su voluminosa estructura sobre la pequeña y suave mujer.
Orbes carmesíes grabaron lenta y cuidadosamente cada rasgo de Jin, lentamente las imágenes superpuestas de lo que hubiera sido la vida de Jin sin él empezaron a aparecer en su mente. La diferencia era brutal, demasiado animal como para siquiera ser consideradas la misma persona.
Sus manos recorrieron su cuerpo dormido, tanteando su cuerpo empezando por los fuertes, pero delgados brazos de su mujercita, los cuales estaban llenos de músculos gruesos y densos debajo del toque de sus dedos, un claro indicio de como su amada y preciosa novia estaba obsesionada con poner sellos imposibles y, para no dejar de entrenar, incluso pondría sellos de gravedad y peso en su propia ropa, para que incluso con cosas vanas como mover sus brazos, haga el doble o triple de esfuerzo, asegurándose de ir aumentando el peso paulatinamente semana tras semana -Una especie de retorcido tributo para el dúo de padre e hijo adictos al entrenamiento, brinda honor al caído entrenando incluso en sus días de descanso-.
Su mente aún estaba hecha un lío, incluso si sus manos tocaban sus muñecas con huesos duros y bíceps con músculos firmes, sus ojos traicioneros le mostraban las delgadas extremidades de esa Jin, la Jin que siguió obedientemente los pasos de su madre como una esposa perfecta para un marido imbécil.
Sus pulgares acariciaron sus antebrazos, lizos de cualquier daño irreparable que crearan los castigos de la neurótica y desquiciada mujer sádica que era su suegra.
No eran brazos delgados y heridos que podrían romperse ante la más mínima presión, eran brazos de alguien fuerte que ha sido curtido en la batalla, los brazos de una Kunoichi fuerte en batalla y hábil en combate, una persona con inteligencia que sabe cómo utilizar la fuerza de su cuerpo, no eran esos brazos de fideo que podías vislumbrar fácilmente los huesos frágiles de sus codos y muñecas.
Sus dedos tamborilearon por los gruesos y fuertes brazos de su novia -Jin una vez los había cargado a él y a Kakashi en sus brazos para que dejaran de pelear… pero entonces empezaron a pelear en sus brazos como un dúo de niños chiquitos y mal portados, al menos hasta que Rin los golpeó contra el pavimento-, no como los de ese fantasma en desgracia que vio -No como esa Jin, no como esa mujer que parecía que en cualquier momento caería muerta, no como esa mujer que recibía palizas a diario a cambio de que no tocaran a sus hijos que nacieron producto de su abuso-.
Sus manos apretaron suavemente sus hombros redondos con carne y músculos en ellos, no esos hombros sobresalientes que mostraban un lado frágil y enfermizo -moribundo-.
Las uñas de sus dedos rascaron suavemente la clavícula de Jin, incluso si estaba un poco marcada, era muy ligera en comparación de la clavícula de ese fantasma en pena a la cual podía ver ambos extremos de sus huesos, el valle de sus senos liso sin la enfermiza sensación de hundimiento de la piel pegada a los huesos.
No… los ojos de Obito se fijaron intensamente en los amplios senos de Jin y tomó ambos entre sus manos, apretándolos, pesándolos… si… esta era la sensación correcta, como su suave y tierna carne se derramaba de sus dedos y manos, no como esos senos ligeramente inferiores -pero aun así muy bonitos, Obito, no importa en qué dimensión se encuentre, encontraría a Jin como el ser más perfecto y bello del universo- y más influenciados por genética que por una alimentación saludable y balanceada. No, estos eran los senos de su precioso ángel, llenos de carne y grasa que se desbordaba por los costados de sus dedos, que era agradable de tocar tal cantidad de agradable piel suave y rellena porque su pequeña deidad era una glotona que disfrutaba de la comida y tenía más carne en sus huesos.
Jin gimió suavemente y se removió en la cama, sus senos de frotaron ligeramente contra las palmas cálidas y duras de Obito y soltó un suave gemido.
Obito miró a su preciosa Jin y continuó, sus manos soltaron sus senos y ella soltó un quejido suave por la pérdida de calor en sus senos, pero continuó dormida. Su sueño siempre ha sido tan pesado… tan confiada en que estará a salvo…
¿Por qué había tanta diferencia?
Su preciosa Jin era como un gatito gordo y satisfecho, juguetón y confiado, mientras que esa otra Jin era un ratón asustado que estaba en sus huesos.
Huesos… Obito levantó el top de Jin bruscamente, haciendo que sus senos rebotasen ligeramente y se liberasen de la suave tela rosada con fresas, pero a Obito no podía importarle menos la erótica vista de los grandes pechos de su amada mujercita rebotar lascivamente, no, de hecho, elevó sus senos para mirar fijamente sus costillas.
No sobresalían.
Incluso si pellizcaba un poco, lo único que sus dedos encontrarían sería piel, grasa y musculo, no huesos duros y piel que era como una lámina de papel, las costillas de Jin no eran para nada visibles y Obito soltó el aliento que inconscientemente estaba reteniendo.
Sí… así es como debería ser, su precioso ángel nunca descuidaría sus comidas, ¿Cómo lo haría? Ella era una fiel seguidora de la comida, si no fuese porque sabe que Jin y Banri son padre e hija, bien podría sospechar que Jin pertenece secretamente a la familia Akimichi.
Mirando su abdomen liso y suave, Obito acarició la piel desnuda mirando como incluso si era delgado y liso, su vientre no estaba hundido hacia sus costillas, no, de hecho, incluso tenían ligeramente marcados algunos músculos, los cuales apretó y pellizcó ligeramente viendo su abdomen y sintiendo la densidad de la musculatura debajo.
Sus ojos lentamente miraron las amplias caderas de Jin y no pudo evitar suspirar mientras besaba su abdomen con adoración, sus amplias caderas no eran huesudas y sobre salientes, no, estas eran….
Obito apretó suavemente sus caderas y sintió como incluso si apretaba un poco más fuerte, no necesariamente sentiría los huesos de sus caderas, por lo que suspiró aliviado y miró la tentadora línea de sirena de Jin. Su precioso ángel compasivo no tenía una línea se sirena provocada por sus huesos sobresalientes, sino que era por el puro musculo liso y trabajado.
Los orbes carmesíes de sus ojos miraron los mulos regordetes de Jin y sintió que así es como deberían verse sus muslos, gruesos y pesados, llenos de abundante carne y tan rellenos, que chocaban suavemente al caminar, haciendo que su preciosos ángel se queje de vez en cuando sobre las rozaduras de sus muslos y como debería de encontrar un sello para su problema, solo para ser regañada por todo el mundo para que dejara de “solucionar” todos los problemas con sellos -Obito tenía que admitirlo, su preciosa mujercita era una adicta a los sellos, Obito teme que si un día los sellos dejaran de funcionar, Jin tuviera un colapso-.
Cielos, incluso si una cañería se rompiera, lo más probable es que en vez de llamar al plomero, Jin simplemente pondría un sello y se olvidaría del problema… una pequeña risita escapó de sus labios al pensar en ello.
Su preciosa mujercita era tan predecible…
Bajando su mirada de sus regordetes y tentadores muslos, Obito no pudo evitar pellizcar sus muslos por pura codicia. Sus ojos fijos escanearon las pantorrillas firmes y fuertes de Jin, alzándolas para mirarlas con sumo detalle, sus dedos examinando cuidadosamente su piel sin encontrar ninguna marca roja o cicatriz en sus preciosas y lechosas piernas, no, solo duro musculo.
Apretando ligeramente sus pantorrillas Obito se sorprendió ligeramente y luego miró las enormes botas de combate de Jin… ¿Cuánto peso les puso a esas cosas? ¿Una tonelada? La cantidad de musculo en sus pantorrillas… Obito se estremece, no quiere ser partido en dos de una patada, gracias.
Murmurando para sí mismo que lo mejor para él sería no provocar a Jin, Obito finalmente observó nuevamente a su Jin, no el fantasma de una Jin sin él, sin los cambios provocados al interesarla en el camino shinobi.
Sintiendo su corazón cálido, Obito no pudo evitar besar los labios de Jin hasta quedarse sin aliento, su boca codiciosa intentando devorar por completo a Jin y mantenerla segura en su vientre.
Jin se despertó por la falta de aire y sus ojos nublados miraron la borrosa figura oscura que se cernía sobre ella, una lengua estaba invadiendo su boca y acariciando cada parte de ella como si intentase comérsela, por lo que su mente, lenta por la falta de aire y por el sueño profundo, volvió a cerrar sus ojos y sus manos débilmente se posaron en los hombros del hombre que se cernía sobre ella, sin saber si lo estaba acercando o intentando alejarlo.
Respirando nuevamente, con las mejillas sonrojadas y tosiendo un poco, Jin miró aturdida el techo y parpadeó antes de alarmarse, ¡Un hombre la estaba besando! ¿Cómo demonios se coló en su habitación? Peor aún, ¿En su cama? Su mente trabajó a toda rapidez y la instantánea respuesta de lucha o huida se prendió en su cuerpo, los sellos en su muñeca ardieron dispuesta a encenderlos y tomar sus Tessen para cortarle la garganta a quien sea el bastardo que se coló en su cama.
Entonces, sintió una presión abrumadora presionarla contra su cama y sus ojos volvieron hacia el rostro oscuro y oculto en las sombras, su expresión solo se calmó al ver esos atemorizantes ojos rojos, pero su conocido patrón solo hizo que ella suspirara aliviada.
—Obito… —murmuró Jin y, perezosamente, sus manos rodearon el cuello de Obito mientras atraía el bonito rostro de Obito hacia sus senos—. Es muy tarde, déjame dormir —murmuró Jin, toda defensa derribada en un instante, el sueño volviendo a apoderarse de ella.
Derribando a Obito con una de sus piernas, Jin abrazó la cabeza de su novio como si fuese un peluche contra sus senos, mientras que una de sus piernas descansaba sobre las caderas del Uchiha.
Tonto Uchiha, despertándola en mitad de la noche.
¡Hum! Jin lo ahogaría entre sus senos, para que sienta la desesperación de quedarse sin aire y asustarse como ella.
Acurrucándose contra Obito, Jin volvió a babear sobre su almohada -y por suerte no babeo a Obito-.
Obito, tieso por el repentino estallido de ferocidad de Jin, reaccionó lentamente mientras sus manos vagamente acariciaban la cintura de Jin. Bueno, en esta posición puede escuchar claramente los latidos del corazón de Jin, entonces, ¿Quién era él para negarse a tan generoso trato?
Ocultando su rostro contra los senos de su amada y frotando un poco su cara, Obito se acordó que le había subido el top en su estado aturdido y desesperado por culpa de esa horrible visión de su Jincita muerta, por lo que ahora básicamente Jin tenía los senos desnudos y el top por encima.
Tragando saliva, Obito baja lenta y cuidadosamente el top de tirantes de Jin y mete su cabeza nuevamente entre sus senos desnudos, relajándose al escuchar el latido del corazón de su pareja.
Ella era cálida.
Ella era suave.
Ella estaba… viva…