![So Simp [Yandere! Uchiha Obito]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
xciii. información
Cuando Sakumo irrumpió en el laboratorio de Orochimaru para leer la investigación sobre el amor Uchiha, sinceramente no sabía qué esperar.
Sus nervios eran un desastre, toda la situación anterior lo tenía de mal humor, su poco control casi le cuesta la vida del chico Uchiha y, sin querer, había terminado mostrando un lado súper desagradable a su querido esposo, al punto en que Banri seguramente estaría tan enojado con él, que empezaría a trabajar en exceso para relajarse.
Con lo que le había costado alejar a ese adicto al trabajo de su escritorio.
Con un suspiro pesado, lleno de sentimientos comprimidos, Sakumo se sentó a leer los diversos pergaminos; gráficos, ejemplos y diarios que le entregó Orochimaru. El azabache de ojos dorados simplemente lo miró de reojo por el rabillo del ojo y, a pesar de que estaba frustrado con su flagrante falta de respeto y educación hacia su persona por meterse en su laboratorio sin invitación y de una manera tan agresiva, Orochimaru aun así complació sus demandas una vez que le explicó vagamente que Obito y Jin estaban saliendo
Orochimaru siguió haciendo lo suyo, estaba tan cerca de un nuevo avance que estaba inmerso en su propio mundo, pero no se olvidó de observar de reojo a Sakumo de vez en cuando. Como el único miembro de los Sannin con un poco de cerebro -o un genio medio loco, entre una mujer con problemas de ira y la fuerza de un titan y un perdedor pervertido con una fuerza asombrosa-, podía entender más o menos lo que sucedió con solo unas cuantas palabras.
Honestamente, mientras más investigaban sobre le “amor” Uchiha, más esperaba que Jin se rindiera con el pequeño psicópata en progreso. No solo algunas de las costumbres Uchiha eran… despiadadas, por decir algo, sino que las más graves eran faltas importantes a cualquier dignidad humana básica que ni siquiera él cruzaría.
Eran maniáticos, obsesivos, delirantes, impulsivos, dependientes y paranoicos, no importa desde qué filtro rosa lo vea Jin o los propios Uchiha -en este punto Orochimaru se llega a preguntar si Jin, de alguna manera, está relacionado con los Uchiha, como para encontrar romántico o tierno algunos de estos aberrantes y cuestionables comportamientos-, para Orochimaru representaban una cierta amenaza hacia las personas comunes o civiles, pero lo que realmente le sorprende bastante, es que incluso esos locos psicóticos pudieran encontrar parejas fuera de su desquiciado clan.
Bueno, no es de extrañar que las parejas fuera del clan fueran mujeres sumisas, a las cuales un Uchiha no tendría que decir mucho para encerrarlas en sus casas con sus hijos y que sean sus esposas amas de casa, pero en el caso de las mujeres, ellas suelen tener cierta mala suerte en ese aspecto.
Celosas, controladoras y paranoicas, no hay muchos hombres que las aguanten por mucho tiempo, claro está, a menos de que sea una dulce y comprensible Kunoichi que amenazaría de muerte a las posibles rivales -a espaldas de su querido, para no causar un susto o disgusto que lo pudiera alejar de ella- que quieran quitarle a su esposo y padre de sus hijos -porque sí, esas mujeres son más aterradoras que los hombres Uchiha. Una vez que encuentran al hombre de sus sueños y este les corresponde, no dudaran en amarrarlo con un crio esté o no planificado por ambos-.
Orochimaru realmente se sorprende por lo cuidadosas que son las costumbres Uchiha sobre criar a su pareja hasta embarazarla, tienen uno de los mejores calendarios de ovulación que ha visto jamás, tan detallados, tan específicos y perfectos, que incluso podrían calcular con precisión los minutos en que sería el máximo potencial para dejar embarazada al cien por ciento a la mujer.
Tal vez si los Uchiha no fueran tan recelosos con sus cosas, la tasa de natalidad de Konoha se habría disparado por los cielos si su método de cálculos para cada caso en específico de la mujer que quiere quedar embarazada se hiciera de dominio público.
Orochimaru se estremece ante ese pensamiento.
Tan malditamente obsesivos con eso de reproducirse, no es de extrañar que los Uchiha sean tan reacios a ponerse los sellos anticonceptivos.
Lo cual es bastante irónico, porque gracias a esos sellos esta aldea sigue siendo Konohagakure en vez de Uchihagakure.
Con un tarareo ligero, Orochimaru se preguntó en cuanto tiempo Jin estaría encerrada en la casa del hombre criando a los mocosos Uchiha. Agilizando sus manos, Orochimaru estimó que no debería tomar más de tres o cuatro meses antes de que Obito le pidiera matrimonio a Jin y esta, tontamente, aceptaría.
Tendría que acelerar su investigación, aun había muchos sellos que necesitarían crear con Jin antes de que ese Uchiha la encierre en su hogar y no le permita ver a nadie que no sean sus hijos o él mismo.
Mientras tanto, Sakumo se encontraba leyendo cada pergamino, diario, libro y cualquier cosa relacionada al “amor” Uchiha, incluso los libros literarios clásicos y de dominio público, como poemas, canciones y guiones para obras de teatro. Cuanto más leía, más podía hacerse una idea vaga de lo aterrador que eran estos sentimientos Uchiha.
En especial cuando Orochimaru a espaldas de Jin hizo que un Uchiha lo metiera en un genjutsu para hacerlo sentir como él se sentía por un día -el pobre chico Uchiha estaba extrañado e incómodo, pero como le pagaron y era un superior el que se lo ordenaba, lo hizo de todas formas-, lo que terminó en que el Sannin despejara el genjutsu a las tres horas de experiencia, reflejando todo lo que sintió en el pergamino.
Sakumo no sabía que pensar, no veía en absoluto un buen futuro para su pequeña Jin según lo que decían estos pergaminos, pero a su vez, veía uno de los futuros más simples y felices que podría tener su pequeña hijastra. No hay manera de que Jin decidiera dejar el camino shinobi por su propia voluntad, no es como si Sakumo la quisiera fuera de este, por el contrario, él la apoyaría activamente, el único problema es que Jin tiene esa predilección por tomar más de lo que puede y termina causando mucho caos en cada una de sus misiones
-Jin no tiene la culpa, es solo que siempre sucede algo para cagarle las misiones, como cuando hizo esa misión con Rin-.
Honestamente, en este punto, tal vez sea que ella hizo un pacto con el Shinigami o algo cuando lo invocó sin querer y se hicieron, de una forma retorcida, amigos. Los Uzumaki adoraban al dios de la muerte, en ello se basaba prácticamente toda su cultura y religión, el mundo los conocía por sus terroríficos sellos que remodelaban la realidad misma y desafiaban las leyes de este mundo, pero también era bien conocida la suerte Uzumaki.
Podría ser muy afortunado en algunos momentos, casi milagroso y luego tener un gran desastre que, si no tenían la fuerza o la voluntad suficiente, terminaría arrastrándolos hasta el fondo y el Shinigami guiaría su alma al otro mundo.
Aunque las ultimas misiones de Jin han sido relativamente seguras, sin ningún incidente destacable -no es como que nadie sepa que Obito la había estado acechando y eliminando sistemáticamente todas las posibles amenazas para su querida Jin-, Sakumo no puede evitar sospechar que quizás la loca suerte buena y mala que tiene se deba toda a su cercanía con el dios de la muerte.
Apretando los puños ligeramente, Sakumo lee con atención y seriedad los pergaminos culturales sobre los Uchiha sintiendo su cabeza mareada.
La importancia que le dan a tener hijos es casi enfermiza, más que el “mostrar su amor” es más prácticamente “No me dejarás jamás”, una muestra obsesiva de control sobre su pareja, en el caso de los hombres es un claro “no podrás escapar de mi embarazada, ¿quieres que quienes están en contra de nuestro clan te secuestren y se aprovechen de ti? ¿Quieres que otras manos y otros cuerpos te utilicen para sacarle los ojos a tus hijos? ¿Qué dirán de una madre soltera, eh?” y en el caso de las mujeres es un “¿Dejarás a tus hijos desentendidos? ¿Solos, abandonados…? ¿Con alguien a quien solo le interesas tú? ¿Acaso no tienes los huevos suficientes para hacerte cargo? Tengo el control sobre mi cuerpo, puedo hacer lo que quiera con él y con nuestros hijos, si te vas…”
Sakumo hace una mueca de desprecio.
Son repulsivos, sus sentimientos tan intensos, tal arrolladores y alocados, tan enfermizos…
Y a su vez…
Inconscientemente los ojos de Sakumo viajan a los diarios de algunas parejas. Tan enfermos como son algunas parejas Uchiha, otras son simplemente rayos de sol. Personas que se aman obsesivamente, pero no lastimaban a nadie ni se lastimaban entre sí, se dedicaban enteramente el uno al otro mientras cuidaban a sus hijos de una forma amorosa y duradera, su vida empezaba y terminaba con su pareja, si su pareja muriera antes, toda esa atención y amor se centraría en sus hijos hasta su ultimo respiro, asegurándose que “el rastro que dejó mi amado/a” o el “fruto de nuestro amor” perdure para siempre.
Sakumo muestra una expresión de conflicto en su rostro.
En este punto, simplemente le queda demasiado claro que Obito se ha estado autoengañando diciendo que ama a Rin para no aceptar lo obsesionado que ha estado de Jin desde su infancia. Lo más probable es que debido a que no era muy querido dentro de su clan debido a su conexión con el traidor, su bisabuelo, Uchiha Madara, y su falta de habilidades shinobis junto con ser un poco torpe y lento, él inconscientemente sabía que de quién se enamorara, recibiría una grave falta de respeto, en especial al pertenecer fuera del clan.
Rin, en ese aspecto, era una chica fuerte, no le importaba en absoluto lo que dijeran de ella porque su determinación era más fuerte, ¿Pero Jin?
La primera vez que Obito vio a Jin y la conoció fue cuando ella estaba llorando porque otros niños la habían estado acosando -Jin lo retrataba como su héroe, podías ver desde Kumo los corazones que salían de su cabeza-. Jin era una frágil rosa de invernadero, que, ante el más mínimo descuido, perdería su color y fragancia mientras se marchita bajo las injusticias de este mundo cruel.
Por otro lado, tenemos a Rin, que a pesar de ser tímida y amable con un tinte de sumisión -al menos en su infancia, ahora podría enviarte a partir montañas-, ella tenía un corazón fuerte y determinado, una persona que seguiría hacia adelante a pesar de las dificultades que se le presentasen.
Rin, Jin.
Nombres tan similares.
Incluso si Obito se equivocara al decir su nombre, cualquiera lo pasaría de largo creyendo que escucharon mal, era perfecto para ocultar algo.
Pensando en ello, la mirada de Sakumo se pierde mientras miraba hacia la nada, frente a él una pared en blanco.
Obito seguramente se autoconvenció y engañó a si mismo con que Rin era la persona que más amaba en este mundo que solo le traía tristezas y que solo era Rin quien lo apoyaba, cuidaba y se preocupaba sinceramente por él. Se engañó a sí mismo una y otra vez, pero las insistencias de Jin sobre amarlo, cuidarlo y ayudarlo perduraron lo suficiente como para romper el control sobre la bestia que se escondía detrás de una complicada e intrínseca tela de araña hecha de gruesas cadenas de metal hasta que se liberara, listo para tomar lo que siempre la ha pertenecido.
Pensando en el pasado, Sakumo no pudo evitar darse cuenta que la pista siempre estuvo ahí.
Todas y cada una de las veces en que sus instintos alarmados gritaron por ser escuchados y él ignoró… cada maldita vez…
Todos estaban intentando alertarle sobre la obsesión de Obito.
Recordando el pasado, Sakumo se dio cuenta de cuantas miradas recibía de parte del Uchiha cada vez que estaba cerca de Jin, no era la admiración que intentaba fingir, no, quizás… ¿Estaba asegurándose de que no le fuera a quitar a su preciosa Jin? ¿Qué no le iba a robar a su futura esposa?
Día tras día, recuerdo tras recuerdo, no fue hasta que él empezó a coquetear con Banri y salir con él que Obito dejó de encender sus alarmas.
Ahora, Sakumo se da cuenta de que Obito no salió de la habitación aquel día que los regañó para contener sus lágrimas o su furia, no, sino que el pequeño Uchiha había salido para evitar asesinarlos a todos y poner triste a su pequeña futura esposa.
Cada-maldito-día mientras más recordaba, mientras más analizaba, Sakumo no podía evitar ponerse frío ante todas las pruebas que estaban allí.
Siempre detrás de ella como una sombra constante, ¿Era realmente Jin la que lo perseguía constantemente, o así era como sehacía ver? Día a día pegados el uno al otro, ¿Era Jin la que realmente iniciaba el contacto o era el Uchiha?
No hay recuerdo en donde las manos de Obito no estuvieran sobre el pequeño cuerpo de Jin, siempre sosteniendo sus manos, caderas, cintura, sus brazos, sus hombros, su espalda baja. No había, ni por un instante, en donde Obito no estuviera sus manos lejos de Jin, la cual parecía no ser muy consciente del constante toque de Obito hacia ella.
Sakumo recuerda como los ojos ónix de Obito siempre han estado observándola atentamente, siempre vigilándola, no dejando que ningún pequeño detalle se le perdiera de sus ojos oscuros. Siempre descartó esos destellos rojizos en los ojos de Obito, en especial cuando había algo relacionado a Jin, pero ahora que reconoce al pequeño psicópata que podría estarse ocultando detrás de su fachada amorosa, quizás eran breves momentos en que él encendía su Sharingan para grabar inconscientemente escenas de Jin.
Sakumo se estremece ligeramente.
Siempre creyó que ellos dos eran como hermanos muy unidos, creyó que en algún momento Jin se rendiría con Obito y encontraría otra pareja, por lo que cada uno tendría su propia vida, pero nunca dejarían de ser tan apegados el uno al otro.
Pero ahora… con toda esta información sobre los Uchiha en sus manos…
Sakumo fue directamente a la casa del patriarca Uchiha.
Era descarado, grosero y una gran falta de respeto, pero…
—No te recomiendo que vayas donde Uchiha-sama —habló Orochimaru a sus espaldas con su voz siseante—. No son tan indulgentes como yo, al menos podrías esperar a primera hora de la mañana.
—Pero… —Sakumo apretó los dientes mientras su expresión se complicaba.
—Entiendo que estés preocupado por Jin, de cierta manera, yo también lo estoy —Orochimaru se cruzó de brazos mientras se apoyaba contra la puerta y miraba la espalda del albino—. Pero no es agradable interrumpir a dos Uchihas que ya tienen dos hijos, ¿Verdad? Seguramente vayan por el tercero, si es que Mikoto-sama no decidió ponerse en sello anticonceptivo.
Los ojos dorados del Sannin se pegaron a la nuca del Hatake.
—Creo, que sería mejor que te apresuraras a casa para evitar que el Uchiha le ponga las manos encima a Jin. Lo más probable es que apenas declarados, ya se la quiera follar, ¿No? —Sakumo se tensó recordando como “descubrió” el noviazgo de ambos—. Ve mañana, lo mejor sería que hablaras con Mikoto-sama, ella es mucho más comprensible y racional que su esposo.
Orochimaru tararea ligeramente.
—… Kakashi está en la casa, seguramente no dejará que profanen a su hermana… —Sakumo ni siquiera miró al azabache.
—Claro, pero supongo que, por tu aura asesina y tu rabia apenas contenida al llegar, intentaste asesinar al pequeño obsesivo que va detrás de tu niña, ¿Verdad? ¿No es eso suficiente para darles un espacio a solas? ¿Excusa suficiente para pedir una “compensación”?
—… —el aura del Hatake que se prendió una vez más y Orochimaru negó con la cabeza.
—Incluso si intervinieras, sabes que no podrás separarlos —Orochimaru le da la espalda—. Puede que la misma Jin esté obsesionada con Obito, en este punto, no me sorprendería que se casaran tres meses después de empezar a salir o, que, de alguna manera, el chico Uchiha encontrara una forma de desactivar el sello anticonceptivo o, en su defecto, romperlo, para preñar a Jin y hacerla suya lo antes posible.
—…
—Si no quieres quedar como el malo, diría que fueses paciente… como siempre lo has sido, espera el momento justo para atacar, claro está, solo si te dan motivos para atacar —Orochimaru avanza unos pasos hacia su laboratorio mientras sus ojos dorados y rasgados similares a una serpiente se estrechan—. Ya sea una obsesión beneficiosa o dañina, nadie lo sabrá hasta al menos después de algunos meses.
—… lo sé… —habló por lo bajo el albino mientras caminaba por el sendero hacia su hogar.
Tenía demasiadas cosas que pensar, que procesar.
Necesitaba más información.