![So Simp [Yandere! Uchiha Obito]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
lxxxix. feliz
Obito, quien fue amablemente invitado a tomar el té por padre e hijo de la familia Hatake, se encontraba cómodamente sentado y atado en una silla, porque ambos albinos notaron que parecía algo inquieto y no podía sentarse recto, por lo tanto, siendo las personas amables y caritativas que eran, no podían permitir que el Uchiha tuviera una mala postura y a la larga tuviera problemas óseos, por lo tanto, ambos se encargaron de hacerle sentarse recto con los muslos juntos, la espalda pegada al respaldo de la silla y la cabeza elevada.
Viendo la expresión pálida y sombría que cargaba el Uchiha, los albinos se sintieron un poco aprensivos, así que decidieron que necesitaba un poco más luz para iluminar su expresión, por lo que amablemente le apuntaron con la lampara al rostro para iluminar su día y para acentuar y magnificar el efecto, apagaron todas las demás luces en la habitación a excepción de la que venía desde arriba y la que chocaba, digo, acariciaba el rostro del Uchiha.
Obito, encantado por la hospitalidad, temblaba agradecido sin saber que decir, mientras que por la emoción empezaba a sudar, estaba rodeado de tanbuenas personas y, por donde quiera que mirara, había alguien con sus ojos fijos en él dispuesto a “atenderlo” de la forma correcta.
O, Obito se encontraba rodeado del club de esclavos, digo, fans de la comida de Jin mientras que ambos albinos se encargaban de interrogar al Uchiha.
Mientras tanto, Jin, que por fin encontró un Oufit decente, decidió ir a cocinar algo. Como estaba contenta, Jin se decidió a que haría un gran banquete para celebrar su noviazgo con el Uchiha, después de todo, había estado enamorada del chico desde hace años y todos sus esfuerzos para seducir al ajeno hombre por fin dieron sus frutos.
Bueno, en realidad no hizo gran cosa para seducirlo más que pegarse a su presencia como una pulga se pega a su perro favorito, pero supone que Obito, siendo la perra de atención que era -porque Jin había notado eso hace mucho tiempo y era dolorosamente obvio para todo aquel que tuviera ojos- y lo hambriento de tacto que estaba -y que solo se dio cuenta del alcance de ésta hasta que la doblaron como pretzel y la rellenaron tanto que incluso los pavos de navidad y donas rellenas estarían celosas de ella-, Jin llegó a su corazón de una manera en la que Rin nunca lo haría con su implacable dedicación hacia él.
Después de todo, aunque Rin era una persona espectacular y muy amable, solo tenía ojos para Kakashi y nunca miraría a Obito como material para una posible relación, porque más que estar en la Friendzone, Obito estaba en la LittleBrotherzone.
Si, Rin le había dicho que Obito era como un hermano, si no, un hermano pequeño para ella.
Tarareando feliz por el inicio de su nueva y única relación amorosa, Jin empezó a movilizarse rápidamente por la cocina de un lado a otro y empezó a utilizar cada ingrediente que tuviera para hacer varias delicias típicas chilenas. En algún punto de su preparación, Jin se preguntó si debería de venderle las recetas a los Akimichi para tener contacto con dicho clan o dárselas a su padre, para que abra nuevos restaurantes y expandir el negocio.
Mmm… ¿Quizás debería hacer un convenio o algo? Para que tanto su padre como los Akimichi se beneficien de su memoria para recordar comidas.
Ya a medio día, alguien se atrevió a entrar en su cocina -lo cual era extremadamente raro, considerando las barreras de sellado que puso alrededor de esta para que no le robaran la comida a medio hacer y para que su querido Kakashi y padre (Sakumo) no influenciaran a los sirvientes para contrabandearles comida mientras cocinaba, ella los sobornó con algunas galletas ganándose su fidelidad-, por lo que Jin miró curiosa a quien había entrado -porque incluso tuvo que excluir a sus amigos para que no le robaran sus ingredientes mientras cocinaba-, dejando de lado el merengue en su torta de manjar nuez, solo para encontrarse con la mirada suave de su padre el cual le sonreía dulcemente -una de las pocas personas que tiene autocontrol con su comida-.
—Ya estoy en casa… —anunció suavemente el hombre, su expresión era cálida y afectuosa, parecía un poco cansado, pero a Jin no le importó cuando soltó un chillido emocionado con sus mejillas sonrojadas antes de correr hacia los brazos del hombre y saltar hacia él en un abrazo aplastante.
Banri rápidamente sostuvo rápida y torpemente a su hija -acostumbrado a su explosiva emotividad, a veces simplemente podría saltar sobre él mientras chillaba de felicidad dejándolo medio sordo y otras veces simplemente podría dejarse caer hacia la nada, haciéndolo preocupar y sostenerla porque estaba reventada de una misión- sintiéndose tambalear ligeramente por el abrupto impacto, dando un paso atrás para estabilizarse mientras sostenía de una forma firme a su hija.
—¡Bienvenido a casa, papi! —chilló Jin emocionada y junto sus mejillas moviendo su cabeza, aplastando la mejilla del hombre el cual sintió una gota de sudor caer por su rostro.
—¿Muy feliz? —el hombre arqueó la ceja divertido, era obvio que había pasado algo muy bueno a su hija, ¿quizás logró otra cosa imposible con sus sellos? ¿Tal vez la teletransportación? ¿El desplazamiento a grandes distancias con una corta duración de movimiento? ¿Nuevas pastillas de soldado? ¿Un sello monstruoso que él no quiere ni saber que existe?
-Su hija le ha dado varios dolores de cabeza con sus sellos, lo peor es cuando la retan a que ella no podría hacer y, cuando lo hace, es una monstruosidad en sí mismo. Banri no quiere ni empezar a pensar en los cientos de leyes cósmicas, mundiales, divinas o lo que sea que ha roto su hija, su corazón ya tuvo suficiente cuando Jin invocó a shinigami en uno de sus sellos por equivocación y terminó hablando con el espeluznante fantasma hasta que alguna manera se hicieron amigos y luego se pelearon-.
-Banri tuvo suficiente, su pobre corazón no podría soportar ver a su hija pelearse nuevamente con un dios de la muerte solo porque quiere continuar haciendo sellos, al menos el Shinigami no se llevó el alma de su hija porque Kakashi quemó el pergamino donde estaban los sellos-.
—¡Si! —asintió Jin felizmente.
—¿Puedo saber de qué se trata? —preguntó Banri mientras suavemente dejaba a Jin en el piso.
La curiosidad del hombre aumentó al ver como Jin se sonrojaba ligeramente y su rostro empezaba a brillar, incluso sus pupilas de corazón parecían haberse vuelto de un brillante fucsia iridiscente. Su pequeña niña parecía uno de esos árboles de navidad de las zonas más occidentales, parecía lista a punto de dar un largo discurso sobre sellos y Banri solo puede realzar para que no le vuelvan a explicar la teoría del sellado y como ella nuevamente cambió las reglas y las modificó hasta crear otra abominación.
No entra en su cabeza como su hija puede saltar de un tema a otros cuarenta que no tienen nada que ver y los entrelaza para crear una gran teoría conspirativa que desafía las leyes mundiales y crea una nueva ley para crear sellos. Pensando en ello, Banri sintió como una gota de sudor caía por su rostro.
Su hija tenía suerte de ser cercana a la esposa del Hokage y al mismo Hokage, de lo contrario, cree que confinarla en su habitación evitando que haga cualquier tipo de sellado es lo menos a lo que debería temer su preciosa hijita.
Jin dejó de abrazar a su padre y continuó cocinando al sentir el olorcito característico para verificar la masita de los brazos de reina flotó en el aire. Por supuesto, como fan acérrima de los postres y dulces, Jin no iba a hacer solo un sabor de brazo de reina, ni solo un brazo de reina de un sabor, ¡Por supuesto que tenía que hacer más de uno!
Si fuera su primera vida, uno habría bastado, quizás faltado un poco, ¡Pero en esta vida! Jin llora lágrimas de impotencia, ¡Estos glotones! ¡Ni siquiera alcanza a probar un bocado de sus postres y ya se acaban! ¡Lo peor es que si se los vendiera, no serviría de nada, porque ni siquiera la hace falta el dinero! ¡Y todos en su casa son ricos!
Jin, en su versión chibi golpea el suelo de frustración.
Banri mira a su hija ser tan animada durante la cocina y solo suspira con una sonrisa impotente mientras se sienta en una de las sillas frente a la encimera de la amplia cocina que había mandado a hacer para su hija. Mirando el desastre que era la cocina, Banri pensó en si debería o no aumentarles el sueldo a los trabajadores de la limpieza… mirando a Jin haciendo otro postre, decidió que realmente necesitarían un aumento esta vez.
—Entonces, ¿Me dirás que te trae tan feliz como para hacer un gran banquete? —volvió a pregunta Banri, apoyándose en la encimera mientras mira la apasionada concentración de su niña.
Tan linda, ¿Debería comprar más cosas de cocina?
Mirando el gran desastre que era su cocina, pero el agradable aroma de todo, Banri pensó que ella solo estaba jugando.
Déjenla disfrutar, no pudo hacerlo en su infancia por la perra de su ex esposa, así que déjala hacer lo que quiera.
—Mmm…—Jin tarareó mirando las masas de brazo de reina bien perfectamente hermosas, tal y como deberían ser.
Al ver esa reacción, Banri supo que su hija no solo se limitaría a cosas dulces, por lo que tendría que pagarle algunas horas extras a sus empleados para que limpien en la noche.
No, eso es demasiado tiempo, tal vez debería hacer que empezaran a limpiar algunos moldes y herramientas que Jin utilizó desde ya para que luego ella no se frustre porque lo que necesitaba está sucio.
—¡Obito-kun me pidió ser su novia! —exclamó felizmente Jin mientras adornaba un hermoso pastel de terciopelo rojo en forma de corazón.
—¿Obito-kun? —preguntó Banri enderezándose— ¿El chico Uchiha con cicatrices? —preguntó para confirmar Banri y Jin casi chilló mientras elevaba el precioso pastel de terciopelo rojo sobre su cabeza y daba ligeras vueltas antes de meterlo en su refrigerador de enfriamiento.
Por supuesto, tenían más de un refrigerador, uno para los materiales y otros para los resultados, Banri realmente hizo una gran cocina pensada para su preciosa hija y su pasión a la hora de cocinar.
—¡Sip~! —Banri podía escuchar el corazoncito en la voz de su hija y soltó una risita divertido.
—Es un buen chico —asintió el azabache de acuerdo.
El Uchiha siempre había estado prestando atención a su hija más que nadie en el mundo y, si hubiera alguien que conociera mejor a Jin de todas las personas que conoce, incluido él mismo, sería Obito, quien siempre ha sido el más atento y preocupado por su preciada niña. Obito siempre había estado presente para Jin y había sido un impulsor en muchas cosas de las que Jin no había estado segura, le había dado el valor y la confianza que ella había carecido por la estricta adoctrinación de la educación en casa que Ema ejercía contra su hija.
Obito siempre la había apoyado y ayudado a su manera, quizás a veces podría meterse en algunos líos y causar reacciones impulsivas, pero en general, harían un buen dúo. No solo eso, el chico Uchiha siempre sabía cuándo Jin estaba mal, como si fuese una especie de perro de apoyo emocional o un detector de emociones negativas de su preciosa hija, por lo que rápidamente estaría con ella si es que no estuviera en una misión y solo él sabría como consolarla en cada ocasión o situación que se presentase.
También era un chico muy valiente y ese niño no tenía filtros para las cosas que le parecían incorrectas, por lo cual no le importaría enfrentar el mundo y gritar las injusticias hacia su pequeña con tal de que ella estuviera mejor, como cuando los confrontó a todos sobre el comportamiento hacia Jin después de lo de Iwa.
Banri realmente no se había percatado de las actitudes distantes o reprochantes de los amigos de su hija y de los adultos que eventualmente se convirtieron en sus amigos -Banri les daba una paliza en el poker a todos-. Saber que él no le había dado la importancia adecuada al asunto -como sus padres lo criaron en la infancia, como su solitaria y triste infancia, dejándolo caer en un vacío que lo despojó de sus emociones más allá de su antigua obsesión por el dinero y las cuales solo recobró cuando vio a su preciosa hija mirarlo con sus bonitos ojos fucsia mientras chupaba su dedo mordisqueándolo- creyendo que ella podría arreglárselas con el tiempo le hizo sentir como un pésimo padre, pero también le dio la oportunidad de ver que Jin tiene a personas maravillosas a su lado.
El chico Uchiha no temería plantearle cara a nadie si es por su hija y eso lo hacía sentir muy satisfecho, saber que su preciada niña estaría en las manos más protectoras y seguras lo hacía sentir un gran alivio en su corazón, en especial conociendo que ese chico prácticamente puede teletransportarse a donde quiera, por lo que si Jin necesitara ayuda, el Uchiha podría estar allí para ella antes que nadie.
Saber esto, lo hizo sentir más pleno.
Su hija estaba en buenas manos, también estaba el hecho de que Orochimaru-san, su hija, Kushina-san y Mikoto-sama estaban haciendo un… ¿Experimento? ¿Investigación? Sobre como amaban los Uchiha y su intensidad, por lo que estaría bien incluso si el chico solo quiere como amiga a su Jin, ya que estaría más dispuesto que nadie a hacer cosas que otros no harían por simples amigos.
—Deberías de invitarlo a la casa formalmente —alentó Banri mirando como su hija parecía estar a punto de chillar y entrar en otra manía de cocinara.
Claro, el chico se la pasaba en su casa antes y era casi uno más de la familia, por lo que tenerlo nuevamente dentro de la casa no representaría ningún problema, ya lo conocía de antemano, sabía quién era, como había sido criado -Sayuri le habló sobre la abuelita de Obito y como era una buena persona con un gran corazón, pero muy frágil. Tan frágil, que murió por un corazón roto ante la pérdida de su hijo, su nuera y la supuesta muerte de su nieto- y la clase de persona que era.
Un buen chico, algo torpe y confiado, pero muy apasionado.
Banri se puso azul ante eso.
Oye, los shinobis son muy apasionados por naturaleza, ¿No? ¿Algo sobre relajar las frustraciones de la vida shinobi? No recuerda muy bien lo que le dijo Sakumo cuando aún estaba activo en el servicio shinobi antes de aplastarlo contra las almohadas -ese chucho en celo-.
Oh no, ¿Ahora su hija y su futuro yerno estarían como lo estaban Sakumo y él al inicio de su relación? De solo pensarlo, se pone azul.
Uh… ¿Debería hablarle sobre “la charla” a su hija? ¿Contratar a un maestro? ¿Le hablan de esas cosas en la academia siquiera?
Mientras que Jin entraba en una manía cocinera y Banri en una duda existencial que cuestionaba sus nociones de paternidad.
Obito ni siquiera sabe cuándo ni cómo escapó del grupo de locos que lo habían secuestrado, pero refugiándose en su Kamui de una manera semi segura, Obito tomó una gran inhalación de aire en sus pulmones para calmarse.
¡Joder! ¡Todos estaban tan putamente locos como una cabra! Obito llora lágrimas para sí mismo, ¡Ah, maldito Sarutobi! ¡Él solo le enseñó un poco de conocimiento de genjutsu a Kurenai porque ella se lo rogó durante meses! ¡Si no fuese porque la azabache realmente casi se ponía de rodillas, no se habría acercado a ella! ¡Aparte, los dos son tontos por el otro, incluso si quisiera, no tenía oportunidad!
¡Y Kurenai es una pésima alumna! ¡¿Cómo se atreve a intentar meterlo en un genjutsu?! ¡Eso es una traición! ¡Es justa y legítima defensa devolverle el genjutsu diez veces peor!
Ahora, ahora, hablando de parejas no oficiales que se quieren, pero no se dan, Shizune y Genma daban miedo, ¡¿Por qué parecían leerse la mente para tenderle trampas y lanzarle trampas de Senbons envenenados?! Obito llora, porque incluso algunas rocas y metales se derretían al contacto de los Senbons, ¡Claramente querían matarlo!
Ebisu era el más relajado, claro, sus chillidos casi lo dejaban sordo, pero no era tan irracional como para atacarlo a ciegas conociendo sus diferencias de poder… es solo que este ninja académico bien podría hacerle imposible el ser shinobi activo como le gusta al enterrarlo vivo en documentos tras documentos.
Anko era más tranquila, ¿Tal vez la traidora del grupo? Bueno, entendió porque no le caía bien cuando empezó a preguntarle como se sentirían las curvas de su pequeña Jin en sus manos, como eran sus deliciosos sonidos en resonando en sus oídos y si le había gustado tocarle las tetas, porque él le debía el favor de enviársela en bandeja de plata para que se le follara en esa noche de borrachera. Obito casi la empala ahí mismo si no fuese porque un ataque de rayo lo impidió y…
Joder, ¡¿Cómo es que Rin tenía esa fuerza?! La tranquila y dulce castaña de su infancia desapareció por una furiosa mujer que le gritaba y echaba en cara que no había sufrido lo suficiente por hacer llorar a Jin e ignorarla después de acostarse con ella hace meses, por lo que razonablemente rompió una pared al lado de su cabeza para hacerlo asustar, lo que bien podría haber roto su cráneo y hacerlo explotar como una sandía golpeada por un palo de madera.
Solo que, en vez de jugo y trozos de sandía, sería su sangre y sesos volando por los aires.
Cuando Sakumo escuchó eso, casi partió una montaña por la mitad.
Obito llora porque su Jincita y él tienen demasiados amigos aterradores, ¿Por qué lo querían matar si todos lo conocían? ¡Esto era una clara preferencia! Pero lamentablemente, Obito no tiene nada que reprochar, si lo hubieran elegido a él antes que a Jin también se habría indignado muchísimo, ¡Jin era más importante que él! ¡Era un ángel! ¡Obito acepta firmemente y sin vergüenza que, si tuviera que elegir entre Jin y él mismo, su existencia no sería más que ni siquiera un recuerdo!
Pensando en su dulce Jin y lo hermosa que era, como su actitud era la de un ángel, una diosa de la compasión y el amor, Obito se teletransportó a donde estaba su preciada mujercita, a la cual encontró hablando con su padre mientras estaba en un estado de cocina maniático, por lo que podía ver varios platillos acumulándose por la cocina mientras los sirvientes se encargaban de almacenar y guardar los platillos, por lo que discretamente robó un par de galletas recién horneadas -le quemaron un poco las manos- y papitas fritas -las cuales ya estaban tibias, para su bendición- antes de dejarlos en uno de sus raros momentos padre e hija.