So Simp [Yandere! Uchiha Obito]

Naruto (Anime & Manga)
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So Simp [Yandere! Uchiha Obito]
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Summary
[Serie So or Mine]Obito, víctima de sus errores y pesadillas, termina retrocediendo en el tiempo debido a que fue presa de un destino que nunca fue suyo en primer lugar.El sabio de Seis caminos sabe que sus hijos torcieron el mundo y lo destruyeron por culpa de sus acciones, decide que es hora de que las víctimas reciban su justa compensación.Jin reencarna en el mundo de Naruto, como Simp dedicada del trágico Obito y su horrible destino de mierda, Jin decididamente decide que va a seducir a Obito a como de lugar, ¡A la mierda Rin! ella será el crush de Obito.Porque en su mente, Jin sabe que Rin es una persona muy amable y no le debía nada Obito por su afecto incondicional, pero igual siente que Rin fue un poco mierdas al ignorar arbitrariamente a Obito y dejarlo de lado ante la primera oportunidad en pos de Kakashi, que ni siquiera le dirigía la mirada.
Note
ACLARACIONESHace años que no me veo Naruto, pueden haber incongruencias y meteré algunos headcanons a mi gustoPuede que no te guste mi contenido, así que, si no quieres leer mi historia, está bien, pero no critiques mi trabajo porque no es de tu gusto Esta historia contiene:ObsesiónDependencia emocionalMuerte de personajesViolencia canónica del universo de narutoAmenazasNormalización de comportamientos no saludablesMachismo y MisoginiaEtc.
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lxxx. paliza

Eshima sabía que Jin, a pesar de ser una persona arrogante e insincera que no debería de estar dentro de su familia, aún era de alguna utilidad si los nombres que arrojó casualmente pertenecían a quienes realmente creían que eran. Pensando en cómo esa chica grosera e ignorante había hablado de una cercanía con su inútil hermano mayor, Kisho, ella tendría que hablar con esa basura inútil y hacerlo confesar todo lo que sabría de esa mujerzuela.

No sin antes calmar a su madre, la cual estaba lanzando cosas en un estado de ira histérico mientras maldecía hasta a los ancestros de esa mujer que sería la prometida de su hermano mayor.

Honestamente, le daba lástima su hermano mayor, casarse con una mujer tan baja como esa no era algo por lo que celebrar.

Concentrándose en la tarea que tenía entre manos, Eshima se tragó su suspiro mientras hacía todo lo humanamente posible para calmar a la bestia que tenía como madre sin tener que recurrir a drogas para calmarla. Era realmente difícil aplacar a su madre una vez que entraba en esa ira irracional, pero Eshima tenía sus métodos y, luego de susurrar dulces promesas y jugosos beneficios, su madre por fin recuperó la compostura de una alta dama noble como lo era, mientras miraba el lado beneficioso de traer a esa perra azul a la familia.

—Espero que logres sacarle la información a ese inútil desperdicio de recursos —declaró firme y fríamente su madre mientras ocultaba su rostro detrás de su exquisito y caro abanico hecho de las más finas cedas y recubierto en mirándola con frialdad en sus ojos morados.

—Por supuesto, madre —habló humildemente Eshima antes de retirarse de la habitación de su madre haciendo una ligera reverencia.

Sus ojos brillaron con codicia de solo pensarlo, si Jin era realmente una Kunoichi con tales contactos, no es de extrañar que fuese tan arrogante.

Con solo uno de los dos legendarios Sannin era suficiente, ¡Pero ella era cercana a dos y también llamaba a su Hokage directamente por su nombre!

Frotándose las manos con expectación, irrumpió en la habitación de su hermano mayor y lo miró inclinado sobre sí mismo con una mirada atormentada en sus ojos azules a la vez que se mordía frenéticamente la uña del dedo pulgar. Por un momento, Eshima sintió un escalofrío y una gota de miedo se instaló en el largo desprecio que sentía hacia su hermano mayor, Kisho.

Había algo en él que parecía tan fuera de sí, algo loco, desquiciado y oscuro, una especie de miseria como un miasma venenoso y tóxico que se extendía en una especie de desesperación asesina con un odio cegador que prometía promesas de una muerte horrible, Eshima se estremeció, incluso ante las palizas más brutales, ni ante las burlas más feroces, Kisho había mostrado una expresión así, pero cuando su ojos se encontraron entre sí, cuando ella vio la inmensa depravación en sus ojos azules hundidos en horribles promesas de algo siniestro, él volvió a su estado normal y Eshima lo descartó como un simple efecto de las sombras porque sus luces estaban apagadas.

Claro, ¿Por qué el cobarde e inútil Kisho pondría esa expresión?

Eshima simplemente se burló de sí misma en su mente, como si esa mierda patética pudiera hacer algo.

Pero algo dentro de ella estaba aterrorizada.

—¡Esa mujerzuela grosera habló de ti como si fueran cercanos! ¡Suelta todo lo que sepas sobre ella! —exigió Eshima mirando con frialdad a su hermano mayor mientras se acercaba amenazadoramente hacia esa patética escusa de humano.

¿En qué estaba pensando al temerla a este inútil? Una sola brisa de aire podría matarlo, ella era más fuerte que una brisa de aire

—¿D-de que hablas E-Eshima-sama? ¿Cómo podría yo… como podría yo conocerla? —habló Kisho mirando a su hermana mientras se encogía en su sitio.

Incluso si él fuera un hombre y ella una mujer, Eshima seguía siendo más alta que él, más fuerte.

Más sana.

—¡No mientas con esa maldita cara tuya! —exclamó furiosa Eshima mirando al rubio y rápidamente dándole una cachetada que volcó su rostro hacia otro lado.

—¡N-no… no sé nada! —exclamó Kisho y miró a su hermana menor por debajo de sus brazos cubriendo su rostro, su cuerpo temblando mientras sus orbes azules brillaban en la oscuridad de la habitación aterrorizados.

—¡No mientras y habla…! —Eshima agarró el cabello rizado de Kisho, obligando a su cabeza a levantarse mientras sus ojos morados se inyectaban en sangre con una expresión severa— ¡Me dirás todo lo que sabes sobre esa maldita perra Aisawa!

—¡Y-yo no sé nada… realmente! ¡S-solo sé que A-Aisawa-sama e-es la prometida de Y-Yoshito-sama…! —Kisho sintió que el nombre de su hermano mayor quemaba como veneno en su lengua y garganta.

Incluso si compartían sangre, esos bastardos despiadados lo obligaban a utilizar el “sama” o cosas denigrantes como “amo” y “señor”.

—¿Ja? ¿Incluso estar con esta perra te dio el valor para llamar a Yoshito por su nombre, eh? ¡¿Crees que podrás engañarme con ese simple acto?! —Eshima golpeó el rostro de Kisho contra la mesa de noche haciendo que la sangre corriera por la nariz de Kisho y su cabeza se sintiera mareada— ¡Llama a Nii-chan como corresponde! ¡Llámalo como tu amo y señor, patética basura insignificante!

—¡S-señorita! ¡L-lamento h-haber h-hablado c-con tanta c-confianza y d-descortesía s-sobre el A-amo! —Yoshito gimió ligeramente mientras su hermana lo lanzaba fuera del suave colchón de su cama y empujaba contra el frío y duro suelo de mármol, mirándolo con desdén en sus hermosos ojos de muñeca.

—¡Dime lo que sabes! —exclamó la chica y golpeó con una poderosa patada el abdomen de Kisho, haciéndolo escupir saliva y quedarse sin aliento con sus pupilas temblando de dolor.

—¡N-no sé…! —exclamó Kisho temblando en el lugar mientras su hermana menor seguía golpeándolo exigiendo respuestas.

Kisho se hizo un ovillo mientras recibía la paliza de su hermana, lentamente las lágrimas cayeron por su fino rostro magullado y roto, mezclándose con la sangre que manchaba su piel y ropa, los moretones y cortes adornando su frágil cuerpo maltratado.

Eshima en algún momento simplemente se olvidó de porqué estaba golpeando a esta rata insignificante, era realmente placentero mirar como ese cobarde no podía hacer nada más que temblar bajo sus pies, encogiéndose en sí mismo como el gusano insignificante que era, mirándola tan aterrorizado como si ella lo fuera a aplastar bajo la suela de su zapato.

Una sonrisa sádica amenazaba con subir por sus labios, pero Eshima puso una expresión severa mirando al rubio ensangrentado y temblando por la paliza que le dio.

Tan frágil.

Patético —masculló con desprecio flagrante en su voz y pisó la cabeza de Kisho contra el suelo, haciéndolo rechinar y gemir adolorido—. Vendré mañana, será mejor que levantes tu patético culo del suelo y vayas a la enfermería. No avergüences a la familia dejando que vean tu patético estado.

—S-si… j-joven señorita —sollozó Kisho y Eshima se fue complacida de su actuación.

Kisho se quedó durante una hora en el frío suelo quieto como si estuviera muerto hasta que sintió que nadie iba a venir a continuación.

Su rostro magullado goteando sangre miró el suelo manchado de carmesí, sus ojos azules se enfriaron mirando la saliva, sudor y sangre entremezclarse en un lío difuso en la alfombra roja en una especie de charco de sus fluidos. Lentamente, con cuidado, levantó su cuerpo tembloroso y débil, podía escuchar sus músculos gritar en agonía y sus huesos rechinar peligrosamente cerca de una ruptura.

Kisho escupió una mezcla de saliva y sangre, dos dientes rebotando en el suelo.

Una risa escapó de sus labios al ver sus dientes y lamió ligeramente el espacio dejado.

Esta golpiza… ¿Ameritaba que fuese a donde Jin para pedir curación?

Las mejillas de Kisho se sonrojaron al pensar en las cálidas manos de Jin recorriendo su espalda herida, como su chakra acariciaría y lamería su cuerpo herido, como la cálida oleada de energía curativa abrasaría sus rasguños y besaría sus moretones. Podía imaginar las manos amorosas de chakra besando y acariciando cada parte de su piel, como los labios de Jin soltarían suaves consuelos a sus oídos mientras se enojaba por él.

Kisho gimió suavemente mientras se llevaba la mano al pecho acariciando suavemente la piel debajo de su Kimono, Jin le había regalado un colgante con sellos para reprimir sus alergias, pero no era suficiente y al final había grabado sellos en su piel para hacerle la vida un poco más fácil, mientras él estuviera vivo, sus alergias no serían un gran problema.

Suavemente se mordió el labio inferior acariciando su pecho y delineando en donde se supone que deberían estar los sellos. Él podía sentir el chakra de Jin fluyendo por su cuerpo, sus ojos se desenfocaron ligeramente mientras escuchaba los latidos de su sangre saturar sus oídos, su cuerpo calentándose.

Un fantasma etéreo rodeó suavemente su cuello mientras lo abrazaba por la espalda, podía sentir el toque fantasmal acariciar su mejilla con su suave toque cálido y frio, un jadeo escapó de sus labios ligeramente rotos e hinchados al pensar en los suaves senos presionando contra su espalda y, antes de que se diera cuenta, el fantasma se había evaporado.

—Jin… —murmuró aturdido mientras tocaba el aire en donde se posarían las manos de su fantasma sobre su pecho, sus ojos desenfocados mirando afligidamente las partículas alejarse y Kisho apretó los dientes junto con su mandíbula mientras sus ojos se afilaban y aparecía un ceño fruncido en su angelical rostro roto.

No.

No iría a donde Jin.

Ella no debería verlo en este estado tan patético.

Lentamente se levantó y caminó cojeando hacia la puerta de su habitación para salir de esta oscuridad consumiéndolo, lentamente, tambaleándose, miró por casualidad su reflejo en el espejo y Kisho se burló. Incluso las bestias heridas tenían más dignidad que él, observando su figura lamentable y patética se desdeñó a si mismo mientras maldecía su cuerpo enfermo y fuerza débil.

Caminando mientras se tomaba uno de sus brazos, el cual estaba dislocado y caía penosamente suelto a su costado, Kisho se apoyó lentamente contra la pared utilizándola como soporte mientras dejaba un camino de gotas de sangre por donde pasaba, cada paso más dificultoso que el anterior, jadeos agonizantes escapando de su garganta rasposa.

Nunca pediría piedad a estos monstruos, al menos no si sabía lo que le convenía.

Malditos sádicos de mierda.

—¿Kisho…kun? —Kisho se congeló en su lugar y sus ojos se abrieron como platos mientras el pánico inundaba sus orbes cerúleos.

No puede ser.

¡Joder! Esto no puede estar pasando.

¿Por qué?

¿Por qué ahora?

¿Por qué así?

Kisho nunca había creído en un dios y si existiera, este seguramente tenía un regusto sádico por hacerlo sufrir.

Las cosas nunca irían como quiere.

Él estaba maldito.

—J-ji-kough… ¡Cough, cough! —Kisho intentó llamar el nombre de Jin, intentar decirle que no era nada, pero una bocanada de sangre escapó de su boca mientras tosía incontrolablemente cuando una de sus malditas y traicioneras costillas atravesó su pulmón haciéndole imposible respirar mientras se ahogaba con su propia sangre y su bella diosa de la salvación se desdibujaba de su vista nublada.

Maldición, ¿Cómo pudo cometer este estúpido error? Era un pecado que sus ojos malditos desdibujaran la figura de su diosa.

Jin…

Jin miró con pánico a Kisho y rápidamente lo tomó antes de que cayera al suelo y lo llevó a su habitación en un rápido y sencillo Shunshin mientras lo acomodaba delicadamente contra su cama y empezaba un tratamiento de emergencia ante el deplorable estado de Kisho, apoyándose en los sellos curativos que tenía a la vez que limpiaba sus heridas y cuerpo con un clon de sombra.

Tres Jin atendieron rápidamente a Kisho, sus manos volaban de un lado a otro mientras el cálido ninjutsu curativo se desplazaba rápida y fácilmente por el cuerpo herido de Kisho a la vez que uno de los clones lentamente iba desnudando a Kisho para quitar su ropa ensangrentada y rota a la vez que traía vendas, curitas y desinfectantes.

Jin utilizó su chakra para curar las heridas internas de Kisho sintiendo el pánico correr por su mente mientras su cuerpo lentamente se iba llenando de sudor.

¿Cómo había aguantado tanto? Claro, estas heridas eran incluso serias para un shinobi, pero Kisho era un civil y este milagro de que permaneciera despierto con tales heridas e incluso se levantase para poder caminar significaba que él ya estaba acostumbrado a estas palizas.

Jin se puso verde al pensar en ello, pero no dejó de cuidar al pobre rubio, atendiendo sus heridas y cuerpo, incluso lo duchó una vez que estuvo estable y empezó a controlar su fiebre, lanzando a uno de sus clones a traer ropa cómoda de Kisho, solo para encontrarse con que la mayoría de ropa claramente ni siquiera era para él.

Con pesar, Jin le puso uno de sus kimonos y se sintió mucho más a gusto al saber que Kisho se mantendría seguro con los sellos dentro de su ropa.

—Jin… —murmuró Kisho con la vista nublada y los ojos desenfocados, un susurro teñido de un sueño profundo luego de que Jin lo cuidara durante toda la noche.

Jin despertó rápidamente ante ese susurro y tomó la mano de Kisho mirándolo con dolor y aflicción, sintiendo que todo esto era su culpa.

Si no se hubiera comportado como una perra, ¿Kisho estaría herido de esta forma? Jin tembló en su lugar llevándose la mano de Kisho a la frente con profundo arrepentimiento, culpa y pesar.

—Lo siento… —murmuró con profundo dolor Jin—. Lo siento… lo siento mucho, Kisho-kun… su hubiera sabido…

—No es tu culpa —Kisho no era un tonto, rápidamente se dio cuenta de las insinuaciones de Jin y las negó de inmediato—. Nunca será tu culpa, Jin-chan.

—Pero si yo…

—No es tu culpa, no provocaste esta paliza —habló suavemente Kisho y miró con calidez y cariño a Jin—. Estoy acostumbrado a esto, Eshima suele desquitarse conmigo siempre, al igual que los demás. Es solo una de sus rabietas, seguramente padre no hizo algo que quería y terminé así…

—Kisho… —Jin le miró con tanto dolor que rápidamente lo abrazó contra su pecho, como si intentara cubrir al rubio con su cuerpo de este mundo podrido que lo trata como nada más que un saco de boxeo.

Kisho se quedó sin palabras y su respiración se cortó, sus ojos abiertos ampliamente a la vez que su mandíbula de desencajaba.

Jin estaba abrazándolo.

Jin estaba apoyando su cabeza contra sus suaves, grandes, redondos y amplios senos.

Jin estaba apoyando su suave cuerpo contra el suyo.

Jin estaba prácticamente sentada ahorcajadas sobre él.

Kisho tragó saliva y temblorosamente rodeó la estrecha cintura de Jin con sus delgaduchos brazos, su nariz inhalo profundamente el suave aroma de Jin mientras atraía las amplias caderas de Jin más cerca de él, pegando más su rostro contra esos suaves senos a la vez que su cuerpo temblaba.

Jin se mordió el labio con una expresión de dolor, el pobre Kisho estaba temblando como hoja mientras se aferraba fuertemente a ella, sus hombros se sacudían con fuerza mientras sus delgados dedos se hundían en su tierna carne con fuerza intentando pegarla lo más posible a él.

Podía sentirlo temblar bajo suyo, podía sentir su aflicción, miedo y alivio.

Jin se sentía como la peor persona del mundo al poner en peligro a este pobre e indefenso chico por culpa de su malvada madre de mierda.

Kisho exhaló temblorosamente contra sus pechos y Jin lo apoyó un poco más mientras hundía sus dedos en su esponjosa cabellera rubia.

—Puedes llorar, puedes hacer lo que quieras sin necesidad de preocuparte por las consecuencias —habló suave y maternalmente Jin hundiendo su nariz en la cabellera de Kisho, sintiendo el aroma de su champú de flores favorito.

Kisho la apretó aún más mientras se aferraba fuertemente a ella, su rostro moviéndose ligeramente entre sus senos a la vez que sus hombros temblaban, su agarre en sus caderas era como el de un niño lloroso y Jin sintió que se le partía el alma.

¿Por cuánto tendría que haber pasado este pobre chico?

Jin vertió suavemente su chakra sobre el rubio, arropándolo como un cálido y suave manto que lo protegería de todo, sus dedos perdiéndose entre las hebras doradas y la espalda temblorosa del chico intentando consolarlo.

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