![So Simp [Yandere! Uchiha Obito]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
lx. ambulantes
La próxima vez que Obito vio a Jin, las palabras de Rin estaban resonando en su mente y se dio cuenta que, si realmente quería lo mejor para ella, debería ser claro sobre cómo no podría tener nada con ella ni con nadie. Él no merecía que nadie lo amara, había hecho demasiadas cosas malas en su vida como para merecer siquiera ese privilegio, él no era un hombre apto para amar y mucho menos para ser amado, un ser que solo destruye lo que toca jamás debería estar con alguien tan dulce y puro como ella, en realidad, él no debería tener si quiera un solo lugar en donde caer muerto.
Y justo cuando el nombre de Jin estaba en la punta de su lengua, entre sus dientes apunto de escapar, vio como un delicado y bajo rubio se acercaba a ella y se aferraba descaradamente a su brazo, colgándose de ella.
No había problema con ello, Jin podía hacer lo que quisiera con su vida, ella era una mujer adulta y… y…
Los ojos de Kisho brillaron mientras miraba a Jin, una sonrisa apareció en sus pequeños y perfectos labios rosados como los de una niña antes de darle un dulce beso en la mejilla a Jin, haciendo que ella cerrase uno de sus ojos y soltase una risita divertida, revolviéndole el cabello.
La boca de Obito se puso ligeramente amarga y no pudo decir palabra mientras Jin y el chico se iban.
Durante la siguiente semana, siguieron sucediendo casos similares en donde Obito intentaría acercarse a Jin para hablar con ella, pero el pequeño rubio interrumpiría sus intentos, frustrándolo sin fin hasta que Obito empezó a detestar a ese maldito enano que solo llegaba y se lanzaba a Jin. Lo más que más le hizo enfurecer durante la semana, fue cuando Jin le regaló un collar al rubio y el chico se sonrojó mientras sus ojos brillaban como estrellas antes de lanzarse sobre Jin en un agarre mortal mientras ella reía y lo daba vueltas, para luego pedirle que ella le abrochara el collar.
¿Acaso él no tenía manos para hacerlo solo? ¿Por qué le pedía a Jin que lo hiciera por él? Claramente se sonrojó cuando sintió los dedos de Jin acariciar su nuca mientras ataba la cadena del collar.
Si Obito hubiera agudizado su audición intencionalmente -cosa que no hizo porque cuando se le calienta la sangre no piensa-, quizás no estaría tan molesto y entendería que el regalo de Jin fue solo una forma para que el chico rubio no tuviera reacciones alérgicas, algo sobre un nuevo experimento entre Orochi-san y ella, con un poco de ayuda de Tsunade, la cual luego de tener a su segundo hijo, que era un terroncito de azúcar que era alérgico a muchas cosas, decidió simplemente cerrar la fábrica de bebés, para desilusión de Dan.
Aun así, con esa posible solución, Tsunade les ayudó con un 180% más de ganas con tal de que su hijo no se topara con una piedra y muriera accidentalmente porque le cayó una gota de agua.
Yamato tuvo que tener una desinfección cuidadosa cada vez que llegaba antes de ir con su hermano de cristal, el pobre chico tenía un corazón tan dulce que le lastimaría ver enfermo a su hermano menor por su culpa.
Y sí, Yamato, Tenzo o Kinoe, como se hacía llamar el Anbu que fue delegado a sensei provisional del equipo siete, en esta vida fue hijo de Tsunade y Dan, cosa que sorprendió muchísimo a Jin porque, en primer lugar, ¿No se supone que el chico ese fue secuestrado o algo así en su infancia por Orochi-san para un experimento de las células de Hashirama y luego fue robado por Danzo o algo así? ¿No provenía de un clan de humo o algo? Jin no lo recuerda bien, pero supone que es lo mejor, al menos ahora no será un arma leal al bastardo de Danzo.
Obito miró a Jin la cual no le importaba que el enano rubio ese pasara sus escuálidos brazos por su delgada cintura, abrazándola pegajosamente. Con toda la honestidad del mundo, Uchiha Obito no podía entender porque se sentía tan… furioso… un tipo de ira que hervía lento, que se preparaba cuidadosamente esperando estallar y él no entendía porque cada vez que veía a Jin estar con ese chico él…
Oh…
“Estas celoso de que le muestre cariño a alguien más que no eres tú”.
Las palabras de Rin resonaron en su cabeza y Obito negó disgustado consigo mismo. No, la única forma de tener celos de alguien es cuando asumes que perderás algo que es tuyo, que es tu propiedad. Jin no era suya ni su propiedad, era solo su amiga, la persona que lo cuidaba y le cocinaba delicioso, que se preocupaba por él, lo mimaba hasta las nubes y… Obito miró la espalda de Jin fijamente, el brazo del chico rubio abrazándola por la cintura baja y su mente inevitablemente se dirigió a esa noche candente que compartieron bajo la luz de la luna y besos descuidados.
Jin era suya, sus gemidos, sus suspiros, la forma en que gimotearía casi entre sollozos, como soltaría pequeños quejidos y maullidos porque su polla era demasiado grande, como soltaría pequeños aullidos entre mezclados con lloriqueos de sobreestimulación… como su cuerpo respondería únicamente a su toque, la forma en que ella lo envolvería, sus besos, sus labios, sus ojos, su expresión… ella era suya, le pertenecía, ella es quién le dijo que lo amaba, ¡Ella fue quien le dijo que lo amaba, ella es quien le dijo que era suya, ella…!
Obito negó frenéticamente mientras se agarraba el cabello con fuerza.
¡No! Jin estaba borracha, ella no estaba en sus cabales, seguramente lo dijo pensando en alguien más, en otra persona a la cual sí amaba, alguien que realmente valía la pena, un hombre guapo, que la sepa valorar y cuidar, que la proteja de la adversidad y le de todo el amor que necesite, no alguien como él, alguien roto, alguien feo, un monstruo en piel humana, la destrucción y ruinas en forma de un hombre…
“Me gustas”.
Obito se detuvo y miró hacia la nada, su corazón apretándose ligeramente al recordar el rostro de Jin confesándose, sus mejillas estabas ligeramente sonrojadas, sus ojos brillando con anticipación, una pequeña pizca de esperanza de que él correspondiese a sus sentimientos…
Obito tragó en seco.
Él…¿Realmente merecía amar? ¿Alguien a quien amar? ¿Alguien que lo ame?
No, la respuesta era tan simple que dolía.
No lo merecía, hizo tantas cosas horribles en nombre de una paz falsa, provocó la destrucción mundial por el capricho de no querer soltar, de intentar creerse un salvador que no existía. Su presencia, su existencia, solo creó caos y muerte por donde pasase, no hay forma en que un ser tan miserable y rastrero como él pudiera merecer siquiera una pizca de felicidad en su asquerosa vida de mierda, porque él simplemente no era una buena persona, porque él era una basura de persona.
Uchiha Obito era una persona profundamente egoísta, enraizado con una marcada paranoica fatalista, un nihilista que reduce este mundo a la nada misma. Arrogante sin precedentes, cegado por su gran poder inherente ganado a través de la maldición del odio grabada en su alma, un asesino despiadado que siente la necesidad ferviente de mostrar su agresividad sin límites como una especia de bestia rabiosa que no conoce la moderación.
Es un meticuloso y calculador maestro de la manipulación, minucioso de que cada parte de su plan salga a la perfección, una persona cruel y rastrera que no dudaría en utilizar hasta los medios más inescrupulosos para lograr sus objetivos. Su alma está tenia del negro más oscuro, en su ser no existe la luz más que su propio egoísmo.
Hacer algo y arreglar sus errores del pasado en esta realidad o es más que un mero capricho, una forma de intentar consolarse a sí mismo, todo lo que hace, simplemente es pensando en él, un bastardo que no piensa en los demás y los ve a todos como seres inferiores…
Obito se muerde el labio mientras mira el suelo con dificultad, lágrimas quieren escapar de su rostro, la frustración tiembla bajo sus huesos, el dolor de su alma araña su carne y a él no le importa, porque ni todos los castigos del mundo arreglaran lo que él rompió.
No era merecedor de amor, no era merecedor de nada.
Él debió morir, es tan simple como eso.
Déjelo morir salvando al niño de la profecía.
Deje que sea útil por una vez en su vida.
Déjelo hacer algo bien.
Obito se abraza a sí mismo, las uñas de sus manos clavándose como puñales en sus brazos mientras tiembla sintiendo mucho, mucho, frío.
Tanto frío incluso cuando su cuerpo es caliente, cuando la naturaleza de su fuego crepitante arde debajo de su piel.
Obito se siente miserable, porque quizás, con amargura en su boca, debería aceptar las palabras de Rin y Kakashi.
Él se enamoró.
Y los Uchihas aman más intensamente que nadie.
Cuando un Uchiha ama, él nunca es capaz de olvidar su amor, cada Uchiha obsesionándose profundamente de su pareja, de la persona con la que quieren pasar el resto de su vida.
Uchiha Obito idealista se enamoró de Nohara Rin.
Uchiha Obito Adulto y Nihilista, se dio cuenta de que Nohara Rin solo fue una distracción de su verdadero amor, Habibi Jin, la chica a la que se entregó y quien, por primera vez, lo vio con un amor desbordante y puro en sus hermosos ojos fucsia, un cariño desinteresado que solo busca su bienestar a costa del suyo propio, una dedicación sin igual en esos bonitos corazones que brillaban de una manera que casi lo hipnotizaba con solo su mirada.
Jin miró a Kisho con una sonrisa y le revolvió el pelo riendo felizmente mientras le entregaba un peluche de osito rojo carmesí con un suave y esponjoso vientre blanco. Un grupo de artistas ambulantes se estableció en Konoha durante esos días, así que era una especie de festival adelantado, había varios juegos para divertirse mientras varias personas hacían diversos shows, bailes, música, cantos y actuaciones en vivo, todo era muy vibrante y vivo.
Kisho se aferró a su brazo y Jin ni siquiera se inmutó, ya acostumbrada a lo pegajoso que podía ser el pequeño rubio. Una sonrisa apareció en el rostro de Jin y se rio entre dientes al pensar en lo irónico que era decirle “pequeño” a Kisho solo porque él era tres años menor que ella y, debido a su debilidad en general y su falta de nutrición por culpa de padres basura, con quince años, él medía solo 1,48, cuando ella medía orgullosamente 1,65.
Lo cual era un poco bajo para el estándar de las chicas Kunoichi, pero Jin haría como si no fuera su caso.
Al menos era 2 centímetros más alta de que su maestra Tsunade y medía lo mismo que Kushina.
—¡Mira, Jin-chan! ¡Es un juego de atrapar a un pescado con una red! ¿Podemos jugar? —preguntó emocionado Kisho y Jin rio ligeramente.
—Por supuesto, vinimos a divertirnos, ¿No es así? —Jin rio entre dientes mirando lo emocionado que parecía, no solo su rostro era infantil ahora, sino que incluso su actitud.
—¡Mira, Jin-chan, atrapé un pez! —exclamó emocionado Kisho y Jin le miró con una gran sonrisa.
—¡Felicidades! Yo no he podido atrapar ninguno —habló con decepción en su voz y el rubio la miró preocupado.
—¡Podrás hacerlo, confío en ti, Jin-chan! —animó Kisho y Jin le sonrió suavemente mientras hacía una pose como si estuviera presumiendo de su fuerza.
—¡Así es! ¡No me rendiré tan fácilmente! —exclamó Jin con confianza en sí misma, ocho intentos fallidos más tarde, estaba deprimida haciendo circulitos en la tierra.
—Ánimo Jin-chan, para la próxima será —Kisho sonrió impotente mientras las comisuras de sus labios temblaban por evitar soltar una carcajada.
Jin era tan adorable.
—Toma, puedes tomar algunos de mis peces —habló suavemente Kisho mientas le extendía una bolsita con dos peces koi en su interior, los ojos de Jin brillaron.
—¿Estás seguro, Kisho-kun? —preguntó Jin, sus ojos mirando los hermosos y brillantes peces koi bebé que había en la pequeña bolsita plástica.
—Por supuesto —las mejillas de Kisho se sonrojaron suavemente al mirar el rostro de Jin.
—Te prometo que los cuidaré muy bien —sonrió Jin tomando entre sus manos la mano de Kisho que le ofrecía los dos peces Koi— ¡Yosh! ¡Ya me decidí! ¡Hagamos algo en lo que sí soy buena! —exclamó decidida Jin y tomó la mano de Kisho fuertemente antes de arrastrarlo al puesto de lanzamiento de shurikens y Kunais.
Por supuesto, Jin siendo shinobi se lució completamente, lo mismo sucedió en los puestos de lanzamiento de Senbons y los de insertar lo aros en la nariz de las máscaras de Tengu.
Después de ganar algunos premios, luciéndose en el acto y regalándole algunas cosas a Kisho, ambos fueron a ver los diversos espectáculos que se estaban realizando, desde los trucos con convocatorias hasta los hermosos bailes que invitaban a la audiencia a participar.
—¡Vamos, señorita! ¡Únase a nosotros y la diversión! —exclamó con una sonrisa un joven y guapo bailarín. Jin se sonrojó ligeramente al ver la ajustada camisa de licra que tenía el chico, pero negó suavemente con la cabeza.
Él estaba bastante en forma y tenía un pecho considerablemente musculoso.
—No gracias, estoy bien así —habló Jin apartando la mirada ligeramente sintiendo sus mejillas arder.
—Vamos Jin-chan, bailemos —sugirió emocionado Kisho, aferrándose a su brazo con las mejillas sonrojadas y mirándola emocionado.
—¿Jin-chan? ¡Muy bonito nombre, como la dueña! —habló el chico bailarín, Jin se sonrojo ligeramente, pero al final accedió a bailar por insistencia de Kisho y el chico.
El chico bailarín se llamaba Atsushi, era dos años mayor que ella, trabajaba como bailarín de telas áreas y, en general era bastante guapo. Profundos ojos celestes que reflejaban su cabellera azul como la de ella, cejas gruesas, un pequeño lunar en la boca como Kakashi, cabello peinado hacia atrás con algunos mechones sueltos en la frente, labios finos y una sonrisa perfecta con pequeños hoyuelos en las esquinas de su boca.
Atsushi la tomó de la cintura antes de sujetarse con una mano a una de las diversas telas que había en el lugar y procedió a impulsarse ligeramente para flotar por el escenario, haciendo que Jin se aferrara a su cuello y él soltase una pequeña risita mientras sus rostros estaban juntos, sus narices rozando.
—Realmente eres una chica preciosa, de quien te enamores tendrá mucha suerte —habló casi contra sus labios y Jin sonrió ligeramente mientras apartaba su rostro.
—Quizás… —tarareó Jin mirando a su alrededor, las luces del evento en la oscuridad de la noche se veían realmente bonitas, entonces, sus oídos escucharon un ligero sonido de desgarro, por lo que sus ojos se agudizaron y buscó de donde provenía el sonido.
Por suerte para ella, el sonido no provenía de sus telas, pero si de una bailarina de cabello morado la cual le sonreía feliz a la audiencia, haciendo una variedad de hermosas poses con su flexible cuerpo desarrollado por un arduo y extenuante entrenamiento en el área de la gimnasia aérea.
—Oye, sus telas están a punto de romperse —habló preocupada Jin y el chico de cabello azul celeste se puso serio y nervioso.
—¡Sora! —exclamó Atsushi al ver como la chica de cabello morado estaba a punto de caer desde lo más alto.
—¡Lánzame hacia ella, ahora! —exigió Jin, pero el chico la apretó con un rostro angustiado.
—No, no puedo… mi hermana… la tela no aguantaría a las dos, mucho menos a los tres yo… —Atsushi se veía nervioso y angustiado, sus ojos azules llenos de emociones caóticas que se desbordaban en pequeñas lágrimas al borde de sus ojos, Jin presiono las mejillas del chico obligándola a mirarla a los ojos fijamente.
—Soy una jounin de Konoha, lánzame —exigió Jin y el joven se mordió el labio angustiado, antes de hacer una maniobra extraña incluso para Jin y lanzarla.
Justo cuando Sora soltó un grito cuando las telas que la sostenían desde una altura considerable se desgarraron, Jin la sostuvo entre sus brazos y rápidamente activó los sellos de antigravedad en sus botas militares mientras de la punta de sus dedos salían delgados y finos hilos de chakra, sosteniéndolas a ambas mientras caían lentamente.
Sora se aferró al cuello de Jin asustada, su corazón latiendo a mil antes de que pasaran los segundos y no sintiera que iban a caer hacia una muerte segura, entonces abrió sus ojos morados con angustia y miró como lentamente iban descendiendo desde las alturas, haciéndola sentirse aturdida, pero de alguna manera cautivada.
Su descenso era lento, casi mágico, como si hubiera magia a su alrededor simplemente llevándolas lenta y seguramente hasta la superficie de tierra firme. Cuando la punta del pie de Jin tocó la tierra del lugar, desactivó el sello de antigravedad y se deshizo de los hilos de chakra, aun teniendo a la joven en sus brazos, Jin la miró con preocupación.
—¿Estás bien? ¿No te lastimaste? —preguntó suavemente Jin, sus ojos fucsias con corazones resultaron mágicos para Sora y, aturdida, asintió mientras sus mejillas se sonrojaban tenuemente.
—¡Jin-chan! —exclamó cierto rubio corriendo hacia ella y mirándolas con preocupación— Jin-chan, ¿Estás bien?
—Por supuesto, Kisho-kun. Como si caer desde esa altura me fuera a lastimar, he caído desde más alto y con menos suavidad como para lastimarme con algo tan inofensivo —se jactó Jin.
Eh… el sello de antigravedad lo había creado con la esperanza de volar, lastimosamente, a pesar de que decía que era de “antigravedad” en realidad era más una reducción de peso controlada que le permitiría planear ligeramente o dar saltos absurdos como si estuviera en la superficie de la luna o algo así, su peso reduciéndose al peso de una pluma o al de un grano de polvo.
Entonces, sabiendo que quizás podría ir volando hasta otro universo si alguien resoplaba a diez metros de distancia, Jin lo mezcló en una combinación de ligereza con hilos de chakra, haciéndola parecer que volaba cuando en realidad estaba intentando mantenerse en tierra y no irse fuera de orbita o algo así.
—¡Sora…! Sora, ¿Estás bien? ¿Te duele algo, te lastimaste? —preguntó Atsushi preocupado mirando a su hermana en busca de alguna herida, la ansiedad escrita en todo su rostro.
—No, estoy bien… esta señorita me salvó —habló suavemente Sora y miró a Jin con las mejillas sonrojadas.
—Es lo menos que podía hacer —descartó Jin ligeramente— ¿Crees poder caminar tranquilamente o necesitas que te cargue hasta algún sitio para descansar? —preguntó preocupada mirando a la chica con curiosidad, ella se aferró a su cuello un poco más.
—A-aun siento mis piernas débiles… ¿P-podrías cargarme un poco más…? —preguntó Sora con las mejillas sonrojadas y Jin asintió.
—No hay problema —aceptó Jin y Atsushi miró extrañado a su hermana.
Normalmente, Sora estaría insultando y gritando en este momento, siendo irrazonable sobre como querer asesinar a quien puso mal sus preciadas telas y como le cortaría las manos a quién se atrevió a venderles telas defectuosas, pero ahora estaba actuando como una pequeña colegiala enamorada.
Por otro lado, Kisho frunció el ceño ligeramente mirando a la chica de cabellera morada, su boca hizo una mueca hacia abajo, insatisfecho con la actitud de la chica que se aferraba a Jin con las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes, haciéndolo cruzarse de brazos y que humo escapara de sus oídos.
Atsushi miró entre su hermana y el chico con el que estaba Jin, fijándose en las miradas de muerte que ambos se dirigían, Atsushi miró a Jin, la cual era completamente ajena a la pelea territorial de esas dos gatas en celo y comprendió, sabiamente, que estas dos personas estaban peleando por una persona ajena…
Ay… pobre de su hermanita…
No importa, se lo merece por pendeja, ella siempre se burló de sus ligues fallidos, ahora él se aprovecharía al máximo.