Un Arpegio para Sanar

崩坏3rd | Honkai Impact 3rd (Video Game)
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Un Arpegio para Sanar
Summary
En un mundo sin Honkai, una joven y caótica guitarrista conocerá a una violinista retirada debido a su pasado, sus sinfonías internas resonarán? O quizá... serán sus corazones los que resuenen?
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Acordes de esperanza

Capítulo 4: Acordes de Esperanza
La melodía de Mei llenaba el sótano como un abrazo cálido, envolviendo a Kiana en una burbuja de calma. Cada nota del violín parecía diseñada para sanar, para tocar las heridas invisibles que llevaba consigo desde aquella noche que había cambiado su vida. Kiana, sentada con los ojos cerrados, dejó que la música se filtrara en su interior, apaciguando el torbellino de emociones que había desatado al compartir su historia.Cuando Mei terminó, el silencio volvió al cuarto, pero esta vez era diferente. No era el silencio pesado del dolor, sino uno lleno de comprensión y promesas no dichas.

—Eso fue hermoso —murmuró Kiana, abriendo lentamente los ojos.Mei le sonrió con suavidad mientras dejaba su violín a un lado.

—La música siempre ha sido mi forma de hablar cuando no encuentro las palabras adecuadas —dijo—. Y quería que supieras que, aunque no puedo cambiar tu pasado, estaré aquí para ti en el presente.Kiana asintió, sintiendo que un peso invisible se aligeraba. No sabía cómo Mei podía transmitir tanto con tan pocas palabras, pero había algo en ella que hacía que todo pareciera un poco menos aterrador.—Gracias, Mei. De verdad. No sé si podría haber contado esto a nadie más.Mei la miró fijamente, con una expresión seria pero amable.
—Kiana, llevas demasiado tiempo enfrentando esto sola. No tienes que hacerlo más. —Hizo una pausa antes de agregar—. Y no tienes que enfrentarte a los escenarios sola tampoco.Kiana frunció ligeramente el ceño, su cuerpo tensándose.—No estoy segura de poder hacerlo. Cada vez que lo intento…—No tienes que hacerlo todo de una vez —la interrumpió Mei con suavidad—. Podemos empezar despacio. Tal vez tocando para mí, o para las chicas. No será como enfrentarte a un público desconocido.Kiana la miró, sus ojos llenos de dudas pero también de algo más: esperanza.—No sé si eso funcionará, pero… puedo intentarlo.Mei sonrió, y la calidez en su expresión hizo que Kiana sintiera que había tomado la decisión correcta.—Eso es todo lo que importa —dijo Mei—. Intentarlo.

A la mañana siguiente, el sótano volvió a llenarse de música, pero esta vez con un ambiente diferente. Las primeras notas de la guitarra de Kiana eran tímidas, vacilantes, pero lentamente comenzaron a ganar confianza. Mei la acompañaba con su violín, adaptándose a cada cambio de ritmo, siguiendo cada pausa como si supiera exactamente qué necesitaba Kiana en cada momento.Cuando terminaron, Kiana se detuvo, mirando la guitarra en sus manos. Había algo casi terapéutico en tocar para alguien que no la juzgaba, que solo quería que se sintiera libre.—¿Cómo te sientes? —preguntó Mei, sentándose en el suelo frente a ella.Kiana se tomó un momento para responder.—No estuvo tan mal… contigo aquí...Mei sonrió, y ese pequeño gesto llenó de luz el cuarto.—Ese es el primer paso.

Más tarde, las demás chicas llegaron para una pequeña reunión. Bronya, con su actitud calmada pero observadora, fue la primera en notar algo diferente en Kiana.—¿Algo nuevo, Kiana? Te ves… menos irritante hoy —dijo con su habitual tono seco.Kiana rodó los ojos, pero no pudo evitar reírse un poco.—Tal vez sea porque por fin estoy aprendiendo a soportarte, Bronya.Himeko intervino antes de que el intercambio pudiera escalar, levantando una ceja.—¿Todo bien con los ensayos? —preguntó, mirando tanto a Kiana como a Mei.Mei respondió con una sonrisa tranquila.—Estamos avanzando. Pero creo que todavía necesitamos algo de tiempo antes de tocar juntas frente al público.Himeko asintió, su expresión comprensiva.—No hay prisa. Pero recuerda que el festival se acerca. Si necesitan ayuda, no duden en pedírmela.Kiana asintió, pero había una determinación en sus ojos que no había estado allí antes. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que tal vez podía enfrentarse a su miedo.Después de que las chicas se fueran, Mei y Kiana se quedaron un rato más en el sótano, afinando sus instrumentos en silencio. Finalmente, Mei habló.—¿Sabes algo, Kiana? Creo que tienes más fuerza de la que te das crédito.Kiana dejó de ajustar las cuerdas y la miró.—¿Tú crees?—Estoy segura —dijo Mei con firmeza—. Y cuando estés lista para enfrentarte al público, voy a estar ahí contigo. Pase lo que pase.Kiana sintió que su corazón se aceleraba ante las palabras de Mei, pero esta vez no era miedo. Era algo diferente, algo que no había sentido en mucho tiempo.—Gracias, Mei. Eso significa más de lo que puedo decir.La noche avanzó mientras seguían tocando, sus melodías entrelazándose en el aire, llenas de esperanza, redención y la promesa de un nuevo comienzo.

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