
Besos y mas besos
Era, otra vez, el día de Madara.
Kakashi lo había notado desde temprano: la manera en que el líder Uchiha lo miraba, con esos ojos intensos y calculadores que parecían leer su alma. No era como los demás Uchihas. Madara tenía una presencia dominante, poderosa, como si el mundo girara a su voluntad. Y hoy, ese poder estaba completamente enfocado en él.
El día transcurrió en un ambiente curioso. Madara, a diferencia de los demás, no tenía intenciones de perder el tiempo con distracciones banales. No hubo risas exageradas como con Shisui, ni silencios contemplativos como con Itachi. No, Madara quería algo más concreto, más físico, y Kakashi lo sabía.
Cuando la noche cayó y se encontraron a solas en una de las salas privadas del complejo Uchiha, la tensión entre ambos era evidente. Kakashi, sentado en el futón, observó cómo Madara se acercaba lentamente, con la misma seguridad que tenía en la batalla.
—Debo admitirlo, Kakashi. —Madara se inclinó un poco, su voz grave resonando cerca de su oído—. No suelo compartir lo que considero mío.
Kakashi sonrió tras su máscara, divertido por la declaración.
—¿Y qué consideras tuyo?
Madara no respondió de inmediato. En cambio, su mano se levantó con suavidad pero con firmeza, deslizándose con deliberada lentitud sobre la tela que cubría el rostro de Kakashi.
—Quiero verte.
La simple frase encendió una chispa peligrosa en el aire. Kakashi, lejos de rechazarlo, dejó que sus ojos se encontraran con los de Madara, expectante. Durante años, pocos habían tenido el privilegio de ver su rostro, pero con Madara... la situación era diferente.
Quizá porque el líder Uchiha no pedía, simplemente tomaba. Asi que, si Madara le pidiera que se arrodillara y rogara, el con gusto lo haria.
Con un movimiento firme, Madara deslizó la tela de la máscara, revelando el rostro que tantos habían querido ver. Pero no hubo sorpresa en sus ojos, solo una certeza tranquila, como si siempre hubiera sabido que Kakashi era hermoso.
—Hn... —Madara murmuró, sus dedos rozando el mentón del peliplata—. Incluso mejor de lo que imaginé.
Antes de que Kakashi pudiera replicar con algún comentario sarcástico, Madara acortó la distancia entre ellos, tomando su rostro con firmeza y atrapando sus labios en un beso posesivo.
No fue un beso tímido ni lento. No, Madara no era de los que probaban las aguas antes de sumergirse. Fue un beso profundo, intenso, como si estuviera marcando su territorio.
Kakashi sintió el calor recorrer su cuerpo, la manera en que Madara exploraba sus labios, mordiendo levemente su labio inferior antes de profundizar más el contacto. La lengua del Uchiha exigía una respuesta, y Kakashi, lejos de resistirse, se entregó al momento. Sus manos se aferraron a la túnica del hombre, acercándolo más, sintiendo su calidez, su presencia imponente.
Madara sonrió contra sus labios.
—Así está mejor… —murmuró con satisfacción antes de besarle de nuevo, más lento esta vez, degustándolo con tranquilidad, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Las manos de Kakashi subieron instintivamente hasta los hombros de Madara, aferrándose con más fuerza de la que pensaba. El líder Uchiha notó el pequeño temblor en los dedos de Kakashi y sonrió contra su boca.
—¿Te gusta esto, Kakashi? —preguntó con una voz cargada de un peligroso placer.
Kakashi, con su usual descaro, ladeó una sonrisa antes de susurrar:
—Si dijera que no, estaría mintiendo.
Madara soltó una risa grave y profunda, sin apartarse de su rostro.
—Entonces, prepárate… porque apenas es el principio.
Y con esas palabras, lo besó otra vez, asegurándose de que Kakashi entendiera algo muy claro:
Ese día, él era solo de Madara.