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Luego y durante la comida, Sasuke no pudo ver a Sakura a la cara. La imágen de ella con su desnudez tapada sólo con una toalla lo estaba volviendo loco.
No podía ser tan... Vulgar.
Tampoco recordaba haberse sentido así antes, con nadie. Durante los últimos años se había sentado en su venganza, pero aunque no se lo había dicho a nadie, había tenido momentos de debilidad.
Hace aproximadamente un año, no había sido capaz de rehusarse a la curiosidad de saber qué era lo que ella estaba haciendo. ¿Qué clase de misiones hacía?¿Había renunciado a ser ninja? O tal vez... ¿Había alguien?
La curiosidad mató al gato dicen, y qué razón tienen.
Agazapado en el techo de la casa vecina, Sasuke tenía la visión perfecta de la habitación de Sakura. Ella no estaba, ni sus padres. Era un idiota por estar ahí, era solo cuestión de tiempo para que algún AMBU lo encontrara en esa situación, y tirara por la borda todo el esfuerzo de estos últimos años.
La luz de la habitación se prendió y ahí estaba ella. Sasuke suspiró lentamente. Había adoptado el cabello corto y eso provocaba que su cuello estuviera más expuesto, también sus hombros y el vestido rojo que llevaba, sin mangas y con un escote corazón hacia que Sasuke tragara saliva casi inconscientemente.
Pero, oh no...
No estaba sola. Por supuesto que no.
Ni el más doloroso de los puñales me había dolido tanto, como el tirón en el estómago que le dió cuando vió cómo las sucias manos de ese chico pasaban por el delicado cuerpo de Sakura.
Seguro ni siquiera era un Shinobi, pensó Sasuke.
Y por más que le hierva la sangre ver eso, no podía apartar la vista. Seguramente su Sharingan relucía entre la oscuridad y las tejas de la casa crujían bajo su agarre, pero aún así, miraba atentamente cada movimiento de ella, cada gesto, cada espasmo. Cada gemido.
Por poco el auto control de Sasuke cedía a sus más bajos impulsos de saltar por esa ventana y arrancar a Sakura de los brazos de ese bastardo, hacerla suya y por supuesto, hacerla olvidarse de aquel chico.
Pero antes de que la obsena escena escalara a más, ella se negó. Sasuke sonrió satisfecho.
Hoy era su día de suerte. Ni bien el chico estuvo solo en las calles de konoha, Sasuke hizo lo que tenía que hacer. Matarlo era demasiado, levantaría sospechas, pero las ganas no le faltaron. Entre lágrimas le hizo jurar que no se acercaría más a ella. Nunca. Ni aunque fuera la última mujer del mundo.
Naruto se lo había pasado hablando todo el almuerzo, pero Sasuke no oyó ninguna palabra. Se se sentía un idiota por haber hecho lo que hizo, juró nunca confesárselo a nadie. Y gran parte del esfuerzo que había hecho todos estos años, era tan sólo para poder luchar contra el tan fuerte sentimiento que cada vez que la veía, hacía que quiera protegerla por siempre y para siempre. Como sea y cuando sea.
Y los astros saben que lo intentó. Pero esta situación hacía que el esfuerzo no sirviera para nada, porque por más que él intente alejarse de ella, todo lo que hacía, todo lo que decía, hacía que cada vez se sienta más atado. Lo peor de todo esto, era que por que más intenté negarlo y luchar contra eso, sabía que tarde o temprano iba a caer y nada ni nadie, va a poder detener su caída.
Pero su venganza era más importante. Y ella era la viva imagen de la posibilidad de que su venganza nunca pueda concretarse, ¿Acaso eso era lo que había pasado?
¿Acaso había sido tan débil, como para dejar que ella se interpusiera en su venganza?
No podía preguntárselo porque ni ella lo sabía aún. Y nadie de los que estaban cerca de él iban a querer responderle a esa pregunta, eran los primeros propulsores de que él no fuera tras su venganza. Así que era momento de empezar a idear un plan, te cómo haría él para saber qué había pasado.
—Encontramos algo —tanto Shikamaru como Kakashi entraron sin preguntar a la casa, sosteniendo un libro cada uno.
—¡Qué rápido hicieron dattebayo!
—Descubrimos que algunos pergaminos faltaban—dijo Kakashi.
—¿Por qué no se habían dado cuenta antes?— preguntó Sakura mientras despejaba la mesa para que pudieran poner los pergaminos en ella. Naruto ayudó.
—Alguien procuró en hacer copias muy fehacientes de los que faltaban. Esto fue claramente premeditado—explico Shikamaru.
—¿Pudieron encontrar una cura?—pregunto Sasuke.
—Parece que hay una— dijo Kakashi algo incómodo—, pero creo que debemos descartarla.
—¿Porqué, qué es?— preguntó Sakura, preocupada.
—Un beso de amor verdadero—dijo con expresión cansada Shikamaru.
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