Instinct, Love, and Madness

Naruto (Anime & Manga)
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Instinct, Love, and Madness
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Summary
Hinata Hyūga era un Alfa. Estaba horrorizada cuando se dio cuenta, en medio del caos que dejó atrás la guerra.Y claro, Sasuke Uchiha no parecía más feliz que ella con la noticia.Oh, no, él estaba furioso.
Note
¡Sean bienvenidos!, soy una gran fan de Sasuhina, así que los invito a leer esta pequeña historia conmigo. Si no te gusta este ship eres totalmente libre de irte. No soy dueña de Naruto pero sí de la idea de esta obra, así que por favor no copies ni compartas mi trabajo sin autorización. Todos los derechos reservados a Kishimoto.
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Prólogo

SINOPSIS

 

Hinata Hyūga era un Alfa.

Contra todo pronóstico, era exactamente aquello que desde pequeña había rogado para ser, incluso si, a medida que pasaba el tiempo, se había rendido a la inevitable probabilidad de convertirse en otra cosa, y una vez más, decepcionar a su padre.

Era un alfa, pero por supuesto, ella fue incapaz de creerlo al inicio. Después de todo, había pasado los últimos diez años de su vida pensando que su presentación tardía acabaría por declararla como una omega. Porque eso habría tenido sentido, independientemente de lo que se esperara de ella al ser la hija mayor del Líder del Clan, y también su ex-heredera. Nada en su carácter, su fuerza, su personalidad, su mentalidad o su físico la señalaban como algo más que una inocente omega, o tal vez incluso una beta amigable.

Pero no, no era nada de eso. Era un alfa, algo que Los Ancianos le habían exigido desde niña, como si ella pudiera tener voz y voto sobre la biología y la genética que se había decidido desde antes de su nacimiento.

No fue sencillo de asimilar, pero había que admitir que los dioses tenían formas muy enrevesadas de hacer notar sus planes, porque Hinata descubrió su designación el mismo día que encontró a su pareja predestinada. Posiblemente el único chico en todo Konohagakure y el País del Fuego con el que en realidad jamás entabló una conversación.

Estaba horrorizada cuando se dio cuenta, en medio del caos que dejó atrás la guerra.

Y claro, Sasuke Uchiha no parecía más feliz que ella con la noticia.

Oh, no, él estaba furioso.

 

 

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Prólogo

 

Hinata Hyūga estaba más allá del agotamiento.

El total de la batalla había drenado lo último de sus reservas de chakra, y tenía el cuerpo lleno de suficientes moretones como para que todo doliera de forma unánime. Neji, a su lado, no se veía mejor, y aunque ninguno de los dos tuvo energías para expresar lo que pensaban por encima de los quejidos ajenos debido a la agonía física colectiva, ambos podían decir que estaban felices de ver que habían sobrevivido juntos.

No todos contaban con la misma suerte, e incluso si Hinata no quisiera admitirlo, sabía que la guerra había cobrado muchas vidas significativas a cambio de una paz tentativa e inestable. La sangre y los cadáveres estaban dispersos por donde mirara, y aunque su olfato aún no se había desarrollado por completo, podía percibir perfectamente el aroma a desesperanza que tal imagen dejaba detrás, lo que solo la llenó de un gran e instintivo deseo por acurrucarse en su habitación para tratar de olvidar lo que había tenido que experimentar.

Eran ninjas, y se esperaba que sus vidas estuvieran constantemente en la línea, pero aquello era más similar a una matanza sin sentido que a cualquier otra cosa, y estaba segura de que dejaría muchas repercusiones graves, no solo en el continente como territorio si no también en la gente que lo habitaba. Padres habían perdido a sus hijos, hijos habían perdido a sus padres, y aún más doloroso; parejas habían perdido a aquellos que eran la otra mitad de sus almas. Oh, había muchos de esos; hombres y mujeres que despertaban para encontrarse heridos y solos en medio del caos, con sus ojos nublados buscando en la confusión algo que se había ido, y que jamás podrían recuperar. Era un hecho que nunca aceptarían del todo, viviendo medias vidas, sin voluntad ni sentido del propósito. Sería un milagro si cualquiera de ellos sobreviviera a la pérdida incluso tras haber sobrevivido a la guerra, porque perder el alma gemela implicaba mucho más que solo estar de duelo. Significaba enfrentarse al mundo sin un compañero luego de experimentar la vida junto a uno, y significaba saber que nada nunca volvería a ser lo suficientemente brillante como para despertar la alegría en sus espíritus fracturados.

Era como tratar de subsistir sin el corazón latiendo en el pecho, y Hinata no imaginaba un destino peor. La pesadilla con la que se asustaba a los niños cuando eran pequeños, con sus padres ansiosos tratando de disuadirlos de buscar a sus parejas tan pronto como se presentaran, porque, a diferencia de los civiles, sus vidas siempre estaban en riesgo.

Era ese dolor el que se había llevado a su tía; la madre de Neji, una vez que su compañero murió, y era ese mismo dolor el que había convertido a su padre en el hombre cruel y sin emociones al que se había visto en la obligación de acostumbrarse con los años.

Hinata temía a esa pérdida casi más que a la idea de encontrar una pareja, considerando que ni siquiera conocía su designación a pesar de ser básicamente una adulta para los estándares ninja.

Hinata-sama—la voz suave y cansada de Neji la llamó, sus ojos pálidos mirándola con preocupación, seguramente temiendo que el aroma a miedo y desconcierto le resultara abrumador. Su primo, como siempre, cuidándola a pesar de que él, siendo un alfa, percibía el ambiente sombrío con mucho mayor detalle—. ¿Está segura de que no desea que uno de nuestros médicos la revise?, el agotamiento por falta de chakra a este nivel puede ser realmente peligroso si no se atiende rápidamente...

Ella le ofreció una sonrisa leve aunque sincera. Tenten descansaba en ese momento con la cabeza apoyada en las piernas de su compañero y los ojos cerrados, pero él aún tenía un segundo para asegurarse de que no estaba sufriendo. Qué hombre noble era.

Neji-nii-san... está bien, no es la primera vez. De todas formas, el agotamiento de chakra solo se vuelve peligroso cuando hay lesiones de gravedad involucradas, y debemos dejar que los Iryō-nin se ocupen de las heridas de mayor grado primero —A ella le hubiera gustado participar en esto también, pero incluso con toda su voluntad ardiendo por ayudar, sabía que no le quedaba una gota de chakra para gastar en Ninjutsu Médico—. Hay muchas otras lesiones que ponen en riesgo la vida y, dentro del protocolo de los Iryō-nin, son prioridad por encima del agotamiento de chakra en alguien con un estado de salud que no presenta urgencias.

Neji le dedicó una mirada dolorosamente terca, pero se limitó a suspirar y agachar la cabeza, desistiendo de inmediato. Una mano distraída le acariciaba el cabello a su compañera, en quien había usado lo último de sus fuerzas al activar su Byakugan con la esperanza de asegurarse de que no sufría ningún daño interno serio. Tenten estaba relativamente bien, solo igual de cansada que ellos o tal vez más, considerando que sus reservas de chakra eran bajas por naturaleza. Había presentado pelea a pesar de eso y de su biología omega que, para algunos de pensamiento anticuado, podría resultar en un desempeño limitado y pobre de las artes ninjas.

Su primo se había vinculado con ella tan pronto como la muchacha se presentó, a la tierna edad de nueve años. Ambos se supieron compañeros y, a pesar de que él era ya entonces un miembro destacado de uno de los clanes más poderosos de la Aldea, permanecieron unidos. Los civiles solían creer que los Hyūga no se conectaban con personas ajenas a su misma sangre, y era bastante cierto. Hinata podía contar con los dedos de una mano la cantidad de compañeros de Hyūga a lo largo de la historia que se habían descubierto y no eran del clan, incluyendo a Tenten. Se entendía como alguna especie de bajeza, en cierto modo, aunque ella no había sentido nada más que genuina felicidad por ambos cuando se enteró.

Los Ancianos, en cambio, no estuvieron contentos, pero por desgracia para ellos, un compañero de alma era sagrado a ojos de todos, y no había una sola ley dentro del continente o fuera de él que estuviera a favor de la separación, por lo que tanto Neji como Tenten no habían tenido que pelear para permanecer juntos; se daba por sentado que, cuando ella como omega decidiera que estaba lista para compartir su celo, su alfa se ocuparía automáticamente de cuidarla y se verían esencialmente casados ante el mundo, a pesar de que también existía la opción de firmar un papel para hacerlo formal.

Tenten había pasado a vivir con su compañero una vez que cumplió quince años. Para los civiles, el vincularse tan joven era extraño, pero los ninjas maduraban física y mentalmente más rápido; con dieciséis años podían trabajar independientemente, vivir solos o en pareja según les apeteciera, y pensar en formar una familia, ya que aprendían los conceptos fundamentales de la vida y la responsabilidad sobre las consecuencias que desencadenaban sus acciones desde que iniciaban en la Academia. Ellos también manejaban su biología de otra manera, y estaban muy bien insensibilizados al tema, porque entendían que vivían vidas cortas, así que eran libres de unirse siempre que hubiera un consenso adecuado dentro de la pareja. Las únicas excepciones se determinaban cuando la diferencia de edad era demasiado pronunciada, en cuyo caso se esperaba hasta la madurez total del compañero más joven para no comprometer su integridad física o emocional junto a una pareja que seguramente le superaba en fuerza y destreza. No porque se le creyera capaz de dañar a su alma gemela, si no porque desbalancearía un vínculo que, a todos los efectos, debía ser igualitario.

Tanto Neji como ella se mantuvieron en silencio, sumidos en sus pensamientos y apoyados el uno contra el otro mientras las personas se movían lentamente alrededor como un borrón de colores indistinguibles.

Fue solo el murmullo colectivo y la repentina participación de su primo en ello lo que sacó a Hinata de sus cavilaciones sobre la afortunada pareja que había logrado salir completa de la refriega.

—... Parece ser que Naruto ha vuelto... —comentó Neji, absorbiendo el bullicio general para darle a la princesa del clan un resumen apropiado.

Y tenía razón, puesto que cuando Hinata enfocó la mirada, descubrió el motivo del alboroto. Sakura se acercaba a paso lento y con Naruto inconsciente en sus brazos; el mismo Naruto que los había salvado a todos, pero que ahora parecía prescindir de su extremidad superior derecha. Ella no pudo evitar estremecerse ante la visión, y la urgencia de acercarse la llevó a ponerse de pie a pesar de la protesta inicial de Neji, quien sabía, al igual que muchos otros, sobre su... admiración de años por el joven rubio.

Una admiración que ya no tenía cabida porque Naruto Uzumaki se había presentado al inicio de la guerra, y Sakura Haruno había sido reconocida como su pareja momentos después, lo que dejaba a todos saber que el Héroe de Konoha era, de hecho, un omega, ya que la única chica del Equipo Siete se había declarado alfa con tan solo ocho años. Así que Hinata había visto morir su enamoramiento juvenil con la misma facilidad con la que había iniciado, pero eso no evitó que aún se preocupara profundamente por el chico rubio que le había enseñado de voluntad y perseverancia cuando era solo una niña triste e insegura sobre su lugar en el mundo.

Ella sabía que sus sentimientos no habían desaparecido solo por descubrir que él tenía un vínculo, pero aún culpó al cansancio absoluto cuando sus pies la acercaron a la pareja instintivamente, a pesar de que no debería rondar al omega de ningún alfa cuando este estaba herido, recién unido y era además la pareja de alguien con el temperamento de Sakura. Fue natural, entonces, que la médica prodigio le dirigiera una mirada confusa y ligeramente alerta cuando sus ojos verdes se encontraron con los pálidos de la princesas Hyūga, lo que obligó a Hinata a apartar la mirada inmediatamente para no declararse como una amenaza frente a ella, a pesar de que su falta de presentación debería afectar el instinto alfa de Sakura menos que cualquier otra persona.

Fue al buscar desesperadamente un nuevo punto de atención que descubrió a Kakashi-sensei, quien venía tras la pareja con un muchacho de cabello negro recostado en su espalda, y en las mismas condiciones deplorables que Naruto, lo que implicaba su falta de brazo junto al resto de heridas obvias, y tal vez incluso algunas más, si tuviera que adivinar.

Hinata se dirigió hacia ellos casi sin pensar, demasiado nerviosa en su repentino apuro por no dejarle ver a Sakura que se acercaba a su omega, e incapaz de detenerse porque ya había llegado demasiado lejos como para darse la vuelta sin que la notaran.

Ella sabía que aquel no podía ser otro que Sasuke Uchiha, el que llamaban “traidor de Konoha”.

También sabía que, en cualquier otro momento, Sakura la hubiera mordido por acercarse a su adorado ”Sasuke-kun”, pero ahora que estaba unida a Naruto, ciertamente no podría enojarse. Y no se equivocó, porque la joven de cabello rosa suspiró de alivio tan pronto como la notó aproximarse a Kakashi, quizás creyendo que venía para ayudarlos. Después de todo, se notaba que Naruto había obtenido la mayor parte de su atención médica en comparación, y nadie podría realmente juzgarla por eso.

El único problema era que Hinata estaba caminando de milagro, así que la probabilidad de disponerse a curar a alguien estaba simplemente fuera de discusión.

—... Kakashi-sensei... —llamó, porque no había otra cosa que pudiera hacer cuando ya se había interpuesto en su camino.

El hombre de cabello plateado le dedicó una mirada exhausta aunque amistosa, y Hinata pudo distinguir fácilmente su sonrisa por debajo de la máscara ahora que con los años había aprendido a saber dónde buscar.

—Hinata-chan —él dijo, desprendiendo un suave aroma a sándalo mientras su voz se suavizaba para hacerle saber que se alegraba de verla, lo que calmó sus nervios de inmediato—. Parece que te encuentras bien, me hace feliz que estés a salvo.

Debajo de su exterior juguetón y despreocupado, Hinata siempre había pensado en este Sensei en particular con cariño. Recordaba la forma en la que jamás la miró con desdén o desinterés a pesar de su debilidad o sus tartamudeos, cosa que sí hicieron muchos otros adultos, y a Kurenai-sensei burlándose de él por tener debilidad frente a su alumna. Ella no había formado parte del Equipo Siete, incluso si en su momento habría estado extasiada ante la idea, pero aún así mantenía en su memoria la manera en la que Kakashi-sensei se acercaba cuando creía que nadie más estaba mirando, y se sentaba a su lado bajo la sombra de los árboles como un silencioso apoyo a su moral ya entonces frágil. Recordaba el aroma a sándalo y tormenta, y debajo de eso una sensación de calidez suave que a veces la acompañaba durante los momentos difíciles; algo que ella podía captar fácilmente a través de su olfato de niño.

Hinata solía pensar en que así era como debía sentirse tener un padre cerca, pero la falta de experiencia con su propio progenitor siempre dejó en duda si tendría razón en esa creencia.

—¿…Usted se encuentra bien? —preguntó finalmente, devolviendo su preocupación con su propia dosis de interés en su bienestar.

—Cansado, más que nada, pero estoy bastante bien en comparación con estos alborotadores —respondió el mayor, su mirada oscura enfocando a sus dos alumnos masculinos con lo que solo podía ser afecto genuino—. ¿Crees que puedas asegurarte de que Sasuke está fuera de peligro?, Sakura se ocupó de cerrar el corte, pero Naruto se llevó rápidamente el resto de su energía.

Con el agudo oído de un alfa ninja de su calibre, la mencionada discípula de Tsunade-sama, que para entonces había dejado a su compañero cuidadosamente en el suelo, levantó la cabeza y le dedicó a los dos una sonrisa inquieta.

—… Con mi reserva de chakra en números rojos, solo me quedaban fuerzas para garantizar la supervivencia de uno de ellos —comentó, y no hizo falta que terminara esa frase para que los demás entendieran que iba en contra de toda su biología salvar a alguien que no fuera su pareja primero, algo que los propios estatutos médicos apoyaban con mucha seriedad.

—… No hay problema, Sakura-chan, yo… le daré un vistazo a Uchiha-san por ti —murmuró Hinata tras un silencio levemente incómodo. ¿Con qué chakra?, bueno, ella tendría que averiguarlo sobre la marcha.

La joven de cabello rosa tuvo que sonreírle inevitablemente a su camarada Kunoichi.

—Eres la única que lo llamaría “Uchiha-san”, de todas las cosas… —añadió como un pensamiento tardío cuando los ojos perlados parecieron cautelosos ante la diversión obvia en su cara. Algo que sabía que era una remanencia de su antigua vida como paria social.

—… Bueno, ese es su apellido… y sería descortés usar su nombre de pila cuando no nos conocemos demasiado —replicó Hinata, un poco a la defensiva mientras trataba de centrar su atención en su futuro paciente, que Kakashi-sensei también había depositado cuidadosamente en el suelo.

Las pocas personas alrededor habían guardado silencio para tratar de captar mejor la conversación entre el Equipo Siete y la ex-heredera Hyūga, mas se habían abstenido de acercarse porque Naruto seguía inconsciente, lo que mantenía los instintos de Sakura muy despiertos en comparación. Para el propio Kakashi Hatake, un alfa Shinobi de su prestigio que había apadrinado a tres de esos cuatro adolescentes desde que eran niños, también podrían acabar siendo percibidos como una amenaza si no eran cuidadosos, y ninguno de ellos tenía el deseo de buscar conflictos en particular luego de esta guerra, así que aunque estaban desesperados por saciar la curiosidad, no se arriesgaron a probar suerte.

El único lo suficientemente valiente fue Neji, quien cargaba a una somnolienta Tenten en su costado pero no tuvo intención de detenerse en su camino a respaldar a su dama, incluso cuando lo repentino de su llegada puso tenso a Kakashi durante un segundo. El hombre le dedicó una mirada hosca momentánea antes de relajarse y decidir no comentar nada tras los dos nuevos añadidos en su espacio personal.

—Hinata-sama… —comenzó diciendo su primo—. Le quisiera recordar que se encuentra demasiado agotada como para ejercer cuidados médicos apropiados.

Hinata levantó la cabeza para dedicarle al mayor una sonrisa frágil aunque valiente. Lo quisiera él o no, planeaba atender a Sasuke Uchiha lo mejor que pudiera, incluso con las reservas de chakra drenadas. Después de todo, no había ningún otro médico disponible a la vista, considerando que su padre les había liderado a ellos y al resto de Hyūga para trabajar en la búsqueda de heridos a través de todo el campo de batalla, dejando solo a su sobrino y su hija exentos de dicha tarea debido a su invaluable esfuerzo en la lucha.

—… Haré lo que pueda de todas formas, Neji-nii-san… —aseguró ella, tratando de pensar en alguna forma de reponer su chakra lo suficientemente rápido—. Si tan solo tuviera algunas Hyōrōgan…

Los Hyūga por lo general no apreciaban el uso de las Píldoras de Soldado, pero habían ciertas excepciones, y la guerra solía ser una de ellas. Desde luego, incluso entonces tampoco se contaba con que la princesa del clan las tuviera, sobre todo debido al orgullo irracional y a la creencia de que, justamente, como hija de Hiashi, ella no debería necesitarlas.

Hinata, absorta en estas cavilaciones inútiles que no le servirían de mucho, se perdió la mirada ligeramente culpable en el rostro de su primo, puesto que rara vez se ponía a pensar en las exigencias ridículas destinadas exclusivamente para la hija mayor del Líder del Clan estos días.

—Tal vez… ¿estas te sirvan? —inesperadamente, fue la voz ligeramente adormilada y ronca de Tenten lo que llamó la atención del resto del grupo, y cuando los ojos pálidos de la Hyūga menor se elevaron hacia la joven castaña, esta le ofreció dos pequeñas pastillas de color oscuro—. No tengo más, pero debería ser suficiente si es solo para practicar algo de Iryō Ninjutsu…

Agradecida, Hinata sonrió y asintió, tomando la ofrenda y llevándose ambas pastillas a la boca antes de que Kakashi o Neji tuvieran la oportunidad de advertirle sobre la ingesta deliberada en alguien que no estaba acostumbrado al uso de suplementos nutricionales de amplio espectro como esos.

—¡Hinata-sama! —El prodigio Hyūga aún su quejó, incluso sabiendo que era demasiado tarde. Él entendía que esa parte de ella era una de sus mayores virtudes como persona, pero, maldita sea, a veces era incluso más terca que el mismísimo Naruto.

Su prima desestimó la preocupación con un encogimiento de hombros, un gesto demasiado práctico para alguien con su carácter tímido, y centró su vista en Sasuke una vez más, mientras esperaba que las Hyōrōgan hicieran su trabajo. Sus ojos escanearon las heridas que alcanzaba a ver con eficacia, tratando de identificar el estado general de la situación a pesar de su falta de Byakugan. El brazo izquierdo faltante era lo más obvio, aparte del agotamiento total, el muy probable daño visual causado por el uso excesivo de su Dōjutsu, y ni siquiera quería comenzar a enumerar los hematomas, cortes y fracturas que pudiera estar ocultando bajo la ropa deshecha.

De pronto, un pensamiento extraño llegó de la nada. Sus ojos volvieron a su rostro pálido y pacífico, lo que lo hacía parecer engañosamente inocente, y luego se le ocurrió que era injustamente guapo, algo que jamás había notado antes, a pesar del claro fanatismo que le había rodeado cuando eran pequeños. Para Hinata, Sasuke siempre había sido un niño hosco y reservado que tenía una actitud insoportablemente arrogante. El hecho de que fuera lo suficientemente fuerte e inteligente como para justificar tal ego podría haber sido incluso irritante a sus ojos, pero aún así, ella había visto el dolor de la soledad en él tras aquella fatídica noche, y no le había culpado por verse forzado a moldearse bajo la expectativa de la venganza impuesta por su hermano.

Hinata había estado demasiado ocupada admirando a Naruto como para notar a nadie más, pero lo cierto era que Sasuke había crecido hasta convertirse en un joven apuesto, heredero de la belleza de su madre en cada aspecto, lo que debería ser un halago para cualquiera y bajo cualquier circunstancia, porque Mikoto Uchiha había sido la viva imagen del encanto en su época.

—… ¿Hinata-chan? —Esta vez, fue Kakashi quien se dispuso a sacarla de su mente, porque el silencio se había extendido y ella se había paralizado junto a su alumno con una mano extendida hacia su rostro como si temiera tocarlo—. … ¿Estás segura de que quieres encargarte de esto?, no es tu responsabilidad, y podemos buscar a un Iryō-nin si no te sientes bien.

El hombre estaba haciendo lo posible para liberar a Hinata de una tarea que no estaba muy convencido de que hubiera aceptado por su propia voluntad, pero la muchacha negó rápidamente, alejando sus pensamientos desconcertantes para calmar la clara cautela en el rostro de los presentes. Ella podía notar a Sakura más allá, vigilando continuamente a su compañero pero aún atenta a lo que pasaba con su antiguo amor de la infancia, y Hinata no estaba dispuesta a dar marcha atrás ahora que una apremiante necesidad de cumplir esta misión la había abordado. Era cierto que inicialmente había sido solo su instinto de supervivencia el que la había hecho casi correr hacia Kakashi, pero su deseo de ayudar nunca había sido falso, siquiera cuando se trataba de aquel apodado “el traidor de Konoha”.

—Lo haré, Kakashi-sensei, no se preocupe —ella se esforzó por tranquilizarlos a todos y volvió a enfocar su atención en quien era importante. Es decir; el paciente.

Podía sentir que sus reservas de chakra iban en rápido aumento, aunque la sensación era turbulenta y nada similar a la generación natural de chakra a la que estaba acostumbrada a cultivar con buena alimentación, descanso y disciplina. El Byakugan se encendió en su mirada y las venas sobresalientes se hicieron inmediatamente visibles, pero ella afinó la visión de su Dōjutsu tanto como pudo para no distraerse con la tragedia en los alrededores.

Y sí, tal y como imaginaba, el daño total era extenso.

—Fractura costal y de clavícula en el lado izquierdo, hematomas y cortes profundos a lo largo y ancho del cuerpo, contusión cerebral leve, esguince del tobillo derecho de grado dos, desgaste ocular severo por el abuso en la utilización del Kekkei Genkai en ambos ojos, y el sistema nervioso del hombro izquierdo en crisis debido a la amputación —Hinata se dio prisa por enumerar, analizando cada aspecto interno y externo de la fisionomía de Sasuke con mucho cuidado para no pasar por alto algo que pusiera su vida en peligro inmediato—. No hay fractura craneal ni hemorragias internas de gravedad a pesar de algunos desgarros musculares menores. Sus órganos vitales están en buenas condiciones, y su flujo de chakra se mantiene activo aunque tenue. El mayor problema es que la falta del brazo está evitando el correcto funcionamiento del Sistema de Circulación de Chakra, añadiendo tensión extra a sus Tenketsu, lo que pone en riesgo sus facultades corporales a futuro debido a la fuga en sus canales de chakra cortados… si se le mantiene de esta forma, no estará vivo para mañana.

Pudo escuchar claramente una exclamación de angustia que pertenecía a Sakura, quien era, de todos, la primera en entender las implicaciones de aquello que Hinata no se había atrevido a mencionar; su Jutsu Médico había cerrado la piel alrededor del muñón a toda prisa, pero no había sido suficiente para cauterizar las arterias cortadas, por lo que Sasuke seguía desangrándose por dentro, y eso sin contar que no había redirigido el chakra al resto del Sistema de Circulación para evitar la fuga masiva. A ese paso, por mucho que el muchacho repusiera su chakra, lo perdería con la misma facilidad con la que lo había obtenido.

—… N-no te agobies, Sakura… hiciste lo que pudiste… —Una nueva voz se hizo presente, y Hinata se sorprendió porque, en algún punto desde que habían llegado, Naruto se las había arreglado para despertar, pero ella no lo había notado en lo absoluto. El hecho de que no le hubiera prestado atención ni siquiera con su Byakugan en funcionamiento era básicamente inaudito.

—Aún así, soy una tonta. Debí al menos haberme asegurado de que no corría peligro, pero no me detuve a verificar… —La joven negó, suspirando en su recién descubierta decepción de sí misma.

Sabiendo que posiblemente se atormentaría por esto, su omega no tardó en buscar reconfortarla, acercando su rostro a su cuello para darle un ligero empujoncito con la nariz a modo de consuelo.

—… No es necesario que seas demasiado dura contigo misma, Sakura-chan, lo prometo. Yo… por fortuna, puedo revertir el daño sin demasiadas complicaciones —Y tan pronto como Hinata lo dijo, sus dedos ágiles cerraron los Tenketsu alrededor del hombro para detener la fuga de chakra hacia la extremidad faltante, luego extendió la mano sobre el pecho de Sasuke con el deseo de aplicar la Palma Mística.

No había tenido la intención de tocarlo, en realidad, no, porque a pesar de que el Shōsen Jutsu requería contacto directo, no estaba asumiendo esto de forma personal, pero sus dedos se posaron sobre el trozo de piel descubierta en el torso del chico y el mundo pareció detenerse allí mismo.

Hinata nunca estaría segura de lo que sucedió. Un momento estaba concentrada en la curación y al siguiente sentía que acababan de aplastarla bajo el peso asfixiante de toda una montaña. Se le oprimió el corazón dolorosamente dentro del pecho y jadeó ante la sensación de que le estaban revolviendo los órganos internos. Mientras tanto, Sasuke, bajo sus manos, se estremeció como si convulsionara, abriendo los ojos de golpe.

—Hinata-sama, ¿qué sucede? —alguien estaba preguntando, pero ella no supo quién era ni qué deseaba. La barrera de su entendimiento del lenguaje se sentía rota.

Sasuke y ella, ambos parecieron perder el aire en los pulmones cuando se enfocaron el uno en el otro, y la mente de la ex-heredera Hyūga se vio inundada por un torbellino de voces sin forma, alarma e instinto puro. Parecía como si todos sus sentidos se hubieran sobredimensionado de golpe, y aquello que hasta entonces había sido el débil rastro de la batalla, pronto se transformó en el olor abrumador de una masacre. Percibía la sangre, sí, pero no solo el simple aroma metálico: era casi como si pudiera distinguir cada componente en ella, cada matiz, cada aspecto que la había hecho parte de una persona.

Se habría vuelto loca muy rápidamente tras ese inesperado asalto de sensaciones si no hubiera sido por esa tentadora fragancia inesperada que pronto opacó todo lo demás: olía como el calor sereno de las noches de verano y la luz del sol secando la ropa recién lavada, como el aroma que desprende la estática de una tormenta por llegar, y cuanto más se concentraba en ello, más detalles descubría. Había almizcle y madera quemada, flores de mandarina y tomates frescos, y más abajo aún, hierbas aromáticas, pimienta y romero, solo para acabar encontrando las caléndulas, con sus notas suaves y dulces, ligeramente afrutadas pero esencialmente sutiles en comparación a todo lo que parecía esmerarse por ocultar su fragilidad.

—¡Hinata-sama! —seguían llamando.

Hinata se tambaleó, porque pronto solo quedaron esas caléndulas. No había sangre, ni el miedo adherido aún en las rocas. No había vísceras en la tierra, agobio o angustia en el aire, solo esa dulce nota floral que de pronto le recordaba fugazmente a manzanas maduras…

«…Omega». Una presencia lejana en su mente se volvió cristalina de pronto y le susurró al oído su descubrimiento.

Olía como un omega.

La comprensión la asaltó y le erizó el vello de la nuca. Sus ojos perlados, feroces bajo las venas hinchadas con chakra, se encontraron con la mirada oscura del chico tendido frente a ella y este, que algo debió ver en su rostro para lucir tan conmocionado, repentinamente se veía como si quisiera romper a llorar, esforzándose en contener lágrimas que parecían sostener la tristeza del mundo.

«¡Omega!» Reiteró la presencia. Y ella entendió, en alguna parte de lo profundo de su cabeza… que era su instinto hablando.

Su instinto dormido hasta el momento pero que aún tenía mucha razón, porque ese muchacho al borde del llanto sí olía como un omega.

Como su omega.

«Mío».

Ella nunca había sabido algo con mayor certeza que eso. Este chico, que olía dulce y empalagoso en formas que los pasteles y los rollos de canela jamás serían, le pertenecía, y él también lo sabía, porque bajo la nebulosa de sorpresa que le dejaba la mirada borrosa, había devoción, y deseo, y anhelo.

Algo similar a un gemido ronco y desgastado le subió por la garganta, lo que impulsó al joven de cabello negro a tratar de alcanzarla de alguna manera. Su mano derecha buscó casi desesperadamente aquella que permanecía sobre su pecho, y cuando su agarre se entrelazó, las lágrimas cayeron finalmente a causa del éxtasis que le provocó el tocar su piel.

Ella quiso asegurarle a este omega, este omega que era suyo, que estaba a salvo y que nada le haría daño porque no pensaba permitirlo, calmar de alguna forma la añoranza en sus ojos, pero entonces esa misma calidez hizo una mueca y se transformó en dolor, lo que provocó que un calor desagradable y amargo comenzara a gestarse en la boca de su estómago.

… Este omega era suyo, ella estaba segura.

«¡Mío!»

Y este omega también estaba herido.

«¡Protege al omega!»

La agitación a su alrededor llegó a un punto álgido cuando la preocupación se volvió enojo y el enojo se encendió en una pira de rabia.

Alguien le había hecho daño a este omega. A su omega.

—¡Hinata-sama! —La misma voz de antes pasó junto a su oído y siguió de largo sin que ella pudiera identificar el significado en las palabras.

—¡Joder!, ¡tenemos que alejarnos ahora mismo! —otra voz habló, pero, de nuevo, ella no se tomó un momento para descifrar a quien pertenecía ni el lenguaje. Parecía demasiado esfuerzo y ya tenía las manos llenas en su angustia por el chico que rápidamente atrajo hacia su pecho cuando reconoció lo absurdamente herido que estaba—. ¡Esa no es Hinata!

«¡Mi omega!, ¡alguien lastimó a mi omega!»

El omega en sus brazos se escondió contra el hueco de su cuello y allí dejó morir un gemido agonizante y adolorido que hizo que cada músculo en su cuerpo se tensara de desesperación por proporcionarle algún alivio a su penuria. Alguien, alguien había herido a este omega, alguien había puesto sus manos sobre la piel pálida y la había llenado de cardenales y cortes sin sanar. Ella estaba enloquecida de ira ante tal atrevimiento.

¿Quién?, ¿quién había dañado a su omega?

—¡Neji, escúchame, esa no es Hinata! —vagamente la charla externa volvió. Ella lo ignoró otra vez—. ¡No es Hinata!, ¡es un alfa furioso que acaba de descubrir a su compañero, y su compañero está herido, así que si no salimos pronto de su camino, seremos el enemigo!

El Byakugan se encontró con dos pares de ojos, unos oscuros y otros pálidos, luego vio más allá y descubrió ojos verdes delante de un par de ojos azules conmocionados y culpables.

Culpables.

«…Él».

Ella no sabía cómo ni por qué. Ella no sabía qué había sido lo que los demás veían que les hacía decir que ya no era aquella tan llamada “Hinata”.

Pero sabía que su omega estaba en peligro. Sabía que alguien le había hecho daño, y sabía que ese alguien estaba cerca, porque había culpa en un par de ojos azules cuyo dueño ella no logró nombrar.

«¡Fue él!»

Ella destruiría al dueño de esos ojos por el terrible crimen de lastimar a su compañero.

 

 

 

 

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