
Capítulo 1
Capítulo 1
Sasuke volvió a protestar entre sueños, removiéndose incómodamente bajo las sábanas en su cama de hospital como si algo le molestara. Era presa de alguna pesadilla, tal vez, o más alucinaciones producto de las fiebres altas que lo habían acompañado durante los últimos seis días. Sea lo que fuere, Hinata contuvo el aliento como había hecho todas las veces anteriores, tensa ante la posibilidad de que despertara porque lo deseaba desesperadamente, y aún así temía verse reflejada en sus ojos negros de nuevo.
Desde que ella misma había recobrado la consciencia, se había esmerado por permanecer a su lado mientras se atormentaba por actuar de forma tan irracional. No había deseado imponer su presencia, al menos, no al inicio, y los pobres funcionarios del hospital la habían visto caminar nerviosamente de un lado a otro frente a la puerta de la habitación, preocupada hasta los huesos y aún así aterrada de entrar. Su mente le había asegurado que él no la rechazaría; esa voz sedosa y azucarada que le susurraba barbaridades al oído cuando se ponía demasiado tensa como para ignorarla apropiadamente. Había estado allí desde aquel día, en rincones oscuros de su cabeza que nunca antes había tenido que explorar bajo su propia voluntad, y no parecía tener la intención de irse pronto.
Hinata estaba horrorizada de la voz, porque esa misma voz la había dejado caer en un frenesí de ira tan absolutamente demoledor que había llegado a atacar incluso a sus propios camaradas bajo la creencia de que Sasuke estaba en peligro. Ella se había negado a creerlo cuando Neji se lo dijo, pero la tristeza compasiva en sus ojos mientras explicaba lo que había pasado desarmó cualquier intención suya por negar sus pecados.
Hinata Hyūga había arremetido contra Naruto Uzumaki.
Ella también había alcanzado a cerrar sus Tenketsu y dejarlo inconsciente antes de que Sakura saliera del estupor de la sorpresa y la atacara por ello.
La joven médica había estado agotada y no la había pasado bien teniendo que lidiar con un alfa Hyūga del calibre de Hinata. Kakashi-sensei se había atrevido a intervenir y le había dado tiempo suficiente a su alumna para tomar un par de Píldoras de Soldado antes de que el Jūken pudiera alcanzarlo. Un puñetazo de Sakura la había sacado del camino del Sensei a tiempo, pero incluso entonces la muchacha nunca había tenido que lidiar con esa Hinata, y el desconcierto producido por la facilidad con la que parecía decidida a exterminar a sus enemigos en lugar de solo neutralizarlos era prácticamente espeluznante.
Se había requerido la intervención del resto del Clan Hyūga y el propio Hiashi para detenerla, e incluso entonces, con sus Tenketsu cerrados y el cuerpo consumido por la exigencia del combate continuo, se negó a caer inconsciente hasta que su padre no le juró que su omega estaba bien y que nada podría dañarlo bajo su cuidado.
—Hinata-sama, usted… realmente no recuerda lo que sucedió, ¿verdad? —Neji preguntó. Estaban sentados en una banca (traída por algunas enfermeras amables que sin duda le tuvieron lástima a su patético trasero alfa), afuera de la habitación de Sasuke Uchiha, porque ella se negaba rotundamente a entrar y verlo pero tampoco quería alejarse de su lado, lo que dejó el pasillo como la única opción para poder cuidar que nada le pasara.
Después de todo, protegerlo se había vuelto una necesidad prioritaria para ella últimamente.
—… Y-yo… yo realmente no puedo c-creer que… que hiciera algo así… —murmuró su prima, presa de la mayor de las vergüenzas ahora que había asimilado lo que no recordaba haber hecho. Se sentía tan apenada que incluso su tartamudeo había regresado—. … Si no me lo estuvieras diciendo tú, Neji-nii-san yo no… no podría… Es que no tiene sentido para mí, es… recuerdo algo de ese día… recuerdo la batalla… recuerdo cuando tú y Padre nos sacaron a Naruto-kun y a mí del camino y nos salvaron… recuerdo a… a Madara-sama, todo lo que él hizo… incluso recuerdo el final, cuando despertamos del Mugen Tsukuyomi… cuando esperamos toda la noche hasta que amaneció… y cuando Sakura-chan y Kakashi-sensei volvieron, pero…
Un silencio denso y opresivo cayó sobre ellos.
—No recuerda nada después de que se acercó a Sasuke —concluyó Neji por ella, una vez que entendió que le resultaba difícil formular las palabras. Su dama se congeló tan pronto como escuchó el nombre de su omega en su boca, y él tuvo que apresurarse a corregir el error—. Me refiero a Uchiha-san.
La tensión abandonó lentamente el cuerpo de Hinata y ella casi chilló cuando se dio cuenta de que había estado mirando a su querido primo; su hermano, como si estuviera lista para arrancarle la cabeza. Su rostro se tornó rojo como un tomate debido al agobio.
—¡Lo siento!, ¡no entiendo por qué me comporto de esta manera…! —ella sollozó sus disculpas, dividida entre la mortificación y la pena que le provocaba actuar tan totalmente fuera de control incluso con aquellos que siempre había considerado aliados y familia.
Para su sorpresa, Neji no hizo más que reír suavemente.
—Es natural. Hinata-sama. A día de hoy, el único motivo por el cual no me he dedicado a dejar inconscientes a todos los hombres y mujeres que miran a Ten diariamente es que ella se enoja cuando actúo demasiado posesivamente, y lo único por encima de mis instintos es mi deseo de mantenerla feliz —comentó, con una sonrisa en el rostro tan genuina que incluso la ex-heredera se vio sobrecogida por una sensación de calidez—. No voy a negar que su… intensidad, nos tomó por sorpresa, pero su situación fue única y, dado que Sa-… Uchiha-san estaba tan herido, fue comprensible que los instintos se hicieran cargo de la situación por usted.
—… Pero Neji-nii-san… ataqué a Naruto-kun… Naruto-san… y a Sakura-chan… incluso a Kakashi-sensei… y… Padre… —Ella protestó con voz quejumbrosa, sintiendo que el calor de la humillación en el estómago le causaba náuseas. Solo el hecho de haberse enfrentado a su padre superaba su estupefacción al descubrir que había tratado de matar a su amor de la infancia, lo que en cualquier otro contexto habría sido simplemente imposible.
De nuevo, el prodigio Hyūga no se vio particularmente alarmado por su consternación, y volvió a sonreírle como si el hecho de que su prima estuviera al borde del colapso mental fuera tierno.
—Ninguno de ellos te guarda rencor por lo sucedido, Hinata… y creo que Hiashi-sama está orgulloso de tu desempeño, en realidad —comentó el castaño, con la facilidad de alguien que jamás había tenido que luchar hasta que le sangraran las manos por la sola oportunidad de obtener un halago ni remotamente similar a ese de parte de su padre.
Si tal noticia no hubiera sido lo más impactante que había escuchado en los últimos dieciséis años, podría haber centrado su atención en la falta de honoríficos en las palabras de su primo, quien solo en momentos muy específicos del alineamiento cósmico se desprendía de la formalidad para con ella, y habría podido tener un respiro de esta locura en la que se había sumergido su vida para ser honestamente feliz ante la familiaridad inesperada.
—… Él… ¿lo está?… eso suena… —Imposible, si Hinata era honesta.
Neji se encogió de hombros en un gesto casual totalmente impropio de él.
—Dijo que jamás había tenido que lidiar contigo en el pináculo de tus capacidades —añadió, sin duda disfrutando de la dificultad que su joven dama presentaba para entender lo que trataba de hacerle saber—. El resto de nosotros tuvo que estar de acuerdo. Eres la más noble ninja que jamás conocí, pero la versión asesina de ti es simplemente letal… estoy bastante seguro de que podríamos estar al mismo nivel actualmente. Tal vez incluso me superes, si considero que solo estabas funcionando con la ayuda extra de un par de Hyōrōgan.
—¡Neji-nii-san! —Hinata protestó, por supuesto, porque no estaba segura de que un elogio así fuese halagador para la Kunoichi que aspiraba a ser. Al menos, no del todo.
Su querido primo se limitó a reírse de ella una vez más.
—Fue tu presentación y también encontraste a tu pareja, todo en el mismo segundo, es natural que te sientas aturdida por ello. Los demás lo entienden porque lo han vivido —continuó explicando el castaño, sin dejar de parecer contento—. Que fuera Sasuke Uchiha de entre todas las personas es… bueno, extraño, pero no por ello menos meritorio. Es un chico que ha cometido errores, pero los dioses no se equivocan en los lazos que forjan, así que si tú eres su alfa, es porque eres todo lo que él necesita tener a su lado.
—… Es solo que… ya ni siquiera sé si mis sentimientos siguen siendo… bueno… míos… —susurró Hinata entonces, dejando ver el verdadero temor en su corazón.
—… Hinata-sama, puede resultarle difícil de asimilar, pero ese es simplemente su cuerpo descubriendo algo antes de que su mente lo haga —Neji tomó sus manos con cuidado, con la esperanza de que eso le diera algo de paz—. Es usted propensa a sobre pensar las cosas, pero si estuviéramos en un mundo dónde nuestra biología fuera menos desarrollada, eventualmente acabaría enamorada de él de un modo u otro. Más aún, su unión es bendecida por Ōkuninushi-no-Mikoto y Suseri-Hime, y no puede creer que ellos no sabrían lo que es mejor para su felicidad.
Esta vez, Hinata miró a su primo con cierta expresión cautelosa.
—Tú… ¿no estás molesto…?, con todo lo que ha hecho, pensé que tal vez… te desagradaría… —comentó, sinceramente confusa ante el aparente buen humor en el rostro del castaño.
—Es decir, podría ser peor, ¿sabes? Sasuke-san no es el más terrible de los Uchiha —Había cierta burla en la voz suave de Neji—. Su alma es tan bondadosa, Hinata-sama, que podría ser emparejada incluso con Madara. Como su hermano mayor, ciertamente no podría soportarlo.
El rostro de la princesa Hyūga volvió a ponerse rojo.
—…¡Yo!… ¡unida a Madara-sama…! —esta vez chilló de verdad.
Neji tuvo que reír abiertamente, porque entendió que su indignación no era sobre ella misma junto a alguien como Madara, si no sobre Madara unido a alguien como ella.
—Usted debe ser la única persona en el mundo que usa honoríficos para un criminal del calibre de Madara —se quejó de buena gana el prodigio Hyūga.
—… B-bueno… incluso si hizo muchas cosas malas, aún se debe respetar el gran ancestro que fue para los Uchiha, al igual que su participación en la fundación de la Aldea… que cometiera errores no lo exime de que yo, como primogénita de su clan hermano, le deba cierto grado de respeto —argumentó ella, y si Neji no conociera perfectamente sus modales, casi creería que estaba haciendo pucheros.
El prodigio de los Hyūga no tuvo más remedio que reír de nuevo.
Hinata había estado mortificada luego de la visita de su primo, pero sus palabras le trajeron algo de estabilidad en el torbellino de pensamientos locos que se desataba dentro de su cabeza, y fue así que finalmente encontró en sí misma la valentía suficiente como para cuidar de Sasuke desde el interior de su habitación.
Verlo de nuevo había sido estimulante para sus instintos y aterrador para la poca racionalidad que le quedaba. El chico, casi tan pálido como ella, había permanecido una semana completa en un coma del que nadie sabía cuándo pensaba despertar. Hinata nunca se había sentido tan angustiada por algo en su vida, y su terca negación a descansar o comer puso al personal del hospital en un aprieto, puesto que era natural como alfa que estuviera en continuo estado de alerta mientras su omega no mostrara ningún signo de mejora, pero eso también significaba que no dejaría que nadie se acercara para hacer su trabajo.
Tenten y Neji habían venido a visitarla diariamente a la hora del almuerzo con la esperanza de convencerla de ingerir aunque fuese lo más mínimo, pero su lado alfa estaba sacando lo peor de su terquedad a flote, y su negación continuó de la forma más obstinada posible, porque incluso cuando ella entendía por sí misma que necesitaba comer, simplemente no podía obligarse a hacerlo ya que Sasuke permanecía postrado en esa cama apenas respirando.
Al final, Hiashi en persona tuvo que intervenir, y esa fue otra charla que Hinata casi habría preferido no tener. Casi.
—… Sé perfectamente que lo que estás sintiendo no es sencillo de administrar, pero estás superando todos tus límites ahora, Hinata. Tienes que alimentarte —protestó su padre desde el marco de la puerta, porque su hija le había gruñido en el momento en el que trató de poner un pie dentro de la sala.
Por supuesto, había estado avergonzada por su baja forma de comportarse frente a su progenitor, sin embargo, había poco que pudiera hacer cuando el aroma alfa de su padre le resultaba tan tortuosamente alarmante a sus nervios ya tensos de estrés. Era ilógico que lo percibiera como una amenaza porque, además de todo, Hiashi era un alfa cuya pareja predestinada había muerto, y eso debería ser suficiente para que sus instintos se controlaran mucho mejor que con la mayoría.
—… Lo siento, Padre… es solo que… —ella luchó por expresarlo, porque realmente lamentaba todo aquello, pero no podía sacarse de la cabeza que mientras Sasuke no reaccionara, dormir o comer no era importante.
Incluso había intentado obligarse a comer los primeros días, pero tenía un nudo de estrés tan severo en el estómago que acabó por vomitar todo lo que lograba tragar. Al final, se rindió cuando tuvo la garganta en carne viva.
—Lo entiendo, no tienes que explicarlo —suspiró Hiashi para su sorpresa, porque en realidad sabía que hablaba en serio—. Te propongo algo, entonces. Tsunade-sama ha despertado hace un par de días y, aunque está bastante agotada, todavía podría venir a revisar a tu omega, tal vez también podría traer a esa alumna suya para-…
—No.
La rotundidad de su respuesta hizo que el Patriarca Hyūga arqueara una ceja con desconcierto.
—… ¿No? —interrogó, claramente no acostumbrado a que su hija mayor le negara algo.
—… Sakura-chan es… yo la ataqué a ella y a… Naruto-san… su omega… y puede que no entienda demasiado bien la mayoría de lo que mis instintos me dicen últimamente, pero… —incómoda, Hinata se removió en la silla donde permanecía sentada con la duda de cómo comunicar sus reservas escrita en la cara—. Yo… yo no sé si podría… tolerar… tenerla aquí con… bueno, con Sasuke en este estado…
Hiashi guardó silencio durante un minuto entero antes de suspirar otra vez.
—Muy bien, solo Tsunade-sama, entonces —cedió el hombre, mucho más rápidamente de lo que su primogénita esperaba—. Pero si ella te da una evaluación positiva de la situación y te dice que el chico se recuperará, tú vas a comer y dormir adecuadamente a partir de ahora.
—… Puedo aceptar comer, pero no prometo dormir. No he sentido sueño desde que yo misma desperté… —murmuró ella, como disculpándose por su incompetencia en consumar una tarea tan simple.
Su padre le dedicó una mirada desaprobatoria pero asintió.
—Que así sea, en ese caso —estuvo de acuerdo, antes de ofrecerle un ligero asentimiento a forma de despedida y darse la media vuelta con la intensión de irse.
Hinata se levantó de su silla antes de poder detenerse a sí misma.
—P-padre espera —ella llamó, y cuando él se detuvo a medio camino de cerrar la puerta, tuvo que reunir coraje nuevamente para poder continuar hablando—. … Tú no… es decir… ¿no desapruebas que me haya unido a Sasuke…?
Asombrosamente, el hombre que ella jamás había visto hacer más con su rostro que parecer hecho de piedra… sonrió.
—Es la unión que los dioses han decido, ¿por qué estaría en contra? —preguntó casi burlándose—. Además, nunca me gustó ese enamoramiento tuyo por el chico Uzumaki. Siempre pensé que no merecía tu cuidado y, luego de verlo vincularse con Sakura Haruno de entre todas las personas, estuve seguro de que alguien mejor estaría reservado para ti. Sasuke Uchiha puede haber cometido muchos pecados y ciertamente deberá dedicar mucho de su vida para pagar la deuda que tiene con el mundo, pero ante Kamigami y la ley es tu omega, y nada puede cambiar eso. El vínculo que comparten es sagrado y ancestral, tú estás hecha para ser su felicidad y del mismo modo él está hecho para ser la tuya. No hay motivo para que un padre intervenga en tal milagro. Por el contrario, es algo que debe ser celebrado, después de todo, ya es inusual para un Shinobi el encontrar a su pareja perfecta en tiempos de guerra, y tú lo has hecho ahora que la paz desea reinar. Solo puedo rezar para que ambos se mantengan prósperos y a salvo.
La mirada perlada de su hija se había nublado bajo lágrimas no derramadas, puesto que, en todos sus años, jamás había sido otra cosa que cruel y estricto para con ella. La absoluta estupefacción en su rostro le recordó al padre lo injusto que había sido con la niña que le había prometido a Haruka cuidar.
—… Yo pensé… que dado que Sasuke es un Uchiha… —las palabras de la joven princesa de los Hyūga murieron en su boca, incapaz de traer a colación la rivalidad de ambos clanes.
—Es cierto que los Hyūga y los Uchiha rara vez se llevaron bien a lo largo de la historia, pero Fugaku Uchiha fue mi peor y más viejo amigo, así que el que su hijo sea el omega de mi hija es incluso divertido para mí —comentó Hiashi, nuevamente asombrando a su primogénita—. …Su esposa, Mikoto, creció junto a tu madre, aunque ella y la madre del chico Uzumaki rara vez tenían la oportunidad de ver a Haruka cuando comenzó a prepararse para ser mi Matriarca del Clan, y no dudo que ambas estarían extasiadas con la noticia. Después de todo, te presentaron a Itachi y a Sasuke ni bien naciste. Ustedes dos dormían juntos en una misma cuna mientras Itachi les leía cuentos.
Hinata abrió la boca y luego la cerró como un pez, demasiado atónita para responder.
—… Ya no eres mi heredera, pero aún eres mi hija, y casi mueres en esa guerra sin saber que tu padre nunca dejó de amarte… no espero que alguna vez me perdones por el hombre que fui, aquel que se esmeró para convertir tus mayores fortalezas en debilidades solo porque eras diferente al resto de nosotros, pero espero que sepas que yo… a pesar de haber perdido a mi pareja, siempre deseé que ustedes, mis hijas, e incluso Neji, pudieran experimentar el mismo amor que logré conocer —murmuró tras un espeso silencio, esta vez con la vista de regreso al pasillo—. Puede que el dolor de no tener a tu madre rompiera la parte más esencial de mi corazón… pero lo viviría todo de nuevo si tan solo pudiera disfrutar de su presencia una vez más.
—… Yo también te amo, Padre… —susurró entonces su hija, dejando caer las lágrimas que ya no valía la pena contener.
—… Lo sé, es lo que me hace estar seguro de que aprenderás a amar a ese muchacho y estarás bien. Tienes derecho a ser feliz del mismo modo que todos los demás, Hinata. Tal vez también seas aquello que el chico necesita después de tantos años de sufrimiento para descubrir que el mundo no es tan oscuro como se ha esmerado por creer —añadió finalmente, antes de ofrecerle otra de sus inauditas sonrisas y una última advertencia—. Es posible que ahora que ha regresado a la Aldea, tenga que enfrentar consecuencias por sus actos, y a personas que no crean que merece una segunda oportunidad. Cuentas con mi apoyo y el del clan para protegerlo, ya que es tu compañero, pero asegúrate de recordar que eres un alfa ahora, su alfa, y como princesa del Clan Hyūga, hay muy pocos por encima de ti en rango, así que si tienes que enfrentarte a una batalla política en nombre de su seguridad… usa toda tu fuerza a favor, y no dudes en enseñar esos nuevos colmillos tuyos al insolente que trate de hacerle daño.
Hinata se había tomado el consejo de su padre con especial cuidado, después de todo, no era uno de los Líderes de Clan más temidos del País del Fuego sin razón, y ella sabía reconocer la sabiduría del hombre por lo que era incluso bajo las capas de crueldad en las que se había refugiado tras la pérdida. Así que se propuso cumplir su acuerdo una vez que Tsunade-sama se acercó para revisar a Sasuke y le confirmó que estaría bien. Su capacidad para cuidar de su omega dependía de que fuera capaz de alimentarse y ganar fuerzas nuevamente.
La Sannin se había movido con cuidado bajo la atenta mirada de la ex-heredera, quien se esforzaba para no reaccionar a las manos de la mujer sobre el cuerpo de su omega, lo que puso a prueba una gran parte de su capacidad de control. Tanto Neji como Hiashi insistieron en estar presentes debido a esa misma razón, y fue solo la sujeción de ambos lo que le impidió a Hinata tratar de morder a la mujer durante todo el proceso.
Las pruebas y revisiones revelaron que el impacto de estar gravemente herido y presentarse como omega al mismo tiempo habían sido el detonante para que su cuerpo se apagara y entrara en una especie de hibernación con la intención de sanar, algo que no le habría sido posible de no haber sido porque la curación de Hinata había relajado lo suficiente los sistemas de alerta que lo mantenían despierto. Tsunade-sama se esmeró en dejarle claro que, si no entraba en este coma, habría estado sufriendo de la sobreestimulación causada por el redimensionamiento de sus sentidos, y estipulaba que saldría naturalmente de la inconsciencia una vez que sus reservas de chakra alcanzaran niveles más estables.
También le había dicho que podría acelerar el proceso de curación que ella había iniciado si permitía que el equipo de enfermeros trabajara en él al menos una hora por día, a lo que Hinata accedió con muy poca voluntad.
Eso no había salido tan bien cuando, al día siguiente, una enfermera del grupo nuevo de reclutas entró sin avisar y acabó siendo mordida en un brazo por lo que el alfa en Hinata percibió como una amenaza. Desde luego, la joven Hyūga se disculpó tras el ataque con los ojos anegados en lágrimas, y la muchacha aceptó perdonarla con una sonrisa comprensiva.
El incidente no volvió a repetirse, pero los Iryō-nin que venían a ofrecer su tratamiento jamás se acercaban sigilosamente ni entraban antes de obtener un permiso verbal de Hinata, lo que fue una total mortificación para la joven Kunoichi, desde luego.
Así entonces pasó el tiempo, y diez días después del final de la guerra, Sasuke dio su primer indicio de estar despertando.
A pesar del nerviosismo que esto le ocasionó a Hinata, ella se negó a apartarse de su lado y se preparó para ser bien recibida, o rechazada, según lo que el Uchiha decidiera que quería. La idea de apartarse le había resultado físicamente tortuosa, pero incluso cuando su primo y su padre le habían asegurado que no tenía sentido que su omega negara el vínculo, ella se había prometido a sí misma el respetar su decisión si no quería que mantuvieran la unión. Después de todo, aunque fuese su pareja predestinada, no había dejado ningún reclamo sobre él todavía, y eso significaba que aún le quedaba la opción de elegir abandonar la conexión entre ambos.
Su espera llena de angustia se había vuelto eterna cuando pasaron más de tres horas y Sasuke no hacía otra cosa que removerse incómodo, negándose a la probabilidad de abrir los ojos. Por el contrario, parecía sufrir con cada momento que pasaba, y ese fue todo el empujón que Hinata necesitó para ir a buscar a Tsunade-sama, alejándose de la habitación del omega por primera vez desde que había despertado tras el desmayo al que la había obligado su padre para neutralizarla.
La rubia tuvo que informarle que Sasuke no estaba saliendo del coma de manera voluntaria, si no a raíz del comienzo de un celo que seguramente fue estimulado por la cercanía de su alfa encontrado. Desde luego, la noticia había sido como un balde de agua fría para la ex-heredera, quien inmediatamente se culpó por causarle al chico cualquier dolor.
Tsunade-sama se ocupó de tranquilizarla y asegurarle que mantendrían a Sasuke dormido la mayor parte de su celo para que no sufriera por los efectos de la falta de un compañero, ya que en su estado de salud delicado sería peligroso tratar de iniciar un acoplamiento. También le entregó una buena cantidad de supresores para que no se viera demasiado afectada por las feromonas omega que sin duda la empujarían hacia su propio calor, e hizo los arreglos para que ningún personal de categoría alfa se acercara a la habitación, lo que en consecuencia había detenido las visitas frecuentes de su familia.
Hinata pasó los siguientes seis días haciendo todo lo posible para no dejarse llevar por el dulce aroma a caléndula que envolvía al Uchiha, limpiando su sudor con diligencia y poniendo paños fríos sobre su frente cuando parecía demasiado abrumado por la fiebre, a pesar de que todas estas cosas le dejaban la boca hecha agua y las manos le picaban por tocarlo más de lo requerido.
Ella no estaba acostumbrada a lidiar con impulsos sexuales tan fuertes, o impulsos sexuales en lo absoluto, así que se inyectaba los supresores dos veces al día y tomaba duchas frías cuando el deseo se tornaba asfixiante. La voz tentadora y melosa en su cabeza amenazaba con volverla loca cada vez que se acercaba demasiado o tenía que cambiar la bata de hospital tras una noche especialmente agitada, pero no podía pensar en dejar que alguien más hiciera el trabajo, así que se ponía guantes, se vendaba los ojos y fingía que estaba bañando a algún anciano del Consejo.
Fue trágico porque Sasuke no olía a nada que le pudiera parecer remotamente repelente, pero era mejor que nada, y ella se negaba a rendirse en sus cuidados. Si él iba a tener que permanecer inconsciente a la fuerza, al menos estaría limpio, así que lidiaba con el hambre por su cuenta y hacía todo lo posible para respetar su privacidad.
Cuando no estaba tratando de no saltar sobre el omega, leía los libros que Hanabi le hacía llegar a través de las enfermeras las veces que estas iban a llevarle comida o suministrar medicamentos, y también hacía flexiones o practicaba la meditación, por lo que eventualmente forjó un control sobre sí misma tan fuerte que casi podía fingir no sentirse atraída la mayoría del tiempo.
Ahora, el Uchiha volvió a sacudirse, murmurando algo que sonó como una palabra pero que se tornó indistinguible en medio del balbuceo, y Hinata se quedó muy, muy quieta junto a la cama, sabiendo que sería inútil continuar su lectura hasta que el espasmo pasara, porque no podría concentrarse.
Pero el espasmo no pasó, en su lugar se convirtió en un estremecimiento y luego Sasuke solo… abrió los ojos.
Como si no llevara dieciséis días en coma. Como si solo hubiera estado retozando al sol.
Su mirada oscura permaneció borrosa, seguramente tratando de enfocar el entorno y reubicarse, antes de que algo, tal vez un tirón en sus instintos adormilados o solo casualidad, lo hiciera girar la cabeza hacia ella, y entonces sí que pareció despertar de verdad.
Hinata contuvo el aliento tan pronto como se vio reflejada en los ojos negros, pero contó hasta diez en su cabeza y puso en acción aquello que había estado practicando hacer justamente en el momento en el que esto pasara; levantó las manos para no verse sospechosa y se acercó a la mesa que estaba a un lado con el afán de tomar un vaso, llenándolo cuidadosamente de agua fresca para después ofrecérselo.
El Uchiha parpadeó, quizás aún intentando decidir si la muchacha ante él era amigo o enemigo, pero no se movió más allá de eso. Hinata contó hasta diez otra vez y acercó el vaso a su boca con mucha lentitud, tratando de leer en sus rasgos si aceptaría la bebida o querría que se apartara.
… Sorprendentemente, él bebió, aunque la manera en la que continuaba mirándola era casi perturbadora.
La ex-heredera dejó el vaso junto a la jarra y regresó a su asiento, esforzándose en su deseo de parecer lo más tranquila e inofensiva posible, sin embargo, el silencio pronto se volvió espeso y, eventualmente, sofocante, lo que la obligó a rememorar todas las frases que había estado practicando decir frente al espejo con la esperanza de encontrar una que no le resultara demasiado complicada de pronunciar.
“Hola, Sasuke, ¿cómo te sientes?, puede que no te acuerdes de mí, pero soy Hinata… tu alfa…”
“Finalmente has despertado, ¿tienes algún dolor?, has estado experimentando un celo mientras dormías debido a mi presencia, pero he logrado no saltar sobre ti exitosamente…”
“Sé que esta es la primera vez que hablamos, pero soy tu alfa, y…”
Se detuvo tan pronto como su rostro comenzó a sentirse afiebrado.
Ella no podía decir eso, pero entonces ¿qué podía decir?, las interacciones entre parejas eran simplemente demasiado para su corazón tímido. Y no, entre los libros enviados por Hanabi, ninguno hablaba de cómo no ser socialmente incompetente frente al compañero predestinado. Sentía que debía ponerlo al tanto de lo que estaba pasando tan pronto como estuviera despierto, pero ahora que en realidad lo estaba, le parecía ridículo, porque posiblemente ella entraría en pánico si alguien con quien jamás había interactuando en su vida se acercara para decirle que estaban destinados a pasar el resto de sus años juntos.
—… No sé… que estás pensando… pero detente… pareces un tomate… —murmuró la voz ronca del chico, sacándola inesperadamente de su trance mental con el tono de reprimenda.
Hinata enfocó sus ojos en él de inmediato, pero el hecho de que le señalaran su rubor solo hizo que la rojez se extendiera aún más, perdiéndose bajo el cuello de su amplio abrigo lila.
—… T-tú… tú… es decir… es que… n-no sé cómo… cómo decirte que… —Las palabras se enredaron en su boca tan pronto como intentó hablar, aumentando la vergüenza hasta que incluso sus orejas se sentían calientes.
—… Solo se… rápida y… rechaza el lazo… —Sasuke, que incluso recién despierto no parecía ser partidario de la paciencia, frunció el ceño y se esforzó por protestar a pesar de que había estado días sin hablar.
Lo que dijo no tuvo ningún sentido para la princesa Hyūga.
—¿Q-qué…? —Hinata parpadeó, confundida.
—¿No estás… aquí para… rechazarme?… hmph, date prisa… —volvió a quejarse incluso con la obvia dificultad para formar oraciones apropiadamente.
Ella guardó silencio, con la mente anteriormente llena de pensamientos ahora en blanco. Sabía que tenía que decir algo, pero esta vez de verdad no tenía idea de qué debería responder.
Había creído que él la rechazaría, pero al parecer él pensaba exactamente lo mismo de ella.
—… Yo… no quiero rechazarte… —susurró cuando reunió el coraje suficiente.
Sasuke le dedicó una mirada escéptica tan pronto como habló.
—No seas… estúpida… ¿por qué… no querrías…? —gruñó, y si Hinata hubiera sido cualquier otra persona, tal vez habría confundido el auto desprecio con arrogancia.
Ella no quería que él creyera que pensaba negar la conexión.
—S-sasuke Uchiha, si tú n-no decides rechazar nuestro vínculo… ¡e-entonces yo no lo haré! —anunció casi sin aliento.
Él volvió a mirarla, pero esta vez se negó a responder, y en su lugar giró la cabeza hacia el lado contrario como si quisiera despedir su visita.
Hinata logró respirar de nuevo, y casi podría haberse reído por la forma en la que parecía querer ignorarla. Nada en su aroma le hizo saber que estuviera disgustado, solo levemente sorprendido y tal vez incluso curioso, pero ella trató de centrarse en lo fascinante que era la manera en la que su percepción del olor se había dimensionado hasta el punto de notar las emociones tan claramente, porque tampoco deseaba ser intrusiva cuando sentía que podría leerlo igual que a un libro abierto si apenas se esforzara en ello.
—… Bien, siendo así… mi nombre es Hinata Hyūga —ella se presentó, ofreciéndole una reverencia a modo de saludo ya que si había algo en lo que podía confiar, eran sus modales—. … Y… mientras me quieras a tu lado, yo… seré tu alfa… así que por favor cuida de mí.
El Uchiha continuó sin mirarla, así que la princesa Hyūga consideró sus opciones y decidió que lo mejor que podía hacer por el omega ahora era ir a buscar a Tsunade-sama para que estuvieran seguros de que su salud no corría peligro.
La puerta se estaba cerrando a sus espaldas cuando el susurro de sus palabras alcanzó su audición mejorada.
—…Hyūga tonta.
Hinata sonrió.