
el nacιмιenтo del núcleo del ѕaвer
La noche había caído como un manto pesado sobre la casa encantada, pero en su interior la oscuridad no era una amenaza, sino un lenguaje antiguo que se hablaba en silencio. El fuego azul del brasero central parpadeaba suavemente, proyectando sombras que danzaban con inteligencia propia en las paredes cubiertas de símbolos arcanos.
Nixa estaba sentada en la sala de consejo, un antiguo salón subterráneo que solo podía abrirse mediante un gesto exacto,una clave rúnica que había aprendido directamente de Grindelwald cuando era apenas una niña. Nadie más que ella —ni siquiera Albus Dumbledore— podía acceder a ese lugar sin su permiso explícito.
La sala estaba construida en un círculo perfecto, con asientos de piedra tallada que parecían surgir del suelo como raíces del poder mismo. En el centro, una gran mesa de obsidiana reflejaba todo lo que se decía o proyectaba sobre ella. Esta noche, sobre esa mesa, flotaban fragmentos de pergamino encantado, imágenes holográficas de estructuras ministeriales, rutas mágicas antiguas, mapas de bibliotecas secretas, y una sola carta: el informe de Zorath.
Nixa leyó en silencio, sin prisa.
Cada palabra era escaneada, cada símbolo analizado.
Su mente operaba como una maquinaria silenciosa, ajustando engranajes, desplazando bloques invisibles de posibilidades.
El informe era alentador: su red seguía intacta en los lugares más sensibles del Ministerio.
Había comenzado el rastreo de nuevos registros perdidos:
el Grimorio de Plata de la era Merlínica,
la traducción del Códice de los Eones,
y lo más importante, un mapa incompleto de “La Red Ancestral”, una estructura mágica anterior al tiempo humano conocida que contenía las rutas de energía mágica que atravesaban el planeta.
Nixa entrelazó los dedos de sus manos y dejó que su mirada se perdiera momentáneamente en el fuego azul del brasero.
Allí, como siempre, sentía la pulsación del otro lado de la red.
Sabía que la estaban observando.
Sabía que los demás Santos del Círculo ya estaban conectados.
—Convóquenlos. —ordenó en voz baja.
Unas figuras comenzaron a aparecer en los asientos de piedra, primero como sombras, luego como cuerpos proyectados a través de hechizos de proyección multidimensional. Eran sus Santos. Vestían túnicas negras con máscaras marcadas por runas individuales: uno tenía una espiral; otro, una estrella de ocho puntas; otro, un ojo cerrado. Silencio absoluto. Solo la voluntad de Nixa rompía el aire.
Se puso de pie.
Su presencia era impecable. Ni infantil ni emocional.
Era la líder.
La Arquitecta.
La heredera que los guiarla a un futuro prospero.
—El informe confirma lo que sospechábamos. —empezó—. La red sigue respirando, y con el regreso del Titiritero a su lugar de poder, es hora de dar el siguiente paso.
El brasero se intensificó. La luz azul se proyectó sobre el techo de piedra, mostrando un mapa tridimensional del mundo mágico.
—Hasta ahora hemos funcionado como un cuerpo descentralizado, reaccionando a eventos, extrayendo saber y ocultando reliquias. Es hora de cambiar la estrategia.
Nixa extendió la mano, y el mapa se fracturó en miles de puntos de luz.
—A partir de ahora, nuestra prioridad será el conocimiento.
Todo texto mágico, todo grimorio, todo códice, toda anotación, sin importar el idioma, la cultura o el nivel de peligro... deberá ser copiado, almacenado y preservado.
Los Santos asintieron, la mayoría en absoluto silencio. Uno de ellos habló con voz modulada:
—¿Dónde será almacenado?
—En la mansión. En los niveles inferiores sellados. —respondió Nixa sin titubeos—. Construiremos la mayor biblioteca mágica que este mundo haya visto, y no solo eso. Utilizaremos magia holográfica enlazada a pensamiento intuitivo.
Chasqueó los dedos y en la mesa apareció una simulación: una esfera de luz viva dentro de una esfera de cristal pequeña flotando en el aire. Al pensar una pregunta, los textos comenzaban a materializarse alrededor como un archivo infinito que reaccionaba a la mente del usuario.
—Será un sistema de búsqueda de conocimiento total. —dijo—. Una suerte de “mente compartida”. Cualquier Santo podrá acceder a información crítica, pero...
Levantó un dedo, y de la esfera surgieron círculos de color rojo.
—...habrá niveles restringidos. Algunos textos estarán sellados. Solo el Círculo Central podrá conceder acceso a ellos. El conocimiento es poder, y el poder sin estructura es caos. No seremos un caos. Seremos un orden oculto.
Hubo un momento de silencio. El tipo de silencio que precede a una declaración histórica.
Uno de los Santos —una mujer de rostro cubierto con una runa en forma de llave— habló:
—¿Cuál será el nombre del núcleo, mi Señora?
Nixa sonrió levemente. Una curva apenas perceptible en los labios.
—Lo llamaremos: El Espejo del Silencio.
Porque reflejará todo lo que el mundo no se atreve a mirar. Y lo hará en absoluto secreto.
La reunión se extendió por varias horas.
Se asignaron zonas, tareas de infiltración, hechizos de replicación de textos, rituales de copia oculta, agentes encargados de ingresar a instituciones mágicas disfrazados de bibliotecarios o profesores suplentes.
Incluso se planificó un ala especial para recopilar información muggle avanzada que pudiera ser de interés mágico, como redes digitales, inteligencia artificial o nuevas formas de energía.
Al final de la noche, cuando las figuras de los Santos desaparecieron una por una y la sala volvió al silencio más absoluto, Nixa permaneció sentada frente al brasero, sola.
Sus ojos estaban fijos en la esfera mental que giraba sobre la mesa.
En ella, la red crecía.
Los puntos de luz se multiplicaban.
La información sería suya.
Todo el conocimiento del mundo.
Todo, bajo su control.
Para su visión.
Para el futuro que ella estaba creando.
Y en algún lugar lejano, en su celda silenciosa, Grindelwald sonrió en sueños.
Porque el titiritero ya no caminaba solo.
La mente y la mano se habían reunido.
꧁༺~~~༻꧂