
Un sueño hecho realidad
Un sueño hecho realidad
Era un caluroso día de agosto, Harry tomaba el Sol en el jardín con una fresca limonada al alcance de la mano. Acarició el huevo flotante a su derecha hacia el que su magia fluía suavemente. Sus labios esbozaron una sonrisa de satisfacción al recordar cuanto había tenido que batallar para que le concediesen la baja en el Ministerio. El Ministerio de Magia era un organismo antiguo que le costaba adaptarse a los nuevos tiempos y a los nuevos avances, por ello pese a que la posibilidad de que dos hombres pudieran tener hijos se había desarrollado hace medio siglo, el Ministerio no comprendía que un bebé surgido de dos hombres necesitaba los mismos cuidados o más que uno de dos personas de distinto sexo. Quizá el hecho de que ni Harry ni Draco ostentasen una prominente barriga le resultase confuso a las cerradas mentes del Wizengamot. Le había costado dos semanas de juicio y recolectar un millar de firmas obtener su derecho la baja por paternidad. Ahora, casi nueve meses después, todavía se asombraba de lo obtusos que podían ser algunos magos. ¿Era tan difícil de entender que no podía mal gastar su magia persiguiendo y deteniendo delincuentes cuando era su hija quien la necesitaba para crecer? Harry bufó ante el recuerdo y volvió a acariciar el huevo.- Oh, pequeña, no tienes ni idea de las ganas que tengo de verte, de abrazarte, escucharte reír e incluso llorar, por mucho que de diga tu tía Hermione que antes de que cumplas el mes ya me arrepentiré de mis palabras. – dijo con palabras suaves y un amor inmenso haciendo brillar sus ojos.
- Que los hijos de Hermione hayan resultado ser una banshe en miniatura no quiere decir que nuestra Lily lo vaya a ser. – intervino Draco, depositando un dulce beso en los labios de su esposo.
- Has llegado temprano.
- Tampoco es como si tuviese mucho que hacer, la mayoría de las empresas cierran por vacaciones. Además, no sé porqué pero sentía que hoy tenía que volver antes, que os echaba un poquito más de menos.
- La paternidad te está ablandando Draco. – dijo Harry con una amplia sonrisa. Draco le lanzó una mirada asesina, o que pretendía serlo. – Hey, no es que me esté quejando, me alegro de poder tenerte hoy más tiempo.
Harry se recostó en la hamaca en la que se encontraba sentado y cerró un momento los ojos.
- ¿Estás cansado? Si quieres cambiamos ya.
- No, estoy bien. Debe de ser calor que me da sueño, además no es bueno alterar los horarios si queremos que nuestros genes se mezclen adecuadamente.
- Será mejor que entremos.
Harry sentía que se le cerraban los ojos sin poder evitarlo y las palabras de Draco se escuchaban como si se encontrase a años luz y no a su lado. Se sentía como en una nube, sentía que la energía se le escapaba a una velocidad de vértigo.
Draco se dio cuenta de que Harry no respondía a sus palabras y preocupado realizó el hechizo que haría brillar la magia que fluía hacia su hija. El flujo había aumentado hasta cerca del triple de lo normal y el huevo estaba rodeado por una suave aureola multicolor. Sin perder un segundo más avisó al medimago Lawson quien llevaba su caso.
***O-O***
Harry abrió los ojos lentamente, se sentía como si le hubiesen dado una paliza, pero feliz. Miró a su alrededor y vio que en la cama de su izquierda se encontraba Draco con una pequeña bolita de algodón en sus brazos. Harry sonrió ahora consciente de la razón de esa felicidad que le había invadido nada más abrir los ojos. Su esposo, que momentos antes había estado haciendo muecas y carantoñas al bebé, al verle despierto se acercó a su cama para depositar un beso en su frente y su preciada carga en sus brazos. Harry se quedó mirando a su hija: su carita redondita, el suave pelo negro en su cabeza, sus dos orejitas, su nariz respingona, sus ojos claros, sus manitas y sus pies con cinco deditos cada uno. Una vez comprobado que todo estuviese en su sitio, levantó sus ojos hacia Draco quien les miraba con incalculable amor y una sonrisa divertida en sus labios, y supo que era la persona más afortunada del mundo. Después de todo el sufrimiento, de todos los sacrificios al final había conseguido realizar su sueño. Un sueño que tenía desde sus oscuras y solitarias noches en la alacena bajo la escalera. Un sueño que al conocer su destino le había parecido inalcanzable, pues no esperó vivir tanto como para poder formar su propia familia.Fin