
La influencia de un nombre
La influencia de un nombre
Harry observó a sus hijos pensando en la influencia que habían tenido sus nombres en ellos. Si se hubiese parado a pensar en lo que implicaban cada uno de esos nombres en vez de en el simple hecho de querer agradecer lo que aquellas personas habían hecho por él, quizás habría elegido otros nombres para sus hijos.James Sirius estaba sentado frente a él en la mesa. En ese momento estaba contando su última aventura, es decir, su último intento de pasarse la ley por los cojones. Esa vez había sido el Estatuto del Secreto de los Magos, nada sorprendente ya que ese era su favorito. En esa ocasión había hecho que la Torre Eiffel bailase claque. Había llegado resacoso y con chupetones mal tapados en el cuello al cumpleaños de su padre después de celebrar que una vez más no le hubiesen pillado.
Albus Severus estaba a su izquierda. El chico tan parecido a él estaba mirando a su hermano mayor por encima de sus delgadas gafas con una chispeante mirada que hizo removerse incómodo al pelirrojo hasta que confesó que no estaba del todo seguro de si consiguieron coger un pelo suyo porque casi le pillan, y por eso había pensado pasar unos días en casa. Albus sonrió como el gato que se ha comido al ratón y comenzó a hablar de una nueva poción que estaba creando.
Lily Luna estaba sentada entre sus dos hermanos. Como siempre parecía distraída, y tallaba los trozos de manzana de su postre con forma de distintos animalillos mágicos o imaginarios, o como ella decía “que nadie había podido probar que no existieran”, antes de llevárselos a la boca.
–Deberías probar a echar heliotempus –aconsejó a su hermano con la poción–. Necesitas un ingrediente que represente la luz del sol para que tu poción de repoblación floral funcione.
–Esos bichos no existen Lily –replicó Albus.
–Sí existen, lo que pasa es que son difíciles de encontrar. Sólo viven en las cumbres de las montañas más altas –repuso Lily.
–Si para la semana que viene me traes unos pocos…–se detuvo un momento a pensar el nombre que había dicho su hermana– heliotempus, te creeré.
–Ya te dije que no son fáciles de conseguir. Pero en su lugar puedes utilizar polvo de hada solar. Es bastante caro, pero podría servirte, aunque sean mejor los heliotempus –dijo la pelirroja.
–Eso es más plausible… –dijo pensativo– Sí, creo que podría funcionar. Gracias, hermanita.
Sin duda los nombres habían influido en ellos tanto o más que la genética. Pese a todos los problemas en que se metía James, la inquietante mirada de Albus que tanto le recordaba al director que le daba nombre y a la desmesurada imaginación de Lily, no cambiaría nada de ellos, reflexionó. Ellos eran su familia y no cambiaría por nada del mundo esas divertidas, eruditas y enigmáticas comidas juntos.
Fin