
Construyendo mi hogar
Construyendo mi hogar
Harry observó la casa ante él. Le había llevado cinco años construirla, pero al final la había terminado.Primero había preparado el terreno y quitado las malas hierbas, después había ahondado en él, llegando a lo más profundo para poder poner unos pilares firmes que sujetarían su casa. Había puesto los hechizos contra terremotos para estar seguro de que si algún día ocurriesen su casa sólo temblase, quizás se rompiesen un par de cosas como jarrones o la vajilla, o se hiciese una pequeña grieta en una pared, nada que no se pudiese reparar sin demasiado esfuerzo.
Después había comenzado a construir comenzando por el sótano, el suelo y poco a poco subiendo a la planta baja, la primera planta y finalmente el tejado. En sólo la estructura había invertido dos años. Seguidamente había separado cada planta en habitaciones pensando en para qué emplearía cada lugar y había puesto puertas y ventanas para que la lluvia y el viento no destruyese lo que hasta el momento había construido.
Había hecho la instalación del agua necesaria para la vida en el lugar y la eléctrica para volver a conectarse al mundo muggle con las debidas precauciones para que la magia no interfiriese en ella. Había hecho los baños donde cada día se limpiaría de la suciedad que se le hubiese impregnado.
Luego había recordado el amplio terreno que rodeaba la casa y había decido que era hora de tomar el sol. Había hecho una piscina, instalado unos columpios y creado un jardín con las más bellas flores, árboles y arbustos de distintas partes del mundo. Y así habían pasado otros dos años.
Una vez quedó satisfecho con el exterior, revistió los suelos de madera y baldosas y pintó las paredes llenando la casa de los colores y vida que había aprendido a apreciar en su tiempo en el exterior. También había revestido las chimeneas que caldearían la casa con bello mármol.
Pasó un año más y comenzó a amueblar la casa, haciendo que ese lugar lo pudiese llamar hogar y lo mejor es que ya no tenía que hacerlo sólo pues una persona caldeaba su corazón como lo hacían las chimeneas con su casa.
Había sido difícil superar todo el dolor que había acarreado la guerra. Había tenido que deshacerse de todo aquello que le decía que merecía ese dolor como a las malas hierbas de su finca y ahondado en su corazón llegando a lo más bajo para poder reconstruirse, poco a poco, piso por piso, para volver a amar, para poder pensar en quien quería que estuviese en su corazón y una vez decidido asegurarse de cerrar bien ventanas y puertas para que no volviese a perderlos.
Después había dejado que su corazón poco a poco volviese a latir como lo había hecho antes, perdonándose a sí mismo, aceptando su pasado, viviendo el presente y no permitiendo que el dolor del mundo siguiese calando en él y ensuciando su corazón.
Una vez que había conseguido eso había decidido conocer mundo. Había viajado y se había divertido como nunca lo había hecho antes. Después de ese tiempo podía decir que realmente estaba volviendo a vivir, que su mundo volvía a ser de color y fue así como la calidez del amor verdadero pudo llegar a su corazón.
Ahora podía decir que al igual que había construido su casa, se había reconstruido a sí mismo y esta vez ningún terremoto o guerra podría destruirle.
Fin