
Victoria
Victoria
Harry se despertó al escuchar una risa desquiciada a su lado. Abrió los ojos y encontró a Malfoy riendo a mandíbula batiente y una expresión de absoluto triunfo.
No sabía por qué Malfoy estaba así y no quería averiguarlo, sólo quería salir de allí. Se había dormido y no tenía la menor intención de permanecer más tiempo allí. Intentó levantarse pero descubrió que estaba esposado por ambas manos al cabecero de la cama.
–¡Lo logré! ¡Te atrapé! ¡Y no te pienso soltar jamás! –dijo Malfoy sin parar de reír.
–¿Qué mierdas dices? ¡Suéltame! –ordenó Harry–. Ya me tuviste anoche y yo tengo cosas que hacer.
–No... de eso nada, Potter. ¡Eres mío, sólo mío! Y no te voy a soltar para que vuelvas a perderte por Londres y yo me pase días y noches buscándote. ¡Ni hablar!
–Se te va la olla. Te lo he dicho muchas veces, no soy de nadie, ¿te enteras?
–Claro que sí, eres mío y voy a follarte ahora para marcar lo que es mío. No vas a volver a salir de esta habitación –dijo posicionándose sobre él. Por extraño que pareciera la excitación por el triunfo se había presentado también en su polla.
Se colocó entre las piernas del prostituto y lo penetró sin más. Marcó su cuello con mordiscos así como su pecho, repitiendo sin parar “Mío, mío” en cada embestida.
Harry gritaba, unas veces de placer otras para decirle que pasase y le soltase, que no tenía ningún derecho, que no era suyo.
Draco no iba a volver a soltarlo, Potter se acostumbraría y acabaría gustándole. Se convenció de ello en su locura, porque su obsesión con el moreno había acabado con su cordura, si lo conseguiría o no, sólo el tiempo diría. Por el momento se sentía bien poder cumplir uno de sus sueños: despertar y encontrar a Harry a su lado sólo para él.
Fin