Un caso, la eternidad
Un caso, la eternidad
Harry amaba la moto de su padrino, sentía que algo de él seguía viviendo en ella incitándole a cometer travesuras. Había estudiado automoción a la vez que lo hacía para las pruebas físicas y teóricas para entrar en el departamento de Control de Criaturas Mágicas sólo para poder repararla él mismo, la cuidaba mejor de lo que pudiera haber cuidado a un hijo y aprovechaba cada ocasión para montarla, como en ese momento.
Tenía un caso en la linde suroeste del Bosque Prohibido, si su jefa supiese que había ido allí en moto le hubiese cortado las pelotas, pero confiaba en que no se enterase. Había habido tres ataques de vampiro en la última semana, en ese lugar a medianoche. Harry miró su reloj, era la hora y miró a su alrededor disimuladamente antes de fingir intentar arrancar su moto simulando una avería.
Era mediados de diciembre, pero con su chaqueta de cuero y los guantes y botas de piel de colacuerno húngaro no tenía frío. Aun así el viento le cortaba la cara y el resplandor de la luna llena en la nieve le hacía cerrar los ojos que tanto necesitaba en ese momento. Cambió sus gafas por unas oscuras diseñadas para ese tipo de situaciones. Y justo en ese momento de indefensión sintió que algo se le echaba encima por la espalda y unos colmillos se clavaban en su cuello.
Sentía su cuerpo arder como si un fuerte afrodisíaco hubiese sido inyectado en su sangre que le impedía pensar en otra cosa que no fuese ser saciado. Una mano helada se coló bajo su chaqueta tocando su cálido pecho hasta llegar a uno de sus pezones donde unas filosas uñas le pellizcaron y arañaron.
Se sentía sin fuerzas, pensó que quedaría inconsciente y no supo en qué momento fue liberado de la mordida y dado la vuelta quedando apoyado de espaldas en el manillar y su piernas abiertas sujetadas por alguien. Levantó la cabeza con dificultad y sus ojos se abrieran como platos pues ante él estaba un irrealmente pálido Draco Malfoy con un poco de sangre escurriendo por la comisura de sus labios.
Sus pantalones desaparecieron pero no podía sentir el frío de la noche. El vampiro estaba sentado en el asiento de la moto y de su pantalón entreabierto emergía una gran erección. Harry sabía que no debería estar feliz y ansioso por tenerla dentro de él, que debería resistirse pero no era así.
Fue alzado por Malfoy sin esfuerzo sentándolo sobre su polla y haciéndolo descender al tiempo que él se levantaba del asiento para ir a su encuentro hasta clavársela hasta el fondo. Harry gimió como nunca lo había hecho y pensó que su voz llegaría hasta Hogwarts.
Malfoy se quedó mirándolo y él suplicó que se moviera sin pensar en lo que estaba haciendo, lo único que sabía era que quería más de eso y no comprendía por qué el rubio iba tan lento.
Todo transcurrió muy rápido a partir de que sus súplicas fueron escuchadas, terminando en el orgasmo más intenso de su corta vida.
Cuando despertó de la inconsciencia en que cayó, estaba vestido, sentado espatarrado sobre el asiento de su moto y con la espalda apoyada en el manillar, no sabía cómo había aguantado en esa posición sin caerse. Se incorporó y llevó una mano al culo y otra al cuello al sentir dolor en esos puntos, en su cuello quedaban las marcas de dos colmillos.
El sol comenzó a despuntar y recogió sus gafas que habían caído al suelo rápidamente al sentir un gran dolor en sus ojos. La tenue luz del Sol parecía quemar su piel y sintió el impulso de huir. Fue a arrancar la moto y en el manillar encontró colgada una nota.
”Cien metros más adelante hay una cripta. Date prisa si deseas vivir la inmortalidad conmigo, sino observa tu último amanecer, pues es la única forma en que podrás escapar de mí, Potter. Prefiero verte morir a verte con otro humano. Ya he matado a tres inocentes para atraparte y volvería hacerlo si con ello pudiese hacerte mío una vez más.
Draco Malfoy”
Harry dudó un segundo hasta que un rayo chocó con su frente y la sintió arder. No había sobrevivido una guerra para morir por eso. Escapar de Malfoy sería un reto y si no lo conseguía una vida llena de polvos como el de esa noche no sería tan mala.
Fin