
Imagine a load (so large and so smooth that against it a man is an ant)
But remember the kids who got nothing (while you’re drinking down your wine)
Father Christmas. The Kinks, 1977.
La mañana del 24, Hagrid los lleva a Hogsmeade por una cerveza de mantequilla. Hablan de sus familias y de cuánto las extrañan (y por una vez, no necesitan inventar ningún detalle). Harry no dice mucho, hasta que Ron empieza a recordarle anécdotas navideñas en la Madriguera y el ánimo se le aligera. Hermione esconde la sonrisa en la espuma. Ron tiende a hacer cosas como ésa.
Pasan por Honeydukes a la salida y Hermione abandona el grupo para hacer algunas compras de último minuto. Empieza por Scrivenschaft, pero las plumas que le gustan cuestan una barbaridad y tiene que conformarse con una de avestruz. Es un problema eso de vivir “becada” y tener que preocuparse por cada centavo. Han pasado por mucho este año y realmente quiere darle algo especial a los chicos… pero es que los precios navideños son un robo.
En lo que será el local de Gladrags Wizardwear encuentra una pastelería. Una bruja con dos coletas y los brazos cubiertos de harina le ofrece una muestra gratis de unos pastelillos de navidad buenísimos y a Hermione se le ocurre que no es mala idea.
Sobretodo, encaja en el presupuesto.
- ¡Señorita Granger, qué gusto verla por aquí!
Voltea y descubre a Dumbledore sentado en una esquina del local, con una joven de cara redonda y un pastelillo que tiene que haber requerido magia para sostener tanta crema encima. Se acerca a ellos.
- ¿Cómo está, profesor?
- Aquí,- dice Dumbledore, dedicándole una sonrisa a su compañera,- abusando de la amabilidad de una bella dama.
La joven tiene una risa cristalina y a Hermione le cae bien inmediatamente.
- Por favor, profesor. Una conversación como ésta definitivamente vale un pastelillo,- hay algo muy honesto en cómo se expresa, algo limpio, confiado. Hermione ríe con ella.
Su rostro es terriblemente familiar, pero no puede precisar por qué.
- La señorita Hermione Granger es estudiante de intercambio,- dice Dumbledore, presentándolas.- Hermione, ésta es la señorita Alice Prince, una de mis ex alumnas favoritas.
- Mucho gusto,- responde Hermione, sonriendo. Prince... no, no es eso. Tal vez sea prima lejana de Snape (como todos los magos de familias antiguas), pero no se le parece en nada.
Alice la observa un momento, con ojos vivaces.
- ¿Estudiante de intercambio? Pensé que eran rumores.
- De ningún modo,- interviene Dumbledore, sonriente.- Fue una gran idea, debo decir. Excelentes muchachos, todos ellos.
Alice sonríe y Hermione se ruboriza un poco.
- Qué bueno que tengan esta oportunidad. Hogwarts es algo especial, ¿a que sí?
- Es increíble.
- Sí... se hace extrañar,- agrega Alice con una sonrisa nostálgica.
- ¿No te tratan bien en el programa de Aurores?- bromea Dumbledore.
Alice suspira.
- Pues es maravilloso haber entrado al programa… pero no nos dejan descansar nunca.- Mira el pastelillo en su mano y sonríe.- Bueno, casi nunca.
Dumbledore ríe despacio.
Aurores... tal vez la ha visto en El Profeta.
- Pero no me puedo quejar. Es solo que tengo muchas cosas en la cabeza en este momento.
- Sí, sí... Oí rumores de una boda próxima.
- Pues son ciertos,- responde ella, con una sonrisa que casi no cabe en su carita redonda.- Por supuesto que todos los maestros de Hogwarts estarán invitados.
- Pues no faltaremos,- dice Dumbledore.- Asueto para todos los que se queden a la fiesta,- agrega, haciendo reír a las dos chicas.- ¿Y quién es el afortunado, si puedo preguntarlo?
Alice ríe de nuevo.
- ¿No lo sabe? Qué mal le llegan esos rumores,- bromea.- Me caso con Frank Longbottom,- dice con orgullo.
A Hermione se le cae la sonrisa de golpe.
De pronto, recuerda exactamente dónde ha visto antes a la muchacha sonriente de ojos vivaces y rostro redondo.
Oh, por dios.
- Vaya, pues no lo sabía... Pero qué agradable sorpresa. Es un muchacho excelente.
Alice Longbottom tiene los mismos rasgos que su hijo, aunque algo más afinados. Las mismas manos, la misma cara redonda, los mismos ojos, pero más vivos... Más vivos.
La imagen de una mujer enajenada en un pabellón de San Mungo (sin luz ni foco en la mirada, de piel caída y descolorida, ofreciéndole envolturas de caramelo al más tímido de sus amigos, incapaz de articular o comprender palabra) está fija en su mente. Pero intenta superponerla a la de esta muchacha alegre y honesta, radiante por su próxima boda, sin miedo de luchar contra la oscuridad, y no puede. No puede. No son de ninguna manera imágenes complementarias.
- Señorita Granger, ¿se encuentra usted bien?- Dumbledore la mira fijamente, con esos ojos azules que parecen comprenderlo todo.
- N-No se preocupe profesor, no es nada. Los chicos me están esperando. Alice... ha sido un placer.
- Igualmente.
Quiere desearle suerte, felicidad en su matrimonio, que todo le vaya bien o alguna de esas cosas que se dice en ocasiones como ésta. Pero el nudo en la garganta no la deja respirar y se limita a asentir como despedida.
Tiene el control suficiente para llegar a la esquina y perderse de vista, antes de empezar a llorar como una niña.
*
- Es imposible.
- Hermione…
Ron le acaricia el cabello. Harry conjura un vaso de agua.
- Es imposible.
Es imposible quedarse y no cambiar nada. Imposible. No es la primera vez que lo piensa. Se queda despierta por las noches, mirando a Lily a través de la habitación oscura. Lily, que le cuenta secretos y comparte bromas, que ríe cristalina y cree en el futuro, que va a morir a los 21 años en manos del mago oscuro más terrible de todos los tiempos, dejando desamparado a su único hijo. Le entran ganas de llorar de pronto porque Sirius hizo una broma y le revolvió el pelo a Remus, ignorante de que pasará 12 años en el infierno por culpa de uno de sus mejores amigos. Se muerde la lengua cada vez que Peter pasa a su lado con ojos brillantes, confiando en las palabras de James con una inocencia que no durará mucho.
Es imposible.
Es imposible, y no sabe si son mártires o monstruos por intentarlo.
- No podemos hacer nada,- dice Ron. Pero Harry se queda callado.
- Lo sé,- responde ella, y las lágrimas caen de nuevo.
*
Esa noche, Harry duerme en la torre de Gryffindor por primera vez desde la selección. Son los únicos alumnos de séptimo en la escuela y la capa es suficiente para ocultarlo hasta llegar a la habitación. Llevan planeándolo desde que empezaron las vacaciones y se suponía que sería una noche divertida, pero los ánimos no están en su mejor momento. Es bueno que lo hayan planeado, de todos modos. Si hubo una noche que necesitaban pasar acompañados, sin duda es ésta.
Harry toma la cama de James, y cuando Hermione aparece en pijama en mitad de la noche, Ron se ruboriza e insiste en que tome la cama de Lupin. Ha puesto todos sus libros y el uniforme de quidditch sobre la cama de Sirius, para asegurarse de que no pueda ser usada. Dentro de todo lo que está pasando, eso consigue arrancarle una sonrisa a Harry.
Hablan de la Madriguera, de Seamus, Dean y Neville, de Ginny, de Luna, de Fred y George. Hablan de navidades pasadas, de los pantalones acampanados deGideon, de los EXTASIS, de las noches de luna llena en la habitación de los Merodeadores. Hablan de todo menos de Alice Longbottom y la decisión de dejarla sufrir.
Harry no se engaña. Ya no. Está harto de morderse la lengua cada vez que habla con Lily y pensar que “está haciendo lo correcto.” No hay un camino correcto en esta maldita misión. Hermione también parece haberse dado cuenta. Cada vez que se muerde la lengua, está condenando a sus padres a morir a manos de Voldemort. Cada vez que se muerde la lengua, está enviando a Sirius 12 años a Azkaban. No son solo ellos. Regulus prácticamente está esperando que alguien lo empuje fuera del pozo, y mientras más tiempo pasa con Snape (Snape, de entre todas las personas) más se convence de que nunca quiso convertirse en un asesino (o en un idiota). Cambiar el futuro no solo es posible, es ridículamente fácil. Pero no lo hacen, porque hay una profecía que dice que otro tiempo los necesita, porque dejarían a las personas que aman a merced de la guerra. (En los últimos meses, Harry se ha preguntado más de una vez si no están haciendo exactamente lo mismo al no intervenir.)
Es una noche inquieta, de sueños incoherentes, y ni siquiera despertar junto a sus amigos en la torre de Gryffindor la mañana de navidad consigue remover del todo la angustia de su pecho.
*
Desayunan en el Gran Comedor, que está decorado con guirnaldas y un árbol majestuoso. Hay pastel navideño y ponche, frutas secas y quesos de todas partes de Europa. Las lechuzas sobrevuelan las mesas repartiendo paquetes y tarjetas de colores a los maestros y a los pocos estudiantes que se han quedado en el castillo. No parece por ningún lado la navidad de un mundo en guerra.
Una vieja lechuza negra deja caer un paquete sobre Harry.
- ¿Y eso?
- Ni idea.- Busca una tarjeta. No encuentra ninguna.
- ¿Algún fanático del quidditch?- pregunta Hermione. Harry se encoge de hombros.
Y es extraño, liberador, saber que podría ser eso. Que no se trata de un arma secreta, que nadie está intentando matarlo, que como mucho será una mala broma que le explotará en la cara.
- Parece un libro.
- ¿Por qué no lo abres y vemos?- dice Ron, quitándole el paquete de las manos y arrancando el papel. A Harry no se le olvida que hizo lo mismo con la capa de invisibilidad, con la Saeta de Fuego, con el Mapa del Merodeador. Ron siempre se emociona con las cosas nuevas, siempre acepta primero y se preocupa después (o no se preocupa nunca). Puede que sea temerario. Puede que sea peligroso. Pero a veces Harry piensa que es solo gracias a Ron que se mantiene cuerdo, anclado al mundo de las cosas divertidas y los riesgos innecesarios. Que es gracias a Ron que tiene una adolescencia.
El regalo es un libro. “Amuletos Mágicos Curiosos” de Berenice Quirky. Harry y Ron se miran con gestos idénticos de incomprensión. A Hermione, por supuesto, le parece interesantísimo.
- Señor Potter, señorita Granger, qué placer verlos esta mañana,- dice Slughorn con una sonrisa de oreja a oreja. No se molesta en saludar a Ron.- Pasando una feliz navidad, espero.
- Mucho,- responde Hermione, siempre la más diplomática de los tres.- Gracias, profesor. Esperamos que usted también esté pasando buenas fiestas.
- Oh, sí, muy buenas. Nunca tan buenas como las de la juventud, por supuesto- agrega con un guiño.- Señor Potter, si me permite unas palabras.
Harry se levanta y lo sigue unos pasos. No recuerda haber hecho nada malo y Slughorn no parece molesto, así que no se preocupa demasiado.
- Ah, la juventud…- dice con una sonrisa. Luego se aclara la garganta.- Me dicen que no dormiste en tu cama anoche, Harry.
Por algún motivo, cuando Slughorn lo llama por su nombre suena incorrecto.
- Lo siento mucho profesor, yo…
- Vamos, vamos, Harry. No hace falta buscar excusas. Eres un muchacho joven y popular y la señorita Granger es una de mis alumnas preferidas, así que por esta vez me haré de la vista gorda,- más que hacerse de la vista gorda, parece que disfrutara cada segundo.- Pero espero que no se repita. Y que te hayas comportado como un caballero, por supuesto.
- Hermione y yo no…- suspira. Es inútil y lo sabe.- Gracias, profesor. No volverá a pasar.
- Eso espero,- dice Slughorn con seriedad.- Ahora ve. Ve con tu dama.
Harry respira hondo y vuelve a la mesa.
- ¿Qué quería Slughorn?- pregunta Ron apenas se sienta.
Harry lo medita un segundo.
- Que cuide a los pequeños. Como soy el único de séptimo…- Se acomoda los lentes.- Creo que será mejor que vuelva a dormir en las mazmorras.
*
Esa noche sueña con la Madriguera.
Hay medias tejidas sobre la chimenea y un pequeño árbol decorado con grandes bolas de colores. Los regalos son pocos, pero el ambiente es cálido y familiar.
Puede oír las voces tras la puerta, agazapado junto a Ginny, que es lo bastante adulta para enfrentarse al terror de una escuela tomada por asesinos sin escrúpulos, pero demasiado joven para participar de las reuniones de quienes intentan atraparlos.
Hay que esforzar un poco el oído, pero la voz de Moody es clara.
- ¿Cómo van las cosas en el Ministerio?- pregunta.
- No muy bien,- responde el señor Weasley.- No pueden cuestionar mi “estatus de sangre”,- Ginny hace una mueca de disgusto al oír la expresión,- pero siguen presionando con el tema de Harry.
- Es una suerte que no sepas nada, entonces.
- Sí, fue buena idea borrar esos recuerdos.
- Buena idea hasta que intenten torturarte,- interviene la señora Weasley.- No, Arthur, no voy a callarme. Es un riesgo estúpido mantener a alguien en el Ministerio en este momento. Y yo…- se le quiebra la voz.
- Molly…
Moddy carraspea.
- De hecho, Molly podría tener razón. El Ministerio ya no es un lugar seguro y tú cada día tienes más restricciones. No sé si es un riesgo justificado.
- Sobre el tema de Harry…- dice una voz que podría ser la de Hestia Jones,- estamos filtrando información al Profeta respecto a su “posible paradero”. Un supuesto avistamiento en Gales.
- Perfecto. Por los informes de Tonks y Kingsley, el Departamento de Aurores no parece tener idea de dónde empezar a buscar, pero ya sabemos que los Aurores en este momento son poco más que una fachada. Las pistas falsas siempre ayudan.
- Perdón…- interrumpe Tonks, con voz insegura,- puede que ésta sea una pregunta tonta, pero ¿estamos seguros de que Harry no está en Gales?
- No te preocupes,- responde Lupin con cariño,- Harry está en un lugar seguro.
- Lo sé, pero…- suspira.- No pueden responderme. Por supuesto que no pueden responderme,- dice, como regañándose a sí misma.- Lo siento.
- A mí también me vuelve loco,- dice el señor Weasley.- Pero es peligroso. Trabajamos demasiado cerca.
- Sí, sí, lo entiendo.
La reunión continúa, tratando temas cada vez más escabrosos. En apenas unos meses, el mundo mágico se ha convertido en una novela de ciencia ficción sobre estados totalitarios.
Ginny lo escucha todo sentada junto a la puerta, las rodillas encogidas contra su cuerpo, abrazándose a sí misma, y por momentos parece de nuevo una niña de 11 años aterrorizada por cosas terribles que escapan a su control.
Despertar en el dormitorio de Slytherin no ayuda a Harry a mejorar su ánimo.
*
Recibe 1978 en la torre de Gryffindor con Ron y Hermione, pero vuelve a las mazmorras hacia la una (un grupo de slytherins apertrechados de dulces y jugo de calabaza intentan convencerlo de que se quede en la sala común, pero consigue huir). A la mañana siguiente, después del desayuno, vuelve a ponerse la capa y sube a la torre. Se le ha hecho costumbre desde navidad. Se pasa la tarde sentado en el piso jugando al ajedrez mágico con Ron o leyendo en la cama de James, y hay una sensación de familiaridad innegable en las cortinas rojas, las borlas doradas, las ventanas que miran a los terrenos desde lo alto. Algunas tardes visitan a Prewett. Casi siempre entrenan en la Sala de Menesteres al menos un par de horas. Es una rutina simple, pero sospecha que va a extrañarla.
- ¿Qué es eso?- pregunta. Sabe qué es, por supuesto. Es el atrapasueños que le dio Ginny. Lo que no sabe es qué hace dibujado en uno de los libros de Hermione.
- Un atrapasueños,- dice Hermione.- Se supone que atrapa los malos sueños, las pesadillas. Pero en realidad depende mucho de cómo se construya.
- ¿Cómo así?
- Pues si se hace con cierto tipo de madera, lo que hace es incrementar los malos sueños. O los sueños proféticos, según dice el libro,- agrega con un gesto de incredulidad. Hermione y la adivinación nunca se han llevado bien.
- ¿Los sueños proféticos?
- Mhm,- dice, y sigue leyendo.- También puede conectar a dos personas a través de los sueños.
Harry salta hacia la cama de Lupin y coge el libro.
- ¿Cómo funciona eso?
- Depende de muchas cosas, es un aparato muy versátil… ¿Por qué tanto interés?- pregunta Hermione, con la mirada de quien sabe que está pasando algo raro.
- Pues… espera. ¿Éste no es el libro que me dieron por navidad?
Hermione asiente. Berenice Quirky sonríe desde la contratapa, sosteniendo un péndulo entre las manos.
- Es un libro muy interesante. Menciona varios amuletos que no había visto antes. Y tiene un capítulo entero sobre atrapasueños,- dice sin dejar de mirar a Harry, que respira hondo y confiesa.
- Ginny…- Ron levanta la cabeza al oír el nombre su hermana.- Ginny me dio uno.
- Bueno,- dice Hermione,- por lo menos sabemos que no es uno de los malos. ¿Sabes de qué madera es?
Harry niega con la cabeza.
- Mmm… ¿algo particular en el patrón, algún colgajo?
- Un mechón. Tiene un mechón de su cabello.
Hermione abre mucho los ojos.
- ¿Has tenido algún sueño extraño últimamente, Harry?
***
When I looked around, I was heading down
Tightrope. Electric Light Orchestra, 1976.
Las clases inician un lunes. Del otro lado del Gran Comedor, Ron y Hermione ríen con dos chicas que Harry no conoce, seguramente contando anécdotas de las vacaciones.
No ha sido su mejor navidad, debe reconocerlo. Han estado juntos y eso siempre es bueno, pero las fiestas han sido un recordatorio innecesario de las cosas que temen perder. Ron extraña a su familia más que ninguno, Harry lo sabe. Y si debe ser honesto, también él los extraña. También él ha aprendido a asociar las fiestas con los Weasley, que lo acogieron sin preguntas desde ese primer día en la estación de trenes y le dieron un calor familiar que no hubiera conocido de otra manera.
La idea lleva sus ojos hacia el rincón de la mesa de Gryffindor en el que James y Lily discuten por alguna tontería. Es extraño tenerlos tan cerca y no poder tenerlos. Los quiere mucho, por supuesto. Pero quiere a James y Lily, compañeros de colegio, y no sabe hasta qué punto se parece eso al cariño que podría haber sentido por James y Lily, sus padres.
No. Sirius (el adulto desgastado por 12 años en el infierno, no el joven que aterroriza los pasillos de Hogwarts) y los Weasley son lo más cercano que ha tenido a una familia.
Doce años en Azkaban... los hermanos de Molly asesinados por mortífagos... James y Lily dando la vida por su hijo cuando apenas empezaba a conocerlos... ¿es que toda la gente que ama tiene que sufrir por esta guerra?
Hermione tiene razón. Es imposible. Es imposible quedarse y no hacer nada al respecto. Lo ha pensado más de una vez desde que llegaron. Muchas más desde que se vio en los ojos de Lily por primera vez. Cada minuto del día desde que la vio abrazar a James en el Gran Comedor, asustada por el futuro de su familia. Harry no sabe qué sucedió con sus abuelos. Pero sabe que cuando sus padres fueron asesinados, Petunia y Vernon Dursley eran su única familia. Eso significa que no solo los padres de Lily, sus abuelos maternos, estarán muertos para entonces, sino que también lo estarán los padres de James. ¿Por qué nunca ha conocido tíos o primos además de los Dursley? No lo había pensado hasta ahora, pero es muy extraño que nadie haya alardeado nunca de su parentesco con el-niño-que-vivió. ¿Significa eso que todos los parientes de James morirán en los próximos 4 años? ¿Todos ellos?
Piensa en Rosier y Wilkes en el campo de quidditch. También ellos morirán a causa de la guerra. Son un par de matones con ideas muy estúpidas acerca del orden del mundo. Pero también son un par de niños que nunca han oído otra versión de la historia. Piensa en Regulus Black, demasiado listo para no notar el contraste entre la realidad y el dogma, para no notar el valor de los que considera “impuros”, pero incapaz de alejarse del camino pautado. Harry conoce su futuro. Regulus llegará a comprender en qué se está metiendo, pero solo cuando sea demasiado tarde.
Snape se sienta a su lado y pregunta por las vacaciones. Lo observa con esos ojos, intensos y curiosos. Y Harry comprende (por fin comprende) cuánto le costó la guerra a su amargado profesor de pociones.
*
Es uno de esos días.
Hermione lo ha estado ayudando con encantamientos y la verdad es que ha mejorado muchísimo, pero, claro, sería demasiado esperar que alguien lo note. Flitwick parecía impresionado por un momento, está seguro. Luego tuvo que llegar Sirius con sus bromas estúpidas.
Siempre es lo mismo con Sirius. James es distinto, claro. Pero tampoco lo nota. En el pequeño universo que es la habitación de los chicos para James solo existe Sirius, y eso parece darle derecho a ser tan idiota como quiera. Remus… Remus no cuenta. Es un buen tipo, pero no cuenta. Como Peter. Si no fuera… bueno, por lo obvio, Remus y Peter serían lo mismo. Dos chicos que caminan detrás de James y Sirius.
Y ahora además está Weasley, que es un buen tipo con todos menos con él. Le gusta como trata a Sirius, eso sí. Como si no lo intimidara. Lo respeta un poco por eso. Pero ¿de qué sirve, si a él lo trata como si no existiera?
Son sus amigos y los quiere. Por supuesto que los quiere. Pero a veces se cansa de ser el tipo bajito que no brilla por sí mismo. A veces se cansa de no dar la talla.
- No sé cómo los aguantas.
Se da la vuelta de golpe. No atina a sacar la varita.
Lestrange es uno de esos tipos que da miedo por principio. No es que le haya hecho nada, pero no hace falta. Ha visto las cosas que le hace a otros gryffindors, las “bromas” que le hacía a Lily en quinto. Y su hermano es un mortífago, lo sabe todo el mundo.
- Te vi en encantamientos,- dice.- Has mejorado mucho. No es que tus “amigos” parezcan apreciarlo, claro.
- No te metas con mis amigos,- es lo único que atina a decir.
Lestrange sonríe. Da más miedo todavía.
- Pettigrew… no me vas a decir que realmente te importa lo que pueda decir de esos tipos. He visto cómo te tratan,- agrega, como quien te cuenta que ha descubierto tu más grande secreto.- He visto cómo los miras cuando te tratan así. No puedo decir nada de tus “amigos” que tú no hayas pensado antes.
No es verdad, quiere decir. Pero no dice nada.
- Pettigrew, Pettigrew…- No le gusta cómo lo mira. Como evaluándolo.- ¿Has pensado alguna vez que la razón por la que no sobresales en nada es que no quieres sobresalir lo suficiente?
Eso es mentira. Completamente falso. Quiere sobresalir tanto que duele.
- Black es uno de los apellidos más importantes que existen,- dice.- Un apellido que te abre todas las puertas. ¿Qué hizo ese perdedor con él? Tirarlo por una rabieta.- Sacude la cabeza.- ¿Es ésa la gente que te hace sentir menos?
Lo mira como con lástima. A Peter se le ocurre que no está saliendo muy bien parado de la evaluación.
- Y Potter… babeando detrás de una sangresucia.- Peter ha oído a otros slytherins usar la palabra. Todos la escupen con el mismo tono de desprecio, como si les ensuciara la lengua decirla.- Tiene talento, no puede negarse. ¿Pero para qué lo usa? Estamos en guerra, Pettigrew,- dice finalmente.- Y creo que tienes la suficiente inteligencia como para notar quién está ganando.
- La guerra no es asunto mío,- dice Peter.- Mi familia es de sangre pura, no nos va a pasar nada.
Lo dice sin pensar, casi sin darse cuenta. Y lo cree, realmente lo cree. Nunca lo dice, porque sabe lo que James pensaría de una opinión como ésa. Pero es la verdad. También es verdad que nunca se lo había dicho a nadie, no en la escuela. No entiende por qué va y lo suelta delante de Lestrange.
Lestrange sonríe.
- No, supongo que no es asunto tuyo. ¿Por qué querrías estar del lado de los ganadores, después de todo? Estás muy contento con correr detrás de los perdedores.
Saca la varita y le apunta al pecho. Peter da un paso hacia atrás.
- Fregotego,- dice, y la mancha de mostaza que se hizo en el almuerzo desaparece de su túnica.- Sigue con esos encantamientos,- agrega con media sonrisa, mientras se aleja por el pasillo.- A ver si alguien más se da cuenta.
*
- ¿Cronomancia?- pregunta Clarisse, asustada.- ¿Cuándo vimos eso?
- No es para una clase.
Clarisse respira, obviamente aliviada.
- ¿Y entonces qué haces leyéndolo? Pensé que estabas obsesionada con los EXTASIS.
- Es una investigación personal.
- ¿Una investigación personal? ¿Tienes que presentarle un informe a tus padres o qué?
Hermione sigue leyendo sin responderle. Es buena chica, pero tiene un serio problema de esnobismo intelectual.
- Una investigación personal sobre cronomancia… ¿piensas viajar en el tiempo o algo?- Hermione deja de leer un segundo y la mira, pero luego vuelve al libro.- Ya sé. Quieres volver en el tiempo para conocer a Walt. No te gastes, era homosexual. ¿Qué? Te he visto leyendo. Te gustan locos de dientes sudorosos,- dice, como picándola.
- ¿Conoces a Walt Whitman?
- Mis padres son muggles,- responde Clarisse sin darle importancia. Sabe que lo que sorprende a Hermione no es que lo conozca, por supuesto. Es que sepa leer. Rueda los ojos y vuelve a concentrarse en sus uñas.
¿Rosa nacarado o rosa fuerte?
- ¿Estás preocupada por ellos?- pregunta Hermione de pronto.- Por la guerra, quiero decir.- Lo dice como avergonzada, como si estuviera preguntando algo muy personal.
Si le preguntan a Clarisse, la guerra no tiene nada de personal. Los afecta a todos, ¿verdad?
- Supongo. Pero trato de no pensar en eso. No es como si pudiera hacer algo al respecto,- dice, encogiéndose de hombros.
Rosa nacarado.
- ¿Lo harías?- pregunta Hermione.- Si pudieras, quiero decir.
Y vaya si ésa es una pregunta estúpida para venir de alguien tan inteligente. No responde, pero supone que su expresión deja muy claro lo que piensa, porque Hermione se corrige.
- Si hubiera consecuencias, quiero decir. Si… si tuvieras que pagar un precio muy alto. Si tuvieras que arriesgar a unos para salvar a otros.
Clarisse lo piensa.
- ¿Esto es como esa pregunta de la sociedad perfecta? Si para construir una sociedad perfecta tuvieras que torturar a un bebé…
Hermione parece pensarlo.
- No… no exactamente. Es más bien… si para salvar a alguien de ahogarse, tuvieras que dejar que alguien más se ahogue. Si no pudieras salvarlos a ambos.
- ¿Eso qué tiene que ver con la guerra?
Hermione suspira, como cansada. Esta chica está estudiando demasiado.
- Pues tendría que escoger a uno, ¿no? Es obvio,- dice Clarisse, por tranquilizarla. No parece tranquilizarla en absoluto.- ¿Quién es el mayor?
- ¿Eso qué importa?
- El mayor tiene más posibilidades de saber nadar… creo.
- Ninguno sabe nadar.
- Me lo pones difícil.- Sobretodo porque no entiende cómo pasaron de hablar de la guerra a hablar de esto.- ¿No puedes salvar a los dos?
Hermione suspira de nuevo y vuelve a su libro.
Snob.
Dos personas se caen al agua. Ninguna sabe nadar. Solo puede salvar a una.
Sacude la cabeza.
- ¿Estás segura de que ninguno sabe nadar?- No sabe por qué una pregunta tan tonta parece tan importante. Pero cómo venga en los EXTASIS está perdida.
Hermione la mira de pronto. La mira. Pero pasa tanto rato sin decir nada, que cuando responde Clarisse ya se ha olvidado de cuál era la pregunta.
- No,- dice bajito.- La verdad no estoy segura.
*
Están entrenando en la Sala de Menesteres. No, no es cierto. Está soñando.
La habitación está llena de gente. Muchos rostros conocidos y algunos nuevos. Trabajan hechizos de protección, lanzándose maldiciones a través de todo el ambiente, sin orden ni dirección, intentando coger al otro desprevenido. Es más un entrenamiento de sus reflejos que una práctica de los hechizos, que son bastante simples. Las maldiciones que usan son inocuas, bromas de chicos. Conforme los combatientes caen bailando, rebuznando, colgados de cabeza, con manos gigantes o largas lenguas que se arrastran por el suelo, se empiezan a oír las primeras risas, que llaman a otras.
No es que no se lo tomen en serio, reflexiona Harry. Es que el escape es parte del entrenamiento.
Ginny dirige la práctica y Neville se para a su lado, un brazo en cabestrillo y una mirada de esperanza que Harry ha visto pocas veces en su amigo.
En una de las paredes puede verse claramente el pergamino, las firmas de todos bajo el encabezado rotulado en letras grandes con una caligrafía impecable: “Ejército de Dumbledore”.
***
Am I right if I fight?
Megalomania. Black Sabbath, 1975.
Hermione lleva una bufanda verde.
- ¿Te volviste loca?
- Es el color de Slytherin.
- Exacto.
Harry juega contra Ravenclaw y por supuesto que van a ir a apoyarlo. Por supuesto. Pero de ahí a ponerse una bufanda….
- No oí que te quejaras cuando Luna se paseaba con un león en la cabeza por toda la escuela.
- ¡Es diferente!
- ¿Por qué es diferente? Es el color del equipo de Harry.
- No…- No es el color del equipo de Harry. Solo de su uniforme. Cómo es que Hermione no entiende la diferencia es algo que escapa a la inteligencia de Ron.
- ¿Te volviste loca?- pregunta Sirius desde lo alto de la escalera, entre horrorizado e incrédulo.
- ¿Se puede saber qué les pasa? Mi amigo va a jugar y yo voy a apoyarlo. Ya sé que Gryffindor tiene problemas con Slytherin, pero…
Sirius sacude la cabeza.
- ¿Vas a dejar que haga esto?- le pregunta a Ron.- Porque nosotros estamos yendo al lado de Ravenclaw y si pasa algo no vamos a poder ayudarte.
- Oh por…- Hermione toma aire y lo deja salir despacio.- Hay un grupo de hufflepuffs que está apoyando a Slytherin. Vamos a sentarnos con ellos. Y, por último, estamos a apoyando a su equipo, no veo por qué…
- ¿No ves por qué?- pregunta Sirius asombrado.- No ve por qué,- repite, dirigiéndose a Lily, que los observa a pocos pasos de distancia, cargada de libros y sin ninguna intención aparente de ir a ver el partido.- ¿Se lo dices tú o se lo digo yo? Porque es una palabra muy fea y preferiría no usarla.- Baja la escalera.- Ya no estás en América, Granger,- dice, y le quita la bufanda.
Después de eso, es difícil para Ron disfrutar el partido. Hermione hace el esfuerzo de fingir que no entendió lo que Sirius quiso decir, pero estaba más que claro. No están en un tiempo en el que una “sangresucia” pueda usar una bufanda de Slytherin sin ganarse un par de maldiciones. Lo que Ron no entiende es cómo se diferencia eso de su propio tiempo y qué hizo a pensar a Hermione que podía hacer algo así.
Para colmo de males, tiene que apoyar a Slytherin.
Que va perdiendo.
*
Vio con toda claridad como Ravenclaw aplastaba a Hufflepuff, pero no se esperaba esto. Es claro que Clearwater ha tenido a los cazadores practicando estrategias diferentes, porque no recuerda haber visto nada parecido en el partido anterior.
Potter es un buscador excelente, pero es solo el buscador. Y si no encuentran una manera efectiva de detener a esos cazadores (quizás incluso al portero), para cuando aparezca la bendita snitch les van a llevar 200 puntos de ventaja.
Es todo, piensa Zabini. Se acabó el juego limpio, estrella.
Y silba para llamar la atención de Rosier y Wilkes.
Siempre se puede confiar en Rosier y Wilkes.
*
El partido va bien.
Pero no lo suficiente.
Llevan más de una hora jugando y no consiguen remontar a Slytherin por suficientes puntos. En cualquier momento va a aparecer la maldita snitch y Clearwater es bastante consciente de que si bien su buscadora es buena, no es excepcional. Contaba con tener menos gente en el campo para este momento. Contaba con el juego sucio de Slytherin. Tenía que haberlo visto venir, después de los últimos minutos contra Gryffindor. Pero pensó que sería cosa de una vez.
Tira al aro central y Zabini para la quaffle por los pelos. Ha mejorado este año. Contaba con eso. No contaba con siete jugadores en el campo tan tarde en el juego.
Zabini pega un silbido. Le hace un par de gestos a sus jugadores. Clearwater coge la quaffle y avanza. A cuatro metros de los aros, Wilkes se tira contra él con suficiente fuerza como para tirarlo de la escoba.
Por fin.
Se deja caer en picado suficiente distancia como para llamar la atención del árbitro.
Siempre se puede confiar en Slytherin.
*
- Teníamos un trato,- le reclama Harry a Zabini.
- Y el trato era que nos hacías ganar.
- Atrapé la snitch. Ése es mi trabajo.
- Pues ya ves que no es suficiente.
Harry conoce el ambiente de la derrota. Pero es diferente en Slytherin. Hay más reproches y menos autocrítica, y eso no puede ayudar a nadie. Recuerda las reuniones con el equipo de Gryffindor después de los partidos. Oliver Wood se tomaba el tiempo de preguntarle a cada uno qué vio en el juego, decía que cada quien veía un juego diferente y que solo poniendo todas las perspectivas juntas podía entender cómo sucedieron las cosas realmente. Harry tiene muy claro el juego que vio desde lo alto. Pero no es el momento de explicárselo a Zabini.
- Buena atrapada,- dice Alicia, pasando a su lado cargada de libros.- Lástima que el resto del equipo…- agrega, dirigiéndole una mirada divertida a su hermano, que le lanza maldiciones innombrables con la mirada.
Son una familia curiosa, los Zabini. Siempre están compitiendo. Alicia tiene las mejores notas, Lucas es mejor en los deportes. Alicia es brillante en pociones, Lucas en encantamientos. Los dos fueron prefectos en quinto año. Alicia siempre está haciendo comentarios que menosprecian a su hermano, pero Harry ha visto cómo reacciona si alguien más comete el error de hacerlos delante de ella. A veces sus comentarios le recuerdan a las bromas que los gemelos le hacen a Ron, y se pregunta si así será tener hermanos, una eterna competencia con alguien que en el fondo siempre estará de tu lado.
- Le gustas a mi hermana,- dice Zabini de pronto, y Harry parpadea.
- ¿Qué?
Zabini sacude la cabeza.
- Siempre me he preguntado cómo ves un punto en mitad del cielo y no te das cuenta de las cosas que pasan en tus narices.
- Yo no…
- Tú no quieres nada con ella. Sí, también lo había notado. No te preocupes, a Alicia estas cosas se le pasan pronto. Pero ten cuidado. No soy el único que se da cuenta,- dice, señalando a Rosier con la cabeza.
Muchas cosas tienen sentido de pronto. La casa de Slytherin en su conjunto se ha ablandado con Harry, pero Rosier siempre tiene una amenaza en la punta de la lengua. Y Harry ha empezado a comprender que las cosas que mueven a los slytherin van mucho más allá de la sangre. Es ridículo, cuando lo piensa, que haya pasado tantos años viéndolos como seres unidimensionales. (Sobretodo después de saber que hay gryffindors que traicionan a sus amigos y hufflepuffs que brillan para siempre en la memoria de todos.)
Así que a Rosier le gusta Alicia.
Sigue siendo un idiota, pero por lo menos ahora es un idiota que Harry puede entender.
- ¡Reg, ven aquí!
Regulus es probablemente el que peor lo está tomando. Peor que Zabini, que ya es decir. Harry nota cuánto le cuesta, cuánto quería el puesto de buscador, cuánto se exige en el campo intentando probar… ¿qué? Harry no está seguro. Pero es más que un juego, más que una copa. Le pasa lo mismo con los estudios (le recuerda un poco a Hermione en ese sentido, siempre intentando ir más allá, siempre asustado de no dar la talla, aunque sea el primero de su clase). Es completamente distinto a Sirius, que parece conseguirlo todo sin esforzarse. Y a veces Harry se pregunta si ése será el centro de todo, esa necesidad de no quedar a la sombra de su hermano que ha visto tantas veces en Ron, esa competencia innata que ve entre los Zabini.
- Jugaste bien,- dice Zabini.- No te desmoralices, que todavía te necesito para aplastar a Hufflepuff.
Zabini siempre es menos duro con Regulus. Son compañeros de habitación y buenos amigos, y eso hace que Harry respete más el hecho de que le haya dado el puesto de buscador. Regulus es un jugador excelente y no está seguro de que él hubiera tomado la misma decisión. Para ser honesto, está bastante seguro de que no lo hubiera hecho.
- ¿Por qué me diste el puesto?- pregunta sin querer, observando la figura de Regulus mientras se aleja.
- Porque eres el mejor,- dice Zabini.
- Regulus no está lejos.
- No. Pero tú haces que se acerque más.- Hace una pausa.- Regulus necesita la competencia. Necesita dirección. En el último año… ha perdido algo importante, algo que le daba dirección.
Sirius, piensa Harry.
- Tu amiga la sangresucia nos estaba apoyando,- dice Zabini, como cambiando el tema. A Harry se le revuelve un poco el estómago.
- No uses esa palabra.
Zabini lo mira extrañado.
- Cierto. Tu madre. No lo tomes mal, Potter, es solo una palabra.
- Es solo una palabra cuando no se refiere a ti.
Zabini sacude la cabeza con ese gesto suyo de “qué mojigato eres, Potter”.
- En todo caso, dile que lo aprecio. No cualquier… gryffindor se animaría a sentarse con la barra de Slytherin.
- Ron también estaba allí.
- Sabes a lo que me refiero, Potter.
Harry suspira.
- La expresión que buscas es “de familia muggle”. Y si realmente lo aprecias, deberías decírselo tú mismo.- Recoge sus cosas.- Me voy a dormir.
Cada vez que cree que empieza a ver de otra manera a los slytherins…
Como de costumbre, solo encuentra a Snape en la habitación. Se ha quedado dormido sobre la cama con un libro, la respiración calmada, la expresión pacífica, libre de cinismo y mezquindad. Snape es, sin duda, la contradicción más grande de todas las que Harry ha tenido que enfrentar desde que llegó a este tiempo.
Ahora que sabe del amuleto, ahora que sabe que sus sueños no son sueños, que son una ventana a la vida de Ginny, a los eventos que se marcan con más claridad en su mente, aquel sueño extraño (Dumbledore planeándolo todo, Snape cuidando la memoria de Lily) es todavía más confuso. Era demasiado real para ser solo un sueño, pero Ginny no estaba en él. Aún así, Harry ha visto recuerdos ajenos (los de Snape, los de Dumbledore, incluso los de Slughorn) y sabe que es posible.
- ¿Fuiste tú, verdad?- susurra, recordando el paquete sin tarjeta en navidad, la imagen tan clara sobre las páginas del libro. Harry no le habló del atrapasueños a nadie. Solo alguien que lo haya visto en su cabecera podría haberlo reconocido.- ¿Me estabas cuidando, Snape?- Siente que le ha hecho la misma pregunta a la habitación vacía un millón de veces.
Snape gira entre sueños y el libro se le cae de las manos. Cuando Harry se agacha a recogerlo, de entre sus páginas cae un pedazo de pergamino. Es como si sus entrañas se volvieran de piedra.
Has causado buena impresión. Él cree que estás listo. Felicitaciones, te veremos en pascua para la iniciación.
L.M.
Cada vez que empieza a olvidar con quién está tratando…
*
- Tienen a Luna,- repite Ginny, una y otra vez.
Sus pecas se ven apenas en el rostro pálido. Parece perdida, una persona completamente diferente de la Ginny que Harry conoce. Neville no se ve mejor. El cabello apenas largo lo hace parecer mayor, más adulto, pero es claro en su mirada que está tan perdido como Ginny, tan perdido como un niño. Atina a pasarle una mano por el cabello rojo y jalarla hacia su pecho, a abrazarla y ofrecer el consuelo que pueda, por poco que sea. Ginny aprieta los dientes, pero finalmente cede, tiembla y llora con los dos puños apretados en la túnica de Neville.
Harry despierta con las lágrimas de Ginny corriéndole por las mejillas.
*
La idea es de Hermione, por supuesto.
- ¿Iner… qué?
- Inercia Temporal. Es la fuerza por la cual una línea de acontecimientos, una vez trazada, avanza en una dirección concreta.
Harry y Ron se preguntan si deberían entender de qué está hablando. Se miran. Deciden que no.
- No puedo creerlo,- murmura Hermione.- ¿Han leído alguno de los libros de la lista?
Los mira a los ojos. Suspira. Hace ademán de abrir el volumen de Principios Básicos de Cronomancia que descansa sobre la mesa, pero lo piensa mejor y coge la varita. La apunta a la cabeza de Ron.
- ¿Qué creen que pasaría si en este momento lanzara un hechizo de arranque de cabellera?
Ron traga saliva.
- Hermione… solo son libros…
Hermione pone los ojos en blanco.
- ¿Qué creen que pasaría?
- Nada bueno,- responde Ron, con un hilo de voz.
- Mhmm,- asiente ella.- Coge tu varita.
Ron coge su varita y la alza con cuidado.
- ¿Y ahora? ¿Qué creen que pasaría? – dice Hermione.
- No entiendo,- dice Ron, confundido.
- Que Ron bloquearía la maldición,- dice Harry, que cree que empieza a entender de qué va el asunto.
- ¿Qué está pasando aquí?- dice Madame Pince, con expresión asesina.
Les toma un rato convencerla de que están usando las varitas con fines pedagógicos y de que “por supuesto, nadie pensaba atacar a nadie,” pero Gryffindor pierde 5 puntos como medida preventiva y (“no quiero volver a ver una varita levantada en mi biblioteca”) es claro que Madame Pince los está vigilando. Hermione piensa que es una pena que la bibliotecaria no recuerde los 6 largos años que pasó entre esos libros, prácticamente viviendo bajo sus narices. Harry y Ron piensan que es una suerte.
- ¿En qué íbamos?
- Ibas a arrancarme el cabello.
- Oh. Cierto.- Hermione mete la mano en la mochila y Ron se encoge. Luego respira, cuando en lugar de la varita, saca una pluma.
- Digamos que esta pluma es mi varita y que lanzo el hechizo. La consecuencia obvia es que el hechizo te afecte. A eso se le llama Inercia Temporal. Una vez que algo está encaminado a suceder, sucede.
-¿Cómo… el destino?- pregunta Harry, que no está muy contento con el rumbo que llevan las cosas.
- Más bien como la física,- dice Hermione, y se muerde el labio inferior.- Imagina que no es un hechizo sino… una pelota. Si lanzo la pelota hacia allá,- dice, señalando a Ron,- ¿a qué crees que le dará?
- A Ron.
- ¿Y si a mitad de camino alguien la patea en otra dirección?
- Entonces cambiaría de dirección.
- Exacto,- sonríe Hermione.- Todo movimiento, en la distancia o en el tiempo, empieza por acción de una fuerza y continúa por inercia. La inercia traza un rumbo definido y ese rumbo solo cambia si fuerzas externas lo afectan de algún modo.
Ron mira a Harry con cara de “por un segundo pensé que lo había entendido.”
- En este caso las fuerzas externas… somos nosotros, ¿verdad?- dice.
Hermione asiente y Ron sonríe.
- Muy bien,- interviene Harry.- Lo entiendo. Lo que no entiendo es cómo nos ayuda. El destino está trazado y si lo alteramos no podemos volver. ¿Qué más es nuevo?
Hermione parece un poco insegura, pero respira y continúa.
- Pues… lo que en física es una fuerza, en cronomancia equivale a una acción. Cada acción traza un rumbo y ese rumbo solo puede ser modificado por otra acción. Existe cierta discusión acerca del valor de la decisión y si ésta puede o no considerarse una fuerza en sí misma… aunque algunos consideran que tomar una decisión es una acción per se y entonces la discusión empieza a ponerse…
- Hermione,- dice Ron, rodando los ojos.
Hermione suspira.
- La cuestión es que un cambio en la línea temporal siempre depende de acciones y decisiones concretas. El cambio solo sucede una vez que alguien en este tiempo decide cambiar su futuro.
- Lo que probablemente sucedería si les contáramos lo que va a pasar,- dice Harry.
- Sí. Pero solo una vez que se los contáramos.
- No te sigo.
Hermione levanta la pluma.
- Si yo lanzo el hechizo ahora, Ron no podría detenerlo,- dice.- Pero si tuviera a mano su varita, la historia sería distinta.- Los chicos asienten.- La varita existe,- dice, señalando el bolsillo en el que Ron la guarda.- Pero para cambiar el futuro no basta con eso. Tiene que tenerla a mano.- Hermione respira hondo.- Una herramienta de cambio no genera un cambio solo por existir.
- Entonces…
- Entonces, si por ejemplo escribiéramos una carta contándolo todo, la existencia de esa carta no cambiaría el futuro. Los eventos seguirían su rumbo y ese rumbo solo cambiaría una vez que la carta fuese leída.
- Lo que estás diciendo…
- Es que podemos contarles todo lo que queramos, siempre que nos aseguremos de que lo sepan después de que hayamos vuelto a casa.
***
These things are clear to all from time to time
The Rain Song. Led Zeppelin, 1973.
El día de la primera salida a Hogsmeade, Lily y Hermione reciben invitaciones para la fiesta de San Valentín de Slughorn. Lily no está segura de querer ir porque “todos los años invita a Potter y prefiero no arriesgarme,” pero Hermione puede ver la anticipación secreta. Por un segundo, piensa si debería usar esta oportunidad para remediar el desastre del año pasado. Luego recuerda que ya no estarán aquí para San Valentín.
Es una sensación extraña, entre la tristeza de dejar a Lily y la esperanza de darle una vida diferente.
Desde que decidieron escribir la carta (que crece y crece cada día con los detalles que van recordando de conversaciones espiadas a los adultos, comentarios que de pronto tienen sentido, cuándo y cómo sucedió qué, quién estuvo involucrado, fechas que escapan a su memoria, nombres grabados a fuego), todo está más claro. Están listos. Y si no lo están, no es importante. Necesitan volver. Necesitan volver porque las cosas que están pasando (las cosas que ahora saben, a través de los sueños de Harry) no pueden seguir pasando. Harry tiene una profecía que cumplir, gente que lo necesita. Ahora comprende que la única razón por la que siguen en 1978 es que no son capaces de dejar a sus amigos a la deriva. No cuando saben hacia dónde los llevará la corriente.
No solo a nuestros amigos, piensa, la risa cristalina de Alice Longbottom tan clara en su mente como si la estuviera escuchando.
- ¿Por qué tan contenta?- pregunta Clarisse sentándose a su lado. Coge la invitación y la lee.- Ya veo. Ponte algo azul,- agrega en tono de burla,- hace un contraste perfecto con el rojo zanahoria.
*
Pasan la tarde en Hogsmeade. En Zonko’s, los vendedores reciben a James y Sirius como si fueran de la familia. Luego todos escuchan la historia de cómo llegaron a serlo, bebiendo cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas. Es una tarde helada en un tiempo ajeno, pero Harry no siente frío y no se siente extraño. Su padre hace bromas y su madre finge que no le hacen gracia. Sirius se porta como un adolescente engreído. Lupin está rodeado de amigos. Sonríe pensando en la vida que podrán llevar. (Por un momento, hasta le da gusto que Colagusano no vaya a convertirse en la burla de un hombre.)
Ya de regreso a Hogwarts paran en Honeydukes, y Remus se pasa una hora decidiendo qué llevar. Es divertido verlo. Harry nunca hubiera imaginado su fascinación por los dulces y si todavía tuviera dinero le compraría la tienda entera. Probablemente lo haga cuando vuelvan. Como agradecimiento por todo.
- ¿No le vas a invitar nada?- le pregunta Pettigrew a Sirius.
- ¿Por qué lo haría?- responde Sirius, como ladrando.
- ¿Porque es lo que haces siempre?
Sirius gruñe y sale de la tienda.
- ¿Qué le pasa?
James mira a Lupin.
- Está de mal humor,- dice, pero no suena convencido.
- Está de mal humor desde navidad,- dice Ron, con un tono que deja claro que está harto del tema.- Si no quiere estar con nosotros, que no venga.
Lupin finalmente escoge algunos chocolates y parten hacia el castillo. El trío se adelanta, Ron todavía despotricando contra Sirius.
- Ya sé. Es Sirius. Lo sé. Pero ninguno de ustedes tiene que dormir con él. Está insoportable. Y claro, como el príncipe está de mal humor, todos tenemos que jodernos.
- ¡Ron!- lo regaña Hermione.
Ron se disculpa por el lenguaje, pero no parece que lo sienta mucho.
- ¿Tiene algo que ver con Lupin?- pregunta Harry.
- ¿Con Remus?- pregunta Ron, extrañado.
- No sé. No le ha dirigido la palabra en toda la tarde.
- Pues ahora que lo dices…
Hermione suspira y deja de caminar.
- A Sirius le gusta Remus.
- ¡¿Qué?!- gritan Harry y Ron al mismo tiempo.
- Es obvio. Es ridículamente obvio y no sé cómo nunca nos dimos cuenta antes.
- Hermione… ¿estás loca?
- Por favor, Ron. Las miradas, las bromas, la manera en la que Sirius nunca le quita las manos de encima… No me vas a decir que te parece normal.
- ¡Son amigos! Remus es… un chico.
Hermione suspira de nuevo.
- Harry, ¿un poco de ayuda?
- Remus es un chico,- dice Harry, que todavía no procesa del todo la conversación. Sobretodo porque, a diferencia de Ron, Harry tiene perfectamente claro que Hermione nunca se equivoca con cosas como ésta.
Sirius y Lupin. La verdad no es tan descabellado. Pero…
- A Sirius le gusta Remus,- repite Hermione, mirándolo a los ojos.- Y a Remus le gusta Sirius,- dice, mirando a Ron.- No tiene nada de malo, es perfectamente natural. Pero si para ustedes es difícil entenderlo, imagínense lo difícil que es para ellos. Así que tenle paciencia a Sirius,- le dice a Ron.
- Pero...
- Ronald… Si James puede entenderlo en 1978, no veo por qué tú no.
- ¿Mi padre lo sabe?- pregunta Harry.
- No estoy segura,- dice Hermione.- Pero sí, creo que sí.
Y Harry está tranquilo con la idea de pronto. Es curioso, porque todavía piensa que James es un poco idiota de vez en cuando. Pero si James lo entiende, Harry no ve cómo podría ser malo.
- ¿Qué hay de Tonks?- pregunta, más por curiosidad que por buscar excusas.
Hermione se encoge de hombros.
- Le gusta Sirius ahora. Le gustará Tonks algún día. Tampoco es tan raro.
Y vaya si eso no pone en perspectiva todo lo que creía que sabía sobre el mundo.
*
Los observa desde lejos. Las miradas que no se encuentran, las manos que no se tocan. Es una fuerza que carga el ambiente, que vuelve el aire inquieto. Una fuerza que no se resuelve, que lucha contra sí misma.
Los muggles no ven lo que no quieren ver, dicen los magos. Pero no entienden que no hay diferencia entre muggles y magos. Que están hablando de la naturaleza humana.
La gente no ve lo que no quiere ver.
Es tan obvio, de pronto.
- Mis amigos están prohibidos, Evans.- Lily rueda los ojos. James camina a su lado, los demás adelantados por varios metros.- Además, no eres su tipo.
Hay cierta preocupación en su voz y eso llama la atención de Lily. Se pregunta si James sentirá esa fuerza, si sabrá lo que significa. De reojo, nota que no la mira. Que mira a sus amigos (incómodos, lejanos) con cierta tristeza.
- ¿Desde cuándo lo sabes?- pregunta casi sin darse cuenta.
James voltea de pronto, como si lo hubiera atrapado con las manos en el tazón de galletas. La evalúa un segundo antes de responder.
- ¿Desde cuándo lo sabes tú?
Se sostienen la mirada, tratando de descubrir qué sabe el otro. Lily está a punto de responder (un poco porque confía en que James lo sabe, un poco porque confía en James… y vaya si ésa no es la revelación del día), pero James cede primero.
- ¿Se nota mucho?- pregunta.- No quiero que tengan problemas.
Es curioso, este lado de James. Lily siempre ha sabido que quiere mucho a sus amigos, que haría muchas cosas por ellos. Pero esta preocupación callada, observando desde lejos, sin saber cómo ayudar o si debería hacerlo… esto es nuevo. “No quiero que tengan problemas,” dice. Pero los tendrán y es claro que James lo sabe. Que estará listo para enfrentarlos a su lado cuando lleguen.
Le gusta este lado de James, que tiene tan poco de arriesgado y sin embargo es el epítome de todo lo que Gryffindor representa.
- No,- responde, buscando tranquilizarlo.- Ya sabes cómo es. La gente no ve lo que no quiere ver.
- Ya,- dice James. Y es curioso cuánto dice cuando habla tan poco.
Lily observa a los chicos durante un rato. Piensa en palabras que no se dicen, manos que no se tocan, bromas en los vestidores, dos sociedades distintas en mil sentidos que sin embargo concuerdan en las cosas más absurdas. En que es aberrante que Sirius y Remus se quieran, en que tienen derecho a condenarlos por eso. Nunca antes había pensado en la importancia de algo tan simple como el derecho a querer a quien te dé la gana. Siempre lo dio por sentado. Nunca supo apreciarlo.
- Los vi en el tren,- confiesa,- de camino a Londres.
James hace mueca extraña.
- ¿Pasó algo? ¿Sabes por qué están así?- Se aclara la garganta.- No es un tema del que pueda hablar con Sirius y Remus no suele hablar mucho.
Lily asiente.
- Remus salió corriendo,- dice.- Puede ser eso.
James bufa y sacude la cabeza.
- Sí, debe ser eso. Sirius tiene la paciencia de un niño de 5 años y Remus… se parece mucho a ti.
- ¿A mí?
James la mira y sonríe de pronto, como un niño con un secreto. Pero no responde.
- ¿Sabes por qué te he invitado a salir tantas veces?- dice después de un rato, en un tono diferente.
- ¿Porque no tienes memoria de largo plazo?- responde Lily, por costumbre.
James sonríe (siempre sonríe, como si todo fuera un juego).
- Porque vivo con un recordatorio constante de lo que pasa cuando el miedo a las consecuencias te impide luchar por la persona que amas.
En los ojos de James hay una determinación que no es desconocida, pero cobra de pronto una dimensión nueva. Es como un remolino. Lo envuelve todo y todo gira a su alrededor. La fuerza de la corriente la arrastra hacia el centro.
- C-creo que deberías ir con tus amigos.
James suelta media risa. Sacude la cabeza.
- Sí,- dice.- Se parece a ti.
Luego avanza hacia sus amigos, ríe y rompe la tensión, empuja a Sirius y hace reír a Remus, y es el hermano leal y protector que siempre fue. Un amigo del que puede sentirse orgullosa. Un hombre en el que puede confiar. (Un hombre que no deja que el miedo a las consecuencias le impida arriesgarse por aquello que ama.)
Se le ocurre de pronto que James es una de esas cosas que siempre dio por sentado. Que nunca supo apreciar.
*
- ¿Literatura muggle?- pregunta Severus (Snape, se corrige Harry, y no sabe cuándo empezó a tener que corregirse).
- Algo así.
- ¿Algo así?
- Es más como un manifesto. De la ideología de un loco,- dice, y hace “Mi lucha” a un lado. Está empezando a enfermarlo.- Es sobre un periodo de la historia muggle que se parece mucho al que vivimos ahora.
Snape alza una ceja.
- ¿Hablas de la guerra?
Harry asiente. Desde que encontró la nota de Malfoy (porque era de Malfoy, está seguro) no tiene ganas de hablar con Severus (con Snape) respecto a la guerra.
Todo está en la carta, de todos modos.
Pero quiere saber. Quiere saber cosas que un ex mortífago con 20 años de amargura encima no va a poder decirle (no va a recordar siquiera). Más que nada, quiere saber por qué. Por qué Colagusano, que corre como un cachorro detrás de James, decidió traicionar a los únicos amigos que tenía. Por qué una persona inteligente como Severus Snape vendió su alma.
- ¿Qué pueden saber los muggles sobre esta guerra?- pregunta Severus.
Y a lo mejor es por eso, por la curiosidad que le come las entrañas, que Harry pone el libro en sus manos.
- ¿Por qué no lo averiguas?
***
You’d think that people would have had enough of silly love songs
Silly love songs. Wings, 1976.
Entre una y otra cosa, terminan retrasando el regreso hasta el sábado 18 de febrero. Lo que significa que pasan el 14 en 1978.
Las lechuzas del desayuno de San Valentín son probablemente las más esperadas del año. Clarisse recibe dos tarjetas (una es de Marcia por el día de la amistad) y una caja de chocolates del capitán del equipo de Ravenclaw que le dispara la sonrisa más grande y más honesta que Hermione ha visto en su rostro hasta ahora. Lily recibe tres cajas de chocolates, cinco tarjetas y un vinilo de los Beatles (Clarisse la señala con un gesto y murmura “te lo dije” al oído de Hermione).
El vinilo viene con una nota sin firma.
Se me ocurrió que cuando le cantes “Hey, Jude” a nuestros hijos para dormir, sería una bonita anécdota que la canción haya estado en el primer disco que te regalé.
Cómo si la necesitara.
James y Sirius son un espectáculo aparte. Remus ya le había contado que hacían competencias, apilándolo todo y contando quién recibía más tarjetas (los regalos cuentan como dos tarjetas, hasta tres si es un buen regalo). “Los reyes de la escuela,” dijo Lily una vez, burlándose de ellos. Los reyes de la escuela, sin duda.
James mira a Lily (que mira el vinilo) con una sonrisa, mientras Peter cuenta.
- … y dos chocolates son cuatro, más quince…- apunta en un pedazo de pergamino.- Gana James por dos puntos.
- El desayuno no ha terminado,- dice Sirius con gesto arrogante, y se estira. Finalmente vuelve a estar de buen humor. Como dándole la razón, una lechuza deja caer una tarjeta en su vaso de jugo. Alza una ceja y mira a Peter.
- Gana James por un punto,- dice Peter.
Hermione está tan distraída por el espectáculo que no ve la tarjeta hasta que Lily le toca el hombro y se la muestra.
- ¿Para mí?- pregunta, a pesar de que las letras brillantes sobre el corazón rojo deletrean “Hermione” claramente.
Gracias, dice el corazón cuando lo abre, porque cuando estoy contigo me parezco más a la persona que me gustaría ser.
Su primer instinto es buscar a Ron, pero Ron está tan distraído con los chicos que no le devuelve la mirada. Hermione guarda la tarjeta en la mochila, con el corazón latiéndole fuerte y las mejillas rosadas.
Al final, gana Sirius por dos puntos.
- Y la pregunta que todos nos hacemos,- dice Clarisse acercándose al grupo con Marcia,- es cuál de las bellas damas que hoy te han entregado su corazón tan apasionadamente, será correspondida. Ya es hora de que sientes cabeza, Black.
- Ya hemos tenido esta conversación,- responde Sirius sin inmutarse.- No, no me gustas.
- No te emociones, Black. Mis gustos han mejorado desde tercero.
Sirius mira a Marcia, que está roja como un tomate.
- Hacemos esto por diversión,- dice,- todos lo saben. No creo que ninguna de estas chicas tenga un verdadero interés en nosotros. Es más como un concurso de popularidad. Que yo gané,- agrega, apuntando a James. James se ríe.- Ahora, si nos disculpas, tenemos clases que saltarnos y slytherins que maldecir.
Es como si el último mes no hubiera existido. Como si la lluvia de tarjetas en forma de corazón le hubiera devuelto de pronto todos sus poderes. Mira a Remus (que no ha dicho una palabra en todo el desayuno) como si esperara algo.
- Te toca,- dice.
Remus lo mira sin comprender.
- Clases que saltarnos, slytherins que maldecir… Lunático, si no reaccionas pronto, voy a pensar que no te importa lo que haga en los pasillos.
La temperatura del comedor sube varios grados.
*
Harry no cree que haya recibido tantas tarjetas de San Valentín en su vida. Aunque por el color, más que San Valentín, parece que celebraran San Patricio.
- No te emociones,- dice Severus, y señala la mesa de Gryffindor, donde lechuza tras lechuza deja caer paquetes sobre Sirius y James.- No todo es por ti.
Tiene sentido. Slytherin tiene de pronto una estrella propia y quiere mostrársela al mundo. Aunque hayan perdido el último partido (o tal vez, precisamente por eso). Harry se siente un poco utilizado, pero no puede negar que ha empezado a entender de dónde viene la rivalidad. Gryffindor parece conseguirlo todo sin esforzarse. Harry sabe que es solo una actitud, una apariencia, que las cosas en Gryffindor cuestan tanto como en Slytherin. Pero es difícil verlo desde el otro lado de la cerca.
Tienen DCAO esa mañana y Prewett habla de hechizos de amor que rozan la línea de las artes oscuras. Son historias de miedo más que enseñanzas prácticas, pero las chicas se ven lo suficientemente asustadas como para que la clase haya valido la pena. A la salida, Hermione invita a Ron a la fiesta de Slughorn.
- Yo… no pensé que fuéramos a quedarnos hasta hoy… pero ya que estamos aquí…
- Sí… sí, claro… yo…
Harry dobla discretamente hacia el aula de transfiguración.
La fiesta de Slughorn. Ni siquiera se acordaba, pero si lo piensa, no es una mala ocasión para despedirse.
*
La habitación es un caos. Es posible que todo el contenido del baúl de James esté desperdigado por el piso, y no puede ser que no tenga una maldita túnica que le quede bien.
- Cornamenta… ¡Cornamenta! Me estás volviendo loco,- dice Sirius.- Estás bien cómo estás. Aprende de Zanahoria que tiene una cita con el amor de su vida y va con cualquier cosa.
Es obvio que lo dice por poner nervioso a Ron. Y lo consigue, claro. Se le encienden las orejas de rojo intenso y se mira al espejo por décima vez en la tarde con expresión de derrota. Ni siquiera responde el ataque y ésa sí es mala señal.
James mira a Sirius con gesto de reproche. Sirius rueda los ojos.
- Estás bien,- dice.- A Granger le gustas como eres.
Y por un segundo James se siente orgulloso de la madurez de su amigo. Luego vuelve a abrir la boca.
- Si quisiera alguien guapo, elegante y que se vista bien, ya hubiera salido conmigo.
- Estás bien,- dice Remus de pronto.- Y Sirius tiene razón. En la primera parte,- aclara, mirando a Sirius.- A Hermione le gustas como eres.
Ron nunca ha aceptado abiertamente que le guste Granger, pero tampoco lo niega y es bastante obvio de todos modos. Un poco como… sí, un poco como eso.
- ¿Y tú a qué hora piensas cambiarte?- le pregunta a Sirius.
- Yo no voy a ir,- contesta desde la cama.
- ¿Qué? ¿Desde cuándo rechazas una fiesta?
Sirius suspira.
- Zanahoria va a ir con Granger, tú vas a pasarte la noche detrás de Evans… y la verdad, yo no estoy humor para correrme de Marcia. Ya las viste en el desayuno.
James asiente. Marcia siempre busca a Sirius en fiestas como ésta. A Sirius nunca pareció molestarle, por otro lado. Y ésa es la entrada que estaba esperando para soltar lo que lleva todo el día queriendo decir.
- Entonces no vayas solo. Llévate a Lunático.
Suena como una sugerencia perfectamente normal, dos amigos sin pareja llegando juntos a una fiesta. Pero Sirius lo mira sin saber qué decir y el aire en la habitación cambia inmediatamente. Remus, predeciblemente, se pone como un tomate. Ron, para sorpresa de James, gira hacia el espejo y evita mirar a nadie.
En conclusión, hacer de Celestina no es el talento oculto de James.
- O no,- dice, sintiéndose incómodo él mismo. Sirius lo mira un momento más, la pregunta clara en sus ojos (¿qué tanto sabes?). Pero para tranquilidad de todos, no abre la boca.
*
Hay una escultura de hielo de Cupido flotando en mitad de la habitación y si le preguntan a Lily, es un poco demasiado.
- Ah, queridas niñas, qué gusto verlas. Dos mentes brillantes como pocas,- dice Slughorn, saludándolas.- Pasen, por favor, disfruten de la fiesta.
Ni siquiera saluda a Ron, que va con Hermione. Y eso se le hace a Lily bastante más grosero que la decoración.
Harry está hablando con James junto a la mesa de las bebidas, mientras Sirius mira el ponche con una expresión que no vaticina nada bueno (nada de ponche, entonces). Y no es que no se haya dado cuenta del parecido antes, pero ver a Harry y James juntos con túnicas formales casi idénticas es bastante impresionante. Lily ha oído a la gente decir que todos tenemos un doble en algún lugar del mundo. Si eso es cierto, Harry es sin duda el doble de James.
A veces se pregunta por qué nunca… por qué con Harry no…
Pero no se parecen tanto, si lo piensa bien. No en las cosas que cuentan. Son buenos chicos, los dos. Pero donde Harry es callado, James es ruidoso. Donde Harry se esconde, James se muestra. Donde Harry parece haberse visto forzado a madurar, James apenas empieza a forzarse a sí mismo.
Desde un punto de vista racional, Harry tiene muchas más cualidades que Lily apreciaría en una pareja. Pero por lo visto, estas cosas no funcionan desde un punto de vista racional.
Genial. Ahora está admitiendo que le gusta Potter. Como si le hicieran falta más problemas.
Todavía no sabe si debe agradecerle o reclamarle a Remus esto de forzarla a mirarse al espejo. O si debería sacudirlo y forzarlo a mirarse él mismo. Tanto miedo al ridículo, tanto miedo a caer, tanto miedo a arriesgarse. James se arriesga y se arriesga y se arriesga, y no parece que los golpes hayan hecho más que fortalecerlo.
A lo mejor es a James a quien debería reclamarle.
- ¿Bailas?- pregunta el susodicho.
Lily mira alrededor.
- Nadie está bailando.
- Es porque nadie más vino a esta fiesta solo por la posibilidad de bailar contigo.
No es una frase hecha. A Lily le ha tomado años llegar a entenderlo, pero incluso cuando habla con ese tono de superestrella, James es ridículamente honesto. Va por la vida con el corazón en la mano, como retando a la gente a apuñalarlo. Lily debe reconocer que lo admira un poco por eso.
No lo bastante como para bailar en una fiesta en la que nadie más lo está haciendo, por otro lado.
- Me cambié de ropa cinco veces, Evans. Y no solo te niegas a bailar conmigo, sino que ni siquiera me has dicho lo guapo que estoy.
- Menos mal que no tienes problemas con decírtelo tú mismo, entonces.
Es divertido este ir y venir, dar y devolver, este juego que llevan tantos años jugando. James se desarregla el cabello y la verdad es que está guapísimo, pero es más que eso. Es esa honestidad cruda, esa confianza, esa cercanía que han ido construyendo no sabe ni cómo.
- Baila conmigo, Evans.
Lily no baila, pero se ríe. Se siente contenta, burbujeante, como si tuviera un secreto maravilloso. James la mira con curiosidad.
- Hoy estás distinta.
- Debe ser la luz.
A Lily se le ocurre que James conoce el secreto. Que lo ha conocido siempre. Que lleva años tratando de contárselo. Se le ocurre también que eso que pasó años negándose a sí misma, nunca ha sabido esconderlo de James.
Se acerca de pronto y (casi) no duda antes de besarlo.
O medio besarlo. Porque para besar hacen falta dos.
Tiene un segundo de pánico y luego recuerda que James conoce el secreto.
- James,- susurra a medio centímetro de sus labios,- si no me besas pronto voy a contarle a nuestros hijos que arruinaste nuestro primer beso.
James parpadea, como si despertara.
Entonces la besa. Y con toda la confianza que irradia, cuando le coge la cintura le tiemblan las manos.
*
- No es posible.- Sirius parpadea, mira de nuevo y suelta una risa como un ladrido.- Hay que meter a todos bajo las mesas. En cualquier momento empieza a caerse el cielo.
Harry ríe. Tal vez para él no es una sorpresa que James y Lily estén juntos, pero definitivamente es una sorpresa tener asientos de primera fila para el acontecimiento.
Brinda con Sirius a la salud de la nueva pareja y se pasan el resto de la noche huyendo de Marcia Pinewater, una gryffindor de armas tomar que tiene a Sirius metido entre ceja y ceja.
- A veces ser tan guapo es un problema,- dice Sirius mientras enciende un cigarrillo en el balcón, donde han terminado por esconderse.
- ¿Fumas?- pregunta Harry extrañado. Sirius asiente.
-¿Quieres uno?
- No, gracias. Nunca te había visto fumar,- insiste Harry. Ha descubierto que de todos, es de Sirius de quien más le gusta aprender cosas nuevas.
- Sí, bueno, está prohibido,- dice Sirius, soltando un hilo de humo que se convierte en una sirena.
- Exhibicionista,- dice Harry con una sonrisa.
- Hey, si lo tienes, ¿por qué no mostrarlo?
Y ése es Sirius, pintado de cuerpo entero.
- ¿Qué hay con esa chica?- pregunta Harry.- ¿Pinewater?
- ¿Marcia? Tuvimos algo hace tiempo. Nada serio.
- Sí, he oído que “nada serio” es tu segundo nombre.
Sirius se ríe.
- Ojalá. Mi segundo nombre es Orión y me trae malos recuerdos.- Aspira. Deja salir el humo lentamente y esta vez se convierte en un perro.- Las chicas… no sé. Es divertido por un rato, pero siempre hay algo que falta. Llego a la habitación y tengo que oír a Cornamenta hablar de Evans durante horas… y es inevitable darte cuenta de que no es lo mismo, de que algo falta. Perdona,- dice, mirando a Harry,- supongo que no quieres oír mis problemas románticos. Debe ser alguna maldición lanzada por esa estatua diabólica.
- No hay problema,- dice Harry con media sonrisa. Le gusta esta cercanía, su padrino confesándose en la noche.
- ¿Qué hay de ti?- pregunta Sirius.- James dijo que tenías novia en América.
- Algo así. La verdad no sé qué somos a estas alturas.
Desde que descubrió que sus sueños no son verdaderos sueños, se ha preguntado más de una vez si realmente extraña a Ginny. Ginny siempre ha sido parte de su vida. Siempre ha estado allí, aunque Harry haya demorado tanto en verla. Pero lo cierto es que estuvieron juntos, realmente juntos, tan poco tiempo, que Harry empieza a olvidar cómo se sentía besarla, cómo era tenerla cerca.
- ¿Y no hay nadie especial?- pregunta, recordando las palabras de Hermione al regreso de la salida a Hogsmeade. A Sirius le gusta Remus. Sigue sin procesar la idea del todo.
Sirius mira el paisaje un largo rato antes de responder.
- Podría haberlo. No sé. Es complicado.
- ¿Sus familias son rivales ancestrales en Verona o qué?
- ¿Qué?- pregunta Sirius, y suelta una risa.
- No sé… ¿Tiene una maldición que hace que se convierta en animal cada vez que abraza a alguien? ¿Vive veinte años en el futuro y solo puedes verla en sueños? ¿Cómo de complicado?
- Estás más loco que tu primo,- responde sacudiendo la cabeza con una sonrisa,- que ya es decir. No tan complicado, supongo. Hay gente a la que no le va a gustar que estemos juntos. Mucha gente.- Lo piensa un momento.- Y tampoco estoy totalmente seguro de ser correspondido.
- Ése sí es un problema.
Sirius hace otro perro de humo.
- No lo sé. Hay cosas, muchísimas cosas que me dicen que sí. Pero él…- Se queda inmóvil un segundo. Como congelado.- Ella, quise decir ella. Ella no habla mucho de sus sentimientos.
Si así es como miente, Harry no entiende cómo consigue engañar a los profesores.
- Ya. ¿Y esta persona, es alguien que realmente te importa? ¿Como cuando James habla de Lily?
Sirius se toma un segundo. Aspira y deja salir el humo, que esta vez se difumina sin convertirse en nada.
- Sí... Sí, definitivamente es alguien que me importa.
- Entonces tampoco es tan relevante, ¿no? Si es él o ella, digo.
Sirius lo mira como si acabara de anunciar que viene del futuro a traer la paz al mundo.
- Creo que debería considerar mudarme a América,- dice finalmente.
*
Han pasado una noche preciosa. Lily y James por fin están juntos y la carta les dará la posibilidad de estarlo por mucho tiempo. Y mañana volverán a casa. Tienen tantas cosas en qué pensar en este momento que Hermione realmente no debería sentirse emocionada por algo tan tonto como una tarjeta de San Valentín, pero no puede evitarlo.
- Gracias,- dice, y el susurro se amplifica en el silencio del pasillo.- Pasé una noche preciosa.
- Gracias a ti,- dice Ron.
Han elegido el camino largo sin ponerse de acuerdo, con ganas de pasar unos minutos más juntos. Caminan sin mirarse, diciendo alguna tontería de vez en cuando como para aligerar el ambiente, a pesar de que llevan años compartiendo secretos en pasillos desiertos. Avanzan hacia la torre, uno al lado del otro, lo bastante cerca como para sentir el calor de la piel que no se toca, que podría tocarse si no fuera por ese centímetro cargado de energía que se acumula en el ambiente.
El centímetro se cruza de rato en rato. Las manos se rozan, la electricidad se libera como una descarga. Siguen avanzando.
- Gracias por la tarjeta,- dice Hermione, sonrojada,- me gustó mucho.
Ron se detiene de pronto.
- ¿Qué tarjeta?
- La tarjeta. ¿En el desayuno? ¿”Cuando estoy contigo me parezco más a la persona que me gustaría ser”?
Incluso en la luz débil del pasillo puede ver las orejas de Ron encenderse.
- Yo no te mandé ninguna tarjeta.
Hermione frunce el ceño.
- ¿Entonces quién…?
- No sé,- la corta Ron.- ¿A quién estás ayudando a “parecerse más a la persona que quisiera ser”?
- No sé.- Es clásico de Ron. Molestarse porque alguien más le envió una tarjeta cuando él ni siquiera tuvo la delicadeza de enviar una propia… Clásico.- A nadie, por lo visto.
Dobla la esquina, avanza hacia el retrato y pronuncia la contraseña. No espera a que Ron haya cruzado la puerta antes de subir a su habitación.
Ya debería estar acostumbrada a estas alturas.
*
Lo encuentra todavía despierto, leyendo a Hitler. Y ni siquiera duda antes de tumbarse a su lado en la cama, la espalda contra la pared y los pies colgando.
- ¿Qué tal? ¿Te recuerda a alguien?
Severus alza una ceja y cierra el libro, marcando la página con un dedo.
- ¿Qué tal la fiesta?
- Divertida. Buena comida, buena conversación… una decoración que nunca olvidaré, sin duda.
- Suena como a Slughorn.
- Definitivamente Slughorn.- Harry se apoya en la pared y cierra los ojos. Quiere decir “deberías haber venido”, pero lo que dice es- James y Lily están juntos.
Por algún motivo es importante que Severus lo sepa de boca de un amigo en la seguridad de su habitación y no mañana, cuando los vea llegar de la mano al Gran Comedor. Harry abre los ojos despacio. Severus parece un niño, vulnerable y perdido, por un segundo. Luego endurece los ojos y se esconde tras una expresión de desprecio (una expresión que Harry ha visto hasta el cansancio en clase de pociones).
- Te gusta Lily, ¿verdad?- susurra. No es la primera vez que lo piensa, desde ese sueño tan raro.
Severus respira pesadamente y se apoya en la pared. Harry sabe que es lo más cercano a una admisión que va a obtener.
- Éramos amigos de niños- dice. Harry piensa en Ginny.
- ¿Qué pasó?
- Potter,- dice con rabia. Harry sabe que se refiere a James, pero el tono es tan conocido que lo hace dudar por un segundo. Luego Severus se pasa las manos por la cara y la rabia se diluye.- Y yo,- dice bajito.- Yo dije cosas que no debía. La insulté.
Harry recuerda lo que dijo, aquella tarde bajo el roble. Es solo una palabra, dice Zabini. Obviamente no lo era para Lily. No lo es para Hermione. Harry sospecha que desde ese día, ha dejado de serlo para Severus. Aún así, para la mayoría de slytherins (para la mayoría de sangrepuras, sospecha) es solo una palabra.
- ¿Has intentado disculparte?
Severus se ríe sin gracia.
- ¿He intentado disculparme?- No lo mira cuando habla.- Me pasé todo sexto intentando disculparme. Creo que ya me he humillado suficiente.
Harry piensa en las cosas que tendrían que pasar para que dejara de ser amigo de Ron y Hermione, en la cantidad de peleas que han superado sin más que una disculpa, los meses de silencio que se han olvidado con una broma, los gritos y acusaciones que son parte de una vida juntos, y no entiende a su madre.
A lo mejor se daba cuenta de que él la quería de otra manera y ella no podía corresponderle. A lo mejor pensó que era más justo dejarlo ir. Se le ocurre que Severus también ha pensado en esa explicación y que no lo ayuda a sentirse mejor.
- Tal vez no tiene que ver contigo, sino con ellos,- dice Harry. Porque no hay nada malo en Severus, una vez que lo conoces. Es divertido (si bien su humor puede ser un poco ácido), siempre tiene cosas interesantes que decir y aunque no es el chico más guapo del mundo, tiene esas manos largas y esos ojos intensos, y sobretodo, tiene presencia. Consigue sobresalir en una casa como Slytherin sin intentar sobresalir (y no se da ni cuenta). Harry no entendería el motivo por el que Lily nunca se fijó en él si no la hubiera visto todos esos meses con James. Hay cosas que simplemente “encajan”. Cosas que tienen que ser.- Tal vez hay cosas que están destinadas a pasar.
Severus lo mira con ojos endurecidos.
- Solo los gryffindors creen en el destino,- dice.
Y recordando el viaje que hará en pocos días, las personas que dependen de su retorno, la profecía, los caminos que ruega que pueda deshacer la carta, Harry desea con todas sus fuerzas pertenecer a Slytherin por primera vez desde que el sombrero volvió a dictar su destino.
Es entonces cuando Lestrange abre la puerta y le recuerda por qué nunca lo deseó antes.
- Ah, los tórtolos ya están en su escondite. Deberías vigilar mejor a tu novio, Snape. Black lo tuvo secuestrado toda la noche. En San Valentín ni más ni menos.
Rosier es un matón con un problema de celos. Avery es un cachorro que sigue a Rosier por los pasillos. Todavía no entiende cómo terminó Severus con los mortífagos. Pero Harry no puede negar que a veces le da gusto saber que Lestrange se va pudrir 15 años en Azkaban.
*
The dreams of the night time will have vanished by dawn
Time waits for no one. The Rolling Stones, 1974.
No se despiden de nadie. Ni siquiera de Dumbledore. Dejan la carta en el baúl de Hermione, donde hay menos posibilidades de que la encuentre la persona equivocada.
- ¿Sala de Menesteres?
- No,- dice Harry.- Tenemos que salir del castillo.
El castillo está tomado por mortífagos. Aunque por lo que Harry puede ver en sus sueños, todo Gran Bretaña lo está.
- ¿Hogsmeade?
Harry niega con la cabeza. Ron y Hermione se miran preocupados.
- Podríamos ir a la cueva de Hocicos,- dice Ron.
Y no es mala idea, así que abren el mapa, toman el pasaje de la Bruja Tuerta hasta Honeydukes y caminan hasta la cueva en el frío de febrero.
Se miran un momento, preparándose para el viaje. Hermione tira la cadena sobre sus cuellos. Se toman de las manos. Dicen el encantamiento.
Y nada pasa.
Lo intentan de nuevo.
Lo intentan tres veces más.
- ¿Por qué no funciona?
Hermione se muerde el labio inferior y no responde.
- Hermione, ¿por qué no funciona?- pregunta Ron de nuevo.
- No lo sé.- Respira hondo para tranquilizarse.- Podrían… podrían ser muchas cosas. Podría ser que el encantamiento de regreso tenga alguna diferencia que no conocemos. Debe ser eso,-murmura, pero no suena convencida.
- Vamos con Dumbledore,- dice Harry.
Salieron después del desayuno y regresan al castillo al caer la tarde. Se salvan por los pelos de que Filch los atrape saliendo de la estatua de la Bruja Tuerta. Corren más que caminan a la oficina de Dumbledore.
- Alfajor. Dulce de leche. Mazapán. Manzana de caramelo…- recita Hermione sin respirar. Está empezando a poner a Harry más nervioso todavía, cuando la puerta se abre. Del otro lado, Dumbledore los mira preocupado. Se les tiene que notar la desesperación, supone Harry.
- ¿Está todo bien?
Hermione niega con la cabeza.
- Pasen, por favor.
Se lo explican en detalle. Cada palabra del encantamiento, cada movimiento de la cadena, cada hipótesis que se les ha ocurrido desde que salieron de la cueva.
- La piedra se ve bien,- dice Dumbledore, examinándola.- Y el encantamiento parece correcto.
- ¿Entonces por qué no funciona, profesor?- pregunta Hermione.
Harry tiene una idea de por qué. Una idea que le da vueltas en la boca del estómago. Es claro en la mirada de Dumbledore que él tiene la misma idea. Pero es Ron quien finalmente lo dice.
- ¿Es por la carta?
- ¿Qué carta?- pregunta Dumbledore.
- Escribimos una carta contándolo todo,- dice Hermione.- Pero nadie la ha leído,- se apresura a agregar.- Tiene un hechizo de invisibilidad sobre el texto que no va a desaparecer hasta mañana. Y tampoco le entregamos el sobre a nadie, está escondido, nadie sabe que existe.
Dumbledore frunce el ceño.
- Profesor… Nadie la ha leído.- Hermione se pone más y más pálida a cada segundo.
- Pero a lo mejor no hace falta, ¿verdad?- dice Ron.- A lo mejor el simple hecho de que exista ya lo cambió todo. Tú misma lo dijiste en la biblioteca,- agrega, con tono acusador.- Tú sabías que esto podía pasar, ¿verdad?
Hermione mira al piso.
- ¡Lo sabías!- grita Ron de pronto.
- Señor Weasley,- dice Dumbledore. Y Ron baja la voz, pero no se calla.
- Dijiste que era un plan seguro.
Hermione traga saliva. Se le humedecen los ojos.
- Ron…- intenta Harry.
- Pero lo planeamos con cuidado,- dice Hermione bajito.- Nadie sabe que la carta existe.
- Dime que no estamos atrapados aquí solo porque pensaste que eras infalible,- dice Ron. Hermione deja caer la primera lágrima.-Dime que no estamos atrapados aquí porque preferiste arriesgar a mi hermana antes que a la madre de Neville.
- No creo que buscar culpas ayude en este momento,- dice Dumbledore.
Pero la primera lágrima ha abierto camino a la segunda, la segunda a la tercera, y Hermione sale de la oficina cubriéndose el rostro.
Parece que Ron va a seguirla, pero no lo hace. Se queda mirando Harry un largo rato.
- Tú también lo sabías, ¿verdad?- dice, desinflado.- ¿Soy el único idiota que pensó que esto iba a funcionar?
- Todos pensamos que iba a funcionar, Ron. Si no, no lo hubiéramos hecho.
Ron suspira y se apoya en el marco de la puerta.
- Creo que debería ir a buscarla,- dice. Y sale de la oficina sin esperar respuesta.
*
- No lo entiendo.
Es obvio que lo dice por decir algo. Que “no lo entiendo” no empieza siquiera a describir lo que está pasando en su cabeza. Albus quisiera poder darle una repuesta. Pero ¿a cuál de sus preguntas? Parecen ser muchas y estar entrelazadas, y Albus no está seguro de tener una respuesta para ninguna.
- No hicimos nada,- sigue el muchacho.- Nadie leyó la carta. Nadie sabía que existía.
Tanta culpa. Tanta culpa inmerecida, y sin embargo imposible de evitar. Albus también tiene preguntas. Qué estaba pensando cuando envió a tres niños de 17 años en esta misión, es la primera (pero ésa ya tendrá oportunidad de responderla). Suspira.
- La discusión acerca del poder de la intención es una de las más complejas en el terreno de la cronomancia. Es posible que el simple hecho de haber decidido dejar esa carta…
- ¿Y si…?- El muchacho traga saliva.- ¿Y si no la dejáramos?
Quién puso el mundo sobre los hombros de Harry Potter, es otra. (Preguntaría. Pero teme un poco la respuesta.)
- ¿Quieres decir si la destruyen antes de que alguien pueda leerla?
El muchacho asiente y el mundo sobre sus hombros se hace más sombrío, más sangrante. Lo que sea que están intentando evitar con esa carta, lo ha afectado a él más que a ninguno. ¿Tal vez sus padres? No, no debe pensar en eso. No puede cambiarlo.
A menos que haya cambiado ya.
- Puede funcionar,- responde. Pero teme que no. Era algo que su madre solía decirle cuando era pequeño. Todo lo que hacemos tiene un impacto en el mundo, Albus. Son las pequeñas cosas las que construyen el mañana. No es imposible. Albus ha visto abrazos que salvan vidas, discusiones que inician revoluciones, sonrisas que marcan el rumbo de una persona. Y los ha visto en los pasillos. Ha oído las historias. Un slytherin que se bate a duelo defendiendo su herencia mestiza. Palabras de solidaridad para los hombres-lobo frente a toda la clase. Gryffindors y slytherins compartiendo la mesa.
No sabe cómo explicárselo a Harry. Ni por qué no se los advirtió antes. ¿Por qué dejó que se quedaran en Hogwarts?
Pero no. Ésa no es la pregunta.
- ¿Por qué nos envió aquí, profesor?- pregunta Harry cabizbajo. ¿Por qué nos envió a un pasado en el que era imposible no intervenir?
Y ésa es la pregunta, por supuesto. La pregunta cuya respuesta tiene el potencial de resolver todas las demás interrogantes.
Albus no está seguro de querer conocerla.
*
The night is long, but you are here
Follow you, follow me. Genesis, 1978.
Hermione parece un poco perdida en esa sábana blanca que son los terrenos del castillo en invierno. Casi como esa sabelotodo que Ron no soportaba en primero, llorando escondida en el baño de niñas, sola en un castillo lleno de gente. Al mismo tiempo, el cansancio en sus hombros delata el camino que ha recorrido desde entonces, las batallas y los sacrificios que la han convertido en una mujer a la que no puede evitar querer todavía más de lo que quería a esa niña.
- Lo siento,- dice. Pero ella no responde, la mirada perdida en el horizonte.- No… no pensé que esto pasaría. Es decir, sabía que podía pasar… pero nunca pensé que pasaría. Reaccioné mal. Lo siento.
Hermione no responde en un buen rato. Casi parece que no va a responder, cuando habla bajito, mirándose las manos.
- Mis padres se conocieron el 14 de febrero de 1978,- dice, y Ron se siente todavía más idiota, si es posible.- El sábado siguiente, salieron a comer y a mi padre se le malogró el auto del otro lado de la ciudad.- Sonríe un poco.- Perdieron el último autobús a la universidad. Mi madre dice que si no se congeló en los primeros 15 minutos fue porque estaba echando chispas. Al final se metieron a un café y se quedaron conversando toda la noche.
- Hermione…
- Eso es hoy, ¿sabes?- Ron asiente despacio.- Mi madre debe estar pensando qué ponerse.- Los ojos se le humedecen un poco.- Y yo estoy aquí, pero no puedo verla. Nunca más,- dice, y se le quiebra voz, - nunca más voy a poder verla.
Ron le pasa un brazo sobre los hombros y Hermione colapsa contra su pecho, frágil como una niña enfrentándose a un mundo desconocido.
- Les dejé una carta,- dice entre sollozos,- explicándoles todo. Se la di a Ginny. Yo sé que estaba prohibido, pero no sabía qué hacer. No podía irme sin decir nada. Si alguien la encuentra y descubren que Harry…
- Shh… está bien. Está bien,- Ron le frota la espalda en círculos. Se siente de pronto mucho mayor de lo que se ha sentido nunca. Responsable de aquellos que siempre fueron responsables de él.- Ginny va a tener cuidado. No va a pasar nada.
- No podemos volver, Ron. Harry tiene que enfrentar a Voldemort y no podemos…- las lágrimas siguen cayendo.- Es mi culpa. Pensé que podíamos arreglarlo todo… siempre pienso que puedo… y es mi culpa…
- Shh… tranquila. Tranquila. Esto no es tu culpa. Todo va estar bien.
Hermione levanta el rostro hinchado y lo mira incrédula.
- ¿Cómo va a estar bien, Ron? Estamos atrapados en una dimensión paralela y Harry no puede cumplir la profecía, y no tenemos cómo volver.
Es curioso eso de crecer. Tendría que sentirse atrapado, morirse de miedo, morirse de rabia como hace apenas unos minutos. Pero Hermione está llorando y de pronto todo es muy claro.
- Todo va a estar bien,- dice,- porque estamos juntos. Y siempre que hemos estado juntos, todo ha estado bien.- Le seca las lágrimas con el borde de la túnica.- Yo también extraño a mi familia. Y a los chicos de la clase. Pero si puedo escoger, siempre voy a estar donde estén Harry y tú. Y solo por eso, todo va a estar bien.- Hermione sonríe despacio con los ojos hinchados y Ron tiene de pronto una epifanía.- Pero si un día, Merlín no lo quiera, tengo que escoger…- Hace una pausa. Traga saliva. Con una mano temblorosa, le quita un mechón del rostro a Hermione.- Yo siempre voy a estar a tu lado,- dice.- Quiero que lo entiendas bien. Pase lo que pase. Y…
- Y por eso,- dice Hermione, casi susurrando,- todo va estar bien.
Puede ver la confianza en sus ojos (puede ver todo lo demás, por un segundo). Y cuando cruza ese centímetro (finalmente) es casi como si no lo decidiera. Como si su cuerpo supiera qué hacer (y si lo hubiera sabido, lo hubiera dejado tomar el control hace mucho).
El mundo se desarma a su alrededor y lo sabe. Harry y la profecía, sus amigos, su familia… Están metidos en un problema gordo. Pero maldita sea si le importa cuando Hermione abre los labios y se aprieta contra su cuerpo.
*
Las lechuzas sobrevuelan el Gran Comedor. En la mesa de Gryffindor, Neville y Seamus leen El Profeta. Ginny se sienta a su lado, pero no lee, no come, no participa. Tiene la vista clavada en la silla vacía al centro de la mesa de profesores.
Harry busca a Luna con la mirada, pero no la encuentra.
Neville mira a Ginny, sigue su mirada hasta la mesa de profesores y suspira.
- Luna no querría que dejes de comer.
Ginny lo mira, asiente y se sirve una salchicha.
- ¿Qué dice El Profeta?
- Que el Registro de Hijos de Muggles está “haciendo una labor excelente”, que el Ministerio sigue buscando a Harry, que Umbridge está planeando acabar con la educación mágica… nada nuevo.
- ¿Desaparecidos?- pregunta Ginny.
- Nadie conocido.
Ginny asiente y no pregunta más.
- No te caigas,- le dice Neville bajito, como pidiendo un favor muy grande.- Si tú te caes nos caemos todos, pelirroja.
*
Se saltan el desayuno al día siguiente para hablar del problema. Han vuelto al inicio, a la encrucijada entre el sufrimiento de una generación y el sufrimiento de otra. Hermione no puede evitar recordar las palabras de Clarisse (de Clarisse, por Merlín) que la llevaron a tomar la decisión de correr el riesgo de escribir la carta.
¿Estás segura de que ninguno sabe nadar?
La verdad es que no está segura. Sabe lo que sucederá con esta generación si todo sigue el rumbo trazado, pero no tiene idea de lo que sucederá en su propio tiempo. Los sueños de Harry no parecen indicar que vaya a ser nada bueno, pero tampoco indican que ellos vayan a poder cambiarlo al volver. Ha analizado mil veces el texto de la profecía en su mente y no termina de entenderlo. Tal vez regresen y no puedan hacer nada por mejorar las cosas. Por otro lado, también podría ser que se queden y solo consigan empeorarlo todo para esta generación.
Es demasiada incertidumbre para tomar una decisión.
Harry está demasiado involucrado emocionalmente. Ron, por otro lado, lo tiene muy claro.
- Hay que destruir la carta,- dice. Luego los mira.- Hey, a mí también me cuesta, también son mis amigos. Pero tenemos que volver.
- No son tus padres,- dice Harry, y a Ron se le encienden las orejas.
Pero tiene razón. No vinieron a cambiar las cosas. Tienen una responsabilidad con la gente que los está esperando. ¿Cómo es que nadie lo pensó? No es la primera vez que se lo pregunta. ¿Cómo es que a nadie se le ocurrió que esto era inevitable?
Ron tiene razón. Lo primero que deberían hacer es destruir la carta. Tendrían que haberlo hecho inmediatamente. Pero no lo hicieron. Esperaron toda la noche y lo siguen discutiendo, y a Hermione le parece que ése es indicativo suficiente de la decisión que les gustaría tomar. Solo que no la toman, no pueden tomarla.
Y en esa indecisión, van terminar con dos generaciones ahogadas.
- Tenemos que destruir la carta,- dice Hermione.
Harry suspira y asiente, apretando los dientes. Es la decisión más difícil que han tenido que tomar hasta ahora. Pero la toman juntos.
***
Dear lord, I sincerely hope you’re coming (cause you really started something)
Waiting for the end of the world. Elvis Costello, 1976.
Profesor:
Si recibe esta carta, es porque hemos regresado a casa. Gracias por todo lo que hizo por nosotros durante nuestra estadía, y por todo lo que hará en el futuro. No pudimos decírselo en su momento, pero ha sido usted una enorme influencia en nuestras vidas. Si bien nunca nos dictó una clase, fue el maestro de quien aprendimos la lección más importante: que solo el amor puede vencer a la oscuridad.
Es esa lección la que nos obliga a escribir esta carta. No podemos cambiar el futuro. Hay gente en nuestro tiempo que necesita que volvamos. Pero para que ese tiempo exista, van a suceder muchas injusticias. Y usted nos enseñó a luchar siempre contra la injusticia. No podemos permitir que las cosas que sucedieron vuelvan a suceder, pero no podemos evitarlo. Tal vez usted pueda, con la información que contiene esta carta.
Tal vez la historia empieza con James Potter y Lily Evans...
*
Peter no estaba espiando. De verdad que no. Solo quería dejarle un regalo a Hermione porque vio cómo le brillaron los ojos cuando recibió la tarjeta y anda peleada con Ron desde esa noche, y eso debe ser buena señal, ¿verdad?
No estaba planeando abrir el baúl. Es solo que Hermione siempre está leyendo y Peter quería saber qué libros tenía escondidos, qué temas le gustaban. Esperaba tener nuevos temas de conversación cuando le pida ayuda con alguna tarea, unirse a esas discusiones sobre literatura muggle que tiene con Remus y Lily en la sala común.
Pero hay algo en un pergamino en blanco cuyo texto se vuelve visible frente a tus ojos que es irresistible para un merodeador. No atina a esconderse cuando oye la puerta y allí está Hermione, pálida como la nieve.
Suelta la carta como si le quemara las manos. (Las cosas que dice queman mucho más adentro.)
Se miran un largo rato sin que nadie diga nada y de pronto Hermione se ríe, intenta parecer desenfadada. No le sale muy bien.
- ¿Encontraste la carta?- dice.- Es una broma que estoy preparando con Harry y Ron.
Y Peter duda. Porque las cosas que dice la carta son bastante increíbles, pero si es una broma, es la broma más elaborada que haya visto en sus siete años como merodeador.
- ¿Una broma para Dumbledore?
- Dumbledore tiene mucho sentido del humor.
No hay nada divertido en esa carta.
- ¿La leíste?- pregunta, como si no fuera importante. Espera nunca tener que pedirle a Hermione que lo cubra, porque finge muy mal.
Peter asiente.
Una broma. Si lo piensa, eso tendría más sentido. No puede ser cierto lo que dice la carta. Que va a vender a sus amigos, que va a inculpar a Sirius, que va a matar a sangre fría… Se da cuenta de pronto de algo importante.
- No me has preguntado cómo conseguí subir a tu habitación.
Hermione parpadea.
La carta lo explica claramente. Que es un animago, que puede convertirse una rata. Así es como va a fingir su muerte en el futuro, para inculpar a Sirius de su traición. El encuentro con Lestrange tiene sentido de pronto. Está intentando reclutarlo. Está intentando reclutarlo y va a tener éxito.
- Peter…- dice Hermione con tristeza. Levanta la varita.
Peter se transforma, pero no es lo bastante rápido para huir del Obliviate.
*
Han vuelto a la cueva. La carta convertida en cenizas yace en un rincón. Ron camina en círculos y la imagen es un poco ridícula, con lo alto que es y lo bajo del techo de piedra.
-Hay que intentarlo de nuevo.
- Lo hemos intentado tres veces, Ron.
- ¿Estás segura de que hiciste bien el Obliviate?
- Estoy segura.
- ¡¿Entonces por qué no funciona?!- grita, lanzando las manos hacia arriba y golpeando el techo.
- ¡No lo sé!- grita Hermione, que está empezando a desesperarse también.
- No ganamos nada peleando,- dice Harry. Es lo primero que dice desde que Hermione llegó con la carta, contando lo que había pasado con Peter.
Ron suspira y se desarma, con los hombros caídos y la expresión cansada. Se acerca a Hermione y la abraza.
- Lo siento. No es tu culpa, no debería gritarte.
- Pero a lo mejor es mi culpa,- dice Hermione.- El Obliviate no es un hechizo perfecto. Deja cicatrices. Peter no va a recordar lo que pasó, pero tampoco es como si nunca hubiera sucedido… hay una parte del recuerdo que queda...
Ron la besa en la frente.
- No es tu culpa,- dice, mirándola a los ojos.
- La idea de la carta fue mía.
- Y todos aceptamos el riesgo,- dice Harry.- Además, Dumbledore dijo que a lo mejor ni siquiera era la carta.
- ¿A qué te refieres?- pregunta Hermione.
- Dice que podría ser algo que hayamos hecho sin darnos cuenta.
- ¿Como qué?- pregunta Ron.
A Hermione se le ocurren algunas cosas. Discusiones sobre licantropía, conversaciones con Peter. La mirada de Harry deja claro que a él se le ocurren varias más.
- ¿Cómo qué?- insiste Ron.
- Como que la estrella del equipo de Slytherin sea un mestizo, por ejemplo,- dice Hermione.- Eso tiene que haber hecho que más de uno se cuestione cosas.
- Pero…- dice Ron confundido,- eso no podemos deshacerlo.
Hermione le acaricia el rostro, lo mira con ojos humedecidos.
No,- dice.- No podemos.
***