
Imagine a road (so long looking backwards you can't see where it really begun)
Well, I’ve been afraid of changing
Landslide. Fleetwood Mac, 1975.
Harry lleva tres noches sin dormir y empieza a parecer un muerto en vida. Severus sabe de insomnio, pero nunca había visto así a su amigo.
- ¿Te sientes bien?
Harry asiente, cansado.
- No te preocupes. Son problemas personales.
- ¿Tu novia de América?- pregunta Severus. No es que le interese, claro. O que acostumbre meterse en la vida personal de Harry. Pero algo le pasa y Merlín sabe que mientras no afecte su desempeño en la escoba nadie más va a darse cuenta.
Harry parpadea, como si ni siquiera se le hubiera ocurrido. Luego suspira.
- Sí… eso también, supongo.
No, ése no es el problema. Severus sabe que tiene que ver con las pesadillas y ese maldito atrapasueños que no ha quitado de la cabecera a pesar de que a estas alturas tiene que saber perfectamente lo que es. Pensó que era un regalo de la dichosa novia. Pero a lo mejor estaba equivocado.
Harry coge el libro de su mesa de noche y lo observa un rato.
- ¿Lo terminaste?
Severus asiente. Un libro de lo más interesante. Y más interesante aún es que Harry se lo haya dado precisamente ahora.
- ¿Qué te pareció?
- Interesante,- responde Severus,- para venir de un muggle.
- ¿Para venir de un muggle? Es palabra por palabra el discurso de los mortífagos. Dale al tipo una varita y un nombre pomposo…
- No pienso discutir contigo mis opiniones políticas, Harry.
Es lo más cerca que ha llegado de admitirlo en voz alta. Pero no importa, porque de alguna manera, Harry ya lo sabía.
- ¿Sabes por qué te di el libro, verdad?
- Para que viera que los mortífagos no son tan diferentes de los muggles,- responde Severus. Es obvio. También es un poco ridículo. Hace falta más que una ideología para seguir al Señor Tenebroso. Hace falta talento.
Harry lo mira un largo rato (con esos ojos verdes tan parecidos a…).
- ¿Por qué, Snape?- pregunta en un susurro.
A veces lo llama “Snape”. Como casi todo el mundo. No debería significar nada, solo que cuando Harry lo dice parece que hablara con otra persona, que exigiera respuestas de “Snape” que a Severus le es imposible ofrecer.
- ¿Por qué…?
- Por qué hacer algo tan estúpido.
- ¿Te parece estúpido aliarte con los ganadores?- pregunta Severus, fastidiado. Una cosa es que Harry piense distinto y otra que insulte sus decisiones.
- ¿Quieres leer cómo terminó para los muggles?- responde Harry.- Hay cientos de libros al respecto.
- No me interesa cómo terminó para los muggles. Son muggles. Es completamente distinto.
- Eres una persona inteligente, Severus. Has leído el libro. ¿En qué es distinto, exactamente? ¿En que llevamos varitas en vez de pistolas? Ese tipo,- dice, señalando el libro,- es uno de los más grandes asesinos de la historia. Y Voldemort no está buscando ser nada distinto. Así que, por favor, explícame cómo una persona inteligente como tú termina arrastrándose a los pies de un asesino.
Severus parpadea. Nunca ha oído a nadie llamar al Señor Tenebroso por su nombre. Harry no lo entiende. No ha crecido en Gran Bretaña. No sabe cómo son las cosas.
- Primero, deja de asumir que sabes lo que está pasando con la comunidad mágica solo porque se parece a algo que dijo un muggle hace 30 años. Segundo, si hubieras crecido aquí sabrías que las cosas no son tan simples para todos como fueron para ti. Tenemos que vivir escondidos de los muggles, avergonzados de nuestra herencia. ¿Y por qué deberíamos estarlo? ¿Por qué restringir nuestra magia?
- Restringir nuestra magia… estás hablando de artes oscuras, ¿verdad? ¿Ésa es la herencia de la que quieres sentirte orgulloso?
- ¿Y por qué no? Nacimos con estos poderes y no nos dejan usarlos. Estamos hartos, Harry. Hartos de escondernos para que los muggles, sus hijos y sus defensores puedan sentirse seguros cuando nos humillan, cuando nos golpean, cuando nos tratan como si no valiéramos nada.
- Cuando nos humillan, cuando nos golpean…- Harry lo mira como si pudiera ver mucho más allá de la superficie. La rabia le brilla en los ojos, roja y dorada.- ¿De eso se trata, Snape? ¿Vas a convertirte en un asesino porque unos idiotas te hicieron la vida imposible en la escuela?- A veces dice cosas como ésa cuando pierde los papeles. Cosas sin sentido.- ¿Vas a vender tu alma por una venganza estúpida?
- Eso no fue lo que dije.
Pero Harry ya no escucha, ya no está. Se ha ido a ese otro lugar al que va cuando dice “cosas sin sentido”.
- ¿Qué vas a hacer cuando no tengas a quién más culpar? ¿Cuándo todos los que odias estén muertos? ¿Qué vas a hacer en 20 años, Snape? ¿Te vas a convertir en una sombra en esta maldita mazmorra, masturbándote con la idea de que los hijos de tus enemigos se orinen en los pantalones cada vez que te ven? ¿Vas a revolcarte de placer mientras te burlas de un hombre que pasó 12 años en el infierno?- Harry hace una pausa. Traga saliva. Aprieta los puños.- ¿Vas a traicionar a la única persona que cree en ti para que Voldemort te deje conservar tu patética existencia?
Severus es muchas cosas, pero no es idiota.
- Un día de estos me vas a tener que decir con quién estás hablando realmente. Por ahora, te aconsejaría que duermas. La falta de sueño te está afectando.- Intenta que su tono deje perfectamente claro lo afortunado que debería sentirse Harry de salir libre con una advertencia.
Harry tiembla, pálido, pero se mete en la cama y cierra las cortinas. No duerme. Severus sabe que no duerme.
¿Qué te está pasando?
*
- Pettigrew…
Lestrange. Peter traga saliva.
- ¿Cómo van esos encantamientos?
Peter no responde.
- ¿Te comió la lengua el gato, Pettigrew? ¿O es el condicionamiento de tus “amigos”? No les gusta mucho que opines, ¿verdad?
- Deja de hablar de mis amigos.
- De acuerdo. No hablemos de esos perdedores. Hablemos de cosas más interesantes. Por ejemplo, ¿sabías que Dumbledore tiene un grupo clandestino que lucha contra el Señor Tenebroso?- Peter ha oído los rumores, pero no responde. Lestrange sonríe, como divertido.- Estoy seguro de que tus “queridos amigos” van a correr a unirse en cuanto terminen la escuela. Potter y Black no resisten las causas perdidas.- Hace una pausa. Lo mira de pies a cabeza.- Y tú vas a ser el próximo. Van a insistir e insistir y vas a ceder.
Peter quisiera pensar que es mentira, pero recuerda cómo lo convencieron de convertirse en animago a pesar de su resistencia. Cómo lo convencieron de pasar las lunas llenas junto a un hombre-lobo. Es imposible decirle que no a James y Sirius.
- No eres como otros gryffindors, Pettigrew,- dice Lestrange.- Puedo verlo. Sabes que no vale la pena morir por una batalla perdida.
Está intentando reclutarlo, piensa Peter de pronto. Está intentando reclutarlo como mortífago. No, no es cierto. Está intentando reclutarlo como espía. Algo se remueve en su mente ante la idea. Como en los exámenes, cuando tiene la respuesta en la punta de la lengua pero no consigue atraparla. No tiene idea de qué puede ser, pero le revuelve el estómago.
- Tengo que irme,- dice, y sale corriendo antes de darle a Lestrange la oportunidad de responder.
*
Sueña con los terrenos del castillo. Es de noche y Ginny se esconde entre los arbustos que están detrás del invernadero, buscando algo en la oscuridad. Estira el cuello y se mantiene alerta, la varita en alto, pero la sorprenden por la espalda de todos modos.
- ¿Algún motivo particular para que esté fuera de la cama a esta hora, señorita Weasley?- pregunta Snape.
- Lo estaba buscando,- dice ella. Está nerviosa, pero no parece asustada.
- Mejor dicho, me estaba siguiendo,- aclara Snape.- Cincuenta puntos menos para Gryffindor. Regrese a su dormitorio inmediatamente.
- Necesito hablar con usted,- dice sin inmutarse.
- Puede encontrarme en mi oficina en horas de clase. Pero le recuerdo que los asuntos de los alumnos los atienden las cabezas de cada casa.
- Necesito hablar de temas que no puedo tocar en su oficina,- dice. Snape alza una ceja.- Tienen a Luna Lovegood,- continúa.- Tiene que traerla de regreso.
Snape la mira un momento como si estuviera loca. La verdad es que lo parece.
- Regrese a su dormitorio, señorita Weasley, antes de que le pida a la Profesora Carrow que la escolte.
- Estuve en su pensadero,- dice Ginny. Snape se pone pálido.- No fue a propósito,- aclara Ginny inmediatamente.- Estaba buscando otra cosa. Pero no lo siento, porque ahora sé que usted no es un traidor.
- Eso depende mucho de a quién se lo pregunte,- responde él. Cada gesto de su rostro refleja rabia contenida.- ¿Qué está pensando hacer con las cosas que vio en ese pensadero, señorita Weasley? ¿Chantajearme para que rescate a su amiga?- Le apunta directo al pecho con la varita.- Me tiene usted en sus manos, sin duda.
Harry tiembla desde su no-presencia.
- Usted no es un asesino,- dice Ginny sin miedo.- Y no, claro que no. Solo… por favor. Por favor, traiga a Luna de regreso.
- ¿Ha hablado con alguien más de esto?
Ginny niega con la cabeza.
- Por favor, profesor…
- ¿Qué es lo que espera que haga, exactamente? ¿Que comprometa mi posición para salvar a una niña? ¿Sabe a cuántas personas he dejado de salvar para llegar donde estoy?- Bufa.- Gryffindors,- dice con desprecio.
- Entonces no la comprometa. Usted es una persona inteligente. Tiene que haber alguna manera.
Parece que Snape va a explotar de rabia cuando de pronto se da cuenta de algo.
- Dijo que estaba buscando “otra cosa” en mi oficina.
- La espada de Gryffindor,- dice Ginny.
- ¿La espada de Gryffindor?
- Lupin la necesita, no sé para qué. Un encargo de Harry.
Snape entrecierra los ojos.
- ¿Usted sabe dónde está Potter, verdad?
Por primera vez desde que empezó el intercambio, Ginny se queda en silencio.
- Harry está a salvo,- dice finalmente.
- Suena muy convencida.
Ginny mira a Snape directamente a los ojos. No parece desafiante. Parece estar intentando transmitirle confianza.
- Harry está a salvo.
Snape respira hondo. Cuando exhala, parece que lo hiciera con todo el cuerpo.
*
Conforme avanza el año, es más y más común que el grupo de séptimo tome posesión de la sala común. A veces es por los EXTASIS, que se acercan peligrosamente. A veces es solo por pasar una tarde en la torre, despidiéndose lentamente de la que fue su casa durante siete años.
- ¿Kerouac?- pregunta Clarisse, mirando a Lily con un gesto de asombro.- Primero aceptas a Potter y ahora lees sobre drogadictos en moto… Cada día me sorprendes más, Premio Anual.
- ¿En moto?- pregunta Sirius desde la chimenea.
- ¿Qué es una moto?- pregunta James hundiéndole la nariz en el cabello, y Lily recuerda la escena que vio en el tren. Remus le dio el libro regresando de las vacaciones y para entonces ya había olvidado los detalles de la conversación (solo recordaba ese beso que parecía quemar tanto).
- Es como una bicicleta con motor,- dice, recordando las palabras de Remus.- El libro es sobre unos amigos que recorren América en moto.
- Metiéndose todas las drogas que encuentran y acostándose con todas las personas que conocen,- agrega Clarisse.
- ¿Y te lo dio Remus?- pregunta Sirius extrañado.
Lily se encoge de hombros.
- Es un buen libro.
James frunce el ceño.
- ¿Cómo supiste que se lo dio Remus?
Y entonces Lily es testigo presencial de uno de los más extraños eventos en la historia de Hogwarts. Sirius Black se queda sin palabras. Y se ruboriza. Si se lo hubieran contado, no lo hubiera creído.
- Deberías leerlo,- dice, lanzándole el libro para salvar el momento.- Es tu tipo de libro.
Y Sirius se esconde tras las páginas de “En el camino”.
Clarisse no parece darse cuenta (afortunadamente), distraída ya con una nueva víctima.
- ¿Cronomancia?- dice, espiando a Hermione sobre el hombro derecho.- ¿Sigues tratando de encontrar a Walt? Ron se va a poner celoso.
Ron levanta la cabeza del ensayo al oír su nombre y se demora un segundo en procesar las palabras. Frunce el ceño, como si algo en el mensaje no encajara.
- ¿Cronomancia?- pregunta.
- Es la ciencia de los viajes en el tiempo,- dice Clarisse.
- Sé lo que es la cronomancia.
Mira a Hermione un momento con una pregunta en los ojos y ella niega con la cabeza, mordiéndose el labio inferior como hace cuando está bajo presión. Ron suspira. Hace el ensayo a un lado y se acerca a Hermione. La coge de la barbilla y le gira el rostro con delicadeza, le da un beso suave (apenas un roce de labios) y se apoya en su frente. Con la otra mano, cierra el libro de cronomancia. Hermione asiente y respira hondo.
Ron y Hermione están (finalmente) juntos, pero es como si cargaran de pronto un peso muy grande. Cada segundo a su lado se siente como estar invadiendo un duelo privado, íntimo. Y el mensaje que recibieron de Harry en el almuerzo ha sumado tensión al duelo, como si algo terrible se estuviera decidiendo esa tarde.
Lily alcanzó a leer el mensaje de reojo. Voy a hablar con Dumbledore, decía. Se pregunta qué será eso tan importante que va a decirle.
*
Decir que la historia es surreal es decir poco. Tom Riddle vencido por un niño de un año, regresando 13 años después para iniciar una guerra todavía más violenta, horrocruxes, profecías… Pero lo más surreal, debe reconocer, es su papel en esta intriga digna de un premio literario.
Lo peor es que le cree. Se sabe perfectamente capaz de manipular a un niño para morir “por el bien común”. Pensaba que ya había superado esa etapa.
- Comprenderás que al contarme esto has liquidado la posibilidad de volver a tu propio tiempo.
- Estamos bastante seguros de que ya estaba liquidada,- dice Harry.
Albus suspira. Harry Potter, el niño-que-vivió. Suena como una carga pesada para que la lleve alguien tan joven.
- Una vez usted me dijo que el destino lo hacíamos nosotros. Que al marcarme, Voldemort me había convertido en la persona de la que hablaba la profecía y no al revés. Profesor… ¿la profecía se refiere a que soy el último horrocrux, verdad? Se refiere a que debo morir.
- Las profecías solo dicen lo que leemos en ellas, Harry.- Una persona, un niño, convertido en una de las creaciones más terribles de las artes oscuras… tiembla de pensarlo.- Las líneas temporales son realidades alternas,- dice.- Para todo fin práctico, al salir de tu línea de tiempo original, has dejado de existir en esa realidad. Eso debería haber roto el lazo que te ataba a Riddle.
- Pero sigo soñando,- dice Harry.- Sigo enlazado a Ginny.
Albus lo piensa un momento. La teoría temporal es una de las ramas más complejas de la magia. Realidades alternas, enlazadas en la esencia y desligadas de toda conexión física… es difícil saberlo.
- La conexión a través de los sueños es una conexión espiritual, pero no existe en el plano físico, como existen los horrocruxes. Una de las cosas más terribles de dividir el alma es que se convierte la esencia espiritual en algo físico, algo que puede ser roto, que puede ser destruido. De haber un pedazo de Riddle en ti, no es más que un pedazo, no se trata de un alma verdadera. Es probable que puedas seguir enlazado a tu amiga sin estar enlazado a Riddle.
Harry parece pensarlo.
- Pero no es seguro.
- No podemos saberlo con certeza, no.
Harry respira, asiente.
Albus no cree en los elegidos. Ha conocido a suficientes como para convencerse de que todos estarían mejor si nadie creyera tener un destino más importante que el de los otros. No sabe qué sucederá en los próximos veinte años para hacerlo cambiar de parecer, pero en este momento, en que el puente de retorno ha sido quemado y solo queda el camino elegido, hay una pregunta que a Albus le parece mucho más importante que todas las que se refieren a horrocruxes y profecías.
- ¿Confías en tus amigos?
- Completamente,- responde Harry sin pensarlo.
- Entonces no veo qué tienes que temer.
*
No martyr’s artificial shame
Lend your love to me tonight. Emerson, Lake & Palmer, 1977.
Son amigos, ahora Harry lo comprende (ha llegado a comprenderlo). Pero sólo son amigos en la soledad de la habitación o compartiendo mesa en el Gran Comedor. No se sientan juntos en clase, no caminan juntos en los pasillos, y es la primera vez que Harry lo busca entre la gente del castillo.
- Hey.
Severus alza una ceja y no dice nada.
- Yo… quería disculparme.
- ¿Por qué, exactamente?- Sabe perfectamente por qué. Pero va a hacer que Harry lo diga. Es una de esas muchas cosas que Severus comparte con Snape.
- Porque la persona a la que le dije todo eso la otra noche no eres tú. No debí hablarte así, lo siento.
Ahora lo entiende. Severus tiene mucho de Snape, pero no es Snape. No ha tomado las decisiones que podrían convertirlo en el hombre amargado que Harry conoció. (Por supuesto, ni siquiera ese Snape resultó ser quien Harry creía.)
Severus es solo Severus, su compañero de habitación, un chico introvertido de 17 que siempre tiene la nariz metida en un libro, que se ha endurecido a fuerza de maltrato, que ha sido rechazado lo suficiente como para venderse por aceptación. A Harry le gusta Severus, con sus bromas ácidas y su coraza de desprecio, le gusta lo que ve (lo que Severus deja que vea) debajo de la coraza.
Severus asiente. Lo observa. Siempre lo observa, con mil preguntas en los ojos negros. Harry sabe que algún día va a tener que responderlas.
- Tengo que pasar por la biblioteca,- dice. No ha aceptado las disculpas abiertamente, pero tampoco las ha rechazado. Harry supone que es buena señal.- ¿Vienes?
Nunca se sientan juntos en clase, nunca se les ve juntos fuera de las mazmorras.
Nunca hasta ahora.
*
- Snape, Hermione. Snape.
Es bueno saber que Ron puede salir de la depresión de haber perdido toda posibilidad de volver a sus vidas normales por una nimiedad como ésa.
- Llevan seis meses compartiendo habitación, Ron. Es lógico que se hayan vuelto amigos. Además, éste no es el Snape que conocemos.
- Claro. Así como Colagusano no es “Colagusano”, ¿verdad?- dice Ron con ironía.
- Sí, Ron. Exactamente así,- responde Hermione con un tono que no admite reproches.
A Ron le cuesta entender que Peter no es el Colagusano que conocen, que son nuestras decisiones quienes nos convierten en las personas que somos y que Peter todavía está a tiempo de tomar decisiones diferentes. Tal vez es porque se siente traicionado también, habiéndolo cuidado sin saber durante tantos años. Tal vez es solo porque es Ron, impulsivo y sobreprotector. Sea como sea, no le hace ninguna gracia que Hermione siga a ayudando a Peter con los cursos, o que Harry de pronto sea amigo de Snape.
Hermione no sabe cómo explicarle que por lo que ha podido ver en el Gran Comedor a lo largo del año (Ron siempre está distraído con otras cosas en el comedor) sospecha que son amigos bastante más cercanos de lo que Harry admite.
- Hablando de eso, ¿cuándo se los vamos a decir?
- ¿Decir qué?
- Ya sabes, quiénes somos, qué hacemos aquí… todo.
Hermione parpadea.
- Harry ya habló con Dumbledore.
- ¿Y qué? ¿Le vamos a mentir a los demás para siempre? James quiere conocer América. Y Gideon ya me ha preguntado tres veces si estoy seguro de que mi padre no es primo… de mi padre,- dice Ron con gesto confuso.
Tiene razón, por supuesto. Mentir para siempre no es sostenible. No pueden volver (Hermione tiene que calmar otro ataque de ansiedad ante la idea). Ésta es su vida ahora.
- No podemos decirles todo.
- ¿A qué te refieres?
- No podemos acusar a Peter de ser un traidor frente a todos sus amigos. Eso lo destruiría.
Ron alza las cejas.
- ¿Estás preocupada por Colagusano? ¡Vendió a los padres de Harry, Hermione! ¡Mandó a Sirius a Azkaban! ¿Crees que es un buen tipo porque todavía no ha tenido la oportunidad de hacerlo? ¿Porque te mira como cachorro y te manda tarjetas de San Valentín? ¿Es eso? ¿Por qué te manda…?
Lo corta con un beso. Uno de esos besos largos, que primero relajan a Ron y luego lo encienden de nuevo. Que los hacen olvidar que están en un pasillo y alguien podría doblar la esquina en cualquier momento. A Hermione todavía le cosquillean los labios cada vez que hace esto. Todavía no se hace a la idea de que puede besar a Ron cada vez que quiera.
- ¿Decías?- pregunta, separándose apenas.
- ¿Qué decía?
- Ni idea.
Ron tiene una de esas sonrisas que le ocupan toda la cara. Los ojos brillantes, como si no creyera lo que está pasando. Hermione se acerca de nuevo a sus labios. Ya habrá tiempo para preocuparse por el futuro.
*
- ¿Ése es el gramófono de Prewett?- pregunta Remus.
Sirius asiente desde la cama, sin dejar de mirarlo. Lleva meses así. Lo mira y lo mira, pero no se acerca. No lo toca.
- Me vio leyendo y dijo que si pensaba hacer un viaje de drogas y sexo, me hacía falta el rock and roll.- Sacude la cabeza.- Ese tipo es demasiado genial para enseñar en Hogwarts.
Remus se acerca y mira el libro entre sus manos. En el camino.
- ¿De dónde sacaste eso?- pregunta horrorizado.
- Me lo prestó Lily. Aparentemente, las motos no le dan tanto miedo como a ti.
Remus se queda inmóvil, sin saber qué decir. Nunca hablan de lo que pasó en el tren. Jamás hablan de lo que pasó en el tren. Abre y cierra la boca un par de veces, pero no consigue decir nada.
Sirius se ríe sin ganas, hace el libro a un lado y se para de un salto. Es como un felino, todo intimidación y elegancia innata.
- ¿Qué está pasando, Lunático?
- ¿Qué?- consigue decir Remus en un susurro.
Sirius solía invadir su espacio personal todo el tiempo. Lo tocaba todo el tiempo. Le olía el cabello, le hablaba al oído, se echaba a leer en su regazo. Pero desde diciembre, se acerca cada vez menos. Como si no supiera qué hacer cuando tiene a Remus cerca. Remus lo entiende. Él tampoco sabe qué hacer cuando Sirius se acerca. Quiere salir corriendo. Quiere quedarse. Quiere…
- ¿Qué está pasando?- pregunta Sirius de nuevo. Se acerca. Le mira los labios. Parece que va a tocarlo, pero no lo hace.- Necesito que me des algo, Remus. ¿Te gusto? ¿No te gusto? ¿Me tienes miedo? ¿Quieres que me acerque? ¿Que me mude de habitación?- Golpea el aire en un gesto de frustración.- Me das todas las malditas señales al mismo tiempo y no sé Qué. Quieres. Que haga. Con ellas. ¿Qué quieres, Lunático?
Remus traga saliva. Se moja los labios. Quiere.
Sirius habla a medio centímetro de sus labios. Remus puede sentir cómo su aliento se le mete en la boca.
- Dame algo, Lunático,- susurra (suplica).
Remus quiere. Quiere darle algo. Quiere darle todo. Se queda inmóvil.
- ¿De qué tienes miedo?- pregunta Sirius.- ¿De que sea hombre?- Remus se sonroja, está seguro de que se sonroja. Sirius se ríe casi contra sus labios.- ¿Tienes miedo de que la sociedad te juzgue, Lunático?
Y es ridículo, Remus sabe tan bien como Sirius lo ridículo que es. Niega apenas con la cabeza.
- ¿Tienes miedo de que no me importe?- susurra Sirius con ojos oscuros.- ¿De que todo sea un juego?
Remus no responde. ¿Cómo podría no tenerlo, cuando se trata de Sirius? ¿Por qué sería esta vez diferente de todas las otras, de todas las chicas de las que lo ha oído alardear, de los chicos de los que no ha oído nunca (pero ahora está seguro de que existen)?
Sirius sacude la cabeza despacio.
- Me conoces mejor que eso.- Se acerca. Remus puede sentir el roce de sus labios. Luego se separa y respira hondo.- No,- dice.- No. Yo sé lo que quiero, Lunático. Y ahora lo sabes tú. ¿Qué vas a hacer con eso?
Es claramente un reto, pero Remus no sabe cómo responder. Lo mira un largo rato. Va a avanzar y no avanza. Va a retroceder y no retrocede. Finalmente, Sirius vuelve a hacer ese sonido que no es una risa en absoluto, coge el libro de la cama y avanza hacia la puerta.
Remus reacciona a tiempo de cogerle la muñeca antes de que alcance la perilla.
Sirius gira despacio, lo mira a los ojos. Remus no lo había visto tan vulnerable desde la navidad de sexto, cuando se quedó sin casa y cambió de familia, y Regulus dejó de saludarlo en los pasillos. Por algún motivo, eso lo tranquiliza. La mano le quema, envuelta en la muñeca pálida. Se acerca.
Le besa los labios y es lo mismo. La misma electricidad, el mismo calor, las mismas ganas. Sirius abre la boca y lo empuja contra el poste de la cama, lo consume. Remus se desarma. Le mete los dedos en el cabello y se desarma. Gime como un niño.
- Shh…- dice Sirius contra su boca.- De mí. Cógete de mí.
Y Remus se coge de Sirius con todas sus fuerzas.
*
Gryffindor aplasta a Hufflepuff a pesar de que McKinnon pierde la snitch (por milímetros) y Ron es probablemente el héroe de la noche.
Hay fiesta en la torre de Gryffindor, con cerveza de mantequilla y empanadas de la cocina. Beben y comen y ríen y cantan y Sirius mira a Remus todo el tiempo como si estuviera a punto de saltarle encima, como si la toda la energía del ambiente la estuviera irradiando él. Remus está seguro de que si lo tocara podría ver las chispas saltar de su piel.
Al final solo quedan ellos en la sala común (Hermione a punto de dormirse en el regazo de Ron, James acariciando el cabello de Lily junto a la chimenea, Sirius sentado en el piso con la cabeza apoyada en las piernas de Remus) y todos están distraídos cuando Peter habla.
- Lestrange me ha estado buscando,- dice.
Eso parece despertar a Hermione.
- ¿Lestrange?- pregunta James.- ¿Para qué?
- No estoy seguro… Creo que quiere reclutarme,- dice con la mirada fija en su vaso.
- ¿Cómo mortífago? ¿A ti?- Sirius suelta una risa que parece un ladrido.- Tu optimismo respecto a la situación política es reconfortante, Colagusano, pero no creo que Voldemort esté tan desesperado.
Peter se pone rojo. Hermione mira a Ron.
- ¿Y qué le dijiste?- pregunta Ron.
- No… no me ofreció nada concreto. No le dije nada.
Sirius rueda los ojos.
- Si Lestrange te está molestando,- dice James,- podemos hacerle “una visita”.
Sirius levanta la cabeza, interesado en la posibilidad de una broma contra Slytherin (Peter, por supuesto, es solo una excusa).
- No creo que eso arregle nada,- dice Hermione. Se acerca a Peter y le coge una mano.- Peter… ¿sabes que puedes confiar en nosotros, verdad? Si tienes dudas, si te presionan… puedes confiar en nosotros.
Peter se pone más rojo y asiente sin decir nada.
James observa la escena con los ojos entrecerrados (siempre intenta buscarle significados ocultos a las cosas que hace Hermione).
- Colagusano, ¿está todo bien?- pregunta.
- Sí,- dice Peter.- Sí. Yo… solo sentí que era importante que supieran lo que estaba pasando.
*
Them wild-eyed boys
The boys are back in town. Thin Lizzy, 1976.
- Necesitamos una moto,- dice Sirius contra su cuello.
- ¿Qué?
- Una moto. Necesitamos una moto.
- ¿Vamos a recorrer América?- pregunta Remus riendo. Se ríe de todo, últimamente. El mundo es brillante y caliente, y hay algo que se le escapa del cuerpo todo el tiempo. A veces como risa, a veces como esto que hacen a escondidas en los pasajes del castillo.
- No,-dice Sirius, subiendo hasta hablarle al oído.- Vamos a recorrerlo todo.- Le pasa una mano por el contorno del cuerpo, del hombro al muslo derecho, y Remus trata (sin éxito) de reírse del doble sentido, de controlar esas ganas, esa cosa nueva que le camina el cuerpo cada vez que Sirius lo toca. Es imposible (como ha sido siempre, resistirse a Sirius). Se frota contra su cuerpo, pierde la vergüenza. Deja que Sirius lo guíe hasta que terminan los dos jadeando, desgastados, en el pasaje oscuro.
- ¿Cómo pretendes… cruzar el océano?- pregunta entre jadeos, apoyado en la frente de Sirius.
- ¿Qué?- ahora es Sirius quien ríe, contento, dibujando círculos con un dedo en su cintura.
- Las motos no vuelan,- dice Remus sonriendo.
- Ya,- dice Sirius con una mirada extraña. Y lo besa de nuevo.
*
Vuelan como posesos. Una vuelta, dos vueltas, picada, giro. Sigue a Potter como su sombra. Cortan el viento como una navaja y de pronto Regulus lo adelanta, gira, empieza a marcar el paso. Una vuelta, dos vueltas, tres. Caen rendidos en la hierba fresca del campo de quidditch, las escobas abandonadas, respirando a bocanadas.
- Nada mal para un suplente,- dice Potter.
- Nada mal para un mestizo,- responde Regulus.
Potter ríe contra el aire helado del fin del invierno.
- ¿No te crees eso, verdad?- pregunta. Regulus lo mira confundido.- Lo de la sangre y los mestizos. En realidad no te lo crees.
Lo dice con voz cómplice. Como quien comparte un secreto. Regulus respira, deja que el corazón se le calme un poco. Claro que se lo cree. ¿Por qué no lo creería? ¿Sólo porque un mestizo vuela mejor que él? ¿Porque los sangresucia de Gryffindor están entre los mejores de la escuela?
- No lo digo por tu madre,- dice, en cambio. La madre de Potter es una sangresucia y Regulus sabe lo mal que se siente que alguien insulte a tu madre.
- Eso espero,- dice Potter.- Porque mi madre te vencería en duelo con los ojos cerrados.
Regulus se ríe.
- Mi madre vencería a la tuya. Te lo aseguro.- Su madre vencería al Señor Tenebroso si la coge de mal humor.
Potter le lanza una mirada extraña. Parece que va a decir algo pero cambia de opinión a última hora. Se estira en la hierba y mira al cielo.
- Eres un buen tipo,- dice.- No dejes de serlo.
Se quedan un rato mirando las nubes y a Regulus se le ocurren mil cosas que podría decir para romper el silencio. ¿Cómo está mi hermano? ¿Todavía nos odia? ¿Ha preguntado por mí alguna vez? Lo ha visto con Sirius y sus amigos, hablando en los pasillos como si no pasara nada. Regulus pasó cinco años tratando de acercarse, pero era imposible, siendo Sirius un gryffindor y él un slytherin. Era imposible hasta que llegó Harry Potter.
A veces se pregunta qué le va a decir a su padre cuando pregunte por qué un mestizo obtuvo su puesto en el equipo de quidditch. Si le dice la verdad, lo deshereda.
Recogen las escobas y vuelven a las mazmorras. Potter le cuenta cómo colarse en la cocina, le habla de pasajes secretos que están por todo el castillo. Regulus ha oído de algunos, pero no de todos.
- ¿Nunca has usado el pasaje del tapiz de Uric el Raro? ¡Te ahorras la mitad del camino a transfiguraciones! Ven aquí.
Efectivamente, hay un pasaje detrás del tapiz. Y en el pasaje está su hermano. Que parece estar comiéndose a Remus Lupin. Se separan de un salto y Sirius lo mira con ojos enormes, pero recompone su pose en un segundo. Regulus siente la rabia, el insulto, golpearle el pecho. Por lo menos ten la decencia de morirte de vergüenza…
- … hijo de…
- Cuidado con lo que dices,- dice Sirius, con burla y veneno en la voz.- Walburga tiene ojos en todas partes.
Las poses de Sirius dejaron de engañar a Regulus hace muchos años. Se está muriendo de miedo. De vergüenza, hijo de puta, tendrías que morirte de vergüenza.
- ¿Se puede saber qué crees que estás haciendo?
Habla entre dientes, tratando de controlar la rabia. Si no la controla, lo mata.
- Pensé que era bastante obvio. Pero si quieres te hago un dibujo.
Regulus coge la varita. Potter le agarra el brazo. “Tranquilo”, dice. Es obvio que no sabe qué más decir. Potter. Sirius tenía que hacer esto delante de Potter. Por supuesto.
Una idea terrible se le ocurre de pronto.
- ¿Tú sabías que esto estaba pasando?- le pregunta a Potter. Potter duda (duda), pero niega con la cabeza.
Lupin coge a Sirius del brazo, intenta sacarlo de allí. ¿Y quién maldita sea cree que es ese mestizo para llevarse a su hermano después de…?
- ¿Qué importa lo que sepa Harry?- pregunta Sirius como ladrando.- ¡¿Qué importa?! ¿Es todo lo que te preocupa? ¿Lo que piensen otros?
- ¡¿Y a ti?! ¡¿Te importa algo, Sirius?! ¿Crees que es divertido pasarte la vida haciendo el ridículo delante de todos?
- ¡Es mi puta vida!
- ¿Crees que con eso lo arreglas todo? ¿Qué tienes derecho a joder a todo el mundo porque “es tu puta vida”?
- ¿A quién, Reg? ¿A quién estoy jodiendo? ¿A quién tengo para joder?
Se miran un largo rato, tratando de volver a embotellar la rabia. Regulus no le tiene miedo a Sirius (ya no). Sirius era grande y brillante, y luego era insoportable, y luego era un problema, y luego…
- Y por último, ¿por qué te importa?- Hay más, detrás de la rabia. Sirius tiene esos ojos, esa misma mirada. La tenía también ese día.- ¿Ya no te acuerdas, Reg? Tú no tienes hermanos.
Regulus da media vuelta y sale del pasaje, corre hacia las mazmorras.
Porque si se queda lo mata.
*
La primavera no ha traído el fin de la guerra, pero ha traído algo igual de importante.
Ha traído a Luna.
Se sienta bajo el roble, rodeada de gente. Todos quieren saber si está bien (cree que sí), dónde estuvo (no lo recuerda), cómo la dejaron libre (no sabe). Ginny la mira como si no lo creyera. Parece que no parpadeara de miedo a despertarse.
- Ha pasado algo curioso,- dice Luna.
- ¿Qué?- pregunta alguien.
- Han aparecido mis espectraespéculos. No los veía desde setiembre.
Un par de chicas de Ravenclaw se ponen rojas y desvían la mirada.
Una sombra oscurece la tarde y las voces se apagan inmediatamente.
- ¿Qué están haciendo aquí afuera?- pregunta Snape con voz agria.- Si les falta trabajo eso puede arreglarse.
El grupo se dispersa. Ginny ayuda a Luna a ponerse de pie.
- No tengo que preguntar a quién debemos este caos,- dice mirando a Ginny.- Veinte puntos menos para Gryffindor por promover el desorden.
Parece que algunos van a protestar, pero nadie lo hace. Ginny sostiene la mirada de Snape con ojos humedecidos.
*
La primavera trae muchas cosas, entre ellas las vacaciones de pascua. Harry no se olvida de lo que va a suceder en pascua.
- No vayas.
- ¿Qué?
- Dijiste que detestabas pasar las vacaciones con tu padre. No vayas. Quédate conmigo en Hogwarts.- Quédate conmigo.
Severus lo mira con esos ojos negros que siempre ven más allá.
- Me están esperando,- dice. Como si Harry no lo supiera.
- ¿Tu padre?- Severus no responde. No importa. Harry sabe quién lo está esperando.- Te vas a arrepentir,- dice. No consigue dejar fuera de su tono el rastro de rabia.
- ¿Qué?- pregunta Snape, la indignación clara en su voz.
- Dije que si vas te vas a arrepentir.- Harry nunca ha sido capaz de resistirse a las provocaciones de Snape.
- ¿Me estás amenazando?
- ¿Te estoy…?- Harry ríe, cansado.- No. No, de hecho es todo lo contrario.
Severus tiene los labios torcidos en un gesto de disgusto que traza una clara línea entre el presente y el futuro. Entre Severus y Snape. El gesto atrae los ojos de Harry hacia los labios pálidos.
- Leí la nota de Malfoy,- confiesa.- No fue a propósito, se cayó de un libro y la vi,- aclara (Severus detesta que invadan su privacidad).
Se quedan en silencio, uno frente al otro, durante demasiado tiempo.
- Ya hemos hablado de esto,-dice Severus finalmente.- No pienso discutir mis decisiones contigo.
Harry respira hondo y saca el libro de su mochila. Lo pone en las manos de Severus. Cinco chimeneas: La Historia de Auschwitz.
- ¿Te animarías a conocer el otro lado de la historia, al menos?- Prewett dice que solo conocer la historia los puede salvar de repetirla. Todo lo que Harry quiere es evitar que se repita.
Severus lo mira con gesto cansado.
- Ya te he dicho lo que pienso de la historia muggle.
- Solo…- Harry pone sus manos sobre las de Severus y guía los dedos pálidos hasta que se cierran sobre el libro. Quisiera darle más que historia ajena. Quisiera contárselo todo, darle su propia historia. Pero Severus no fue un aliado desde el principio, primero fue un mortífago. Un mortífago que apenas empieza a practicar la oclumancia. Y por mucho que deteste pensarlo, no es seguro poner tanta información al alcance de Voldemort.
Severus observa sus manos entrelazadas sobre el libro un momento. Luego, en un gesto brusco, se separa de Harry y tira el libro entre sus cosas.
- No te preocupes,- dice con voz cortante.- Sé perfectamente lo que estoy haciendo.
Harry niega con la cabeza. Se acerca.
- No tienes idea de lo que estás haciendo.
No es una agresión, pero algo tenso crece en el ambiente. Se sostienen la mirada a centímetros de distancia, los ojos negros siempre intensos, siempre buscando. A Harry se le ocurre que está pasando algo importante, algo grande, pero no entiende qué es hasta que Severus se moja los labios. Y entonces, no sabe por qué ni cómo, cruza esos centímetros y pone sus labios sobre los de Severus Snape.
Dura apenas un segundo. En el segundo siguiente, 500 preguntas pelean por un espacio en la mente de Harry (algunas son nuevas, es posible que otras hayan estado allí siempre). Da media vuelta y sale de la habitación, sale de las mazmorras, sale del castillo, camina hasta el lago, pánico y confusión en su pecho, el recuerdo de labios fríos y delgados sobre sus labios.
*
- ¡Hey, Harry!
Ron le pasa una mano frente a los ojos.
- Perdón, ¿qué?
- La verdad. ¿Lo contamos todo? ¿Dejamos cosas fuera? ¿Te sientes bien?- pregunta preocupado.
- No es nada,- dice Harry, sacudiendo la cabeza.- ¿Contarle la verdad a todos?- pregunta, todavía distraído.
- No a todos. Solo a James, Lily, Sirius y Remus.- Harry asiente. Tiene sentido.- Hermione no quiere que les contemos sobre Colagusano,- dice Ron. Es muy claro en su tono que no está de acuerdo.
Hermione suspira cansada. Es obvio que ya han tenido esta discusión en privado y Harry no puede evitar sentirse (otra vez) como si lo estuvieran haciendo a un lado. Ni siquiera puede culpar a la distancia inevitable de estar en casas distintas, porque no es una sensación que haya surgido este año. Tiene que ver con eso que pasa entre ellos, supone Harry. Eso que siempre estuvo pasando. La reflexión lo lleva a pensar en cosas en las que no puede pensar en este momento y hace el esfuerzo de concentrarse en la voz de Hermione.
- Peter no ha hecho nada todavía,- dice nerviosa.- Podríamos meterlo en muchos problemas por algo que no sabemos si va a volver a hacer. Harry… yo sé que es difícil entenderlo, pero…
- No. Tienes razón. Deberíamos dejar eso fuera.
Ron lo mira con grandes ojos incrédulos.
- ¡¿Qué?! ¿Te volviste loco? ¿Vas a dejar que vuelvan a confiar en un espía?
- Podríamos decirles que hubo un espía,- dice Hermione.- Y que sabemos que no es ninguno de los cuatro. Así sabrían en quién confiar y no delatamos a nadie.
- No es mala idea,- dice Harry.
Ron respira hondo y deja salir el aire pesadamente. Sacude la cabeza en un típico gesto de “están todos locos”. Ron no lo entiende. No se pasa el día metido entre futuros mortífagos, dividido entre las ganas de que Azkaban les saque de la cabeza todas las estupideces que les dijeron sus padres y las ganas de salvarlos. No se pasa el día pensando en Regulus (un chico demasiado brillante para que su limitada visión del mundo sea sostenible), que no tiene un hermano que lo guíe porque le han repetido toda su vida que lo diferente es inaceptable. No se pasa el día preguntándose si Zabini habrá sido lo bastante listo para salvarse o es que simplemente nunca oyó de él. No se pasa el día con Severus Snape. Y ése era el tema en el que estaba intentando no pensar.
- ¿Qué les vamos a decir, entonces?- pregunta Ron, claudicando.
Y Hermione despliega la historia que (por supuesto) tiene preparada. Una historia que lo dice todo sin decir gran parte y navega alrededor de los vacíos de modo que no se noten. Harry se pregunta cómo es que el sombrero nunca vio las cualidades slytherin de Hermione.
*
- ¿Entonces?- pregunta James.
- ¿Entonces qué?
- Black… es viernes por la noche y estoy congelándome en la torre de astronomía con una botella de whisky demasiado barato hasta para mí, cuando podría estar besando a Lily Evans. Si crees que acepté venir por el alcohol, no eres tan listo como pensábamos. Empieza a hablar.
Se conocen demasiado. ¿Para qué suben solos allí, si no es para hablar de cosas que no quieren que nadie escuche? Sirius saca un cigarrillo de la cajetilla, se lo pone en la boca y aspira. Exhala lentamente una sirena de humo.
Exhibicionista.
- Me peleé con Regulus,- dice.
- ¿Con Regulus? ¿Cómo? Pensé que no se hablaban.
Sirius aspira de nuevo. Exhala un barco que persigue a la sirena. James espera un buen rato a que responda, pero se queda en silencio, aspirando y exhalando ilusiones cada vez más complejas. No es normal que tarde tanto en hablar, incluso cuando se trata de la familia Black. A menos que…
- ¿Esto tiene que ver con Lunático?- pregunta. Y Sirius se atora. Dentro de todo, James tiene que reconocer que es hilarante.
- ¿Qué?- Tose.
- Ya sabes, Lunático. Tu novio,- dice como cantando, como si no pasara nada. Se siente muy orgulloso de que suene tan poco ensayado.
- No es mi… Es… diferente... Yo… ¿cómo carajo lo sabes?
- No puedes ocultarme nada, Canuto,- dice James con gesto desenfadado, cruzando los brazos detrás de su cabeza. Sirius alza una ceja.- Lily los vio en el tren,- confiesa.- Tranquilo, ella tampoco tiene ningún problema.
- Pues punto para Evans,- dice Sirius, y vuelve a apoyarse en la pared de piedra. Es como si una muralla invisible se hubiera derrumbado de pronto entre ellos. James no recuerda por qué tenía tanto miedo de hablar de esto.
- Creo que Granger se da cuenta. Pero tampoco parece que le moleste.
Sirius apaga el cigarrillo en las lajas del suelo.
- Esa chica da miedo,- dice. James concuerda.- Puede que sea más normal en América. Tu primo me dijo algo en San Valentín…
- ¿Estuviste ligando con Harry en San Valentín?
- ¡¿Qué?! ¡No!
James lo mira con suspicacia. Sirius no es particularmente conocido por su capacidad para mantener los pantalones arriba.
- Canuto… ¿eres consciente de que Lunático no es una de tus chicas de fin de semana, verdad? Estamos hablando de uno de nuestros mejores amigos.
- ¿Qué pasa? ¿Te vas a batir conmigo por el honor de Lunático?
James lo piensa un momento.
- ¿Me vas a dar razones para hacerlo?
Sirius ríe en la noche escocesa.
- Cornamenta…- dice, como si no pudiera creerlo,- aunque me haya pasado siete años diciendo lo contrario, Lunático no es una chica. Confía en mi palabra, soy testigo presencial.- James hace un gesto de “demasiada información”.- Lunático puede cuidarse perfectamente solo.
Sí, por supuesto. Claro que puede…
- Pero no tiene por qué hacerlo,- dice James. Y solo entonces Sirius parece entender. Sonríe, desordenándole el cabello con una mano.
- No te preocupes, Potter. Prometo portarme bien con tu hermana.
Hablando de lo cual…
- ¿Qué pasó con Regulus?- pregunta James.
***
(I will be there said) My friend of a distant life
Madrigal. Yes, 1978.
El viernes después de pascua, Hermione lleva a Lily a la habitación de los chicos. Sientan a todos en un círculo (menos a Peter, que misteriosamente se ha quedado dormido de un momento a otro) y anuncian que tienen algo que contarles.
- ¡Granger está embarazada!- grita Sirius.
A Ron se le ponen las orejas rojas.
- ¡No!
- ¿Van a regresar a América?- pregunta Lily preocupada, ignorando a Sirius como si nunca hubiera hablado.
- No somos de América,- responde Hermione. Todos los miran extrañados.- Nunca hemos estado en América. En realidad,- respira hondo,- venimos del futuro.
A Sirius se le escapa la risa.
- Harry no es tu primo,- dice Ron muy serio, mirando a James.- Es tu hijo.
James alza una ceja, incrédulo.
La cabeza de Harry aparece de pronto al lado de Ron.
La más sorprendida es Lily, sin duda. El más suspicaz es Sirius. Harry se quita la capa con cuidado y la pone al centro del círculo.
- Es una capa de invisibilidad,- le explica Harry a Lily.- Me la dieron en mi primera navidad en Hogwarts. Era de mi padre,- agrega, mirando a James.- Esto…- dice, sacando un viejo pergamino de su bolsillo,- lo obtuve por pura suerte, pero siempre me he sentido muy orgulloso de usarlo.- Los Merodeadores lo observan sin respirar mientras señala el pergamino con la varita.- Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas,- dice, y Sirius sale disparado hacia el baúl de James.
James no deja de mirar a Harry.
Sirius vuelve con la capa y el mapa y los deja caer en el centro, junto a los de Harry. A James se le ocurre que deben verse como un espejo, uno frente al otro con objetos idénticos a sus pies, nada más que el color de la corbata para diferenciarlos.
- ¿Eso es un mapa de Hogwarts?- pregunta Lily. Pero James no la escucha, porque acaba de darse cuenta de otra diferencia. Una importante.
- Tus ojos son verdes,- dice. Y la sonrisa le crece en el rostro.
Harry rueda los ojos, que empiezan a humedecerse contra su voluntad, y repite la frase que ha oído tantas, pero tantas veces.
- Tengo los ojos de mi madre.
Y es curioso, que en medio de una revelación tan grande, eso sea lo único en lo que James pueda pensar. O a lo mejor no es curioso en absoluto. La revelación no cae como un ataque inesperado. Es más… es más como si de pronto tuviera sentido, como si las piezas de un rompecabezas en el que ni siquiera sabía que estaba trabajando, de pronto encajaran. (Recuerda la primera vez que vio a Harry, peleando por el honor de su madre en el Gran Comedor y siente un orgullo que nunca le ha dado una Copa de Quidditch.)
Es Lily quien rompe la quietud de la habitación. Se acerca a Harry y lo mira, solo lo mira durante largo rato, ojos verdes en ojos verdes, en cabello indomable, en labios delgados. Acaricia el contorno de su rostro y Harry no se mueve, no deja de mirarla. Entonces Lily lo abraza (y si Harry deja caer un par de lágrimas, nadie se burla).
Sirius interviene para aligerar el ambiente, como siempre que las cosas se ponen muy emotivas.
- ¿Cómo es James de mayor? ¿Sigue siendo un idiota o McGonagall tiene razón y “la vida nos va a dar una lección tarde o temprano”?
Harry traga saliva.
- ¿McGonagall dijo eso?- Respira hondo.- No sé cómo será James de mayor. Mis padres murieron cuando tenía un año.
La habitación queda en silencio de nuevo. Un silencio cargado de preguntas que ni Harry, ni Ron, ni Hermione tienen ganas de responder.
- Por eso estamos contándoles esto,- dice Harry, sin quitarle los ojos de encima a Lily.- Porque vamos a cambiar el futuro.
*
No lo dicen todo. No dicen quién fue el traidor que los vendió a Voldemort, por ejemplo. No hace falta. James no es tonto. Se cuela en la cama de Ron de madrugada.
- Muffliato.
- ¿James?- pregunta Ron adormilado.
- Explícame una cosa.
Ron se frota los ojos.
- ¿Mn puede ser mnñana?
- No. ¿Por qué le dieron la poción para dormir a Peter?
- Ya les dijimos.- Bosteza.
Ya se los dijeron. Que James y Lily son padres de Harry, que Sirius es su padrino y que Remus ha sido su maestro en la escuela, pero que a Peter solo lo han visto un par de veces y no pueden confiar en él totalmente. Es una explicación excelente (como todas las que se le ocurren a Hermione). Pero si hay algo que Ron ha aprendido compartiendo la habitación con los Merodeadores, es que es muy, muy difícil embaucar a los reyes del embuste.
- Zanahoria…- dice James.- ¿Fue Peter, verdad? ¿Fue él?- Ron trata de sostenerle la mirada, de aparentar honestidad, pero está cansado y es James, y de todos modos Ron nunca estuvo de acuerdo con no contárselo.
Suspira.
- Hermione me va a matar.
Si fuera Sirius, Ron está seguro, Peter estaría camino a San Mungo en este momento. Pero es James, y se desinfla a los pies de la cama, más dolido que furioso, decepcionado y confundido.
- ¿Peter es un traidor?- pregunta en un susurro.
- No,- dice Ron. Al menos eso le ha quedado claro de todos los discursos de Hermione sobre los viajes en el tiempo y el destino.- Peter es tu amigo. Pero en otro futuro, es un traidor.
Es curioso, porque a Ron le tomó meses entenderlo, pero James parece entenderlo perfectamente. Lo mira un segundo, suspira, asiente. Es una persona impresionante, James. Ron puede ver de dónde saca Harry lo que sea que le ha permitido vivir en Slytherin todo este tiempo.
*
No se han dirigido la palabra desde que Severus volvió de las vacaciones de pascua. Puede sentir su presencia en la habitación como si el peso del lago sobre las mazmorras de pronto se hubiera vuelto tangible. No se hablan, no se miran, no se tocan. Pero hay preguntas que Harry necesita hacer y tras haber revivido la historia, después de todos los detalles que ha contado esta noche con la esperanza de que no se repitan, de que su simple influencia lo cambie todo… esta noche, tiene que saber.
Escucha los sonidos que el insomnio le ha enseñado a reconocer tan bien. Los ronquidos intermitentes de Rosier y los murmullos entre dientes de Avery, la respiración de Severus, que es distinta cuando duerme y cuando intenta dormir. Se levanta sin hacer ruido y se queda un momento de pie junto a la cama, observando el rostro pálido y tranquilo de Severus (conforme se ha ido acercando la pascua, ha sido cada vez menos común verlo tan calmado, tan libre de ansiedad). Duerme apoyado en el brazo derecho, el izquierdo sobre la manta verde. Es fácil para Harry levantar la túnica y girar el antebrazo con el corazón en la boca.
No hay marca. La piel está limpia y el alivio es tanto que Harry no resiste la tentación de tocarla, de asegurarse de que no es una ilusión de la falta de luz, de que no hay cambios en la textura, no hay relieves. Acaricia la muñeca con dos dedos, dibuja las venas oscuras sobre la piel pálida, sube por el antebrazo, siente el pulso tibio, la realidad del momento. No sabe qué lo lleva a levantar la vista, pero cuando lo hace se encuentra con la mirada despierta de Severus.
Podría sentir vergüenza. Pero la piel está limpia y Harry se niega a dejar de tocarla. Severus lo mira, mira sus manos sobre la piel libre de marcas oscuras.
- Era un buen libro,- susurra en la noche.
Harry sonríe.
- Ven conmigo.
Coge la mochila (donde lleva siempre el mapa y la capa) y arrastra a Severus del brazo hasta la sala común, solitaria y oscura, antes de murmurar el encantamiento sobre el pergamino. Los ojos de Severus se abren como platos.
- ¿Eso es…?
- Ven,- dice Harry, abriendo la puerta.
El camino a la torre de astronomía suele ser uno de los menos vigilados por Filch y esa noche no es la excepción. Se sientan en una esquina, abrigados por la piedra.
- ¿Ya me vas a explicar qué hacemos aquí?- pregunta Severus. Harry puede notar que está nervioso.
- ¿Confías en mí?
- Pensé que había quedado claro que no confío en nadie.
Nervioso, sin duda. Harry piensa que es ridículo que haya tenido que viajar 20 años a través del tiempo para aprender a reconocer las señales. También piensa que es ridículo lo tranquilo que se siente él mismo, como si lo que estuviera a punto de hacer fuera lo más natural del mundo y no una completa locura.
- Bueno,- dice.- Yo confío en ti. Y por eso quiero que sepas quien soy. Mi nombre es Harry James Potter y nací el 31 de julio de 1980.- Severus abre los ojos sorprendido, pero no dice nada.- Mis padres se llamaban James y Lily Potter, pero no los conocí.- Severus lo escucha pálido.- Voldemort los mató cuando yo tenía un año, por culpa de una profecía que le llevó uno de sus mortífagos. Ese mortífago eras tú.
Hace una pausa, para dejar que Severus lo asimile. Puede ver que está a punto de preguntar si todo es una broma, pero no pregunta. Severus es listo. Siempre ha sabido que algo no era normal en Harry.
- Por algún motivo que nadie entiende del todo, Voldemort desapareció esa noche… y yo sobreviví.- Se toca la cicatriz inconscientemente y los ojos de Severus viajan hacia ella. Es la primera vez desde que llegaron a este tiempo que alguien mira su cicatriz de esa manera, con curiosidad y cierto asombro, como intentando descifrarla. Le gusta que sea Severus quien lo haga.- Tú empezaste a espiar para Dumbledore, yo me crié con la familia de mi madre… A los once años recibí una carta, vine a Hogwarts y descubrí que todo mago y su lechuza me conocían. Algunos me miraban como si fuera un héroe por cosas que, honestamente, no tengo idea de cómo hice. Otros me detestaban precisamente por eso. Tú estabas en el segundo grupo, por supuesto.
- Por supuesto,- dice Severus, que empieza a recuperarse de la impresión.
- Aunque hay que reconocer que detestabas a todos los gryffindors.
- ¿Gryffindors?
Harry asiente.
- Durante seis años.
- Eso explica muchas cosas,- dice Severus. Luego hace un gesto como de asco.- ¿De verdad eres hijo de Potter?
Harry se ríe, porque es ridículo, pero tiene sentido que ésa sea la primera pregunta de Severus.
- Sí,- responde.- Creo que ése siempre fue nuestro problema.
Hablan de la guerra, de Voldemort y Dumbledore, del profesor Snape (Severus no puede creer que haya pasado tantos años aguantando niñatos engreídos), de Ron y Hermione, de las veces que Harry estuvo a punto de morir, las veces que Snape le salvó la vida.
- ¿Qué fue de Black?
- No quiero hablar de eso.
- ¿Tan malo?- pregunta Severus con una sonrisa.
Harry sacude la cabeza.
- Ésa es precisamente la actitud que te va a llevar a pasarte la vida amargado en las mazmorras. Severus… tienes que dejar ir. A Sirius, a James, incluso a Lily. No puedes vivir tu vida en función a…- Severus lo mira con un gesto extraño.- ¿Qué?
- ¿Por qué me besaste, Harry?
Oh.
Es una excelente pregunta. No tiene respuesta alguna.
- ¿Fue para que no me hiciera la marca? ¿Para que no delate a tus padres?
- ¿Qué?
Tiene que ser la idea más estúpida que Harry haya escuchado. Primero, porque nunca lo haría. Segundo, porque ¿cuál sería el punto? ¿Cómo podría influir eso en la decisión de Severus? ¿Por qué el hecho de que Harry lo besara iba a convencerlo de… un… momento…
- ¿Yo… te gusto?- Y suena todavía más idiota cuando lo dice en voz alta.
Solo que Severus no responde. No le lanza una maldición. Solo se pasa las manos por la cara y suspira. Le gusta. A Severus le gusta Harry. A Severus Snape. Es la idea más extraña que haya cruzado su mente. Solo que no. Porque más extraño todavía es que no le disgusta la idea.
- Si quieres una explicación, lamento informarte que yo tampoco lo entiendo,- dice Severus.
Y Harry puede sentirlo, como mariposas en el pecho. Le gusta Severus. Que es Snape. Ni siquiera sabía que le gustaban los chicos, y ahora resulta que le gustaSnape. Voltea a mirarlo y encuentra sus ojos. Las mariposas aletean. Lleva meses sintiéndolo, pero nunca lo había asociado con…
Esta vez es Severus quien cruza la distancia. Sacude la cabeza a centímetros de su boca, como si el surrealismo de la escena empezara a asentarse en su mente.
- El hijo de…- Harry le pone un dedo sobre los labios. Niega despacio con la cabeza.
- Harry,- dice. Los títulos gratuitos ya les han traído suficientes problemas.
Severus traga saliva. Se moja los labios.
- Harry.
Se besan bajo las estrellas, sin saber muy bien qué hacen (sin preguntárselo tampoco). Severus no tiene más preguntas acerca de un futuro que no ocurrirá y Harry no tiene ganas de revivir una historia que ha quedado atrás. En cambio, hablan de los últimos meses, del pequeño pasado que han construido juntos, del futuro que se acerca.
- ¿Qué eres entonces?- pregunta Severus en la noche de primavera.- ¿Gryffindor o Slytherin?
*
Take a bow for the new revolution
Won’t get fooled again. The Who, 1971.
El mundo no se divide en cuatro casas. No se divide entre aquellos que tienen la verdad y los que no la tienen. No se divide en personas buenas y mortífagos.
- No lo dices en serio.
- Por supuesto que lo digo en serio.
- Potter… yo entiendo que quieras a la familia de tu madre y todo eso… pero la superioridad de los magos no es discriminación, es un hecho innegable.
No se divide entre muggles y magos.
- ¿A cuántos muggles conoces, exactamente?
- A ninguno,- responde Avery, indignado.- Pero sé que podría acabar con uno sin acercarme a 10 metros.
El mundo, ha aprendido Harry, no se divide.
- Tienes razón,- interviene Alicia.- Pero si el muggle tuviera un rifle podría acabar contigo a 100.
- ¿Un qué?
- Un rifle. Es un arma muggle. A lo mejor hubieras oído hablar de ella si te tomaras la molestia de informarte antes de abrir la boca.- Harry se aguanta la risa. Alicia no tenía idea de lo que era un rifle hasta la semana pasada, pero suelta el comentario como si fuera algo obvio. Es buena para discutir.
En el último mes, Slytherin se ha convertido en una sala de debate (y Harry nunca hubiera imaginado que la casa de la “sangre pura” albergaba tantas posiciones distintas respecto a tantas cosas). Lucas Zabini está a favor de las ideas sobre la pureza de la sangre (aunque no cree en la guerra como un medio para alcanzar objetivos). Por consiguiente, Alicia está en contra.
- O claro, también podrían soltar una bomba y acabar con Hogwarts.- Avery se pone pálido.- El punto es que no van a hacerlo,- dice Alicia,- mientras no les demos motivos.
- Lo que estás diciendo,- dice Lestrange, que siempre consigue torcer las cosas cuando empiezan a ir bien,- es que estamos sometidos a la merced de los muggles. Que es exactamente la raíz del problema.
- Lo que está diciendo,- interrumpe Harry,- es que es ridículo intentar dominar al 99% de la población mundial.
- No cuando tienes el poder para hacerlo.
- Lo que están diciendo,- interviene Severus,- es que no tenemos el poder para hacerlo. Solo creemos que lo tenemos porque no vemos más allá de nuestras narices.
- En tu caso eso es bastante lejos,- dice Wilkes y la gente se ríe.
Severus casi nunca interviene. Se sienta y escucha con atención, pero no interviene. Le está costando procesar las cosas (los errores del futuro, el odio arraigado durante tanto tiempo, Lily, Harry… es sin duda información suficiente para procesarla durante años).
- Brillante, Wilkes. Estoy seguro de que ese ingenio va a ser invaluable en batalla.
- En todo caso,- dice Lestrange,- no estamos hablando de acabar con los muggles.- Todavía, piensa Harry.- Estamos hablando de devolverle el poder a los verdaderos magos.
- Que son los que vienen de linajes puros,- dice Harry.
- Exacto,- dice Lestrange con un gesto arrogante frente al “mestizo”.
- Supongo que sabes que Voldemort es mestizo.
Lestrange se pone pálido de rabia. Los murmullos crecen alrededor. Por supuesto que lo sabe, es la tercera vez que Harry se lo lanza en una discusión. A estas alturas, Harry hubiera esperado que tuviera alguna respuesta. Pero es típico de los mortífagos (posibles mortífagos) que el argumento menos importante contra Voldemort sea el único que consiga callarlos.
Regulus se sienta en una esquina, leyendo la historia de Auschwitz (Hermione y Prewett podrían tener un punto con eso del poder de los libros).
El último mes ha sido interesante. Harry no espera cambios milagrosos, pero tampoco cree que sus palabras estén cayendo en oídos sordos. Algunos de los más jóvenes empiezan a escucharlo. Algunos de los mayores no lo admiten, pero se hacen preguntas y eso es importante. Cosas tan simples como referirse a Voldemort por ese nombre (no Ya-sabes-quién, no el Señor Tenebroso) parecen desencajar algunas de las ideas más básicas que sostienen esta guerra (el miedo, el mito). Cosas tan simples como plantear preguntas que nadie había hecho en Slytherin, aislados como viven, incluso de las demás casas, siempre metidos en esas mazmorras con otras personas que no se hacen preguntas. No es diferente de la vida en Gryffindor, por supuesto. Es solo que son otras las preguntas que nadie se hace.
La casa de Slytherin, como dijo el sombrero hace tantos años, ha producido muchos magos oscuros, pero sobretodo, alberga magos con la capacidad para hacer grandes cosas. Cuáles serán esas cosas dependerá en gran medida de las preguntas que se hagan.
*
Sueña con Ginny por lo menos una vez a la semana. Entrenamientos con el ED, clases con los hermanos Carrow, castigos injustos, amigos incondicionales. Harry ha leído el libro, sabe que el amuleto puede funcionar en dos direcciones. Y no es un momento, no es una revelación, son pequeñas cosas, pequeños detalles que le dan a entender que Ginny lo sabe. Tal vez por eso no se sorprende cuando la ve con Lupin en los bordes del Bosque Prohibido, ocultos de ojos extraños por el verdor de los árboles.
- No creo que puedan volver, profesor,- dice Ginny.- Creo que están atrapados.
Lupin parece más pálido que nunca bajo el sol de primavera.
*
EXTASIS. Se ha pasado todo el año preocupada por el entrenamiento, pensando que no estarían aquí cuando llegara el momento de arrepentirse del tiempo invertido en él, que no había manera de arrepentirse del tiempo invertido en él, y ahora resulta que tienen que dar los EXTASIS. La prueba más difícil de su educación mágica y se ha pasado el año dándole largas.
- ¿Pero qué dices? ¡Si estudias como loca!
- ¿Me acabas de decir loca?
- ¿Qué? ¡No!
No es culpa de Ron, por supuesto. No es culpa de nadie más que de ella misma, por dejar su futuro en manos del destino en lugar de trabajar por él, como debió hacer desde que llegaron. Pero es mejor no pensar en eso. Hay otras cosas por las que preocuparse. Aritmancia avanzada le está trayendo problemas.
- La intención pesa más que la entonación.
- ¿Qué?
- En este problema,- dice Remus, señalando la ecuación que Hermione no consigue balancear.- No estoy seguro… pero en encantamientos vimos que el fundamento de los hechizos no verbales es que la intención pesa más que la entonación. ¿Ésas son tus variables, verdad?
- Sí,- dice Hermione revisando la ecuación. Remus tiene razón. Está ponderando mal sus variables. Recuerda algo, de pronto.- Ahora que lo pienso, no es la primera vez que me dices esto.
- ¿No?
- No. Lo decías en clase. Que lo más importante cuando lanzábamos un hechizo no eran las palabras, sino la fuerza de nuestra intención.
- ¿En clase?- dice Remus, bajando la mirada. Hace la pregunta como si la saboreara. Como si no se atreviera a soñar con la posibilidad.
- Eras un maestro excelente,- dice Hermione sonriendo.
Remus no responde. Hermione imagina que es difícil entenderlo, viviendo en un mundo que lo rechaza con tanta fuerza, que lo obliga a vivir escondido. Y sabe que no será fácil, que el profesor Lupin no tenía trabajo estable antes de llegar a Hogwarts y no ha vuelto a tenerlo desde entonces (sin contar, por supuesto, su trabajo con la Orden). Pero tiene un plan. Puede que los elfos no estén listos para ser liberados, pero está segura de que otros seres mágicos van a apreciar el esfuerzo. La comunidad mágica ha llevado los ojos vendados demasiado tiempo.
Después, Hermione. Después. Por ahora, a estudiar para obtener el respeto que sus planes necesitan.
*
Es confuso sentir orgullo por un hijo que no has tenido. Y más cuando está en Slytherin (solo este año, por supuesto, Zanahoria ha dejado muy claro que el sombrero se volvió loco y Harry es gryffindor hasta los huesos). Pero lo siente. Harry habla de batallas y amigos, del peso de una responsabilidad que James no puede empezar a entender, de enseñarle a los slytherins a ver el mundo de otra manera, y siente algo que solo puede llamar orgullo.
- Todavía no entiendo qué hacemos aquí,- dice Colagusano.
- Harry está jugando,- responde Sirius como si eso lo explicara todo. Y lo explica, claro. Solo que Peter no lo entiende.
A James se le hace más y más difícil lidiar con Peter ahora que sabe cómo podría terminar todo. Hermione habla de segundas oportunidades, pero es fácil decirlo cuando no se trata de la traición de uno de tus mejores amigos, de alguien a quien le confiaste todos tus secretos. ¿Y por qué? ¿Porque se burlan de él de vez en cuando? ¿Porque Sirius dice barbaridades? Se burlan unos de los otros todo el tiempo. Sirius dice barbaridades desde que empezó a hablar. No hay una maldita justificación para lo que Peter hizo… hará… podría hacer.
- No vinimos cuando jugó contra Ravenclaw.
- Claro que vinimos,- dice James.
- ¡A alentar a Ravenclaw!
James respira hondo.
- Bueno,- dice,- pues ahora vinimos a alentar a Harry. Si tienes algún problema con eso, puedes cambiarte de banca.- Al parecer es tu especialidad.
Es confuso. No puede odiarlo por cosas que no ha hecho, pero no sabe si podrá volver a confiar en él. Y Peter, que obviamente no es tan tonto como Sirius piensa, se da cuenta de que algo va mal. Lo mira con grandes ojos azules y es ridículo, es ridículo pensar que Colagusano, de entre todas las personas…
Le pasa un brazo por los hombros.
- Lo siento. A mí tampoco me gusta estar aquí.- La tribuna de Slytherin no es el lugar más seguro para cuatro gryffindors que se han pasado la vida ridiculizando serpientes en los pasillos.- Pero Harry es nuestro amigo, ¿entiendes? Él se arriesga cada vez que viene a apoyarnos y nosotros vamos a hacer lo mismo por él. Es lo que hacen los amigos. Se apoyan, aunque sea peligroso, aunque sus amigos jueguen para un equipo que no los convence. ¿Lo entiendes?
Peter asiente. James realmente espera que lo entienda.
Slytherin gana por cincuenta puntos y todavía no ha aparecido la snitch. Hufflepuff no tiene un buen equipo este año, así que la ventaja no es tan sorprendente. Lo sorprendente es que llevan una hora en el campo y Slytherin no ha cometido una sola falta.
Regulus evade a tres hufflepuffs y anota un tiro limpio. Siempre fue bueno, pero ha mejorado muchísimo. Va a traerle problemas a McKinnon el próximo año.
- Tu hermano es un jugador excelente,- dice, usando las palabras que usó Harry esa noche bajo el roble (cuando en la mente de James apenas empezaba a ser algo más que “otro slytherin detrás de Lily”).
Sirius voltea con la réplica en la punta de la lengua, pero se calla. Respira hondo y sigue viendo el juego. No lo dice, pero ha estado pensando mucho en las cosas que contaron los viajeros esa noche. Regulus convertido en mortífago, asesinado por traicionar al “Señor Tenebroso”… conociendo a Sirius, eso lo ha afectado mucho más que la idea de ir a Azkaban. James, Lily, Regulus… Sirius iría a Azkaban contento si eso pudiera proteger a la gente que quiere. Perro tonto. Lo abraza.
- Suelta, idiota. Mi novia se va a poner celosa.
Remus se pone rojo y James se ríe.
Harry se lanza de pronto hacia los aros de Hufflepuff y los atraviesa como una flecha. Corre. Corre. Corre. Corre. La emoción crece en la tribuna verde y James no puede evitar compartirla, gritar con Ron cuando Harry resurge con la snitch en la mano, besar a Lily en medio de la celebración de sus “enemigos”.
- Cerveza de mantequilla para todos,- dice.
Se cruzan con Quejicus al salir del campo. Sirius tiene la varita en la mano cuando Lily los detiene con una mirada. Harry dice que Quejicus es un aliado en el futuro. Más aún, que es su amigo en el presente. Y de todas las cosas sorprendentes que ha descubierto en el último mes, puede que ésa sea la más difícil de asimilar.
*
- ¿No tienes que ir a saludar a tus fans o algo?
- Estoy bien aquí,- responde Harry y lo besa de nuevo. No tiene idea de qué están haciendo, de cómo llamar a esto o de cómo llegaron aquí. Pero hay tantas cosas que no entiende en los últimos meses que, la verdad, una más no le preocupa demasiado.
Severus besa como Harry hubiera imaginado, si alguna vez lo hubiera imaginado. Un poco duro y siempre demandante, tratando de no mostrarse, de no entregarse, y fallando por completo. Le gusta perderse en todas esas cosas que lleva dentro de la coraza.
Ni siquiera escucha la puerta abrirse.
- Potter, ¿no vas a…?
Mierda.
- Perdón,- dice Regulus y cierra la puerta inmediatamente.
- Mierda.
- Tranquilo,- dice Severus, pero es obvio que también está alterado.- Black no es de contar chismes.
- Sí, pero…- Pero la última vez que vio a dos chicos besándose montó un escándalo en el pasillo. Quedan menos de dos meses para que acaben las clases y realmente no tendría por qué importarle lo que Regulus pueda pensar. Solo que le importa, porque de alguna manera rebuscada, Regulus es parte de su familia.
- Tal vez deberías ir a ver a tus fans antes de que sigan subiendo.
Harry asiente y baja a la sala común. Encuentra a Regulus en un rincón, evadiéndole la mirada. Se toma un trago con el equipo (algo extraño traído desde Ucrania por el primo de alguien), pero eventualmente consigue sentarse con Regulus en una esquina.
- Escucha…- dice. Pero no sabe qué más decir. Afortunadamente, Regulus lo interrumpe.
- Potter… eres un buen compañero, ¿sí? Lo que hagas con tu vida no es asunto mío. En serio. Y no te preocupes, no voy a decir nada.
- Entonces no te molesta que…
- Como dije, no es asunto mío. Y la gente lleva meses hablando de ustedes, así que tampoco fue un shock tan terrible.
- ¿Qué?
- Por favor, Potter… viven metidos en ese cuarto.
- Porque estudiamos.
- Ya. ¿Estudiaron mucho esta noche?- dice Regulus como bromeando. Harry se pone rojo.
Hay algo que no encaja y Harry no puede sacárselo de la cabeza. ¿Por qué está tan tranquilo con esto y no con…?
- ¿Por qué te pusiste así en el pasaje?
- ¿En el pasaje?- pregunta Regulus, como si no supiera de qué habla Harry. Finge bien, pero Harry ya ha sido slytherin demasiado tiempo.
- En el pasaje. Cuando encontramos a tu hermano con Remus.
- Yo no tengo hermanos,- repite la respuesta automática. Y cada vez que la repite es más evidente para Harry lo poco que se la cree, cuánto le duele decirlo.
- Bueno,- dice Harry.- Ese hermano que no tienes es mi amigo. Y si sirve de algo, me consta que quiere mucho a Remus. Que quiere mucho a todos sus amigos. Y a su hermano.
- Yo no…- Regulus respira hondo. Traga saliva.- ¿Alguna vez tú… con… él?
- ¿Con Sirius? No.- Merlín, no.
Regulus se queda callado un largo rato, sorbiendo despacio aquella bebida extraña.
- ¿Por qué tiene que restregarle a todo el mundo en la cara lo que hace?- dice de pronto, la rabia escapándose por los contornos.
Porque es Sirius, piensa Harry. Y lo dice en voz alta. Regulus suelta una risa amargada.
- “Porque es Sirius”. ¿Y eso le da derecho a gritárselo a todo el mundo? ¿A insultar a su familia? ¿Eso le da derecho a presionar y presionar y presionar hasta que…?- Exhala.
- ¿Eso fue lo que pasó? ¿Sirius se volvió una vergüenza pública?- pregunta Harry. Se le ocurre que de alguna manera incomprensible, Slytherin le ha enseñado a escuchar esas cosas que la gente no dice. A lo mejor tienen un punto respecto a los problemas de Gryffindor para ver más allá de lo obvio.
- Mi madre perdona muchas cosas, Potter. Pero jamás el escándalo. Y si conoces a Sirius, sabes que es un escándalo en potencia andando en dos pies.
- ¿Por eso te pusiste así en el pasaje?
Regulus asiente.
- No te voy a decir que me encanta la idea de que mi hermano… pero como te dije, lo que otras personas hagan con su vida no es asunto mío. Es solo que Sirius lo hace asunto de todo el mundo. ¿Cuánto tiempo crees que va a pasar antes de que empiece a pasearse con Lupin de la mano? ¿A… mostrarse? Yo entiendo, Sirius es Sirius. Solo quiere ser él mismo. Créeme, me sé el discurso. Pero Potter… yo soy yo mismo. Tú eres tú mismo. ¿Por qué maldita sea Sirius no puede ser él mismo sin hacer un espectáculo?
Porque es Sirius, piensa Harry. Pero esta vez se lo calla.
- Te preocupa mucho lo que otros piensen,- dice en cambio. No es una recriminación. Harry sabe lo difícil que es vivir bajo la lupa del público.
- Sí, bueno, ser Black no es gratis.
- Tu nombre solo es tu nombre, Regulus. No es todo lo que eres.
- No lo tomes mal, pero no puedes entenderlo.
- Te sorprendería hasta qué punto puedo entenderlo. Confía en mí, Regulus, tu nombre solo es tu nombre. Es tu familia quien lo convierte en algo más que eso.- Se miran un largo rato. Las palabras de Harry densas en el aire.- Tu hermano es un buen tipo. ¿Pero sabes qué más es? Es tu hermano.
Regulus se apoya en la columna.
- ¿Por qué no pudo… solo…? Nadie le pidió que pensara distinto. ¿Por qué no solo se calló?
- ¿Por qué no se lo preguntas a él?
*
Por un segundo, Harry piensa que es un sueño normal. ¿Qué haría Luna en la torre de Gryffindor de otro modo? Luego nota la sensación de presencia que solo tienen los sueños de Ginny. La realidad intangible. Y hay mil razones por las que Luna podría estar en la torre de Gryffindor, si lo piensa.
Se sientan en la cama y Ginny trenza el cabello rubio de Luna.
- ¿Cómo van las pesadillas?- pregunta.
- Mejor. A veces son interesantes. Hubo una en la que un gran murciélago negro me sacaba de una cueva. Todo estaba lleno de serpientes y el murciélago volaba sin despertarlas. Yo tenía que estar callada y me daba miedo hacer ruido.
Ginny le besa el cabello, como a una niña pequeña.
- ¿Todo va a estar mejor cuando vuelva Harry?- pregunta Luna.
- ¿Qué?- dice Ginny.
- Era lo que siempre decías. “Todo va a estar mejor cuando vuelva Harry”.
Ginny apoya la frente en la cabeza de Luna.
- Luna… no creo que Harry vaya a volver,- murmura contra su cabello, como quien cuenta un secreto.
Luna lo medita.
- ¿Eso quiere decir que podemos estar mejor sin necesidad de esperarlo?
Ginny sonríe en su cabello, la abraza por la espalda.
- Sí. Sí, eso es exactamente lo que quiere decir.
***
(An' though the course may change sometimes) Rivers always reach the sea
Ten years gone. Led Zeppelin, 1975.
- ¿Unirse a la Orden?
Los tres asienten. Albus supone que tiene sentido, cuando uno considera que viajaron 20 años en el tiempo para prepararse para una guerra a la que no pueden volver. Y la Orden no está por encima de aceptar la ayuda de jóvenes de 17 años. No cuando la necesita tanto. Pero el campo de batalla es solo uno de los frentes que necesita cubrir en esta guerra.
- De acuerdo,- asiente.- Pero hay otras posibilidades que me gustaría discutir cuando se gradúen. Me dicen que eres un excelente maestro de defensa, Harry.
- ¿Qué?- Harry voltea a mirar a sus compañeros.
- Entrenaste al ED,- dice Hermione, como si necesitara defenderse por halagar a sus amigos. ED… el Ejército de Dumbledore. Nunca terminará de asimilar la idea de un montón de estudiantes entrenando a escondidas para pelear en su nombre. Un futuro inhóspito, sin duda.
- Me gustaría que consideraras una posición en Hogwarts.
- ¿Como profesor? ¿Yo?- La expresión de Harry deja claro que nunca se había planteado la posibilidad.
- El profesor Slughorn me dice que te has convertido en una figura muy influyente en Slytherin.
- Y todo en Slytherin se mueve a través de las influencias,- interviene Hermione.- ¿No lo ves, Harry? Sería una posición perfecta para combatir el reclutamiento de mortífagos. Serías una figura de autoridad, pero además una que conocen, alguien en quien pueden confiar… Tú mismo dijiste que los menores te seguían como moscas.
- Por el quidditch,- explica Harry, como si tuviera que justificar sus méritos.
- Bueno,- dice Hermione,- entonces empieza a usar el quidditch para algo más que ganar una copa.
- ¡Hey!- se queja Ron. Pero Harry parece considerarlo.
Le gustan estos chicos. Le gusta la fuerza del vínculo que los une. Lo han perdido todo… sus vidas, sus familias, su historia… pero no sienten la magnitud de la pérdida, porque se tienen uno al otro. No los une la sangre que tanto preocupa a la comunidad mágica estos días. Los une una fuerza mucho más poderosa, invisible, imbatible. La fuerza que los salvará a todos algún día.
- Un momento,- dice Ron.- El puesto de profesor de defensa está maldito. A Harry le puede pasar algo.
Albus se acomoda los lentes.
- Las maldiciones son como las profecías,- dice.- Solo tienen el poder que elegimos darles.
- Ya…- dice Ron.- ¿Quiere decírselo a Lockhart?
- ¿A quién?
El puesto de profesor de defensa contra las artes oscuras no ha sido ocupado dos años por la misma persona desde que le fue negado a Riddle. Pero son tantas las cosas que no habían ocurrido en muchos años (que no habían ocurrido nunca) y están ocurriendo de pronto, que Albus no consigue preocuparse.
*
El día de la última salida a Hogsmeade, Harry se reparte entre Gryffindor y Slytherin porque es imposible convencer a Severus de que comparta una mesa con los Merodeadores (espera que sea cuestión de tiempo, pero no alberga demasiadas esperanzas).
Lily camina a su lado a la salida de las Tres Escobas. Desde esa noche, parece que no pudiera dejar de acercarse a Harry, dejar de mirarlo, de intentar entenderlo. James se ríe de las bromas que hacen en Gryffindor sobre su chica y “el otro Potter”. (A Ron le parecen escandalosas.)
- Así que… Severus,- dice Lily y Harry la mira desconcertado.
- ¿Qué?
- ¿No has oído que las madres lo sabemos todo?
Harry se ríe.
- Tienes 17. Y todavía no tienes hijos.
- Pero tengo ojos,- dice Lily.- Y un buen ejemplo de cómo se ven dos chicos que no quieren que los demás se enteren de que preferirían estar solos en una habitación oscura,- agrega, señalando a Sirius y Remus, que caminan sin dejar de tocarse, cargando el ambiente de electricidad.
Harry se pone rojo. Lily se ríe. Tiene esa risa limpia que Harry no había escuchado nunca en sus recuerdos. No quiere dejar de escucharla nunca.
Le cuesta pensar en dos chicos de su edad como “sus padres”, pero es indudable que algo ha cambiado en su relación con James y Lily desde que les contó la verdad. Hay una cercanía distinta, una confianza distinta. Si hay alguien con quien puede hablar de esto (sea lo que sea) es con Lily. Y si nunca necesita hablar de esto con James, lo agradecerá profundamente.
- ¿Qué pasó entre ustedes?- pregunta.- Eran amigos y luego… ¿qué?
- Luego me insultó,- responde Lily.- Y me molesté con él durante mucho tiempo. Pero me siguió buscando y me siguió buscando, hasta que empecé a pensar que tal vez no era lo más sano para él mismo que volviéramos a ser amigos. Pero eso fue hace mucho tiempo. Y es obvio que las cosas han cambiado,- agrega con una sonrisa cómplice.
¿Han cambiado? Sea lo que sea que está pasando entre ellos, Harry tiene claro que no compite con lo que Severus siente por Lily. No es que sea menos, exactamente. Es que es distinto.
- Hay una chica en mi tiempo,- dice.- Se llama Ginny, es la hermana menor de Ron. Es ridículo, porque sé que no podemos volver, pero…
- ¿Pero te sientes como si la estuvieras engañando?
Harry niega con la cabeza.
- No engañando. Como si… no sé. ¿No debería sentirme peor por haberla perdido? ¿Por no poder volver a verla? ¿No debería doler más?
- ¿Qué te puedo decir?- dice Lily encogiéndose de hombros.- La última persona en la que “debería” haberme fijado es James Potter. “Debería” no es una palabra que podamos mezclar con nuestros sentimientos, Harry.
Lily solo tiene diecisiete años. Pero habla como una madre y Harry atesora sus consejos como deseó hacerlo desde que aprendió qué significaba la palabra.
- Creo que a Severus le pasa lo mismo contigo,- dice Harry.
Lily sacude la cabeza.
- Contigo, Harry. Le pasa lo mismo contigo.
Está atrapado veinte años en el pasado en una dimensión paralela, pero siguen siendo estas pequeñas revelaciones las que lo dejan sin piso de pronto.
*
Con la temporada a punto de terminar, el campo de quidditch está disponible la mayor parte del tiempo. Se reúnen el domingo por la tarde, sin partido para el cual practicar, solo por las ganas de cortar el viento. Sueltan la snitch y la persiguen por el campo. Vuelta, carrera, picada, vuelta. Potter sigue siendo mejor, pero Regulus cada día está más cerca. Es aquí donde mejor se entienden, sin confesiones incómodas ni cuestionamientos innecesarios.
No los ve llegar hasta que el otro Potter grita desde el campo.
- ¡Harry!
Maldita sea.
Potter no se detiene y Regulus tarda un segundo en recuperar la concentración. Potter atrapa la snitch esta vez.
- Ven,- dice y le hace un gesto para que lo siga. Baja al campo y se acerca a los gryffindors. Los saluda con esa familiaridad que Regulus no tiene con su propio hermano (ése que no existe). No tiene tiempo de salir del campo antes de que Potter lo coja del brazo y lo acerque al grupo. No sabe qué es lo que pretende, pero no le gusta nada.
- Éste es mi amigo Ron Weasley,- dice, presentándole al pelirrojo.- Creo que a los demás los conoces. Regulus es el hermano menor de Sirius,- le dice a Weasley. Regulus se tensa.- Pensé que podíamos jugar juntos,- explica, como si algo de lo que está pasando fuera normal.- ¿Cazadores y guardianes? No somos suficientes para otra cosa.
- Cazadores y guardianes me parece bien,- dice el otro Potter.
Sirius no deja de mirarlo. Regulus conoce las miradas de Sirius. No lo está botando del campo. No le está increpando cosas que escapan a su control. No es una mirada agresiva, sino expectante. Sirius está esperado que Regulus haga algo. No tiene idea de qué.
Hace lo único que se le ocurre y da media vuelta.
La voz de Sirius lo detiene antes de que haya podido dar dos pasos.
- ¿Qué pasa, Reg? ¿Tienes miedo de que tu hermano barra el piso contigo?
Regulus no tiene hermanos. No tiene…
El pánico explota en su pecho. Explota y se disuelve. Traga saliva. Vuelve a girarse.
- ¿Estás loco? Tengo miedo de que te dé tanta vergüenza perder contra tu hermano pequeño que no vuelvas a tocar una escoba en tu vida.
Sirius sonríe. Regulus conoce las sonrisas de Sirius. Es la sonrisa de los pactos secretos, de las cosas que esconden bajo las tablas del desván, de los secretos que no le dicen a su madre.
Arman los equipos. Los Potter, por supuesto, son capitanes (¿y no es la coincidencia más extraña del mundo que se parezcan tanto y tenga el mismo apellido y los dos jueguen quidditch?). Regulus va con Harry, Sirius con James. Weasley con Harry, Pettigrew y Lupin con James (por los comentarios, cuentan como un solo jugador).
La quaffle pasa de mano en mano mientras se esquivan por todo el campo. Potter (Harry) es un buscador excelente, pero le cuesta seguir el movimiento de los cazadores. Está demasiado acostumbrado a observarlo todo desde arriba. Se siente bien saber que hay situaciones en las que juega mejor que Potter. Se siente mejor saber que hay situaciones en las que juega mejor que Sirius. La quaffle cruza los aros tres veces, la tercera pasando justo entre sus brazos.
Lupin es un desastre. Parece que fuera la primera vez que se sube a una escoba. Tendría que ser una ventaja, pero pierde tanto la concentración tratando de no arrollarlo que termina perdiendo también la quaffle.
- ¡Si no sabes volar no vueles!- grita, cortándole el paso con la escoba.
- ¡Hey!- grita Sirius.- ¡Más respeto con tu cuñado!
Lupin se pone como un tomate y da media vuelta. Sirius sonríe y le guiña un ojo. Regulus no recuerda la última vez que Sirius le hizo una broma. Algo se le hincha en el pecho y no sabe si cuando explote va a abrazar a Sirius o va a matarlo. A lo mejor las dos cosas.
Potter (Harry) se detiene a su lado, sonriendo como un idiota. Regulus gruñe.
- Yo que tú dormiría con un ojo abierto esta noche,- le dice, al más puro estilo de Rosier.
La risa de Potter es más contagiosa de lo que recordaba.
*
Con todas las veces que Hermione ha dicho que una copa no es importante, es un poco sorprendente lo ansiosa que está por la final. No es para menos. Slytherin y Ravenclaw están empatados con dos victorias cada uno, pero si Gryffindor gana este partido, todo va a definirse por puntos. Y Slytherin realmente aplastó a Hufflepuff. Con esos resultados, por primera vez en la historia, medio Slytherin se ha visto forzado a apoyar a Gryffindor.
Es la copa más peleada que Harry haya visto en mucho tiempo.
- ¡Vamos, Ron!
Otra salvada milagrosa. Gryffindor está jugando un partido excelente, pero Clearwater parece llevarlos más y más cerca del límite con cada jugada. Se ve que ha dedicado mucho tiempo a estudiar la estrategia de sus contrincantes. Es un capitán brillante. Y obsesivo. Le recuerda un poco a Oliver Wood.
- Pensé que ibas a traer a Regulus,- dice Hermione, intentando cambiar de tema para calmarse. Pero no despega la vista del campo.
- Lo intenté,- responde Harry.- Pero todavía es demasiado para él. Hay que darle tiempo.
Es cuestión de tiempo, Harry está seguro. Regulus ha empezado a darse cuenta de muchas cosas, pero sus prejuicios son profundos y han sido alimentados durante demasiado tiempo. Sirius es buena influencia y por lo que Harry puede ver, no está dispuesto a dejar a su hermano a merced de los mortífagos. Harry confía en Sirius.
Ravenclaw salva dos tiros perfectos.
- ¿Has pensado en la oferta de Dumbledore?
- ¿Ser profesor?- Harry hace una mueca. La idea no le disgusta del todo y no puede negar que es una posición excelente para influir en Slytherin. Pero la imagen de Snape, amargado por la guerra y encerrado en las mazmorras, todavía le da escalofríos. No es un futuro particularmente atractivo. Cambia de tema.- ¿Qué hay de ti? ¿Ya sabes qué quieres hacer cuando salgamos de aquí?
Nunca ha hablado con Ron y Hermione de sus sueños para el futuro. Durante demasiado tiempo, el futuro era algo que empezaba y acababa con una gran batalla. Es diferente en este tiempo. Como miembros de la Orden, la guerra seguirá siendo un elemento central de sus vidas, pero la ausencia de una profecía, la ausencia de un “elegido”, les permite considerar opciones que nunca formaron parte de sus preocupaciones inmediatas. Les permite construir una vida al margen de la guerra.
Hermione respira hondo antes de responder.
- Quiero estudiar leyes,- dice.- Voy a iniciar un movimiento para impulsar la integración de las criaturas mágicas.
Y aquí vamos de nuevo con los elfos.
Remus se tensa y voltea a mirarla.
- Estoy hablando en serio,- dice ella, mirando a Remus y no a Harry.- Si hay algo que los magos deberían aprender de esta guerra, es que no tienen derecho a sentirse por encima de otros. Hay muchas criaturas que son discriminadas. Los centauros, los duendes, los hombres-lobo…
- ¡La snitch!- grita Harry.
El buscador de Ravenclaw se lanza hacia la tribuna, McKinnon pegada a su cola. Gryffindor lleva 50 puntos de ventaja y aquí es donde todo se define. Harry no recuerda que el buscador de Ravenclaw fuera tan bueno. Clearwater lo ha tenido practicando mucho. O hasta ahora no había necesitado mostrar todo su potencial.
Harry tiene que concederle algo a Zabini. Para ganar no basta el talento. Gryffindor y Slytherin tienen a los jugadores estrella de la escuela. Pero Ravenclaw gana la copa con tres victorias consecutivas.
*
Tienen los EXTASIS encima, pero Harry no puede sacarse de la cabeza la imagen de Malfoy saliendo del castillo después del partido. No pudo verlo bien, pero era él, está seguro.
- ¿Qué estaba haciendo aquí?
- Las clases están terminando,- responde Severus.- Vino a ver a sus futuros reclutas, obviamente. Ahora deja de pensar en cosas que no puedes controlar y préstale atención a tu caldero, que está a punto de hervir.- Como si sus palabras tuvieran algún tipo de poder sobre los ingredientes de la mezcla, las primeras burbujas empiezan a formarse. Harry agrega las raíces de ajenjo y remueve con cuidado.
Severus ha resultado ser un excelente profesor de pociones cuando le interesa que alguien aprenda. Quién lo hubiera dicho.
- ¿Habló contigo?
- Sí.
- ¿Sí? ¿Cómo que “sí”? ¿Qué te dijo?
- Quería saber cuándo iba a iniciarme.
- ¿Qué le dijiste?
- Que necesitaba pensarlo un poco más.
- ¿Qué?
- ¿Qué querías que le diga? ¿“Me pasé al bando contrario, mátame ahora, por favor”?
Es un poco escalofriante la manera en que Severus habla de su relación con los mortífagos. Pero también es real. Hizo un compromiso y ahora lo ha roto. No está seguro allá afuera.
- Deberías quedarte.
- ¿Quedarme dónde?
- Aquí, en Hogwarts. Eres un buen maestro… sorprendentemente.- Severus alza una ceja.- Dumbledore podría protegerte.
- ¿Y qué? ¿Quieres que me quede en este castillo y me convierta en una sombra que se masturba con la idea de que los hijos de sus enemigos se orinen en los pantalones cada vez que lo ven?- Confía en Severus para recordar cada maldita palabra que alguien dijo en un momento de rabia.
- No tiene que ser así. Dumbledore… me pidió que me quedara. Como maestro de defensa.- No se había dado cuenta, pero lo ha pensado. Ha pensado seriamente en aceptar.
Severus lo observa un momento con una expresión extraña.
- ¿Me estás pidiendo que me mude contigo?
- ¿Qué? No. No… yo…
- Deberías aceptar,- dice Severus de pronto, serio.- Malfoy estuvo preguntando por ti. Baja el fuego.
Harry baja el fuego.
- ¿Por mí?
- Al parecer no soy la única baja en sus filas.
- ¿Hay más?- Algo grande se estira en su pecho, se le expande en el cuerpo. Algo como esperanza.
Severus sacude la cabeza.
- Estás a punto de entrar en la lista negra del Señor Tenebroso y sonríes. ¿Qué haces con esa corbata verde, gryffindor?
Harry sonríe más. Así que podría entrar en la lista negra de Voldemort. Como si fuera una novedad. Por lo menos, esta vez será por algo que recuerde haber hecho. Algo que haga con ganas, con intención. No le tiene miedo a la batalla. Se ha pasado la vida entera preparándose para la batalla. Confía en Dumbledore, confía en la Orden, confía en sus amigos (los que lo han acompañado siempre y los que ha encontrado en este largo camino), confía en su propio valor. Si Voldemort quiere pelear, Harry espera que esté preparado, porque esta vez no van a confiar en profecías y elegidos. Esta vez van a confiar en algo mucho más grande.
Recuerda la carta que Dumbledore escribió en otro mundo. La guerra que peleamos no es una guerra de hechizos y maldiciones, sino una guerra de la mente y el espíritu.
La batalla ya ha empezado.
Y van ganando.
*
Es una batalla como nunca ha visto otra. Hay gigantes atacando Hogwarts, acromántulas trepando los muros. Toda la comunidad mágica parece haberse unido con el solo propósito de detener el ataque. La sensación es intensa en el aire cargado de adrenalina. La guerra termina esta noche.
Ve caer a Lupin a pocos pasos. Herido, sigue lanzando maldiciones. Está perdiendo mucha sangre. Neville corre a ayudarlo. Con el último aliento, Lupin le da una espada (la espada de Gryffindor, piensa Harry). Lupin habla, Neville asiente. Lupin muere en sus brazos, otro héroe caído en esta guerra maldita. A lo lejos, puede ver otros cuerpos. No reconoce ninguno en la distancia.
Luna grita “Protego” y bloquea una maldición dirigida a Ginny. Ginny reacciona y desmaya al atacante en un movimiento.
Neville corre entre la gente, directo a la primera línea de ataque. El ED lo sigue, desviando maldiciones en su camino. Bellatrix Lestrange detiene a Ginny con un Cruciatus. Harry quiere ayudarla, quiere atacar. Pero no existe.
- ¿Dónde está Potter?- pregunta, apuntándole al pecho.
- Harry está a salvo,- responde Ginny, desafiante ante la muerte.
Lestrange disfruta el momento, como un animal relamiéndose ante su presa. Antes de que las palabras salgan de su boca, una maldición la golpea en el pecho, la silencia para siempre. Molly Weasley nunca se ha visto tan grande como en ese momento, su pequeña figura recortada en las sombras, protegiendo a sus hijos como una leona.
En la línea de fuego, Voldemort mismo ruge de rabia, la cabeza de Nagini, la serpiente, rodando entre los combatientes. Arremete contra Neville, que solo atina a protegerse con la espada.
Una vez, Dumbledore dijo que la espada podía presentarse ante cualquier gryffindor que la necesitara. La maldición asesina cae en la hoja manchada de sangre. Quema la mano de Neville, pero no lo alcanza con todo su poder. En cambio, rebota y quiebra la varita de Voldemort.
Algunos magos no saben cómo defenderse sin magia. Voldemort lanza la maldición de nuevo sin pensarlo dos veces. Harry ha visto pasar esto antes, en segundo año, cuando Ron intentó hacer vomitar babosas a Draco Malfoy. Esta vez no es nada tan inofensivo como unas babosas. Voldemort cae sin vida, los ojos serpentinos abiertos y apagados. La batalla se detiene a su alrededor, como suspendida en el tiempo.
El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca... Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes...
Son curiosas, las profecías.
***