
Chapter 10
Después de los fuegos fueron a beber unos chupitos de sake en un puesto bastante animado. Ya llevaban unos cuantos tragos y estaban riendo por cualquier cosa pasando un buen rato. Yuuji aprovechaba cualquier ocasión para tocarle el brazo, ponerse hombro con hombro, rozar las piernas y cada vez que lo hacía sentía chispas brotar de ese contacto.
Al cabo de unas horas estaban volviendo a casa juntos, por su barrio ya no había nadie solo ellos dos caminando solos fingiendo estar más borrachos de lo que en realidad estaban para ponerlo como excusa si fuese necesario. Sus manos se rozaban y ninguno decía una palabra. Estuvieron toda la noche juntos hablando de cualquier cosa, probando comida, simplemente juntos. Yuuji siguió rozando su mano aposta volviendo a enganchar suavemente sus meñiques y correspondió mirando al cielo. Parecía mentira que con solo caminar agarrados de los meñiques se sintiese como que iba a explotar.
Llegaron frente a sus edificios y pararon de caminar mas ninguno quería separarse. Yuuji se puso frente a él.
-Lo pasé muy bien hoy- su voz era baja y calmada y lo miraba con dulzura.-especialmente contigo.
Megumi lo miraba con esos ojos brillantes enmarcados por sus largas pestañas. Le estaba costando resistirse mas de lo habitual. Soltó su meñique solo para agarrar su mano al completo acariciandola con el pulgar.
-Yo también…-era casi un susurro.
No podían apartar la mirada, eran imanes, ninguno quería romper ese momento ninguno quería irse, la tensión se podía palpar en el ambiente.
Yuuji se atrevió a subir su mano despacio y acariciar la mejilla de Megumi, al principio con un ligero roce con las yemas de sus dedos para luego acunar su suave piel en la palma de su mano sintiendo como correspondía el toque. Sentía que su corazón iba a estallar cuando vio como se acercaba un poco a él, no pudo evitar mirar sus labios y de nuevo a sus ojos una y otra vez. Iba a besarlo? Yuuji lo besaría?!
La distancia cada vez era mas corta, estaba hipnotizado en los labios de Megumi que temblaban nerviosos. Vio como cerraba los ojos despacio entregando su boca. Apretó un poco su mano y finalmente lo besó pausando todo por un instante. Sus labios eran tan suaves y mullidos como se lo imaginaba y tan cálido. Se acercaron un poco más fundiéndose en el otro olvidando casi respirar. Lo único que se escuchó fue el sonido de sus labios separándose. Abrieron los ojos mirándose embriagados aún en el beso hasta que Megumi se separó al completo como si hubiese visto un fantasma sonrojado hasta las orejas.
-Buenas noches!-se apresuró a decir y prácticamente corrió a su piso dejando a Yuuji ahí plantado con una sonrisa de imbecil en toda su cara.
Subió corriendo a su piso sin dar crédito a lo que acababa de pasar y al cerrar la puerta se apoyó tocando sus labios. No se lo podía creer, se habían besado! Era terrible, era más que terrible. Montones de pensamientos llegaron a él como un cubo de agua fría. Seguro que solo lo había hecho porque estaba borracho, seguro que se arrepentiría a la mañana siguiente y no volvería a hablarle, seguro que ni siquiera le gustaban los chicos, acababa de arruinar su amistad se sentía terrible. Corrió a su cama gritando contra su almohada, solo podía rezar por que Yuuji no se estuviese arrepintiendo ahora mismo.
Nada más lejos de la realidad Yuuji corrió a su casa con una sonrisa de oreja a oreja, estaba tan contento que no cabía en sí, cada tres segundos festejaba con el puño en alto y reía él solo. Quizá no estaba borracho por el licor pero sí por Megumi. Suspiraba como un tonto bailoteando hasta su cuarto. Megumi Megumi Megumi. Era lo único y exclusivo que pasaba por su cabeza. Sus ojazos, su nariz, su pelo, sus manos, sus labios. Sentía que se iba a derretir.
Ninguno durmió esa noche, se mantuvieron en vela por motivos muy distintos. Yuuji se despertó con dolor de mejillas de tanto sonreír toda la noche y Megumi con los ojos hinchados de llorar con culpa. Sentía que lo había arruinado todo, que no le volvería a hablar y si lo hacía era para dejarle claro que no quería verlo nunca más. Estaba listo para esa conversación y a la vez la idea de Yuuji alejándose de él lo mataba. Nobara y Maki tenían razón, puede que le gustase tan solo un poco.
Por otro lado Yuuji estaba más que contento, no podía creerse que había besado a Megumi por fin, millones de mariposas revoloteaban en su estómago. No le había rechazado el beso y eso lo llenaba de esperanza, necesitaba hablar con él, asegurarse de que estaban en la misma página. Lo invitaría a una cita. Se fue a la cocina y se sentó en la mesa simplemente a pensar a donde podría llevarlo. Tan solo llevaba mes y medio allí no sabía qué sitios podrían ser bonitos para una cita. Quería llevarlo a un sitio diferente de los que frecuentaba con sus amigos. Finalmente llegó a la conclusión de que organizaría un picnic por la tarde en uno de los parques por los que pasa cuando va a correr. Se moría de ganas por pedírselo, necesitaba verlo ya, pero antes dejaría todo preparado.
Salió de casa con la lista de la compra, a Megumi le gustaban los sabores frescos y a la vez intensos, no sabía muy bien que prepararle. Se paseó por todo el supermercado buscando los ingredientes perfectos, para el picnic perfecto para la cita perfecta. Se decantó por hacer un variado de sándwiches y un sencillo bizcocho con fresas y nata, también llevaría un poco de sandía y melón para un contraste más fresquito. Llevaba las bolsas de la compra tan llenas que le cortaba la circulación de los dedos pero le daba igual, estaba en las nubes. Aún ni siquiera se lo había dicho a Megumi y ya se había puesto a preparar el bizcocho nada más llegar a casa, cada dos por tres miraba por la ventana a ver si se lo encontraba para pedírselo.
Tenía la sensación de que algo no estaba bien, tenía ya casi todo preparado y cada vez que iba a mirar por la ventana Megumi aún no estaba lo cual era raro porque solía estar en la cocina casi todo el tiempo. Decidió dejar los últimos detalles y salir a pedírselo a su casa de sorpresa. Se sacudió la harina de la ropa y bajó corriendo al otro edificio timbrando en el telefonillo.
Megumi saltó en el sitio, estaba en su cama con el chat de Yuuji abierto en su intento número tresmil de escribirle algo pero siempre acababa borrando antes de enviar. Se asomó a la pantalla del telefonillo y se le paró el corazón al verlo allí, sintió como el alma se le bajaba a los pies, ya era la hora de la charla que menos quería oír. Le dio a abrir y se preparó para lo peor esperándolo ya con la puerta abierta. Los segundos pasaban como horas, sentía que no podía ni respirar y cuando se abrió el ascensor casi se desmaya.
-Megumi!-se acercó a él mirándolo preocupado- no tienes buena cara estás bien?
-Sí, claro, pasa…
Yuuji frunció el ceño, se le notaba muy desanimado estaba empezando a preocuparse de verdad.
-Ya sé para que viniste-cerró la puerta cuando los dos estuvieron dentro y ni siquiera se animó a mirarlo.-no importa si quieres hacer como que no pasó nada, estábamos borrachos, el beso fue un error, seguro que ni siquiera te gustan los chicos y está bien, lo entiendo perfectamente
Escupía palabra tras palabra casi sin respirar, como estando en piloto automático. Yuuji lo miraba confuso, aún seguía dándole la espalda. No se callaba estaba haciendo una montaña de un grano de arena.
-Megumi-se puso frente a él haciendo que lo mirase y cogió sus mejillas.-Megumi te besé porque quise, ni tú ni yo estábamos borrachos, no fue un error no quiero dejar de hablarte, es una tontería, cálmate.
Vio como sus ojos claros se suavizaban y se llenaban de alivio e ilusión.
-Ah no?-su voz casi temblaba
-Claro que no tonto! Por dios eres un dramático, llevo toda la mañana pensando en ti organizando un picnic para ti.
-Que?-sus ojos eran de completa sorpresa y Yuuji le apretó un poco las mejillas.
-Venía a preguntarte si te gustaría tener una cita conmigo esta tarde
Se sonrojó hasta las orejas. Incluso en una situación así estaba haciendo el ridículo por ser un dramático y un ansioso. No se podía creer que había perdido los estribos de esa forma frente a él.
-Si me gustaría mucho.
-A las 17:00 espérame en la puerta-sonrió dándole un tierno beso en la mejilla y se separó yéndose a casa a terminar todo.
Megumi no lo podía creer. Se había montado todo ese escenario para nada, estaba completamente equivocado. No solo Yuuji dijo que quería besarlo sino que lo invitó a una cita. Una cita en plan romántico, dios mío, estaba en shock.
Lo primero que hizo fue coger el móvil y abrir el chat con Nobara a la que llevaba toda la mañana bombardeando con sus ideas pesimistas.
“No me odia, me invitó a una cita”
Ni siquiera esperó la contestación y se fue a dar una ducha larga relajándose completamente. No sabía que ponerse, había mencionado que era un picnic así que nada formal pero tampoco quería lucir desinteresado. Al final se puso unos vaqueros y una camiseta negra, básicamente como siempre. Se secó el pelo y se miró al espejo suspirando, estaba tan nervioso. Se puso un finito colgante plateado por dentro de la camiseta y se cambió los pendientes poniéndose unos pequeños aritos plateados, quizá era demasiado…no, está bien, lo dejaría así.
Yuuji preparó todo al detalle metiéndolo en la cesta con cuidado. Se duchó y se vistió poniéndose todo lo que pudo de perfume y salió viendo a Megumi en la puerta. Se veía bonito y fresco como siempre.
-Vamos? -sonrió ofreciéndole la mano. No estaba muy seguro de si la tomaría, quizá era demasiado pronto para caminar de la mano. Sin embargo sintió como sus dedos se entrelazaban y su corazón se aceleraba en su pecho.
Caminaron juntos de la mano, sin decir mucho, ambos disfrutaban del silencio, del paseo, del sol, de la brisa. Megumi estaba tan nervioso que no podía mirarlo, sentía que le empezarían a sudar las manos pero no quería separarlas. Era extraño quedar ellos dos solos fuera de sus pisos y en un contexto romántico pero se sentía bien, se sentía emocionante y sobretodo se sentía correcto.
Llegaron al parque. Como era sábado había varias familias, niños correteando por ahí, perros jugando con sus dueños y alguna que otra pareja. Eligieron una zona cercana a la fuente y Yuuji desplegó la manta sacando todo lo que traía en la cesta.
-Hiciste todo tu??-se sorprendió mirando el gran banquete; gran cantidad de sándwiches variados, cuencos de fruta, limonada y un pastel entero.
-Sí claro! igual me pasé un poco, estaba muy emocionado.
Se sentaron al lado, los dos estaban un poco tímidos como para hacer algo. Megumi rompió el silencio.
-De que son los sándwiches?
-Unos de pepino, unos de jamón con queso y lechuga, unos de atún y otros de huevo.
Asintió y fue directo a por el de pepino, estaba crujiente y fresco a la vez que cremoso.
-Esta riquísimo Yuuji-le sonrió masticando.
Se quedó mirándolo un poco embobado mientras comía, Megumi estaba siendo muy dulce y eso lo estaba volviendo un poco loco, quería agarrarle la cara y darle todos los besos del mundo.
La tarde fue tranquila, estuvieron hablando y comiendo con normalidad, cuanto más hablaban más se disipaban los nervios, realmente siempre lo pasaban bien cuando quedaban juntos y hoy no era excepción, solo que estaban construyendo una atmósfera diferente.
Estaban sentados muy cerca, prácticamente hombro con hombro. Ya casi ni quedaba comida, se sentía orgulloso a decir verdad.
-Estoy muy lleno-suspiró dejando el cuenco de sandía donde estaba comiendo y limpiándose las manos en una servilleta.-Gracias por todo, me está encantando.-se atrevió a confesar reuniendo el valor suficiente como para apoyar la cabeza en su hombro.
-No hay de qué.-sorprendido lo miró sonrojándose al momento. Megumi lo miraba desde su hombro con los ojos más bonitos que haya visto en su vida, soltando chispas. Parecía que batiese sus largas pestañas a cámara lenta. Quería sonreír como siempre, ser un confiado, un gracioso un poco chulo pero cuando lo miraba así no podía, sentía el corazón en la garganta y el estómago del revés, le costaba hasta respirar.
-Tienes unos ojos impresionantes.-soltó en una especie de susurro sin dejar de mirarlo hipnotizado.
Megumi se sonrojo apartando la mirada, con intención de quitar la cabeza de su hombro, temblando como un flan de los nervios. No sabía cómo afrontar ese cumplido.
-Pero no dejes de mirarme-Sonrió cogiendo su cara con dulzura antes de que se alejase de su hombro, haciendo que volviese a mirarlo.-Me gusta mucho.
No sabía qué responder, solo sabía que Yuuji hacía un desastre de él. Apretó la manta de picnic en sus manos. Miró sus labios, a sus ojos y de nuevo a sus labios. Quería besarlo tanto pero le costaba reunir el valor para hacerlo, solo escaneaba cada facción de su cara. Sus cejas, sus grandes ojos miel, su nariz, sus labios. Era tan tan guapo que lo ponía nervioso. Sentía que se estaba derritiendo, nunca lo habían mirado con tanta dulzura, nunca lo habían tratado tan bien ni mostrado ese interés genuino por conocerlo y pasar tiempo con él. Estaba cayendo más de lo que creía y no estaba nada en contra, de todas las personas que le podrían gustar Yuuji es perfecto. Es atento, cariñoso, amable, divertido.
-Yuuji…-se le salió su nombre en un susurró casi ni planeado.
-Dime-lo miró.
Se armó de valor por fin, se estiró un poco y capturó sus labios en un beso que fue correspondido al instante.
Se sentía bien, cálido. Trató de transmitirle en ese beso todo lo agradecido que estaba por él. Se pegó un poco subiendo la mano a su nuca acariciando su corto pelo.
Yuuji no podía creerlo, Megumi lo había besado a él, tan sincero tan real. No podía hacer otra cosa que no fuese corresponder. Cuando se separaron volvió a mirarlo con esos ojos que lo mataban y una ligera sonrisa.
-Gracias…-volvió a agradecerle en un tono suave y acarició su mejilla.
-No tienes que dar las gracias-lo miró perdido en sus ojos verdes.-lo hago porque…porque me gustas.
La burbuja en la que estaban se había hecho más íntima y pequeña.
Megumi lo miró con el corazón a mil, sentía como no podía pensar en otra cosa que no fuese él, le gustaba a Yuuji! A él también le gustaba vaya que le gustaba, le gustaba muchísimo, pero le costaba tanto admitirlo en alto, no quería morderse la lengua y estropearlo todo, no quería dejar a Yuuji colgando después de habérsele confesado.
-Tu también me gustas.-Sonrió y sintió como lo besaba de nuevo con fuerza agarrando sus dos mejillas y se separaba casi al instante con una sonrisa de oreja a oreja.
No pudo evitarlo, él también sonrió, le regaló la sonrisa más amplia y sincera que jamás le había regalado.